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El vínculo por -Raiden-

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Notas del capitulo:

Jejejeje...

Al fin terminaron las practicas... Siento haber tardado tanto... pero ahora que he vuelto, las actualizaciones serán mas seguidas...

Continuemos en con este capítulo el cual lo divide en 3 partes por su complejidad y porque queria que cada pareja tuviera su momento...

 

 

"Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa especie de felicidad dolorosa, ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder"

 

Antes del amanecer.

 

Su sueño era algo ligero pero no suficiente despertar a la pequeña Alexander de algunas caricias.
Dracule Mihawk le acariciaba la mejilla con sus dedos y trataba de despertarla... bueno en teoría ese era el punto, pero la veía dormir y era algo tranquilizante. Sus marcas de sus golpes previos ya no estaban, como si nunca los hubiera tenido, su pequeña mano apretaba ligeramente parte de su camisa blanca.

El pelinegro tenía la hermosa costumbre de despertar antes que el alba y le encantaba ese momento en donde la noche se perdía dando lugar al nuevo amanecer, por esa razón el ya estaba más que despierto y vestido para ir a un lugar muy especial donde podrían entrenar tranquilos. Sus ligeros movimientos lograron su objetivo consiguiendo que la pequeña niña frotara sus ojos tiernamente mientras que se incorporaba.

-Cámbiate. Hoy tenemos mucho que hacer. - le ordeno con voz calmada pero con algo de seriedad.

La pequeña sólo asintió con una radiante sonrisa y salió corriendo a su cuarto para ponerse ropa limpia.

 

-...-...-...-...-...-...-

 

Trafalgar Law caminaba calmada mente por un pasillo del Hospital Red Line. En realidad iba al servicio bajo su cargo: Urgencias. ¡Diablos!, como le encantaba la adrenalina de aquel lugar, pero nada se comparaba a cuando tenía que realizar una cirugía. Eso en verdad era lo mejor, y más si eran cardiovasculares, ahí si que nada se comparaba.

Disfrutaba del café cargado y sin azúcar que había comprado hace unos minutos en la cafetería de enfrente. Ya iba a llegar el servicio de Urgencias cuando una voz lo llamo.

-¡¿Qué mierda haces aquí mocoso?! - le grito con bastante enojo y se acercó a el para tomarlo de la camisa blanca, desaliñando su corbata negra.

-Yo también me alegro de verle Kureha-ya. Veo que amaneciste de un humor muy... - el moreno se vio interrumpido por su jefa.

-No me salgas con eso, recuerdo haberte dicho que te fueras a tu maldito departamento hasta que te sintieras mejor. - la doctora estaba molesta y soltó al moreno para cruzarse de brazos.

El moreno sólo sonrió por la actitud tan propia de su jefa; acomodó su corbata y continúo bebiendo dando un sorbo más a su café.

-¡Bien! Ya que tanto te gusta estar aquí, te mandare a tu área favorita. - dijo la mujer ya más calmada y sonriendo malvadamente.

El médico sólo se tensó, por la linda amenaza y la miro con el ceño fruncido.
Ella correspondió la mirada y Trafalgar Law supo lo que la malvada mente de su jefa planeaba... Lo mandaría aquel servicio.

-Así que... - comento Law retándola con la mirada.

-Sí, así es. Te irás al servicio de Pediatría y no podrás llevarte a Chopper. El estará bajo mi supervisión está semana. - siguió como si nada empezando a caminar hacia el elevador para ir a su oficina. 

El médico seguía con el ceño fruncido y murmuro algo inaudible que seguramente era una blasfemia; camino hacia las escaleras para enfrentar su nuevo destino.
El moreno tuvo en cierta parte mucha suerte, de haber sido que su jefa hubiera estado de verdad enojada lo habría mandado a Gineobstetricia, pero no le quitaba que el servicio donde lo asigno fuera menos fastidioso para él.

 

 

-...-...-...-...-...-...-

 

-¡Maldita resaca! - se quejaba un pecoso al dirigirse al baño en su amplio departamento.

Cuando llego al lavado saco de la gaveta superior un frasco con unos potentes analgésicos para el horrendo dolor de cabeza que lo consumía. Los trago sin la necesidad de agua como si aquellos fueran golosinas.

Se miro en el espejo para rociarse un poco de agua, mojando su cara y su cabellera oscura. Sus lindas pecas resaltaban por sobre todo su rostro y eso le encantaba.
"Me parece que ayer el Coronel Smoker... No... Sólo son alucinaciones mías." Se dijo a sí mismo el pelinegro por las extrañas y algo intensas miradas que le dirigía su superior en la celebración de su nuevo ascenso. 

Había sido una celebración digna de un alto mando, aunque la mayoría de los invitados quería partirle la cara al pelirrojo por poner en peligro a su nakama espadachín, el sólo ignoro ese hecho, no estaba de humor para ver a Zoro y fue una suerte que no apareciera porque seguramente se habría estropeado la fiesta a causa de la pelea que se hubiera armado. Y también estaba la extraña actitud de su superior, parecía que lo desvestía con la mirada y tampoco se le hizo raro que el moreno ojeroso no fuera, seguramente el trabajo en el hospital era mucho para que faltara, y eso pasaba muy seguido.

Tal vez era que la bebida que le había hecho un poco de efecto, porque sabía que su superior y su amigo Law estaban saliendo o al menos eso suponía.

No perdió más el tiempo y se metió en la ducha para alistarse a la nueva orden que le habían encomendado junto con el Coronel Smoker: Hacer una visita "amistosa" a la fábrica armamentista más grande del mercado y proveedora del ejército; la empresa "Shichibukai".

 

-...-...-...-...-...-...-...-

 

Los ronquidos bastante fuertes se escuchaban en el cuarto hasta que...

-Kidd... Despierta, tenemos trabajo que hacer. - la voz tranquila del otro lado de la puerta no lo despertaba.

Llamo a la puerta para que el pelirrojo saliera de ese estado de inconsciencia cercano al coma en el estaba y se levantará de una vez. Los golpes en la puerta eran cada vez más fuertes evidencia de que su visitante se estaba molestando.

-¡¿QUÉ MIERDA QUIERES?! - grito bastante molesto sin siquiera pararse de la cama.

-Kidd... Tenemos trabajo que hacer. ¿Recuerdas? - le volvió a decir con voz calmada.

-¡Marco... Tengo que ir por Alexander a medio día! ¡Así que, déjame dormir! - dijo molesto el pelirrojo sin abrir los ojos.

-Atraparon a quien filtraba la información. - ahora el rubio se recargó en la pared al lado de la puerta, metiendo las manos bolsillos de su pantalón.

El pelirrojo se levantó como alma que lleva el cuerno y abrió la puerta de golpe viendo a Marco para que le dijera quien era el imbécil que tuvo la poca la inteligencia de sacar la información.

La cara de Kidd era de sorpresa con molestia y el rubio le miro de reojo.

-Nico Robin... - dijo Marco.

-Tienes que estar de coñá. - la sorpresa crecía y no se lo creía.

-Sanji me lo dijo. - el rubio se adelantó a la pregunta del pálido hombre y se separó de la pared para caminar.

Eustass Kidd no salía de ese estado de shock, hasta que el rubio salió de su vista.
El verdadero problema no era que fuera Nico Robin la espía, sino que era la asistente personal de uno de sus jefes: Crocodile. Seguramente Donquixote no estará nada contento y era mejor salirse de ahí.

"Hoy será uno de esos días" pensó con enojo y se empezó a vestir, no quería estar cerca cuando lo supiera su desquiciado jefe.

 

-...-...-...-...-...-...-...-...-

 

Sanji seguía paseándose por la cocina, yendo de aquí para allá, fumando su décimo tabaco en menos de un cuarto de hora. Tenía unas pequeñas ojeras bajo sus ojos, prueba de que toda la noche estuvo despierto.

Había encontrado a la pelinegra saliendo de la sala de experimentación y de inmediato supo... que ella era la traidora. La morena le agrada y no sólo porque fuera mujer, ella era muy buena escuchando y en más de una ocasión calmaba un poco su seco corazón. No podía o más bien no quería aceptarlo pero era mejor que él la hubiera descubierto, de no ser así seguramente estaría siendo torturada hasta la muerte en el mejor de los casos.

La puerta del comedor se abrió de golpe y el rubio cocinero apago su cigarrillo en el borde de la metálica mesa. Salió de la cocina para encarar al pelinegro que lo observaba molesto.

-Me deshice de la chica y la organización está más que cubierta. Vergo. - dijo molesto Sanji por la cara de pocos amigos del hombre delante de él.

-¿Para quien trabajaba? - pregunto molesto, sacando el móvil del bolsillo de su pantalón oscuro.

-El ejército mundial. - contesto aún molesto y lo retaba con la mirada, por la falta de confianza que tenia respecto a él.

-Fufufufu. - se escucho la risa por el alta voz del móvil.
El moreno alzó el móvil y la sórdida risa se apago para dar paso a la voz de su benefactor y jefe a través del teléfono. 

-¡Oh! Sanji-chan te felicito por el acto tan... desinteresado de tu parte. - su voz sonaba extrañamente feliz.

-Donquixote... Nadie sale limpio cuando se mete con la mafia. - contesto con malicia el rubio mientras confirmaba su lealtad a su jefe.

Vergo se limitó hacer una mueca de desagrado y continúo sosteniendo el móvil.

-Me alegra que la trampa funcionara, pero me hubiera gustado verla sufrir lentamente. Fufufufu. - seguía con su tono de voz divertido y parecía estar disfrutando de la lealtad de sus subordinados.

-No tienes de que preocuparte. Tome una foto para que veas el maravilloso trabajo que hice. - la confianza del rubio se transformo en arrogancia y eso no paso desapercibido por el moreno.

Sanji saco una foto instantánea del bolsillo de su saco y la entrego a Vergo. Este sólo sonrió satisfecho por la imagen y la guardo en su gabardina.
Aunque no confiará plenamente en el, esa imagen le decía que por lo menos estaba consciente de con quien estaba su lealtad y las posibles consecuencias de sus acciones si sabía lo que le convenía.

-Bien, creo que eso es todo. Me gustaría un delicioso desayuno Sanji-chan. - dijo de último para cortar la llamada.

El moreno guardo el móvil nuevamente y se dispuso a salir del comedor cuando...

-No me interesa que estabas haciendo, pero está claro que YO estaba haciendo el trabajo que te correspondía. - la voz burlona de Sanji lo detuvo en seco y más por la obvia declaración.

El pelinegro se acomodo las gafas oscuras y lo encaro para dejarle una cosa en claro.

-Si descubro que la mujer está viva... Me asegurare de devolverte el favor. - su rostro serio más la impresionante voz grave que utilizo, hizo al rubio dar un ligero paso hacia atrás. 

Si el cocinero quería entrar en ese juego, el gustoso le daría una lección, pero ahora tenía que volver al cuarto del sótano para dormir con el joven que yacía en su cama desnudo, y con algo de suerte, despertarlo de la mejor manera posible que era follandose lo como tanto le gustaba: duro y sin darle descanso.

 

-...-...-...-...-...-...-...-

 

Crocodile salía del baño dándose un masaje en los hombros y con una diminuta toalla en su cintura, un claro de signo que acaba de tomar una ducha; caminaba hacía la enorme cama donde estaba su rubio amante fumando uno de sus deliciosos puros llevando solamente esas eternas gafas que usaba siempre, mostrando su desnudo y trabajado cuerpo. 

Se le subió el color a las mejillas y desvío la mirada tratando inútilmente de ocultar ese rojizo tono de su marcado rostro.

-No pensé que te gustara fumar. - declaro el pelinegro para sentarse en el borde de la cama y seguir con el movimiento su hombro.

El rubio se acercó a el por la espalda gateando sobre la cama para relajar a su amante. Crocodile suspiro por las hábiles manos en sus hombros y espalda. El rubio le había dejado marcas en todo su cuerpo y el cansancio se hacía presente; ya que aún era muy temprano.

-Fufufufu, han atrapado a la maldita rata. - dijo por fin el rubio soltando el humo en el cuello del pelinegro y moviendo el puro en sus labios, jugando con este.

-Así... ¿Quién es el pobre imbécil? - pregunto suspirando al ser presa de ese masaje.

-Nico Robin. - susurro en su oído divertido y sacando el puro de su boca.

El pelinegro abrió los ojos por la horrenda e inesperada verdad y se quedo mudo.
"Es imposible" pensó con enojo. Una maldita mujer tuvo el descaro de engañar lo y no sólo a él sino a toda la maldita mafia, estar molesto era algo corto con lo que sentía.
Quería hacerle una lobotomía el mismo y no sólo eso, le daría su tratamiento especial para dejarla en un infierno sin fin con la poca inteligencia a que le quedará.


Pero todo su enojo se desvaneció al sentir un quemante ardor en su morena piel.

-¡Aargh! ¡¿Pero qué mierda?! - grito molesto parándose rápidamente de su lugar, tapándose la zona del hombro, viendo al rubio sonriendo de forma extraña.
El rubio había colocado el ardiente tabaco en el hombro de su amante.

-Sabes que alguien debe pagar el precio de esta "desafortunada" insubordinación y creo que merezco una disculpa. - hablo el atractivo rubio aún con la sonrisa. Se levantó de la cama dándole otra calada al puro que se reencendio dejando un aroma amargo en el aire.

-Los errores en las operaciones fueron inesperados... Yo no me disculpare. - contesto molesto el pelinegro. El temor lo invadió por un momento, cuando lo quemo sin siquiera titubear. 

El psicópata megalómano que era mostró su rostro para saciar su sed de locura, y el estaba en medio de ese caos... Tenía dos opciones: Salir de ahí o quedarse. No sabía cuál era peor.

 

-...-...-...-...-...-

 

Estaba abriendo animadamente su pequeña tienda de antigüedades a pesar de que aún era temprano le gustaba ser unos de los primeros en abrir. Nunca se sabe si algún cliente necesitara algo.

Término de limpiar una figurilla de una barco pirata dentro de una botella cuando la campanilla de la puerta anunció la llegada de un posible cliente.

-Nmma... Bienvenido, en que puedo ayudarlo. - dijo feliz el dueño de la tienda al hombre que acaba de entrar.

Un hombre con una extraña gabardina negra cubriendo su brazo izquierdo gran parte de su desfachado pantalón marrón y camisa blanca desabotonada dejando ver algo de su morena piel.
En su cabeza un sombrero de paja, que cubría su rostro.

-Gracias, pero la verdad me gustaría algo de información, cualquier cosa que tenga que ver con el "Joker" - contesto con la misma felicidad que el dueño, mientras veía los diseños de como armar un barco en miniatura y la figura dorada de una hombre arrodillado a punto de ser ejecutado, ya sabe como el que no quiere la cosa, aunque fue bastante directo con su petición.

-Nmma... Te lo diría, pero aquí todo tiene un precio. - ese hombre era bueno negociando pero no sabía quién era su cliente, y no diría nada que lo pusiera en un predicamento.

-Este barco es hermoso. ¿Acaso no es el "Thousand Sunny"? - pregunto acercándose a la figura en miniatura de un barco con colores vivos y con una cara de León en la proa.

-Así que sabe el nombre de ese navío, me impresiona. Sólo mi hermanastro y yo hemos podido reconstruirlo. - reconoció el dueño por la forma en que dijo el nombre del hermoso navío y por la fama que tenía.

-Sería una pena que Franky lo viera aquí, listo para su venta ¿No lo cree? Iceberg-san. - el cliente mostró una sonrisa mientras despejaba su rostro del extraño sombrero de paja dejando al dueño con la boca abierta.

-Vaya al distrito del "CP9", la tienda de licores se llama el "Reino animal"... Ahí encontrara a su amigo... Nmma... Y no quiero volver a verlo por aquí... Shanks. - dijo con enojo para que su cliente se esfumara de su vista. 

Le había dado la localización de un contacto para no le dijera nada a Franky, pero en realidad el barco no estaba a la venta, servía de modo decorativo aunque seguramente el pelirrojo podría distorsionar la verdad.

Shanks sólo le sonrió y salió de la tienda para llegar a su nuevo destino, subió a su auto y arranco el motor para darse prisa.

 

-...-...-...-...-...-...-...-...-

 

Durante el transcurso de la mañana.

Habían salido con buena brisa y el pequeño velero con el cual se transportaba el fiero espadachín llego a la costa de la cuidad con bastante rapidez.

Subieron a un automóvil negro que esperaba a Mihawk y a la pequeña niña.
Todo el recorrido Alexander veía por la ventana fascinada toda la cuidad como si fuera la primera vez que viera aquello, aunque en teoría no recordaba nada eso no le quitaba lo tierna.

Llegaron a los límites del suroeste de la cuidad donde podía divisarse un salvaje bosque, lleno de penumbra, el sol que apenas brillaba fue oculto por una grisácea nube y un macabro castillo en la punta de la montaña daba la impresión de ser un lugar muy peligroso.

-Este es el bosque Kuraigana. Aquí entrenaremos. - dijo el pelinegro señalando la entrada del bosque que tenía un sendero oscuro lleno de sombras moviéndose en su interior.

La niña lo miro con algo de duda pero sólo asintió.

Bajaron del auto y la pequeña niña llevaba un pantalón oscuro junto con una camisa haciendo juego, haciéndola ver bastante masculina, y más por el peinado que era idéntico al del espadachín. En cambio Mihawk llevaba un pantalón negro con una camisa blanca pero su capa le daba el porte de un rey y su sombrero de ala ancha le hacía ver más que atractivo. Saco su espada de filo negro y la acomodo en su espalda. La pequeña tomo su katana y la puso también en su espalda, pero en comparación con la del pálido hombre su espada no tenía empuñadura sólo dejando el frío y afilado acero cubierto por un pañuelo, un pañuelo que tenía bordado las letras "D. M".

-Vamos, aún hay mucho que hacer. - sentenció el espadachín y se adentró en el oscuro bosque.

El automóvil se fue de ahí dejando a la niña en la entrada del bosque y se apresuró a alcanzar a su maestro.

Caminaron varios kilómetros adentrando se en el espeso bosque, respirando el encerrado aire, esquivando las afiladas ramas de los secos árboles. El empedrado camino tenía pequeñas manchas con lo que parecía ser sangre seca y viendo las constantes sombras aparecer y desaparecer rápidamente ante sus ojos. Por fin llegaron a un claro al final de ese traicionero sendero, dejando más que sorprendida a la pequeña. 

Era un oasis en medio de ese horrendo lugar. 

El agua corría por un pequeño arroyo y la vegetación era verde claro, con unas bellas flores coloridas esparcidas adornando el paisaje. Parecía que ese espacio llenaba de paz el lugar y sólo el viento soplando con algunos rayos de sol armonizaban ese paraíso.

-Este es mi refugio secreto. - dijo el pelinegro al ver la hermosa sonrisa de la niña. - Pasaba mucho tiempo a solas aquí cuando era niño. - explico caminando hacia el centro del claro.

-¿Estaba sólo? - pregunto la pequeña con una cara triste para acercase a su maestro.

-Mi padre que era un diestro espadachín me trajo a este lugar para que practicara y no fuera interrumpido. Puedes venir aquí cuando quieras. - le contó con seriedad y se acercó al pequeño arroyo.

Parecía que el bravo guerrero había pasado una infancia no tal agradable, quizás por eso era como era... Alguien frío y serio que no se inmutaba ante nada.

-Cuando pelees no pongas fuerza en tus golpes. - dijo para comenzar la instrucción el espadachín, viendo los ojos violetas de la pequeña.

La niña asintió y se acercó a él para ver como su maestro se arrodillaba a su altura.

-Lo importante es el flujo no la fuerza. - siguió con la instrucción y metió la mano al arroyo. - Debes ser como el agua al pelear. - le explico sacando la mano mojada.

La niña lo veía con una interrogante y ladeo su cabeza.

-¿No lo entiendes? - pregunto Mihawk.

-N-no... - contesto apenada la niña y miro su mano escurriendo de agua.

-De acuerdo, te lo mostraré. Atácame con tu katana. - pidió al momento de levantarse y colocarse delante de ella.

-¿Esta seguro Dracule Mihawk? - la pequeña no estaba muy segura de lo que le pedía.

-Nunca debes desobedecer una orden. - le dijo en tono frío y dio unos pasos hacia atrás.

La niña sólo se tensó un poco por la orden que parecía rechazar y saco su katana de su espalda. La envaino con fuerza y corrió hacia su maestro sin titubear.
Este sólo se movió un poco esquivando su ataque y tomo el brazo de la niña para hacerla caer hacia adelante con todo y espada. Esta cayó en el blanda vegetación y miro al cielo tratando de entender lo ocurrido con su katana a su lado.

-¿Cómo hizo eso Dracule Mihawk? - pregunto al momento de sentarse en el espeso pasto.

-No use nada de fuerza. Sólo use tu energía desaprovechada. - le dijo el espadachín al momento de ponerse nuevamente a su altura. - Tienes que controlar el flujo de tu fuerza, para poder contrarrestar cualquier ataque, primero relaja tu cuerpo. - le mostró la mano que estaba mojada con la cual la había agarrado.

La niña vio su mano húmeda y su brazo donde le había tocado; su piel estaba mojada.

-Eso es lo que significa ser como el agua. - el pelinegro trataba de explicarse.

-¿El agua? - al parecer la niña empezaba a entender.

-Así es. El agua puede tomar la forma que desee y fluir de forma gentil o violenta. ¿Entiendes? - término viendo a la niña con esos amarillos ojos.
Alexander asintió poniéndose de pie tomando su fiel arma y camino hacia el arroyo.

Mihawk la siguió con la mirada y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Al parecer entendió el flujo que podía llevar una batalla y quería probarlo ella misma.
Alexander estaba a punto de meter su pequeña mano al agua cuando se percató de algo, alzó la vista frunciendo el ceño. Inesperadamente salió corriendo de frente saltando el arroyo y perdiendo se en el bosque.

El espadachín sólo la siguió con la mirada y su actitud sería volvió esperando la respuesta de esa extraña reacción. Se pudo de pie y escuchaba los rápidos pasos de alguien en el espeso bosque.

No paso ni un minuto cuando se giró y vio a un extraño pelirrojo salir de la espesura del bosque, con una sonrisa nerviosa y con las manos alzadas a la altura de su pecho en forma de rendición, la niña detrás de el con la punta de su katana apuntado a su espalda.

 

Una hora antes...

 

-Así que dime Rob Lucci... ¿Dónde puedo encontrar información sobre el "Joker"? - pregunto Shanks serio mientras dejaba la botella vacía de ron en la barra frente a él, prueba que le había bebido él sólo.


-Creo que primero necesito saber dónde está el idiota de Spandam. - el pelinegro no le gustaban esos juegos y los negocios no eran lo suyo, sólo la sed de venganza.

-Al parecer la estupidez es contagiosa, y sólo te importa esa vacía venganza. - ahora el pelirrojo se rascaba la nuca negando con la cabeza. 

La frase: "Nadie experimenta en cabeza ajena" se aplicaba en más de uno. Pues aunque le dijera que eso sólo le traería sufrimiento, seguramente lo mandaría al carajo. 

Hastiado el pelirrojo le reveló la ubicación del imbécil de Spandam, que estaba en una región del Artico.

Como respuesta Lucci, le tendió un mapa de un bosque en las lejanías de la cuidad, muy cerca de donde estaban ellos y salió como alma que lleva el cuerno, para matar a ese imbécil traidor que lo vendió como esclavo cuando era tan sólo un niño.

Shanks tomo el mapa y estaba a punto de salir cuando escucho una voz.

-No puedo creer que se haya ido sin mí. - dijo un extraño chico rubio con una gorra y una extraña nariz alargada y cuadrada que salió por detrás de una puerta de la tienda de licores.

-Cuando un alma necesita vengarse déjala... O el odio acabara por corromper su corazón. - dijo triste al joven rubio para tomar otra botella de licor de la barra y salir de ahí.

-Aquel que busca vengarse, es porque ha conservado sus heridas abiertas por mucho tiempo... Y sólo conseguirá su autodestrucción. - el joven volvió hablar para emparejarse a su lado antes de salir y ocultar su rostro con su gorra.

-Nada lo detendrá créeme. - dijo el pelirrojo viéndolo de reojo con la marca de sus tres cicatrices, dándole a entender que sabía perfectamente se como sentía su amigo.

-Estoy seguro que él es mejor que ese monstruo... Y se dará cuenta en el último momento... Por eso debo ir con él, sólo como apoyo y respetar su decisión. - finalizo el chico parar correr detrás de su amigo Rob Lucci.

Shanks se quedo pasmado un momento y sonrió porque el mismo pensó eso cuando estuviera con Zoro frente a su motivo de venganza. 

Ahora estaba seguro de que la vida era tan buena maestra que si no entendías la lección te la repetía.

Subió a su auto para llegar a la zona boscosa. Condujo no más de 15 minutos y aparco en un lugar donde pudiera dejar el auto oculto de los ojos curiosos, para adentrarse en el espeso bosque.

Nunca imaginó que un bosque lo mareara, o quizás era por la botella de ron que se había bebido antes. Seguramente lo segundo. Camino un largo trecho por el traicionero sedero hasta que escucho el sonido del agua cerca. Acelero el paso y cuando estuvo a punto de llegar a lo que parecía ser una luz al final del túnel, escucho la sería voz de un hombre.

Se detuvo en unos arbustos cercanos contemplando el hermoso claro y lo vio a él. 

Dracule Mihawk, llevando su clásica espada de filo negro y tan alto como él, con un elegante atuendo y un niño que parecía ser su hijo por la forma de vestir y de peinar.
Era igual a la descripción que le dieron y no había duda alguna... era el.
Escuchaba la voz del espadachín, pero no alcanzaba a oír lo que decía. Tenía que moverse para verle mejor y descubrir que carajos hacia ahí; así como sus futuros planes.

Se movió con mucha cautela hacia al próximo arbusto pero vio al niño salir corriendo hacia la dirección opuesta donde estaba el. Eso de verdad fue raro... Pero no le dio importancia y veía al bravo espadachín. 

No creía que ese hombre que parecía algo paternal con el pequeño fuera un despiadado y jefe de una de las mafias más poderosas de los bajos fondos.
Estaba en sus pensamientos viendo al pelinegro cuando un sonido metálico y un toque en su espalda lo alertaron.

-No se mueva. - se escucho la joven voz.

-Vaya forma de saludar. - dijo divertido al sentirse totalmente en desventaja.

-Levante las manos y salga de ahí. - amenazo con tono frío clavado un poco el afilado metal en su espalda.

-No soy alguien peligroso niño... Aun cuando suene a que me estoy acusando. - la calma y algo de burla no dejaban al pelirrojo. A esas alturas de la situación no podía hacer mucho.

-¿Quién es usted? - pregunto al verlo de pie, pero todavía de espaldas.

-Sabes... Primero tienes que presentarte antes de preguntar el nombre de alguien. - le dijo mientras lo miraba sobre su hombro.

El niño dudo un momento su inesperada respuesta, y lo obligo a salir del bosque para que su maestro lo viera.

Y ahí estaba el pelirrojo siendo atrapado por un niño no mayor de 10 años, amenazado lo y entregado lo en bandeja al mejor espadachín del mundo.
Sonreía nervioso y esperaba que su fachada de ermitaño lo salvara.
"Este no es mi día" pensó divertido aún sonriendo con los ojos cerrados. Shanks siempre aplicaba la frase de: "Al mal tiempo buena cara" pero la suerte no estaba de su lado.

-¿Que es tan divertido? - la profunda voz junto con la frialdad de esa pregunta lo obligo a abrir los ojos, viendo al pelinegro espadachín... viendo sus fieros, fríos y amarillos ojos.

-Nada, sólo que... No sabía que este bosque tuviera dueño. - seguía en tono divertido, como si aquello fuera alguna especie de juego enfermo donde él era... extrañamente el ganador.

-No lo tiene, pero los animales de aquí, deciden quién entra y quién no. - dijo Mihawk para contemplarlo mejor.

Era un hombre de piel morena, con cabello rojo algo largo, surcando por su ojo izquierdo tres cicatrices como si un animal salvaje lo hubiera herido hace tiempo. La pequeña barba que tenía daba la impresión de ser un desaliñado, más la ropa sencilla que traía junto con el sombrero de paja; hicieron que el espadachín pensara en una acertada palabra: era un vagabundo, aunque eso no le quitaba que fuera una posible amenaza.

El pelirrojo se quedo pensando en las palabras del pálido hombre.
Desde qué se adentró en el bosque sentía una extraña sensación de ser observado pero pensó que era por el pesado ambiente y el encerrado aire. Miro a su alrededor y pudo divisar entre los árboles oscuros varios ojos brillantes, mirándolos pero sin acercarse ni apartarse, como si analizarán cada movimiento suyo.

-Entonces soy afortunado por dejarme entrar. - dijo con aliviado el pelirrojo, bajando las manos y suspirando en el proceso.

Esto altero a Alexander, que por inercia separo un poco la afilada katana, dándole al pelirrojo la oportunidad de divisar un punto para quitarle la espada. 

Shanks se giró rápidamente para tomar la mano del niño que sostenía la katana; alcanzo su objetivo pero lo que no predijo fue que con el impulso el pequeño usó su otra mano para hacerlo caer hacia adelante como su maestro le había hecho antes.

El pelirrojo estaba de espaldas en el césped sosteniendo aún la mano del niño y tratando de entender que mierda había pasado. Quizás esa botella que se bebió le afecto de verdad. No podía que creer que un niño, un tierno niño le hiciera quedar como ahora, como un completo imbécil. Ahora entendía porque el pelinegro era el mejor, si el niño era su hijo él debía ser un rival más que formidable.

Alexander estaba sonriendo por haber aplicado correctamente su nuevo movimiento y jalo su mano para apartar la de aquel extraño, junto con su fiel katana.

Mihawk que veía el espectáculo en silencio sólo asintió con la cabeza, pero al momento de que la pequeña jalo su mano, el filo de la metálica arma corto toda su palma haciendo que la sangre escurriera a una velocidad increíble sobre la cara del pelirrojo y manchara su propio brazo hasta el codo.

La pequeña sólo sintió un extraño calor, al momento de dejar de sonreír y vio como el pelirrojo se limpiaba rápidamente su rostro de su sangre y sostenía con fuerza su herida recién hecha.

Shanks estaba en sus pensamientos cuando sintió el tibio líquido caer sobre sus mejillas y vio la horrenda herida que se estaba haciendo el niño; tan rápido como pudo se limpió con la manga de su camisa e hizo presión en la profunda herida de la mano del pequeño.

El espadachín tampoco se quedo atrás y se acercó a la niña para ver su herida. Al ver que el pelirrojo ayudo a su pequeña no dudo que aquel hombre tal vez no era una amenaza y sólo era algún sujeto borracho que pasaba por aquel bosque.

-Un guerrero no puede distraerse. - ahora la voz del pelirrojo era sería mirando por primera vez los violetas ojos del hermoso niño.

Ojos de halcón, miraba con algo de sorpresa la frase dicha por ese sujeto que clasifico como un vagabundo, pero no lo reflejaba con su semblante, y llego a la conclusión de que ese hombre no era lo aparentaba.

-Tenemos que tratar la herida. - dijo Mihawk para apartar a la pequeña del agarre del extraño pelirrojo, que ahora tenía toda su atención, por el intento de quitarle la katana a su aprendiz y esa extraña actitud.

La niña sólo asintió y camino junto con el pelinegro hasta el arroyo. Metió la mano de la pequeña en el agua corriente para quitar la mayor parte de la sangre; rompiendo la manga de su camisa blanca, vendo su herida mano y saco su móvil para hacer un par de llamadas.

Shanks por su lado no hizo nada cuando el espadachín le apartó del niño, supuso que era porque quería proteger a su hijo.
Estaba limpiándose la sangre de sus manos cuando el efecto secundario del rojizo líquido empezó a manifestarse. Un fresco aroma a pino combinado con un toque de lo que parecía ser un licor, llego a él; ese aroma lo identifico como "sugerente" y un violento sonrojo se apoderó de sus mejillas.

"¡Maldición! ¡¿Ahora qué mierda me pasa?!" Se alerto por la reacción tan fuerte y caliente en su cuerpo. No podía darse el lujo de bajar la guardia y más estando a merced del habilidoso espadachín, aunque el también fuese uno no llevaba su espada para tapar las apariencias. 

Su respiración empezó a tornarse irregular y un ligero sudor escurría por su frente. No sabía que era peor: si el horrendo calor que empezaban a sentir o la obvia afirmativa de querer salir corriendo levantando sospechas para desenmascarar su propia fachada. Todo eso paso en menos de un minuto cuando escucho la voz del espadachín.

-"Captain" Alexander te vera en el punto de encuentro... Ha surgido algo.... Las órdenes siguen siendo las mismas. - hablaba por el móvil Mihawk mientras caminaba con la pequeña Alexander hacia el sendero por donde habían llegado.
Término las llamadas y acaricio el cabello de la niña en un tierno gesto; ella sólo agachó la cabeza y apretaba su mano herida.

-Tienes que volver por donde hemos llegado. - era una orden que la pequeña tenía que obedecer.

-Mi katana... - dijo en un susurro observando su precisado objeto metálico manchado de rojo junto al pelirrojo.

-Yo cuidare de ella. Hable para que vengan por ti, tienes que salir y subir al auto. - término diciendo serio para observar al pelirrojo sentado en el pasto limpiando su rostro.

Alexander lo jalo de su camisa con una mirada triste y el espadachín sólo volvió su vista, sus miradas se cruzaron dando una afirmativa que tenía que obedecerle.
La pequeña asintió y empezó a caminar por donde habían llegado, perdiendo se en la negrura del bosque, dejando a los hombres en el claro.

-Ya puede dejar de fingir. ¿Quién es? y ¿Que es lo que quiere? - su tono frío y su mirada hicieron que el pelirrojo se tensara.

Había descubierto su fachada y sólo podía esperar a que el espadachín iniciara la inminente pelea.

-Como le dije antes a tu hijo... Primero debe presentarse antes de pedir el nombre de alguien. - trataba de responder lo más tranquilo posible, pues la falta aire le estaba ganando esa batalla.

No era necesario su nombre sin embargo trataba de alargar el momento lo más posible y poder calmar la horrenda excitación que amenazaba con tomar posesión de su cuerpo.

-Dracule Mihawk. - se presentó sacando su afilada espada negra y caminaba hacia el pelirrojo.

El espadachín lo veía algo agitado y el extraño color rojizo en sus mejillas le decía que quizás era a causa de la sangre que le había caído.

-Akagami Shanks - también se presentó tomando la katana que era de la pequeña Alexander.

Como pudo el pelirrojo se puso de pie y adopto una posición de batalla.
El pálido espadachín corrió haciendo un rápido movimiento con su espada, lanzando un gran corte que Shanks apenas pudo esquivar, forzando aún más su respiración.

Mihawk volvió atacar y el pelirrojo lo esquivo por apenas centímetros. Algo andaba mal... Y fue cuando el pelinegro supo cual era el problema. 
"La sangre de Alexander." Dedujo rápidamente al ver el estado de su oponente. Entonces era verdad lo que Crocodile les había dicho y ese efecto empezó también a hacerse presente en el, pero a comparación del pelirrojo, su autocontrol era mayor y por ende podía soportarlo perfectamente.

La batalla apenas comenzaba y la temperatura de sus cuerpos ya estaba en el máximo nivel.

 

-...-...-...-...-...-...-...-...-

 

Poco antes del medio día.

 

Kidd esperaba que llegara la hora de recoger a Alexander y tomaba su segunda taza de café. Esperaba frustrado en una cafetería cerca de la estación del tren de "Rain base" donde se encontraría con Mihawk y su pequeña castaña.
En más de una ocasión miraba el reloj de su muñeca, como si el observarlo continuamente adelantara el tiempo.


-Apenas las 11:00... - susurro molesto.

La paciencia no era su fuerte cuando no había algo interesante o trabajo de por medio, pero trataba de mantenerse tranquilo para cuando fueran al hospital.
El plan era sencillo y su cometido aún más. Sólo había que buscar una forma de ir toda la semana sin levantar sospechas.

"Tal vez una alergia o un resfriado..." pensaba el pelirrojo al ver que en las noticias del televisor de la cafetería; decían el reporte del clima: probables lluvias toda la semana por un fuerte viento proveniente del suroeste de la cuidad.

Estaba creando una falsa enfermedad con signos y síntomas cuando su móvil sonó. Contesto sin mirar quien lo llamaba y espero a que la otra persona se identificara como siempre cuando estaba de incógnito.

-"Captain" - escucho su famoso apodo por la sería voz del espadachín y supo que algo no andaba bien. - Alexander te vera en el punto de encuentro... Ha surgido algo.... Las órdenes siguen siendo las mismas. - término la llamada sin dejarle contestar.

Guardo su móvil, pago por sus bebidas y camino a la estación donde se encontraría con la pequeña.

El tiempo pasaba minuto a minuto, y su frustración por la incertidumbre de no saber qué había pasado crecía a cada segundo.

Después de unos 25 minutos contados por Kidd, vio entrar por la gran entrada de la estación a la pequeña Alexander con su mano envuelta, en lo que parecía ser un trozo de tela blanca manchado por el característico color de la sangre.
Corrió hacia la pequeña y la tomo en brazos, abrazándola fuertemente.

-¿Que mierda te paso? - pregunto en un molesto susurro sin dejar de abrazarla.

-Aprendí un nuevo movimiento. - contesto feliz por haber aprendido algo muy útil y se sonrojo por el extraño gesto del pálido hombre.

Kidd no dijo nada más y se llevo a Alexander a su nuevo destino que era el bendito hospital, no sin antes comprarle nueva ropa porque la que traía estaba llena de sangre, aunque fuera negra, se veía si la miraban de cerca.


Pasaron a un centro comercial donde el pelirrojo le escogió un pantalón negro, una playera sin mangas roja, y para completar su atuendo una chamarra de piel. Vendo su mano para tapar la profunda herida, al parecer ya tenían la excusa perfecta para llevarla toda la semana.
Parecía que la niña era el juguete de esos dos, porque tanto Kidd como Mihawk, la vestían a su estilo.

Por fin de dejarla más presentable, llegaron al Hospital en una hermosa moto Harley Davison, propiedad del pelirrojo y gracias a la cita que tenían programada pasaron de inmediato sin que los retrasaran con el horrendo papeleo de las instituciones prestadoras de servicios de salud.

Antes de llegar con la recepcionista el pelirrojo que venía con la pequeña tomándole de la mano se detuvo un momento.

-Alex... Esta es la primera lección para pasar desapercibidos: observa y aprende; utiliza bien tus habilidades para engañar al enemigo, y los tendrás en la palma de tu mano. - le dijo Kidd sonriendo en una forma muy perturbadora que aterraría a cualquiera pero la niña sólo sonrió de la misma forma perversa.
Al parecer aprendía rápido, y el pelirrojo se sentía orgulloso.

-Bienvenidos al Hospital Red Line. Mi nombre es Laki. ¿En qué puedo ayudarles? - saludo con una sonrisa la pelinegra del otro lado del mostrador.

-Tenemos una cita programada con el Pediatra. - respondía el pelirrojo usando su atractivo y rudo semblante mientras se recargaba en el recibidor, mostrando una galante sonrisa.

-C-claro. ¿A-a nombre de quién? - pregunto claramente apenada y sonrojada por atractivo el hombre delante de ella.

-Eustass Kidd. Para servirte linda. - la picara sonrisa no paso desapercibida por la chica, que la hizo sonrojar aún más.

-Re-revisare en el sis-sistema. - tartamudeaba por la seductora mirada y tecleaba en el ordenador el nombre del pelirrojo.

La niña veía las muestras y gestos del galanteo de esos dos. Kidd lo hacía ver tan fácil y natural, era una nueva forma de comportarse que nunca pensó que el pudiera hacer.

-¡Aquí esta! Eustass Kidd tutor legal de Eustass Alexander, su cita es en el tercer piso en el consultorio 303 con el Pediatra Hiluluk... pero. - la lectura de la chica ceso al ver un cambio en la pantalla.

-¿Que sucede hermosa? - pregunto con falsa preocupación el maldito de Kidd.

-El doctor Hiluluk no pudo asistir por lo que otro médico está ocupando su lugar... Si quiere le puedo dar otro día para su cita. - decía la chica algo triste y después su semblante se volvió asustado.

-No hay ningún problema. Todos los médicos de aquí son excelentes y sólo lo mejor para mi pequeño. - decía al momento de acariciar su castaña cabellera. No hay mejor anzuelo que los niños para atraer a las chicas.

-¡Si papá! - grito animada mostrando una hermosa sonrisa. Alexander usaba su ternura para agradarle a la chica y le siguió el juego al pelirrojo, de verdad que Kidd era una mala influencia pero si le preguntarán al pelirrojo diría que son tácticas de infiltración.

-¡Que hermoso niño! ~Kyyaaa~ - la pelinegra cayo redondita en la farsa de esos dos. - Digo... Tomen el elevador para llevar a los consultorios de Pediatría, en la puerta al final del pasillo les atenderán. - dijo tratando de ocultar la emoción de ese tierno gesto y se dispuso a seguir con su trabajo.

-Muchas gracias hermosa, espero vernos después. - se despidió coquetamente, sonriéndole seductor y la chica sólo reía por lo bajó.

Subieron al elevador y cuando la puerta se cerró ni la pequeña niña ni el pelirrojo pudieron contener la risa histérica que los invadió por la ingenua chica.

-Bien hecho. Ahora la segunda lección: no debes de dar ninguna información que comprometa tu posición. Miente si es preciso. Deja que la conversación fluya y sobre todo deja que enemigo empiece la conversación. - hablo una vez que paró de reír y la niña asintió.

La puerta metálica se abrió y una chica junto con un bebe subían con desesperación al elevador.

Kidd sólo se aparto rápidamente junto con Alexander y vio como las puertas de volvían a cerrar. La cara de la chica era de angustia y se le hizo bastante raro.
Caminaron por el pasillo cuando una mujer llorando pasó a su lado casi corriendo, detrás de ella un joven cargando un bebé y la cara de angustia como la chica del elevador.

Ahora si estaba confundido. ¿Por que parecían tan afectados? ¿Qué carajos estaba pasando? Llegaron a la última puerta donde no había ningún paciente esperado como en los otros consultorios. Tomaron asiento esperando a que los llamaran.

Una linda enfermera rubia abrió la puerta del consultorio donde tenían su cita; la joven enfermera se disculpaba al dejar salir a una señora regordeta bastante enojada y su hijo que estaba igual de gordo que ella.

-¡Como se atreve ese intento de doctor a llamarle de ese modo a mi hijo! - dijo indignada mientras terminaba de salir del consultorio para caminar al ascensor.

"Con esa bola de grasa como hijo ya tendría que estar acostumbrada a los comentarios burlones" pensó divertido el pelirrojo al verlos alejarse.

-¿Eustass? - la rubia enfermera les pregunto al verlos sentados frente al consultorio.

Kidd sólo asintió con la cabeza al momento de sonreír y la niña lo imitó.

-Pasen por favor. El doctor les está esperando. - dijo sería para cederles el paso al consultorio, al parecer ella era inmune a sus encantos.

Cuando entraron en el cuarto la silla detrás del escritorio donde estaba sentado el doctor les daba la espalda. Tomaron asiento en frente al escritorio.

-Eustass Alexander y su tutor legal Eustass Kidd. - se escucho la voz del doctor y no estaba nada feliz.

Decir que la calma lo invadió sería mentir pero Kidd tenía que seguir en su papel por lo menos hasta que salieran de ahí.

-Así que... ¿Porqué están aquí?... ¿Qué es lo que tiene el menor? - pregunto el doctor desganado sin revelar su ser. 

-¡Oiga "doctor", se supone que es su puto trabajo ver a su paciente! ¡Además ni siquiera sea presentado y soy todo menos un jodido adivino! - la paciencia del pelirrojo sólo duro unos segundos y le gritaba bastante enojado.

-Vaya lenguaje... Es usted todo un poeta... Eustass-ya. - el sarcasmo se escucho en su voz acompañado de una ligera risilla.

Al pelirrojo le empezó a saltar una vena en la frente, y el doctor se coronaba en su lista de muerte al momento de que empezara el ataque.

La silla giró lentamente revelando por fin al jodido doctor toca huevos.

-Trafalgar Law para servirles - una cínica sonrisa estaba tatuada en su rostro.

El doctor era de piel morena, un par de arcadas doradas en cada lóbulo de sus orejas, esa pequeña perilla junto con su cabello negro azulado y esos hermosos ojos grises metálicos con ojeras incluidas.
La ropa formal junto con su blanca bata arremangada, dejaba ver unos extraños tatuajes oscuros tanto en sus manos como sus antebrazos.

La pequeña lo miro con asombro por la extraña faceta de aquel moreno hombre.

El pelirrojo sólo bufó molesto apartando la vista del perfectamente y apetecible doctor.

El moreno por su lado cuando vio quien era su paciente y su tutor, ensancho más su sonrisa.

"Qué sentido del humor tan retorcido tiene la vida" ese pensamiento tan acertado surgió por la disque revelación que le dio el Shaman; cuando vio la pálida y seductora piel, junto con ese cabello rojo intenso y lo jodidamente dominante que se veía con esa ropa de rockero mal viviente, que seguramente asaltaba en alguna esquina de la calle más oscura, pero lo que atrapo por completo su mirada fueron los ojos ambarinos del tutor de su pequeño paciente.
Cuando por fin término de comerse al bombón de Kidd, sintió una mirada y se topó con los ojos violetas del niño.

-Un coyote de ojos violetas... - susurro sorprendido y la sonrisa se borró de su cara.

La horrenda Epifanía que le fue revelada se materializó y fue cuando su mente dedujo el siguiente pensamiento... "Estoy jodido".

-Y bien "doctor" Trafalgar. ¿Va a revisar a Alex o que mierda? Porque no tengo todo su jodido tiempo. - la grosera voz del pelirrojo lo trajo a la realidad.

-No me órdenes Eustass-ya. - le refuto molesto para ponerse de pie y sacar una pequeña lámpara de su bolsillo.

Kidd se río por la actitud tan arrogante del médico que los atendía, ahora entendía porque sus otros pacientes salieron como alma que lleva el cuerno. 
"A este sujeto le fastidian los niñatos" el pensamiento de Kidd no pudo ser más acertado.

-De acuerdo Alex-ya vamos a la camilla. - le ordeno el moreno, pero la niña no se movió hasta que el pelirrojo le dio permiso con lo que pareció ser un gruñido.

Law no pudo evitar levantar una ceja por el extraño comportamiento que compartía el par y empezó con el interrogatorio.

-Dígame Eustass-ya... ¿Qué tipo de relación tienen? - pregunto como si nada cargando al niño para sentarlo en la camilla y pudo percatarse de algo no tan obvio.

Al pelirrojo se le subió el color por la pregunta tan engañosa y sorprendentemente grito agitando los brazos. -¡Soy su tutor legal! - ya no sabía que más decir.

-Mmmm... - fue la respuesta del doctor, por la escasa y estúpida respuesta del pálido hombre.

-Alex-ya... ¿Eres su novia? - un extraño golpe de algo cayendo al suelo se escucho detrás del médico. Este ni siquiera volteo y siguió preguntado. - ¿O eres su hija? - la ironía estaba en esas extrañas e incómodas preguntas.

-Y-yo... - la pequeña no sabía que decir y esperaba que su falso padre se levantará del suelo para poder contestar a las preguntas del moreno.

Law no paso desapercibido el raro comportamiento de la ahora niña, que por cierto al principio confundió con un niño.

-¿Porqué le puso un nombre de varón a su... - el moreno se vio interrumpido por la voz de Kidd.

-Hermana... Alexander es mi hermana y ese fue el nombre que le dio su padre... - al parecer su extraño desmayo duro unos segundos y estaba parado muy cerca del doctor que revisaba a la pequeña con la lámpara sus violetas ojos.

-Pero como sabía que era una niña... - la duda asalto al pelirrojo.

-Sólo un idiota sin cerebro no sabría diferenciar un niño de una niña. - le respondió con burla, porque seguramente algún gilipollas la confundió con una varón en más de una ocasión, pero claro el nunca se equivocaría con una cosa tan obvia.

La ligera respiración de Kidd chocaba con la nuca de Law haciendo que le diera un extraño escalofrío.

-Trafalgar Law... - lo llamo la pequeña. - ¿Porqué esta rojo de su cara? - pregunto por el extraño color en que se tornó su rostro.

El médico fue atrapado por una jodida niña de 6 años, cuándo el ocultaba perfectamente sus reacciones. Definitivamente estaba jodido.

Kidd se separó al percatase de la cercanía que tenía y pudo imaginarse esa linda cara sonrojada.

-N-no es nada. - su nerviosismo salió a flote.

La niña ladeo su cabeza y no entendía que pasaba... en qué parte de la conversación se perdió. El moreno siguió con su exploración física, cuando vio la venda en su mano.

-¿Que te paso en la mano Alex-ya? - pregunto al momento de quitarle la venda.

-Se cortó cuando estaba jugando en el parque. - su tutor contesto por ella, y la pequeña asintió.

-¿En serio? - no le creyó nada el médico.

-Ya sabe como son los niños de traviesos. - Kidd contestaba seguro para no levantar sospechas.

-No, no lo sé, los niños no son lo mío, pero aún así este corte fue hecho con un objeto punzo-cortante y parece intencional. - dijo al momento de revisar la profunda herida que ya no sangraba.

-¡¿Que mierda esta insinuando?! ¡¿Qué yo le he hecho algo?! - gruño por la clara indirecta.

-Yo no he dicho eso, sin embargo su actitud, me dice todo lo contrario. - dijo con todo y su fastidiosa sonrisa el insolente médico.

-¡Mal nacido hijo de... - el pelirrojo se vio interrumpido.

-Eustass Kidd no me hizo nada. - afirmo la niña tomando la mano del doctor que se tensó al sentir su cálido tacto.

Law leía la verdad en sus extraños ojos violetas y frunció el ceño molesto, no porque lo tocara sino porque esa niña en verdad le estaba jodiendo la vida.

-Cony-ya. Necesito que le haga una curación, tome su peso y talla. - pidió a la enfermera apartando su mano bruscamente del agarre de la niña.

La rubia enfermera salió de la nada y se acercó a la pequeña con una gentil sonrisa. Kidd vio que la pequeña la seguía con una feliz expresión y fue cuando sintió una calidez en su hombro. Trafalgar le había tomado del hombro para hacer un gesto que lo acompañara al escritorio, para darle algunas indicaciones.

-Aparentemente goza de buena salud... - dijo el médico al momento de sacar una hoja de su escritorio.

-¿Que mierda significado eso? - el pelirrojo se alteró por la palabra aparente.

-Necesito que le hagan unos exámenes sanguíneos para descartar cualquier alteración. - ahora le miraba fríamente para que el pelirrojo entendiera que hablaba en serio.

-Bien... - bufo molesto.

-Eustass-ya... Que no me agraden los niños no significa que no me interesa la salud de mis pacientes. - por alguna extraña razón el médico se estaba justificando mientras escribía en una hoja.

-¿Cuando nos volveremos a ver? Digo... Para ver la salud de Alex... - pregunto Kidd al ver la hábil mano del moreno escribir.

Law detuvo su mano por la inesperada pregunta y contesto algo atropellado. -Mañana estaría bien. - y siguió escribiendo sin despegar la vista de su escritura.
Kidd sólo buscaba ver su rostro pero no podía verle bien.

-Trafalgar-san. Hemos terminado. - regreso la linda enfermera con la niña y ayudándola cargando su chaqueta negra.

Cony le tendió una hoja al médico y espero a su lado. Law leyó rápidamente la hoja y en una receta volvió a escribir.

-Eustass Kidd - susurro la niña para llamar la atención del pelirrojo.

-¿Qué? - pregunto en el mismo volumen de voz pero sin dejar de ver al atractivo doctor.

-¿Te gusta Trafalgar Law? - la niña le pregunto por la extraña forma de tratar al pelinegro que era todo lo contrario que con la morena recepcionista.

- ... - Kidd no contestaba sólo cerró los ojos para controlar la extraña sensación que lo inundo al recibir esa directa pregunta.

-Aquí está los exámenes hematológicos que necesito, si puede traerlos mañana estaría mejor... - Law deslizo las dos hojas sobre la mesa para que el pelirrojo las tomaras, pero su sorpresa fue grande al ver que la niña los tomaba y se sentaba en el regazo de Kidd.

-¡Si Trafalgar Law! - grito emocionada la niña mientras trataba de leer las hojas, y digo trataba porque las tenía al revés.

El pelirrojo sólo tenía ensombrecida la mirada y abrazo a la niña por la cintura, como si estuviera protegiéndola de algo.

-¿Eustass-ya? - pregunto el médico al ver el semblante del pelirrojo.

-Si es todo nos retiramos. - sentenció Kidd al momento de pararse de su asiento y cargar a la pequeña en brazos para salir de ahí.
Cony camino a la puerta para darle su chamarra a la pequeña y cederles el paso para retirarse.

-Necesita una vacuna antitetánica... - fue la última frase del moreno para ver como su pequeña paciente y su atractivo tutor desaparecían.

Alexander se despidió con una cálida antes de salir del consultorio y Law ya no sabía que pensar.

Su destino estaba sellado por ese hombre y la niña sería una pieza clave para el incierto futuro.

 

-...-...-...-...-...-...-

 

En el transcurso de la tarde.

Desayunaba apenas después de haber dormido más de 12 horas, bueno en realidad era la hora de la comida pero eso le daba igual. Por fin dio el último bocado a su gran plato de estofado cuando su móvil empezó a sonar.

Miro la pantalla para ver quién era y contesto enojado como siempre.

-Ahora que quieres Ussop... - estaba harto de las llamadas de la gente que se preocupaba por él.

-Oi Zoro no deberías ser tan amargado... Casi la palmas y nadie ha sabido nada de ti. - la preocupada voz del moreno se escuchaba fuerte y claro.

-No me digas... - el sarcasmo estaba más que presente.

-Law nos dijo que te saliste del hospital sin recibir las primeras atenciones. - le confirmo el narizón.

-Franky no deja de llamar junto con Nami y toda la maldita división en donde estoy... Ya se los he dicho estoy bien. - le reiteró lo molesto que era el hecho de preocuparse por él.

-Oi... Zoro... Respecto a Luffy... - intentaba investigar pero con bastante cautela.

-Ussop... Te recomiendo no meterte en lo que no te importa. - la voz fría de Zoro apago todo intento de preguntar más del tema.

-Bueno, pero cualquier cosa que necesites puedes contar conmigo. - a pesar de todo el moreno seguía siendo un fiel amigo con el que podía contar para pedirle un favor.

-Ah... Igualmente. - y con eso Zoro término la llamada.

Se cambió para dar una vuelta por el doyo donde estrenaba con su amiga de la infancia Kuina, con suerte llegaría antes del anochecer y se quedaría a entrenar toda la noche.

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Cualquier cosa estoy para servirles.


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