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First Love por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Sé que dije que lo tendría en un par de días pero la verdad, sucedieron muchas cosas y hasta ahora tengo el tiempo. Capítulo final, sin dramas y solo amor. Esta historia la pensé así, y no sería feliz hasta no terminarla.


Nos leemos. 

Cuando Minho despertó esa mañana, en un rincón de la cama y sin sabanas cubriendo su cuerpo, una sonrisa se formó en su rostro y su mirada viajó a la persona que ocupaba casi toda la cama.


 


No me arrepiento de haber hecho esa llamada.


 


Cuando el pensamiento ocupó su mente, Minho solo puedo asentir, sabiendo que nadie lo escucharía o vería. ¿Arrepentido? Claro que no. Haber hecho esa llamada dos años atrás había sido lo mejor que había hecho en mucho tiempo. Haber llamado a Kibum, dos días después de su encuentro, había traído más felicidad y sonrisas a su vida que todo ese tiempo sin él.


 


Poco le importaba que su armario estuviera invadido por prendas coloridas y en extremo ceñidas, poco le importaba casi caerse de la cama, solo porque su pareja lo ocupaba todo. Si Kibum era el dueño de todas esas acciones, él estaría feliz el resto de su vida.


 


Es tan hermoso. Y perfecto.


 


¿Por qué esos pensamientos nunca abandonaban su mente? No tenía idea, pero no es como si le importara. Era tan cierto, Kibum era hermoso y perfecto para él y estaba infinitamente agradecido de tenerlo a su lado.


 


Amo ver como duerme.


 


Cuando las palabras escaparon de su boca en un tomo más alto de lo que esperaba, Kibum se removió frunciendo el ceño y pateando todo a su alrededor. Minho rió suavemente al verlo. Los labios de Kibum estaban entreabiertos y Minho moría por probar su boca, sus brazos y piernas yacían extendidos en toda la cama, y las sabanas cubrían la mitad de su cuerpo y Minho creía que era la mejor imagen que sus ojos podían ver todas las mañanas.


 


Como todas las noches, Minho había querido mantener a Kibum entre sus brazos, pero, como todas las noches, Kibum había escapado de sus brazos y prácticamente lo había arrastrado hasta una pequeña esquina de la cama. A Minho, sinceramente, no le importaba. Kibum era así, no podía quedarse quieto por las noches y eso estaba bien para él, la experiencia de dormir con Kibum era única y no la cambiaría por nada del mundo.


 


Algunas noches Minho esperaba a que Kibum estuviera dormido solo para observar los adorables gestos que Kibum hacía. Amaba ver la boca de Kibum abrirse y cerrarse algunas veces, o cómo arrugaba su nariz cuando parecía soñar con algo que no le gustaba. Pero la imagen que Minho siempre encontraba adorable, era cuando Kibum se encogía en la cama y abrazaba suavemente una almohada para después desecharla.


 


Lo amaba tanto.


 


 


 


—Buen día. —Kibum dijo, abriendo perezosamente los ojos. Parpadeó un par de veces y sonrió cuando vio a Minho al otro extremo de la cama—¡Oh Dios! Lo siento tanto, Minho—Sintió sus mejillas calentarse y mordió su labio inferior.


 


Por más que cada noche lo intentara simplemente no podía quedarse entre los fuertes brazos de Minho. Aunque a  Minho parecía no importarle, a Kibum le frustraba no poder hacerlo.


 


—Está bien—Cuando Minho sonrió y extendió sus brazos invitándolo a un fuerte abrazo, Kibum ni siquiera lo dudó. Corrió hacia los brazos de Minho abrazándolo y respirando ese aroma que Minho desprendía.


 


Escondió su rostro en el cuello de su pareja y sus manos se aferraron a su camisa. Minho olía como verano y sol y ese aroma que lo caracterizaba era una droga para Kibum. Podía perderse en ese aroma y no le importaría en lo absoluto.


 


Sentía tan bien estar entre los brazos de Minho, que simplemente no entendía por qué no podía quedarse en esa posición toda la noche.


 


—No puedo entenderlo—Murmuró contra la camisa de Minho—No sé porque no puedo lograrlo. Espero no haberte pateado esta vez, Minho.


 


—Está bien, bebé. Y no, no lo hiciste—Cuando Minho rió y acarició suavemente su cabello, Kibum se sintió mucho mejor.


 


Minho era así, perfecto. Y él lo amaba tanto.


 


Kibum se permitió olvidar todo por unos momentos. Despejó su mente del trabajo, de la limpieza de su casa y de todo lo que no era Minho. Abrazó fuertemente a Minho y se quedó ahí por unos largos minutos, disfrutando de la sensación que sentía estar entre esos fuertes brazos.


 


Cuando la mano de Minho comenzó a subir y bajar a lo largo de su espalda, Kibum cerró los ojos y se acomodó mejor contra el cuerpo de Minho. Kibum lo sintió tan bien, que deseó que no tuviera nada que hacer el resto del día y solo quedarse ahí.


 


Pero entonces la palabra trabajo resonó en su mente, como campanas anunciando un acto, y Kibum abrió los ojos rápidamente, recordando el largo día que tenía por delante.


 


Se separó del cuerpo de Minho y dejó un suave beso en los labios de su pareja. Sus dedos encontraron el camino hacia la cicatriz debajo del ojo de Minho y acarició distraídamente, mientras se perdía en los grandes ojos que estaban frente a él.


 


—Minho— Cuando Minho solo murmuró un ‘hmmm’, Kibum sonrió— Trabajaré hasta tarde hoy. Tengo muchos pendientes—Minho asintió distraídamente, sus manos aun tocando cada parte de su cuerpo—No me extrañes. No esperes por mí, porque no sé a qué hora regresaré.


 


Cuando las palabras abandonaron su boca, el cuerpo de Minho se tensó y Kibum no entendía por qué.  Los ojos de Minho se abrieron sorprendidos y Kibum creyó ver por un momento un reflejo de miedo. Kibum lo miró confundido, preguntándole con la mirada qué sucedía.


 


Minho no dijo nada y se dedicó a verlo por unos largos minutos. Kibum lo observó preguntándose qué había dicho mal, que era tan malo para que Minho no dijera nada y el miedo brillara en sus ojos.


 


—¿Minho? — Sus ojos buscaron los de Minho una vez más, mientras que su mano tocaba suavemente su mejilla—¿Qué está mal?


 


—El desayuno está casi listo…—La mirada de Minho estaba en toda la habitación menos sobre él y eso preocupó a Kibum— Te espero en la cocina—Sin darle tiempo para responder, Minho abandonó la cama  sin mirar atrás, buscando el caminó hacia la cocina.


 


Kibum lo miró marcharse, sin saber qué le sucedía a su pareja.


 


 


Cuando Kibum entró en la cocina, duchado y listo para ir a trabajar, Minho no pudo evitar sentir miedo. Todas las imágenes que había tratado de olvidar por casi dos años, regresaron a su mente y se reproducían como película sin fin en su cabeza. Imágenes de una escena casi igual a la vivida momentos atrás, pasaban por sus ojos como una mala película.


 


Kibum estaba confundido, lo sabía. Su mirada lo seguía buscando, pero Minho se veía incapaz de poder regresarle la mirada, no sin parecer un tonto con miedo. Aun así, Minho no podía entender cómo Kibum había olvidado por completo todo.


 


—¿Minho? — Kibum llamó, tocándole el hombro y obligándolo a encararlo—¿Qué pasa?


 


—¿Café? —Preguntó, mientras extendía una taza hacia Kibum.


 


Cuando Kibum tomó la taza, perdiéndose un momento en el sabor que desprendía, Minho se permitió obsérvalo.


 


Tenía miedo.


 


Minho no podía recordar la última vez que el miedo lo había invadido, no podía hacerlo. Pero después de escuchar las palabras de Kibum, no pudo evitar viajar hacia el día en que Kibum se había marchado, sin mirar atrás y sin ninguna palabra para advertirle.


 


«No me extrañes» Kibum había dicho con una sonrisa que Minho no supo reconocer, «Trabajaré hasta tarde. No esperes por mí. ¿Lo harás, Minho?»


 


Si cerraba los ojos, podía verlo.  Podía ver a Kibum sonriendo de una manera extraña, jugando con sus manos, y diciendo esas palabras que aun resonaban a pesar de los años. Kibum no había regresado ese día, ni el siguiente, ni el siguiente. Y entonces días después recibió la llamada que rompió su corazón. Kibum lo había abandonado, terminando la relación, sin ni una última oportunidad de hablar.


 


Y dolió por mucho tiempo, y olvidó, pero entonces Kibum había mencionado las palabras y Minho sintió que la vida estaba burlándose de él. No sabía si Kibum recordaba, pero parecía que Kibum no podía recordarlo, aun lo veía confundido, preguntándole con la mirada qué sucedía.


 


Pero Minho no estaba seguro de hablar de ello. Se sentía tonto, Kibum había estado con él y su relación mejoraba con el paso de los días, no parecía querer marcharse como la última vez. Aunque, Minho pensó, tampoco se lo imaginó el día que años atrás lo había abandonado.


 


—Minho—Kibum dijo, acercándose a él y atrapando su mano—Pasa algo, dime qué es—Él podía ver la súplica en los ojos de Kibum, pero simplemente las palabras no llegaban a él.


 


—Nada—Sonrió, pero imaginó que no llegó a ser sincero. Kibum frunció el ceño, traspasándolo con la mirada, buscando la señal de la mentira.


 


—Mentira—Arqueó una ceja, su mano viajando hacia el hombro de Minho y dejando un suave apretón—¿Qué está mal? Minho, no me iré hasta qué me digas que está pasando. Dime.


 


Minho suspiró, aceptando que Kibum no mentía cuando amenazaba con no irse.


 


—¿No lo recuerdas?


 


—¿Recordar qué?


 


Él no recordaba, ahora estaba seguro. Las cejas de Kibum se alzaron, sus ojos confundidos y sus labios fruncidos. No lo recordaba en lo absoluto.


 


—«No me extrañes. No esperes por mi» Esas fueron las mismas palabras que dijiste el día en que te marchaste.


 


El rostro de Kibum fue un mar de expresiones, desde la confusión, al reconocimiento. Su mirada se había perdido y parecía haber viajado al pasado. Frunció el ceño, mordiendo su labio inferior y entonces encontró la mirada de Minho.


 


—¡Oh, Minho!— Minho asintió al reconocimiento, sintiéndose un poco tonto al recordarlo—¿Aún lo recuerdas? —Susurró—¿Por eso estabas así?


 


—Tonto, ¿Cierto?


 


Kibum no habló, simplemente corrió hacia sus brazos, como si nunca antes lo hubiera abrazado. Cuando Minho sintió el aroma de Kibum, respiró drogándose con su aroma y presionando sus cuerpos juntos.


 


—Lo siento tanto, Minho—Kibum enterró su rostro en su cuello, causándole cosquillas. —Ese día yo… fue hace tanto tiempo, Minho. Quería otras cosas. Tenía miedo. 


 


—¿Tenias miedo? —Preguntó, sin moverse de su posición, sosteniendo a Kibum contra su pecho.


 


—Todo paso tan rápido entre nosotros. Tenía tanto miedo de lo que me hacías sentir. Minho, éramos tan jóvenes. Sentí por un momento que nuestra vida se estaba asentando como una pareja mayor, y…—Lo sintió temblar y suspirar profundamente—Tenía miedo de olvidar todos esos sueños que tenía, porque lo nuestro sucedió tan rápido. Minho, lo siento tanto. Perdón por irme así, perdón por dejarte. Perdóname por todo.


 


Cuando Kibum comenzó a llorar, a Minho no le importó nada más que detener esas lágrimas y calmarlo. Las palabras de Kibum aún resonaban en su interior, peor verlo así lo afectaba más que esa vez cuando lo abandonó.


 


Una parte de él lo entendía, él también había pensado lo mismo. Su relación avanzaba tan rápido, que parecían una pareja vieja de casados. Era tan jóvenes, pero vivían juntos y todo pasaba cada vez más y más rápido.


 


—Tranquilo, bebé—Minho acarició su espalda suavemente—Está bien. No llores ¿Si?


 


—¿Algún día podrás perdonarme, Minho?— Kibum preguntó, mientras se alejaba solo un poco del cuerpo de Minho. Él lo miró y su corazón dolió al verlo de esa manera. Sus ojos llorosos, y su nariz y frente rojas, a Minho simplemente no le gustaba verlo llorar.


 


—Ya te he perdonado, Kibum.


 


—¿En verdad?


 


—Kibum, sólo tenía miedo de que te marcharas de nuevo, pero si no te hubiera perdonado, no te hubiera llamado ese día.


 


 


Cuando Minho regresó ese día de su trabajo las preocupaciones se esfumaron. Kibum estaba ahí, en la cocina, con la cena lista.  Una sonrisa adornando los acorazonados labios y sus pequeños ojos brillando.


 


—Pensé que llegarías más tarde.


 


—Ese era plan, pero mi chico favorito tenía miedo de que no regresara a casa—Kibum sonrió y Minho lo imitó, mientras se acercaba a él.


 


Sus brazos encontraron su camino a la cintura de Kibum y el abrazo fluyó rápidamente. Minho suspiró, sonriendo contra el cabello de Kibum, acercándolo lo más que podía a su cuerpo.


 


—Regresaste—Susurró, deseando que ese momento no terminara.


 


—Regresé. Y regresaré al día siguiente, y el siguiente y el siguiente.


 


Y Minho no podía estar más feliz con esa decisión.


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