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El vínculo por -Raiden-

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Notas del capitulo:

Quizas vaya un poco lenta la trama pero en el proximo capítulo las cosas se pondrán... interesantes.

 

Nuestro personajes van a interactuar gracias a este "objeto", jejeje no puedo esperar haber sus reacciones.

 

 

 

 

 

"No sabes lo que es... pasar todos estos años, atrapado entre la pared de la amabilidad... siendo maniatado y aislado... en un oscuro y silencioso mundo en el que solo crece la ira..."

 

Llevaba más de dos horas buscando a la niña. Caminaba con las manos en sus bolsillos, y estaba molesto.

Bien podía haber llamado a sus subordinados para que la trajeran a él, pero si lo hacia su reputación como desalmado se pondría en duda según él. Ya saben el orgullo a más no poder.

 

-Tks... - siguió su camino, buscando con la mirada.

Era la sexta vuelta que daba por el interior de la fábrica y sus subordinados le veían ir venir; incluso uno que otro le preguntaba si necesitaba algo, pero obtenían como respuesta un gruñido acompañando de una obscena palabra.

-Joven Maestro... - dijo Vergo al verlo cuando salió de una habitación.

-¿Dónde está? - pregunto Doflamingo cabreado, casi en un susurro.

El moreno se había llevado a su preciado "objeto" y no estaba muy contento con ese hecho.

-¿Cómo dijo?... - pregunto el pelinegro fingiendo no saber a qué se refería. Aunque no lo hizo muy bien, pues el rubio de inmediato estallo.

-¡¿DÓNDE MIERDA ESTA ALEX-CHAN?! - ya estaba fuera de sí Doflamingo. La paciencia no era una de sus virtudes y empezaba a preocuparse por no tenerla cerca suyo.

-Supongo que... con Marco y Kidd... pero eso usted ya lo sabía ¿no?... - contesto acomodando sus lentes oscuros.

De vez en cuando a Vergo le gustaba picarle por sobre actuar su papel de maniático psicótico, aunque en parte lo era, también tenía en el fondo de su ser algo parecido a un sentimiento de "cariño", pero siempre lo escondía muy bien. Y por lo regular cuando perdía los estribos por una estupidez, significaba que de cierto modo extraño le tenía aprecio.

-Así que quieres jugar, ¿Verdad Vergo? - su enfado se esfumó para sonreír maliciosamente.

"Oh, mierda" ese pensamiento estaba en la mente del moreno al ver esa sonrisa en el rostro de su jefe, no fue buena idea molestarle con eso.

-Tengo trabajo que hacer... - y sin más se alejó a paso rápido de Doflamingo que seguía sonriendo, pero ahora por salir triunfante en esa pequeña discusión.

"Supongo que me olvide de ella por estar con Croco-chan..." El rubio reconoció que ese maldito pelinegro le robaba pensamientos insanos, y esos momentos que tuvo con el eran suficientes para querer hacerlo gemir de placer otra vez.

Se dirigió a su oficina más calmado, pensando en Crocodile e imaginando todas las cosas perversas que haría con él; incluso olvido que estaba buscando a Alexander.

 

-...-...-...-...-

 

Una vez que llegaron a los campos de tiro pidieron a Baby 5, armas de fuego y algunas armas blancas.

Kidd al igual que Marco eran diestros con las navajas y armas de fuego a corta distancia, en especial con el revólver y escuadras.

Kidd también le acomodaban bien los rifles francotiradores, ya que muchos de sus objetivos los asesinaba en movimiento. Cuando Marco asesinaba lo hacía de forma que parecieran más bien "accidentes desafortunados". Ya saben accidentes automovilísticos, romances destructivos, problemas conyugales, algún asalto e incluso suicidio por carga excesiva de estrés.

 

-Vamos a ver... ¿Cuál te gusta más? - pregunto Kidd sonriente a la pequeña viéndola detenidamente.

El arma que escogiera determinaría como se desarrollaría en el campo de batalla y tendría mayor enfoque en esa arma, y también determinaría lo sanguinaria que sería en el futuro.

-Oi, pensé que no querías que ella fuera corrompida por este mundo. - dijo Marco al ver esa extraña sonrisa.

-Bueno... Tampoco quiero que sea débil. No necesito una carga más y la puta vida no es amable con nadie... - contesto el pelirrojo alzando indiferente los hombros.

-Al menos eso si tiene sentido. - dijo el rubio acercándose a la pequeña para ver que arma escogía.

Kidd sólo lo fulminó con la mirada.

La pequeña veía maravillada todas las armas, el olor a metal y pólvora era agradables a su gusto, el brillo de las navajas le atraía de sobré manera y de inmediato tomo la navaja más grande que vio.

El par de hombres sólo sonreían por la elección de la pequeña castaña. El poder manejar una navaja era lo más difícil de aprender y por lo tanto era lo último que aprendía un asesino. Pero también veían un gran potencial ya que sería instruida por el mejor del mundo: Dracule Mihawk.

-Jajaja definitivamente serás la mejor. - sonrió el pelirrojo tomándola por los hombros.

La tierna niña mirándolo sólo sonrió por el gesto de aprobación y la alentadora frase.

Kidd de inmediato la soltó y se ruborizo por el tierno gesto.

Marco soltó una risilla, haciendo que el pelirrojo frunciera el ceño más molesto y más rojo. Tomo una navaja de la mesa y tomo a la niña por el hombro para llamar su atención.

-Cuando uses una navaja, debes sostenerla con fuerza, pero también con delicadeza para cuando sea necesario arrojarla. - explicó el rubio a la niña, que lo veía maravillada.

Marco se volvió hacia la diana que estaba a unos 15 metros y lanzo el plateado metal sin titubear, clavándose profundamente en el rojo centro de esta.

Alexander miraba asombrada la extraordinaria destreza de Marco.

Intento imitarlo pero al lanzarlo ni siquiera llego a la mitad del camino por el peso y largo de este.

Unas fuertes carcajadas se escucharon.

Frunció el ceño molesta mirándolos y las risas de los hombres la encendieron aún más de enojo y frustración.

Estos se detuvieron al verla y la reconfortaron diciéndole que sólo sería cuestión de tiempo y práctica.

Siguieron con las armas de fuego, tomando una 45mm con silenciador.

Kidd les mostró como debía tomarla y la pequeña al sentir su peso necesito que el sostuviera sus delicadas y pequeñas manos.

Lo hizo con un gesto un poco molesto pero al tocar la cálida piel de la niña le gusto tenerla cerca.

El primer disparo hizo un poco de retroceso en el hombro de la niña pero Kidd sostenía el arma firmemente para evitar que se lastimara.

Marco veía conmovido la instrucción, nunca había visto esa faceta del pelirrojo, en verdad quería protegerla de alguna manera.

Recordó como un poco su infancia, y nunca se podría comparar con lo que ella experimentaba en ese momento.

Después de todo... lo que determina quién eres son tus actos, buenos o malos siempre tienes que pagar por ello y a veces lo que más te marca son las consecuencias de estos.

 

-...-...-...-...-

 

Al atardecer se hacía presenté y la hora de la comida se acercaba, pero Crocodile no estaba de humor para ver al mal nacido rubio causante de sus desgracias sentimentales.

Decidió pedirle a su asistente, que le llevará un poco de café a su habitación. Por lo menos la cafeína lo calmaría un poco. Tenía la paciencia en su límite y a dolorido todo el cuerpo sobre todo su lindo trasero.

 

-...-...-...-...-

 

 

Coby término con el laboratorio y el cuarto de Alexander en tiempo récord. La sangre de la almohada la quitaría con un poderoso desinfectante en la lavandería pero todo los demás quedo reluciente.

Estaba muy concentrado en su labor que ni siquiera le pareció asqueroso la blanquecina esencia del piso del laboratorio. Sus pensamientos estaban en la ligera molestia de su mandíbula.

Recordaba cada palabra dicha por su intimidante atacante, cada movimiento en su tierna boca, cada sensación: desde el calor, la dureza, el salado sabor, hasta la rudeza de la mano en su cabello.

Sentía un profundo escalofrío, una horrible sensación recorrer su cuerpo, cada vez que una de esas cosas venía a su mente.

Lo único bueno era que su trabajo terminaba ese mismo día y volvería a su hogar esa noche, cuando varios de los subordinados de su jefe fueran por más provisiones para la fábrica.

Caminaba rápido, pero a diferencia de la mañana veía perfectamente por donde pisaba para no tropezar de nuevo, hasta ese simple acto hacia que recordara todo nítidamente.

Toco la puerta de la oficina donde se encontraría con su jefe y su última paga del mes.

Monet abrió la puerta dejando pasar al pelirosa. Ella lo vio un poco raro, y hasta cierto punto... desesperado. Salió para dejar a su jefe y al joven solos.

 

-Bueno Coby-chan... - dijo sentado en su hermosa silla de piel. - Al parecer ya tienes lo suficiente para poder realizar ese sueño tuyo ¿no? - afirmo sonriente el enorme rubio lo cual intimido un poco al pelirosa.

-Bu... Bueno si... Con lo... que me pague... Tendré lo suficiente... - dijo bastante temeroso el mencionado.

Lo que el soñaba y quería con desesperación, era bastante peligroso. Quería en listarse en el ejército y ser como el Coronel Smoker. Un valiente soldado al servicio de su amado pueblo, al cual quería con devoción. No estaba seguro que tanto sabía su jefe de su sueño, pero estaba claro que lo había ayudado por alguna razón. El nunca le comento nada en concreto sólo le dijo que necesitaba ganarse un poco de dinero, para llegar a ser como su mítico héroe sin decir su nombre y profesión claro.

Quizás meterse con la mafia no fue buena idea, pero al ser un joven con la escuela a medio terminar por la pérdida de su madre a causa de una rara enfermedad, y su padre muriendo en el cumplimiento de su deber, no tenía a nadie más y pues hizo lo más desesperado, pedir trabajo en la enorme organización criminal.

No era la mejor de las ideas, pero el pago bien valía la pena. Tendría dinero para llegar al cuartel general y saldar los gastos del viaje, junto con los exámenes médicos y académicos que tendría que presentar para ingresar en la milicia.

-Sabes... - empezó a relatar el rubio parándose de su asiento. - Todavía necesito de tus servicios. - se acercó al joven que estaba de pie frente al escritorio. - Me gustaría que te quedarás un mes más. Te pagaría el doble y no tendrías que irte limitado con el dinero. - ahora estaba frente a él sonriendo de forma extraña viendo una marca rojiza en la mejilla del chico.

-No... No tiene que preocuparse... Tengo todo el dinero que necesito... - trato de caminar hacia atrás pero se dio cuenta que el escritorio le cerró el paso.

"¿En qué momento me acorralo?" pensó Coby aterrado al verse entre la espada y la pared. Literalmente.

-Creo que no lo entiendes. - dijo Doflamingo posando ambas manos en el escritorio para terminar de acorralarlo. -Se que quieres unirte al ejército y eso no me conviene de ninguna manera. Sin embargo he decido darte un lugar definitivo aquí en la organización criminal. - soltó divertido al ver la cara de terror del joven.

Su rostro estaba peligrosamente cerca de la cara sonrojada de Coby, y sin previo aviso sintió una mano tocando su mejilla tomándolo como hizo su acosador.

-No... yo... no...  - contesto sollozando por el dolor de su mejilla con ese agarre y perdiéndose en los horribles sucesos de su previo trauma.

-Escucha... Te daré un mes más para que lo pienses. No es tan malo estar en el "bando correcto" y la verdad es que me agradas, sobre todo tu hermoso cabello rosa me gusta. - comento el rubio al apartar su mano de su rostro y despeinar ligeramente su rosado cabello.

-sniff... si... si señor... lo-lo pensare... - dijo el joven terminando de limpiar su rostro con sus manos.

-Fufufufu, así me gusta Coby-chan. - rió apartándose para dejarlo salir de esa amenazadora situación.

El joven pelirosa empezó a caminar hacia la puerta, pero cuando tomo la perilla, el rubio le pregunto.

-Dime... ¿Quién se ha divertido contigo, Coby-chan? - su mirada a pesar de ser oculta por sus extrañas gafas se sentía intensa y pesada.

-na-nadie... - soltó nervioso y salió de la oficina rápidamente.

 

-...-...-...-...-

 

 

Todo el comedor estaba ahora abarrotado de gente, donde se servía la deliciosa comida que el rubio cocinero había preparado. Un verdadero mangar, era una palabra corta con la gran variedad.

Todos animados comiendo como si fueran una gran familia, lo cual era más común cuando sus jefes no estaban ahí y la razón por la que no estaban presentes, es que había tenido una reunión sobre los ataques a una de las fábricas de anfetaminas más grandes del mercado que ellos controlaban.

Todos los subordinados reían y bebían, era uno de los pocos momentos donde se podían relajar, y más teniendo en cuenta que la actividad se pondría pesada dentro de pocos meses. Kidd junto con Marco y Alexander, entraron a la cocina para también satisfacer esa necesidad tan básica haciendo caso omiso del ruido presente de los demás.

 

-...-...-...-...-

 

La junta en sí, sólo era una plática de dos hombres en una pequeña biblioteca, o eso parecía por la cantidad de libros adornando todas las paredes del cuarto.

-Que tengan buen provecho. - dijo Sanji al dejar la bandeja de comida en la mesa de la habitación.

-Gracias Sanji-chan. Fufufufu. - río encantado Doflamingo al percibir el delicioso aroma de la comida.

-Kuroashi. - solamente dijo su nombre Mihawk viéndolo fríamente.

Esto sólo sonrió y salió de la habitación para limpiar la cocina que seguramente estaría echa un desastre por los animales que comían en ella.

-¿Qué paso? - pregunto el rubio al espadachín empezando a probar la deliciosa comida.

-La carga de esta semana no saldrá, por un operativo militar en la fábrica del norte. - contesto serio mirando como devoraba con gusto el filete que le habían traído.

El rubio sólo subió la vista pero continúo comiendo como si no le importara mucho. Y Mihawk continúo.

-Fue justo cuando la estaban empacando, y todo fue decomisado. - haciendo referencia de que era demasiada casualidad para ser un operativo sorpresa. - Y ¿Crocodile? - pregunto al no ver al pelinegro de la cicatriz.

Esto hizo que Donquixote tragara el delicioso bocado y sonriera de forma macabra.

-Así que por fin sucedió... - suspiro el espadachín empezando a tomar un poco de vino de la copa que el cocinero le había traído.

-Efectivamente... ¿Quieres probar conmigo tu también? - la connotación sexual estaba implícita en esa pregunta.

-Cuida tus palabras. - dijo el pelinegro dejando la copa en la mesa, frunciendo el ceño más que cabreado.

-Oi, Oi, no están malo como parece. De hecho es bastante placentero y si quieres puedes estar arriba un rato. Fufufufu. - jodido rubio pervertido, sólo reía por la cara de enojo del otro. Predecía que Dracule Mihawk era el dominante en cualquier aspecto de su vida o en la de otros, así que era muy divertido molestarlo con sus insinuaciones sexuales.

-Tus estúpidos juegos no me interesan, así que… deja de reír, que esto es serio. - no había rastro de enojo, sólo el frío semblante del espadachín cruel y sanguinario que era.

-Fufufufu, de acuerdo, de acuerdo. -río por último y de inmediato hablo serio. -Lo de la fábrica si fue bastante inusual, pero no creo en las casualidades y eso me hace pensar que hay "alguien" pasando la información. - al igual de Mihawk, Doflamingo dedujo lo más obvio, un asqueroso topo.

-Debemos hacer los movimientos con más cuidado. - concluyo el pelinegro.

-No hay de qué preocuparse sólo pondremos el cebo y la maldita rata saldrá a la luz. - sonrió ampliamente el rubio.

No se dijo más del asunto, pues era obvio que Vergo se ocuparía de la estúpida persona que les quería arruinar el negocio. Nadie se mete con la mafia y sale bien librado.

 

 

-...-...-...-...-...

 

El anochecer caía dejando ver los últimos rayos de sol descendiendo por el horizonte, el cielo coloreado de naranja y rojo una combinación hermosa. Sanji que había terminado de limpiar la cocina y el comedor, estaba cerca de la playa viendo como varios hombres cargaban el elegante bote para traer provisiones a la maltrecha fábrica.

Saco un cigarrillo de su cajetilla casi vacía.

-Tks... - se molesto porque sólo le quedaban 3 míseros cigarros y tendría que esperar hasta mañana en la tarde a que llegarán los idiotas esos con todas las cosas incluido sus necesitados tabacos.

Lo encendió y la gran calada que dio fue suficiente para que se relajará un poco.

-No deberías fumar. Es malo para la salud. - el tono serio le dijo que quien se trataba.

-Mihawk, ¿Desde cuándo te preocupa mi salud? - dijo sin voltear a ver al hombre que ahora se colocaba a su lado.

-Desde siempre. No me gustaría verte como el viejo de Zeff. - el tampoco lo miraba, veía el hermoso anochecer que ahora estaba sobre ellos.

-¡Oh! ¿En serio? - su tono fue bastante sarcástico y eso no le agrado al pelinegro.

Tomo al rubio por el brazo haciendo que el cigarrillo cayera de su mano.

-¡No me vengas con eso maldito mocoso! Sabes que Zeff es un gran amigo mío y por lo tanto tú también eres importante para mí. - su miraba a pesar de ser fría nunca reflejaba mentira y siempre tenía presente la amistad de por medio, aunque nunca dijera nada.

-...- Sanji estaba mudo, no sabía cómo reaccionar, y un rubor alcanzo sus mejillas. El en un principio cuando era un niño, conoció a Mihawk y le atrajo de inmediato. A pesar de tener novias y alguno que otro novio siempre tuvo un amor platónico con el pelinegro, y el hecho que le dijera que no estaba destinado a estar con Vivi y la ahora revelación de que era importante para el paralizaba sus sentidos y aceleraba su corazón.

Lentamente se aceró a los labios del rudo y atractivo espadachín, esperando que el otro viera sus sentimientos acumulados hace años en la laguna de su corazón.

Mihawk no se movió, y no soltó su agarre, pero los cálidos y delicados labios que ahora se movían en su boca hicieron que correspondiera el beso de forma atrevida, colando su experta lengua dentro de la boca de Sanji.

El rubio jadeo en el beso y eso hizo que el pelinegro lo apartara delicadamente.

"¿Acaso no siente lo mismo que yo?" Se pregunto Sanji al ver el molesto semblante del espadachín.

-Kuroashi, no sé que es lo que estás viendo en mí, pero yo no te veo de esa forma. - dijo molesto por su actitud de corresponder ese beso.

-Tú siempre fuiste admirado por mí. No lo sabias... - dijo también molesto, no podía creer que el pelinegro no viera sus sentimientos. -Desde que te conocí sentí una gran admiración por ti y luego me enamore... de ti. - se confesó soltándose del agarre del espadachín. Tenía que ocultar su avergonzada mirada, nunca pensó que le diría lo más profundo y delicado de todo su ser.

-Mal interpretaste mis intenciones, yo siempre te he visto como un hijo al cual proteger. - el tono serio del pelinegro se volvió frío dejando en claro que lo del beso fue un desliz y jamás lo vería como algo más.

-Así que es eso... - contesto en un susurro Sanji. La desilusión, tristeza y enojo se mezclaban en su interior, evaporando el agua dulce de su corazón. Se sentía tan estúpido, por imaginar algo más allá de lo nunca tuvo a su alcance. Una lágrima se deslizó por su mejilla y fue cuando todo su corazón se quedo vacío, no había más agua cristalina, sólo una seca sensación.

Dracule Mihawk lo observaba sin decir nada más. En parte fue culpa suya por corresponder ese incitante beso, no dejaría que las cosas se complicaran aún más.

Cuando vio el cristalino líquido recorrer su mejilla, se apartó de su lado, si destrozar su corazón era la única forma de protegerlo... así sería.

Camino hacia el interior de la fábrica dejando al rubio con su dolor, quizás nunca lo perdone o tal vez lo odie, pero cuidaría de él como siempre lo hizo, en la oscura y fría distancia.

Sanji sólo limpió esa única lágrima y encendió otro cigarrillo esperando que el humo inundara sus pulmones, y soltarlo lentamente a través de sus labios. Miraba las estrellas deseando que el dolor desapareciera pronto y que el destino dejara de jugarle malas pasadas.

 

-...-...-...-...-

 

 

Todos se dirigían a sus respectivos dormitorios, algunos más a sus puestos de vigilancia y otros tantos no podían conciliar el sueño.

-Bueno... Tengo que hacer guardia esta noche. Nos vemos mañana Alexander. - dijo Marco despeinando su cabello bajando varios mechones hacia su frente.

La pequeña sólo bajo la cara y se sonrojo por la cálida mano es su cabeza, no quería que Marco se fuera, pero al escuchar que mañana también estaría con ella se puso feliz.

-Vamos que tú tienes que dormir. Mañana empezara el verdadero infierno. - dijo Kidd sonriendo torcidamente, la verdad su intención era espantar a la pequeña, ya que mañana no sería tan suave con ella. Kidd es un firme creyente de aprender en la marcha, y le llevaría al límite para que fuera la mejor.

El pelirrojo empezó a caminar hacia el cuarto de la niña, pero Alexander seguía parada con la vista agachada, esto extraño a Marco y se arrodilló hasta su altura tratando de entender que tenía.

Le iba a preguntar que le sucedía pero al abrazo que sintió fue más que suficiente para comprender que la pequeña estaba feliz. Sonrió por el tierno abrazo y lo correspondió de forma protectora, esa niña sí que era toda una pieza, no podía imaginarla haciendo daño a los demás.

-Coff... Coff... - interrumpió Kidd al ver ese abrazo tan... cariñoso.

-¿Acaso tienes celos Kidd? - pregunto el rubio al apartarse de la niña, dejando que volviera con el pelirrojo.

-¿Acaso vez que me importé? - respondió con otra pregunta, pero dejo en claro que estaba un... poco celoso.

Marco se fue riendo por la actitud infantil de Kidd, ese idiota no reconocería el cariño aunque le saltara encima.

Alexander camino hacia el pálido hombre y lo miro con su violeta mirada. Aún tenía el sonrojo en sus mejillas y Kidd pudo notar nuevamente como se preocupaba por ella.

Le extendió la mano para irse a su cuarto y ella la tomo sonriente.

-Eustass Kid... - dijo la pequeña por lo bajó.

-¿Qué?- no era muy delicado con su tono de voz.

-¿Puedes dormir conmigo? - pregunto inocentemente.

-...- el pelirrojo se quedo con la boca abierta y rojo por la pregunta de ella, y es que el muy pervertido se imaginó que le estaba invitando hacer otra cosa.

-Eustass Kidd - volvió a llamarlo pero este estaba en shock y caminado por inercia hacia el cuarto. -No quiero dormir sola por favor... Duerme conmigo... - suplicó ahora deteniéndose mirando al sonrojado pelirrojo.

-No necesitas pedirle eso. - hablo enojada la voz que ahora se encontraba detrás de ella.

-Vergo-san. - dijo feliz por ver al moreno con las gafas oscuras.

-¡Oi, Oi, me pido a mi dormir con ella, así que... Piérdete! - dijo Kidd bastante cabreado saliendo inmediatamente de ese patético estado, pasando a la niña detrás de él.

-Te recuerdo que soy tu superior. - ahora el moreno se acercó demasiado a Kidd tronando su cuello con un intimidante movimiento con su cabeza.

-Y yo que te recuerdo que Joker me pidió entrenarla, no soy un puto trapo como tú. - dijo sonriendo macabramente mientras tronaba sus nudillos anticipándose a la inevitable pelea.

Los ánimos en verdad se estaban caldeando y todo por la inocente propuesta de una pequeña niña.

-Kuajajaja. Esto tiene que ser una broma. - la risa del tercero en escena hizo que los hombres voltearan a verlo bastantes cabreados.

-Señor Crocodile. - sonrió la pequeña al salir detrás del pelirrojo.

-Alexander. Ven acá. Vamos a dormir. - ordeño a la niña que de inmediato corro hacia el más alegre que antes. - Y ustedes, si quieren perder el tiempo no es asuntó mío, pero ni se les ocurra tocar a la maldita niña. - amenazo bastante serio y se fue hacia el cuarto de la pequeña con ella tomada de su mano.

Los dos hombres se fulminaron con la mirada y se fueron en direcciones contrarias.

Crocodile no se preocupaba en lo más mínimo por la pequeña, se estaba consiguiendo un seguro, para cuando el rubio fuera a buscarlo, porque él no iría a su cuarto ni aunque su vida dependiera de ello. Estando con ella, cuidaría sus interés financieros y su lindo trasero; mataría dos pájaros de un tiro, y lo mejor es que el rubio jamás imaginaria que estaría con ella.

Entraron al cuarto y metió llave para que nadie más entrara.

Suspiro un poco aliviado porque no tendría que ver al rubio hasta mañana. Guardo la llave en su pantalón y se sentó en uno de los bancos, saco un puro y lo encendió para relajarse aún más.

La niña se quitó sus deportivas blancas y se sentó en el otro banco frente al pelinegro.

-¿Qué pasa? Vete a dormir de una buena vez. - contesto exhalando el humo del tabaco en la cara de la pequeña.

Esta tosió un poco por el amargo aroma y aparto el resto con la mano. Después de alejar todo el humo y de que Crocodile dejara de reír por incomodar a la niña ella pregunto.

-¿Vamos a dormir los tres juntos? - pregunto volteando hacia el baño, donde la puerta estaba cerrada.

-¿Qué... Que dijiste? - tartamudeo observando como la niña caminaba hacia la puerta del baño.

La niña tomo la perilla y abrió lentamente la puerta.

-Fufufufufufu.

 

 

-...-...-...-...-

 

 

El tono de la línea telefónica sonaba por tercera vez y la llamada entro.

-El código es "mugiwara" - dijo sería la voz antes de que contestaran.

La línea pareció pasar a otra extensión donde alguien tomo la llamada.

-¿Qué sucede?- pregunto animadamente la persona al otro lado del teléfono.

-Quiero hablar con Shanks. - pidió bastante enojada la voz.

-¡Oh! Nena estas suuuuuppeerr enojada, ¿Va todo bien? ¿Te descubrieron? - ahora estaba preocupado por su tono de voz, ella casi nunca estaba enojada.

-Franky, necesito hablar con Shanks ahora. - estabas más enojada que antes y escuchaba como estrujaba el teléfono en sus manos.

-Lo siento Robin, fue a ver a Zoro al hospital. - contesto preocupado, después de todo era amigo suyo.

-Pues dile que no vuelva pedirme información si va poner riesgo a uno de nuestro "nakamas" - eso era una amenaza y una advertencia para que no le hablará en una buena temporada.

-¿Quieres decir que ese imbécil lo sabía? - pregunto cabreado el tal Franky ahora por la tremenda revelación.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Cualquier cosa estoy para servirles.


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