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Erase una vez... mi historia por Killary

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Es gracioso como el corazón puede ser engañoso

Más de un par de veces

¿Por qué nos enamoramos así de fácil incluso cuando sabemos que no es correcto?

Donde hay deseo, habrá una llama

Donde hay una llama, alguien está destinado a salir quemado

Pero sólo porque te quemes, no significa que vayas a morir

Tienes que levantarte y seguir intentando

 (Try – Pink)

 

 

 

6.  Si el pasado te quiere alcanzar

 

 

 

Viernes. Mimi no había parado de hablar de lo mucho que quería conocer por fin a Gustavo, que estaba feliz, que más le valía ser un buen chico porque si no se las vería con ella, que no permitiría que nadie jugara conmigo ni se burlara de mí… Dios ya me estaba mareando.

 

—Mimi, por favor no hagas dramas… — Tomé un sorbo del refresco que tenía en mis manos. Estábamos sentados en el restaurant esperando a Gus. — Me prometiste que no me avergonzarías.

 

—No te avergonzaré Jair, solo es que me preocupo por ti — Estiró la mano y revolvió mis cabellos…

 

— ¡Mimi! — La miré frunciendo el ceño.

 

—Ya, ya, no te molestes. Me callo. — Hizo el gesto de poner un candado en su boca y tirar la llave. Como me gustaría que el candado fuera verdadero…

 

 

Dirigí la vista hacia la entrada del local y lo vi, Gustavo  buscándonos con la mirada… Se le veía tan bien… Nuestras miradas se encontraron, lo vi sonreír y acercarse a nosotros. Mi corazón se aceleró.

 

—Buenas noches, disculpen el retraso. — Saludó llegando a nuestro lado.

 

— ¡Hola! Tú debes ser Gustavo, ¿verdad? Soy Miriam, hermana de Jair, un gusto. — Dijo mi hermana parándose y saludándolo con un beso en la mejilla.

 

 

La cena transcurrió tranquila. Miriam y Gustavo congeniaron bien y se la pasaron conversando y casi podría jurar que me ignoraron un poco… La verdad es que me sentía cohibido y cada vez que intentaban que entrara en la conversación, a duras penas contestaba con monosílabos.  Sólo rezaba para que Mimi no vaya a salir con una de sus cosas y me haga quedar en ridículo… Fui a beber más de mi vaso  y me di cuenta que me lo había acabado, el vaso y la botella… Necesitaba ir al baño urgentemente…

 

— ¿Jair? ¿Pasa algo? — Me preguntó Mimi como adivinando.

 

—No, no… Sólo voy a los servicios un momento…— Me paré y salí rápidamente de allí. “Espero que Mimi no le vaya a decir algo raro” pensé mientras cerraba la puerta…

 

 

 

++++++++++++

 

 

 

Vi a Jair desaparecer en los servicios… Estaba tan callado esta noche, entendía que debía estar nervioso y trataba de hacerlo sentir seguro pero creo que no daba resultados. Miriam me había caído de maravillas, y me daba gusto la preocupación y el amor que sentía por  su hermano.  La voz de Miriam me sacó de mis pensamientos…

 

— Gustavo…

 

— Si dime, disculpa me distraje…

 

— ¿Realmente quieres a mi hermano? — Me sorprendió esa pregunta tan directa…

 

— Si — Respondí con total seguridad mirándola a los ojos. Me miró un rato como dudando…

 

—Sabes, Jair es lo que más quiero en el mundo, no perdonaría que le hicieses daño…

 

— Jamás le haría daño, Miriam créeme, lo que siento por él es sincero. — Vi como giraba la cabeza en dirección a los servicios antes de acercarse a mí y colocar una mano sobre la mía.

 

—Pero es que son tan niños aun…— Dio un gran suspiro — Te voy a confiar lo más preciado… — Sacó una tarjetita y me la entregó — Te confío a mi hermano, por favor cuídalo por mí, él no la ha pasado bien… — Volvía a girar la cabeza, creo que estaba cuidando que no nos sorprendiera Jair.  — Aquí está mi número de teléfono, el número de David mi novio y mi dirección… Te pido por favor cualquier cosa solo llámanos…  — Estaba confundido, no entendía… Jair no se quedaba solo, se quedaba con sus padres… ¿Por qué tanta preocupación?... Bueno, sería que su hermana era sobreprotectora…

 

— No te preocupes, cuidaré de él… Y no somos niños…— Fue lo único que pude decirle. Ya venía mi castaño de regreso, así que guarde la tarjetita disimuladamente. Nos miró como tratando de averiguar lo que habíamos hablado. Solo le sonreímos y empezamos a platicar de cualquier cosa para aligerar el ambiente.

 

 

Tenía una idea rondándome la cabeza toda la noche. Hoy era el cumpleaños de Franco y no podía fallarle, era mi mejor amigo después de todo. Así que cuando estábamos a punto de marcharnos me decidí. Le dije a Miriam lo de la fiesta y que me gustaría que Jair me acompañase.

 

— ¿Fiesta?... Y tu Jair ¿qué dices? — Preguntó Miriam viendo a su hermano. Jair dudo un poco, creo que se había olvidado que se lo comenté a mitad de semana. Ya me iba enterando de lo despistado que podía ser mi chico.

 

— Sí, sí, disculpa Mimi que no te lo dije, la verdad… lo había olvidado. — Me encantaba cuando se sonrojaba avergonzado, me daban ganas de abrazarlo… Pero no podía, no frente a su hermana, está bien que sepa que salíamos y todo pero me sentía corto para hacerlo. Miriam dudo un poco antes de contestarnos.

 

— Bueno, está bien… solo… cuídense, ok?

 

— Gracias Mimi — Jair abrazó a su hermana dándole un beso.

 

— Gracias, no te preocupes nos cuidaremos. — Le sonreí despidiéndome con un beso también.

 

— ¡Me llamas! — Dijo subiendo a su auto y despidiéndose con la mano. La vimos alejarse.

 

— ¿Y ahora? — Preguntó Jair mirándome sonriente. Se  había relajado completamente, volvía a ser el de siempre.

 

— Y ahora…— Lo abracé por la cintura, lo atraje hasta mí y lo besé. Él me abrazo de vuelta y correspondió a mi beso. —Vamos de una vez, porque si seguimos así no me voy a controlar… — Lo vi reír con ganas. Como amaba su risa. Lo tomé de la mano y nos dirigimos hacia la moto que estaba estacionada a un lado.

 

 

 Llegamos en un momento. Franco había alquilado un local para la fiesta porque según él todos sus amigos no iban a entrar en su casa. Y tenía parte de razón, cuando llegamos vi que estaba a reventar, lleno de luces y la música a más no poder.  Era toda una discoteca. Aparcamos la moto y nos dirigimos a la entrada. Ya dentro busqué a Franco con la mirada. Lo vi en la barra.

 

— ¡Hola! – Saludé dándole un golpe en la espalda para que volteara.

 

— ¡Hey! ¡Gus! Ya pensaba que no vendrías. — Me dijo sonriendo y dándose cuenta que Jair estaba junto a mí — ¡Hola Jair!,  que bueno que este idiota por fin se decidiera. — Me dio una palmada en la espalda riendo.

 

— Feliz cumple Franco. — Saludo mi castaño un poco sonrojado. Aunque con tantas luces creo que solo yo lo noté.

 

— Gracias, gracias, diviértanse… Creo que vi a Tati por algún lado… — Dijo haciendo que Jair volteara a buscarla. En ese momento Franco me jaló y me dijo al oído. — No lo dejes solo…— ¿Qué? Cuando le iba a preguntar qué pasaba sentí que Jair me jalaba de la mano.

 

— ¡La vi! Vamos Gus. — Nos despedimos de Franco quien me guiño un ojo.

 

 

Cruzamos todo el salón hasta encontrar a Tatiana junto a Fernando su novio… creo. La verdad esta chica me confundía un poco. Ya la había visto con varios chicos desde que la conocí, uno tras otro. Una vez le pregunté por qué no se decidía de una vez por uno y ya, y me dijo "aún no encuentro al que estoy buscando... Cuando encuentre el indicado dejaré de buscar" Espero que encuentre al indicado antes de que arrase con todos los chicos de la ciudad.

 

 

Jair y Tati se saludaron entusiasmados como si no se hubieran visto en meses… Nos hicieron espacio y nos sentamos junto a ellos.  Entre conversaciones y baile nos la estábamos pasando muy bien. Al comienzo Jair no estaba muy convencido de bailar, pero Tati, Fernando y yo lo animamos así que salimos a bailar sin importarnos nada de lo que ocurría a nuestro alrededor, éramos solo él y yo.

 

 

En un momento de la noche de pronto se apagaron todas las luces y solo una pequeña lamparilla iluminaba el rostro de Franco que se había parado sobre la barra. Tomé la mano de Jair y nos acercamos un poco. En esa oscuridad no podíamos ver ni lo que estaba en nuestras narices.

 

— ¡Gracias a todos por venir! — Se escuchó gritar a Franco, los chicos comenzaron a silbarle molestándole y lanzando gritos de “vas a bailarnos”, “llegó el stripper” y cosas así.— Ja, ja que graciosos, ya quisieran, aunque si se portan bien puedo darles gusto…— Comenzamos a reírnos — Nada, es mi cumple y si han venido a festejarlo conmigo espero mínimo me canten el cumpleaños feliz, ¿no? — Dijo encendiendo  las velas de un pastel que hasta el momento no habíamos podido ver.

 

 

Todos comenzamos a aplaudir incluido yo que tuve que soltar por un momento la mano de Jair. Y entre aplausos empezamos a cantar…

 

 

 

++++++++++++

 

 

 

No podía aguantarme la risa. Mientras aplaudíamos cantando el cumpleaños feliz, Franco se puso a bailar  de manera sensual (o eso es lo que pretendía) contoneando las caderas… Era un payaso.  Sentí que me abrazaban por la cintura y me jalaban hacia atrás.

 

— Gus, ¡deja! — Dije dando una palmada en el brazo que tenía rodeándome la cintura sin parar de reír… Pero… ese brazo… Lo toqué con mis manos… No era Gustavo… No tuve tiempo a reaccionar, me giraron empujándome contra una pared… No veía nada pero creo que estábamos al fondo del local porque podía ver las luces de las velas más lejanas…

 

— No soy Gustavo…— Esa voz… esa voz era de Carlos… Traté de enfocarme lo mejor que pude en la sombra que tenía delante. Si, era él.  Le di un empujón con todas mis fuerzas.

 

— ¡Déjame en paz! ¡Qué mierda quieres! — Le grité, aunque con todo el escándalo que había más parecía que le susurraba.

 

— ¿Así es como saludas al amor de tu vida? — Se rio acariciando mi cabeza. De un manotazo le saqué la mano. Miré hacia donde había estado antes tratando de que un milagro me haga ver a Gustavo. No tuve tanta suerte.

 

— Deja de joderme, ¿quieres? — Sentía que el aire se hacía más escaso, quería salir de aquí, miraba alrededor tratando de ver un escape… ¿Cuánto podía durar una estúpida canción de cumpleaños? Joder, esta ya se me hacía extra larga, necesitaba que prendieran las luces…

 

— Vamos pequeño, ¿no podemos  estar un rato juntos por los viejos tiempos?— Vi como se me acercaba con la intención de besarme… Me escabullí por un lado caminando hacia cualquier lugar, sólo quería hallar a alguna persona… Me cogió de la muñeca tan fuerte que sentí dolor y me jaló, al comienzo no supe a dónde hasta que vi la luz de la calle… Le pedía que me soltase pero no paró hasta estar detrás del local.

 

— ¿Qué  quieres? ¿Por qué no me dejas tranquilo? — Le pregunté con ganas de llorar. Sentía que el miedo me paralizaba, no podía ni mirarlo.

 

— Pequeño, ¿no me has extrañado? Porque yo sí, te he extrañado y mucho… — Se agachó para besarme. Cerré los ojos, no podía  moverme, creo que hasta deje de respirar… Sentí su boca sobre la mía… No quería esto, no lo quería… Y de pronto se me vino a la mente Gustavo, sus ojos, su sonrisa, sus manos, sus labios… Las fuerzas me regresaron al instante, levanté un pie y con toda el alma le metí un pisotón que le hizo soltarme con un gruñido de dolor. Aproveché para empujarlo con toda la rabia que sentía.

 

— ¡Te odio! — Le grité, vi por un momento que me miraba con desconcierto y ¿tristeza?... No que va, debo estar alucinando.

 

 

Salí corriendo rumbo a la entrada del local. Los ojos se me llenaron de lágrimas. Alguien me cogió del brazo deteniéndome.

 

— ¡No! ¡Déjame! — Intenté soltarme. No podía ni levantar la vista, sentía terror.

 

—Jair…— Gustavo, era la voz de Gustavo… mi Gustavo… Levanté la vista y lo miré a los ojos, se veía tan preocupado…

 

—Gustavo…— Susurré.  Lo abracé y sin poder contenerme más me eché a llorar.


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