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El vínculo por -Raiden-

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Notas del capitulo:

Quizas el "vínculo" sea el centro de atención pero, descuiden el lemon ya vendra.

 

Si uno no confía en sus propios poderes, no podrá confiar en sus semejantes y habrá confusión...

Salió Eustass Kidd, más que molestó por como torturaron al pequeño y dejándolo peor de lo que estaba.

Un alma inocente destruida, con la amenaza de ser consumido por el odio, y volverse la marioneta de un psicópata megalómano.

 

La vida tenía un sentido del humor muy retorcido.

 

-Kidd, se que los métodos que utilizaron son una mierda, pero sabes que Joker es así. - trataba de calmarlo Marco.

Sabía que cuando el pelirrojo se dejaba llevar por la ira: las consecuencias era varios muebles destrozados, y uno que otro imbécil en el hospital por toparse con el.

-¡¿Una mierda?! ¡Porque no mejor le pone una puta arma en su cabeza y pinta las paredes con su cerebro! ¡Sería mejor matarlo que condenarlo a esta existencia! - grito fuera de sí, mientras tiraba y pateaba los muebles que estaban a su paso.

 

No es que ellos fueran precisamente buenas personas, pero al menos el pelirrojo no se aprovechaba de un crió que no podía defenderse.

 

-¡Y crees que no lo sé! - le grito Marco mientras lo encaraba. -Pero no podemos hacer nada, sabes que la muerte es la única salida. - dijo aún molesto.

-Tks... - aparto al rubio para seguir su camino.

-Al menos su infierno no será tan miserable si estamos nosotros aquí. - continuo el rubio siguiéndolo por el pasillo.

-No Marco. Una vez que sale la bestia no hay forma de adiestrarla. - paró en seco viendo al suelo, apretando los puños hasta volverse blancos.

-¿Y qué quieres hacer? ¿Secuestrar al niño y darle una vida decente? - dijo en tono irónico.

 

La mirada que le dedicó al rubio fue más suficiente para saber lo que pensaba.

-No me digas que...-Marco empalideció. -Estas demente, te perseguirá hasta que estés muerto y eso sería poco, si te captura vivo desearás no lo haberlo hecho. - no pensaba que fueran tan idiota.

-Es mejor que esa existencia, tal vez, no pudo escogerla pero.... - se escucho su tono melancólico en la voz de Kidd.

-¿Te enamoraste de un niño? - pregunto incrédulo Marco. -Eres un pervertido. - negó con la cabeza.

-Cierra la puta boca, que tú no te quedas atrás. - prácticamente gruño viendo al rubio.

-No sé de que hablas. - fingió para volver a caminar por el pasillo.

-Vamos, tu siempre dices que hay que aceptar lo bueno y lo malo que nos da la vida. ¿No? - ahora el pelirrojo era quien lo encaraba.

El rubio aparto el agarre de Kidd de un manotazo.

-Eres un idiota. Sabes que no será fácil, y llevara tiempo. - aceptó de mala gana, la estúpida idea del pelirrojo.

No es que no le importará el maldito niño, simplemente uno no puede adueñarse de todo, cuando deseas algo necesitas dejar algo y Marco lo sabía perfectamente.

 

Kidd sólo sonrió.

Sabía que era un suicidio, y todo estaba en su contra pero donde estaría la diversión si fuera fácil.

 

Retomaron su camino hasta llegar a la lavandería.

Kidd espero en la puerta, mientras Marco buscaba la ropa en los anaqueles de la habitación.

Ya estaban regresando cuando se toparon con el espadachín, llevaba una pequeña caja con un moño, al parecer se dirigía al mismo lugar que ellos.

-Mihawk, pensé que tardarías más. - dijo serio el rubio.

-Me tomo menos tiempo del previsto. - imito su tono de voz el espadachín.

-¿Qué es eso? - pregunto Marco señalando el paquete.

-¿Acaso no es obvio? Es un regalo. - sus amarillos venían el rosado moño de la caja.

-¡Parece que tienes un admirador secreto! Jajajajaja. - el pelirrojo río al ver el tierno obsequio.

La mirada fulminante del pelinegro le dijo todo a Marco y este hablo de nuevo.

-No me digas que tu también... - llevo una mano a su cara y negando con la cabeza.

Kidd no entendía nada y miro al par con una interrogante en su rostro.

-No sabía que te gustaban los niños. - dijo el rubio para completar el rompecabezas.

-¿Mmm? - el espadachín levanto una ceja.

-Es para Alexander, ¿O me equivoco? - concluyo Marco.

Kidd sólo abrió la boca tanto como pudo por lo que escucho.

-Que nombré tan ridículo para una niña. - cerró los ojos el espadachín, mientras se cruzaba de brazos.

 

-...-...-...-...-

-Es una niña. - dijo Vergo mientras bajo ahora a la pequeña. Esta recorrió la habitación con la mirada y vio algo tirado en el suelo.

Se arrodilló tomo el pañuelo y lo contemplaba extrañada, como si ya lo hubiera visto antes.

 

-¿Qué fue lo que dijiste? - Crocodile trataba de entender lo que dijo Vergo, golpeando un poco su cabeza con la palma de su mano.

 

El rubio se quedo en silencio contemplando a la niña frunciendo el ceño molesto. Era un idiota. ¿Como no se dio cuenta? Era un imbécil. Esos ojos no eran los de un niño. Era un estúpido. Empezaba a gustarle una niña.

-Alex-chan es una niña, aunque supongo que no lo sabían. - reconoció el pelinegro mayor.

La cara de Crocodile y Doflamingo no tenían precio. Ambos con el ceño fruncido y una vena en su frente a punto de estallar por ese vital detalle.

 

-Alex-chan. ¿Eres una niña? - por fin hablo el rubio parándose a su lado.

No estaba nada feliz, y llevo sus manos a sus bolsillos.

-Sí. - contesto como si fuera lo más obvio del mundo.

-¿Y por qué no dijiste nada? Maldita mocosa...- el de la cicatriz estaba conteniendo su enojo cruzado de brazos y fulminando la con la mirada.

-Nunca me preguntaron. - mirando interrogante a los tres hombres.

 

Crocodile suspiro, no esperaba algo así, había que hacer algunos cambios, pero todo saldría a bien si todos se adaptaban, ya que era una de las piezas principales del gran golpe que darían dentro de 6 meses.

 

-Esto no es bueno... - el rubio paseaba como una fiera enjaulada, iba de aquí para ya, repitiendo lo mismo. -Esto no es bueno...

Vergo miro atento a Donquixote, esperaba que su jefe aceptase la incómoda verdad, el ya lo sabía y no esperaba que el rubio fuese tan lento.

 

La niña volvió a ver el pañuelo se detuvo mirando las letras de este.

 

Algo no estaba bien recordaba, una mirada, una fiera mirada fría. Se mordió el labio inferior, no entendía que pasaba, su mente se quedaba en blanco después de recordar esos ojos.

Su labio empezó a sangrar, el rojizo líquido se resbalo hasta su barbilla.

 

El rubio detuvo su marcha al percibir un aroma amargo, era muy agradable, giro para buscar de donde venía el olor. Vio sangre en el labio de la niña y como descendía. Se incómodo al ver eso, y más porque se empezó a preocupar por su bienestar.

 

Se inclinó hasta quedar a su altura y contemplo sus acciones, buscando una explicación a su comportamiento, reflejado en ella.

La niña alzo la vista, estaba confundida, pero algo en su cerebro hizo click, su mirada perdió brillo. Y permaneció quieta unos momentos.

-¿No te duele? - pregunto el rubio limpiando la sangre con su dedo. Delineo sus labios con suavidad repartiendo el rojizo color por ellos.

El calor empezó a invadir al rubio, no podía negar que le seguía gustando. El aroma se intensifico, y Doflamingo empezó a sonreír de nuevo, su sangre hervía. Ya no importaba si era una niña o un niño quería tenerlo, era irresistible.

-Su umbral del dolor es muy alto, casi no siente dolor. - contesto Vergo a la pregunta de su jefe.

-No me sorprende que no se quejara de ese golpe en su mejilla. -dijo encendiendo un puro el de la cicatriz.

 

La niña apretó el pañuelo. Se había desconectado de su cuerpo, aparto la mano del rubio y camino lentamente hasta Crocodile.

Los tres hombres en la sala la veían con una interrogante, seguían sus movimientos detenidamente.

-¿Qué quieres? - pregunto molesto el pelinegro sacando el tabaco de su boca. La mirada de la niña se alzó viéndolo a los ojos. Repentinamente un exquisito olor llego hasta a él. Una mezcla entre loción y alcohol, algo en el despertaba, sentía un extraño calor.

 

-Dime Vergo, ¿Percibes ese olor? - el rubio se enderezo y camino hasta su subordinado.

-¿Cuál olor? - pregunto confundido.

Doflamingo le mostró el dedo con sangre, y fue cuando el pudo percibirlo.

-Es un olor cítrico, supongo que es una loción de baño, que se mezcló con su sangre. - dedujo rápidamente.

-¿Cítrico? Pero si es amargó. - esta vez acercó su dedo para percibir mejor el aroma, era delicioso y sin más paso su lengua por la sangre, tal y como predijo era más que deliciosa.

Su sonrisa se volvió, juguetona y sintió un calor, la sangre empezó a correr por sus venas cargada de lujuria. Se empezaba a excitar de sobré manera, sabía que algo andaba mal pero le importó una mierda lo que pasará después.

 

Vergo sólo lo vio curioso, algo le decía que su jefe tenía ganas de "divertirse", lo mejor era desaparecer de su campo visual.

 

-Acércate. - pidió la niña con dulce voz.

Maldita niña... ¿Como mierda así eso? Controlar a uno de los hombres más buscados por la policía y el ejército, sin que replicara u opusiera resistencia, haciendo que Crocodile se arrodillara hasta quedar a su altura observado la detenidamente, como esperando las siguientes órdenes.

Esta limpio la poca sangre que quedaba en su barbilla y labio con sus dedos, y luego metió su mano a la boca del pelinegro.

Este acto lo despertó del trance, empujando a la niña, haciendo que se sentará. Otra vez un click, la pequeña reacciono.

-¿Qué coño estás haciendo? - dijo molesto. Limpiándose la boca con la mano.

La niña confundida lo miro y se arrodilló en el suelo, haciendo que su frente tocara el suelo.

-Lo siento Señor Crocodile. -dijo asustada. No sabía que había pasado y la actitud de este le decía que ella fue la causante.

Este sólo la miro molesto y el calor de antes volvió con más fuerza, un placentero escalofrío recorrió su espalda. Empezó a respirar pesadamente.

 

-Creo que lo mejor será irnos. - Vergo sabía lo que pasaba, el ambiente se sentía pesado y el mismo empezaba a excitarse por el aroma en el aire.

La niña seguía arrodillada y no se movía en lo más mínimo.

El pelinegro de la cicatriz, se levantó, el calor era agobiante, empezó aflojar el nudo de su corbata y desabrochar los primeros botones de su camisa.

El rubio se volteó hacia donde estaba la niña, tenía fijó su objetivo, relamió sus labios, ya no esperaría más y nada lo detendría ahora.

 

Vergo rápidamente la cargo en brazos y miro a su jefe, con el ceño fruncido. El rubio estaba fuera de sí, no dejaría que tocará a la niña.

Camino lentamente hacia la puerta de salida, el rubio sólo sonreía más y extendía una mano a la niña para que la tomase. Está lo vio por un momento y alzo también su mano.

-No lo hagas. -dijo Vergo bajando su mano, abrió la puerta y salió rápidamente, dejando al pervertido rubio y al de la cicatriz encerrados.

 

-...-...-...-...-

-¿Dijiste que era una niña? - el rubio no pudo predecir eso, sintiéndose estúpido y recargando se en la pared.

-¿Acaso no se dieron cuenta? - pregunto incrédulo el espadachín. -A veces me pregunto si tienen cerebro. - el insulto no paso desapercibido por Kidd, quien hace unos minutos estaba en shock por la tremenda revelación.

-Es lo mismo que pienso de ti. Eres bastante estúpido sí crees que puedes comprar su amor con obsequios. - dijo cruzándose de brazos y sonriendo burlonamente.

-Al parecer tu insolencia es más grande que tu estupidez. - su paciencia estaba en su límite, le había dado un golpe bajo. Saco una espada que traía en su cintura, le cerraría la boca al pelirrojo.

 

Kidd se puso en posición de ataque, no esperaba menos del espadachín, era una pelea que esperaba hace tiempo.

 

-Mihawk tú no eres tan impulsivo nunca, y Kidd siempre te metes en problemas cuando tomas esa actitud. - Marco se paró en medio de los dos, deteniendo la pelea. -No puedo creer que diga esto, pero saben lo ridículos que se ven, peleando por una niña. - era la verdad, y aunque fuese incomoda él ya la había aceptado.

-Tks... Como sea. - dijo Kidd, caminando hacia la sala de experimentación, restando le importancia al asunto.

Mihawk guardo su espada y siguió al pelirrojo, no tenía casó seguir con aquel malentendido. Marco caminaba junto al espadachín, con aire tranquilo, había dado en el clavo con su comentario y estaba satisfecho al tener la razón.

 

Caminaron en silencio un rato, hasta que vieron a Vergo con la niña afuera de la sala. El pelinegro tecleaba el código de cerrado manual en el panel de control afuera de la habitación.

-¿Qué sucede? - el primero en preguntar fue el rubio.

El pelinegro de las gafas, parecía molesto, llevaba a la niña en brazos.

-Nada que te importe mocoso. - gruño ante la pregunta. -Más vale que hagan su trabajo, no vienen a perder el tiempo en esta isla. - dijo Vergo, bajando a la niña, y caminando hacia el pasillo central.

-Oi ¿Qué mierda ocurre Vergo? - el pelirrojo trato de razonar con el pero sólo lo ignoro y siguió su camino. -Tks... Que le den. -murmuro por su pedante actitud.

 

La niña sólo veía al espadachín, un hombre pelinegro con patillas, barba y un bigote en su blanco rostro, junto con un pequeño corte en una de sus mejillas.

Llevaba un pantalón negro, una camisa de blanca de manga larga pero desabotonada en la parte de arriba, sus botas eran negras. Una gran espada de hoja negra en forma de cruz, estaba en su espalda, y otra más en su cintura, esta era un poco más pequeña. El colgante en su pecho también era una cruz.

Todo el irradiaba una callada fuerza y sus ojos, esos fieros ojos amarillos mostraban dureza y frialdad.

La pequeña sentía que ya lo había visto antes, pero no podía recordar donde.

 

Mihawk miraba a la pequeña con algo de intensidad, traía el pañuelo que le dio en su mano, su labio tenía sangre seca, y la marca morada en su mejilla fue más que suficiente para hacer hervir su sangre de rabia, ¿Quien tenía la osadía de sobré pasarse con ella?

 

-Alexander, ¿Te encuentras bien? - Marco se acercó a la pequeña y vio su labio cortado e hinchado.

-Estoy bien no ha sido nada. - dijo dulcemente mientras apartaba su vista del pelinegro.

-¿Porqué estaban afuera? - Marco se arrodilló hasta su altura.

-No lo sé, Vergo-san me saco de ahí, y luego cerró la puerta. - confirmo la pequeña.

-¿Dónde están Crocodile y Doflamingo? - tomaba el pañuelo para limpiar su rostro.

-Están adentro. -señalo la sala de experimentación.

Kidd se acercó a la puerta, para saber si era o no prudente entrar, Marco también se acercó después de limpiar su cara y devolverle el pañuelo.

Se quedaron unos segundos tratando de discernir el sonido que venía de la habitación.

 

Los dos cayeron de espaldas, con la boca abierta, y los ojos como platos, no podían creer lo que acaban de oír.

 

El pelinegro miro como caían al suelo atónitos.

Suspiro, eso les pasa por meterse en lo que no les incumbe. Aunque en el fondo podía confiar en ellos.

 

Miro de nuevo a la pequeña y le extiendo la mano, para llevársela de ahí, ya era casi medio día y no había probado bocado.

La menor alcanzo a ver cómo le ofrecía su mano, y la tomo para seguirlo.

-Dracule Mihawk. - dijo cuando la niña tomo su mano.

-Alexander. - sonrió al mencionarlo y vio la caja que traía en la mano.

-¿Qué es eso? - pregunto curiosa.

-Es un obsequio, toma. - le extendió la pequeña caja.

Esta guardo el pañuelo en la bolsa de su short y abrió con delicadeza la caja.

-¿Te gusta? - pregunto al mismo tiempo que soltaba su mano y se inclinaba para estar a su altura.

-Sí, es muy brillante. Gracias. -sonrió y se inclinó con reverencia.

El de los ojos amarillos no dijo nada sin embargo su expresión lo dijo todo, se quedo con la boca entreabierta, observando el tierno gesto de la niña.

Cuando por fin levando su vista, encontró su violeta mirada, más clara que antes, y la morada mejilla. Se apresuró a sacar la hermosa cadena dorada que le compró con una cruz haciendo juego.

Se la coloco en su cuello y luego toco su mejilla lastimada, frunciendo el ceño, sus dedos pasaron a su labio, sintiendo el corte de este.

Tenía que liberar esa frustración y rabia en la persona que le hizo eso.

-Vamos a almorzar. - se incorporó y le extendió nuevamente la mano.

Más que contenta ella la tomo y se empezaron a caminar por el pasillo hacia el comedor.

 

Marco y Kidd salían del shock lentamente, se levantaron y vieron como Mihawk se llevaba a la niña.

 

-¿Escuchaste... eso? - pregunto con dificultad el pelirrojo.

-Ni lo menciones, ya no podré verlos de la misma manera. - respondió el rubio. -Venga vámonos de aquí, hay que cambiar a la niña, y presentarle al resto. - finalizo para encaminarse hacia el pasillo central.

Kidd lo siguió en silencio, la verdad seguía impresionado por lo que escucho y no quería toparse con ellos.

Los presentes desaparecieron, el pasillo se quedo sólo, pero se escuchaba algo, que se iba intensificando con el tiempo, unos gemidos, casi gritos, venían de la habitación.

 

Notas finales:

El detalle del collar, es algo que agrege por la amistad que tengo con mi amiga.

Se que fue un poco raro y mas de Mihawk, pero ella tiene un poco de su personalidad.

Gracias por leer.


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