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LA VERSIÓN JAMÁS CONTADA. por Huitzil

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Notas del capitulo:

¿Puede existir un escritor si no existen sus lectores? Claro… que no. Entonces bien me planteo esta pregunta ¿Existiría un final para este fanfic si no existieran las personas que me animan cada que subo un capitulo? Posiblemente… no.

“Cualquier mono con tecleado puede empezar un cuento pero no cualquiera es capaz de terminarlo”.

Esta historia ha llegado a su fin tras muchos tropiezos, tras muchas esperas y muchas lágrimas (sobre todo lágrimas) pero todo gracias a ustedes, posiblemente este sea el capítulo más largo que he tenido el honor de escribir, quizás no; me alegra haber podido compartir con estos personajes que no me pertenecen y con ustedes varios momentos tanto tiernos y graciosos como peligrosos y extraños; cada letra en este capítulo, cada párrafo,  coma y paréntesis, va para aquellos fieles que han seguido esta historia de cerca, este capítulo va para ti mi querido lector que has llegado tan lejos, también para aquellos que fielmente me han dejado un comentario pequeño, largo, amenazador, tierno, simpático o gracioso, Confiando en tu buen criterio para saberme juzgar les dejo con el último capítulo de este fanfic. Gracias Khan Lecter,  Shuii, ferunison, hijo Raul, Hamburguesa con queso, Kogami, ro( asi decía) y a nawwychan por sus comentarios jajajaja aun ahora me rio de varios de ellos sin parar y aprecio infinitamente que lean este final por que ha quedado claro que: “DE AMOR NO SE NI UN CARAJO” Los dejo con una canción XD.

Hay veces que quisiera el fin de esta soledad

Y algunas veces me puedo levantar,

Hay veces que tu olor regresa a esta habitación

Solo ha quedado aquí este amor inerte

Tú eras toda mi vida y te fuiste volando

Tú perdiste la batalla y no supe que hacer

Y apago el dolor con lágrimas

Y calmo el adiós con lágrimas

No puedo callar mis lágrimas

Y aunque ya no estas te llevare día con día

Sé que algún día estaremos por siempre amor...

Hay veces que despierto y siento que mi lado estas

Aunque no te vea ni escuche tu linda voz

Hay veces que quisiera tomar el teléfono

Y marcar de nuevo mi amor eterno

Tú eras toda mi vida y te fuiste volando

Tú perdiste la batalla y no supe que hacer, no.

Y apago el dolor con lágrimas

Y calmo el adiós con lágrimas

No puedo callar mis lágrimas

Y aunque ya no estas te llevare día con día

Sé que algún día estaremos por siempre amor...

Y apago el dolor con lágrimas

Y calmo el adiós con lágrimas

No puedo callar mis lágrimas

Y aunque ya no estas te llevare día con día

Sé que algún día estaremos por siempre amor...

TODO EL MUNDO MUERE, TODOS LOS CORAZONES SE ROMPEN.

El doctor John H. Watson subía apresuradamente las escaleras de un edificio de ocho pisos, se sentía como una madre cuando se entera que su hijo está en problemas, movió negativamente la cabeza sacando esa idea tan tonta de su mente; su amigo el Inspector Lestrade necesitaba ayuda por lo que le dijo la Sargento Donovan, el ID se estaba convirtiendo en un alcohólico (quizás ya lo era), no salía de los bares y no escuchaba razones de nadie, por este motivo la morena fue a buscar al fenómeno y su mascota ya que ellos eran los que posiblemente podrían hacer entender a su ex jefe.

Mientras seguía subiendo Watson recordó el “porque iba solo” sintiendo una punzada en su pecho.

Flashback:

- Deberíamos ir a verle y ayudarle.- dijo Watson poniéndose de pie y buscando su cazadora cuando Donovan se había ido con la firme promesa del rubio que la ayudarían.

- No.- Contesto Sherlock con un tono de voz frio e indiferente. - Cada uno tiene una manera distinta de enfrentar la muerte de una persona, si Lestrade se siente bien de esa manera déjalo, vive tu vida y deja vivir a los demás.- Fue la respuesta de Sherlock que miraba desafiante a Watson.

- Esa no es una manera correcta de enfrentar la muerte;- reclamo el medico en un momento de crisis – es una manera estúpida de huir de los problemas al igual que tu ¡Ni siquiera lloraron por su muerte! ¿A caso eso no les rompió el corazón? ¿No se sienten mal?- Watson se planteó enfrente del pelinegro sin apartarle la mirada.

- Todo el mundo muere. Todos los corazones se rompen. Llorar no es una ventaja.- Soltó Sherlock enojado apretando con fuerzas el arco del violín.

Watson abrió la boca como un pez fuera del agua sin saber que contestar, tardo varios minutos, bajo la mirada y le dio la espalda al pelinegro –Bien, si no me quieres ayudar, ¡bien! por mi perfecto, pero no olvides que Lestrade es un amigo y tenemos que ayudarlo, nos necesita.-

-¿Acaso crees que puedes ayudar a todas las personas? Ve a un hospital con los pacientes terminales, llórales y dales falsas esperanzas ¡A ver cuánto bien les hace eso!- Dijo Sherlock con una mueca de desprecio en el rostro mientras dejaba el instrumento en una mesilla cercana.

Watson abrió la puerta y Sherlock lo siguió hasta las escaleras. -¿Por qué te empeñas tanto en ir a ver a Lestrade? ¿No quieres tenerme cerca? ¡¿Soy tan molesto para ti?! ¡Carajos Watson; respóndeme!- El pelinegro se erizo por completo mientras hablaba, el rubio se giró bruscamente y lo miro a los ojos.

-¡Eres malditamente molesto! Enfadoso, infantil, y desalmado ¿Dónde está tu corazón Sherlock? ¿Dónde lo has ocultado para no sentir nada? No tienes sentimientos y eso es lo que hace que lo nuestro no pueda funcionar… ¡No sabes cómo te envidio! Quisiera que todo me diera igual como a ti pero ¿sabes? Yo no puedo y lo intento, de veras que lo intento y me empeño en eso todos los días, pero simplemente mis emociones no me dejan, no puedo ser tan cruel con las personas que me rodean como tu… Me voy Sherlock porque tienes razón yo no puedo ayudar a todos, ni siquiera puedo ayudar a la persona que amo ¿Cómo quiero ayudar a los demás? Soy un estúpido por pensarlo ¿No lo crees? – Sherlock se quedó callado viéndolo fijamente sin saber que responder y Watson se dio la vuelta sin esperar respuesta. - Voy a dar un paseo… déjame solo.-

Watson salió del departamento y empezó a caminar lento, después un poco más rápido, sin darse cuenta se encontró corriendo por la enorme ciudad de concreto desesperado y en dirección a la casa de Lestrade.

Fin del Flashback

Respirando agitadamente llego al quinto piso del viejo y anticuado edificio donde vivía el hombre de cabellos grises. Dio unos ligeros golpes a la puerta - ¿Lestrade? – pregunto quisquilloso; volviendo a tocar ligeramente – Lestrade, por favor…- El rubio puso su mano en la chapa dorada de la puerta gris al no recibir ninguna respuesta, noto que estaba abierta. – Voy a entrar – balbuceo mientras daba unos pasos al frente algo temeroso entre toda esa penumbra vio de pie una silueta cerca de la ventana.

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Mientras tanto en el cementerio el mencionado inspector se encontraba parado frente a la tumba del difunto Mycroft. Llevaba su gabardina negra y había olvidado su sombrilla en el departamento, sus zapatos estaban llenos de lodo y su ropa mojada por el leve caer de las gotas de lluvia que siempre en esta época desde que el mayor de los Holmes había muerto no cesaban hasta bien pasados los días.

Lestrade miraba envidioso la tumba donde yacía Mycroft Holmes, sintiendo no compartir con él aquel pedazo de tierra en donde el hombre encontraba el reposo supremo.

-Mycroft…- dijo al principio con ironía bajo la pequeña llovizna que caía lentamente en pequeñas gotitas, diminutas, insignificantes, que no tenían la menor importancia para nadie pero aun así caían con demasiado afán si parecer detenerse; el aire las arrullaba de vez en cuando como jugando con ellas, la nubes tenían un color gris obscuro y no dejaban pasar rayo alguno de luz.

Su nariz estaba rojiza ya fuese por el alcohol causado por botella y media de Wiski que había bebido hace poco o el aire frio que le hacía temblar de vez en cuando; con la sangre envenenada y surcada por el alcohol tomo toda sus fuerzas de voluntad y se dignó a pisar por segunda vez el cementerio, quería aclarar sus ideas, tal vez si sacaba todo lo que le atormentaba podría morir en paz.

-Diablos.- murmuro pasándose una mano por la nuca masajeándose lentamente con pereza, resultaba más difícil de lo que pensaba exteriorizar sus sentimientos, respiro hondo tragando ese aire frio que la tarde/noche le brindaba y dejo que las palabras fluyeran por si solas, no las pensó, ni una letra, ni siquiera las premeditaba solo las empezó a decir. 

- Mycroft, yo... no sé cómo decirlo correctamente pero, en verdad te quería, te quería más que a mi vida, te quería con todos tus defectos y virtudes. Yo juro por dios que no solo te quería Mycroft! ¡Te amaba; te amo! No sé qué fue lo que vi en ti con tu acostumbrada pose de: “Soy el puto amo del mundo” con esos ojos que parecían desnudar mi alma y descifrar mis sentimientos, odiaba como me sentía a tu lado y pese a todas las cosas, te amaba; en el silencio de mil suspiros, te amaba; en la soledad de mi alma, te amaba; a mi estúpida manera pero, te amaba. No me importaba absolutamente nada pues contigo mis locuras tenían sentido, ahora me siento vacío, con un enorme hueco en mi interior, que no puedo llenar, ni con trabajo ni con alcohol; esas mariposas que antes ululaban en mi interior, llenas de gracia y felicidad han salido volando dejando únicamente soledad.- Lestrade trato de calmarse al sentir que su respiración se agitaba; puso sus manos a los costados mientras trataba de relajarse, se trono el cuello aguantándose las ganas de llorar.

-Cuando te vi tirado en el suelo quise gritar, llorar ¡Pero no pude! Porque por alguna razón… de alguna manera, de una estúpida forma, no tengo idea del porque creí… que… volverías. Después de tu funeral sin que nadie me viera me desahogue llore como un niño pequeño, pero me sostuve con fuerzas a tu promesa.- Lestrade sintió como si algo apachurrara su afligido corazón, se encogió un poco dirigiendo sus manos al pecho justo donde se encuentra la válvula mitral creyendo que su corazón explotaría en cualquier segundo por la tristeza.

-Estaba dispuesto a esperarte por la eternidad, pero es más difícil de lo que me imagine, me di cuenta que no puedo vivir sin ti… y duele no sabes cómo me duele; me duele porque cuando te vuelvo a recordar mi corazón se vuelve a romper; ¿Cómo olvidarte si lo único que me queda de ti son buenos recuerdos? Incluso ahora las peleas me parecen graciosas, incluso cuando no tengo porque recordarte pienso en ti; hay veces en que sonrió y digo “Que buen recuerdo” otras veces simplemente, por más que trato de sonreír empiezo a llorar. No quiero llorar, porque les digo a los demás que ya lo supere, les digo que no es importante porque para ellos seguramente no lo parece pero, para mi fuiste y serás lo más importante. Tal vez soy mediocre por aferrarme a tu recuerdo y no querer seguir mi vida normal, por tallarme los ojos para que no me vean llorar, soy mediocre por seguir recogiendo los restos de este obsesivo amor que no me ha hecho más que daño; en días como este me acuerdo de ti y no puedo evitar llorar.- La voz del hombre de quebró, mientras el valor abandonaba su cuerpo, la tristeza subió desde su estómago y se refugió en su garganta.

- ¡Estoy harto de esperar! ¡Regresa; maldita sea! Pagare lo que se tenga que pagar. Daré lo que se tenga que dar por verte solo una vez, una miserable vez más para que rompas todo sentimiento de amor que tengo hacia tu persona y pueda olvidarte.- en este momento Lestrade estaba llorando, sus angustiosas lágrimas desbordaban desesperadas de sus ojos y se fundían con las gotas de lluvia que no paraban de caer y solo se escuchaba quejidos tristes que el hombre de pelo gris no podía reprimir.   

- Mi asquerosa forma de vivir se había vuelto un cuento de hadas cuando esa tarde antes de irte me tomaste con fuerzas entre tus brazos pero ¿Por qué? ¿Por qué dios y la vida son tan celosos como para apartarte de mi lado? Ahora, mi vida ya no es solo asquerosa si no que repugnante ya no quiero vivirla sin ti a mi lado ¿Qué puede ser peor que ser miserable?- Muy pronto sus piernas flaquearon y se dejó caer al suelo bajo una estrepitosa lluvia.

- ¿Cómo puedo luchar, si no tengo por quién luchar? Me mantengo viviendo de recuerdos que compartimos. Desperdicios del pasado que solo dejan un hueco en mi corazón. Sigo esperando… estoy loco, lo entiendo, porque  sigo viendo el horizonte esperando a que regreses, veo las horas pasar, mientras los días se burlan de mí con gran sarcasmo; las semanas serpentean y se van fugaces solo para recordarme que jamás volverás.- Lestrade se encorvo sintiendo una gran euforia e impotencia, golpeo con fuerzas sobre el pasto frente a la tumba del mayor de los Holmes salpicando un poco de agua y ensuciándose la manga de la gabardina con el lodo del suelo.

- ¿Por qué? Maldita sea…- Lestrade apoyo la cabeza en el pasto húmedo mientras volvía a golpearlo, las lágrimas se resbalaban por su puntiaguda nariz - ¿Por qué me besaste la última vez si no me amabas? ¿Fui tan poca cosa para ti?- de la misma forma en la que estaba se quedó; llorando, temblando, suplicándole en susurros y quejidos a Mycroft que volviera, no podía siquiera respirar correctamente sin sentir que con cada bocado de aire se le escapaba el alma. -Ya no puedo sostenerme de esa promesa, de tu inocente mentira... simplemente ya no puedo, Mycroft… te juro por mi vida que ni el mismísimo dios a amado tanto como yo te amé a ti y te juro… que te amare por siempre.- replico, puso las yemas de sus dedos sobre sus labios para darles un suave beso y acto seguido llevo la mano a la lápida mientras trataba de controlarse ¡Pero todo intento era en vano! simplemente no podía; se pasó la palma de la mano por los ojos queriendo arrancar la lágrimas y que se detuvieran, como si fuera así de fácil. Se quedó encorvado con la cabeza pegada al pasto, unos instantes más… sin moverse, sin decir nada… solo llorando, lastimosamente, temblando no solo por el frio de la reciente noche, si no por la impotencia de haber perdido a un ser amado y ser responsable de eso.

Estaba tan absorto tratando de tranquilizarse, tratando de recuperar el aire, tratando de dejar de llorar por una vez en su miserable existencia que no se había dado cuenta que alguien estaba parado a su lado cubriéndole con una sombrilla negra de las gotas de agua que no dejaban de caer desde hace un buen trecho de tiempo; con un traje finísimo obscuro y corbata roja, con zapatos impecables a pesar de la constante lluvia, con un porte elegante, taciturno, con una megalomanía que parecía gritar “Soy el puto amo del mundo”

Una voz suave, pedante, orgullosa, gruesa, una voz tierna que él conocía a la perfección murmuró cerca de su oído dulcemente estremeciendo cada centímetro de su cuerpo. – Ni el mismísimo diablo podría resistirse a tan hermosa confesión…. También te amo...-

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Watson entro al departamento. – ¿L-Lestrade?- la lluvia no paraba y se escuchaba chocando contra el vidrio, las ropas del médico estaban mojadas incluso sus calcetines estaban empapados.

- Equivocado.- Watson se acercó rápidamente cuando reconoció la gruesa voz altanera.

- ¿Sherlock? P-pero… tu…. Tú te quedaste en Baker Street ¿Cómo fue que llegaste primero? ¿Dónde está Lestrade?-

El pelinegro suspiro muy a su pesar y giro los ojos molesto. – Y allá vamos otra vez con Lestrade.- Se dirigió casi a la entrada y prendió la luz con el interruptor que estaba a lado del rubio para después cerrar la puerta.

- y… ¿Bien?- pregunto el ex medico con un tono de reclamo.

- Bien ¿Qué?; ¿Quieres que conteste a tus estúpidas preguntas? Perfecto… Empecemos con las que acabas de hacer ¿Te parece bien? Tome un taxi para llegar antes que tú. El inspector debe estar en el cementerio o en algún bar porque cuando llegue no estaba; y no, no le hice nada malo; y no, no soy nada de lo que dijiste en nuestro departamento.- Sherlock paso por un lado de John nuevamente a la ventana y se froto las manos ansiosamente mientras continuaba hablando rápidamente –Si… tienes razón, ya no tengo el maldito corazón  porque un médico, cronista mediocre e idiota me lo ha robado…me has robado el corazón Watson, mi libertad, mi vida, incluso mis sentimientos ¡Y no te basta! ¿Entiendes? ¡No te basta!- Watson se quedó viendo confundido a su amigo ¿Esa era una confesión? O ¿era un reclamo? John respiro hondo y siguió escuchando a Sherlock.

- Y aunque te cueste trabajo aceptarlo; si, muy a mi pesar tengo sentimientos, me di cuenta que los tenía cuando te conocí. ¿Qué lamento no poder exteriorizar lo que siento? Demándame porque es así y no sabes cuánto lo siento Watson ¿Feliz?- Watson seguía viéndolo con esos ojos de puppy que tanto le caracterizaban esperando a que continuara hablando el detective, sin decir nada, torciendo la boca para dar a entender que no era suficiente.

- Debo admitir…- Gruño Sherlock; pareciera que realmente le costaba trabajo decir lo que decía -  que tengo miedo de que lo que tú sientas por mí no sea amor, que el único que ame en esta retorcida relación sea yo ¡Y eso es peor, porque no se amar!- Sherlock empezó a caminar de un lugar a otro en el pequeño departamento como un león enjaulado casi desde que había empezado a hablar mientras que John no podía apartarle la mirada de encima, Sherlock estaba tan sonrojado por la vergüenza que no tenía el valor de levantar si quiera el rostro. Sabía que todo lo que decía sonaba infantil e inentendible pero confiaba en que Watson sabría descifrar toda la maraña que eran sus pensamientos - me enoja saber que te preocupas por el inspector, como si le quisieras más que a mí. El amor se acaba, siempre se termina y no podemos detenerlo… pero lo que yo siento por ti ¡me aterra! Seguramente me odiaras, por ser tan insensible, sin embargo… eres algo más que mi amigo, y yo no quiero que me odies. No me odies Watson. –

Sherlock se detuvo en breve frente al rubio que no apartaba sus orbes verdes de sus ojos grises y el pelinegro sintiendo que el silencio era lo peor que podía existir en la tierra abrazo en un desesperado ataque de celos a su doctor. –Eres mío, solo mío… John eres de mi propiedad ¿Entendiste? Mío… de nadie más-

- Idiota, ¿Quieres que me tatué en el trasero “Propiedad de su majestad Sherlock Holmes”?- susurro el rubio con una sonrisa.

- ¿Quieres que lo haga yo?- pregunto risueño el pelinegro sin apartar los brazos de la espalda mojada del doctor.

- No me voy a tatuar nada en las nalgas.- aseguro el John recargando la cabeza en el hombro cálido del detective.

- ¿Por qué te enamoraste de mí?- pregunto quisquilloso el menor de los Holmes encorvándose para poder respirar el delicioso aroma que despedía su médico.

- No lo sé… eso mismo me pregunto yo todas las noches antes de irme a dormir. Pero, me gusta que seas insoportable, terco, aprovechado, tan endemoniadamente sincero, lindo y al mismo tiempo tan tonto.- Dijo Watson con una sonrisa correspondiendo el abrazo que se deslizaba desde la espalda baja hasta la cintura produciéndole un cosquilleo interno al moreno.

- Estas empapado…- comento Sherlock pegándose más al cuerpo húmedo de Watson.

- Si quieres te suelto.- Sugirió el rubio haciendo ademan de que le soltaría en cualquier momento, pero el pelinegro lo sujeto con más fuerzas y John rio descaradamente por el comportamiento infantil de Holmes.

-Yo no quise decir eso, pero hay distintas formas de secarte el cuerpo.- sonrió con picardía el detective consultor dirigiendo sus manos al trasero bien formado del médico haciendo que este se sonrojara al instante y levantara la cabeza de golpe del cómodo hombro donde segundos antes reposaba.

- E- esta es la casa de Lestrade, n-no podemos…- y antes de que dijera algo más Sherlock capturo los labios rosados del médico en un feroz beso muy apasionado que le puso todos los bellitos de la nuca de punta a John. La boca ajena le supo deliciosa, tenía un sabor ligero de tabaco y alcohol con una clase de dulce que jamás había probado en su vida y así dejo que su lengua se perdiera en un baile pagano y erótico por unos segundos. – Es lo que lo hace emocionante.- murmuro Sherlock apartándose solo un poco de Watson que cegado por la lujuria volvió a unir sus labios con los del detective consultor introduciendo la lengua en aquella cueva húmeda produciéndole una oleada de calor que rápidamente se prendió desde la punta de los dedos de los pies hasta la cabeza. Sherlock empezó a deshacerse de la ropa mojada del médico que no ponía absolutamente nada de resistencia, muy contrario ayudaba en la tarea entusiasmado sin dejar de besar al detective.

-Dilo, Sherlock.- Ordeno Watson en un susurro con los ojos cerrados casi sin aire cuando estaba de rodillas únicamente en pantalones encima de la alfombra del inspector ¿En qué momento habían caído al suelo? ¿Eso importaba? Watson sentía plácidamente como los labios desesperados de Sherlock recorrían su cuello, la lengua tibia se deslizaba succionando su piel blanca con fuerza, dejando un pequeño camino de besos y uno y que otro chupetón. - ¿Qué quieres oír?- Cuestiono en un gruñido excitado el pelinegro que con trabajo se separó de la piel del rubio. Watson se acercó al oído de Sherlock – Dime que me amas y dime cuanto.- El pelinegro aspiro antes de contestar y lo miro a los ojos provocándole un estremecimiento en el cuerpo. – Eso es vanidad.- sonrió cuando se topó con esa mirada color pasto a la que no le podía negar nada  - Te amo, como solo los locos aman.- dijo una vez; después beso suavemente el hombro del rubio. – Te amo en los mejores momentos y también en los peores.- susurro besando nuevamente debajo del mentón; se separó escasos centímetros – Te amo tan infinitamente que no existen palabras sobre la tierra para describir lo que siento por ti.- El pelinegro envolvió con un brazo el cuerpo tibio de Watson y aspiro el aroma de su suave cabello de oro. – Te amo John H. Watson, amo cada letra de todo tu nombre desde la J que se desliza por mi garganta produciéndome un placer indebido hasta la N en la que mi lengua hace un viaje lento hasta los dientes.- Watson se sonrojo por las cosas que decía Sherlock Holmes. – Te amo hasta que cada molécula mía se desintegre.- Sherlock beso con suavidad los labios entre abiertos de John solo rosándolos con lentitud como si fuera su primer beso.

Watson sentía que su corazón se le saldría por el pecho; no se creía merecedor de tanta felicidad y le regreso el  beso a Sherlock en los labios apasionadamente complacido mientras ambos caían a la alfombra. El rubio maldijo el hecho de que necesitaban respirar pues por esta necesidad biológica tenían que separase momentáneamente. El pelinegro se encargó de quitarle los pantalones a su amigo ¿Novio? ¿Amante?... Se separó viéndolo  a la cara, Watson estaba sonrojado con la boca abierta, sudoroso y con el pulso al mil; dudoso lo miro a los ojos - ¿Qué sucedió?- Sherlock ansioso se relamió los labios - ¿Esto significa que eres oficialmente mi novio?- Watson rio, mientras envolvía al pelinegro con sus muslos calientes y pego sus caderas al estómago ardiente de Sherlock.- Creí que estabas casado con tu trabajo.- dijo pícaramente – Por tu culpa me divorcie desde hace mucho tiempo, hazte responsable –

- No lo sé… déjame lo pienso… suficiente de pensar ¡Si maldita sea!-

- ¿Es oficial?- cuestiono el pelinegro

- Claro ¿Quieres que te lo por escrito?- contesto con sarcasmo con tono seductor en su voz. – Necesito leer las clausulas.- Contesto Sherlock mientras se despojaba también de la poca ropa que le quedaba y volvía nuevamente a sumergirse en un vaivén prohibido de besos y caricias.

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Lestrade se encontraba de rodillas empapado completamente, se le había olvidado como parpadear incluso el cómo hablar correctamente el silencio se alzaba alrededor de él. La noche había caído más rápido de lo que se esperaba y por fin en muchos años la lluvia que no se había detenido paraba momentáneamente, dejando solo una ambiente fresco y frio en su totalidad; las luces de la ciudad empezaban a prenderse en la lejanía, de ser posible la boca del inspector se hubiera caído al suelo por la sorpresa de ver ese fantasma de Mycroft frente a él parado sin quitarle la vista de encima.

- Volví como lo prometí.- susurro aquella figura alta esperando alguna respuesta sin obtenerla. Miraba lastimosamente al hombre que tenía los ojos rojos e hinchados por tanto llorar y temblaba ante el frio que empezaba a soplar sobre ellos; verdaderamente era difícil reconocerle. Quedo estupefacto el hombre al ver aquel individuo delgaducho, demacrado, de hundidos ojos, tan diferente al inspector ágil y risueño que conoció en otro tiempo. Cuando le reconoció su asombro se tornó en consternación y tristeza pues él tenía la culpa de todo. Recordaba vagamente que Sherlock fue golpeado en la cara cuando regreso por su amigo y el esperaba lo mismo pues creía que no se merecía menos. – Lo siento… volví demasiado tarde.- comento con tristeza mientras se hincaba elegantemente en el suelo ensuciando sus pantalones finos con la mugre del pasto y barro quedando a escasos centímetros del hombre de cabellos grises dejando la sombrilla a un lado.

- M-my… Myck…croft…- Soltó al fin con voz ronca de haber gritado tanto hace poco  Lestrade se pasó una mano por el rostro húmedo recobrando así uno por uno de sus sentidos su respiración empezó a agitarse sin control comenzaba a hiperventilar. ¿Podría ser verdad? O ¿era una de sus tantas alucinaciones? Esta era increíblemente vivida, el alcohol le estaba dando una mala jugada en el peor de los casos. Movió negativamente la cabeza tratando de salirse de ese ensueño que no le hacía ni puta gracia en todo el sentido de la palabra su alucinación asintió con la cabeza. – El mismo, cariño… estoy aquí… por fin.- sonrió dulcemente a lo que el inspector retrocedió un poco cayéndose en el paso de un sentón sorprendiendo al pelirrojo en el acto.

- Ho…. No….- murmuro y se llevó una mano a la boca sorprendido y asustado - ¡¿Estoy muerto?! ¡Debí de haberme muerto! Dios mío...- Lestrade estaba temblando mientras miraba anonado la nada. Mycroft sonrió ampliamente por no decir que le falto poco para carcajearse. – Para mí buena suerte usted sigue vivo.- aseguro acercándose a Lestrade y tomando suavemente sus manos; las sostuvo con cariño devolviendo bruscamente a la realidad al inspector que se sobresaltó al sentir ese contacto cálido transferirse de un cuerpo al otro.

Se fijó claramente en ese rostro ovalado, en unas facciones felinas muy atractivas y misteriosas; en esos ojos plateados que tantas veces había mirado y que estaba olvidando. Levanto una mano temblorienta para ponerla en el rostro de su fantasma solo para cerciorarse que no lo atravesaba o desaparecía en el acto; puso su mano sintiendo con la palma cada borde y acaricio cada centímetro que pudo. El hombre se mordió el labio antes de que sus ojos empezaran a brotar más lágrimas y su mano se serrara en un puño.

Mycroft creyó que lo golpearía y cerró los ojos con fuerzas sintiendo aquel contacto humano que tanto le hacía falta “Todos cometemos errores, y todos pagamos el precio” pensaba el pelirrojo mientras Lestrade seguía tocándole el rostro con cuidado como temiendo que desapareciera en cualquier momento.

Mycroft disfruto el contacto de las ásperas manos del inspector sus caricias que se habían vuelto un lijado y que dibujaban su contorno sutilmente. Aunque las manos del ID eran frías tanto como las de un muerto no dejaban de brindarle una calidad a su corazón; Mycroft seguía con los ojos cerrados esperando el golpe que seguramente sería certero y doloroso… pero no sucedió nada, abrió lentamente los ojos empezando con el izquierdo y vio a un tierno, desesperado y encantador inspector con las manos en el rostro gimiendo tratando de quitarse con desesperación las lágrimas de los ojos. Un llanto sin igual inundo sus sonrojadas mejillas mientras hacia un intento en vano por callar su voz con gran pesar atroz que lo martirizaba y lo dejaba como un idiota… el inspector más idiota de Londres, el más idiota del mundo, del universo ¡El inspector idiota más feliz que ha existido en la tierra!

El mayor de los Holmes lo seguía viendo, indudablemente haber muerto por 30 segundos lo había hecho recapacitar muy seriamente sobre la vida y no solo eso después de cuatro años el amor que sentía por el inspector no había disminuido ni un poco. La ausencia había hecho más afectuoso a su corazón- ¿Me odias?- pregunto temeroso de su propia pregunta después de que vio como respingaba de vez en cuando su inspector, este negó con la cabeza apretando con fuerzas los puños recargados sobre sus rodillas.

- Aunque quisiera…- Mycroft estaba dudoso del comportamiento del ID y ladeo un poco la cabeza tratando de descifrar lo que su inspector pensaba; El hombre de cabellos grises continuo hablando después de tomar una gran bocado de aire – mataría por abrazarte.-

- Y… ¿Por qué no lo haces?

- N-no quiero ensuciarte…  - Lestrade apretó aún más los puños de las manos hasta que los nudillos se pusieron completamente blancos, se encontraba inseguro de la realidad y temía que si se abalanzaba a abrazarlo este desapareciera en el acto. Cuando sumergido en sus pensamientos estaba, sintió de frente como alguien lo jalaba del brazo y lo apretaba a su pecho con fuerzas y, escucho claramente el corazón de Mycroft latir con fuerzas dentro de su pecho, incluso el suyo mismo latía con frenesí desbocado al poder sentir los brazos fuertes y seguros del pelirrojo rodearlo con tanta desesperación como la suya propia.

- Mycroft…- sollozo Lestrade mientras temeroso levantaba los brazos para corresponder ese abrazo, apretando con fuerzas el saco por la espalda entres sus manos mientras continuaba llorando sin consuelo… después de todo… su corazón estaba roto.

- Less, Volví.- murmuro Mycroft con voz quebrada a punto de llorar.

- Bienvenido.- arrullo Lestrade sin dejar de abrazarlo.

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¿Qué importaba en este momento quien de los hermanos gano la apuesta? Si ambos estaban felices  sin saber el resultado final.

Tres historias narradas por diferentes personas (Mycroft, Watson y yo) y con el mismo problema en común.

Dos hermanos que  apostaron contra el tiempo

Un solo ganador... El amor

♦♣♠♥ FIN ♥♦♣♠

Notas finales:

♦♦♦ Gracias por leer!  Y… ¿Qué tal? ¿Estuvo bueno? Si… lo sé, lo sé, esta vez me lucí. Falta el lemon (creo que así se dice) pero como voy a hacer dos capítulos especiales, los epílogos del después del ¿qué paso bajo la lluvia? y con ¿Sherlock y Watson? ¿Cómo carajos sobrevivió Mycroft a las balas que debieron de haberle matado? ¿Por qué tardo tanto en volver de entre los muertos el pelirrojo?  y etc.. etc… espero no estar tan ocupada para dar respuestas a sus preguntas si surge una que aquí no haya planteado les ruego muy atentamente me la hagan saber. J

 Bueno, tras mucho pensármela y leer sus comentarios Suicidas (Khan y fer), Amenazantes (Shii) y ofensivos (Hamburguesa con queso) decidí que era justo darles un poco de la felicidad como la que me han brindado y el apoyo incondicional de sus palabras de cada una que ame, simplemente creo que no soy muy buena en los “Finales Felices” pero le eche muchas ganas para que este quedara correctamente bien, el titulo no lo cambie pues mi final era que Lestrade se suicidara y se encontrara con Mycroft en alguna clase de limbo donde su amor fuese eterno pero qué diablos, sus comentarios conmovieron este viejo y amargado corazón, dejaron que la pluma se deslizara y cambiara el curso de sus destinos creo que los personajes aunque no me pertenecen les están eternamente agradecidos y por ende yo también.

Leí cada comentario como un millón de veces también la guía CUL-GUAY-YOLO- SUPER- MASTER PARA FINALES FELICES que ame  jajajaja (Creo que si funciono) Lecter por favor revive TnT no te mueras mi querida psicóloga personal, ferunison no te vueles la tapa de los sesos y no llores mas ¿vale? Hamburguesa con queso…. Jajajaja adore que me llamaras bruja y si…. Lo hacía a propósito. espero haber podido cumplir con sus expectativas. ¡Nos leemos en los epílogos que los escribiré hasta regresar de vacaciones! ¡Besos! Felices vacaciones!!!!!!!


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