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Erase una vez... mi historia por Killary

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¿Qué si te digo quien soy en realidad?

¿Qué pasa si te dejo entrar en mi farsa?

¿Qué si te digo lo que realmente pasa?

No más máscaras, no más partes del juego

Hay tanto que quiero decir

Pero estoy muy  asustado de exponer cada pequeño secreto que escondo

¿Me verías diferente? Y eso  estaría mal

Me pregunto cómo sería si te dijera

(What If I Told You – Jason Walker)

 

 

 

5.  La sangre es más densa que el agua

 

 

 

Sólo vine aquí para pasar las vacaciones de fin de ciclo. Pero al llegar y encontrarme con todo lo que pasaba… El ver todo lo que sufría Jair… No pude evitarlo, tenía que quedarme, debía de quedarme. Sentía que mi hermano me necesitaba más de lo que parecía.

 

 

 Ahora ya había perdido un ciclo entero. No podía quedarme más, iba a perder el cupo en la universidad si no me inscribía para el siguiente.  David, mi novio, me tenía informada de todo lo que pasaba allá, pero ya no le hacía nada de gracia que este dejando la carrera a un lado.  Siempre me decía que primero debía terminar la universidad y luego podría llevarme a Jair conmigo, que él siempre me apoyaría y no sería problema el que lleve a vivir a mi hermanito con nosotros.  Que Jair bien podía llamar en cualquier momento que necesitase y que sabía que siempre podía contar conmigo, con nosotros.  Yo entendía todo eso, sabía que estaba en lo cierto, pero aun así no podía dejar de preocuparme por la situación. Había hablado muy seriamente con mis padres y les había dicho claramente lo que pensaba… Yo sabía porque la actitud hacia a mi hermano, no justificaba sus acciones de ninguna forma, pero conocía la historia.

 

 

Cuando Jair cumplió los 8 años nos enteramos de que no era hijo de mi padre, que mi madre había tenido una aventura y lo había callado todo ese tiempo… Y nos enteramos de una forma terrible, un hombre vino ese día a casa pidiendo conocerlo y gritando que él era su verdadero padre…  Y en ese instante mi familia se rompió para siempre. Aunque mi padre nunca perdonó a mi madre, no se divorciaron y la verdad nunca entendí el por qué,  pero desde ese momento empezaron todas las discusiones. Pasaron a ser un matrimonio de apariencia, falso. Mi padre aumentó la cantidad de viajes que hacía por el trabajo y mi madre comenzó a tratar a mi pequeño hermano con una indiferencia tal que me llenaba de rabia. "Tiene techo, comida, educación... No me pidas más hija, creo que con eso es suficiente", "¿Amor? Por favor déjate de tonterías." Eran algunas de las cosas que me contestaba cuando le reclamaba.

 

 

 Me convertí en el todo para Jair, lo cuidaba, lo protegía, lo amaba… Y mi hermanito, tan indefenso, pasó a ser todo para mí.  Porque mientras mis padres se dedicaban a hacerse daño día a día, nosotros nos refugiamos el uno en el otro. Jamás permití que sufriera. Jamás permití que se enterara de que no era el hijo de mi padre. Por lo menos mientras estuve allí. Luego tuve que ir a la universidad, aunque aplacé el momento todo lo que pude.

 

 

Ni bien terminé la escuela, busqué un trabajo y comencé a ahorrar para sacarnos de allí. No era suficiente. Fue cuando conocí a David. Él me dio su apoyo incondicional. Me hizo entender que jamás podría darle a mi hermano lo que necesitaba quedándome así, que debía superarme, entrar en la universidad, hacer una carrera.  Me habló de la universidad de su ciudad que era donde él estudiaba, que me ayudaría a ingresar, que me apoyaría en todo. En el lugar donde vivíamos era todo muy limitado. Para ir a la universidad había que viajar 3 horas. Por eso era mejor mudarse cerca.

 

 

Fue muy difícil contarle a Jair mis planes. No lo entendía. Sólo lloraba diciendo que lo estaba abandonando, que no lo quería… Preguntándome que había hecho de malo para que me fuera… Para que lo dejara… Tuve que hacer uso de todo mi valor para no caerme a pedazos y mandar al carajo los planes, la universidad y a David… Le  expliqué lo mejor que pude lo que pensaba y le dije que lo amaba un millón de veces, le dije que volvería, que siempre lo llamaría, que siempre estaría para él, que  era por un tiempo corto… Le dejé un celular diciendo que cada vez que me necesitase sólo tenía que llamar.

 

 

Los primeros meses me llamaba varias veces al día, llorando pidiendo que regresara. Y muchas veces estuve tentada a hacerlo. David siempre me repetía que todo esto era por el bien de ambos, me daba fuerzas, me ayudaba a seguir. Poco a poco las llamadas de Jair fueron espaciándose… Ya el segundo año sólo me llamaba para avisarme que había recibido el dinero que le mandaba, o a veces únicamente me enviaba un mensaje de texto… Cuando me avisaron del accidente que tuvo, viajé inmediatamente. Él me dijo que no era nada, que se había caído y se rompió el brazo, que  fue torpeza de su parte. Mi madre dijo lo mismo. Me quedé con él un mes, pero tuve que regresar.

 

— Pecoso, ¿seguro que estarás bien? —  Lo tenía abrazado con la cabeza en mi hombro.

 

— Que si Mimi, ya no soy un pequeño, además cualquier cosa te llamaré — Me sonrió, aunque vi la tristeza en sus ojos.

 

—Ya pronto te llevaré a vivir conmigo, es una promesa, ya verás…

 

—No te preocupes más por mí, haz tu vida, David te está esperando… Me cae muy bien tu novio — Se separó un poco de mi para verme a los ojos… Sentí que quería decirme algo importante.

 

— ¿Que pasa Jair? – Le pregunté directamente.

 

Yo… quería decirte algo… — Lo vi agachar la cabeza nervioso.

 

— Vamos, sabes que puedes decirme cualquier cosa, confía en mí.

 

— Yo… estoy saliendo con alguien... — Me soltó de una vez. Abrí los ojos sorprendida… ¿Jair tenía novia? Sólo tenía 15 años…

 

 ¿Así que ya tienes novia?... ¿La conozco? — Traté de sonar lo más calmada posible, si mi hermano se estaba abriendo a mí era porque confiaba y no lo iba a defraudar.

 

—… La verdad… — Vi que se ponía aún más nervioso… Ya me daba mala espina todo esto… Oh Dios, ¿no me saldrá con que la novia está embarazada? No, no por favor que no sea eso, que no sea eso… —… Estoy saliendo con un chico… — ¿QUE? Creo que escuché mal… Dijo chico… ¿CHICO?  Me dejé caer en el sofá tratando de procesar lo que acababa de escuchar.  Él se sentó a mi lado, ahora si mirándome fijamente, esperando ansioso mis siguientes palabras. Respiré profundamente tratando de tranquilizarme.

 

— ¿Estás seguro? — Sólo atiné a preguntarle. Pareció no entender bien.

 

— ¿Seguro? — Me devolvió la pregunta.

 

… Seguro de que… te gustan los chicos… — No podía creerme lo que le preguntaba… Era Jair, mi hermanito, mi pequeño… ¿Era gay?...

 

… Si… — Otra vez bajó la vista… ¿Avergonzado? No, no, no, no permitiría que se avergüence de él mismo jamás, que él fuera feliz era prioridad en mi vida…

 

— Hey, ¿qué pasa? — Le levanté la carita tomándole del mentón — Me sorprendiste, es cierto, pero eso no hará que te deje de querer o te quiera menos. — Vi como sus ojos se llenaban de lágrimas — Y si te gustan los chicos,  pues bien, y si estas de novio con uno pues… más le vale hacerte feliz porque si no se las verá conmigo.

 

— Gracias Mimi… — Me volvió a abrazar mientras sollozaba. Lo abracé de vuelta con todo el amor que le profesaba.

 

— No llores pequeño, siempre estaré para ti, lo sabes bien, siempre...

 

 

Esa misma noche regresé junto a David.  Le conté todo lo ocurrido ni bien llegamos al departamento, necesitaba decírselo, necesitaba de sus abrazos, necesitaba de él.  Mientras me acariciaba con ternura, me dijo que se sentía orgulloso de mí, que Jair también debe sentirse feliz de tener una hermana que lo ame tanto. Que le daba gusto que mi hermano se haya sentido con la confianza suficiente para revelarme su orientación sexual, y que a él particularmente no le molestaba, no tenía por qué, si Jair era feliz lo demás pasaba a segundos planos. Amaba a este hombre.

 

 

Pero ahora… las cosas estaban diferentes. Desde una vez que discutimos por teléfono… Y me lo dijo. Me dijo “¿Te acuerdas de mi brazo? Pues tenías razón, te mentí… no me caí… Fue mi padre”. Así que apenas terminó el ciclo, viajé de vuelta a casa de mis padres. Ni bien llegué los junté y les hablé de aquello… Y ellos solo se disculparon diciendo que fue casual, que estaba discutiendo y Jair se metió en el medio y que no pudieron evitarlo. Que no quisieron que pasara. Mi hermano dijo que era cierto, que en ese momento estaba muy cabreado y hablo sin pensar. ¿Les creo?

 

 

Ya tenía 6 meses aquí. En una semana debía volver a la universidad. Aunque… las cosas habían cambiado estos últimos 2 meses. Jair había cambiado. Se le veía… feliz. Vivía  pegado al teléfono. Si no estaba hablando, andaba mandando mensajes y riéndose bajito por los rincones. Si mi intuición no se equivoca, creo que está… enamorado.  ¿Sería el mismo chico del que me habló aquella vez?  La verdad solo me confesó que salía con un chico, nada más. Nunca supe ni como se llamaba. Quizá en ese entonces me sentía corta de preguntarle, pero ahora… quería saber.  Me dirigí a su habitación.

 

— ¿Puedo pasar? — Pregunté dando un par de golpes a la puerta. Inmediatamente sentí como le quitaba el seguro y abría con una sonrisa invitándome a pasar con un ademán.  Me senté en su cama y di unas palmaditas a mi lado para indicarle que se sentase junto a mí.

 

— Que pasa Mimi, estas medio misteriosa. — Me dijo haciendo más grande su sonrisa.

 

— Cuéntame pecoso… ¿Quién es el afortunado? — La sonrisa se le fue del rostro y el sonrojo apareció. Se le veía tan tierno.

 

— No sé de qué hablas. — Me dijo medio murmurando.

 

— Ya Jair, no seas así, es que se te nota hermano… ¿No me contarás?… ¿No confías en mí? — Usé la voz más dulce que pude y la mirada más inocente que me sabía. Lo vi dudar un poco, pero al final soltó un suspiro y en ese instante supe que me contaría todo.

 

— Se llama Gustavo y va a la misma escuela que yo… Y estamos saliendo algo más de 2 meses…

 

— ¿2 meses?  ¿Y el chico con el que salías antes? — Le interrumpí, la curiosidad se había apoderado de mí.

 

—… Terminamos hace un tiempo ya…— Vi que se le endureció el gesto y había rencor en sus palabras.

 

— ¿Terminaron? Pero…

 

— No quiero hablar de eso Mimi. – Me interrumpió con una voz dura y una mirada seria que no aceptaba réplicas. Bueno creo que no era el momento de tratar de sacarle que había pasado. Ya lo intentaría en otra ocasión, cuando lo sienta preparado.

 

— Ok, ok… Entonces… Gustavo, ¿eh? — Le sonreí tratando de relajarlo. No me costó mucho porque sólo el nombrarlo era suficiente para devolverle la sonrisa. Era definitivo. Mi hermanito estaba enamorado. — ¿Y cuándo me lo piensas presentar? — Vi que se movió nervioso mientras entrelazaba sus manos.

 

— No sé… ¿La próxima vez que vengas? — Ouch, ese había sido un golpe bajo. Jair ya sabía que me iría el fin de  semana, lo habíamos hablado, y sabía que no podría volver hasta terminar mi carrera, casi 2 años.  Tenía intención de llevarlo conmigo en sus vacaciones pero eso era una sorpresa que le daría en su momento.

 

— Vamos, no seas así, preséntamelo por favor… siiiii? — Dudó un poco — ¿Siiiiii?

 

— Está bien, se lo diré… — ¡Bien! Punto para mí.

 

— El viernes los invito a comer, ¿te parece? — Pregunté parándome y dirigiéndome a la puerta.

 

— Si… pero Mimi… — Me giré y lo quedé viendo.

 

— ¿Ah?

 

— ¡No vayas a avergonzarme delante de él! — Abrí los ojos como platos… Y luego empecé a reír mientras me acercaba y le daba un abrazo a mi pequeño.

 

— No mi Jair, jamás lo haría…  Nunca le diría que tierno te veías de bebe, ni que te cambiaba los pañales, ni que tomaste biberón hasta los 5 años, ni que…

 

— Miriam!!!!!! — Las carcajadas me impidieron seguir hablando. Cuando me calmé un poco lo separé de mí y lo vi a los ojos.

 

— Solo bromeaba pequeño, jamás te avergonzaría, lo sabes… — Sonrió y me abrazó con todas sus fuerzas. Había crecido en este tiempo, ya me sacaba una cabeza.

 

— Te quiero hermana — Cuanto tiempo esperando oír otra vez esas palabras… Sentí que un par de lágrimas de felicidad escapaban de mis ojos. Le acaricie la cabeza mientras estábamos aun en el abrazo.

 

— Yo también te quiero hermanito…— Y eso fue todo lo que pude decir sin que se me quebrara la voz.


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