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El vínculo por -Raiden-

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Notas del capitulo:

Este capítulo esta mas enfocado a Zoro y Sanji pero no se desanimen, el lemon vendra en el siguiente capítulo.

 

El "objeto" hara de la suyas nuevamente. jejeje.

 

 

 

 

"Hay algo tan humano... en hallar placer...en la muerte de otro ser humano"

 

Esa mañana se sentía peor de lo se veía. Era de reconocer que casi la palmaba por la horrenda herida que le hicieron, pero eso no se compararía con la cicatriz que le quería, dándole un recordatorio de su derrota cada día de su miserable vida.

Se sentó en esa limpia y cómoda cama de hospital, sintiendo el dolor recorrerlo. Se arranco el catéter de su brazo y succiono con sus labios la poca sangre que salía de la herida. Exhalo para calmar un poco el ardor, y con eso pudo poner los pies en el frío suelo.

Se incorporó con una cara bastante cansada y haciendo una mueca de incomodidad. El caminar incluso le daba un terrible punzada con cada lento pasó que daba hacia el maldito baño del cuarto.

Cuando por fin pudo llegar al lavabo de este, estaba sudando bastante, incluso ese esfuerzo fue más que todo el entrenamiento al que se sometía diariamente.

Abrió el grifo para dejar correr el agua y veía las vendas en todo su torso.

Zoro negó con la cabeza al ver esa imagen reflejada en el espejo. ¿Cómo es que había perdido?, siempre entrenaba noche y día para cuando llegara ese día y había perdido.

"Maldición... Tengo que volverme más fuerte" repetía en su mente, mojando sus manos y llevando un poco de agua a su cara.

Suspiro al sentir el frío líquido en su rostro y recordó lo que pasó ayer cuando Ace fue a verle.

Flash Back

Ya estaba empezando a dormitar cuando nuevamente alguien entro en su cuarto importándole poco tocar antes de entrar.

-¡Mal nacido! ¡Te advertí que si le hacías daño a Luffy te mataría yo mismo! - entro gritando Ace pero no molesto, loco de ira, ira que pronto sería desatada con el peliverde, importándole poco si estaba tendido en la cama malherido.

-Pues hazlo rápido... - dijo tranquilo Zoro, viendo como se acercaba.

El pecoso se puso al lado de su cama viéndolo con odio y alzó su puño dispuesto a cumplir esa promesa de matarlo a golpes.

-¡Soldado! - grito una voz en la puerta del cuarto. - ¿Acaso es tan poco hombre como para atacar a alguien que no puede defenderse? - siguió entrenando por completo en la habitación.

Ace al escuchar la voz y el jodido comentario detuvo su mano y dio un paso hacia atrás, poniéndose en posición de firmes. Su cara estaba roja por el odio que estaba conteniendo por el comentario y la frustración de no poder golpear al peliverde. El que lo había interrumpido lo miro de reojo y después miro al paciente.

-Capitán Roronoa... - hablo con voz seria viendo su deplorable estado.

-Coronel Smoker... - contesto al oír su nombre.

-Será suspendido de sus actividades por una semana. No quiero verlo vagando por la sede del gobierno. ¿Entendió? - sentencio Smoker sin moverse.

-Básicamente vacaciones forzadas... - bufó el peliverde molesto por la horrible idea de permanecer en cama por una semana.

-Tómatelo como quieras, pero si te veo por allá, no sólo será una suspensión. - siguió pero más molesto porque Zoro no se lo tomaba en serio.

-Sí, si ya entendí nada de aparecerme por el cuartel. ¿Algo más? - dijo hastiado al ver que Smoker seguía parado delante de la cama con esa expresión tan sería como siempre.

-No vuelvas hacerte el héroe. El hecho de que Shanks te hubiera avisado de "Ojos de halcón" no era para que fueras tú sólo. - dijo serio el peligris.

-Ese es un asunto entre Shanks y yo. - dijo Zoro molesto porque eso mismo le había dicho el pelirrojo.

-Ahora es un asunto de máxima prioridad gracias a ti. - dijo el peligris para caminar hacia la puerta.

Su estúpida actitud y sus acciones imprudentes casi le costaban la vida y desencadenaba consecuencias más que desagradables para el ejército. Maldita necedad de Zoro de ponerse en peligro, Luffy tenía razón, tenía una extraña tendencia por la violencia.

Smoker salió de la habitación para dejar solos a los jóvenes, que tenían que resolver cierto problema.

-No creas que saldrás limpio de esta. - dijo el pelinegro con tono amenazador, empezando a caminar hacia la puerta.

-Para que lo sepas, el termino conmigo y es lo bastante grandesito para poder tomar sus propias decisiones. - respondió el peliverde por el intento de provocación de Ace.

-Me importa una mierda. Si te veo cerca de Luffy. Te quitare el poco orgullo que te queda. - se detuvo para verlo con esa mirada que más que intimidar, provocaba una sensación de ser asesinado en un instante.

Zoro sólo sostuvo la mirada hasta que Ace salió de la habitación.

-Maldición... - susurro el peliverde una vez que volvió a estar sólo. El mal nacido de Ace pisoteo su poco orgullo.

Ahora todo mundo sabía de su condición y el castigo que estaba sufriendo no se comparaba con lo que le dirían sus superiores. Había metido la pata hasta el fondo, era hora de pagar las consecuencias.

Fin del Flash Back.

No pensaba pasar el resto de la semana ahí ni de coñá, aunque lo sedarán encontraría la forma de escapar.

Salió del baño con un poco más de confianza cuando el dolor era mitigado por sus puños cerrados. Busco su uniforme, encontrándolo en el sillón al lado del su cama, pero estaba sucio de su propia sangre y tenía el gran corte que le hicieron.

Chasqueo la lengua y tomo el pantalón que era lo que menos tenía del rojizo color. A pesar de ser verde militar se notaba un poco si lo veías detenidamente.

Se puso con un gran esfuerzo sus negras botas, porque el simple hecho de doblar el cuerpo causa un ardor indescriptible.

Sólo faltaba cubrir las vendas que estaban en su trabajado y ahora marcado cuerpo por la herida.

Opto por ponerse la camisa abierta y así cubrir parte del vendaje. Estaba apunto de salir de la habitación cuando escucho como llamaban a la puerta. Se tensó un poco, porque pensó que se trataba de alguna molesta enfermera que vendría a revisarlo o peor aún, que se tratase del mismo Trafalgar que venía a ver como seguía. Si el joven médico lo encontraba así, a punto de salir, seguramente lo mataría ahí mismo sin dudarlo.

Después de un momento de reflexión hablo con molestia.

-Pase. - dijo Zoro viendo a la puerta para ver cuál sería su destino.

-¿Pensabas marcharte ya? - pregunto preocupado al verle vestido.

Zoro se sorprendió al ver que se trataba de Shanks, y le sonrió.

-Pues la verdad si, esto de quedarme en cama no me va. - dijo más relajado al ver que el pelirrojo también le sonreía.

-A nadie que le gusté meterse en problemas le queda eso. - contesto animadamente Shanks.

-Pero lo que si me va es una maldita cerveza bien fría. - sugirió el peliverde para poder hablar con más calma con su amigo.

-Pues vamos, no quiero que te pierdas y después tenga que verte atado a la cama porque te atraparon. - contesto Shanks formando una sonrisa burlona, haciendo que Zoro sólo lo fulminara con la mirada.

Les costó bastante trabajó salir de ahí sin que nadie los viera. Por la habilidad de Zoro de desaparecer en el momento justo o más bien perderse.

Cuando por fin llegado al estacionamiento subieron al auto de Shanks y se fueron a un bar bastante alejado donde nadie los buscarían y reconocieran.

 

 

-...-...-...-...-...

 

 

El sol despertaba a Kidd de la forma más molesta. Calentado su blanca piel hasta ponerla casi roja.

Con un gruñido se giró un poco para quitarse del molesto rayo radiante de calor.

Seguía con los ojos cerrados e inhalo un delicioso aroma dulce, un aroma a chocolate, un aroma que siempre le había gustado. Sonrió un poco por ese exquisito aroma y hundió más su cara en lo que tuviera ese olor tan agradable.

Sintió la suave tela con su nariz y se froto con lo que era un calor ajeno a él.

Parecía un tierno gatito pidiendo que le frotaran la barriga.

Siguió así durante unos minutos, hasta que su mente hizo cortocircuito para recordarle que esa noche se había ido a dormir a su habitación solo y además que había puesto llave para que nadie lo molestara.

Abrió los ojos de golpe y dio un tremendo salto cuando vio pequeño bulto junto a él. Era la jodida mocosa que estaba dormida junto el, y tenía sangre seca en una de sus manos.

¿Cómo había llegado a ahí y cuando? Ni siquiera Kidd sabía eso.

Empezó a verla ahora más calmado cuando se percató que ella dormía profundamente. Volvió a oler ese exquisito aroma, y empezó a excitarse.

"¡¿Pero qué mierda?!" maldijo mentalmente al sentir ese calor en su cuerpo. El siempre dormía sólo con sus ajustados bóxers y dejaba ver su trabajado cuerpo. Su miembro empezaba a despertarse y fue cuando la niña empezó abrir sus ojos para mostrar su violeta color.

-¿Qué pasa Eustass Kidd? - pregunto adormilada frotando sus ojos tiernamente.

-¿Cómo llegaste aquí? - pregunto Kidd con la respiración acelerada.

-Entre por la ventana... - respondió un poco apenada porque el pelirrojo no se veía nada feliz.

Y es que era para menos, estaba excitado, y eso no lo hacía feliz porque no era un puto pedófilo.

Kidd se paró de la cama dejando ver esa excitación entre sus piernas, apretada por la única prenda de ropa que traía puesta.

Camino al baño con una cara bastante enojaba o eso aparentaba, no le iba hacer nada a la niña, primero se ocuparía del asunto en su entrepierna y después le preguntaría a la niña que había pasado.

Alexander veía como se alejaba lentamente hacia el baño como si le doliera algo, ladeo su cabeza analizando cada movimiento, eso lo había visto ayer.

-¿Kidd? Despierta... No quiero tirar la puerta de nuevo. - se escucho una voz muy conocida para la niña del otro lado de la puerta.

Sin dudar fue abrirla para ver al agraciado y masculino rubio.

Abrió la puerta y le saludo con esa hermosa sonrisa de siempre. Marco que se quedo con la boca abierta y mirándola con los ojos bien abiertos no salía de ese estado tan patético. Parecía que le daría un paro cardíaco en ese momento porque ni siquiera respiraba, y era para entenderlo pues la niña sólo llevaba una camisa grande de manga larga negra cubriendo su pequeño y desnudo cuerpo, además de una nueva herida en su mano.

Ni siquiera el rubio se percató que sus heridas previas habían desaparecido.

-Alexander, ¿Dónde estás? - pregunto el pelirrojo al salir del baño, totalmente mojado con una diminuta toalla en su cintura, no dejando nada a la imaginación y otra más es su roja cabellera secándola delicadamente, bueno porque a Kidd le gustaba verse bien.

-Eustass Kidd... - susurro molesto Marco al verlo así.

"¡¿Acaso el muy bastardo..." pensó con una ira, y apretaba los dientes. Sus ojos se mantenías cerrados y una vena estaba a punto de estallar en su frente. Marco de verdad que tenía el don de la paciencia, pero había un límite y ver a la niña así era algo que no toleraba por más paciencia que tuviera.

Kidd al ver al rubio junto a la puerta con la niña como estaba supuso que Marco pensó lo peor y de inmediato empezó a gritar cosas incomprensibles agitando los brazos y más rojo que su cabello.

La pequeña veía como los dos hombres empezaban a discutir y se daban uno que otro golpe, no entendía el enojo de Marco ni de Kidd, pero lo único que sabía era que tenía un hambre voraz.

 

Después de varios golpes, un vendaje en la mano de la pequeña, un delicioso desayuno, unas explicaciones sin sentido según Marco, unas prendas de ropa decentementes y uno que otro insulto por parte de Kidd, empezó el verdadero entrenamiento.

Y como digo Kidd, era un infierno, la traía haciendo ejercicio, pero no era para nada sencillo. Le estaba dando caña, nivel: no podrás caminar al final del día. Y no del modo pervertido, la ponía a correr alrededor de la isla con una barra de metal en sus hombros y una cadena en su cintura jalando lo que era una piedra, pero no una pequeña, una de las más grandes que encontró. Después de eso, la enseñaba como debía armar de desarmar a un oponente, aunque este fuera 3 veces su tamaño, si lo hacía usando los principios de la mecánica corporal no habría problema. Algunos ataques cuerpo a cuerpo fueron suficientes para que la pequeña entendiera el principio básico de la movilidad del cuerpo. Con cada instrucción que le daba Kidd a Alexander está lo hacía bastante bien para ser su primer intento, y conforme más lo hacían mejor y más rápido era el movimiento.

Cuando tuvieron que ir con Baby 5 para la instrucción de tiro la sorprendió, porque parecía que ya lo había hecho antes. El pelirrojo le había dicho como sostenerla e incluso había practicado un poco antes de que ella legará.

En más de una ocasión Doflamingo y Mihawk se acercaba para ver cómo iba el progreso de la niña. Ella sólo le sonreía al pelinegro y se sonrojaba violentamente cuando su creador le acariciaba su cabellera ahora despeinada por las constantes actividades.

Kidd no miraba al rubio por los sonidos de aquella vez en la sala de experimentación, y trataba de no provocar a su pervertido jefe, incluso a él le sugería cosas bastantes subiditas de tono.

Durante todo el día se la pasaron entrenando, aunque Marco se había ido en la mañana, por un "asunto pendiente" regreso a tiempo para la cena.

 

 

-...-...-...-...-...-

 

 

-¿Cómo va la investigación? - pregunto Crocodile con eso tono tan frío como siempre.

-Shororororo. Tan bien como puede esperarse. La sangre del sujeto de prueba es lo más... interesante de todo. - contesto el loco científico desde la línea telefónica.

-¿Qué es lo quieres decir? - pregunto confundido, exhalando el espeso humo por su boca con el celular en su mano.

-Su sangre crea un ajuste hormonal haciendo que con quien tenga contacto sufra un estado... de excitación temporal. - dijo como si nada en tono bastante indiferente.

-¡¿QUÉ?! - se escucho un horrendo grito haciendo que Caesar soltara el teléfono y recogiéndolo torpemente por ahora hacer enojar a uno de sus jefes.

Incluso afuera de su oficina Nico Robin dio un pequeño salto en su silla. Tenía que saber que había puesto de mal humor a su jefe.

Lentamente, coloco un auricular en su oído tapando este con su largo cabello negro, encendió el dispositivo, que era un micrófono oculto y escuchaba perfectamente la voz de su jefe del como si estuviera sentada junto a él.

Y con la mejor tecnología que Franky le proporcionaba era de esperar que siempre se enterara de todos los movimientos que harían salidos de los labios de su jefe.

Fingía perfectamente bien, no por nada era la "Niña Demonio", esta se infiltraba en las organizaciones criminales potencialmente peligrosas, para poder acabar con ellas desde el núcleo. La serpiente no puede moverse una vez que le cortas la cabeza, y su máxima prioridad era informal de la apariencia de esta gran serpiente venenosa: Donquixote Doflamingo.

Pero claro ella no era estúpida, y nunca descuidaba cada movimiento suyo. Siempre esperaba que la información fuera 100% confiable para poder transmitirla.

La voz de Crocodile se volvió a escuchar.

-¡¿Y desde cuando sabías eso?! - dijo molesto Crocodile golpeando su elegante escritorio con la mano cerrada en un puño.

-Desde la última toma de sangre que fue hace un día y medio... - contesto rápidamente el idiota científico para ocultar su temor.

-¿Hay algo más que no me hayas informado? - siguió con el interrogatorio o más bien tortura para Caesar Clown.

-Bu... Bueno sus células impiden que cualquier microorganismo invada su sistema y lo último que descubrí fue también crean una regeneración celular casi inmediata a cualquier herida sufrida, tardando como mínimo un día en sanar completamente. - seguía hablando el científico rápido pero fluido para que no se molestara más.

-Así que la "Fruta del diablo" es altamente efectiva, aunque más del 95% de los sujetos no la soporte. - concluyo el pelinegro, a lo que el pálido científico sólo afirmo por el otro lado de la línea.

-¿Ya lo saben Doflamingo y Mihawk? - tenía que asegurarse de que la información no se filtrara a sus empleados por cuestiones de seguridad.

-Aún no... - murmuro Caesar.  

-De acuerdo... yo les informare, pero quiero un informe detallado de toda la maldita investigación, en mi escritorio mañana en la mañana. ¿Está claro? - amenazo el pelinegro para colgar de inmediato sin dejar que el otro le confirmase nada.

No podía soportar la incompetencia de sus subordinados o más bien de los subordinados de sus "socios", eran peor que un dolor en el trasero y el sabía de eso porque nuevamente fue... bueno ya se imaginarán.

Suspiró cansado y se relajo en su cómoda silla. Se sentía un poco más tranquilo, a pesar de que toda la maldita noche anterior estuvo más que movidita.

Se sonrojo recordando como el rubio lo hacía nuevamente suyo, y no sólo eso también habían quedado en extraño acuerdo donde había sexo de por medio pero claro bajo los términos del pelinegro.

Sacudió su cabeza para negar que de verdad le gustaba el dichoso acuerdo.

Se apresuró a salir de su oficina para comer algo, hacia casi un día que no comía bien. Ya saben "las mariposas" que uno siente cuando está enamorado, incluso el apetito desaparece y en ocasiones hay mareos por la sobrecarga de estimulaciones en el sistema nervioso.

 

 

-...-...-...-...-...-

 

 

La esperada cena llego para la pobre niña que sólo veía el plato de comida con una expresión de cansancio extremó y sosteniendo la cuchara sin moverla. Al parecer se quedo dormida en esa posición.

Todos cenaban tranquilamente y casi en silencio, la razón todos los jefes de ellos estaba sentados en la misma mesa que la niña. Estos eran los únicos que estaban acompañándola aunque el silencio era interrumpido por las risas de Donquixote al ver el semblante de la niña. La molestaba haciéndole cosquillas en su espalda y esta sólo se sonrojaba y trataba de atrapar su mano inútilmente.

-¿Dónde está Sanji? - pregunto Marco a Kidd que comía refunfuñado por no estar con la pequeña.

-¿Como mierda voy a saberlo? - contesto enojado el pelirrojo llevando otro pedazo de carne a la boca.

-Vergo, ¿Has visto a Sanji? - ahora le pregunto a la mano derecha de jefe.

-No lo sé, pero me importa una mierda. - dijo el moreno mirando hacia la mesa donde estaba cierto pelirosa, comiendo animadamente.

-Parece que no saben nada… más que blasfemar. - dijo al aire Marco al ver que ninguno de los dos sabían nada de nada.

Estos lo ignoraron concentrados en sus objetivos, como sí esperarán el momento justo para atacar a su presa.

No hay remedio para la estupidez y más si esta tiene un sentimiento de "cariño" de por medio.

 

 

-...-...-...-...-...

 

 

El bar estaba cerca, sólo tendría que caminar una cuadra más para llegar, y beber ese embriagador líquido. Atravesó la calle sin mucho cuidado y vio las fluorescentes luces azules.

"Heavens Nights" era el nombre de su nuevo bar favorito, sonrió al abrir la puerta pero de inmediato frunció el ceño por la cantidad de gente que había ahí.

-Sanji, bienvenido. - dijo el cantinero del lugar.

Este se adentró a paso tranquilo y se sentó en un banco frente a la barra.

-¿Qué pasa? Nunca vi el lugar tan lleno como hoy, Killer. - respondió Sanji al saludo de cantinero, ya que últimamente había adquirido el gusto por ese lugar.

-Hoy es noche de soccer. - dijo burlón el cantinero porque el mismo también disfrutaba de aquel deporte tan absurdo.

-Así que por eso todos están actuando como payasos de circo barato. - dijo molesto el cocinero encendiendo un cigarrillo.

-Al parecer alguien está de mal humor. - le reprocho por su actitud pero le sirvió un vaso de su mejor brandi para que se relajará.

-No tienes la menor idea. - ahora su tono de Sanji fue más melancólico bebiendo el ambarino líquido de un trago.

Las risas y los gritos de euforia de los clientes del lugar eran bastantes fuertes pero soportables.

Ya era la quinta ronda de cerveza que tomaba y el alcohol empezaba hacerle un poco de efecto, sólo sentía un leve mareo pero no era mucho. Seguía lamentándose por sentirse rechazado por Mihawk y odiaba profundamente a este.

-Can-cantinero... Otra roooonddaaa más. Jejejejeje por favor, Jajajaja- pedía un pelirrojo con una cicatriz en su ojo izquierdo, bastante ebrio a tan sólo dos bancos de Sanji.

-Yo creo que ya has tenido suficiente. - dijo Killer serio al ver el estado alcoholizado de su nuevo cliente.

-No te preocupes viene conmigo, danos otra ronda. - dijo un peliverde que estaba a su lado bebiendo como si el alcohol no le hiciera efecto ya que tenía más de 10 tarros de cerveza vacíos frente a el, sin contar los 15 vasos tequileros formados en fila vacíos delante de los otros vasos.

Sanji que veía de reojo toda la conversación sin dejar de fumar, se preguntaba quienes demonios eran, no lo había visto antes y el extraño cabello verde llamo su atención inmediatamente.

Por fin el embriagador líquido, surtió un poco de efecto en el joven cocinero que empezó hablar en voz alta sus pensamientos.

-¡Malditos espadachines! Todos son unos bastardos mal nacidos. - dijo con furia viendo en vaso vacío delante de él.

-¿En serio? - pregunto el peliverde al escuchar la palabra espadachín. Viendo por primera vez al rubio que estaba relativamente cerca de él.

-Así es, sólo les importa su orgullo de guerreros... De todos ellos ninguno vale la pena. - siguió con el mismo tono viendo al moreno peliverde que le contestaba.

-Je... Es... probable que sea cierto. - dijo aceptando las palabras salidas de aquel extraño rubio, ya que fue bastante idiota con su ahora ex novio Luffy.

-Jajaja, me agradas. Ven acá yo invito la siguiente ronda. - sonrió al ver que alguien compartía su punto de vista, dando unas palmaditas al banco que tenía a su lado.

El peliverde sólo sonrió por la provocadora frase, el rubio estaba bastante bien y no desaprovecharía la oportunidad de pasar un buen rato. Al parecer la existencia de cierto pelinegro con una cicatriz bajo su ojo desaparecía de su mente rápidamente.

Ya estaban bastante animados, conversaban de situaciones actuales como deportes, política e incluso un poco de religión.

-Jajaja, a puesto la cuenta a que no puedes beber la obra maestra de Killer, de un trago marimo. - el rubio le había puesto ese apodo por su verde cabello, aunque ya se tenían bastante confianza y más si el alcohol actuaba como catalizador.

-Jejeje, de acuerdo, pero si pierdes me darás una oportunidad contigo, cejas de sushi. - dijo sonriente el peliverde, la verdad es que ese rubio ya le gustaba desde que empezó a conversar con él.

-De acuerdo. - reafirmo Sanji sonriente, al no dejársela fácil al moreno porque el también le atrajo desde que vio su hermoso cabello. - Pero recuerda... sólo tienes una oportunidad como todo el mundo. - la verdad es que Sanji estaba hablando en ambos sentidos, tanto como a la bebida, como en la única oportunidad que le daría si es que conseguía beber la famosa "bomba alcohólica" que preparaba Killer.

Zoro solo sonrió y le pido al rubio cantinero la bebida para acabar con ese torturare juego. Ya quería besar esa blanca piel y esos delicados labios.

Killer sólo movió la cabeza en forma negativa pero preparo su bebida especial, que sólo unos cuantos podían soportar.

Cuando término la puso frente a Zoro y se cruzó de brazos para saber si era digno de llamarse bebedor empedernido.

Zoro exhalo y tomo la fría copa con una mano, eran prácticamente 10 onzas de alcohol en estado puro.

Acercó el cristalino vidrio a sus labios y lo inclino rápidamente para empezar a tragarlo.

Dejo la copa vacía en la barra y su frente estaba en recargada en madera.

Killer río porque ese imbécil no había aguantado o al menos eso supuso, porque inmediatamente el peliverde alzo su rostro y sonrió triunfante por haber soportado aquel coma etílico seguro.

Sanji no cabía de su asombro pues sólo Kidd y Mihawk habían soportado aquel experimento de Killer cuando lo había perfeccionado.

Zoro vio al sonrojado rubio por el alcohol en sus venas o eso imagino, y es que el trago si le estaba pasando factura pero seguía con semblante arrogante dando a entender que no estaba nada ebrio.

Estaba dispuesto a reclamar al rubio cuando al lado de él, Shanks que despertaba de su siesta: cuando Zoro empezó a platicar con Sanji, lo tomaba del abrigo que traía para destapar por completo las vendas y la camisa rota tenía puesta.

-Pero... Zoro~san tu eres un gran espadachín... - dijo el borracho pelirrojo adormilado pero melosamente jalando más fuerte del abrigo.

El peliverde puso una cara de preocupación cuando el imbécil y ebrio pelirrojo revelo su profesión. Miro a Sanji para ver su reacción y vio que le sonreía, estaba a punto de acercarse al rubio para besarlo porque este no se enfado, pero sintió un frío líquido empapar su rostro. Zoro sólo limpio lo que restaba de la bebida con el dorso de su mano.

-Olvídalo... Todos los espadachines son unos idiotas, vete y paga tu mierdosa bebida. - Sanji estaba molesto, tanto que ni lo voltio a ver y siguió bebiendo el sólo como si el peliverde se hubiera esfumado.

Resignado Zoro, saco su billetera y pagó las dos cuentas la de el y la del rubio.

Cargo a su idiota y borracho acompañante para salir del lugar.

Ya no había nada que hacer, el poco tiempo que Zoro había conocido a Sanji fue suficiente para saber que el rubio no le diera una oportunidad por ser un espadachín.

-Tks... No puedo creerlo Shanks, tenías que abrir la boca... - dijo molesto Zoro llevándolo al auto para irse a casa del peliverde.

-Cuando sueño esas cosas llevo un vestido rosado... jejeje. - contesto sonriente el pelirrojo. El muy idiota había entendido otra cosa y en esa fantasía llevaba un lindo vertido. Jodido doble sentido de mierda, como puede existir algo tan toca pelotas como eso.

 

 

-...-...-...-...-...-

 

 

Caminaba a paso lento, parecía un muerto viviente, sólo arrastraba los pies y sus ojos se cerraban más veces de las necesarias. Seguía intentando caminar detrás del rubio con ese extraño peinado hasta que unos brazos la cargaron para finalmente dormir en ese calido abrazo. Alexander se perdió en un profundo sueño, y Kidd junto con Marco la llevaba a su cuarto.

-¡Vaya! No era una maldita broma lo del entrenamiento. - dijo Marco al ver a la niña perdida en ese mar de sueños.

-Bueno... La verdad es que aprende rápido y parece que nació para esto. - contesto Kidd al ver como la pequeña lo restregaba su cara en su pecho.

-Ya tengo todo preparado. - siguió el rubio para cambiar de tema y abrir el cuarto de la niña.

-Bien, yo también tengo algo preparado por sí algo sale mal. - era de esperar que tuvieran un plan de reserva. Ya saben para mantener contenta a la diosa de la suerte deben ir un paso adelante, ya que la victoria ama a los preparados.

Y el plan era sacar a la niña de ahí, pero sus movimientos los harían lentamente para evitar lo peor, o sea la muerte. Tardarían un mes para que todo estuviera más que listo. Sólo esperaban a que pudieran salir de la isla para llevársela a un lugar donde nadie los encontrara.

Pero sus planes se verían frustrados por las acciones de sus jefes en un futuro cercano.

Kidd dejo a la niña en la cama de una forma muy delicada, le acaricio la mejilla y la arropó como si fuera su hija.

Marco sonreía por la actitud del pelirrojo, nunca pensó que fuera tan... delicado en ese aspecto.

Estaban a punto de salir cuando la niña hablo entre sueños.

-Marco duerme conmigo... zzz... - susurro abrazando la almohada fuertemente.

Suspiro cansado, porque la pequeña le había pedido varias veces lo mismo desde que salieron del comedor.

-¿Te quedas tu o lo hago yo? - le pregunto Kidd al ver que Marco se quedaba estático frente a la cama.

-¿Y dejar que le hagas algo? No gracias prefiero quedarme aquí. - contesto el rubio sarcástico por el incidente de la mañana.

-¡Ya te dije que yo no le hice nada! - grito molesto el pelirrojo por segunda vez en ese día.

-Ssshhh... Vas a despertarla. - dijo al momento de hacer un gesto de silencio y acostarse en la cama con ella.

Inmediatamente cuando el rubio estuvo cerca de la niña está lo abrazo sintiendo su calor, esperando sentir sus manos en su espalda y sentirse de algún modo querida.

Este la abrazo por la cintura y la atrajo más hacia a el, era una niña que buscaba ser querida aunque eso implicara someterse a los demás.

Kidd sólo chequeo la lengua molesto y salió de ahí para no sufrir una Diabetes por tanta ternura que derrama el par frente a él. Era de esperar eso de él, aunque el también actuaba tierno con ella, no notaba como lo veían los demás.

Marco acariciaba su castaño cabello, escucho como la niña susurraba cosas sin sentido según él. No sabía cómo había terminado en el cuarto de Kidd y mucho menos que había pasado la noche anterior.

-Doflamingo... Crocodile... - decía Alexander los nombres de aquellos hombres, como si supiese algo.

El rubio seguía escuchando atento y la veía como se sonrojaba conforme pasaba el tiempo.

En sueño de Alexander era ni más ni menos las perversiones de aquellos dos la noche anterior cuando Donquixote estaba en su cuarto y Crocodile aterrado que estuviera ahí.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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