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50 sombras de Gay por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Tambien es mi primera veeez
Pondré el concierto de Alan Juez
Para relajarnos juntos
También es mi primera veeez
Siente como tiemblo ya vez
tuve sexo (folle... duro) mil veces
Pero nunca hice el amooor!

Christian Gay, haciendo cover con su voz de caramelo con pelo de la cancion Tambien es mi primera vez de Ricardo Arjona. (gritos orgasmicos de las señoras cuarentonas cutres)

Capitulo escrito por NezalXuchitl, o sease, la dueña de esta cuenta.

 

Advertencia: lemon cutre, creepy y malo en este capítulo.

Capitulo 3 by Nezal

Christian recorre su estudio de un lado a otro pasándose las manos por el pelo. Las dos manos… lo que quiere decir que está doblemente enfadado. Como siga así se va a arrancar el peluquín.

Se ha puesto como anergumeno cuando le he dicho que soy virgen más virgen que el aceite de oliva extra virgen. Esta es la parte donde él y yo, yo y el, pretendemos que estamos avergonzados, el por desflorar a alguien, yo por ser virgen a mis veintitantos, como si no fuera obvio que esta situación es un cliché mal trabajado:  él es un enfermo al que le flipa la fantasía de acabar con la inocencia de alguien porque un puto putero cocainómano acabo con la suya y casi lo volvió puto, y como si yo no estuviera orgulloso de conservar mi virtud y pureza para la noche de bodas con mi verdadero amor, como cualquier protagonista de novelita rosa de los noventas.

Pero como la honestidad, la comunicación y todas esas cosas que se supone tiene una pareja saludable es algo que nosotros no practicamos me dispongo a hacer sexo de fantasía con mi novio de fantasía en mi departamento de fantasía. (no, no hay nada original aquí)

El señor Gay hace honor a su descendencia inglesa y se pone su gorrito de Sherlock Holmes para interrogarme:

—No entiendo por qué no me lo has dicho —me riñe.

-No me lo habías preguntado . – anoten esto en su diario, es la respuesta más lógica que me verán dar.

-Sabía que no tenías mucha experiencia, pero… ¡virgen! —Lo dice como si fuera un insulto—. Mierda, Ano, acabo de mostrarte…(juro que este acabo en vez de acaba es una fe de erratas directa del libro)

Frunzo el ceño. Frunzo el culo. ¡Mierda! Lo siento bien limpio, sabía que no debía limpiarme con esa maravilla tecnológica llamada el papel higiénico, marca Regio, el pachoncito que todos quieren. ¡Mierda! El señor Gay quiere mierda en mi ano y que se la muestre, pero no tengo. Mi única esperanza es tirarme un pedo poderoso, para quedar medio presentable…

-Que Dios me perdone. – (Dios tal vez pero yo no) ¿Te han besado alguna vez, sin contarme a mí?

—Pues claro —le contestó intentando parecer ofendido. La verdad es que estoy tratando de tirarme el pedo.

—¿Y no has perdido la cabeza por ningún chico guapo?

(¿Qué cabeza, Gay? Esa bola sobre los hombros de Anastasio es decorativa.)

-No, por puros feos. – respondo.

-De verdad que no lo entiendo. – vuelve a pasarse la mano por el pelo y se desacomoda el peluquín - Tienes veintiún años, casi veintidós. Eres guapo.

Guapo. Guapo. Guapo. Tres veces como en la canción de Los Churumbeles de España. Me ruborizo de alegría. Entrelazo los dedos y los miro fijamente intentando disimular mi estúpida sonrisa. Si mi Pikachú interior tuviera instintos suicidas le aflorarían ahora. Pero no, quien sale a escena es mi subconcienta, si, en femenino, porque además de ser políticamente correcto, como soy gay, pudiera ser que una parte de mi se sintiera toda una diosa, así que le pregunte como se sentía, si él o ella, para referirme a ella o el en consecuencia consecutiva.

-¿Y porque no has follado? – insiste Gay. Frunce el ceño por primera vez, y quizá también el culo.

Permanezco con cara de subnormal mientras tengo los siguientes profundos pensamientos románticos:

Nadie me ha hecho sentir así, solo tú. Y resulta que tú eres una especie de monstruo. Antonio Christian Anglés Gay del lago Ness, alias “pie grande” (alusión a la relación proporcional de pie/polla). Jiji.

En una escena cursi de lo mas amelcochadamente vomitiva el finge que sería capaz de dejarme ir sin partirme el orto, y yo hago como que me lo creo. Mi dulce talibán secuestrador psicópata de caramelo cubierto de pelo.

Ya han pasado casi una cuarta parte de este libro erótico y apenas vamos a hacer la primer guarrada. Mi lengua acaricia la palabra ESTAFA. Me ruborizo. Se me seca lengua. Se me seca el culo. Se me eriza el vello. Me sonrojo. Pongo los ojos en blanco.  Trago saliva. Lo que no trago es que este sea un libro erótico.

Ha llegado el momento en que Christian cortara mi flor. Por fin me va a poner a morder la almohada. Finalmente el amor de mi vida me estrenará el anís. Me taladrará el hoyo. Me dejará como bebedero de patos. Me desfruncirá el culo.

-Dulce niño mío… me tienes fascinado. Quiero hacerte el amor, sin flores ni corazones, pero si con azúcar y muchos colores (en esta versión de perdida los del arcoíris LGTB).

-¿No que tu solo follabas… duro? – me siento estafado.

-Cof,cof… puedo combinar las dos cosas.

Accedo porque es guapo hasta perder el sentido. UAU. Cada vez que lo miro se me para… el corazón. Me coge… de la mano y me conduce a través de las 550 habitaciones de su megamansion de megatriunfador megamillonetas. Se me seca la boca en el trayecto, y no es para menos: la primera ventana tenia vista panorámica de la torre de Seattle y la de su habitación, elegantísima y gris, la tiene pero de la frontera canadiense.

-Comenzaré tu entrenamiento esta noche, nene. ¿Prefieres el método de Pavlov o el de Parelli?

-Prefiero el de Ash Ketchup – mi pikachù interior me lo sugiere.

Sus ojos grises son audaces y brillantes. Algo en mi interior, no sé si mi subconcienta o mi pokemon me susurra que a Gay le gustan los niños. Tal vez sean esos cuadros de Pinocho y Peter Pan, ese poster autografiado de Michael Jackson o esa biografía dedicada de Marcial Maciel.

Estoy temblando como una hoja. Respiro entrecortadamente. Mi neumonía, ¿recuerdan? Se quita el Rolex y lo lanza sobre la colcha gris. Se quita la americana de El corte inglés, los vaqueros de Levi’s y la camisa de Banana republic. Se quita las Converse y se inclina para quitarse también los calcetines de Adidas. Los pies de Christian Grey… UAU… ¿Qué tendrán los pies descalzos? Sospecho que no calzado. Su uña del dedo gordo parece una babucha enroscada hacia arriba. Largos y rizados pelos salen de las falanges de sus dedos. Su ojo de pescado es brillante y verde, como el de Cato, cuando no está enfermo, claro. Sus juanetes son todos unos dones juanes.

-¿Qué esperas que no te encueras? – me grita.

Los músculos de mi parte más profunda y oscura se tensan con infinito placer.  Acertaron, los del culo. Me agarra del cabello, lo despeina, lo revuelve y jadea cuando mi melena queda como si me hubiera explotado el boiler en plena cara.

-Así… me gustas… más. Así… te ves más… juvenil.

¿Había mencionado que estoy vestido con un traje de marinerito de pantalones cortos, con gorrito a juego, zapatos bubble gummers y calcetines largos? Pues si fashionistas del mundo, tal es mi look para seducir… pederastas. Completo mi look con una paleta de caramelo redondo XXL y un yoyo colgando como al descuido de mi bolsillo. Mueranse de envidia Chabelo, el Chavo del 8 y cuanto adulto disfrazado de niño haya.

Se sienta en la orilla de la cama, me acomoda sobre sus piernas como si fuera un niño pequeño y el fuera a darme una zurra… mi pikachu interior comienza a lanzar descargas eléctricas desde sus cachetes. Me masajea el trasero. Se detiene y, sin apartar los ojos de mí ni un segundo, se lame los labios. Se inclina hacia delante y hunde el rostro entre mis nalgas.

—Hueles muy bien —murmura. (y eso que no se puso su fragancia pirata Fraiché)

Cierra los ojos, con expresión de puro placer, y siento como una sacudida: es el pedo que me quería tirar desde principios de capitulo. Mi pikachu interior ha lanzado su impactrueno.

Me agarra el pie por el talón y me recorre el empeine con la uña del pulgar, desafiando milenios de evolución humana que dictan que sea el dedo índice el que se use para explorar superficies nuevas. Gimo. Sin apartar los ojos de mí, vuelve a recorrerme el empeine, esta vez con la lengua, y después con los dientes. Mierda. Creo que si salió un poco de mierda con el pedo. De mierda santa. Al Pikachú debió ayudarle un pokemon lodo. Hurga con sus largas uñas de las manos entre los dedos de mis pies, arrancando las costritas de mugre. Se las lleva a la boca y chupa con expresión lasciva.

-Sabes muy bien – murmura – tu mugre es como la versión indie de Toxic de Britney Spears.

¡Vaya manera de hablar! Es todo un seductor. Me corta la respiración. Por favor agreguen todos Toxic de Brenda Esparza a sus ipods, subrayen la frase en el ipad y formen una banda de rock indie para hacer el cover.

Me da la vuelta, levanta mi ombligera a rayas azules y blancas y pegando su boca a mi barriga hace ruido de pedorreta, jugando con mi barriguita como se juega con la barriguita de un bebé.

-Mi dulce niño. – repite.

-Agugu-tata. – respondo, tan empalmado que le pico el pecho.

Sigue besándome la barriga y me introduce la lengua en el ombligo y sale llena de pelusas. (cita TEXTUAL)

-Muéstrame como te das placer, bebé.

 Frunzo el ceño.

—No seas tímido, Ano. Muéstramelo — susurra babeante.

Giro la cabeza. 360º grados. Chúpate esa, Linda Blair.

—No entiendo lo que quieres decir.

Literalmente no lo entiendo. Mi procesador lentium I funciona con sistema MS-DOS.

-¡Venga! Deja de hacerte pendejo – me grita. Su voz es como un caramelo de mantequilla, más aun, como una cerveza de mantequilla. - ¿Te paso un vibrador de los que vendes en tu tienda? ¿Un plátano, una sonaja?

-¿Agugu-tata?

-¿Cómo te corres solo? ¡Quiero verlo! – exige y pone los ojos en blanco.

-¿Correr? Tío, es hasta dentro de muchos capítulos donde salgo a correr por primera vez en mi vida, para que tú puedas chuparme más mugrita de las patas.

Antonio Palomino Honostaseo Shumajer Christian Gay pone los ojos en blanco.

-¿Has visto The Wanking dead? (los muertos chaqueteros)

-Si, por supuesto. Es mi serie televisiva predilecta, la miro todos los días a las 9 en compañía de Catalino Caravaca.

-¿Has visto lo que hacen los zombis?

-¿Comer cerebros?

-Aparte.

-¿Salir de sus tumbas?

-¿Has visto como se jalan la polla?

-Sí.

-¿Lo has hecho?

-¡Por supuesto que no! – exclamo indignado – Podría arrancármela como el zombi que quería comerse a Rick. Además, no es propio de un señorito decente bajo el reinado de su majestad Victoria I el tocarse a si mismo pecaminosamente en busca de placer. La Biblia castiga severamente el pecado del Onanismo. “No derramaras tu semilla sobre la tierra”, Gen., 38:9-38:10. – termino con tono de pastor puritano.

-Sí, bueno, esto no es exactamente tierra sino losetas de Interceramic. Dejemos en paz la paja… en el ojo ajeno… mi dulce… nene. – ríe suavemente. Su risa es como un vestido de muselina. - ¿Alguna vez has experimentado un orgasmo… pezonil?

Frunzo el ceño y pongo los ojos en blanco: tendría que ser mujer de preferencia, muy, muy sexualmente experimentado y perteneciente a una pequeña minoría que posee por genética la sensibilidad suficiente como para permitir que tal cosa sea físicamente posible.

—Oh… por favor —le suplico. Bitch, please!

Me aprieta un pezón con los dientes, con el pulgar y el índice tira fuerte del otro, y me dejo caer en sus manos. Mi cuerpo se agita y estalla en mil pedazos. Me besa profundamente, metiéndome la lengua en la boca para absorber mis gritos.

Eso fue un orgasmo. (citado textualmente) Mi pikachú interior baila la danza india de la victoria.

Sé que si no se fueron cuando empezó el rollo seudo pederasta ahora seguramente querrían que parara con esta tortura que es contar mis aventuras pornográficas, pero nones. Esto es una trilogía e-ro-ti-ca, asi tenemos que hacer e-ro-ti-s-mo. Mi virgo sigue intacto… y eso va a cambiar… pronto.

Me mira con una sonrisa satisfecha, aunque estoy seguro de que no es más que gratitud y admiración por mí. Claro, como YO soy el que ha hecho todo hasta ahora…

Desliza  (¿no les choca que jamas menciona al sujeto? Esto es un abuso del sujeto tácito… y de los lectores) una mano hasta mi cintura, mi cadera, y la posa en mis partes íntimas… Ay. Introduce el pulgar por el encaje y lentamente empieza a trazar círculos alrededor de mi cosito. Diremos cosito porque soy muy vergonzoso para decir ano. Ano es una palabra horrible y sucia que jamás debería ser pronunciada ni escrita.

Cierra los ojos por un instante y contiene la respiración.

—Estás muy cremoso. No sabes cuánto te deseo.

Christian Gay es como la Disneylandia de las desviaciones sexuales asquerosas.

Introduce un pulgar dentro de mí, y yo grito mientras lo saca y vuelve a meterlo. Así me dedea y me da muchos likes en Facebook a la vez. Parece que hace mantequilla. De repente para, me quita la trusa de encaje y la tira al suelo. Se quita también él los bóxers: amarillos y libera su erección. ¡Santos digimones! Su erección es lánguida. LANGUIDA.

Alarga el brazo hasta la mesita de noche, coge un paquetito plateado. Creo que es salsa tártara.  Se mueve entre mis piernas para que las abra. Se arrodilla y desliza un condón por su largo miembro.

—Ahora voy a follarlo, señorito Steel —murmura colocando la punta de su miembro erecto delante de mi cosito—… Duro.

Y me penetra bruscamente.

—¡AU! —grito.

Al desgarrar mi virginidado, (virginidado por que soy niño) siento una extraña sensación en lo más profundo de mí, como un supositorio perdido. Se queda inmóvil y me observa con ojos en los que brilla el triunfo.

¿Soy el único que encuentra esto creepy? El señor Gay me recuerda a un violador de Medio Oriente.

Tiene la boca ligeramente abierta y le cuesta respirar. Gime. Su peluquín se ha deslizado sobre su frente. Mi pikachú interior siente asco.

-¡Oh si nene! – exclama. Yo me pregunto si siquiera las señoras cuarentonas a quienes está dirigido esto siguen encontrando sexy la palabra “nena”, o si es pasada de moda hasta para ellas. - ¡Oh si Ano! ¡Oh si mi dulce niño!

Me tiembla el cuerpo, me arqueo. Me darán convulsiones como a los niños que vieron aquel capítulo de pokemon. Estoy bañado en sudor. No me puse desodorante. Ni del suave. No sabía que sería así… Mis pensamientos se dispersan… espera, ¿Cuáles pensamientos?... No hay más que sensaciones… Solo él… Solo yo… Ay, por favor (lo mismo digo)… Mi cuerpo se pone rígido. ¡La he palmado! ¡Sí! ¡LA HE PALMADO!!!

Oh, no. Falsa alarma. Sigo vivo. Es solo que estallo en mil pedazos. Pero hasta que mi amo me diga.

—Córrete para mí, Ano.

Y me dejo ir en cuanto lo dice, llego al clímax y estallo en mil pedazos bajo su cuerpo. Ni los magos de Harry Potter: tanto fanfiction y jamás leí sobre un hechizo que produjera un orgasmo instantáneo como las sopas maruchan. Y mientras él se corre también él, grita mi nombre, mi apellido, mi dirección, mi número telefónico, mi número de seguridad social, da una última embestida se queda inmóvil, como si se vaciara dentro de mí.

Pero no se ha vaciado dentro de mi, sino dentro del condón, que se guardara en el bolsillo dizque porque no quiere que me insemine artificialmente con su semen. Pamplinas. Para mi que los reutiliza.

Me besa suavemente en la frente.

—¿Te he hecho daño?

No podía faltar la típica frase cursi.

-A mí no… - respondo.  Pero a los lectores seguro les has causado daño cerebral irreversible con este lemon tan cutre y creepy.

Frunce el ceño.

-Que mal. Quería lastimarte, nene. Te quiero dolorido, nene. (cita TEXTUAL) Te lo haré por detrás, nene. Y con la luz encendida. (¡Uff, uff! Traigan la bolsa de papel que hiperventilo. ¡Que atrevido es esto!)

Mi pikachu interior esta triste y traumado. Se abraza a si mismo tratando inútilmente de consolarse. Pero va a ser violado de nuevo por el señor Gay.

Si, otra vez. ¿No les jode? ¿Qué dicen? ¿Que preferirían resolver ecuaciones de quinto grado a leer esto? ¿Qué preferirían leer como matamos a un gatito a otro porno entre nosotros?

-Date la vuelta. – musita en tono frio.

Parpadeo varias veces, pero al final me doy la vuelta. Esos parpadeos son las lucecitas de mi disquete interior de 3 y ½ procesando la orden. Mmm… Es una maravilla. Tiene el pecho cubierto de una ligera capa de pelo, de unos 3 centímetros de grosor. Cosquillea mi espalda. Ah, no, las que cosquillean son las liendres que pasan de el a mí. Siento picazón en la cabeza.

—Eres mío —susurra—. Solo mío. No lo olvides. – saca un equipo de tatuador profesional, me tatúa un código de barras en la parte posterior del cuello, un gran corazón en el brazo que contiene nuestras iniciales, aprovechando me tatúa la típica mariposita de sobre las nalgas, saca un cúter, trata de omputarse un dedo, falla, usa el cúter para meterme un chip de rastreamiento por satélite bajo la piel de la pierna, saca un anillo de oro que lleva grabado lo siguiente: “Ano deseara eternamente a Gay”, se me seca la boca, el cerebro y todo lo demás por lo romántico del gesto, me inserta el anillo en el dedo y me dice – Si tratas de quitártelo te freira con una descarga eléctrica de 5000 voltios.

Y lentamente me introduce el pulgar (cita TEXTUAL!!! Que horror! Yo que antes lo puse de coña y esta TEXTUAL!!!) y lo gira acariciando las paredes de mi cosito. El efecto es alucinante. Gimo. Sudo. Estallo en mil pedazos, para variar. Me aprisiona. Y me introduce en la boca el pulgar. Pestañeo frenéticamente.

—Mira cómo sabes —me susurra al oído—. Chúpame, nene.

Sepo a chocolate de mantequilla de maní con trocitos de cacahuate. Mejor para ustedes si no pillan de qué va la metáfora. Madre mía. Suegra de Gay. Esto no está bien, pero es terriblemente erótico. (¿¡En que jodido universo enfermo!?)

—Quiero follarte la boca, Anastasio, y pronto lo haré —me dice con voz ronca, salvaje, y respiración entrecortada. Creo que le va a dar un ataque. A la pobre Nezal Xuchitl, que escribe esto, esta a punto de darle.

Alarga la mano hacia la mesita de noche y coge otro paquetito plateado de salsa tártara. Desliza un condón sobre su largo miembro. Somos muy conscientes de que el sexo ha de practicarse de manera higiénica y segura. El sarcasmo es la expresión más baja de la inteligencia.

Se inclina, su peso vuelve a caer sobre mí y me agarra del pelo para inmovilizarme la cabeza. No puedo moverme. Me tiene seductoramente atrapado y está listo para volver a penetrarme. Me penetra. Me vuelve loco. Gimo con fuerza. Vuelvo a gemir. Mis entrañas están a punto de derretirse. Lo nota.

-¡No! – me golpea – Estallaras en mil pedazos hasta que yo te diga.

¡Que tierno es! Cada vez lo amo más. Mi pikachu interior trata desesperadamente de escapar de mi interior.

—Eres… mío… Córrete para mí, nene —ruge.

(tono cansino) Estallo en: 999 pedazos.

 

***

Me despierto y escucho un dulce y triste lamento. Chopin o Bach: en este libro se menciona a grandes literatos o grandes músicos por su nombre y apellido en un intento de aparentar que el libro es culto. Bach, creo, pero no estoy segura, porque mi pokemon interior está llorando… mucho. Pareciera que Gay está tocando el piano, pero en realidad hace playback con un disco puesto en lo que él juega a las arañitas sobre las teclas.

Parece un niño. Imagino a un precioso niño de pelo cobrizo y ojos grises, y se me cae la baba… (Otra cita TEXTUAL T.T di NO  a la pedofilia)

Miro a mi subconcienta. Me mira mi suboconcienta. Miro a mi amo. Me mira mi amo.

—Métete en la cama —me dice bruscamente. Esto es señal de que esta perdidamente enamorado de mi. Le presentare a mi madre cuando amanezca - —A la cama —vuelve a ordenarme. Lo dicho, esta loquito por mi. Tendremos unos hijos preciosos, varones… se me cae la baba imaginándolos —Duérmete, dulce Anastasio —murmura, inyectándome un líquido que desconozco.

Duermo profundamente, seguramente por que me siento tranquilo y protegido a su lado. No sé porque al despertar de nuevo me siento como un sucio puto que ha sido violado. Parpadeo repetidamente. Parece ser signo de que estoy desconcertado. ¿Por qué habría de sentirme como un puto, si solo me he vendido a mi mismo en un contrato sexual? ¿Por qué habría de sentirme violado si Christian Gay es el amante más tierno y cariñoso del mundo?

Me siento en posición de loto yo mismo pues mi pikachu interno hace huelga de hambre en un intento por poner fin a su sufrimiento. Me siento en posición de loto, aunque por cómo me ha dejado el orto bien podría sentarme en posición “entrada del metro”. Pienso. 50 páginas en blanco mientras pienso. Cojo esa maravilla tecnología llamada mac book air y escribo una epístola romántica de 50 páginas de largo a Gay. Pongo una foto de nosotros dos como protector de pantalla. Inspecciono psicopatamente el armario de Gay como un novio celoso. Encuentro ropa. Qué raro. Habría jurado que encontraría algunos esqueletos.

Me miro al espejo, como al inicio de este bodrio. Esto debe ser una especie de señal de que es un libro reflexivo. ¿Parezco diferente? Me siento diferente. Para ser sincero, el orto me mide tres metros, tengo algunos tatuajes, algunas implantaciones (el chip) y algunos moretones. Me siento enamorado de Christian Gay.

¿ESTÁS LOCO?, me grita mi subconcienta. Hay que graciosa es. Ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja. Le encanta hacer preguntas retoricas.

Me acuerdo de Cato, pongo los ojos en blanco, me doy de cabezazos contra la pared por no haberme acordado de él anoche durante el sexo, al menos el sexo en el que estuve consciente ya que dudosamente consiente.

Me voy al infierno, de donde nunca debí salir.

 

Continuara…

 

 

Notas finales:

Lamento cualquier posible daño cerebral. Perdon.

Estos son los Churumbeles de España, algo anticuados, como Anastasio y Gay, pero mejores que ellos. A mi abuelita le encantaban.

https://www.youtube.com/watch?v=3dgAnQr1bNw

 


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