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Ahora tu vida se hace parte de mí... Sonríe. por Sabaku No Ferchis

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Notas del capitulo:

¡¡¡Holaaaa!!!

Kyaaahhh muy bien. Primero que nada quiero disculparme por el enorme ENORME retraso que he tenido con éste fic. Casi se cumplen dos meses y eso no es de Dios xD. Pero bueno, aquí estoy, y si aun sigen con vida por ahí mis amadas lectoras, espero que les guste la conti ;D

 

Nota: Jejeje debo decir que éste capítulo es muy MUY dramátco :3 (kukuku creo que sy buena para escribir ese tipo de cosas no sé) Y Bien, quería hacer mención a mi querida  kikyo_sabaku... que espero que no me odie de ahora en adelante.... Nyaaaah Bell sabes que yo amo mucho el SasoDei así que porfitas no me odies por éste capi... Te prometo que el SasoDei triunfará!!! ¡¡Lo juro!! Jajaajaja sólo aguanta xD Sin más, espero que no te desagrade del todo el capi y aún te debo tu fic SasoDei *U*

Bueno.... ¡A leer!

Capítulo 15     

 

Sweet Sacrifice.



La curvatura se delineó por toda la extensión de sus labios. Su sonrisa poseía un toque ligero de burla, superioridad; sin embargo, su mirada se mostraba vacía. Aunque sus pupilas carmesí estuvieran centradas en ellos dos, parecía que él miraba a la nada.


Los pasos que daba eran calmados, un pie detrás del otro, como si tuvieran todo el tiempo del mundo. El silencio se estaba haciendo penetrante, la tensión parecía devorar lentamente cada una de sus células. Pero él no se daba cuenta; él seguía mirando a la nada.

Detuvo el paso.



Para cuando lo notó, su mente ya había regresado al mundo terrenal, y entonces sus ojos se cruzaron con unos de color aguamarina.


Seguramente negaría que, aquella mirada era aterradora; pero para su desgracia esa era la única palabra que podía describirla: "aterradora" Y aunque menos, la suya también lo era, penetrante, intensa; la única capaz para poder competir con los ojos demoniacos de Gaara.


Sin apartar la vista del pelirrojo, alzó el brazo derecho con lentitud. Y su sonrisa ensanchó.


Gaara paseó la mirada por el contorno del largo y delgado brazo del azabache, deteniéndose hasta donde los dedos de Sasuke se enrollaban en el objeto plateado que apuntaba hacia Naruto.



— Sa... Sasuke ¿Qué haces?— preguntó el rubio, con los ojos tan abiertos que parecían querer saltar de su rostro.


Pero Sasuke no respondió. Ni siquiera se molestó en dedicarle una mirada, pues toda su atención estaba centrada en el pelirrojo.



Uno, dos, tres minutos.



— ¡Hazlo ya, Sasuke! ¡Termina con esto ya!



El Uchiha apenas y escuchó el grito de Kabuto. Realmente no estaba interesado en seguir las órdenes del peliplateado ¡Claro que no! Ésta vez... Lo haría todo a su manera.


— ¿Qué sientes?— cuestionó, sin borrar su sonrisa, al pelirrojo que ocupaba todo su campo visual.


Gaara regresó su mirada hacia Sasuke. Mantenía algo indescifrable dentro de sus ojos, algo cargado de emociones intensas que salían a enfurecer el aura del pelirrojo.


— ¿Qué crees que estás haciendo?— gruñó, arrastrando cada una de las palabras cuando por fin frunció el ceño.



Y Sasuke también gruñó.


— ¡Te hice una pregunta!— replicó el azabache en un grito controlado —. ¡Contéstame antes de que pierda la paciencia y...



—Tu pregunta no tiene sentido— interrumpió Gaara de pronto, llevándose una ligera expresión de sorpresa del Uchiha, y una grande por parte de Naruto cuando agregó... —. ¿Qué es lo que debería sentir?



Sasuke dejó escapar una suave risita.



—Vamos, Gaara— exclamó cuando la risa terminó, dejando como recuerdo una nueva sonrisa —. No me digas que no sientes nada la ver a Naruto siendo apuntado con una pistola por mí.


Una espectral sonrisa dominó los labios de Gaara y después separó los labios con delicadeza.


— ¿Debería sentir algo con eso?— soltó, desafiante, con sus ojos aguamarina tan intensos y penetrantes.



Entonces, hubo silencio, de nuevo.


No la sintió hasta que se desprendió de su mentón. La escuchó estrellarse contra el suelo y sintió el eco solitario retumbar en su interior. Bajó la mirada azul y contempló la gota deshecha en el piso, queriendo ser seguida por otras más.


Tratando de no hacer ruido, levantó su mano para limpiarse el rostro. ¿Pero en qué momento comenzó a llorar? Pudo haber sido cuando Sasuke le apuntó con la pistola, o quizá cuando escuchó las palabras que vinieron después de eso. "¿Qué debería sentir?" Realmente no lo sabía, pero le dolía. Algo le dolía y le provocaba un nudo mortal en el estómago, sus piernas temblaban ligeramente y sentía la desesperante necesidad de apartarse de la escena.


Para él era difícil descifrar a quién iban dirigidas esas lágrimas. No lo negaba, había desarrollado ciertos sentimientos hacia Sasuke, pero Gaara... Gaara era Gaara, así de fácil. Y la verdad, era difícil comparar a ambos chicos. Sasuke y Gaara eran tan iguales, pero tan diferentes a la vez. Sin duda los dos podían hacerlo caer fácilmente a sus pies, con cada beso, con cada caricia. Su manera de comportarse también era similar, las miradas inexpresivas, la falta de interés e indiferencia ante todo el mundo siendo él la única excepción...    


Sí, eran iguales... Pero también diferentes.



Si uno descartaba sus obvias diferencias, como el color de su cabello y de sus ojos, el tono de su piel y el sonido de su voz; y se ponía a estudiarlos con mayor profundidad, utilizando la manera que emplearía un psicólogo, podría descubrir con facilidad las diferencias más allá de lo físico que separan a ambos chicos. Sabemos que a Gaara no le gusta sonreír (o al menos no mucho) y Sasuke siempre se da el lujo de embobar a la gente con su sonrisa encantadora de comercial para pasta dental. El estado de ánimo del Uchiha es comúnmente tranquilo y callado, pero normalmente suele ser frío, arrogante, independiente y muy MUY orgulloso. El Sabaku, por su parte, tiene una actitud indiferente y aislada; y a veces es bastante irritable, pero tiene un grado mucho menor de orgullo.


Pero bueno, ése ya es otro tema.


Ahora, abandonando sus absurdos e inútiles pensamientos, Naruto volvía a materializar la escena en la que se encontraba. ¡Ah, claro! Estaba siendo apuntado por una pistola.

 


 



"I saw you with him today
The boy who took my place
You seemed so much happier with me
But maybe that's just the way i want to be..."

 


—O-Oye, Itachi, ¿Qué estás haciendo? Detente...

 


"But it's just another one of those days
The way you made it all feel so right
The way you fit into my arms at nigth
I'll remember that feeling for the rest of my life..."

 


— ¿¡Qué!? ¿¡Qué mierda crees que haces, idiota!?

 


"I can't help but feel a little upset
About the things you and i never had.
I had the world, but instead threw all away
Now, it's just another one of those days."

 



Las letras de aquella canción impedían que Itachi prestara atención a las voces del rubio y el pelirrojo. La banda que la interpretaba era una de sus favoritas. Le gustaba la música que no era tan popular, y que se mantenía fuera de la burbuja mercantil y llena de mercadotecnia en la que se habían enfrascado la mayoría de las bandas famosas. Eso era algo que tenía en común con Sasori... Pero Sasori, él y las letras melancólicas no le ayudaban en nada. De hecho, sentía una inestabilidad emocional correr por su cuerpo como una corriente eléctrica que a duras penas podía disimular. Y es que el recuerdo de él y Sasori era tan profundo...


Entonces miró al pelirrojo. Él tenía los ojos miel abiertos como platos, con una expresión de sorpresa e incredibilidad que no era muy común en su rostro. Sus labios temblaban casi con torpeza y parecía querer tambalearse sobre sus piernas.


Itachi orientó la navaja y la punta filosa y peligrosa se adentró en la playera de Deidara. Y el rubio se estremeció por completo al sentir el objeto metálico arrastrándose sobre su abdomen desnudo.


Y de nuevo...


— ¡Itachi, por favor! ¡Quita eso de él!


— ¡Déjame en paz! ¡Mierda, idiota! ¡Estás loco!


Pero Itachi apenas y escuchaba los  murmullos que deberían ser gritos. Y la maldita melodía nostálgica seguía retumbando en su cabeza.


Entonces dime qué pasará después. Está fuera de mis manos, supongo...



Y Sasori lloró. Y Deidara gritó. Pero Itachi sonrió.


Un corte transversal y agudo fue dibujado sobre el abdomen del rubio. Apretó los dientes con fuerza y cerró sus ojos azules; pero le fue imposible contener el grito. Sentía la sangre caliente resbalar por su piel y manchar sus ropas. No se atrevió a mirar la herida; en cambio, lanzó mil y una maldiciones al azabache de la mirada sangría.


Pero Itachi lo escuchaba tan bien como lo haría un sordo.


Yo simplemente no sé qué creer... ¿Por qué no me dices que creer? ¿Por qué me dejaste ir?


—Te duele, ¿Verdad?— preguntó de pronto el pelinegro. Deidara estuvo a punto de responder a insultos y terminar de mandar a la mierda al Uchiha, pero después de dio cuenta de que la pregunta no era dirigida hacia él.



Y Sasori miraba a Itachi, con el ceño fruncido, los ojos furiosos; de su garganta nacían gruñidos que luchaban por salir de su boca. Aunque no lo demostraba, él estaba deshecho por dentro, porque ahí estaban Itachi y Deidara; el pelinegro que tanto había amado, lastimando al rubio que en tan poco tiempo se había convertido en su "todo". Y frente a sus ojos se materializaba aquella escena que por un momento creyó que podría ser una pesadilla. Ahí estaba él, mirándolos con los ojos enrojecidos; ahí estaba Deidara, gimiendo por el dolor y la sangre mientras seguía lanzando insultos; y ahí estaba Itachi, preguntándole si eso que había hecho le dolía. Esa era su jodida realidad.


— ¿¡Te duele!?— Itachi lanzó un grito potente, doloroso, que parecía haber desgarrado su garganta rasposa —. ¡Contéstame! ¡Te duele que lastime a tu puta!, ¿¡Cierto!?— añadió, furioso, con los ojos carmesí bien abiertos mostrando una mirada demente y perdida. Entonces su mano derecha palpó la piel sangrante del rubio y sin esperar presionó su herida, dejando que la sangre caliente manchara sus pálidos dedos.



Sasori cerró los ojos con fuerza al escuchar el grito inevitable de Deidara. Apretó los puños, se mordió los labios y dejó que un fino hilo carmesí adornara su barbilla.


Soy un idiota... Un completo idiota…


Y lo era. Realmente se veía como un idiota quedándose ahí parado sin hacer nada, sin poder si quiera articular una palabra que pudiera detener a Itachi. ¡Diablos! Ni siquiera podía mantener fija su mirada con la de él. Nunca se había sentido tan débil en su vida...


El Uchiha dobló una delgada sonrisa, fina y misteriosa que encajaba tan bien con su rostro demente.



—Mira...— habló, casi en un susurro profundo y paralizante, y quizá en un tono infantil. Cuando divisó los débiles ojos de Sasori dirigiéndose temblorosamente hacia él, alzó de nuevo la navaja, remarcando peligrosamente la piel del rubio hasta detenerse sobre su cuello.


En ese momento algo en el interior del pelirrojo y el rubio se hizo presente. Un hoyo negro, que los devoraba lentamente, torturándolos de la manera más enferma posible. Era el miedo...



Deidara simplemente no podía creer lo que estaba pasando. Estaba derramando mucha sangre y su cuerpo se debilitaba a cada segundo. Sentía la punta mortal rozar su cuello, hundiéndose con debilidad, sin intensiones de separar su carne... Aún.



Y sí, cruzó por su cabeza; pero él lo negó, porque aún confiaba en Sasori, y ese simple hecho borró la idea de que, quizá, esa noche daría su último aliento de vida.


Fue entonces cuando escuchó una voz clara y firme decir: "Detente, Itachi, ¿Qué demonios crees que haces?”



Pero no. Esa no era la voz que él quería escuchar; esa no era la voz de su pelirrojo.


De inmediato, los tres chicos desviaron su vista hacia las espaldas de Itachi. Miraron unos ojos amarillentos que observaban la escena con diversión y con una torcida sonrisa ladina como testigo.



—Dejo que te diviertas un poco mientras tu hermano se encarga de Gaara, ¿Y tú que haces? Lastimas a un pobre chico inocente que no tiene nada que ver en esto. En verdad eres alguien muy despiadado, Uchiha.


Itachi frunció el entrecejo al mirar a Orochimaru caminar hacia él, con pasos lentos y sincronizados que emitían un eco resonante sobre el hueco lugar.



—Suéltalo— escupió el hombre autoritariamente al momento de detener el paso, quedando lo suficientemente cerca del pelinegro. Itachi no dijo nada; sólo miraba al otro, desafiando a los ojos de reptil con su mirada roja y ardiente como las llamas del infierno. Orochimaru amplió su sonrisa de oreja a oreja —. ¡Suéltalo o mato a tu hermano!


Esas palabras dieron justo donde querían, obligando al pelinegro a despegar sus manos del rubio. Realmente odiaba cuando Orochimaru lo amenazaba con matar a Sasuke, porque bien sabía que ese era su punto débil: Su pequeño y estúpido hermano menor. Y es que no podía dejar que le pasara algo, simplemente... No lo soportaría.


Deidara se alejó rápidamente de Itachi. Se recargó sobre la pared más cercana y miró su herida, sintiendo como el vómito se formaba en su estómago. Sí, el corte era profundo, largo y asqueroso; pero por suerte no había tocado ningún punto vital. Suspiró aliviado al saber que su vida no corría peligro y cubrió la herida con su mano. Dirigió rápidamente sus ojos azules hacia Sasori, y correspondió a su sonrisa... Aquella preciosa sonrisa que los perfectos labios del pelirrojo le dedicaban sólo a él, y que simplemente lo hacía sentir vivo. Entonces sintió la enorme necesidad de correr hacia él y caer en sus brazos, besarlo, aferrarlo a su cuerpo para que nunca nadie los volviera a separar... Pero se quedó ahí parado al recordar que no estaban solos, y que tal vez sus vidas seguían corriendo peligro.


—En verdad eres imprudente, Itachi; pero si lo que quieres es darle al mundo un cadáver más, entonces tengo una mejor idea— dijo Orochimaru al momento de lanzarle un arma plateada al Uchiha.


Con el mismo (o quizá más) estilo que Sasuke, Itachi atrapó la pistola, sujetándola con la mano derecha para admirar por instantes el perfecto y detallado diseño que ésta poseía. Y una de sus obscuras cejas se arqueó delicadamente.


—Mátalo— declaró sonriente el más grande, clavando sus ojos amarillentos en unos color miel.


— ¿Qué?– soltó el pelinegro, dirigiendo rápidamente la mirada a Sasori, quien había dejado su linda sonrisa aliviada detrás y su rostro volvía a deformarse en una expresión de sorpresa y temor.


—Que lo mates.



—No lo haré— respondió firmemente el Uchiha.


— ¿Me desobedeces?— cuestionó Orochimaru arrugando la nariz. Pero lo único que recibió por parte de Itachi fue una mirada asesina, afirmativa; tan potente, furiosa y decidida que hizo que la serpiente mutante se estremeciera ligeramente.


Oh, pero él sabía perfectamente con qué hacerlo caer...

 


—O es él, o es tu hermanito; tú decides— dijo maliciosamente, sin borrar la sonrisa retorcida que portaba. Y se fascinó al mirar al Uchiha deformar su expresión, de ver como sufría internamente al tener colgando en sus manos la vida de las únicas dos personas que amaba. Era Sasori, o Sasuke; así de simple.



Itachi tragó saliva, una saliva agria y amarga que parecía actuar como ácido sobre su garganta. Y la mano que sostenía el arma, apuntó temblorosamente a la figura del pelirrojo.


Su mirada se volvió a encontrar con la de él. Esos ojos miel que tanto le gustaban estaban asustados, perdidos. Y eso le dolía. Era como si alguien apretara su corazón hasta destruirlo cada momento que veía a Sasori de esa manera. Pero no podía dejar que algo le pasara a su hermano... ¡Simplemente no podía! No importaba si Sasuke lo odiara y siempre tratara de evitar su presencia; él era su hermanito menor y estaba dispuesto a protegerlo de todo. De hecho, si lo pensaba bien, Sasori no era un gran sacrificio; de todas maneras él ya no lo amaba, y además lo había cambiado por un idiota que no era ni la mitad de lo que él podía ser.


Pero sólo había un maldito problema: Su estúpido corazón seguía aferrado a Sasori, pegado como chicle. Y simplemente no podía matarlo... ¿O sí?


En verdad lo harás... Sasori quiso creer que estaba equivocado, pero la penetrante mirada color rojo sangre que se clavaba en su persona le decía todo lo contrario. Su corazón latía a una velocidad inhumana y sus manos se derretían en el sudor que las bañaba. Itachi era... Una persona muy importante para él, por así decirlo; y saber que él era el que estaba a punto de terminar con su vida, le dolía como mil agujas clavadas sobre el pecho profundamente.


En situaciones como esa, le hubiera gustado ser como Gaara. Su primo nunca bajaría la mirada y seguramente encararía a Itachi sin temor alguno (en el caso de Gaara, Sasuke) Y obviamente no demostraría sus sentimientos con tanta facilidad. Pero es que en verdad, le dolía ver a Itachi hacerle eso, porque sabía que el Uchiha era capaz de hacerlo...


El arma se tambaleó entre los dedos de azabache.


—No... No puedo hacerlo— trató de articular, pero el habla se le hacía pesada y las palabras escasas. Bajó el rostro y se mordió los labios mientras una pequeña lágrima se asomaba entre sus ojos. Levantó su mirada cristalina y la posó sobre el pelirrojo. Después sonrió. Una sonrisa llena de tristeza y dolor que lo devoraba internamente —. Prefiero mil veces morir, a ser yo quien termine con tu vida, Sasori... Porque no podría soportar vivir mi existencia sabiendo que tú ya no estás aquí.



...


Y entonces perforaron el silencio que vino después de sus palabras, y se adentraron en su cuerpo tan fácil como hundir un cuchillo en un pastel. La sangre salió disparada hacia al frente, manchando un poco las ropas de Sasori.



—De veras que es una lástima, eras muy bueno, Itachi. No te preocupes por tu hermano, ahora mismo se está ocupando de Gaara, pero cuando acabe todo esto, yo personalmente me encargaré de él— masculló el hombre de los ojos de reptil, sosteniendo entre sus largos y delgados dedos lechosos el arma plateada que aún apuntaba a Itachi.



El pelirrojo había cerrado fuertemente los ojos al oír los primeros dos disparos, y permaneció así hasta que se dio cuenta de que no sentía dolor alguno. Después sintió algo cálido reposar sobre su mejilla y abrió lentamente los ojos.


Pasó su mano por su cara y miró confuso la gota sangría que había manchado sus dedos. Después su mirada se clavó hacia al frente.


Y parecía ser una alucinación, un sueño, una pesadilla. Pero ahí estaba Itachi, atravesado por tres disparos y luchando por mantenerse en pie mientras su sangre se derramaba sobre el piso. Los ojos rojos aún se mantenían fijos sobre él, débiles, moribundos. Miró con incredibilidad como Itachi se balanceaba sobre sus piernas, tratando de caminar hacia él. Pero el tiempo era cruel, y perdió el equilibrio antes de llegar hasta el pelirrojo. Y después, su cuerpo cayó sobre el suelo como una marioneta rota...


— ¡¡Itachi!!


A causa de sus reflejos impulsivos, las piernas de Sasori despegaron de la posición en la que estaban y corrieron veloces. Como en una película dramática, podía escuchar los lentos y tortuosos latidos que azotaban su corazón al ver la imagen borrosa del azabache sobre el suelo. Y se le hizo una eternidad, pero cuando sus rodillas estrellaron sobre el piso y tomó con cuidado el cuerpo débil del otro, sosteniéndolo entre sus brazos, ya no le importó nada más. Y mientras sus sentidos se apagaban, él se permitió llorar. Ni siquiera se percató del momento en el que Sakura y Shikamaru llegaron y apuntaron con sus armas a la serpiente sonriente.



Pero lo más importante fue que lo ignoró a él, ignoró la expresión de tristeza, dolor y resentimiento que se formaba en aquel rostro, ya manchado y húmedo por las escurridizas lágrimas que inundaban sus ojos azules al estar ahí, presenciando esa escena.


Sí, lo peor de todo fue eso... Que Sasori ni siquiera lo notó.

 


 


Trató de ignorar las palabras que había dicho el pelirrojo, por lo menos en ese momento. Porque ese no era el momento para llorar y no estaba dispuesto a mostrarse débil frente a ellos dos.


Así que cerró los ojos con fuerza, apretó los puños y su mirada se abrió, intensa, fruncida y decidida al momento en el que él se irguió.


—Dame una explicación— exigió, con los ojos azules brillando en un tono peligroso. Sasuke arqueó una ceja cuestionaste, sin dejar de apuntar al rubio con el arma —. Teme...— gruñó Naruto —. ¡Dime por qué haces esto!


—Hmp, eso a ti no te incumbe. Cierra la boca o te vuelo la cabeza.


Naruto tragó saliva con fuerza, pero su mirada potente y azul no desaparecía de sus ojos.


— ¿¡Cómo que no me incumbe!? ¡Mierda! ¡Me estás apuntando con un arma!


—Cállate, Naruto; el problema no es contigo— suspiró hastiado el Uchiha, volviendo su mirada, ahora ónix, hacia el pelirrojo que hasta entonces permanecía callado, mirando —. Es con Gaara.



Pero eso sólo hizo enfurecer más al eufórico rubio.


—Si es con Gaara, arréglatelas con él entonces, ¡Yo no tengo nada que ver en ésto!


—Ahh, ¿No?— el Uchiha cerró los ojos, y las comisuras de sus labios se elevaron lentamente.


—No.



Sasuke volvió los ojos, perforadores y burlones, hacia Naruto.


—Te equivocas, tú tienes mucho que ver— dijo, su voz tan profunda y masculina que resultaba ser algo erótica —. Tú eres lo más importante para él, Gaara haría cualquier cosa por ti, sin importar qué. Es por eso que estás aquí.


—Pero, ¿Para qué me quieren a mí?— preguntó el rubio que, para el momento, volvía a tener la cabeza baja, tratando de procesar en su cerebro cada palabra pronunciada por el Uchiha anteriormente.



—Es muy sencillo, de hecho— habló Sasuke tranquilamente, como si tuviera ganas de iniciar una conversación amistosa. Tomó una gran bocanada de aire y se preparó para hablar—. Mira, Orochimaru quiere adueñarse del País del Viento, siendo específicos, Sunagakure; pero Gaara es el hijo del Cuarto Kazekage, eso significa que a él le corresponde el gobierno de aquella nación. Entonces esto es algo así como un intercambio: Si Gaara se entrega a Orochimaru, te dejamos vivir; pero si él se niega, te vuelo los sesos, ¿Entendiste?



El rubio dibujó una sonrisa ladina en los labios y se cruzó de brazos.


— ¿Tú quieres matarme, Sasuke?— inquirió, con una increíble tranquilidad en su voz.


Sasuke frunció el ceño.



— ¡No es si yo quiera o no! Sólo sigo órdenes...


—Pero no quieres.


Al ver la expresión de tensión en el rostro del azabache, Naruto sólo se encogió de hombros sin borrar su sonrisa.


—Lamento decirles que nada ganarán con matarme— advirtió para sorpresa de todos los presentes.


— ¿Por qué dices eso?— preguntó secamente el peliblanco, que hasta ese momento se había mantenido ausente a la conversación.


—Fácil— exclamó el rubio—. Yo no soy nada para Gaara, él no haría nada por mí; de todas maneras, él y yo terminamos. Y obviamente dejaría que ustedes me mataran.


—Hoo— soltó Kabuto sonriendo burlonamente, tragándose aun lo que había dicho el chico de los ojos azules. Mientras, Sasuke miraba a Naruto de forma interesante.


Gaara simplemente no podía creer lo que acababa de escuchar. Sus ojos aguamarina estaban abiertos como platos y tenía ligeramente entreabiertos los labios. Las palabras del rubio actuaron como veneno ácido en su cuerpo. Pero... ¿Quién era él para sentirse así? Él mismo había dicho que no sentía nada al ver a Sasuke apuntar a Naruto con una pistola; y realmente se sentía como un estúpido por haber dicho semejante cosa... Un estúpido con una herida muy grande en su corazón de hielo. Es más, todo, desde el principio, había sido culpa suya: Por engañar a Naruto con alguien que no era ni la mitad de lo que el rubio era, por dejar que se lo llevaran, por involucrarlo en una situación cono esa y por haber creído que habiendo dicho aquellas palabras podría controlar la situación. Y no podía culpar a Naruto por expresarse como lo había hecho. Sí quería recuperar al rubio, entonces tendría que demostrarle lo contrario.


Y cuando vio la mata de pelo rubio asomarse sólo un poco por la puerta, el pelirrojo sonrió. Era hora de recuperar a Naruto.



—Está bien, me entrego— habló por fin para sorpresa de todos.


— ¿¡Qué!?— exclamaron al unísono los otros, con una expresión de asombro en sus rostros bastante exagerada.



— ¿Hablas en serio?— preguntó confundido Kabuto, dando un paso hacia delante. Y sonrió satisfactoriamente al escuchar un "sí" por parte del pelirrojo.


Gaara comenzó a caminar hacia el peliblanco, que se encontraba más cerca de Naruto y Sasuke de lo que él estaba. Sus pasos eran calmados, suaves y sincronizados. En sus ojos se podía distinguir una mirada maliciosa que contrastaba tan bien con su fantasmagórica sonrisa.



Sasuke y Naruto estaban estáticos en su misma posición, y sólo veían, con los ojos bien abiertos, como Gaara llegaba hasta Kabuto y se paraba sólo a un paso de él. El pelirrojo alzó su brazo derecho con lentitud, y dobló los últimos dos dedos de su mano, simulando la forma de una pistola. Entonces él mismo apuntó hacia su propia cabellera roja. Y Kabuto lo miró confundido... ¿Qué pretendía ese pelirrojo? El rostro de Gaara se mantenía inexpresivo y bastante frío, relajado. Y todos (hasta Sasuke) tuvieron el vergonzoso pensamiento de que el pelirrojo se veía aterradoramente sexy.


—Adiós— dijo rápidamente, con voz profunda y electrizante que recorrió peligrosamente el cuerpo del peliblanco hasta ponerle los vellos de punta. Aún tenía la fría mirada verde-azul clavada en su persona.



Después, tres disparos perturbaron el silencio y la sangre salpicó (¡De nuevo!) dejando caer el cuerpo sin vida sobre el suelo.


Notas finales:

¿Qué tal? Jajaja realmente siento haberle hecho eso a mi sexy Itachi, pero es que Deidara me obligó, me amenazó, casi me mata por jurarle que nunca lo separaré de Sasori ^^ KuKuku eso le pasa a Itachi por decirle puta y por tratar de destrozar a mi pareja favorita xD

Bueno Bell, espero que hayas llegado hasta aquí sin morir xD Gomen porfass no me odies (Yo te quiiero jeje) TToTT Juro por mi Gaarita que te daré un sexy lemon SasoDei xD

Kyaahh sin más, espero que les haya gustado mi dramático capítulo jeje. Dejen un review y denme su opinión... ¿falta algo? ¿sobra algo? etccc jijiji

Bieenn mil gracias por leer, de veras las quiero muchito jijiji.... ¿Ustedes me quieren? (kyya Yamii es contagiosa xD)

 

Sayonara... nos vemos en la conty...!!!

Miles de besos de arcoiiris *3*


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