Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Erase una vez... mi historia por Killary

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Creo que los sueños son sagrados

Toma mis miedos más oscuros y sueña con ellos

Como una canción de cuna

Como una razón del por qué

Como una obra de mis obsesiones

Hazme entender la lección

Para encontrarme a mí mismo

Para no perderme otra vez

Todo por lo que estoy viviendo

Todo por lo que estoy muriendo

Todo lo que no puedo ignorar solo en la noche

Todo por lo que soy querido

A pesar de que quiero más

Cierra la última puerta, mis fantasmas me están alcanzando

(All That I’m Living For – Evanescence)

 

 

 

19.  La forma de mi corazón

 

 

 

— ¿Piensas saludarme con un adiós, violinista?

 

Iván. Me giré lentamente y si, allí estaba. Mirándome fijamente. Como antes.  El tiempo se detuvo por unos interminables segundos. Mis latidos amenazaron con volver a su loca carrera de hace un momento. No. Inconscientemente me llevé la mano al cuello. Si, allí estaba. El ancla a mi realidad.

 

— ¿Te encuentras bien? Parece que estuvieras viendo un fantasma…

 

—No… yo…— ¿Yo qué? ¿Qué le decía? ¿Estoy asustado a morir? ¿Esperé todo este tiempo para volverte a ver y decirte gracias? Ahora eso me sonaba tan… estúpido. Inhale y exhale despacio un par de veces sintiendo acompasarse nuevamente mis latidos. No iba a perder el control. No podía perder el control.

 

—Por un momento dude que fueras tú… Has cambiado mucho...— Sonrió mientras me acariciaba la mejilla. Que tranquilizante era su tacto.

 

—Tú también has cambiado bastante… — Dije por fin. Me di cuenta que para mirarlo a los ojos tenía que agachar un poco la cabeza.  Estaba mucho más alto que él ahora. Cuando lo conocí no había mucha diferencia. Siempre fui un poco más alto que Iván pero no tanto.

 

— ¿No es muy tarde para que estés en la calle? Tu madre debe estar preocupada…

 

—Mi madre está en el hospital… — Un gesto de sorpresa apareció en su rostro.

 

—Oh vaya… ¿Quieres hablar?... Mi departamento no está lejos de aquí… — La verdad si tenía ganas de hablar. Me gustaría preguntarle tantas cosas… Me gustaría…

 

— ¿Tu novio no se enoja si lo dejas? — Se rió con mi pregunta. Esa risa que tenía aun el poder de envolverme.

 

— ¿Y él tuyo se enoja? — Preguntó de pronto tomando el dije que colgaba de mi cuello. Me sonrojé sin pretenderlo.

 

—Jair… Él está en otra ciudad ahora… — Decir su nombre me hizo sentir mejor… Me tomó de la mano y me condujo por  las calles rumbo a su casa. La manera en que me llevaba hizo que recordara la forma en que me arrastraba en el hospital.

 

 

Llegamos rápidamente. Era un edificio antiguo en toda una esquina de una calle mal iluminada, que se veía algo tétrico. Su departamento quedaba en el 2do piso. Subimos las escaleras y llegamos a una puerta de madera con el número 202 pintado en ella.

 

—Disculpa el desorden…— Dijo mientras entrábamos. Recogió la ropa que había sobre el sofá invitándome a sentar. Latas vacías de cerveza sobre la mesita, un cenicero lleno de colillas, una guitarra… ¿Guitarra?

 

— ¿Tocas la guitarra?

 

—Oh no. Es de un amigo… ¿Sigues tocando el violín? — Me alcanzó una lata de refresco que había sacado de la heladera de su pequeña cocina.

 

—Si… — Nos quedamos en silencio un buen rato. Iván se había sentado al otro extremo del sillón con las piernas cruzadas y había encendido un cigarrillo. Me sentí incómodo. Creo que no fue una buena idea venir…

 

— ¿Qué pasa con tu madre? — Preguntó con voz suave. Un nudo se formó en el pecho.

 

—Ella… — Tragué tratando de despejarme la garganta. — Ella está en tratamiento… Tiene cáncer…— Me salió como en un hilo de voz esto último. No era nada fácil hablar de eso.

 

—Lo siento mucho…— Dejó el cigarro a un lado, se acercó  y me envolvió en un abrazo. Me permití abandonarme por un rato a ese contacto. Demasiadas emociones juntas durante el día. Estaba agotado. Su mano acariciaba mis cabellos. Me calmaba ese gesto.

 

— ¿Qué fue de ti? ¿Por qué desapareciste de pronto?... — Las preguntas que tanto había querido hacerle salían ahora de mi boca sin esfuerzo.

 

—Nunca desaparecí, siempre he estado aquí… El que desapareció fuiste tú…

 

—Pero cuando me dieron de alta tú…

 

—Shhh — Posó sus dedos sobre mis labios. — Eso ya es pasado. — Mi corazón se oprimió al escucharlo. En el fondo sabía que lo nuestro no había sido importante para él, pero confirmarlo con sus palabras dichas tan tranquilamente… Dolía.  No es como que aún lo amase, porque ahora estaba enamorado de Jair… Pero cariño había… Iván había sido mi primer amor…  Y si han tenido uno ya saben que esos se quedan en el corazón para siempre. Un par de lágrimas traicioneras se escaparon de mis ojos. — No llores, todo estará bien, verás que todo estará bien… — Dios esto era demasiado… Nunca se daría cuenta… Y nunca se lo diría. ¿Ya para qué?... ¿Por qué sentía esa necesidad de saber que fui algo para Iván? ¿Algo aunque sea pequeño? ¿Por qué simplemente no aceptaba que fui algo pasajero y sin importancia? Él había seguido con su vida, yo con la mía… ¿Por qué?... ¿Por qué?...

 

 

Sentí como el peso de todos mis miedos caía sobre mí, ahogándome. El terror de perder a mi madre, el dolor de la mirada de Javi, los recuerdos del pasado… Extraño a mi padre, lo extraño tanto… ¿Hubiera sido diferente si él no se hubiera ido?... ¿Es que ahora todos se irían?... ¿Algún día Jair también me dejaría?... ¿Me dejará como tú me dejaste?

 

 

Me abracé a él con desesperación dejando que mi llanto fluya sin control. Todas las emociones reprimidas explotaron dentro. Iván susurraba palabras que no entendía tratando de calmarme. Yo había enterrado el rostro en su hombro y me aferraba fuertemente a su camiseta mientras mi cuerpo se convulsionaba por los sollozos. Hundiéndome en la pena, liberando el dolor que me consumía. 

 

 

Y aquí estoy. Dejándome vencer por mis emociones, mis miedos, mis ansias, mis demonios. Dejándome devorar por mis fantasmas. Mi fortaleza se derrumba como un castillo de naipes. Soy sólo un chico. No soy un guerrero. No soy un héroe. No soy un ejemplo. Sólo soy un muchacho. Y tengo miedo. Miedo de no ser lo que todos esperan que sea. Miedo a ver decepción en sus ojos. Miedo de equivocarme. Miedo al desamor. Miedo a la soledad. Miedo de mostrar mi debilidad. Cansado de ser valiente… ¿Puedo permitirme el prescindir de mi armadura por esta noche y simplemente mostrar mi alma?

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Mi niño había llorado hasta caer dormido. Lo recosté en el sofá y busqué una manta para cubrirlo. Nunca lo había visto tan desesperado, tan derrotado, tan roto… Ni cuando habíamos estado en el hospital. Tuve que darle uno de mis tranquilizantes, tuve que prácticamente obligarlo a tomarlo. No quise hacerle preguntas, no era momento. Se notaba que necesitaba desahogarse. Así que solo lo sostuve en mis brazos.

 

 

Cuando lo vi en el bar no podía creer que fuera él.  Apenas terminé de cantar iba a acercármele para cerciorarme, pero el idiota de Miguel tuvo que tirárseme encima. Eso de ser amigos con derecho se le subía a la cabeza. Igual le correspondí el beso pero no aparte la mirada del fondo del local. Cuando vi esa sonrisa… Lo confirmé. Era la sonrisa de mi violinista. Así que apenas pude deshacerme de la lapa de Miguel fui detrás de él.  “¿Para dónde fue?”  Le pregunté a Nico el seguridad de la entrada. Me señaló el camino, el cual seguí con prisa. Lo encontré una calle más arriba.  Me quede observándolo… Era mi niño, pero estaba más grande. Debe tener ahora casi 18 años. ¿Qué haría por aquí? Lo último que había sabido de él es que se mudó a otra ciudad.  Será que… ¿Será que ha venido a buscarme?

 

 

 

Aún recuerdo cuando lo vi por primera vez.  De inmediato llamó mi atención. Y llamar mi atención ya era una proeza. A mí el mundo me interesaba una mierda. Solo existía yo. Solo pensaba en hoy. Pero este niño tenía algo. Y quería averiguar que era.

 

 

 Los primeros días fue una batalla. No me miraba, no me hablaba, sólo se dejaba arrastrar como un  muñeco inerte. Me sentí algo frustrado, pero con más ganas de vencer. Así que insistí, insistí, insistí. Hasta que tuvo que venir a visitarme mi padre. Odiaba a ese viejo de mierda. Con sus mismas cabronerías de siempre. Ya se podía ir enterando que en cuanto cumpla la mayoría no volvería a verme ni la sombra. Y que se meta sus empresas y el apellido al culo. Pero por ahora tenía que aguantármelas. Como siempre, me dejo muy perturbado. Terminé gritando y lanzando todo lo que encontraba a mi paso. Tuvieron que sedarme y mandarme a dormir. Creo que estuve un par de días perdido.

 

 

 Cuando pude regresar algo había cambiado. El niño estaba más… receptivo. Ya no me ponía cara de asesino. Se dejaba llevar sin tener que tirar de él. Creo que hasta un poco de interés por las cosas que le decía había nacido. Aunque no me hablaba. Seguía con la cara de póker de siempre. Igual lo sentí como un pequeño triunfo. Ahora tenía que lograr que me hable. Menuda tarea. Creo que iba a darme por vencido en esa parte. Total yo hablaba por los dos. Es que la medicación me ponía algo eufórico. Preferían verme dando vueltas bromeando que verme buscando una viga con una cuerda. Si es que me entienden. Pero la alegría no les duro mucho. Por culpa de una sesión con el psiquiatra. Me hizo enfurecer. El tipo era nuevo, no me conocía. Que hombre más terco, no entendía las palabras no tengo ganas, no quiero hablar.  Me irrité. Lo mande a la mierda. A él y a todo lo que encontré a mi paso. Otra vez gané un viaje al país de los sueños.  Esta vez un poco más largo.

 

 

 El día que pude volver a la rutina, permanecí en la habitación. Ya me conocía todo el movimiento. Y ellos me conocían a mí. Creo que he pasado mucho tiempo aquí. Es como mi hogar. Sabían que después de un episodio me quedaba más que tranquilo. Así que ni me prestaban mucha atención. Solo les preocupaba que tome la medicación. Cuando cayó la noche me escabullí por el pasillo. Sabía cuál era la habitación del niño y tenía muchas ganas de verlo.

 

 

Cuando entré todo estaba oscuro. Lo vi en la cama. Pero algo estaba mal. Lo sentía quejarse como si algo le doliera. ¿Estaría enfermo? Me le acerqué sentándome en la silla junto a su cama. Era una pesadilla. Lo escuchaba decir no, por favor, no, no. ¿Qué estaría soñando? De pronto casi me mata del susto cuando se sentó de golpe llevándose una mano a la boca como queriendo no gritar. Sus ojos irradiaban terror puro. Su cuerpo temblaba. Cuando se dio cuenta de que me encontraba allí el terror se mezcló con sorpresa. Por primera vez me dirigió la palabra.

 

¿Qué haces aquí?”  Esas fueron sus  primeras palabras.  La voz le salió ronca. Le pregunté si quería que llame a alguien. Pero él me dijo que estaba bien, que solo había sido una pesadilla. Se abrazó a sus piernas y escondió su rostro. Sabía que no estaba bien. ¿Pero qué podía hacer para calmarlo?... En eso una idea loca se me vino a la mente. Y empecé a cantar. Se me da bien el canto. Y funcionó. Y demasiado bien diría. Porque increíblemente lo vi sonreír. Y fue una de las mejores sonrisas que he visto en la puta vida. Joder. Me metió una remecida. Su voz y su sonrisa en menos de una hora.  Soy el puto amo.

 

“Te ves bien cuando sonríes” le dije. Se sonrojó de una manera adorable. “La próxima vez haremos un dúo… no creas que me vas a tener dándote serenata siempre.”

 

“Imposible, no canto ni en la ducha… Pero si quieres te puedo acompañar con el violín…”  Y allí me enteré que tocaba el violín. Mi niño violinista.

 

Entonces es un trato.” Me dirigí a la puerta pero un deseo me nació, uno que no quise controlar. Regresé mis pasos y lo besé. Creo que le cause un shock.

 

 

Al día siguiente temprano fui a participar de las actividades que siempre habían. De las cuales pasaba soberanamente. Pero hoy era diferente. Sabía que el niño estaría allí. Así que aquí me tenían. Cuando llegó, me dediqué a coquetearle. Se la pasó sonrojándose. Era un encanto este niño.

 

 

Un día le demoró tener el violín en sus manos. Le pedí que me tocara Secrets de OneRepublic. Me encantaba esa canción. Aceptó. Un par de días después ya lo tenía tocándola. Por supuesto que me puse a cantar. Alborotamos un rato a la gente. Me encantaba ser el centro de atención. Y allí me di cuenta definitivamente de la manera en que me miraba. Se notaba que le gustaba. No tenía ya duda.  Terminando, los aplausos no se hicieron esperar. Yo estaba encantado. Cuando sentí que jalaban de mi mano. Era el niño. Me fue a presentar a su madre. Joder, quedé estático. Me tomó por sorpresa. Me la había jugado y bien.

 

 

Por la noche no podía dormir. No me sacaba la mirada del niño de la cabeza. Me levanté y cuidando de que no me vieran, fui hasta su habitación. Lo encontré despierto. Y le pregunté de una si le gustaban los chicos. Bueno, no le pregunté, mejor dicho se lo afirmé. Que si yo le gustaba y si había estado con algún chico. Su cara me lo dijo todo.

 

“¿Quieres que te enseñe?”  Le pregunté antes de besarlo. Que ganas le tenía. Pero fui despacio. El niño temblaba como una hoja. Mis manos se colaron debajo de su pijama, quería sentir su piel. Pero choqué con una marca, una cicatriz, lo que le hizo saltar y alejarse.  “Lo siento… ¿Te duele?” Negó con la cabeza. “¿Fue tu primer beso?” Le dije por curiosidad.

 

“Me besaste esa noche… esa vez… en que me cantaste…”  Susurró. ¿Yo había sido su primer beso? Joder, me como a este niño. Le dije que le enseñaría lentamente y lo besé de nuevo. Esta vez con más ganas. Pero con las manos quietas. Me respondió tímidamente, repitiendo lo  que yo le hacía.

 

 

Desde esa noche fue mi alumno.  Me escapaba un par de horas a su habitación. Tampoco quería abusar de mi buena  suerte. Pero luego de 15 días de toqueteos… Necesitaba más. Decidí arriesgarme. Así que cuando me tocó ir a su cuarto le dije “Quiero hacerlo hoy”  La cara que puso fue un poema. Un hermoso poema. Aun así me pidió que le enseñe. Y yo con gusto lo hice. Fue diferente para mí el sentir tanta dulzura, yo que estoy acostumbrado a que me sometan duro y sin pedir permiso… Pero aunque parezca extraño, me gustó. Y mucho. Muchísimo diría.  Tanto que lo llené de palabras dulces y caricias gentiles. Cosas que eran casi imposibles que existieran en mí. Día tras día sentía que algo había cambiado. Sentía a mi corazón latir. Ese músculo entumecido por años… latía. Pero me negaba a aceptarlo. No. Era imposible. Yo no creo en el amor, ni en compromisos, ni en el futuro, ni en el felices por siempre. Imposible.

 

 

Cuando me enteré por una conversación que le escuché al Dr. Zúñiga con una de las enfermeras de que mi violinista sería dado de alta en unos días… Sentí un dolor punzarme el pecho. Busqué a Gustavo por todos lados. Estaba en la consulta con el psiquiatra. Necesitaba verlo… Hablarle… Era imposible… No podía… El dolor me estaba ahogando. Sabía que esto pasaría. No debí permitirme sentir. Me maldije. Una y mil veces. Soy un idiota. Un estúpido. Un inútil, inservible, gilipollas, hijo de la gran puta…  Desaparecer… Esa palabra empezó a repetirse en mi cabeza. Desaparecer… Y la vida me daba permiso de abandonarla… El baño del personal… Siempre lo tenían con llave pero hoy vi la puerta entreabierta… Corrí y me encerré. Rompí el pequeño espejo con el puño y cogí uno de los trozos. No sentí el dolor al pasarlo por mis muñecas. Tampoco escuché cuando empezaron a golpear la puerta. Ni sentí cuando entraron y me sacaron de allí. No sentía nada. Estaba confortablemente adormecido.

 

 

Mi padre me transfirió a una clínica privada. Previo escándalo que montó. Un año estuve encerrado.  Un año me costó convencer a todos que estaba bien. Y convencerme a mí mismo que el violinista no fue nada. Un año para volver a insensibilizar mi corazón. Sólo quería que me dejaran salir. Ya era mayor de edad así que apenas puse un pie en la calle desaparecí para mi familia, desaparecí para mi padre. No sin antes tomarles prestado algo de dinero. Digamos que fue mi compensación por haberme hecho pasar una vida de mierda. Me sirvió para alquilar un pequeño departamento en la zona rosa. Aquí mi padre jamás pondría un pie. Conseguí trabajo en un bar sirviendo copas y cantando de vez en cuando.  Y claro que conocí a muchos que pasaron a la lista de mis amigos con derecho. Con derecho a follarme si me ayudaban con los gastos. Nada es gratis en la vida.

 

 

 

Una tonadita me sacó de mis recuerdos. Venía de la chaqueta de mi violinista. Era su móvil. Lo traté de despertar pero fue tarea imposible.  Estaba como muerto… ¿Quién llamaría a las 5 de la mañana? ¿Y si era su familia preocupada por no saber de él? Joder que hago… Bueno, a la mierda. La tercera vez que insistieron contesté.

 

—Diga…— Silencio. — Diga… — No me digan que es una puta broma…— Si no habla cuelgo…

 

— ¿Gustavo?

 

—No… Él está durmiendo no te preocupes. ¿Eres su hermano? — Pregunté…

 

 ¿Quién eres tú?...— ¿Cómo? Miré la pantalla, Jair decía. Jair… Jair… el colgante… la J… Mierda creo que la he cagado.

 

 

Es su novio.

 

 

 

Notas finales:

Confortably Numb de Pink Floyd me acompañó en las partes depres de Iván, Don't You Cry de Guns N Roses en las d Gus, aparte de la de Evanescence... Resumiendo, es una mezcla de las 3 xD

 

Maripositas multicolores llenas de miel para todos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).