Cayó al piso deslizándose por la pared sin poder creer lo que estaba leyendo. Sintió una gran opresión en el pecho y de sus ojos se deslizaron finas lágrimas que dejaron un gran rastro en sus mejillas. En sus manos tenía la carta que contenía la peor de las noticias que pudo haber recibido en su vida. No pudiendo soportar el dolor se levantó rápidamente y salió corriendo de aquel lugar. Su cerebro ya no procesaba ninguna información coherente. Solo sabía que debía correr lo más rápido y lejos que sus piernas le dieran. La lluvia chocaba vilmente contra su pequeño cuerpo pero estaba tan perdido en sus recuerdos que no se inmutó. El dolor que sentía en su interior era mil veces peor y todo por la ambición y el orgullo. Corría y corría chocando con los transeúntes que lo miraban enojados ignorando su sufrimiento. Sus lágrimas no dejaban de caer confundiéndose fácilmente con la lluvia que caía sin cesar. Sus piernas ya empezaban a flaquear, lo que provocó que cayera sobre la hierba. Sin darse cuenta había llegado a un pequeño parque que se encontraba deshabitado a esas horas. Sentía tanta rabia hacia si mismo, su maldito orgullo lo había arruinado todo. La hierba era sacada fuertemente por sus manos mientras gritaba desolado. No aguantándolo más cubrió fuertemente su rostro con sus manos intentando en vano calmarse. Su razón estaba desapareciendo cuando apareció un muchacho pelirrojo con un paraguas que al identificar al chico tirado en la hierba se acerco rápidamente a él cubriéndolo con este.
- ¡Naruto! ¿Qué te ocurrió, hombre?- preguntó preocupado por el estado en que se encontraba su amigo.
- Él… él… él… no…puede…- las palabras salían atropelladamente de su boca, ni si quiera podía articular una frase coherente. El pelirrojo se preocupó aún más y quiso levantarlo. – ¡Suéltame!- Lo empujó con las pocas fuerzas que le quedaban.
- Ah, maldición. ¡Cálmate!- se acercó nuevamente a él para ahora abrazarlo. El otro sumiso se aferró fuertemente a él y susurró.
- Está…muerto.
/Flashback/
Un muchacho rubio subió corriendo la escalera apurado mientras chocaba con otras personas sin importancia. No quería llegar tarde en su primer día de preparatoria, ya había tenido bastante con los retos de su madre en el desayuno y los sermones de “ser el mejor” que le había dado su padre. Vaya que odiaba aquella frasecita. Abrió fuertemente la puerta del salón sin ninguna educación mascullando “perdón por la tardanza”. Luego de ese espectáculo recibió un fuerte reprendimiento de su profesor que, enojado lo mandó a sentarse en el único banco vació. Al llegar a él se dio cuenta de la presencia de cierto azabache que miraba aburrido la ventana. Él con su típica sonrisa saludó amistosamente al chico pero no recibió una respuesta. Indignado le tiró una bolita de papel para que lo tomará en cuenta recibiendo una mirada molesta por parte de él pero que luego nuevamente se desvió a la ventana bufando. Totalmente enrabiado iba a tirar una pelota de papel del porte de una de volleyball pero no llegó a concretar la acción siendo sorprendido por el profesor. “Mi querido Sasuke y su nuevo amiguito, ¿me podrían hacer el favor de salir de esta humilde sala de clases? ¡AHORA!”. Nuevamente enojado, el muchacho rubio intentó protestar pero al ver que su compañero salió tranquilamente lo siguió en silencio.
- Maldito colegio, maldito día, maldito profesor, maldito tú ¿Cómo te atreves a ignorarme, bastardo? – Dijo, o más bien grito el pequeño rubio.
- Pero que chillón eres, dobe – Escupió las palabras.
- Ahhh! ¿A quién llamas dobe, teme con peinado de cacatúa? Me llamo Naruto no dobe – respondió molesto inflando las mejillas.
- En respuesta apareció solo un tic en su ojo derecho enojándose-
Desde ese momento las peleas se hicieron comunes en la sala de clases. No era sorpresa que comenzaran a lanzarse sillas, mesas e incluso personas.
Ese colegio no era más que otro prestigioso de la zona. Aceptaban a cualquiera que pudiera pagar y pocas veces dejaban vacantes para aquellos estudiantes sobresalientes que no podían solventar ese gasto. A esa clase de muchachos se les denominaba “becados” y pocos de ellos se salvaban de las burlas de los “niñitos de papá”. Uno de ellos es Sasuke Uchiha, o el “demonio Uchiha”, temido por muchos gracias a su fuerte carácter y las pequeñas amenazas provenientes de su hermano. Su vida era un total misterio para los demás, no sabían si era un chico normal o era una especie de alienígena. Nadie se acercaba a él por miedo o el que se acercaba era cruelmente tratado lo que terminó por aislarlo del resto. Su única compañía era cuando volvía a su humilde casa con su hermano, Itachi.
Cuando Sasuke tenía 7 años de edad, sus padres murieron en un trágico accidente automovilístico que lo marcó profundamente. Desde ahí su hermano, que no contaba con más de 17 años lo crió solo sin ayuda de nadie trabajando duramente a su corta edad para poder salir adelante con su pequeño hermano. Por este motivo Sasuke terminó aislándose de las personas. Pero él único que pudo llegar a una zona desconocida en el fue el chico rubio hiperactivo cabeza hueca que conoció en su primer día de clases. Su nombre es Naruto quien era todo lo contrario a él. De familia adinerada, con padres controladores y sin sentimientos cuya única salvación era su hermano Deidara, que lo apoyaba en todo.
Todo el primer año de preparatoria se la pasaron peleando por cualquier estupidez, desde la ropa que usaban hasta el clavo que veían. Luego de muchas peleas comenzaron a “soportarse” para luego convertirse en amigos culminando en los mejores amigos. Pero a pesar de su gran amistad continuaban aquellas peleas que se transformaron en rutina.