Superficially famous
Capítulo 4
Abrí mis ojos, sintiendo enseguida un tremendo dolor en todo el cuerpo. Además de mi "ruda" noche, Kai no me había dejado mover y me había terminado quedando dormido sentado, apresado por sus brazos. Me dolía el cuello, la cabeza, la espalda, el trasero, las piernas y los brazos. Me moví con mucha dificultad hasta quedar en una posición más cómoda y que no siguiera contracturándome hasta los dientes. La luz era potente, por lo que supuse que sería cerca del mediodía.
- ¿Te despertaste?- susurró una voz a mi derecha y entonces caí: había dormido y pasado la noche en la misma cama que Kim Jongin. Mi artista favorito desde la adolescencia. La noche anterior había sido una mierda, pero al menos había logrado mi objetivo. Conocerlo. Giré mi cabeza lentamente (la contractura me impedía hacer movimientos muy bruscos), para ver que estaba de espaldas a mí. En algún momento mientras yo dormía él se había despojado de su ropa, quedando sólo con los pantalones. Me aclaré la garganta antes de hablar.
- Sí…- cambió de posición hasta quedar boca arriba y me miró.
- ¿Cómo te llamás?- preguntó con la voz ronca, seguramente se había despertado hacía poco.
- Xiao LuHan- respondí. Se frotó la cara con las manos.
- Soy Kim Jongin… Aunque supongo que eso ya lo sabés- comentó.
- ¿Qué te hace pensar eso?- alcé una ceja y él sonrió.
- Todos y todas las que terminan en una cama conmigo es porque me conocen- explicó, sentándose y quedando de espaldas a mí.
- Yo no quería dormir acá- fruncí el ceño y desvié la mirada.
- ¿Ah no? ¿Y entonces? ¿No me acosté con vos?- se dio vuelta y me miró fijamente.
- ¡No! Claro que no, ¿No notaste que estabas vestido? Hasta las zapatillas tenías puestas…- Alzó una ceja y sonrió de costado. Esa mueca que solía ver en sus sesiones de fotos.
- Yo sí… pero vos estás prácticamente desnudo- me miró de arriba abajo y yo seguí su mirada, recordando que me había dormido con sólo una toalla cubriéndome. Estaba la tela tapándome de suerte hasta la mitad de los muslos. La acomodé para quedar bien protegido por la toalla.
- Eso es porque…
- ¿Cómo llegaste acá? ¿Qué pasó ayer?- exigió saber.
- Me encontraste en una plaza, me empezaste a hablar y, como estabas tan borracho, te ofrecí ayudarte a venir a tu casa. Cuando llegamos me pediste que me quedara y acepté. Te pedí si podía ducharme, y cuando salí… Vine a ver si podía agarrar algo de ropa para poder ir a dormir al sillón. Te pusiste a llorar- frunció el ceño -y me pediste un abrazo. Terminé cediendo y no me dejaste ir. Por eso estoy así acá- respiré hondo por haber hablado tanto y tan rápido en tan poco tiempo.
- Yo no lloro- declaró.
- Ayer lo hiciste. Y parecías un bebé- reí y él frunció el ceño -Incluso me llamaste mamá.- agregué, burlándome. Era divertido bajarle un poco los humos.
- Como sea- cambió de tema -Me voy a bañar- se paró y se fue por la puerta.
***
Quince minutos después volvió a aparecer, con mi ropa en sus brazos y sólo una toalla cubriendo su cadera y parte de sus delgadas piernas. Una vista que nunca creí ver realmente, e intenté grabarla a fuego en mi mente. Era lo más… hermoso que había visto en mi vida. Dejó mi ropa en la cama y se acercó a su armario en silencio. Buscó adentro, sacando un pantalón de gimnasia negro y una remera sin mangas gris claro. Mis ojos se abrieron de golpe y desvié la mirada inmediatamente cuando se sacó la toalla como si nada, quedando desnudo frente a mí. No mires, no mires, no mires, no mires.
- ¿Qué?- preguntó de golpe -¿Te pone nervioso? ¿No tenés lo mismo que yo?
- ¡Claro que sí!- exclamé.
- Ah, ¿Sos gay?- su tono de voz se escuchaba algo burlón. Mentí.
- Sí- mierda. Soltó una carcajada.
- Lo suponía- giré mi cabeza para mirarlo, sorprendido. Ya estaba con el pantalón puesto -Aceptaste sin chistar dormir en la misma cama que un hombre estando semi desnudo. Y encima, según lo que dijiste, dejaste que te abrace hasta que te dormiste- sosteniendo la toalla para que no se cayera, me paré y agarré mi ropa con una mano. Un quejido de dolor salió de mis labios sin poder evitarlo, y caminé lentamente hacia la salida de la habitación.
- ¿Seguro que no hicimos nada?- cuestionó burlón.
- Me voy a cambiar- no pensaba responderle a eso último.
***
En el baño, agarré del bolsillo del pantalón una muñequera de cuero que había guardado ahí la noche anterior antes de bañarme, y me la puse en la muñeca derecha, cubriendo un tatuaje. Decidí usarla siempre desde ese momento, para evitarme alguna vergüenza: el tatuaje era del logo que representaba a Kai. Un triángulo con un círculo en el centro, y adentro de éste habían líneas curvas dando el efecto de que se metían adentro de otro círculo más pequeño y en el centro también. A simple vista parecía un ventilador adentro de un triángulo.
Me puse el bóxer gris, mi pantalón de jean claro ajustado y mi remera negra. Volví a lavarme los dientes con el dedo, y salí del baño con las zapatillas, que Jongin no me había dado y seguían ahí, en mi mano.
Escuché ruido proveniente de la sala, y caminé hasta ahí. Kai estaba sentado en la mesa, con un cigarrillo en la mano y un vaso con mucho hielo y lleno de líquido. Fruncí el ceño, mirando al cigarrillo. No sabía que fumaba, y me parecía muy mal de su parte siendo cantante. Yo mismo fumaba a veces, pero sólo cuando estaba muy alterado. Pero claro que yo no vivía de mi voz y pulmones.
- Fumás- declaré lo obvio.
- No sabía- dijo irónicamente.
- Pero… tu voz- se encogió de hombros.
- Da igual- dio una calada y recordé a Kris fumando mientras me demostraba que yo sólo era una apuesta. Dio un sorbo a su vaso, dejándolo hasta la mitad.
- ¿Qué estás tomando?- pregunté, sentándome enfrente suyo.
- Whisky. ¿Querés?- miré un reloj que colgaba de la pared.
- Son las diez y media de la mañana…- susurré.
- Lo sé, ¿Qué tiene? Siempre tomo esto…- siguió fumando tranquilamente mientras su vaso se iba vaciando -Buscá en la cocina si hay comida… Si tenés suerte tal vez encontrás algo.
Me di cuenta de que ese fin de semana estaba lleno de decepciones. Desde Kris y su apuesta, pasando por Kai, que desde que lo encontré en la plaza me fue decepcionando cada vez más con varios pequeños detalles. El chico que yo creía conocer, que yo idolatraba y hasta había llegado a querer a ser, era alcohólico, egocéntrico, fumaba, se acostaba con cualquiera y era tan… desinteresado de todo. Dolía, dolía más que cualquier dolor físico que sentía en ese momento. Suspiré pesadamente y fui a la cocina.
En la heladera solamente había botellas de alcohol, un huevo y un pedazo de queso viejo. Busqué en las alacenas, para ver un paquete de ramen instantáneo vencido y un frasco con lo que parecía café. Al menos era algo.
Me senté en la mesa con una taza de café con azúcar en mis manos y tomé mi celular que había dejado ahí la noche anterior. Tenía cuatro llamadas perdidas y seis mensajes de texto de Lay. Le mandé uno diciéndole que estaba bien y que iba a volver en un rato.
El silencio nos envolvió cuando terminé de usar mi teléfono y me vi en la necesidad de romperlo.
- ¿Y Garfio?- pregunté, buscando al gato con la mirada. Él me miró con expresión confundida.
- ¿Garfio? ¿Quién es Garfio?- apagó el cigarrillo en un cenicero que tenía al lado y le dio un último sorbo a su vaso. Lo imité, tomando mi café.
- Tu… ¿Gato?- estalló en carcajadas, cubriéndose la boca con la mano.
- ¿Garfio? ¡Es macho! ¡Se llama Wendy!- me atraganté con el café, que había vuelto a saborear y lo miré.
- Ese nombre es de mu…
- ¿De dónde sacaste eso?- preguntó, interrumpiéndome.
- Ayer vos le pediste que te hiciera un café y… le dijiste Garfio- le expliqué con una ceja alzada.
- Imposible. Nunca confundiría el nombre de mi hermoso Wendy- aseguró. Bufé, frotando mi cuello con mi mano -Supongo que está en el balcón. Le gusta pasar tiempo ahí. ¿Te duele el cuello?
- Me duele todo- le corregí -Dormí sentado, contra el respaldo de la cama.
- ¿Necesitás un masaje?- alcé mis cejas, sorprendido. Empezaba a creer que no tenía gestos amables, aunque que no me echara de su casa y me hubiera alcanzado la ropa ya era algo amable de su parte.
- La verdad es que sí- se paró, caminando hasta un mueble que estaba contra una pared. Buscó en un pequeño cajón y volvió con un papel en la mano.
- Es el número de mi masajista. Es muy buena, aunque algo cara- miré la tarjeta, y suspiré. Era obvio que no me estaba ofreciendo darme un masaje.
- Gracias- murmuré.
***
- Lay, ya llegué- dije mientras me adentraba en mi hogar. Me había ido de lo de Kai un rato después de terminar mi café y que él informara que se iba a dormir un rato ya que era domingo y no pensaba hacer nada que implicase esfuerzo alguno. Y yo, aterrado de seguir desilusionándome, salí prácticamente huyendo de su casa, aprovechando que en ese edificio tenían un portero permanentemente en la entrada. Sin avisarle, sin dejarle mensaje alguno. No podía negar que me arrepentía un poco de mi manera de irme, pero necesitaba despejarme: Volver a mi casa, tomar una ducha, dormir una siesta y comer algo preparado por mi mejor amigo. Porque sí, pensaba obligarlo a cocinar algo rico -¿Lay?- me asomé a la sala, viéndolo sentado en la mesa donde solíamos comer, mirando fijamente un paquete de salchichas situado en el centro de ésta.
- Él dijo salchichas y huevos…- fruncí el ceño, confundido.