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Watashitachi no kizuna por Sorgin

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Sasuke suspiro agotado. Naruto podía ser un encanto y tener un cuerpo precioso, pero el hecho de llevar las ultimas seis noches cenando ramen estaba acabando con su paciencia, y con su estómago. Con cuidado deslizo las manos a través de los mueble hasta que encontró la nevera. Abrió la puerta y busco cualquier cosa que pareciera comestible. Desde la mesa el rubio se mordió un labio comprendiendo la silenciosa queja de su amigo.

 

-Cuando salíamos de misión, al final siempre acababas cocinando tu.-Recordó con nostalgia.

 

-Eso es porque tu nunca has sabido hacerlo usoratonkachi.

 

-Viaje mucho con ero-sennin, ¿sabes? Y aprendí muchas cosas de él. No solo técnicas de combate.

 

-¿Ah sí? Pues ten cuidado o Sakura te pulverizará las costillas, hasta el punto de que Kuybi no podrá hacer nada por ti.

 

-No me refería a ese tipo de cosas teme.- Abrazó a Sasuke por detrás y le dejo un tierno beso en la nuca. -Siéntate. Preparare algo para cenar.

 

-No por favor. Vas a conseguir convertirme en un ramen andante.

 

-Eso sería genial.- Giro al moreno y le lamió juguetonamente la oreja.- Sería capaz de devorarte.

 

-Sabes, creo que deberías beberte un vasito de leche e irte para la cama.- Naruto le empujó suavemente y saco dos preciosas piezas de pescado de la nevera.

 

-Dudo que puedas hacer algo con el estómago vació.

 

-Naruto, cuando eso esta llenó, da igual como este el estómago.

 

-Con el paso de los años te has hecho todo un pervertido, teme.- Se burló sacando la sartén y el bote de la harina.- No te emociones, solo será pescado empanado.

 

-Esperó que por lo menos el postre sea más interesante.

 

-Créeme, estoy seguro que te gustará.

 

 

 

Iruka suspiro resignado. El té sabía más amargo de lo normal, o quizás sería el mal sabor que le había dejado la conversación mantenida con Kakashi. Chasqueo la lengua y respiro profundamente. Se sentía demasiado agotado para volver a recordar el tema. Y aunque sabía que la culpa era suya, esa noche no estaba de humor para aceptarla. Cogió el chaleco y salió a pasear, con suerte, la fresca brisa despejaría sus ideas.

 

Desde lo alto de un tejado Kakshi observaba la escena curioso. El castaño había estado deambulando por la habitaciones del apartamento, mientras su mirada estaba fija, durante horas, en el mismo documento. A pesar de todo tenía la certeza de que el profesor no había leído ni una sola palabra; y eso le hizo sonreír.

 

Iruka siempre había resultado un enigma para él. Era incapaz de dejar de mirarlo a hurtadillas desde el día en que le conoció. Al principio creyó que había sido por su facilidad para mostrar sus sentimientos, no fue sino hasta mucho después cuando se percato del hecho. Se había enamorado. Otra vez, pero esta vez no dejaría que fuese demasiado tarde.

 

Una punzada de dolor atravesó su pecho al mismo tiempo que el recuerdo de Obito llegó a su mente. Su amigo se había ido antes de ser capaz de entender la razón de sus constante peleas. Quizás por ello, cuando comenzaron las peleas con Iruka fue más fácil comprender por que se sentía tan nervioso a su lado. Quizás esa también era la razón por la que una parte de él siempre detestaría a Itachi Uchiha. La comadreja había tenido lo que el deseaba y lo había dejado escapar. Había sido un idiota, pero él no lo sería. Como shinobi solo conocía una manera de conseguir sus objetivos, luchar. Y si era necesario lucharía contra Iruka hasta que este fuera suyo. Como una sombra vagabundeo cuidando desde la oscuridad los pasos del moreno.

 

Una gran planta atrapamoscas separo sus hojas y miro con curiosidad las acciones del peliplateado. Sus ordenes habían sido simples, seguirle y mantener informado de cada una de sus acciones a su compañero. Había sido difícil localizarle, pero una vez conseguido no lo perdería de vista. A varios kilómetros de allí una planta vibro y el cuerpo tendido a su lado sonrió complacido. Tobi se levanto con dificultad y dejo que las plantas guiarán sus pasos.

 

Iruka se paro frente a la piedra que conmemoraba a los caídos en batalla. Y paso los dedos sobre el nombre de sus padres. Sentía que la cabeza le iba a estallar. Entre las obras y los jounnin le iban a volver loco. En especial cierto jounnin peli plateado que no había dejado de seguirle durante todo el día. Levanto el rostro y tomo aire. 1,2,3 ... El roce de un chaleco contra las hojas verdes de un árbol cercano. Apenas cinco metros a la derecha. Sería tan fácil girarse y gritarle. Demostrarle que a pesar de ser un simple chunnin podía descubrirle en cualquier parte. Pero eso habría herido su orgullo y ya le había lastimado bastante para una sola semana.

 

Giro el rostro frustrado y dejo escapar un profundo suspiro. Su mano izquierda se alzo, y nervioso jugo con el lóbulo de la oreja. Las relaciones entre ninjas nunca eran fáciles; él lo sabía bien, pero aún así decidió volver a arriesgarse sin darse cuenta de que no estaba preparado para el nuevo juego.

 

Decir que su relación con Itachi le había dejado tocado era quedarse corto. El Uchiha había sido el primero y eso marcaba la diferencia. Tardo mucho tiempo en aceptar que había sido el causante de tanta desgracia, quizás demasiado. Si no le habría costado tanto madurar Sasuke y Naruto no habrían tenido que sufrir tanto. El perfume de Kakashi se desvaneció arrastrado por la brisa y supo que había desaparecido.

 

-Kakashi.- Susurró distraído. Una idea le sacudió la conciencia y con una sonrisa se giro para ir en su busca. Tenían que hablar, ambos se merecían una oportunidad juntos.

No lo vio llegar, ni siquiera lo sintió solo pudo sorprenderse cuando el frío del acero abandono su cuerpo y el calor de la sangre regó la herida. Los nombres de la piedra recibieron el sacrificio adquiriendo un tono rubí. Su mano agarró la tela de nubes rojas y no pudo evitar sonreír.

 

-Lo siento Iruka.- Los ojos opacos de su agresor se tiñeron de color rojizo.- Pero no deberías haberte metido en mi camino.- El cabello azabache de su agresor fue salpicado por la roja sangre.

 

-Madara.- Susurró sintiendo como el dolor le hacía arrodillarse.

 

-Sabes, en realidad eres mucho más resistente de lo que me había imaginado. Esperaba que después de matar a tantos jounnin un simple chunnin sería algo fácil y rápido. Pero tú te has convertido en todo un reto.- Iruka le dedico una mirada de incomprensión mientras se sujetaba la herida, tenía que levantarse, tenía que avisar al resto.

 

-No voy a morir por esta herida Madara, te lo prometo.

 

-Yo diría que si. Para empezar la hoja del kunai estaba empapada en veneno y además la herida es bastante profunda.- Arrojó el kunai a varios metros y se arrodillo para mirar el rostro del castaño.- Empiezas a sudar, dentro de poco el calor será insoportable y comenzaras a delirar. ¿No te importa si me quedo a ver como mueres? ¿O si? Bueno lo voy a hacer de todos modos.

 

Iruka maldijo por dentro, sus ojos ya no podían enfocar con precisión y le costaba demasiado esfuerzo el simple hecho de respirar, salir de esa no iba a ser tan fácil. Si Kakashi no se habría ido tan rápido, quizás … no, era mejor así, sino él también podría haber resultado herido.

 

Kakshi se paró en seco al sentir que un escalofrío recorría su columna vertebral, tenía un mal presentimiento Había notado una presencia que se alejaba tratando de ocultarse y eso nunca era bueno, pero al llegar a aquel claro y verlo completamente vacío supo que había caído en la trampa. La tierra tembló y una planta atrapamoscas salió de ella. Dejo escapar una maldición mientras movía las manos formando sellos.

 

-¿Así que no estas muerto después de todo?- Él chidori se activo en su mano.

 

-Zetsu es naturaleza, no puede morir.- Respondió la parte negra mientras la parte blanca se agitaba nerviosa.- Tienes que irte- Contesto la segunda.

 

-¿A dónde?- Los dos lados discutían entre susurros.

 

-Cállate.- Ordeno la parte oscura.- Pero lo matará. ¿Y a nosotros que más nos da?- Kakshi se sorprendió al ver como las dos partes alzaban la voz.- Eso esta mal, matará a su amigo si no …

 

Una luz ilumino la cabeza de Kakashi que salió corriendo hacía Iruka, dejando a los Zetsus discutiendo entre si.

-Estas seguro de que hemos hecho lo correcto.-Pregunto la parte negra.- Claro, que si. Madara esta acabado. Será más fácil si le matan ellos si no cargamos con heridos viajaremos más rápido.- Sonrieron malignamente mientras se hacían uno con la tierra.

 

Kakashi llegó jadeante y su mente su turbo aún más cuando vio el cuerpo de su amante tendido frente al monumento.

 

-¡Iruka!- Gritó bajando la guardia y acercándose sin pensar hasta él. El pulso era débil, pero estable tenía posibilidades.- No te preocupes Tsunade-sama te curará.

 

-Yo no estaría tan seguro.- La voz de Tobi a su espalda le hizo darse cuenta de su error como shinobi.

 

-¿Qué le has hecho?

 

-Le he matado.- Una respuesta escueta y directa

 

-Bien, entonces te devolveré el favor.- Dijo levantándose la bandana para mostrar su saringan.

 

-En realidad Kakashi- Se apartó el cabello para que su oponente podría ver bien su rostro.- Preferiría que me devolviese mi ojo.


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