Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Erase una vez... mi historia por Killary

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Vengo a reunirme contigo

A decirte que lo siento

No sabes lo adorable que eres

Tenía que encontrarte

Decirte que te necesito

Decirte que fui yo quien te alejó

Cuéntame tus secretos y hazme tus preguntas

Y volvamos a empezar

Corriendo en círculos,  persiguiendo nuestro pasado

Volviendo a ser lo que éramos

Nadie dijo que fuera fácil

Fue tan triste para nosotros el separarnos

Nadie dijo que fuera fácil

Tampoco nadie dijo que sería tan difícil

Déjame volver a empezar

(The Scientist – Coldplay)

 

 

 

31. Tan sólo por un momento

 

 

 

Iba por la carretera sobre el límite de velocidad. Tenía que llegar pronto. Aún tenía las palabras de Susana dándome vueltas. Me había llamado hace un par de horas preguntándome si tenía algún colega en la ciudad donde estaba Gustavo porque necesitaba un favor. Que no le pasaba nada a su hijo pero uno de sus amigos estaba enfermo. “¿Recuerdas ese muchachito que no se despegaba de mi Gus en el hospital? Parece que tuvo un accidente o algo así, y aunque mi niño me ha dicho que no es de cuidado que no me preocupe, tiene que verlo un médico. ¿Verdad?”  Ese muchacho era Iván…. Iván… Le pedí la dirección y le dije que iría yo mismo, que no se preocupara. Que justo iba para allá a trasladar a un paciente y aprovecharía. Me pidió que pasara por su casa a recoger un juego de llaves en caso que las necesitara.

 

 

Tuve que inventarle una excusa a Sandra. Estaba insoportable. Discutíamos por todo. Bueno, ella discutía porque yo trataba de mantener la calma. Por el bien del bebé. Ya tenía 5 meses de embarazo. Todo había sido muy difícil estos últimos 2 meses. Había estado hospitalizada varias veces por amenaza de pérdida. Le habían recomendado tranquilidad y reposo. Así que tenía que aguantarle todos sus caprichos y berrinches. Mi vida era un infierno. El infierno al que me condené por voluntad propia.

 

 

 

Recuerdo que cuando volví a ver  a Iván luego del hospital, era la época en que estaba confundido. Pensaba que estaba enamorado de Gustavo y sufría porque no era correspondido. Ver a este chico rubio y desenfadado a mi lado y conversar con él me ayudó mucho.  Me encontré de pronto buscando su compañía, día tras día. Recordé que le encantaba cantar y llevé mi vieja guitarra a su departamento, con la que muchas noches entre conversaciones y risas hicimos música. Me sentía realmente vivo a su lado. Me sentía realmente yo. Hasta que llegó aquella noche en que tuvimos sexo por primera vez. Nos entendimos perfectamente. Y se hizo parte de nuestra rutina. El día en que lo encontré con aquel chico pelirrojo en su departamento, enfurecí. Lo saqué a patadas a pesar de los reproches de Iván.  No tenía ningún derecho a exigir ni reclamar nada, lo sabía. Pero algo dentro de mí explotó. No iba a tolerar que nadie tocara a Iván. Nadie más. Cuando estuvimos solos y a pesar del rechazo que me mostró en ese momento por lo que había hecho, lo tomé con fuerza. Lo hice mío una y otra vez hasta llevarlo a su límite. Hasta que perdió la conciencia. Fue la primera vez que usé palabras hirientes con él. Palabras que escupí rabioso por sentirme traicionado. Salí de allí dispuesto a no volver nunca.

 

 

 Por ese entonces  volví a ver a Sandra. Habíamos  sido novios cuando empezamos el residentado. Pero no funcionó, aunque terminamos siendo amigos con derechos. Un día se apareció en mi departamento de visita y nos pusimos a conversar y a beber recordando los viejos tiempos. Acabamos teniendo sexo. Estábamos medios borrachos y  no tomamos las precauciones necesarias. Supongo que fue ese día en que concebimos a nuestro hijo. Tuvo que ser ese día. Porque desde  aquella vez no volví a tocarla.

 

 

Luego de eso, comencé a vigilar a Iván sin que lo sepa. Muchas noches fui al bar donde trabajaba a verlo de lejos sin que me notara. A revolcarme en mi rabia al verlo salir con otros muchachos. Por eso estaba allí ese día que apareció Gustavo. Y en ese momento, al verlos, me di cuenta que la rabia que me llenaba eran celos. Estaba celoso. De la forma como le sonreía. De cómo lo tocaba. De cómo lo tomó de la mano. Y los seguí. Me sentí tan estúpido comportándome como un crío celoso. Estuve sentado fuera de su departamento tratando de aclarar mis ideas. Cuando me decidí a tocar, ya la mañana despuntaba. Verlo de nuevo con esa mirada de indiferencia hizo que vuelva a enfurecer sin poder evitarlo. Sus insinuaciones de lo que supuestamente sentía por Gustavo y su mirada desafiante terminaron con mi control. Volví a insultarlo y tratarlo como un cualquiera. Lo volví a envolver en uno de mis oscuros deseos sintiéndome extasiado al sentir su miedo, al sentir su placer. Al sentir que era él lo que yo necesitaba para sentirme vivo.

 

 

Creo que me enamoré de Iván desde la primera vez que intimamos y no me di cuenta. O no me quise dar cuenta. O fue quizá desde que empezamos a hablar. No sé. Lo único que sé es que cuando desapareció luego del viaje, enloquecí. Necesitaba verlo, saber de él.

 

 

 Justo lo volví a ver el día en que me había comprometido. Mientras paseaba en el auto tratando de calmar lo asqueado que me sentía luego de casi 3 horas fingiendo perfección. Verlo cruzar frente a mí fue como ver a mi alma perdida regresar. Corrí a su lado y lo llevé conmigo a mi casa. Aunque se resistió al comienzo acabó cediendo. Tuve la necesidad de confesarle lo que me pasaba. Decirle que me iba a casar y el por qué lo haría… Decirle que no era lo que quería… Vi dolor en su mirada… Sabía que le hacía daño pero también me lo estaba haciendo a mí mismo. Compartíamos el sufrimiento. Por primera vez le hice el amor. Entregándole mi corazón sin palabras. Sentí su temor… pero también sentí su entrega. Nos amamos como nunca. Con una dulzura desconocida. Ese día cuando desperté y no estaba a mi lado, me sentí miserable. Pero había sido mi decisión. Rompí su corazón y el mío  en el proceso. Me condené a la infelicidad.

 

 

 

Llegué a la dirección que me había dado Susana, daban casi las 3. Todo estaba oscuro y no se veía un alma en las calles. Estacioné frente al edificio y me bajé. Vivía en el 6to piso según me dijo. Saqué la llave que Susana me dio y entré al edificio. Subí los 6 pisos y busqué el número. Dudé si entrar con la llave o tocar. Me decidí por la segunda. Así que toqué el timbre. Toqué hasta que me abrieron.

 

— ¿Qué haces aquí? — Gustavo con cara de pocos amigos salió a recibirme.

 

— ¿Dónde está? — Pregunté entrando al departamento a pesar de que Gustavo trató de impedirme el paso.

 

—Vete Freddy, no tienes nada que hacer aquí… — Habló con fastidio plantándose frente a mí. Había cambiado tanto. Aún recuerdo aquel niñito tembloroso y tímido que conocí en el hospital. Aquel niño que me miraba con suplica en esos hermosos ojos negros. Aquel niño del que pensé que me había enamorado… Que equivocado estaba… Y ahora de ese niño no queda nada. Aquí frente a mi tengo a un hombre dispuesto a pelear conmigo si fuera necesario por defender a quienes quiere.

 

—Por favor Gustavo… ¿No te has puesto a pensar que él puede tener alguna cosa de cuidado? ¿Qué realmente puede empeorar?... — Lo vi dudar. Por más rencor que sienta hacia mí, sabía que decía la verdad.

 

—Te dejare verlo… Pero… Por favor no digas nada… — Me miró con pesadez. ¿No decir nada?

 

—No entiendo…

 

—Ven… tenemos que hablar…

 

 

Caminamos por el pasillo hasta la puerta de una habitación, la cual abrió con cuidado. Dentro pude ver a Iván durmiendo sobre la cama. Nos acercamos silenciosamente. Gustavo encendió la luz de la mesita de noche.

 

—Prométeme que no le dirás nada a nadie… Solo a mí… — Me había tomado del brazo cuando iba a sentarme junto a la cama.

 

—Pero…

 

—Sólo promételo…

 

—Está bien, lo prometo. — Dije sentándome al lado de la cama y descubriendo el cuerpo que reposaba en ella.  Se notaba aún más delgado que la última vez que lo vi.

 

Gustavo me había contado como había encontrado a Iván y sus sospechas. Pero ni eso me había preparado para lo que encontré.

 

—Necesito que salgas Gustavo. — Le dije con voz contenida de rabia.

 

—No me iré…

 

—Por favor… — Nos quedamos  mirando largo rato. Creo que entendió lo que quería.

 

—Voy a estar al lado de la puerta. — Dijo saliendo y cerrando tras sí.

 

 

Tomé aire y empecé a bajar los pantalones para revisar sus genitales. No pude evitar temblar mientras confirmaba nuestras sospechas… “Por Dios Iván ¿qué te han hecho?...” Lo vestí de nuevo y traté de enfocarme en su temperatura, pulso, pupilas… Soy un profesional… Debo concentrarme… Pero era Iván… Dios, era mi Iván… Me dolía verlo así. Si siguiéramos juntos esto jamás hubiera pasado, si tan sólo estuviera conmigo… Me acerqué a su rostro acariciándolo y sin poder evitarlo lo besé suavemente. Suspiró y entreabrió sus ojos…

 

—Tengo sed… — Dijo con voz casi inaudible. Abrí y le acerqué una botella de agua que llevaba conmigo. Lo ayudé a incorporarse un poco para que bebiera. Emitió un quejido al  hacerlo. Dio un par de sorbos con dificultad y con cuidado lo recosté de nuevo. Busqué entre mis cosas hasta hallar los analgésicos.

 

—Necesito que tomes esto… — Lo levanté un poco nuevamente y le puse las pastillas en la boca. Le alcancé el agua y con un gesto de dolor se los tragó. Volví a acomodarlo sobre la almohada.

 

—Gracias… — Susurró sin mirarme. Le acaricié el cabello con delicadeza. Quería que me cuente que había pasado pero sabía que no era el momento. Necesitaba descansar. Por la mañana podríamos conversar de eso. — ¿Dónde estoy?

 

—En casa de Gustavo… ¿Recuerdas? — Miró un rato al vacío como tratando de acomodar sus recuerdos y al rato asintió con cansancio. — Descansa… — Le di un beso en la frente y cuando me disponía a pararme, me tomó de la mano.

 

—Quédate… por favor… — Noté el esfuerzo que hacía para poder hablar. — Por favor… — Sus ojos azules estaban empañados. Sin poder evitarlo más lo cogí entre mis brazos tendiéndome a su lado  tratando de no hacerle más daño. Necesitaba abrazarlo. Acerqué mi rostro a su cabello e inhale su aroma.  Lo oí sollozar. Se me partía el alma. Cuando me di cuenta las lágrimas escapaban de mis ojos. Estuvimos un largo rato así, uno en los brazos del otro dejando escapar el dolor.

 

 

Si pudiera estar así para siempre a tu lado… Si pudiera decirte lo que siento… Si pudiera decirte que te amo… Si pudiera… Aunque sea un momento… Tan sólo por un momento...

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Me asomé por la puerta al considerar que había pasado el tiempo suficiente.  Los encontré abrazados sobre la cama. Oí sus sollozos. Sentí un nudo en el pecho al verlos así… Jamás imagine que sus sentimientos pudieran ser tan fuertes. Salí sin que se dieran cuenta aún con la imagen de ellos en la mente. Llegué al cuarto de mi madre, Jair dormía tranquilamente ajeno a lo que sucedía.  Me acosté a su lado abrazándolo por la espalda.  Entre sueños pegó su cuerpo aún más al mío. Acerqué mi cara a su nuca y la besé. Tenerlo así entre mis brazos era mi mejor calmante. ¿Iván y Freddy se amarían igual?...

 

 

Los dejaría tranquilos. No iba a ser tan desalmado de separarlos luego que los había visto de esa manera. Aunque aún pensaba que Freddy había cometido una estupidez al casarse por compromiso. Por obligación. Habían otras maneras de asumir su responsabilidad menos radicales y menos dolorosas. Supongo que su familia tuvo mucho que ver en la decisión. Se preocuparon más por el que dirán que por la felicidad de su propio hijo. 

 

 

Un gran bostezo se escapó de mi boca. El cansancio me estaba ganando. Cerré los ojos enterrando la cara en la espalda del hermoso chico con el que compartía la cama.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

El sonido del despertador me sacó de mi hermoso sueño. Traté de estirarme pero me di cuenta que era imposible. Estaba preso en un abrazo. Gustavo me tenía rodeado y pegado a su cuerpo.  Sonreí mientras escapaba con cuidado de sus brazos  sin despertarlo. Tenía que ir al instituto.

 

 

 Salí en silencio del cuarto con dirección al baño. Pero antes pasé a ver a Iván. Al abrir la puerta me quedé en una pieza. El doctor Freddy estaba recostado sobre la cama con el rubio entre sus brazos. Ambos dormían. O eso creí. Hasta que me encontré con los oscuros ojos del médico. Retrocedí avergonzado y escapé de la habitación. Me quedé parado en la sala sin saber qué hacer. ¿Gustavo sabría de esto? Será mejor que se lo diga… Al girar para ir en su búsqueda me encontré con Freddy…

 

—Buenos días Jair. — Me saludó mirándome fijamente. Demoré unos segundos en responderle.

 

—Buenos días…

 

—No te preocupes que Gustavo sabe que estoy aquí. — Dijo como adivinando mis pensamientos.

 

— ¿Cómo…

 

—Susana me avisó. Vine inmediatamente.

 

—Él… Iván… ¿Está bien?

 

—Si… Tuvo un poco de fiebre pero ya está tranquilo.

 

— ¿Dijo lo que le pasó? — Mi voz se volvió un susurro al recordar sus marcas… El médico también debe haberlas visto…

 

—Aun no converso con él… Cuando despierte lo haré. — Respondió sereno.

 

—Bueno… yo… tengo que ir a estudiar…

 

— ¿Gustavo no irá?

 

—Prefiere quedarse a cuidar a Iván…

 

—Pero yo estoy aquí, no es necesario que se quede. Despiértalo y vayan los dos. — Iba a replicar pero tenía sentido lo que decía. Asentí y me dirigí a la habitación donde aún dormía Gus.

 

—Amor, es tarde, vamos levántate… — Dije moviéndolo un poco y dándole un beso.

 

—Un ratito más…

 

—No, llegaremos a clases, vamos, arriba…

 

—Pero si me voy a quedar aquí…

 

—No, Freddy se va a quedar y nosotros iremos al instituto. — Gustavo abrió inmediatamente los ojos y se incorporó de un tiro.

 

— ¡Freddy!... ¿Lo viste?...

 

—Sí, hablamos un poco hace un rato. Dice que Iván está mejor y que él lo cuidara mientras vamos a estudiar. Y tiene razón. — Lo miré severo. — Me hubieras avisado, casi muero de susto al verlos dormidos juntos… — Bajó la mirada avergonzado.

 

—Lo siento… Ya era muy tarde y no quise molestarte…

 

—Ya, no importa. — Lo jalé haciendo que se ponga de pie. — Vamos  a ducharnos. — Salimos rumbo al baño.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Gustavo y Jair se habían ido por fin a estudiar. Claro que a Gustavo se le notaba que no le hacía nada de gracia que me quedase  a solas con Iván. Pero tuvo que aguantarse. Se notaba que su novio era el que llevaba las riendas de su relación. Quien lo iba a imaginar.

 

 

Riendo entre dientes volví a la habitación donde dejé durmiendo a Iván. Le llevaba un vaso de jugo. Al entrar lo encontré sentado en la cama con la mirada perdida.

 

— ¿Cómo te sientes? — Pregunté para llamar su atención.

 

—Mejor. — Me respondió con voz algo ronca pero mucho más audible que en la noche. Sus hermosos ojos estaban bajos. Me acerqué  y le alcancé el vaso de jugo.

 

—Tienes que tener algo en el estómago.

 

—No tengo hambre…

 

—Tómatelo. — No iba a aceptar una negativa. Cogió el vaso con manos temblorosas. Le alcancé los analgésicos sin decir más. Los tomó con la otra mano.

 

—Gracias. — Dijo empezando a beber y tomándose los analgésicos. No paró hasta acabar con el vaso. Al verlo vacío lo tomé de sus manos rozándolo en el proceso. Se estremeció.

 

—Tenemos que hablar. — Le dije firmemente.

 

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó sorprendiéndome… ¿Es que no se acordaba?

 

—Estaba preocupado por ti.  Además me pediste que me quedara. — Levantó la mirada clavándomela. Se mordió un poco el labio como tratando de calmarse. Me ponía tanto que haga eso… — ¿No lo recuerdas?...

 

—Sí, lo recuerdo… Siento haberte importunado… — Volvió a bajar la vista y vi como sus mejillas se sonrojaban. — Puedes irte, tu esposa debe estar preocupada. — El dolor en su voz…

 

—No voy a ir a ninguna parte. — Le tomé de las manos y aunque trató de apartarlas, se lo impedí. — No sin saber qué es lo que te ha pasado…

 

—No me ha pasado nada… — Susurró sin levantar la vista y aun intentando zafarse de mi agarre.

 

—No me mientas.

 

—Además no es tu problema. No tienes que preocuparte por mí, se cuidarme y se solucionar mis asuntos…

 

— ¿Cuidarte? ¿A esto le llamas saber cuidarte? ¡Pudiste haber muerto! — Le reprendí con la rabia e impotencia que sentía.

 

—No importa…

 

—A mí me importa… Me importas demasiado, ¿acaso no lo sabes? — Solté sus manos para tomar su rostro levantándolo suavemente. — Eres lo más importante para mi… — Sus ojos llenos de lágrimas me quedaron mirando fijamente. — Si algo te pasase no podría seguir… — Lo besé sin más, rindiéndome ante mis sentimientos. Iván se tensó un poco pero acabó cediendo y me correspondió suavemente.

 

—Lo siento. — Dijo bajito, separándose del beso y empezando a llorar. — Lo siento… no pude evitarlo… lo siento… lo siento… fue mi culpa… fue mi culpa… — Sus palabras salían con dificultad entre el llanto.  — Lo siento…

 

—Shhh ya, tranquilo, tranquilo… — Trataba de calmarlo. Sus sollozos aumentaron mientras escondía su cara en mi pecho y sus manos se aferraban a mi camisa con desesperación. Seguía susurrando una y otra vez “lo siento”. Temblaba.

 

 

Lo tuve entre mis brazos hasta que se tranquilizó. No me había contado lo que le pasó pero me hice una idea clara de lo que pudo ser. No iba a insistir en que me lo dijera.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Lloré y lloré hasta que me quedé sin lágrimas. Necesitaba desahogarme. Me aferré a Freddy sabiendo que no me pertenecía. Que pronto volvería a su vida, junto a su mujer y su futuro hijo. Que no tenía derecho a reclamarle, ni pedirle nada.  Aunque por la noche le pedí que se quedara a mi lado. Estaba tan afectado que las palabras escaparon solas de mi boca  diciendo lo que realmente quería. No podía negarlo más. Estaba totalmente enamorado de Freddy. Un amor imposible. Un amor condenado.

 

—Debo ir a casa… — Dije pensando en voz alta.

 

— ¿Estás seguro? Deberías descansar un par de días… — Dijo preocupado, pasando su mano por mis cabellos.

 

—Estoy mejor. Descansaré ahora pero mañana debo volver al trabajo. — Era verdad. No podía faltar un día más. Hoy llamaría a Jorge para que me reporte enfermo pero mañana tenía que estar allá. Si no lo hacía corría el riesgo de perder el empleo. Y lo necesitaba.

 

—Entonces nos iremos juntos por la tarde. Hay que esperar que Gustavo regrese del instituto. No podemos desaparecer así no más.

 

—Está bien.

 

—Ahora duerme un poco. Iré a preparar el almuerzo. — Lo miré con sorpresa. — ¿Qué? ¿Piensas que no se cocinar? — Soltó una carcajada lo que hizo que sonriera. — Para que lo sepas, cocino muy bien. Ya verás. Sólo espera. — Me guiñó un ojo y salió de la habitación.

 

 

Me tumbé de nuevo en la cama sonriendo como bobo.

 

 

Sólo por un momento, dejaré a un lado lo correcto y dejaré que mis sentimientos fluyan… Seré egoísta y te retendré a mi lado… Sólo por un momento… Tan sólo un momento...

 

 

 

Notas finales:

El titulo se inspiro en Tan sólo un minuto de Rio Roma :)

 

Maripositas multicolores llenas de miel para tod@s


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).