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LA VERSIÓN JAMÁS CONTADA. por Huitzil

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!!!

estoy feliz de subir nuevo cap por cierto a chicas como las amo!

a Khan, a fer, a hamburguesa y a Shi

sus mensajes me dejan muy feliz aunque quieran matarme y disculpen si las deprimi en el pasado ahora tratare de recompenzarlas y agradecerles de nuevo espero que les guste mucho este cap. tarde un poco mas en hacerlo por que recibi la ayuda de mi hijo Raul que es un amor :D bueno tambien agradezco a los lectores en general por llegar tan lejos.

los personajes de Sherlock no me pertenecen son propiedad de papá ARTHUR CONAN DOYLE.

  GRANADA Y MALA SUERTE.

 - y ¿Ahora?       

 - ¡Sigue manejando, maldita sea!

 -¿Qué demonios es lo que quieren? –

 ¡La memoria!-

- ¡Primero muerto!- Asevero Lestrade evidentemente enojado golpeando el volante y yo pensaba igual que él “primero muerto” antes que darles los secretos del estado a semejantes animales. Por toda la ciudad se escuchaban los tiroteos, el rechinar de las llantas, los gritos de las personas y ¿la policía? ¿Dónde coño estaba la maldita policía cuando se les necesita? No tenía las suficientes municiones para enfrentarme con esas personas; una cosa era haber servido a la nación como un soldado médico y haber tenido malos días, pero otra muy distinta era estar enfrentándose contra asesinos entrenados ¡como si yo fuera una puñetera compañía en la milicia!

Se escuchó el último plomazo de la escopeta de Lestrade certero en cuanto a su objetivo cuando nos dimos cuenta que ya no teníamos munición revise mi pistola Sig Sauer P226 solo para confirmar lo que era obvio. Revise ansioso mis bolsillos en busca de una miserable bala mientras Lestrade se introducía a un túnel evadiendo el hecho de que nuestra camioneta no cabía en tan pequeños hueco pero las motocicletas seguían tras de nosotros como perros entrenados de caza, de repente saque de mi bolsillo la carta que Irene Adler me había entregado; estaba seguro que Lestrade me miraba por el rabillo del ojo de vez en cuando.

- Vamos a morir- Sentenció. -¿Qué más da si lees la carta o no?- me quede viéndola entre mis manos cuando salíamos del túnel con el rechinar de las llantas y los metálicos golpes de plomo sobre nuestro maletero. Era verdad, no soportaríamos lo suficiente así, nada me aseguraba que saldríamos vivos de esta.

Por el costado izquierdo una motocicleta logro acercarse peligrosamente a mi ventanilla, La persona que estaba ahí me apunto con su pistola en la cabeza, estaba totalmente seguro que me volaría la tapa de los sesos en mil pedazos. De repente vio el sobre blanco que tenía entre manos y metiendo parte de su cuerpo dentro del vehículo trato de arrebatármelo bruscamente. Vi como estaba a punto de accionar el gatillo de su arma a pocos centímetros de mí; Lestrade, de una manera que es digna de aplaudir freno de golpe y dio marcha atrás mientras las motos nos rebasaban. Él, de alguna manera giró el automóvil 180°. Algo que a mí parecer era casi imposible de realizar; La rápida maniobra de Lestrade estuvo a punto de volcarme del asiento. Hizo una breve pausa y sin más dilación acelero dándonos un poco de tiempo extra.

- ¡Asombroso! ¿Dónde carajos aprendiste a hacer eso?- pregunte sorprendido.

 Lestrade dibujo una sonrisa y en silencio siguió manejándose en aquellas angostas calles, esquivando de una manera magistral los coches. Pensé que quizás estuviera tan ocupado disparando que no había visto lo buen piloto que era Greg.

 - No siempre fui policía doctor Watson, ni tampoco el bueno de la película. No es algo que me llene de orgullo decirle, pero siempre lograba escaparme de cada lio en el que me metía.- Me eche a reír ante aquel revelador comentario. Nunca podría haberle imaginado como el malo de la historia.

- Deberías presentarme a quien te enseño a manejarte así.

- Era un infeliz, cerdo, pervertido, borracho, adicto y lo más importante está muerto, pero no te preocupes era un mal maestro, muy perro, incluso para mí. Pero si no te molesta podría darte clases a mitad de precio.-

Lestrade se dio la vuelta rápidamente para guiñarme el ojo y sin mencionar palabra volvía a mirar al enfrente.

- Perfecto.- conteste con una sonrisa cansada viendo de vez en cuando el espejo retrovisor.

 - Ahora tengo más curiosidad que nunca por ver lo que dice la carta.- menciono el inspector.

- Yo también.- confesé.

La curiosidad me corroía. Tal vez, lo que buscaban nuestro atacantes no era la memoria si no la carta. La abrí ansioso y me quede atónico al ver lo que en ella estaba escrito, eran un puñado de números.

-¡Maldito narcisista!- grite cabreado. Lestrade me arrebato la carta de entre las manos y mirándola rápidamente sin dejar de atender a la carretera sintiendo la misma euforia que yo.

-Y ¿Ahora?

- ¡Sigue conduciendo, maldita sea! Espera… ¿No me habías hecho esa pregunta antes?

- hum… pues no se.

 Las motos nos pisaban los talones nuevamente y teniendo contacto visual de nuestro auto volvieron a abrir fuego. Nuestro maletero empezó a arder en llamas. Además de un preocupante humo que sacaba el motor. La gasolina se había terminado y andábamos de puro milagro sobre ruedas. - ¡Mierda!, Sosténgase fuerte Dr. Watson, tendremos un aterrizaje forzoso.- bramo Lestrade mientras dando un brusco volantazo, el vehículo se tumbaba cayendo del lado izquierdo, cayendo de lado, permitiéndonos salir por el techo corredizo pero  encerrándonos en un callejón sin salida. Salimos con el corazón en la boca y tras un breve lapso de tiempo recapacite sobre la carta de Sherlock, llegando así a la más simple conclusión.

-¡Soy un idiota!- grite dándome un golpe en la cabeza. Comencé a arrastrarme por el suelo mientras me clavaba varios vidrios en ambas manos y rodillas.

 -¿Qué?- me cuestiono Greg de la misma forma en la que me encontraba yo.

- ¡Ya sé que significan esos números! ¡SON COORDENADAS!- estaba excitado al poder resolver el misterio y volví a sostener el papel con fuerzas. -Coordenadas, como en mis tiempos, Lestrade, son unas malditas coordenadas del lugar exacto y la hora, ¡Simples coordenadas!

-Deja de repetir eso como si te faltara un riego y dime a donde llevan.- Exclamo el peli plateado mientras se ponía en pie y sacaba su pistola automática; en la lejanía se escuchaba las sirenas de las patrullas y el rugir de las motocicletas con los asesinos.

 -¡No tengo un puto mapa conmigo Lestrade!, dame tiempo.

-Claro como si fuera el maldito amo del tiempo.

Se escucharon unos disparos y Lestrade se puso en guardia.

- Hay un mapa en la cajuela del auto, ve rápido a por él, tratare de ser el puto amo del tiempo por unos instantes solamente porque te quiero.-

Lestrade rio cómicamente mientras que yo corría a toda prisa al vehículo en llamas y empecé a buscar entre las cosas del inspector el mapa, que por suerte estaba arriba de los documentos oficiales. Tome todo cuanto pude y salí corriendo cuando una granada Mark IIA-1 callo justo a mi lado, rebotando lentamente viendo desde mis propios ojos la escena correr a cámara muy lenta.

 7…

6…

<<Mierda>> pensé mientras un sudor frio subía y recorría mi espalda.

 5...

Normalmente ese tipo de granadas tardaban en explotar unos siete segundos y para mi desgracia ya habíamos perdido tres de ellos.

4…

Tan rápido como la granada cayó al suelo Lestrade corrió a donde estaba sin dudarlo, tirano su arma a un lado para ir todavía más rápido.

 3…

La pateo con fuerzas hacia donde había venido. - ¡Hey malditos hijos de perra! ¡¿Por qué mejor no me avientan a su hermana?!- grito segundos antes de explotar la granada.

 2…

¿De dónde sacaba esas fuerzas y grandes habilidades? No tenía ni idea de ello pero le estaba eternamente agradecido por salvarme la vida.

- Maldito Lestrade…- Comente asombrado mientras me ponía de pie y me alejaba lo más que podía junto al ID.

1… Se originó una gran explosión detrás de nosotros detonándose casi en el aire con el automóvil en el que hace poco había estado con mi compañero. Ambos salimos volando por la onda expansiva y quedamos aturdidos varios minutos.

 Afortunadamente había sido una granada normal y no una de fragmentación con la que no hubiéramos corrido con tanta suerte. Me levante aun algo aturdido apoyado sobre mis temblorosas manos. Sentí la sangre resbalar lentamente por mi sien. Aquello no me importo hasta que me puse de pie, me dolía absolutamente todo. Mi cabeza martilleaba fuertemente mientras, busque con la mirada a Lestrade. Lo vi ahí tirado, entre un montón de escombros, preocupado corrí de forma descoordinada en su ayuda.

 - ¡Hey!, hey Lestrade, maldición, ponte de pie.- gruñí.

 Se movió lentamente suspirando aliviado. Se reincorporo rápidamente mientras me sostenía de la mano con fuerzas. - ¿Watson? ¿Qué carajo…?

-Sí, un carajo muy grande, pero no hay tiempo de quedarnos a descansar.

Ambos nos pusimos en pie un poco tambaleantes, con las pocas fuerzas que nos quedaban, la adrenalina abandonaba nuestros cansados y lastimados cuerpos. Lestrade se sostuvo de la pared que estaba a un lado y vimos como no muy lejos de nosotros había una puerta de acero.

- Cerrada…- murmuro cuando llegamos a ella entre leves jadeos mientras recuperaba el aliento. El calor del lugar se estaba volviendo insoportable por las llamas que no paraban de bailar detrás de nosotros.

- No por mucho.- asegure de mala gana mientras me apartaba un poco de la puerta y comencé a patearla una y otra vez hasta que cedió. Estábamos a punto de entrar cuando de repente escuchamos las llantas de las motos acelerar y de un momento a otro volaban por los aires para saltar el carro en llamas como si tal cosa no fuera gran cosa.

No podía negar lo que mis ojos veían, me parecía imposible, tan imposible como creer que los peces tenían pies, ¿Acaso esto era obra de un guionista de Hollywood? Me quede de pie esperando a que alguien gritara corte y todo esto se detuviera. Por desgracia eso no fue así, en cambio sentí como alguien me agarraba de la cazadora que llevaba puesta y me aventaba al interior del lugar con fuerza haciéndome caer. Tarde unos segundos en recomponerme, algo aturdido por el impacto mientras escuchaba como alguien trababa la puerta desde el exterior.

Me puse en pie y acercándome a ella trate de abrirla inútilmente. - ¡Maldita sea!, ¡Lestrade, ábreme la maldita puerta! ¡Joder! ¡Mierda! ¡Lestrade!- Gritaba desesperado mientras golpeaba y pateaba para que cediera de nuevo; unos segundos después escuche la tranquila y serena voz de Lestrade desde el otro lado.

- Guarde la calma. Le dije que me iba a convertir en el puto amo del tiempo y así lo are. ¡Ahora dese prisa y resuelva la carta de Sherlock!- Su voz se escuchaba demasiado calmada, haciendo que aumentara mi temor a la vez que me daba el valor suficiente para empezar con la tarea que me había encomendado; ese sujeto era uno de los mejores hombres que he tenido el honor de conocer.

Estaba respirando agitadamente y me tumbe en el suelo con el mapa de la ciudad y las coordenadas. Mis nervios me traicionaban a pesar de haber tenido la experiencia suficiente para una vida en Afganistán, ahora actuaba como un novato en medio del campo de batalla pues mis manos temblar sin cesar. Necesitaba una maldita regla y una lupa. Saque esta última del bolsillo de mi chaqueta. Era una pequeña lupa que le había quitado al pelinegro de Sherlock; en ella se encontraban unos centímetros de medición, no era la regla perfecta, pero era lo más cercano a una que tendría hoy. Esto estaba siendo realmente difícil de hacer, empecé a escuchar disparos de ambos bandos, maldiciones y solo logre preocuparme más, apreté los parpados con fuerzas, tratando de tranquilizar mi ajetreada respiración. Continúe con mi cometido sintiendo como las heladoras gotas de sudor arañaban mi frente. En menos tiempo del que esperaba halle la localización exacta del lugar. Aquella dirección hacia que las dudas invadieran mi cabeza. Las coordenadas decían que fuéramos al lugar exacto en donde estábamos en este momento. Estaba tan absorto en mis propios pensamientos que no me di cuenta del terrorífico silencio que rodeaba ahora la estancia.

- ¿Le- Lestrade?- susurre cuando me percate que solo el chasquido del carro incendiado sonaba, cuales brasas de una fogata. En mi garganta ahora solo había un gran nudo. Di un amargo trago de saliva, casi como si estuviera tratando de tragarme una pelota que se deslizo por mi garganta con dificultad.

 -¡Lestrade!- Exclame con todas mis fuerzas. Sin embargo mi única respuesta fue el angustioso silencio que se escuchaba.

Me quede sentado pensando en el peor de los finales. Golpee con fuerza mi cachete por pensar algo tan absurdo como aquello. Me negué a creerlo, no podía ni debía hacerlo, no tenía porque… era Lestrade ¡Se lo debía! Debía creer en el puto amo del tiempo.

– ¡LESTRADE!- Volví a gritar, esta vez más fuerte, alzándose mi voz sobre el silencio, casi desgarrándome la garganta en carne viva. Finalmente la puerta se abrió rechinante, entrando una luz cegadora que deslumbro mi mirada. Sobre aquella potente luz se veía la silueta de un hombre extraño y misterioso cuyo rostro tapaba su redondeado casco. ¿Dónde estaba Lestrade? me quede inmóvil, mirándole atónito por la situación.

 <<Muévete>> le ordene a mi cuerpo mientras a aquel hombre. Sin decir nada se acercaba a mí para tomar la carta que estaba entre mis manos. Temía que fuese a acabar con mi vida como suponía que le habría pasado al pobre Lestrade y en un último esfuerzo ordene una vez tras otra a mi cuerpo que se moviera. Para mi sorpresa, el extraño se inclinó quedando tan solo a unos cuantos centímetros de mí rostro.

Vi aterrorizado como la sangre que empañaba el cristal de su casco no era la suya. Observe el reflejo de mi flagelado rostro sobre el visor oscuro del casco. Me pareció sorprendente verme ahí sentado, a merced de la muerte; tenía una mirada salvaje y rabiosa, mis facciones estaban contraídas por la ira de un hombre que estaba dispuesto a sacrificarse por una causa justa. Observe desesperadamente mientras este se quitaba el casco. El latido de mi corazón golpeaba con fuerza sobrehumana mi pecho, casi podía sentir como saldría de un momento a otro. Aun así no paraba de ordenarle a mi cuerpo que se moviera, el hombre en cuestión se quitó por completo el casco y dejo a la vista unos encantadores ojos plateados excéntricos que me miraban con atención y unos rizos color azabache.

- No hace falta que te muevas Watson, así estas bien.- dijo-, y yo reconocí en su voz el gozo y el orgullo que un artista tenía ante su obra. Conocía de antemano esa gruesa y seductora voz, no en vano la había escuchado con placer durante tantos años por un momento deje de pensar, no pude invocar ni siquiera una voz interna para que me motivara a moverme o algo por el estilo, solo un murmuro casi mudo.

 - ¿Sherlock?- logre preguntar dudando si era real o la aparición de su fantasma. Tal vez se tratara de algún tipo de alucinación creada por el subconsciente.

- Aquí estoy y no; no soy nada de eso, soy tan real como lo es usted.- dijo segundos antes de depositar un dulce y tierno beso sobre mis labios temblorientos. Volví de golpe a la realidad, su muestra de amor, tan necesaria en estos momentos para mí como el aire que con dificultad respiraba, me hizo estremecer de placer por todo el cuerpo.

- ¿Ahora me cree?- Cuestiono en un susurro mientras se separaba un poco. Mi corazón volvía a sentir la calidez producida por aquel gesto romántico, aquel que le hacía latir con prisas. Su pálido rostro dibujo una sonrisa burlona de oreja a oreja y tratando de olvidar todo aquel mal trago me abalance infantilmente con brusquedad a donde estaba hasta tumbarlo al suelo. Escondiéndome entre su cuello, asentí con la cabeza contestando así positivamente a su pregunta.

- Watson… sé que no es el mejor momento para decírselo pero me veo en la obligación de comentarle algo que talvez le parezca molesto, un poco estúpido, tonto, absurdo, inadecuado, ridículo, atrevido, incómodo, para mí es muy incómodo y vergonzoso pero que me está martirizando por dentro y si no se lo digo ahora… temo no decírselo nunca.-

Deje de abrazarlo y me levante solo un poco teniendo una mejor perspectiva de su hermoso cuerpo debajo del mío olvidando todo a mi alrededor incluso mis pequeñas heridas acabadas de hacer.

 - Le amo desde hace mucho tiempo.- Confeso suavemente haciéndome temblar de la emoción y dejándome petrificado. Jamás en mi vida creí escuchar una confesión así salir de entre aquellos maravillosos y sensuales labios. Mi mirada dudosa luchaba cuerpo a cuerpo con la suya que era tan penetrante.

 - Siempre tan inoportuno Sherlock.- Bromee con una sonrisa dejando aflorar mi entusiasmo y sin pensarlo me acerque a aquellos rosados y carnosos labios para envolverlos en un beso apasionado. Me sorprendí un poco al notar como Holmes devolvía el beso de una manera experta y profesional, trasmitiéndome una calidez inigualable. Su cavidad era húmeda y suave, deliciosa, Provocando en mi un estremecimiento de placer en tantos sentidos que ni el tiempo ni la situación me importaron lo más mínimo como para apartarme de aquel hombre. Sentí sus brazos rodeando mi cuerpo y sujetándome con fuerzas del bajo de la espalda. Notando sus cálidas manos masculinas sobre mi espalda hice lo mismo, quería que supiera sin palabras cuanto lo quería. Mi amor por él siempre fue infinito.

 - Ejem…. Chicos, existen hoteles para estos casos.- La voz seria de Lestrade nos interrumpió. Me separe de un golpe de los labios de Sherlock y un calor subió por todo mi cuerpo hasta la cabeza de la vergüenza. Por un momento me había olvidado de Lestrade, me tape los labios con ambas manos y me aparte de Sherlock que se había quedado tumbado en el suelo como si nada hubiese sucedido.

– Ho… demonios ¿En serio?, Lestrade, acabas de arruinar el mejor momento que he tenido en mi vida.- comento Sherlock malhumorado mientras se sentaba lentamente mirando con desprecio al inspector.

- Si… después me encargare de mandarles una disculpa escrita por correo pero ahora tenemos mejores asuntos que atender.- Holmes se puso de pie y se quitó el traje de motociclista para volver a vestir con su ropa habitual obscura y camisa blanca, casi podía decirse ya que era su uniforme no oficial.

 – Ya suenas casi igual que mi hermano mayor Lestrade, te recomiendo que dejes de juntarte con él, los malos hábitos se contagian y Mycroft en si es un mal habito.-

Lestrade dio un largo suspiro mientras levantaba ambas cejas, y guardaba su arma. – Si lo que sea.- Contesto con desgana mientras se quitaba el sudor de la frente y se alejaba de nosotros.

 - Hey German.- dijo Sherlock equivocándo nuevamente su nombre. Jamás terminare de entender como Sherlock Holmes, un hombre tan fantástico y hábil mentalmente no podía memorizarse un nombre tan sencillo como era “Gregory”

 - Greg.- corregí en voz baja para que el larguirucho de me escuchara.

- Eso, Greg… Espera Greg.- Volvió a decir el pelinegro al tiempo en que sostenía mi mano con fuerzas y bajaba la mirada un poco avergonzado.

Lestrade se giró ante su insístete llamada, mirándonos con gran incredulidad. Me pareció gracioso verlo ahí, cubierto de hollín y un poco de sangre, con la gabardina entre rasgada y quemada, con su cara apacible y tranquila como si realmente no hubiera pasado nada. En un movimiento de cejas Lestrade nos hizo saber que habíamos logrado captar su atención.

- Gracias Lestrade, muchas Gracias por cuidar tan bien a John.- Ambos quedamos atónicos ante aquel inesperado comentario. ¿Enserio el arrogante, proclamado mejor detective de todos los tiempos estaba dando las gracias por algo? Lestrade arrugo las cejas y parpadeo varias veces antes de aceptar que no estaba durmiendo.

- Si… claro.- contesto el hombre de cabello plateado con un movimiento de la mano antes de salir por la puerta. Sherlock me ayudo a ponerme de pie, vio mis manos ensangrentadas por los numerosos cortes con los vidrios.

- ¿Te duele mucho?- pregunto tomándolas con cariño.

- No te preocupes, creo que sobreviviré a esta.- Conteste mientras dejaba que él las inspeccionara y las limpiara. Por alguna extraña razón me gustaba este tipo de atenciones por su parte.

 - Ven, vámonos ya, tenemos que saber dónde está Mycroft y quien está detrás de esto.- dije apaciblemente. Mi compañero asintió con la cabeza. - Tengo una hipótesis de que Moriarty está detrás de todo esto, si, lose está muerto, debió de haber hecho algo para fingir su muerte pero no tengo pruebas, mi hermano seguramente resolvió el puzzle dejando los descubrimientos en la memoria de su laptop, sin embargo, no la encuentro por ningún lado, maldito gordo frustrado, si por lo menos confiara un poco más en mí, claro ¿Cómo podría? Si es mi archienemigo, pero si tan solo no fuera tan zarpas y me la hubiera confiado a mí, seguramente ya habría dado con el responsable de todo esto desde hace días.- Hablaba en voz alta, confirmando lo que ya tenía dado por hecho.

- Sherlock.- murmure dudoso si decirle sobre la verdad, quizá… era lo correcto para encontrar a Mycroft, quizá Lestrade lo entendería si se lo decía correctamente y quizá Mycroft lo dejaría pasar si se enteraba que lo hicimos por su propio bien.

 - ¿Qué estas escondiendo Watson?- interrogo curioso mientras estaba sumergido en mis pensamientos. Su voz me saco a rastras de mi mundo con la guardia baja. - Yo… yo tengo la memoria de Mycroft.- Los ojos furtivos de Sherlock se encendieron rápidamente con una chispa de emoción y duda al mismo tiempo.

-¿Tu? Pero… ¿Por qué? Espera ¿Por qué nunca me lo dijiste? Eso es tan… raro, imposible sería un mejor termino para definir el comportamiento de Mycroft, no termino de entender ¿En qué momento te la dio? ¿Por qué no me dio una pista? En todo caso de que la estuviera escondiendo de mí no te la hubiera dado a ti por que hubiera predicho que me la darías o que yo lo descubriría, así que no te la daría, entonces ¿Cómo es que la tienes tú? ¿Dónde la encontraste?-

- Calla de una vez y vamos a resolver este caso.- Dije mientras me encaminaba a la salida; todo paso tan rápido que no puedo decir con certeza cuál fue el orden de los acontecimientos. Un hombre que se encontraba en el suelo se reincorporo sin levantarse y apretó el gatillo de su pistola. Al segundo siguiente sentí como la bala perforaba mi piel, quemándola en carne viva. Caí al momento contra el suelo. Permanecía consiente, pero ignoraba lo que sucedía a mi alrededor.

 Escuche a Sherlock gritar mi nombre y espetar una amplia lista de maldiciones mientras desenfundaba su arma. El bramido de dos disparos abatieron al momento al enemigo y cerciorándose de que había caído y ya no representaba una amenaza para ninguno de nosotros corrió en mi ayuda.

 - ¡Watson! ¡Dime que estas bien! - El disparo valía la pena, de hecho todo lo que había pasado en el día valía la pena al ver esos penetrantes ojos que reflejaban no solo un gran cerebro sino un gran corazón preocupados al borde de las lágrimas.

- Solo fue un disparo en la pierna Holmes, sobreviviré.- Conteste tratando de calmarlo. El cuerpo completo de Sherlock se relajó y de entre sus labios escapo un largo suspiro. Quito mis manos de la herida, rasgo el pantalón con fuerzas y trato de vendar provisionalmente la herida para que no se infectara

 - Menos mal…-  Lestrade apareció acompañado de Anthea. La mujer parecía tan tranquila como siempre, con el celular en la mano. - ¡Watson! ¿Estás bien?- Dijo el inspector también preocupado-, me alegre de que él estuviera a salvo.

 - Si.- conteste sin prisas mientras escuchaba varias sirenas muy cerca de nosotros. Seguramente eran los bomberos que extinguían las llamas para poder pasar, con policías y ambulancias.

Anthea levanto la vista del celular y se lo mostro a Sherlock.

 - Ya tengo la ubicación exacta del señor Mycroft, el sujeto por fin escupió el lugar donde esta capturado.- Dijo ella sin cambiar su tono de voz, Lestrade le arrebato el celular ansiosamente.

- Está a las afueras de la ciudad a una media hora de donde estamos.- La chica lo miro unos instantes con la mano estirada para que le devolviera el celular. Cuando se dio cuenta lo dejo caer suavemente sobre su mano disculpándose.

 - No se impaciente inspector, hay que hacer las cosas bien y saber a quién nos enfrentamos, además, ustedes dos necesitan atención medica.- Lestrade se quedó mudo ante la negativa de Sherlock.

-Yo estoy bien puedo ordenar a un escuadrón de búsqueda que valla conmigo mientras tú y el doct…

- Lestrade debes saber que la cabeza no está de adorno sobre tu cuello, debes utilizarla con sabiduría. Tenemos que hacer las cosas correctamente porque no sabemos contra quien nos enfrentamos.- El ID en jefe se pasó la mano por el rostro, se veía desesperado, angustiado, ansioso pero asintió con la cabeza.

 -Si algo me aprendido en todo este tiempo es que debo confiar en la palabra de los Holmes.- contesto a regañadientes y salió del lugar.

 - Pero que ¡Imbécil!- gruño Sherlock cuando Lestrade ya no se veía y no podía escucharle.- Querer ir a la boca del lobo por sí solo, si de por si ve que a duras penas lograron sobrevivir a esto y no sabemos de qué forma este protegido el lugar en donde se encuentra Mycroft.-

 Tome con fuerzas su mano para tranquilizarlo y le sonreí.

-Tranquilo… sé que también te preocupa tu hermano.-

- No es verdad.- alego Sherlock, pero yo sabía que por mucho que lo negara a veces su humanidad de la que él se creía inmune lo consumía en silencio.

Notas finales:

Y ? que tal mejor que el pasado? bueno no es trtiste aunque en lo personal yo ame el pasado bueno les dejo XD tengan un lindo dia y no se olviden de comentar les quiero!


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