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Entre el Reino y yo por namidatagani

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Notas del capitulo:

Hola. Aquí de nuevo con algo de retraso u___u

 

Resúmen: el reino celebra el cumpleaños de Haru, y es un momento que Makoto debe aprovechar pues después de eso Haru se irá en busca de un matrimonio.

¡¡Feliz Cumpleaños!!”


 


Feliz cumple”


 


¡Ya estás más viejo!”


 


Ninguna de las frases para festejar a alguien parecía ser suficiente para el castaño; por más que se esforzaba en sonreír carismáticamente mientras declaraba la frase nada lo satisfacía.


 


Después un sinfín de intentos, tantos que su pobre espejo ya tenía felicitaciones por los próximos 2 milenios; se decidió por algo normal y muy natural; algo muy a lo Makoto Tachibana. Después de todo a Haru le parecería bastante extraño si dijera algo diferente a lo habitual; siendo que lo que menos quería era hacer sentir incómodo al ojiazul, ya que estaba completamente decidido a confesar sus sentimientos por él. No esperaría ni un día más, pues ya había mantenido su sentir en secreto por muchos años.


 


"Hoy es el día”


++++


 


En el castillo todos estaban vuelto locos con las órdenes que Nagisa soltaba a diestra y siniestra; flores por todos lados, arreglos, moños, manteles, platillos, personas cargando cosas de aquí para allá. Un total caos.


 


—¡Ya les dije que ese rosa pálido no es de temporada!—reclamaba el rubio


 


—¡Cámbienlo ahora!


 


—¡Sí señor!—contestaron al unísono las muchachas, quienes se marcharon rápidamente a cumplir con las órdenes.


 


—¡¡Tan enérgico en la mañana!!—se escuchó entre todo aquél alboroto.


 


Aquella voz pertenecía a una chica de grandes ojos, estatura media con una hermosa cabellera pelirroja. Vestía un elegante atuendo parecido al que sólo la realeza se atrevía a ostentar por aquellos tiempos.


 


—¡¡Princesa Gou!!—contestó alegremente el menor—¿A qué debo el honor de su visita?


 


—¡¡Jajaja!!—comenzó a reírse—Deja las formalidades Nagisa, nos conocemos desde las primeras juntas de gobierno—se acercó para acortar la distancia—¡Mejor cuéntame! ¿Cómo has estado?


 


Nagisa sólo sonrió gentilmente ante el gesto de su amiga—¿No puedes adivinarlo por ti misma?—dijo señalando sus alrededores.


 


—¡Claro! No puedo subestimar la fiesta de mayoría de edad del Príncipe más asediado del país, ¿verdad?


 


—No lo sé, todavía no lo conozco.


 


—¡Oh! Nagisa ¡Me habías hecho tanta falta!


 


Ambos comenzaron a compartir sus historias de los últimos meses en los que no se habían encontrado, pues los deberes de ambos reinos los habían mantenido muy ocupados como para verse.


 


—¡Me duele tanto tener que quedarme tan poco tiempo!—mencionó la pelirroja.


 


—"Las quejas son para los débiles”—dijo en tono reacio el rubio.


 


—Jajaja—no paraba de reírse—sonaste igualito a “no preguntes si no sabes”.


 


—¡Ese era el plan!—confesó—querida Gou, no te preocupes por tu partida, podrás quedarte a la ceremonia habitual de todos los años, tan aburrida como siempre, y podrás disfrutar un rato de la fiesta de sucesión a la mayoría de edad. Lo que si lamento es que debas perderte la súper fiesta que he estado planeando para éste día, sin mencionar el increíble pastel de moras que yo mismo mandé pedir.


 


—¡Oh Nagisa! Creí que este año si ibas a cocinar tú—mencionó un poco decepcionada.


 


—¡No tendrán tanta suerte en sus vidas!—comenzó a caminar altivamente.


—¡¿Cuándo me irás a visitar?! En mi reino las personas son muy apagadas y me siento muy sola rodeada de tanto amargado.


—Pronto Gou-chan. Como tu reino es próspero y se encuentra dentro del mismo país que Fiore, pues…


—¡¡¿Me lo juras?!!


—Sip.


La chica gritó como despavorida, una alegría inmensa invadió sus ojos y sus manos comenzaron a agitarse sin parar.


—¡No lo puedo creer!—exclamó—¡Rin es un suertudo!


-Eso no lo sé Gou-chan, eso depende del príncipe, no de mí.


—No te preocupes por eso, yo me encargo de emparentarnos.


La pelirroja ya más calmada se dio cuenta del tiempo que le estaba arrebatando al principal organizador del evento, así que decidió despedirse de él de manera que pudiera regresar a sus deberes y a ella le diera tiempo de dar un recorrido por la capital.


++++++


—¡¡Haru!!—se escuchó desde fuera de su habitación.


—¡¿Makoto?!—reconoció de inmediato el ojiazul.


—Sal por favor.


El príncipe no respondió nada, sólo se dirigió a la salida de su alcoba y justo antes de salir, regresó para pararse frente a un espejo. Se miró dos segundos aprobando su vestuario para por fin abandonar aquel cuarto.


—¡Haru, feliz cumpleaños!—felicitó al príncipe con esa dulce voz y esos hermosos ojos verdes que sólo él poseía.


—Gracias Makoto—atinó a decir el ahora sonrojado Haru.


El castaño revisó su mano derecha que escondía un reloj debajo de su manga. Lo observó con detenimiento y después de unos cuantos cálculos se animó a continuar con la conversación.


—Todavía quedan 12 horas para que termine tu cumpleaños. Pueden ocurrir cosas hermosas en ese tiempo, como tu llegada a éste mundo que fue de última hora.


Haru no sabía si correr de aquella conversación o ahogarse de la alegría, Makoto no lo miraba a los ojos, se encontraba a su lado, hombro a hombro, soltando palabras que harían sonrojar a más de una. El chico ojiazul se le quedó viendo al otro, intentando adivinar qué era lo que pretendía al decir todo eso, pero como todo buen príncipe, siguió con el protocolo y agradeció sus palabras.


—No Haru, yo soy quien debe agradecer—dijo sonriendo—no cualquiera tiene el privilegio de tener al príncipe de frente para desearle un feliz cumpleaños y todavía seguir teniendo la oportunidad de regalarle algo.


Después de decir todo eso, tomó sus manos y lo miró de frente; Haru se sorprendió y al instante desvió la mirada. En ese momento Makoto entendió que no todo saldría como él quisiera, pero debía hacer que Haru lo escuchara hasta el final y que lo mirara a los ojos, pues de esa manera Haru sería totalmente capaz de comprender la seriedad de sus sentimientos.


—Haru—suspiró—tu no cambias, tan serio como siempre.


El ojiazul no respondió a nada, pues su principal preocupación en ese momento se situaba justo entre sus manos. Esa era la primera vez que Makoto actuaba de esa manera: tan sonriente, gentil, amable y ¿cariñoso?


Era difícil adivinar exactamente que estaba sucediendo en ese momento.


—Haru...—el tono de voz del castaño se suavizó tanto que Haru no pudo resistirse más y concentró su mirada en el ojiverde—me alegra tanto que hayas nacido y me alegra aún mas que seas mi...—pausó un momento mientras se aseguraba de que el ojiazul no despegara esos hermosos ojos de él, intentando adivinar que era lo que sus palabras estaban causando—mi querido amigo y algo más.


¿Algo más? ¿Qué significaba todo eso? Haru no entendía muy bien la situación pero esas ultimás palabras hacían fiesta y más fiesta en su mente.


Después de ese momento, ninguno de los dos dijo algo más, Makoto apretó por un instante sus manos sosteniendo las de Haru, para después dejarlas ir junto con un adiós.


+++++++


—¡Damas y caballeros! Es un placer para el Reino de Fiore que nos complazcan con su presencia. Ésta es una celebración muy importante para nuestra familia y queremos compartir toda ésta felicidad con todos ustedes—el presentador terminó con el discurso de bienvenida a la fiesta de gala.


La ceremonia de sucesión y todas las demás celebraciones ya se habían sucitado con anterioridad y sin ningún inconveniente. La princesa Gou ya se había presentado al príncipe quedando maravillada por el porte de Haruka; para esos momentos ella ya se encontraba en su camino de regreso a su reino y Nagisa acompañaba a Haru señalando todos y cada uno de los detalles en los que él había sido el principal culpable.


—Todo luce maravilloso.


—De no ser así, estaría con maletas hechas al portón del castilo.


Haru sólo volteó a ver a su amigo sin decir ni una palabra, de haber estado a solas tal vez le habría dicho algo, pero en público dificilmente el ojiazul respondía.


—Tu padre me encargó que todo fuera´perfecto—dijo deteniéndose frente al príncipe—el día de hoy festejamos algo muy importante y muchos de los prospectos a marido se encuentran presentes; o por lo menos uno o dos representantes.


—Ya veo—respondió secamente mientras su mirada se dirigía a sus alrededores con suma cautela.


Nagisa guardó silencio, pues no pretendía incomodar más al de sangre real, su semblante no era del todo bueno y una ligera culpa comenzó a invadir al concejal.


Continuaron con su recorrido en silencio y sólo se detenían eventualmente a saludar; unas cuantas palabras de bienvenida agradeciendo su presencia y cosas por el estilo.


En ese aburrido andar estaban cuando los ojos de Nagisa contemplaron algo que no podía dejar pasar y que, por supuesto, ayudaría a disipar ese sentimiento de culpa que había nacido hace unos cuartos de hora.


—Con su permiso mis señoras.


—Ha sido nuestro placer príncipe Nanase—terminaron y se despidieron de ambos chicos.


—¿Qué fue todo eso Nagisa?—preguntó serio.


—La respuesta está justo a las tres en punto.


En esa precisa dirección se encontraba la única persona que podía lograr que el príncipe perdiera la postura haciendo que de una manera u otra sus mejillas adoptaran un color carmín.


No sabía si esa reacción se debía a los sentimientos que guardaba hacía el castaño o por la mano de Nagisa apuntando directamente hacía él.


—Los dejo solos, su magestad.


El ojiazul no contestó nada pues temía que de su boca salieran palabras que no eran propias de un príncipe, o por lo menos eso creía, pues muy en el fondo ese nerviosismo se debía a que no tenía ni la más remota idea de que hacer en un momento así.


—Haru, nos encontramos de nuevo—saludó el castaño.


—Gracias por tu presencia—respondió el saludo.


—Jaja—soltó una risita—creo que debí haber hecho algo muy feo como para que me saludes como a toda la demás gente.


—Lo siento—Haru comenzó a sentirse algo avergonzado, pues lo de antes fue sólo un reflejo, producto de tanto ensayo al que fue sometido días atras.


Makoto no dijo nada más. Así que continuaron caminando y justo cuando se encontraban en un lugar con poca gente, el castaño aprovechó la oportunidad para llevarse a Haru hasta el jardín del oeste, que en esos momentos para fortuna de ambos se encontraba vacío.


—Vamos Haru, falta poco—caminaba de prisa sosteniendo la mano del ojiazul.


Al llegar a aquel lugar Haru se dió cuenta de que no había nadie ahí, y que se encontraba en ese lugar tan hermoso con aquella persona que él se permitía querer.


—Por aquí—dijo el mayor soltando la mano del príncipe mientras se acercaba a la orilla del pequeño arroyo artificial que corría libre entre la maleza.


Haru caminó más despacio intentando calmarse, hasta que por fin se detuvó a un lado del castaño, que en esos momentos se encontraba paseando sus dedos en el agua del arroyo.


—¿Te gusta?—preguntó el ojiazul.


—Si, mucho.


—Es raro verte así, tan...pensativo.


—Es aún mas raro verte tan hablador—detuvó su pasear y se quedó ahí, en cunclillas.


El príncipe no supo como responder a eso, así que nuevamente guardó silencio, pues era la única arma que dominaba al entrar en ¿pánico?


—Haru...sé que dentro de unos días te irás a...—pausó, pues lo que diría a continuación le dolería—una especie de carabana por los demás reinos, y que deberás escoger con quien casarte.


No me digas que ahora me vas a desear que tenga suerte...”


—También sé que es tu deber como futuro rey y que toda esa responsabilidad te abruma desde que eras pequeño...


Claro...nunca compartí mis temores con alguien, y de alguna manera tu los entendías sin que te los dijera...”


—Pero, de alguna forma siento que no puedes irte de aquí sin saber algo que he guardado sólo para mí estos últimos años...o quiza desde el primer momento en el que vi tu sonrisa.


“¿Algo que debo saber? Algo que debo saber....”


Makoto se levantó de aquel lugar sosteniendo entre sus manos una hermosa nochebuena del reino, de esas que son azules y que pueden crecer bajo el agua.


Se acercó al ojiazul con la plena intención de entregarle aquel hermoso regalo. La colocó entre sus manos, lo miró por unos instantes que parecieron eternidades que se esfumaron cuando el castaño volteó su mirada hacía la bella luna que era fiel testigo de aquel encuentro.


—Haru...yo me he enamorado de ti como nunca creí que fuera capaz. Me he enamorado de la persona que eres, ese ser que desea ser libre, que adora la lectura y pasear por los jardínes; ese ser que se toma hasta diez minutos en escoger de entre 5 prendas relativamente iguales con una seriedad que mataría a cualquiera. Yo, Haru, he caído víctima de tus ojos y tu sonrisa, soy víctima de tu tristeza y soledad. Soy complice del odio que sientes a los muros que te encierran. Haru, yo...—pausó llevando sus manos a los bolsillos de su traje, mientras pequeñas lágrimas comenzaron a salir de sus hermosos jades—lo siento...


++++++++

Notas finales:

¡Ta-chan! Eso fue todo por ahora. Una disculpa por no haber subido antes el capítulo, pero es mi semana de la tortura estudiantil masiva, y pues no me dio tiempo ni de prender el ordenador para revisar el capítulo.

 

Eeeen fin :D espero haya sido de su agrado.

 

Recuerden que: yo review, tu review, entonces todos review~

 

¡¡Hasta el próximo escrito!!


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