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El amor más puro. por kozzha

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Notas del capitulo:

¡Hola!

¡Por fin! 

La agonía  ha acabado. 

El final ya llegó. Espero y sea de su agrado. 

Habrá un extra, pues como verán al final del capítulo, hay una historia que falta por concluir. 

Muchas gracias  tod@s l@s que se tomaron el tiempo de leer y dejar un comentario. 

¡Muchas gracias!

Si les ha gustado mi trabajo, entonces nos vemos en mis otros fics ;) 

Besos

-Atsushi…-susurró en un hilillo de voz.

-Muro-chin-respondió el otro, sonriente-Tanto tiempo sin vernos.

-¿En verdad eres tú?-preguntó incrédulo. ¿Tanto tiempo había pasado?, se preguntó Himuro al ver al imponente muchacho. Si no fuera por la melena larga y aquellos preciosos ojos violetas, estaría seguro que no le hubiera reconocido. Atsushi ya no era ni la sombra de aquél chiquillo pequeño y frágil amante de los dulces.

Atsushi caminó hacia el profesor y amplió su sonrisa. Al sentir la cercanía del más alto, el corazón de Himuro se aceleró y sintió que algo revoloteaba en su estómago.

-El mismo- dijo. Miró de soslayo  el Hoikuen y soltó un hondo suspiro-En verdad pensé que no habría nadie.

-Ya todos se marcharon…yo me quedé para adelantar algunas cosas para mañana.

-Siempre tan responsable, Muro-chin-sin poder evitarlo, Himuro se sonrojó y desvió la mirada. Estaba por preguntarle por qué había ido al Hoikuen cuando Atsushi habló-Me encontré con Aka-chin la semana pasada, me puse nostálgico de recordar mi infancia y los buenos momentos en el Hoikuen, así que decidí venir a visitarlos

 -Oh…ya veo-asintió Himuro, desilusionado.

-Pero veo que vine muy tarde- hizo un puchero.

-Sólo un poco-sonrió Himuro.

-Ne, Muro-chin, ¿Vas para tu casa?

-Así es.

-¿Puedo acompañarte?

-¿Eh?-pestañeó desconcertado-Bueno…-carraspeó-Supongo que sí.

-Que bien-y volvió a sonreír, mostrando sus hermosos dientes blancos.

Con las manos enfundadas en su chamarra de alpinista, Atsushi siguió a un pensativo Himuro. Caminaron en silencio por uno largo rato, de vez en cuando uno miraba de reojo al otro y viceversa. Una risilla por parte de Atsushi hizo romper aquél incómodo silencio.

-¿Qué sucede?-preguntó Himuro, deteniéndose.

-Muro-chin sigue igualito. Los años no han pasado para ti.

-¿Eh? ¿Tú crees?

-Si…sigues estando igualito de cuando eras mi profesor-asintió el muchacho.

-Yo no puedo decir lo mismo de ti, eso es obvio. Ya eres todo un hombre y no sólo eso, eres sumamente alto, ¿Cuánto mides?

-Dos metros nueve centímetros.

-¡Cómo!-exclamó Himuro.

-Quién lo iba a pensar, ¿Ne?

-La verdad es que si-suspiró.

-Comí muchas espinacas para poder crecer-sacó sus manos de los bolsillos y flexionó sus brazos hacia arriba-Y poder venir por ti.

-¿Por mí?-abrió los ojos de sorpresa.

-Por supuesto-le miró con ojos brillosos-Para cumplir mi promesa…-se acercó al mayor y susurró-¿La recuerdas, Muro-chin? Aquella promesa que sellamos con un anillo de compromiso-y acarició con delicadeza el rostro sonrojado del moreno.

-Yo…

-Me lastimaría mucho el saber que te has olvidado de ella-musitó con tristeza.

-No…no la he olvidado.

-Me da mucho gusto escuchar eso-esbozó una ligera sonrisa y besó con delicadeza los labios de Tatsuya.

Himuro abrió los ojos como un par de platos ante la inesperada acción del más joven. Le empujó y rojo por la vergüenza exclamó.

-¡No hagas eso en la calle! Alguien podría vernos.

-Entiendo-asintió Atsushi y tomó de la mano al moreno. Le llevó casi arrastras por aquella calle solitaria.

-Atsushi, ¿A dónde vamos?

-A donde podamos estar solos.

Tatsuya enmudeció ante éstas palabras y se dejó guiar por el más alto.

 

 

 

En cuanto el timbre de la puerta sonó, KIse corrió a abrirla.

-Buenas noches, Kise sensei-saludó Daiki con una sonrisa.

-Pasa-dijo con parquedad el rubio haciéndose a un lado para darle el paso al otro. El muchacho se quitó los tenis y entró al apartamento. En cuanto los dos estuvieron en la pequeña sala de estar, Kise habló-Seré breve-se cruzó de brazos y miró serio a Aomine-Lo que sucedió el fin de semana fue un terrible error.  Así que quiero que entiendas que no puedo hacer más ese tipo de cosas, eres menor de edad y aún peor, soy el profesor de tu hermana.

-Pero yo quiero que sea mi novio-se sinceró Daiki.

-¿Cómo?-exclamó-Pero ¿Qué cosas dices, Aomine-kun?

-Me he enamorado de usted y yo sé que usted siente lo mismo.

-¡Por supuesto que no!-vociferó-Lo de nosotros fue simplemente sexo…muy buen sexo por cierto-ante éstas palabras, Daiki esbozó una sonrisa, halagado-Pero…¡No!-sacudió su cabeza para alejar los recuerdos fogosos del fin de semana-Ya te dije que esto no puede seguir. Es ridículo que digas que estás enamorado de mí, sí sólo hemos intercambiado algunas palabras, no sabes nada de mí…

-Entonces, déjeme conocerlo-susurró, acercándose al rubio. 

Al sentir el cálido aliento de Daiki sobre sus labios, Kise cerró sus ojos y se dejó llevar.

Otra vez había caído en las redes de seducción de aquél chiquillo.

 

 

En cuanto  entraron a la habitación, Atsushi se abalanzó hacia Himuro y le besó con fervor, mientras que Himuro correspondió de la misma manera. A cada paso trastabillante que daban, la pareja se iba despojando de alguna prenda. Cuando lograron llegar a la cama, ambos estaban sólo en ropa interior. Atsushi recostó con suavidad a Himuro y se posicionó encima de él. Acarició con ternura el rostro del moreno.

-He esperado tantos años para esto…-musitó el muchacho-Qué no pienso dejarte ir, Muro-chin.

-Atsu…ahh…-Himuro soltó un leve gemido cuando Atsushi lamió su cuello.

Las grandes manos del muchacho recorrieron con lentitud el torso de su antiguo profesor. No dejó ningún recoveco de aquél cuerpo sin explorar. Después de hacerlo con los dedos, Atsushi decidió hacerlo con su lengua, provocando que Himuro se retorciera de placer. De vez en cuando besaba aquellos labios, reclamándolos como suyos. Sonrió complacido al sentir como el moreno  correspondía a cada uno de ellos con la misma intensidad.

Himuro soltó un ligero jadeo cuando los alargados dedos de Atsushi se colaron de entre una de las piernas de su ropa interior. Aquellos dedos jugaron con uno de sus testículos para después acariciar su pene que ya estaba completamente erguido.

-Eres tan perceptivo, Muro-chin-susurró sobre su vientre bajo-Me gusta, es como me lo había imaginado-éstas palabras provocaron que la excitación de Himuro aumentara y pidiera por más-Si tanto insistes-Atsushi le quitó la ropa interior lentamente, torturando al otro.

-Por favor…-suplicó Himuro.

Atsushi asintió, tomó entre su gran mano el miembro de su amante y rozó sus labios sobre éste, después de los sutiles roces, siguieron los besos y después de esto, algunos jueguecillos por parte de la lengua de Atsushi.

Tatsuya sintió encloquecer cuando el más alto engulló su pene. Atsushi apretó sus labios sobre éste y comenzó a subir  y a bajar.

-Nhg…aahh…Atsu…Atsushi…-gimoteó el moreno, aferrándose al cabello sedoso de su ex alumno.

Dada las caricias que le proporcionaba Atsushi, Himuro se corrió. En cuanto eyaculó, echó la cabeza hacia atrás y enrolló sus piernas sobre la espalda alta de Atsushi para hacer mejor el contacto. El muchacho bebió todo el semen del moreno, sin dejar ninguna gota. En cuanto el efecto del orgasmo pasó, Himuro soltó el cabello de Atsushi y dejó caer sus brazos sobre el mullido colchón. Deshizo el nudo que había formado con sus piernas y liberó al otro. Atsushi recargó su cabeza en el vientre bajo del moreno y comenzó a acariciar uno de sus muslos.

-De todo Muro-chin, ésta es la parte que más me gusta-susurró, acariciando, ahora, el vientre de éste.  Himuro sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal, de todas las partes de su cuerpo, ésa era una de las más sensibles. Atsushi se dedicó  a besar  esa zona. Jugó con su ombligo e incluso le hizo un chupetón.  Ante estas caricias, el miembro de Himuro volvió a erguirse.

Atsushi volvió a recorrer aquél cuerpo del que se había vuelto adicto y después de degustar de esa exquisita piel blanca, se salivó uno de sus largos dedos y lo introdujo en Himuro; éste soltó un suspiro y apretó su entrada.

-No quiero lastimarte, Muro-chin. Por favor, relájate-musitó. Himuro apretó los labios y asintió. Hacía ya mucho tiempo que no tenía relaciones sexuales, por lo que  tan sólo ese dedo le resultaba un poco incómodo.

Los sutiles gemidos de Himuro reinaron en la habitación cuando Atsushi ya tenía tres dedos dentro de él. Al ver que con el cuarto dedo, el miembro de Himuro goteaba, sacó sus dedos, recibiendo un ligero quejido. Se desnudó  y se  acomodó entre las piernas del moreno dispuesto a fundirse con él.

-Atsushi-gimió Himuro cuando se sintió penetrado. Se aferró a la espalda del más alto. Su corazón sufrió de un vuelco y un hormigueó le recorrió todo el cuerpo. Aquella unión desató miles de sentimientos en él. Sin poder evitarlo, de sus ojos brotaron algunas lágrimas.

-¿Te he  lastimado, Muro-chin?-preguntó con preocupación el muchacho.

-No…-negó con la cabeza moviéndola de manera convulsiva-No es eso…yo…-sollozó.

-¿Qué sucede?-dulcificó su voz.

-Yo…lo siento…yo no cumplí con la promesa.

-¿Por qué dices eso?-enjugó algunas lágrimas del moreno.

-Porque yo…yo en estos años salí con varias personas y…-apretó sus labios para acallar otro sollozo. Se cubrió el rostro, avergonzado.

-¿Y ahora éstas con alguien?-ante la pregunta, Himuro negó.

-No…en todos esto años, no he podido formalizar nada porque…porque siempre me venía tu recuerdo…

-Entonces si cumpliste con la promesa.

-Pero…

Atsushi descubrió el rostro de Himuro y le besó. Algunos sollozos se ahogaron en aquél dulce beso.

-Esperaste por mí, ¿No es así?

-Bueno…si…

-Gracias, Muro-chin-abrazó con fuerza al otro quién soltó en llanto.

Cuando Tatsuya se hubo tranquilizado, Atsushi comenzó con las embestidas las cuáles fueron lentas y pausadas. Nuevas lágrimas volvieron a salir de los ojos grises del profesor, pero a diferencia de las otras, éstas eran de felicidad.

La pareja se sumergió en un paroxismo de placer, provocando que  brotaran viejos sentimientos y surgieran nuevos. Las palabras no fueron necesarias para expresar el mutuo  amor que se tenían.   La unión dio por finalizada cuando Atsushi estalló en el interior de Himuro, provocando que éste eyaculara también.

 

 

 

Kagami le tendió una taza con chocolate caliente a su prometido.

-Muchas gracias, Kagami-kun-musitó Kuroko, aceptando la taza. Afuera caía una fuerte nevada y a pesar de que la calefacción estaba puesta, Kuroko tiritaba de frío.

-Le he puesto malvaviscos, como a ti te gusta-dijo el pelirrojo, tomando asiento en el tatami y acomodándose en el kokatsu*, a un lado de Kuroko.

Tetsuya dio un sorbo a su chocolate y asintió. Kagami, al ver que el otro tenía un bigote hecho por la espuma de la bebida, esbozó una sonrisa divertida.

-En definitiva-dijo éste, que estaba acodado sobre el kokatsu-Eres la persona más adorable que pueda existir en la tierra.

-Qué cosas dices, Kagami-kun-replicó Kuroko, sonrojado. Taiga se acercó a su prometido y limpió el bigote de espuma.

-Te amo, Kuroko-musitó con los ojos brillosos.

-Kagami…-los labios de Taiga acallaron a Tetsuya.

Aquella noche, Taiga le dio calor con su propio cuerpo a su amado Kuroko.

 

 

-No creí que después de tanto tiempo recordaras aquella promesa-musitó Himuro. El moreno se encontraba acurrucado en los fuertes brazos de Atsushi, su cabeza reposaba en su  pecho desnudo. Mientras hablaba, dibujaba círculos sobre el vientre del muchacho.

-Jamás olvidaría algo así-dijo Atsushi, aspirando el exquisito aroma que desprendía el cabello de Himuro.

-Valió la pena la espera.

-Lo sé-con delicadeza, el muchacho apartó a Himuro. Se puso de pie y caminó hacia su chamarra que estaba tirada en un rincón de la habitación. Buscó en uno de los bolsillos, sus labios se curvaron cuando sacó una pequeña cajita de color negro. Regresó a la cama, en donde le esperaba Himuro, expectante-Me faltan dos años para terminar la universidad-se hincó sobre el piso alfombrado y se acodó sobre el colchón-Así que…-carraspeó-Quisiera saber si me esperarías éstos dos años para casarte conmigo-dicho esto, abrió la cajita. Ahí, dentro de ésta resplandecía un hermoso anillo de compromiso.

-¡Atsushi!-exclamó Himuro-Yo…-se llevó una mano a la boca mientras sus ojos grandes como un par de platos miraban aquél anillo.

-¿Muro-chin?

Sin decir nada, Himuro se inclinó, tomó entre sus manos el rostro del Atsushi y le besó. Con éste gesto, el muchacho entendió lo que el moreno quería decirle y gustoso correspondió al beso. Se separaron para que Atsushi pudiera ponerle el anillo a Himuro.

 

 

Varios meses después…

-En virtud de la respuesta afirmativa de ambos, manifestada libremente entre todos los presentes en esta ceremonia civil y conforme a su voluntad, declaro que Kagami Taiga y Kuroko Tesuya  quedan unidos en matrimonio. A continuación, les ruego a los contrayentes que se acerquen a esta mesita para proceder a la firma del acta correspondiente…-dictó el juez. La pareja se acercó y el primero que firmó fue el pelirrojo, pasándole el bolígrafo a Kuroko-Por favor, acérquense igualmente los testigos para estampar su firma-Momoi y su esposo se acercaron a la mesa para poner su firma.

-Te has puesto a pensar de que en menos de un año, ¿Tú y yo estaremos igual, Muro-chin?-le susurró Atsushi al moreno.

-Lo sé-asintió el otro.

Al otro extremo, Daiki se acercó al rubio, lo tomó de la cintura y lo atrajo hacia él.

-Daikicchi-masculló el rubio.

-¿No te quieres casar conmigo?-le ronroneó con ojos brillosos.

-¡No me presiones!-vociferó Ryota, completamente rojo.

Después de firmar el acta de matrimonio, la pareja confirmo su unión con un tierno beso.

-Ah…en definitiva, el amor está en el aire-suspiró Alex al ver al par de muchachos.

-Completamente de acuerdo-asintió Masako, mirando a las respectivas parejas.

Notas finales:

Un kotatsu* es un marco de mesa bajo hecho de madera y cubierto por un futón o una cobija pesada, sobre el cuál se apoya la superficie de la mesa. Debajo hay un brasero, calentón o estufa, que a veces es parte de la estructura de la mesa misma.


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