Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rapto en la época vikinga. por nezalxuchitl

[Reviews - 23]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Una pequeña aclaración: Juha y Miko son tío y sobrino (Jarmo es el hermano de Juha y padre de Miko) pero la gente del harén cree que son hermanos por lo parecidos y unidos que son y ellos los dejan en esta creencia porque es mas facil que andar explicando "somos tio y sobrino" (creanme, yo soy tia-hermana de una chica casi tan guapa como yo ;)

El día del cumpleaños del sultán llegó. Desde antes del amanecer el serrallo y el palacio bullían de actividad. Sibel se dedicó enteramente a él. Escoltó a los vírgenes que bailarían para el amo de la Sublime Puerta al palacio para que ensayaran una última vez en la estancia donde se realizaría la fiesta. Si a Juha el serrallo le había parecido enorme y lujoso las habitaciones que visito (las del sultán) se lo parecieron aun más.

De regreso sólo le permitió comer un poco y luego le dio un largo baño perfumado, embelleciéndolo después con todo su arte, y entre pintura y pintura lo abrazaba tiernamente y lo aconsejaba. Juha era algo lento de entendederas, así que tardó en comprender que tanto consejo y tanto apapacho eran porque Sibel estaba convencida de que esa noche iba a perder su virginidad con el sultán.

-No – abrazó a su niñera – No quiero.

-¡Ay, amor del mundo entero! – lo abrazó a su vez Sibel – No es la gran cosa…

-¡Claro que si! – protestó Juha – ¡En mi país no se acostumbra que a uno lo posean antes de la boda!

-¡En todo el mundo dulzura! Pero, no serás tan ambicioso de querer convertirte en esposo de nuestro sultán, ¿verdad? Eso es meterse en intrigas y peleas para las que tú no estás hecho. – le acarició la cabeza – Y si así lo quisieras deberías empezar por ganarte su favor dándole placer. – concluyó regresando al inicio.

Juha negaba con la cabeza.

-No quiero sultanes, quiero a mi Marco. Sibel, ayúdame a escapar… - Sibel negó mientras lo miraba con pena – Que Siraj tome el papel principal, es lo que más quiere, que yazca él con el sultán…

-Mi pobrecito niño… - Sibel lo abrazó contra su voluminoso pecho – olvida ya ese amor… – Juha se sintió indignado – No lo volverás a ver… -Juha se sintió aterrado -nunca saldrás de aquí… ¿Qué te falta aquí? – trató de animarlo Sibel – Te encantan los pasteles de dátiles y los higos escarchados. Tienes ropas rojas como tu cabello y velos orlados de perlas y monedas de oro que realzan tu belleza. Solo te poseerá un varón, que es el Escudo del Mundo, y tú con discreción podrás poseer a las muchachas y a los donceles que te gusten. ¿Eh? ¿Verdad que está muy bien?

¡Y un cuerno!, pensó Juha. De no amar a Marco ese discurso quizá le habría convencido. Seguro que Miko estaba convencido y no tenía ganas de irse. Pero tenían que irse. No solo por Marco, también por la libertad: ahí era esclavo, y eso no iba con su temperamento. Los hijos del Norte eran libres como los renos en los bosques. Quería estar solo en el sauna, nadar en las aguas de los lagos en los días sin noche de su patria. Quería ver de nuevo a Jarmo, a Ville, a sus hermanas y sobre todo al rubio y barbudo prometido de su sobrino.

Ocultó el rostro en las manos. ¡Cómo había sido tan tonto de no darse cuenta de para que lo ponían a bailarle al sultán! Sibel era buena pero era enemiga. Le dolía tener que engañarla.

-Está bien. – le dijo tratando de parecer resignado – Ajústame mis velos. Pero el próximo viernes tendrás que traerme muchos higos y muchas pulseras del bazar.

-¡Gacelita mía! – lo besó –El sultán mismo va a cubrirte de joyas y a bañarte en miel luego de que bailes para él.

 

***

 

Un balde de agua helada despertó a Marco de su borrachera.

-Vittu perkele! – exclamó, mirando al culpable - ¿En serio Jarmo, agua?

-Pues no dejaron ni una gota de cerveza.

Los quienes se hallaban esparcidos por la cabaña: eran el famoso clan de Korpiklaani: alma de las fiestas, terror de los taberneros, exterminadores de cualquier fermento.

-De todos modos, eso no se le da a un amigo.

Su amigo le dio su casco vikingo.

-Póntelo: nos vamos a rescatar a Juha y a Miko.

-¿Qué les pasó? – preguntó, pensando que por lo que recordaba de ellos bien podían haberse perdido en el bosque por andar tonteando.

-Unos suecos se los robaron…

-¿¡Vamos a ir a Suecia?! – preguntó fastidiado.

-¡Ya fui! – rugió Jarmo.

En efecto, había ido. Había perseguido a los Gustafsson hasta Malmö, puerto fronterizo con Dinamarca. Eran unos inútiles que solo se metían con donceles y mujeres, empezando por el tipo de la cicatriz en la cara que salió a recibirlo temblando como una hoja. Uno de aspecto feroz y otro todo tatuado lo atacaron al unísono pero los eliminó chocándoles las cabezas. Uno a uno fueron quedando a su paso como muñecos de trapo.

Cuando llegó con el jefe este le ofreció al que había raptado a su hijo y hermano. Mientras lo golpeaba un tipo le explicaba que había sido un terrible malentendido. Lo golpeó también. Se informó de la suerte que Juha y Miko habían corrido y antes de prenderle fuego a la nave les advirtió que si sus amados hermano e hijo habían sido violados regresaría a violar a sus hijos y hermanos.

Le dio a cargar a Ville el cráneo en el que había jurado brindar cuando los rescatara y partió en busca de Marco: era un buen compañero de aventura y tenía derecho de vengarse como prometido de Miko.

Le siguió la pista por cuanta fiesta o pelea de renombre hubiera a lo largo de toda Finlandia, para al llegar, solo encontrarse con los destrozos y gente que lo recordaba claramente por su barba peinada en dos trencitas y lo bien que cantaba.

-Unos suecos se los robaron – repitió Jarmo – y los vendieron a una caravana de mercaderes con destino a Arabia.

-¿¡¡Vamos a ir a Arabia?!! – preguntó Marco bien jodido.

-Sí. – Jarmo no aceptaba negativas a sus propuestas – Apúrate, que ya perdimos mucho tiempo buscándote.

Marco busco con la mirada el motivo del plural y descubrió a un pequeño vikingo completamente equipado, no más alto (ni voluminoso) que la pierna de Jarmo.

-Awww, ¿quién es él? – le gustaban mucho los niños.

-Ville.

-¡La última vez que lo vi estaba en pañales! Como pasa el tiempo… - añadió reflexivo.

-Más de lo que te imaginas. Miko ya está en edad de merecer, y como es tu prometido lo apropiado es que tú vayas a rescatarlo. Yo voy por Juha.

A Marco le dolió más ese recordatorio de su próximo estado civil que el balde de agua helada. Detestaba el matrimonio porque se figuraba que era el final de la libertad y la diversión vikingas, con una esposa desaliñada que te prohibía ir a saquear monasterios galeses porque había que curtir cuero para calzar a los niños y cosas así.

-¿Estás seguro? – Marco se hizo el remolón.

-Si, en caso de rapto el prometido tiene prioridad sobre el padre para ejecutar la venganza.

-No, me refiero a lo de que ya este de merecer. Debe de tener… - hizo un esfuerzo para recordar… la última vez que lo había visto jugaba con muñecas.

-Quince años. Pero ya es todo un doncel. Bien desarrollado. – el hombretón se sonrojó: hablar de lo buenas que estaban las nenas de su familia siempre era embarazoso.

-Oh… ¡oh! – a Marco se iluminó el semblante con una idea que acababa de ocurrírsele – Si es tan hermoso como dices, seguramente lo han destinado para…

-¡No lo digas! – tronó Jarmo – Eso es algo malo y a mi hijo no puede pasarle nada malo. ¡Y a mi hermanito menos!

-Pero hombre, es lo lógico. ¿Para qué nos robamos nosotros a los donceles bonitos?

Jarmo le dio un golpe. Cariñoso, por eso no le volaron los dientes.

-Ya te dije que a Juha y a Miko no puede pasarles eso.

-Si tú lo dices… - se sobaba – Pero Jarmo, si Miko ha sido desvirgado el compromiso se deshace, es la ley… Nadie puede obligarme a casarme con un doncel que ya ha sido de otro.

Jarmo lo miró horrible, pero no dijo nada. Era cierto. Tanto lo de la ley como lo otro. Sin embargo, estaba convencido de que tanto Juha como Miko estaban bien. Tenían que estarlo.

-Así es – dijo – pero como no podemos saberlo hasta que los rescatemos, vamos por ellos.

Ville chocó su espadita con su escudito para infundir ímpetu guerrero.

-Vamos… tan a gusto que la estaba pasando cantando y peleando en las fiestas… Iba a cantar en la fiesta del viejo Nygard. O a pelear. – no lo recordaba.

-Pues a donde vamos, vamos a pelear mucho. Y puedes cantar cuanto te plazca por el camino. Tomaremos la ruta de los mercaderes.

-Vamos… ¿el niño también va?

-Claro, ya sabe cuidarse solo.

Ville asintió.

***

 

El sultán era bien parecido. Su piel era morena, sin manchas. Sus ojos, grandes y negros. Su nariz, recta y su boca grande, de labios sensuales como los de la mayoría de la gente del país que había visto. Eran unos labios que cuando te besaban parecía que iban a comerte. Y comérselo quería el sultán a juzgar por el modo en que se lamió los labios mientras lo miraba de pies a cabeza.

Sibel lo había dejado espléndido: opacaba a Siraj. Opacaba a las joyas del turbante del sultán.

Al lado del sultán, comiéndoselo también con la mirada, estaba el varón que lo había designado bailarín solista, el culpable de que lo que pasaba, pasara. Había otros pocos varones invitados, servidos por efebos y odaliscas.

La música empezó y por primera vez Juha no la disfrutó. Bailó mal, adrede, pero el sultán menos que nadie pareció notarlo. El otro varón, que se le parecía un poco, le susurraba cosas al oído y el sultán asentía deleitado.

El visir le informaba que esa joya era suya y él se lamentaba de no haberla visto antes. Su piel era increíblemente blanca y su cabello rojo como la sangre, su largo y hermoso cabello. Nunca había visto uno tan rojo. Los labios eran delgados y la nariz tenía una pequeña imperfección en su curva, pero el conjunto con los ojos grises y los pómulos altos era de una belleza arrebatadora. Era esbelto como un junco y así de flexible. Sus pies y manos se movían con gracia, su cadera y su cabeza, con sensualidad.

Ordenó al visir que diera por terminada la fiesta en cuanto concluyera el baile. Su pasión estaba encendida y no podía esperar para apagarla en la fuente que la había provocado. Temblaba ante su mirada mientras los invitados y los bailarines se retiraban, dejándolos solos. Lo invitó a recostarse a su lado pero no acudió. Se levantó y fue a él.

-Eres hermoso como la luna llena sobre el desierto. – susurró en su oído – El amo del mundo se rinde ante tu belleza.

Se irguió para observarlo. Tenía la mirada baja y los labios apretados, encantador. Rozó su brazo con los dedos y él tembló. No pudo contenerse más y lo cogió entre sus brazos, apoderándose de su boca.

Para su sorpresa la beldad se opuso. No se fundía con el sino que hacía por alejarlo. Perplejo, dejó de besarlo para preguntarle qué pasaba y el muchacho se retorció en sus brazos como un pez mientras le decía en un árabe bastante malo algo como que no porque tenía un marido.

Intentó callarlo con otro beso pero el muchacho se rebatió aun más y empezó a llorar. No le gustaba que lloraran: se jactaba de no haber poseído jamás a ningún doncel ni mujer por la fuerza. Tenían que llegar a él deseosos, anhelantes de que el varón más poderoso del mundo satisficiera sus ardores, encendidos y nunca apagados por los jugueteos entre ellos. Para eso tenía el harén más grande y licencioso del mundo. ¿No se suponía que ahí los educaban? ¿Qué los compraban vírgenes? ¿Qué era eso del marido? Llamó al visir y le exigió explicaciones.

-¿Por qué esta hermosa perla llora y se rehúsa, querido hijo de mi tío?

El visir sintió que se le caían los calzones. Desde la época de su difunto abuelo en común con el Escudo del Mundo que no ocurría una escena de esas en el harén. Era realmente desagradable, ¡y en el día del cumpleaños del sultán!

-Pudor virginal, amo del mundo. – respondió con un hilo de voz.

-Raro, porque este virgen está casado.

El color y las fuerzas abandonaron al visir. Se apoyó en la columna dorada.

-¿Cómo es tal, dueño y señor?

-Habla. – indicó el sultán a Juha.

Este se puso a repetir su cantinela para horror del visir. ¡El efebo ni siquiera hablaba bien el idioma! Debía de ser recién comprado, sin educar. ¡Y casado! Era como ofrecer una babucha de segundo uso al sultán. ¡Y en el día de su cumpleaños!

-¡Calla ya! – ordenó a Juha - ¡Habla! ¿Quién te compró? – ante todo, había que demostrar que no era su culpa. Que él había sido engañado.

-Sibel. – respondió, temiendo perjudicarla.

-¡Traed a Sibel! – gritó el visir – Dueño y señor, permite que tu esclavo esclarezca este malentendido. Seguramente este no es el efebo del que os hablé sino algún otro.

Fastidiado el sultán se recostó. A poco llegó resoplando la vieja favorita de su padre. El visir la acusó de inmediato.

-¡¿Porque has comprado un esclavo casado, mala mujer!?

-¡Mas casada estoy yo! – se defendió viendo a Juha – Este joven es virgen como el aceite de oliva. – aseguró.

-¡Dijo a nuestro sultán que estaba casado! – gritó el visir.

-¡Miente como el infiel que era! – gritó Sibel.

-¡No lo has educado entonces! ¡Es tosco como una cabra!

-¡Es dócil como un cervatillo! ¡Por diez meses lo he educado como si fuera mi hijo! Yo te dije que no estaba preparado pero tú insististe en darlo ya a nuestro sultán para quedar bien con él.

-¡Mientes lengua de víbora! ¡Nunca me advertiste nada!

-Dueño mío – se dirigió llorosa y arrodillada Sibel al sultán – Este perro ha arruinado la flor que mejor os preparaba. Este joven es bello como un rubí, pero está medio loco como todos los hombres del helado norte. Yo curaba su locura con la paciencia de una madre, de un jardinero, pero este mal visir que tenéis lo ha tratado con brusquedad.

-¡No, es esta bruja… - contraatacó el visir. Cayó al ver la mano del sultán elevarse.

-Basta ya – dijo – no hay culpables. Deseaba gozar a esta beldad, pero si no es posible gozaré a otra.

-¡Sabio eres mi señor! ¡Magnánimo! – dijo Sibel, que se sentía no menos salvada que el visir – Este joven tiene un hermano menor, casi tan bello como él y mas cuerdo.

-¿Estás segura? – preguntó el sultán.

-Como de que Mahoma es el profeta – respondió – Es un niño sensato y prudente…

-No – la interrumpió el sultán – de que es tan hermoso como él.

-Casi – repitió muy claro Sibel – El Escudo del Mundo mismo lo juzgara, ¡traed a Miko!

-¿Miko? – preguntó el sultán.

-Por este nombre infiel le llamaba su hermano, y no es difícil de pronunciar. – dijo Sibel.

-¿Cómo se llama él?

-Juha.

-Juha. – repitió el sultán mirándolo.

Él lo veía a su vez, ahí donde el sultán lo había dejado. No había ventanas por donde escapar y la única puerta estaba custodiada por guerreros. Miko llegó con cara de sueño, cubierto tan solo por una túnica corta que se trasparentaba. Juha corrió a abrazarlo.

El sultán sonrió, complacido. Era cierto que era casi tan hermoso como el otro, y más joven. Tenía el pelo rojo como el otro, aunque menos largo. El rostro era menos delicado, aunque muy lindo, y con un parecido notable a su hermano mayor. Y juntos se veían más hermosos: era como si la belleza de uno resaltara la del otro.

-¿Queréis gozarlo a él? – preguntó Sibel.

El sultán se relamió. ¡Claro que quería, pero… gozar de los dos hermanos a la vez sería mucho mejor. Casi parecían gemelos. Se acercó a ellos. El pequeño se mantenía quieto, respetuoso, pero el mayor se volvió a tensar.

-No. – volvió a decirle, abrazando fuerte a su hermanito.

-¿Están seguros de que son vírgenes los dos? – preguntó a sus siervos mientras inspeccionaba sus propiedades. Ambos lo juraron por el alma del profeta – Eduquen al mayor, bien, esta vez. Y cuando esté listo tráiganmelos a los dos: si Ala nos envió estas raras joyas en par es para que así las gocemos.

Sorpresivamente cogió de la nuca a Miko y lo besó. Pasada la sorpresa esta beldad si se fundió con él. Se despidió lamiéndole los labios.

-Tráiganmelos pronto. – dijo aun mirándolos – Quiero verlos jugar entre ellos antes de hacerlos míos.

-Oímos y obedecemos – aseguraron sus sirvientes.

-Tráiganme ahora a Mahmut el hermoso, amor del mundo entero. – solicitó el sultán.

 

 

Continuará...

 

Notas finales:

Hell-a!

¿¡Que sucederá ahora?! ¿¡Seran obligados Miko y Juha, sobre todo Juha, a tener homoyuri incestuoso delante del sultan?! ¡Que depravadas fantasias las de este politico! (*¬*)

Link a un video de Marco cuando era joven (Marco canta, lo acompaña su hermano):

https://www.youtube.com/watch?v=KbozBYLZctw

Lamento la tardanza de: 1día pero se me olvido por estar haciendo otras cosas, que no digo porque, como dijo la gran Perla Shumajer, no es bonito decir eso ;)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).