Suspiré cansado, hace algún rato ya estaba tirado boca arriba sobre la cama intentando formar figuras en el techo, no tenía ganas de salir y era obvio que no estudiaría, la televisión estaba apagada y dudaba que en estos momentos haya algo interesante en ella, podría practicar un poco con el bajo pero… ahora mismo estoy tan cansado, le echaré la culpa al día tan oscuro ¡y la humedad! Si, la humedad tenía mucho que ver, odio los días lluviosos en que no podré sacar la motocicleta cuando la tenga. Perdido en mis pensamientos reaccioné cuando un peso extra me hizo rebotar.
-¿Qué figura lograste formar?-
Giro un poco la cabeza logrando notar que observaba el mismo lugar que yo veía hace unos instantes.
-Un perico australiano.-
Su risa se deja escuchar en toda la habitación, odio su manera de reír, es tan contagiosa que en unos instantes ya estoy riendo con él sin ningún motivo, es de las pocas personas que logra hacerme reír.
-Me quedaré a cenar.-
-¿Mi madre ya llegó?-
-Y quién más me abrió la puerta, idiota.-
Y ahora su sonrisa, como siempre mi mirada se desvía hacia el hoyuelo formado en su mejilla izquierda, unos instantes después mi mano se pasea por ella para luego hundir mi dedo ahí, suspiro de nuevo… Quiero un hoyuelo también.
-Ue-chan, ¿de nuevo triste? Si sigues así me empezaré a preocupar.-
Su sonrisa no desaparece, cuanto la odio.
-¿No te cansas?-
-¿De qué?-
-De estar feliz, me empiezas a preocupar.-
Su risa de nuevo se deja escuchar, y aquí estoy, riendo de nuevo con él, se nos ha hecho una costumbre.
Cuando el silencio reina nuevamente él sigue observando el techo, lo observo fruncir el cejo de esa manera tan extraña que tiene.
-¿Ya encontraste el perico?-
Me acerco hacia él mientras señalo el lugar de mi descubrimiento.
-¿Qué?-
Sale de su ensoñación, a veces olvido que es incluso más despistado que yo, niego y regreso a mi posición original mientras veo a ese perico bailar, tal vez debería llamarlo Kenji.
-Tengo un secreto.-
Su voz corta el ambiente y lo observo extrañado mientras espero que continúe su monólogo, su mirada sigue fija en el techo.
-Tengo un secreto para estar feliz siempre.-
-Lo sabía… Yutaka, las drogas son malas.-
El golpe que lanzó sobre mi hombro es tan doloroso como siempre, tiene mucha fuerza.
-Es en serio.-
Me quedo en silencio y nuestras miradas se cruzan, estoy tenso, siento como si me fuera a decir la clave de la tarjeta de crédito de mi madre, eso si me haría feliz.
Sonríe y otra vez ese hoyuelo aparece, lo quiero tocar pero reprimo mi deseo, dijo que era en serio y debe serlo, aunque sigue sin hacer nada, ¿se habrá distraído de nuevo?, suele hacerlo muy seguido, me pregunto en qué pensara, cosas de cocina o tal vez en la escuela, aunque la odie tanto como yo. También puede que en ese cover de Luna Sea en el que está trabajando hace un tiempo, lo tiene obsesionado, por lo que dijo cambiará algunas partes para darle “su estilo”… Es una buena manera de decir que no puede tocar como Shinya, él es tan genial, en un futuro formaremos una banda, definitivamente seré como J.
Un contacto suave sobre mis labios me distrae, cuando regreso a la realidad él está frente a mí, sonriendo.
-¿Qué fue eso?-
-Mi secreto.-
Lo miro sin entender y él ríe, siento calor, ¿será que dejó de llover?.
-¿Te hizo feliz?-
Mi rostro desencajado no le afecta, espera una respuesta.
-No entiendo.-
Suspira y mira al techo, frunce el cejo y hace una mueca, no pierdo de vista sus labios.
-Un beso, siempre he creído que recibir uno te hace feliz, por lo menos uno de alguien que lo esté, es como si te contagiara, algo así como la gripe.-
Sus manos se mueven a la par de su explicación, yo sigo sin entender pero algo me molesta, hay una incómoda sensación en mi pecho.
-No entiendo.-
Se revuelve el cabello frustrado, mira hacia la ventana y luego a mí.
-Es como si te pasara mi optimismo por uno, ¿qué es lo que no entiendes?-
Me molesto más, eso si lo entendí, mis puños se forman y él sigue sonriendo como idiota.
-Tú estás sonriendo todo el tiempo ¿Con quién demonios te andas besando?-
Su expresión cambia a una sorprendida y luego sus carcajadas resuenan, sigue tan contento, me lo imagino junto a alguien bajo esa lluvia que odio tanto, besándose, la rabia me domina y lo agarro por la solapa de la camisa de colegio que aún lleva, atrayéndolo hacia mí con fuerza.
Se calma un poco manteniendo aún su sonrisa, me acaricia la mano suavemente haciendo que como siempre mis músculos se relajen, aún espero su respuesta.
-Mi madre.-
La palabra incesto viene a mi mente y me confundo aún más. Lo nota y reprime una risa.
-Todos los días me despide con un beso en la mejilla, ¿recuerdas?-
La imagen de la amable mujer viene a mi mente, es cierto, aún conmigo tiene esa costumbre.
-Y por qué me besaste en… en… así.-
Otra vez calor, que extraño el clima de hoy.
-Para casos extremos, medidas extremas.-
-Idiota.-
Ahora es mi turno de golpearlo en la cabeza aunque no tan fuerte como él, jamás podría dañarlo. Una idea cruza mi mente y me enojo de nuevo.
-¿A cuántos andas besando para que “sean felices”?-
Mi pregunta lo toma por sorpresa, se sonroja rápidamente, siempre me encantó ese color cálido en sus mejillas, aunque ahora obstruye mi vista con su flequillo, parece haber algo muy interesante en mis sábanas, no despega la mirada de ellas.
-Tú… este…-
Duda, su voz se entrecorta, ahora quiero golpear a todo aquel que vea está contento.
-Eres el primero con él que lo intento, ¿Funcionó?-
Habla tan rápido que casi no lo puedo entender, aún así sonrío, levanta la mirada y me observa fijamente. Es mi turno de despeinarlo.
No es como si algo tan corto diera resultados.-
Hace un puchero, algo extraño en él, aún así me gusta.
-Pensé que era cierto, mi madre siempre me lo dijo.-
Lo veo suspirar y levantarse de la cama, mi brazo reacciona solo y lo atrapo, jalándolo hacia mí de un solo tirón.
-No me refiero a eso, si haces hazlo bien.-
Se queda un momento pensando, ¿entendió lo que quise decirle?, yo no, pero aún así sonríe y de nuevo ataca mis labios, esta vez soy consciente de eso, cierro los ojos y mi mano se pasea por su mejilla, puedo sentir ese hoyuelo, sé que está sonriendo y eso me hace sonreír también. El beso termina tan suave como inició.
-Funciona.-
Afirmo totalmente convencido, aún si afuera sigue lloviendo no me importa, ahora que lo pienso podría manejar bajo ella en mi motocicleta si Uke me acompaña abrazándome desde atrás.
-También podría sujetar el paraguas.-
Me mira extrañado y me doy cuenta que me perdí en mi mundo otra vez, niego y lo vuelvo a besar, no podría cansarme jamás, nos acostamos sobre la cama luego de separarnos, ambos sonreímos mirando al techo, su voz corta el silencio y se acerca a mí señalando el techo.
-Creo que ya puedo ver ese perico.-