Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Erase una vez... mi historia por Killary

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cuando das lo mejor de ti, pero no tienes éxito

Cuando tienes lo que quieres, pero no lo que necesitas

Cuando te sientes tan cansado, pero no puedes dormir

Atascado en reversa

Cuando las lágrimas caen por tu rostro

Cuando pierdes algo irremplazable

Cuando amas a alguien pero es un desperdicio

¿Podría ser peor?

Las luces te guiarán a casa, e iluminarán tus huesos

Y yo intentaré repararte

(Fix You – Coldplay)

 

 

 

7.  A corazón abierto

       

    

                                            

— Vamos, te llevo a  casa. —  Tenía a Jair entre mis brazos, su llanto se había calmado pero su rostro aún estaba escondido en mi hombro y lo sentía suspirar a ratos. No me había dicho nada. Tampoco quería agobiarlo a preguntas, aunque la curiosidad me mataba.

 

 

Recordé lo que había pasado. Cuando estábamos en la fiesta y me di cuenta que no estaba a mi lado, me angustié.  Le pregunté de inmediato a Tatiana si sabía a dónde había ido, ya que la tenía al lado.

 

—… No, no sé dónde fue pero… — La vi dudar entre decirme o no algo – Bueno, igual debes saberlo… Carlos está aquí, estuvo preguntando por él antes de que ustedes llegaran…

 

 

Justo en ese momento se encendieron las luces. No dije nada, comencé a buscarlo por todos lados casi desesperadamente. En la puerta del local me encontré con una pareja de amigos.

 

— Chicos han visto a…— posiblemente si decía Jair, no sabrían a quién me refería — ¿a Carlos?

 

—Si — Me respondieron — Hace un rato paso por aquí con su chico, creo que fueron para el estacionamiento.

 

—Gracias —  Fue lo único que me esforcé en decir tratando de parecer lo más natural posible. Habían dicho “su chico”… ¿Su chico?... Mis manos se cerraron en puños de la furia contenida. Pobre que ese bastardo le haya puesto un dedo encima, lo mataría… 

 

 

Al voltear  en la esquina del local vi a Jair corriendo hacia mí… con la cabeza gacha sin mirar…  Cuando estuvo a mi alcance lo cogí del brazo para detenerlo.

 

— ¡No! ¡Déjame!   — Gritó sin levantar la vista.

 

— Jair…— Le dije y pude ver como en ese momento levantó la cabeza y me vio… Estaba a punto de llorar…

 

—Gustavo…— Escuché su voz quebrada al decir mi nombre y se echó a mis brazos comenzando a sollozar… Sentí que me abrazaba con fuerza.

 

— Cálmate, ya estoy aquí — Susurré.

 

 

Y ahora que el llanto se había calmado, seguíamos abrazados sin querer separarnos, sin querer movernos, sólo sintiéndonos.

 

— No quiero irme…— Dijo por fin separándose un poco de mí, pero sin soltarme del todo.

 

—Pero creo que sería mejor…

 

— No quiero. — Volvió a decir mirándome fijamente. — Puedo… — Bajó la mirada nervioso — ¿Puedo quedarme contigo esta noche?

 

 

Dios… si estoy soñando no me despiertes nunca por favor… ¿Había escuchado bien? Mi castaño quería pasar la noche… ¿Conmigo?... Tenía ganas de gritar ¡claro que sí! ¡Esta y todas las noches que quieras! Pero…

 

— ¿No te importa que mi madre no esté en casa? — Mi mamá había viajado a lo de Javier, estaba entusiasmada con la compra de un local, una cafetería en el centro, un lugar pequeño y acogedor del que se había enamorado, y mi hermano la estaba ayudando.

 

— ¿Se molestaría tu madre  si me quedo? — Preguntó tímidamente.

 

— No, no, lo digo por… por si te incomoda…— Recordé la primera vez que fue a casa… Aunque después hubieron otras, pero siempre mi madre había estado presente.

 

— ¿Te molesta a ti?

 

— ¿A mí? Claro que no, como piensas eso… — ¿A mí? Dios si estaba alucinando con solo la idea de pasar una noche con él.

 

— Entonces no creo que haya problema, ¿verdad? — Su mirada, sus ojos, me estaban volviendo loco.

 

— ¿Y tu hermana? — Y me tuve que acordar de Miriam… Pero las cosas tenían que ser de la manera correcta… Ella me había confiado su cuidado, no podía simplemente fallarle así…

 

— Ah sí… Espera un segundo… — Lo vi alejarse un poco y sacar su celular. No llegue a escuchar que hablaba porque casi estaba susurrando.  Miriam me iba a matar por esto, lo presentía… Se acercó de nuevo sonriendo. – Ya está, todo arreglado. — Suspiré.

 

— Ok, vamos entonces…

 

 

Subimos a la moto y nos fuimos sin decir nada a nadie… Ya le mandaría un mensaje a Tati para que no se preocupara y otro a Franco. 

 

 

Al llegar, guardé la moto bien asegurada en el estacionamiento del edificio y entramos en silencio.  Ya en el departamento, no sabía que decir o hacer, estaba nervioso. Jair se acercó a la ventana y miró el cielo…

 

— No me había dado cuenta de que hay luna nueva… — Dijo sin girar a verme.

 

— ¿Si? Tampoco lo noté…— Caminé hasta estar detrás de él y lo abracé. Me calmé al sentir su aroma y su calor.  Lo sentí apoyarse en mí y relajar su cuerpo.

 

—Gustavo…

 

— Dime… — Apoyé mi barbilla en su hombro.

 

— Hoy…

 

— No tienes que decirme nada si no quieres. — Lo dije con seguridad. La verdad sí tenía ganas de saber pero más ganas tenia de que Jair se sintiera bien y tranquilo.

 

— Quiero contarte…

 

 

 

++++++++++++

 

 

 

Nos habíamos sentado en el sofá. Yo estaba tendido con la cabeza recostada en sus piernas, dándole la espalda. Gustavo acariciaba mis cabellos lo cual me tranquilizaba enormemente. Quería contarle mi historia, lo había decidido. Quería que supiera todo de mí. Quería entregarme por completo… Pero no sabía cómo empezar. Estuvimos un rato así, en silencio, solo escuchando nuestra respiración.

 

— Jair, si aún no estás preparado para hablar de eso, no te fuerces. — Dijo  sin dejar de acariciarme. — De veras que no importa…

 

—Pero lo quiero hacer… sólo que empezar es difícil. — Dije dando un suspiro. — Bueno… — Me armé de valor y de una buena vez comencé a hablar.

 

 

>> Conocí a Carlos cuando ingresé a la secundaria. Realmente me impresionó. En esa época no había definido mi sexualidad. Nunca me habían llamado la atención las niñas, pero con los chicos era diferente. Me gustaba ver a mis compañeros a la hora de hacer deporte. Claro que disimulaba muy bien. Y a pesar de lo evidente, me sentía muy chico y pensaba que antes de aceptar lo que mi ser entero gritaba debía… experimentar. Y bueno, Carlos apareció. Iba 3 años adelante.

 

 

 Al comienzo me parecía extraño que un chico mayor se acercara a un crio como yo, pero me sentí encantado. Nos hicimos amigos. Era dulce y amable, siempre se preocupaba por mí y me hacía sentir importante… Para alguien como yo, que tenía una mala relación con sus padres y se sentía aislado e invisible, que alguien se preocupara por ti tan desinteresadamente… era el paraíso. — Cuando nombre a mis padres sentí como Gustavo detuvo por un instante sus caricias, como si se debatiera en preguntarme algo, así que decidí ahondar un poco en ello porque entendí que quería saber más.

 

 

—La verdad es que… no me llevo bien con mis padres, soy casi… inexistente para ellos. — Trataba que mi voz sonara calmada aunque sentía como se me oprimía el corazón al hablar de eso. — Mi madre siempre fue muy… distante conmigo, aunque mi padre era muy cariñoso… hasta hace unos años — Que difícil era hablar, sentía un nudo en la garganta — No sé por qué cambió… No sé qué hice mal…— Casi susurré esto último… Siempre me lo había preguntado, ¿Qué hice mal para que mi padre dejara de quererme?...— Pero está bien, son tantos años que hasta me he acostumbrado ya. — Solté una risa amarga. Gus buscó mi mano con su mano libre y la tomó con fuerza. Yo había cerrado los ojos, no quería arriesgarme a empezar a llorar… de nuevo.

 

 

— En fin, — continué — cuando cumplí 14, Miriam tuvo que irse a estudiar a otra ciudad, entonces sí que me sentí completamente solo. Pero allí estuvo Carlos. Un par de meses después se me confesó. Me dijo que le gustaba desde siempre… y me besó… Mi primer beso… — Aun dolía recordar aquello. — Empezamos una relación. Me sentía enamorado, tanto que reuní el valor suficiente para contarle a mi hermana todo. Y para aceptarme definitivamente como realmente era. Todo iba muy bien. Hasta que los besos y abrazos ya no fueron suficiente para él. Quería algo más y yo no me sentía preparado para eso. Siempre le decía que no estaba listo… que me diera tiempo. Pero creo que nunca lo tomó muy bien. Empezó a cambiar, a volverse más posesivo y hasta un poco agresivo a veces. Yo me sentía culpable de su cambio así que trataba de comprenderlo y lo toleraba.

 

 

Un día fuimos a una discoteca, era mi primera vez en un lugar así… Creo que bebí más de lo que debía, no lo sé… y… y desperté al día siguiente en la habitación de Carlos. No recuerdo cómo se dieron las cosas, casi no recuerdo nada de aquel día… El último recuerdo que tengo es que estábamos sentados en uno de los sofás de aquel lugar conversando y riendo… Luego solo son imágenes borrosas… Y escenas que se me presentan en sueños…— Apretó mi mano con la suya. La llevó a sus labios y la besó. Me reconfortó ese beso. Como si con ese gesto me dijera que no me juzgaba… — Estoy seguro que… paso “eso”… aunque  no lo recuerdo claramente… — Me costaba horrores continuar hablando, pero debía hacerlo, debía terminar con la historia.

 

 

— Después de aquello, cuando le reclamé lo que había pasado me trato muy mal… Me dijo que había sido mi culpa, que lo había provocado, que lo seduje… y un montón de cosas más que… no quiero repetir. — Cosas como “que te quejas si lo disfrutaste”“gemías como una zorra”“no te quejes tanto que solo fue un polvo”… Esas palabras seguían clavadas en mi alma, seguían haciéndome sangrar de dolor… — Y después de todo… me di cuenta que durante todo el tiempo que estuvimos juntos, lo único que él buscaba era… eso. Me di cuenta que no signifiqué nada. Lo mandé al infierno y terminamos… Ja, que gracioso se oye eso ¿no?... Terminamos… Aún pensaba en mi ilusa mente que había algo que terminar… — El dolor de recordar todo aquello me punzaba… Pero al contarlo también me sentía… liberado. Era como si de una vez por todas daba vuelta a la página. — Es verdad que del amor al odio hay un paso. –Sonreí  tristemente.

 

 

Respiré hondo antes de seguir hablando. — Y hoy en la fiesta de Franco… él se me acercó y me llevó al estacionamiento sin que pudiera evitarlo… y me besó… Pero pude apartarlo… Pude apartarlo porque pensé en ti y me llené de valor…— Me senté dándole la cara y tomé su rostro entre mis manos. — Gustavo… — Le miré fijamente hundiéndome en sus pozos negros…— Gustavo, borra de mi todos esos malos recuerdos… Hazme olvidar para siempre… Tienes que ser tú, quiero que seas tú…

 

 

Sonreíste de esa forma que tira abajo todas mis defensas, y me besaste… Sentí que estaba en el lugar correcto, en el momento correcto y con la persona correcta. Mi corazón latía a mil  por hora. Correspondí al beso con ansias. Nos separamos jadeantes y excitados… Nos miramos con hambre…

 

 

Tomaste mi mano y lentamente me llevaste a tu habitación. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).