Shelter
Capítulo 11
[KyungSoo POV]
- Tenemos algo pendiente, Jonginnie- comenté, alzando una ceja y acariciándole los dedos con mis labios; queriendo mostrarle la suavidad y humedad de éstos. Jongin rió nerviosamente, y con delicadeza alejó su mano. De reojo vi cómo acariciaba las yemas de sus dedos que segundos antes habían tocado mis labios, como si quisiera disfrutar de la sensación. Sonreí mirándolo a los ojos, sabiendo que le encantaban mis labios. Deslicé una mano a la mesita de noche, donde sabía que descansaba la caja con bombones de chocolate y, con la mirada de Jongin fija en mis movimientos, tomé uno. Lo llevé a mi boca y lo rocé con mis labios un poco antes de introducirlo y saborearlo unos segundos, para después inclinarme hacia adelante y darle un casto beso. Se relamió antes de inclinarse él esta vez e iniciar un nuevo beso, moviendo su boca al compás de la mía, deslizando su lengua luego de que yo le mordiera suavemente el labio inferior. Sonreí en el beso y me separé luego de unos segundos de mantener un ritmo lento -Claro que si no querés, no tenemos que...
- No es que no quiera- me interrumpió sonrojado, desviando la mirada -Es sólo que...- lo interrumpí yo esta vez, callándolo con mis labios.
- No estés nervioso, prometo ser cuidadoso- le guiñé un ojo mientras alcanzaba un nuevo bombón. Viendo su rostro más avergonzado aún.
- ¡Kyung...!- antes de que pudiera hablar más, le metí el bombón en la boca, besándolo con lengua enseguida y compartiendo el sabor. Jongin se dejó llevar más rápido esta vez, y quise pensar que era por mí y no por el chocolate que tanto parecía amar. Lamí la comisura de sus labios antes de bajar al cuello, rozando su mejilla y dejando un rastro dulce por donde pasaba. Me entretuve un buen rato, sintiendo su respiración irregular, supuse debido a los nervios, y su nuez (que tanto me gustaba), moviéndose cada vez que tragaba. Acaricié su cintura por adentro de la ropa en un gesto puramente tierno para intentar calmarlo, y sus manos temblorosas se posaron en mis hombros desnudos, para después bajar a los omóplatos; e imitar el movimiento ascendente y descendente, creando una inocente caricia. Me separé para mirarlo a los ojos y sonreírle.
- ¿Qu... Qué pasa?- le di varios besos superficiales antes de responder.
- Sos tierno.
- Callate- y me tomó de la nuca para volver a besarme.
***
Ya con su remera fuera, aproveché su pecho descubierto para comenzar a deslizar mi lengua por su piel. Al primer roce con uno de sus pezones, Jongin se tensó y yo comencé a pasar mi mano por su muslo, queriendo tranquilizarlo. Lentamente se relajó a mi toque y pasó su caricia de mi espalda a mi pecho y abdomen (Pero sin llegar muy abajo).
Cuando lo vi lo suficientemente distraído, apoyé mi mano en su entrepierna sacándole un jadeo ahogado. Mantuve mis labios en su torso y un movimiento sutil sobre su pantalón unos segundos, antes de decidirme a sacárselo. Jongin se dejó desnudar, ya más entregado a la situación ahora que estaba comenzando a excitarse. Introduje mi mano en su ropa interior, sintiendo todo su cuerpo temblar y su erección contra mi palma, mientras que con la otra le bajaba el bóxer hasta debajo de las nalgas. Sus suspiros y débiles gemidos llegaban directo a mis oídos, incitándome a seguir al ver que le gustaba lo que le hacía.
Al tiempo que estimulaba a Jongin fui bajando por su cuerpo, degustando todo a mi paso, entreteniéndome en el ombligo unos segundos. Lo sentí moverse y levanté mi vista de su perfecto abdomen, para verlo estirando su brazo hacia la mesita de noche, buscando medio a tientas el interruptor de la luz para apagarla. Sonreí con algo de ternura por su gesto. Si así se iba a sentir más cómodo, por mí estaba bien. Siguiendo la línea de su cadera con mis manos, alcancé el bóxer que estaba arrugado en el comienzo de sus piernas y lo deslicé hacia abajo para sacárselo.
Con mis labios pegados a su rodilla, subí lentamente abusando de la piel, hasta encontrarme con la erección de Jongin.
***
- ¿Seguro que no hay lubricante en la casa?- pregunté en un susurro contra su cuello y estirando mi brazo para volver a encender la luz del velador. Después de que Jongin acabó (No había requerido mucho tiempo pero sí algo de fuerza de mi parte al tener que sostener sus piernas abiertas debido al constante e inconsciente intento de él por cerrarlas), nos habíamos fundido en un abrazo, y nos mantuvimos así por un buen rato (Conmigo ignorando mi ansiedad por seguir adelante).
- Bastante... Y si hay... No me gustaría saber para qué lo usan mis papás- reí brevemente -¿Debería... hacer algo?- preguntó inseguro. Sonreí, tomando su mano y llevándola hasta mi entrepierna. Soltó una leve exclamación ahogada pero no movió su mano.
- ¿Te parece necesario?- cuestioné, sintiendo unos suaves besos debajo de mi oreja.
- ¿No?
- No, sólo... Estoy pensando. No es tan efectivo como el lubricante pero sirve- suspiré antes de deshacerme del abrazo y, colocándome entre sus piernas, guié cada una a un lado de mi cuerpo antes de ensalivar lo mejor que podía tres dedos de mi mano derecha.
***
Sus manos taparon su rostro cuando su cuerpo ya estaba acostumbrado a mi tamaño y comenzó a sentir algo más que dolor, queriendo cubrir su expresión de mí. Intenté quitarlas sin dejar de moverme lentamente en él. ¿Me dejaba ver su ceño fruncido y ojos fuertemente cerrados debido al dolor, y ahora que le estaba gustando (y probablemente sus gestos eran lo más excitante que podría ver) escondía su cara?
Sabía que todavía le dolía, porque dejaba escapar pequeños quejidos de dolor entremezclados con suspiros y jadeos gracias a mi mano que estimulaba su miembro a un ritmo más lento que el de mis embestidas.
Con algo de silenciosa insistencia logré mantener sus manos alejadas de su rostro, pero a cambio los sonidos disminuyeron a casi cero. Sólo se escuchaban nuestras respiraciones y algún que otro gruñido o comentario proveniente de mí.
Las venas en su cuello se marcaban, aguantando cualquier sonido que pudiera emitir. Para mi sorpresa lo estaba logrando con éxito. Con más éxito del que me hubiera gustado. Busqué, a medida que iba aumentando la velocidad de las embestidas, su próstata; encontrándola pocos segundos después. Sus manos se aferraron a mis bíceps, clavando sus uñas en mi piel y, cerrando fuertemente los ojos, se mordió el labio inferior. Y esta vez sí que no pudo evitar soltar un gemido. Sonreí, disminuyendo considerablemente la velocidad y profundidad con la que arremetía. Sabiendo que lo único que él quería era que fuera cada vez más rápido y profundo en ese mismo punto. Frunció el ceño, su expresión de placer nunca abandonándolo mientras su miembro era apresado entre nuestros cuerpos.
- KyungSoo...- su cadera se impulsó de manera inconsciente contra mí, buscando lo que quería obtener. Me resistí a dárselo enseguida, a pesar de que moría por hacerlo.
- ¿Qué pasa?- esta vez me dejé ir más adentro, volviendo a rozar su próstata y tiró su cabeza hacia un costado, sonriendo. Sonrió de gusto, pude notar eso, y mi cuerpo respondió por sí sólo al saber que estaba haciendo disfrutar a Jongin. Dańdole lo que me había pedido sin palabras.
Al parecer ya no le importaba que lo escuchara y dejaba salir lo que sea que su garganta quisiera emitir. Por primera vez desde que lo había penetrado, posó sus ojos en los míos y sonrió con una expresión extasiada. Le devolví la sonrisa y su mano, que seguía en mi bíceps, subió lentamente hasta mis labios y los acarició sin dejar la sonrisa ni los gemidos de lado. Seguimos así, miradas conectadas, sonrisas imborrables y movimientos por unos segundos hasta que me incliné para besarlo, casi sin darle tiempo a correr sus dedos de mis labios.
Y mientras terminaba un poco después que él, no podía estar más feliz de haberme subido a ese tren esa noche en que lo conocí. Había salido tarde después de tener un problema con un cliente que quería usar accesorios de sadomasoquismo conmigo, y al negarme (Para algo habían reglas en ese lugar), se había puesto algo violento, al punto de que la seguridad tuvo que sacarlo a la fuerza. Estaba angustiado y seguía un poco asustado, para que encima en el tren se pusieran esos hombres a molestarme. Y de pronto apareció Jongin a ayudarme, como si le importara lo que me pasara. E iluminó uno de los peores días... y lentamente mi vida. Sin darme cuenta, y más rápido de lo que hubiera esperado, comencé a quererlo. Mucho más de lo que creería posible.
Conocer a Jongin había sido una de las casualidades más hermosas.