“Lo que sucede entre nosotros no le interesa a nadie más que a nosotros mismos.

Es incorrecto e inmoral en todos los sentidos; pero no se puede evitar…

¿Por qué lo hacemos? Simplemente porque se siente tan malditamente bien…”

¿Han vivido la experiencia de enamorarse de un chico cualquiera, que ven en uno de los muchos viajes que realizan en transporte público? A Max le bastó subir en un solo tren para descubrirlo, y cambiarle la vida como no llegaría a imaginarlo.

El escuchar de su canción favorita termina opacado por el fuerte latir de su corazón al sentirse atraído por aquel chico de cabello negro, que todas las personas miraban con reproche por correr en la estación, y ser casi atrapado entre las puertas del tren.

Él estaba lo suficiente paranoico para intentar romper la barrera del amor platónico, y si no hubiese sido por el mensaje apareciendo en la pantalla de su celular, recordándole de la existencia de cierto castaño, que siempre le dice cuánto lo ama; no sonreiría, preguntándose a cuál de los dos le gustaría darle su atención.

Había algo que Harry y Neville siempre habían compartido,  primero sus padres habían luchado en la primera guerra contra el que no debe ser nombrado y no habían salido bien librados, segundo ellos mismo habían luchado en la segunda guerra y habían salido bien librados, ahora se incluía una tercera y era que ambos querían agrandar sus respectivas familias

Draco era un chico que siempre había seguido las órdenes de su padre, lo importante de esa frase era el verbo,  Draco ERA; porque en ese momento de su vida, a los veintitrés años era un chico que planeaba hacer con su vida lo que quisiera y no lo que le impusieran, y una de las cosas que más planeaba hacer era joderle la vida a su padre

Ambas cosas podrian llegar a mezclarse ¿o no?