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Erase una vez... mi historia por Killary

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Notas del capitulo:

Sepamos algo de la vida de Gustavo. 

Un fenómeno de la naturaleza

Atascado en la realidad

No encajo en la imagen

No soy lo que quieres que sea… Lo siento

Bajo el radar

Fuera del sistema

Atrapado bajo las luces

Esa es mi existencia

Quieres que  cambie

Pero todo lo que siento es… Extraño

(Strange – Tokyo Hotel)

 

 

 

15.  Cicatrices: Heridas nuevas, heridas viejas

 

 

 

Mi madre viajó a la casa de Javier. Iba a someterse a una cirugía y luego a radioterapia. No quería separarme de ella ni un instante pero tuve que quedarme a terminar el instituto. No tenía alternativa. Y como casi no faltaba nada para acabar el año, ella y Jair me hicieron entrar en razón. Luego iría a reunirme con mamá. No era la primera vez que me quedaba solo, eso no era problema. Lo que si me apenaba era que pasaría las vacaciones separado de Jair. Pero  Mimi me había dicho que lo llevaría con ella esos meses, así que estaba más tranquilo sabiendo que no estaría solo. Aunque eso no quitaba que lo iba a extrañar muchísimo.  Me había acostumbrado a verlo todos los días. Era casi como si viviéramos juntos, únicamente nos separaba el hecho de que él dormía en su casa y yo en la mía. Pero por lo demás, no había diferencia.

 

 

Tener a Jair junto a mí me ha ayudado mucho a sobrellevar la enfermedad de mamá. No sé qué hubiera hecho sin su apoyo, sin su fortaleza. No sé qué haría sin él.

 

 

Muchas noches de ese par de meses que estuve solo, convencí a Jair de que se quede a dormir conmigo. Era maravilloso pasar la noche juntos y despertar a su lado. Hacer el amor. Me encantaba que sea desinhibido a la hora de entregarnos. Al comienzo fue muy tímido pero ahora es todo lo contrario. Me sorprendió un poco, nunca lo imaginé. Le gusta experimentar, tomar la iniciativa… Adoro eso de él.

 

 

Despedirnos fue muy difícil. Sé que sólo es por un par de meses, pero… ¿Quién le hace entender eso a mi corazón?  Una parte está feliz que por fin estaré con mamá y la otra muere de pena por separarme de él.

 

 

Un viernes me despedí de mi castaño. Con promesas de llamarnos todos los días, besos y te quieros susurrados, con lágrimas mal contenidas, subí al autobús que me llevaría a casa de mi hermano.

 

 

En la estación estaba esperándome la esposa de Javier, Angélica, y mis dos preciosas sobrinas, Cristina y Luciana.  ¡Que grandes estaban! Le pedí a mi cuñada que me llevase al hospital antes que nada. Estaba desesperado por ver a mi madre que ya llevaba un mes hospitalizada por el tratamiento.

 

 

Al llegar me encontré con Javier. Me dijo que mamá estaba decaída y desmejorada, que había recibido hoy una dosis de su terapia. Que no mencione su cabello, el cual se había caído considerablemente aunque no en su totalidad. Que no llore, eso me lo recalcó muchas veces. Que le cuente cosas alegres y que me comporte fuerte y confiado. 

 

— ¿Eres capaz de hacer todo lo que te pido? — Mi hermano parado frente a la puerta impidiéndome el paso, cual guardián.

 

—No…— Mis lágrimas empezaron a salir incontrolables. Javier me abrazó fuertemente y yo deje que todo lo que tenía dentro se desbordara. No sé cuánto tiempo lloré. Mi hermano no me soltó en ningún momento. Susurrándome promesas de que todo estaría bien.

 

 

Cuando por fin pude calmarme y luego de hablar otro poco con Javi, me decidí a entrar. Tuve que hacer uso de todo mi valor para poder mantenerme fuerte como había prometido.  Mi madre estaba sentada en su cama, con una pañoleta cubriéndole la cabeza, conectada a un suero, pálida, delgada. Al entrar me sonrió y aunque lloraba por dentro le sonreí de vuelta. Hablamos mucho, le conté del instituto, de Jair. Le pregunté con temor sobre su tratamiento. Ella respondió a todas mis dudas, tranquila, llenándome, a pesar del dolor, de esa paz que necesitaba tanto.

 

 

Se hizo de noche y tuve que dejarla muy a mi pesar. Me dio un beso y con un hasta mañana salí de su habitación. Javier me llevó a su casa. En el camino me permití soltar algunas lágrimas  silenciosas más.

 

 

Dejé mis cosas en la habitación que solía usar cuando iba de visita. Mi antigua habitación. Cenamos y estuve jugando un rato con las niñas. Antes de dormir llamé a Jair. Le conté lo que pasó, lo que sentí. Le dije que lo extrañaba mil veces. Que daría todo porque este a mi lado. Que lo quería. Me contó que Mimi lo recogería por la mañana. Qué pasaría con ella las vacaciones. Que él también me extrañaba muchísimo. Que piense que el tiempo pasa rápido y pronto estaríamos juntos. Que ahora tenía que estar junto a mi madre. Que le diera muchos besos de su parte. Y que me quería más.

 

 

Me levanté muy temprano. La verdad dormí fatal. Fui a la cocina a hacerme algo de desayunar. Javier entró cuando me estaba tomando un café. Se sirvió uno y se sentó frente a mí en la mesita de la cocina.

 

— ¿Y esto? — Preguntó cogiendo el colgante que sobresalía de entre mi camisa.

 

—Un dije, ¿qué no ves? — Le respondí en son de broma.

 

— ¿J? — Enarcó una ceja  con una sonrisita burlona — ¿Una novia?... ¿Y cómo se llama?… ¿Jennifer?

 

— ¿Qué? — ¿Qué dijo?

 

—No… mmm… ¿Jessica? — No podía articular palabra, no sabía que decirle. ¿Sería ya momento de...— Tampoco… a ver… ¿Janet?

 

—Jair — Le solté de pronto casi sin pensar. Vi como abría los ojos con sorpresa mirándome fijamente.

 

— ¿Jair no es nombre de chico? — Su gesto se endureció.

 

—Lo es…

 

— ¿Qué es lo que estás diciéndome?

 

—Eso, que Jair es un chico…— Javi comenzó a reír, ya veo que no me cree nada… Parece que llegó la hora de decirle, ¿no? Puse un semblante serio y le hablé mirándolo de frente — No es broma… — Se calló de pronto… — Yo…

 

— ¿Eres maricón? — Su voz acerada, su mirada oscurecida… Javi me miraba con… ¿asco? Respiré profundo.

 

—Prefiero homosexual…

 

— ¿Me estás tomando el pelo, verdad? Tú no puedes ser un marica…

 

—Javi…es en serio…— Se levantó de la mesa bruscamente y me tomó del brazo zarandeándome con ira haciendo que el banco donde estaba sentado hace un momento caiga estrepitosamente.

 

— ¡Dilo! ¡Di que es una de tus estúpidas bromas!

 

— ¡No!… Me duele… Suéltame Javier…

 

—Oh por Dios, no es una broma… eres un maldito enfermo…— Me soltó dándome un empujón. Empezó a pasearse de un lado a otro pasándose las manos por el pelo una y otra vez.

 

—No soy un enfermo… Lo que te estoy diciendo es…

 

 ¡Cállate! — Dio un golpe en la mesa que me hizo temblar…— ¿Mi madre lo sabe? — Silencio— ¡¿Mi madre lo sabe?!

 

—Si…

 

—Oh por Dios, por Dios…

 

—Hermano…— Me acerqué y le puse una mano en el hombro. Me la sacó de un golpe. Me miró furioso.  Se dio media vuelta y salió de la cocina dando un portazo.

 

Me quedé allí, sin saber realmente que había pasado.

 

 

 

No sé cuánto tiempo estuve así, parado en la mitad de la cocina, temblando y llorando en silencio. No se supone que sería así. Javier debería haberme escuchado y luego me debía comprender y apoyar. Porque soy su hermano. Porque lo quiero. Porque me quiere. Porque es lo que mi madre me dijo que sucedería…  Mi respiración se aceleró… Esto es una pesadilla. No puede ser cierto. Estoy durmiendo y en cualquier momento despertaré  y…

 

 

Las imágenes del pasado que tanto me costó enterrar comenzaron a aparecer  una tras otra como si de una película se tratase. Podía escuchar claramente las voces. “Asqueroso maricón de mierda”,   “Te dejare un recuerdo que jamás olvidarás”… Cada insulto, cada golpe, cada risa burlándose, todo, todo volvía. Como si los años no hubieran pasado. Como si estuviera sucediendo ahora.

 

 ¿Gustavo? — Levanté la vista. Angélica me miraba con cara de desconcierto — ¿Estás bien? ¿Pasó algo con Susana? — Negué con la cabeza.  Vi que se acercaba a mi… retrocedí instintivamente… — ¿Gustavo? — Volví a negar. — ¿Qué pasa?

 

—Lo siento — Logré articular con la voz rota. Salí corriendo de allí y me encerré en la habitación. Tuve el tiempo justo de llegar al baño y enterrar mi cabeza en el retrete para vomitar. Sentía que me moría. No paré hasta botar todo lo que tenía en el estómago… Como pude me levanté y alcancé el lavabo para enjuagarme la boca… “Abre la boca… así… si muerdes te mato  ¿me oyes?”… Basta. No quiero recordar más. No… “Es mi turno ahora, déjamelo”… No puedo respirar… ¿Voy a morir?... “¿Crees que la muerte te traiga definitivamente paz?”  No… No… Apoyándome en las paredes y como puedo trato de llegar a la puerta, tengo que escapar… “Así… grita… grita…”  No puedo gritar… no puedo… Ya no quiero más… Cierro los ojos y dejo que la oscuridad me trague…

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

¿En qué me equivoque? ¿Qué hice mal? No debí permitir que se mudaran. Debí mantenerme firme. ¡Mierda!  No entiendo cómo pudo suceder. No entiendo. ¡Y encima mi madre ya lo sabía! Dios esto es una pesadilla. Una maldita pesadilla… Gustavo, mi hermanito, mi pequeño… No entiendo. ¡Joder! ¡No puede ser un jodido maricón! No, imposible… Debe estar confundido, eso es, está confundido. Es chico, las hormonas revueltas, el ambiente en el que debe estar… Sí, eso es. Lo traeré de vuelta y todo se solucionará. Sí. Está decidido, él ya no regresará, se quedará a vivir conmigo. Todo volverá a ser como antes.

 

—Javier…— La voz de Angélica me sobresalta. — ¿Qué ha pasado? Estás dando vueltas como un león enjaulado.

 

— ¿Qué?

 

—Con Gustavo… ¿Han discutido? Lo he visto en la cocina, está con un semblante terrible… — Me acerqué y la abracé. Dios, necesitaba ese contacto. — ¿Qué sucede amor?

 

—Gustavo…— Inhalé fuertemente dándome valor — Gustavo me salió con que era… “homosexual”— Esto último lo dije con repulsión en la voz. Angélica me quedó viendo, ¿es que no se sorprendía? Se ve tranquila… Será que…— ¿Lo sabías? — Dio un suspiro — ¡¿Lo sabías!?

 

—Si

 

—Joder Angélica ¡no me digas “si” tan tranquila!... ¡Mi hermano es un marica! ¡Y lo sabías!

 

—Cálmate Javier, tienes que tranquilizarte…

 

— ¡Tranquilizarme y una mierda! Mi madre lo sabía, tú lo sabías, y yo ignorándolo todo, ¡han estado viéndome la cara!

 

— ¡Por favor! Es de tu hermano de quien estamos hablando… es Gustavo…

 

— ¡Lo sé! ¡Hablamos de mi hermano el co…— Unos gritos no me dejaron terminar la frase. Gritos que me helaron la sangre. Eran mis hijas. Salimos corriendo del garaje rumbo al segundo piso. Ellas estaban en el pasillo frente del cuarto de visitas… Gustavo…

 

 

Angélica se quedó con las pequeñas mientras yo entraba a la habitación. Mi hermano estaba tirado a un lado, inconsciente. Un escalofrió recorrió mi cuerpo… Era mi hermano, mi hermanito… Dios no… Me acerqué con temor y lo giré poniéndolo boca arriba. Estaba helado y blanco como el papel. Revisé sus signos vitales. Respiraba, su pulso era constante… Suspiré aliviado… Angélica vino a ayudarme. Lo colocamos sobre la cama con las piernas elevadas.

 

—Gustavo — Lo llamé — Gus, ¿me escuchas? — Soltó un pequeño quejido y sus parpados se contrajeron. — Gus…

 

—He llamado a Freddy, no debe tardar — Me dijo Angélica. Freddy era un amigo médico con el que siempre habíamos contado y el cual me ayudó mucho con mi madre.

 

— ¿Mamá? — Fue lo primero que dijo  Gus cuando abrió los ojos lentamente. Angélica se sentó a su lado y le tomó la mano.

 

—Soy Angélica… Te desmayaste pero ya estás de vuelta. Todo está bien, tranquilo. — Le dijo. Vi como Gustavo miraba a su alrededor hasta dar conmigo. Me quedó viendo largo rato… Todo lo sucedido volvió a mi mente… No, no podía… Simplemente no podía… No ahora…

 

—Voy con las niñas — Di la vuelta y salí de la habitación.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Aquel incidente con Gustavo lo recordaba muy bien. Fue hace unos 3 años. Javier estaba en el extranjero haciendo una maestría. Recién acabábamos de tener a Luciana por lo que no lo acompañé en el viaje. Era imposible con las dos pequeñas. Cuando sucedió todo aquello fue terrible. Susana estaba destrozada. En el hospital conocimos a Freddy. Estaba haciendo su residentado en último año. Fue el que atendió a Gus. Nos ayudó muchísimo. Sobre todo cuando Gustavo necesito ayuda psicológica. Nos contactó con los mejores especialistas.

 

 

Decidimos no darle detalles a Javier. Susana sólo le dijo que había sufrido un asalto donde lo hirieron pero no fue nada de cuidado y que estaba bien ya. Como era de suponer, Javi quiso dejar todo tirado y regresar inmediatamente. No lo dejamos. Lo convencimos a duras penas que no era necesario, y hasta que no habló con Gustavo por skype no dio su brazo a torcer.

 

 

Gustavo era un chico fuerte. Puso todo su empeño en seguir adelante, sabía que lo hacía por su madre más que nada. Por todo lo que había pasado, permitieron que Gustavo diera exámenes de convalidación para no perder el año. No hubo problema. Gus era un chico muy listo, tenía muy buenas calificaciones.

 

 

No quiso regresar al instituto. Es más, le rogó a Susana para mudarse a otra ciudad. Luego de hablarlo mucho, aceptó. Ella habló con una amiga de su época universitaria con quien siempre mantenía contacto. La ayudó a conseguir departamento y a lograr inscribir a Gus en un instituto donde ella también tenía a su hijo. Cuando Javi se dio con la sorpresa que Susana se mudaba a otra ciudad puso el grito en el cielo. Por explicación le dijo que estaba cansada de las ciudades grandes y necesitaba ir a un lugar más tranquilo. Fue difícil convencerlo. Javier tiene un carácter muy fuerte, es un hombre muy decidido y de ideas claras. Y terco. Aunque esté equivocado no es fácil que de su brazo a torcer. Pero bueno, al final lo aceptó.

 

 

 

Freddy llegó y lo dejé a solas con Gustavo. Sabía que era mejor así, tendría más libertad de expresarse que conmigo allí. Y pues yo necesitaba hablar con Javier.

 

 

Lo encontré en el jardín, cuidando a las niñas que estaban jugando. Me le acerqué por detrás abrazándole.

 

— ¿Cómo está? — Preguntó dando un suspiro.

 

—Mucho mejor, está hablando con Freddy.

 

— ¿Qué es lo que le pasó?

 

—Según me dijo Freddy, fue un ataque de ansiedad…

 

— ¿Ataque de ansiedad?

 

—No es fácil para él, aunque no lo parezca Gustavo es una persona muy frágil…

 

—Joder…frágil…

 

—Deja el sarcasmo Javi, Gustavo es tu hermano y te necesita. Y por si lo habías olvidado tu madre está hospitalizada dando la lucha por tener un tiempo más con ustedes…

 

—No he olvidado a mi madre…

 

—Pues a veces lo parece. Ustedes dos son sus hijos y su motor. Gustavo es tu hermano, el mismo de siempre… Ahora que ha tenido el valor de confesarse deberías apoyarlo…

 

— ¿Apoyarlo? — Bajó la cabeza negando varias veces — Estás loca mujer.

 

—Tu hermano te necesita. Necesita saber que lo aceptas como es. Necesita saber que lo quieres… ¿O es que por eso has dejado de quererlo?

 

—... ¿Cómo no voy a quererlo? Es mi hermano…— Se levantó de la banca cogiéndose las sienes con la mano. — Dame un poco de tiempo… no es fácil para mí.

 

—Lo que debe importarte es que Gustavo es feliz. No le rompas el corazón rechazándolo. Él te adora.

 

—Lo sé… dame tiempo… necesito tiempo...— Se acercó y me dio un beso. — Voy a ver a mi madre.

 

 

 

Notas finales:

 Y apareció el dije, ven q cada cosita tiene su razon? Seguro pensaron q era puro relleno meloso pero no xD Todo tiene su motivo, todo... muajajaja.

Maripositas multicolores para todos! (sin miel xq mi Gus esta sufriendo)


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