Metí las manos en mis bolsillos tratando de encontrar un poco de calor, a veces los faroles de algún carro me ciegan pero cuando esto pasa me repongo rápidamente para posar mi vista sobre él, quien se apoya en las barandas del puente, observando las aguas de aquel río.
Supongo que somos una imagen inusual, todas las noches, sobre este puente que ha visto el fin voluntario de incontables personas, él aferrándose a algo, tal vez buscando el valor para saltar, yo a algunos metros con prudencia, observándolo, animándolo inconscientemente.
¿Hace cuánto repito esta escena? Perdí la noción del tiempo hace meses ya, aún así dudo que él sepa de mi existencia.
Todos los días el camina lentamente mientras observa a su alrededor buscando algún indicio que quien sabe qué, luego se detiene y observa al río, yo lo observo llegar desde el otro lado de la autopista valiéndome de la oscuridad de aquellas horas para ocultar mi presencia.
Me gusta llamarlo Kai en mis pensamientos y me gusta más esa sonrisa triste que le regala a la nada cuando está por llegar el amanecer y en silencio se retira a algún lugar del que nunca quiero saber.
Solo este momento, solo este lugar es para nosotros, tengo miedo que afuera él sea alguien libre, fuerte. Me aterra el imaginar que esa hermosa tristeza se encuentre lejos de él y yo… yo lo envidiaré cargando mi vacío, mi soledad, no quiero odiarlo.
A lo lejos una figura ajena a nuestra noche llama la atención de ambos, puedo observar un pequeño temblor en tu cuerpo mientras pareces debatir en tu interior ¿Es a él a quien esperas todas las noches? Tu siguiente movimiento me confirma esto, estás corriendo hacia él y yo corro tras tuyo en silencio, no me traiciones por favor, tu dolor es todo lo que tengo.
Te detienes cerca y él no parece notar tu presencia, en un movimiento rápido ha subido a las barandas y solo el viento está entre él y aquellas aguas varios metros abajo, parece llorar y muere los labios, a esta distancia no puedo oírlo pero tú sí. Caminas lentamente, te estás acercando.
Un auto pasa por este lugar y su luz proyecta las tres siluetas, tan ensimismado está cada uno que no lo notan, solo yo los puedo observar, y me acerco más.
La excitación de saber que algo va a pasar me está jugando en contra, mis manos tiemblan, escucho susurros ¿Ese joven se está disculpando? Sus cabellos negros se mecen en el viento de aquella noche, casi parece un espectro, te veo sonreír… Kai ¿Qué vas a hacer?
Llamas su atención con un seco grito, él voltea enojado.
-Si tu idea es detenerme estás perdiendo el tiempo.-
-No te detendré, créeme, esa jamás será mi intención.-
Es la primera vez que escucho tu voz, mi cuerpo está paralizado, es tan profunda que llena mi ser… No desvío la vista de ti.
-Saltarás ¿Cierto?-
Y ahora es el momento de aquel desconocido para reír, bajas la cabeza, estás avergonzado.
-No estoy para tonterías, si tienes algo que decir hazlo ya.-
Odio el tono con el que te habla pero a ti no parece importarte, rebuscas en tus bolsillos.
-Lamento interrumpirte, en serio, pero llevo esperando mucho tiempo esto… Solo… solo… -
Tus manos tiemblan mientras sacas un papel doblado, se lo extiendes lentamente y un par de lágrimas caen de tus ojos.
-Solo debo pedirte un favor.-
El pelinegro baja de las barandas y se acerca a ti con pasos firmes.
-¿Es una broma?-
-No lo es. Necesito que me hagas un favor, nadie más puede ayudarme.-
Le extiendes el papel y él te observa extrañado.
-Necesito que le lleves un mensaje.-
Coge el papel de tus manos e intenta abrirlo pero se detiene y niega con la cabeza.
-No puedo ayudarte.-
-¡Si puedes! ¡Solo tú puedes!-
-Puedo, pero no lo haré. No fastidies.-
Te devuelve el papel e intenta alejarse, no lo permites, lo tomas del brazo, me estoy inquietando.
-Solo debes llevarlo contigo, él seguro está esperando, solo debes entregárselo.-
Él desconocido se suelta bruscamente y te empuja.
-No entiendo qué demonios quieres pero puedes hacerlo tú mismo.-
Te veo temblar, estás llorando fuertemente, siento como tus ilusiones se rompen.
-No puedo… Yo no puedo… Akira me odiaría si lo hiciera…-
Me intriga el escuchar aquel nombre salir de tus labios… Y no soy el único, el extraño te mira con lástima.
-Así que también tienes a alguien esperando en casa.-
La ira y la tristeza se apodera de mi, lejos, lejos de este lugar tú debes reír y yo, tan solo, ni siquiera puedo estar triste, solo soy un muñeco más, uno que vive solo por estas horas en este puente, en las cuales tu dolor me hace sentir vivo.
Me doy la vuelta lentamente, no quiero saber más, doy un par de pasos antes que tu respuesta me detenga.
-No, él es el que espera al otro lado.-
Intrigado volteo a verte, estás resignado, tus hombros caídos, tus manos temblando.
-Él espera mi mensaje, no a mí. Él debe saber mi respuesta. Akira… Si Akira… Solo… Le prometí continuar ¿Entiendes? Se lo prometí.-
Se aferra a la camisa del extraño, ahora llora aún más, el extraño está desconcertado y yo… Yo igual.
Tu dolor… Tu dolor me encanta, lloro con él. Ahora estoy vivo, Kai, cuanto te amo.
-Y quieres que yo le entregue esa carta para que pueda descansar ¿Cierto?-
Asientes lentamente, el viento se lleva nuestro calor y cada uno se encierra en sus propios pensamientos.
-Él esperaba mi respuesta.-
Empiezas a decir en un susurro antes de detenerte, te cuesta respirar.
-Él esperaba mi respuesta pero yo nunca llegué, me dolía verlo… Me dolía demasiado. Y se fue… y nunca lo supo…-
Asiento como si me lo dijeras a mí, el extraño separa tus manos de su camisa.
-Akira Suzuki, le gustaba usar una cosa en la cara, seguramente aún la tiene, lo reconocerás al instante… Solo dale esta carta por favor.-
Las lágrimas aún brotan de tus ojos y el extraño parece considerarlo.
-¿Tanto pesa una promesa? ¿No quisieras volverlo a ver? ¿No te duele seguir viviendo?-
-Si, quiero verlo, quiero amarlo pero… pero lo decepcionaría, eso me dolería aún más.-
El silencio nos envuelve y ahora el que llora soy yo, ansioso espero la respuesta del pelinegro, espero que acepte, ruego por eso.
Él levanta la mirada.
-Lo siento, creo que también debo empezar a cumplir las promesas que he hecho.-
Sonríe, está sonriendo y tú lo miras confundido.
-Shima es alguien muy inseguro, si le fallo me odiaría para siempre, en serio lo siento.-
Asientes en silencio y aferras aquella carta a tu pecho. El extraño te desea suerte y empieza a correr por la dirección en la que vino, pronto todo rastro de él desaparece.
¿Estás decepcionado? Siento que es así y a pesar de que amo verte sufrir esta vez es distinto. Quiero cumplir tu meta, quiero que ese Akira sepa que estás bien.
Caes de rodillas sobre el piso y lloras, lloras fuertemente, llamas a su nombre y te disculpas. No soporto esto, mis pies se mueven solos y ya estoy frente a ti.
-Hey.-
Asustado levantas la vista y me observas por primera vez, tus ojos están vacíos, estás por caer como yo, no lo puedo permitir.
-Escuché tu historia.-
Te levantas rápidamente pero sigues sin demostrar nada, retrocedes e intentas alejarte.
-Me llamo Takanori. Creo que… Voy a ayudarte.-
Sorprendido, eso lo veo en ti. Estás contento ¿cierto? Me extiendes aquella carta con mirada desconfiada y yo la tomo. Me sonríes, me sonríes con una felicidad infinita y entonces quedo totalmente convencido, puedo morir para que sigas viviendo. Ahora estoy sonriendo contigo.