Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Erase una vez... mi historia por Killary

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Le mostraste lo mejor de ti

Pero me temo que  no fue suficiente

Y sabes que nunca te quiso

Al menos no de la manera en que deseabas que te quisiera

Y te sientes como si fueras un error

Él no vale todas esas lágrimas que no desaparecerán

Desearía que lo pudieras ver

Todavía tratas de impresionarlo, pero él nunca escuchará

Oh ángel roto, ¿estabas triste cuando derrumbó todos tus sueños?

Por dentro estás muriendo porque no lo puedes creer

La sangre en tus venas, así como llevar su nombre

Se diluye como el agua

Sólo eres un ángel roto

(Broken Angel  – Boyce Avenue)

 

 

 

 

33. Verdades reveladas

 

 

 

Dicen que  el tiempo lo cura todo. Lo que no dicen es lo difícil que resulta. Me costó mucho el sacar a Gustavo de la depresión en que se sumió luego de la partida de Susana. Durante un año entero tuve que lidiar con eso. Me mudé con él a pesar de los reclamos de mi hermana, que seguía con la cantaleta de que a mi madre le afectaría, que estaba cambiada, que hablara con ella… Simplemente un día tomé mis cosas y me fui de allí. El día en que cumplí los 19. Mi padre seguía viajando muy seguido, casi ni lo veía. Y cuando lo hacía… deseaba no haberlo hecho. Escuchar siempre su tono hiriente me lastimaba, aunque lo negara frente a los demás. Joder, era mi padre. Y siempre deseé que se sintiera orgulloso de mí.  Me gustaría que las cosas regresaran a cómo eran antes… Pero eso no sucedería. Esta era mi realidad. Vivir rechazado por tus propios padres. Un inquilino dentro de su propia casa, de su propia familia. Cuando salí de allí con mis cosas a cuestas… ¿Alguien me detuvo? ¿Acaso alguien notó mi ausencia? ¿Acaso les importó a ellos? No. Había pasado noches enteras fuera de casa y ni se inmutaron. ¿Acaso mi madre me llamó alguna vez preocupada para preguntarme donde estaba o si estaba bien? Jamás. Esa herida se marcó muy en el fondo… Entonces… ¿De qué cambio me hablaba Miriam? No entendía. Y no quería entender.

 

 

Me regalé la oportunidad de ser feliz. Ahora vivía con Gustavo en su departamento. Y literalmente era SU departamento. Susana lo dejó a su nombre. Creo que en el fondo ella sabía nuestra intención de vivir juntos. Su hermano Javier cuando se enteró puso el grito en el cielo. Pero no había nada que pudiera hacer. Todo era 100% legal dijo el abogado.  Además mi idea no era quedarme aquí. Quería llevarme a Gus a la capital y que entre en el conservatorio. Que siga su sueño tal como se lo prometí a su madre. Mudarnos y empezar de cero. Esa idea me gustaba. Dejar toda la tristeza atrás y empezar nuevamente. Pero…

 

— ¿Qué vas a ordenar? — Aparté la vista de la ventana enfocándome en el chico que estaba al lado de mi mesa con un libretita en mano esperando mi pedido.

 

—Un capuchino por favor. — Le dije amablemente. Sonrió asintiendo y girándose se dirigió a la barra de la cafetería. Cuando estuve solo, suspiré con cansancio y volví a dirigir mi mirada a través de la ventana. La noche había caído y la verdad hoy no tenía ganas de volver aún a casa.  Esta mañana Gustavo y yo discutimos por lo mismo de siempre. Por su negativa a mudarnos a la capital para estudiar. Era tan terco que a veces me daban ganas de estrellarlo contra la pared para que entienda. Todo este año habíamos trabajado duro y juntado dinero…  Bueno, yo había juntado el dinero para poder viajar y vivir un par de meses hasta establecernos y empezar de nuevo. Ahora solo faltaba convencer a este cabeza dura.

 

—Aquí tienes. — El mismo muchacho de hace un rato trajo  mi pedido. Con una gran sonrisa juguetona lo dejo frente a mí… Me lanzó una descarada mirada… ¿Me estaba coqueteando?... ¿Acaso tenía pintada en la frente la palabra “gay”? ¿Tan obvio era?  — ¿Se te ofrece algo más?

 

—No, gracias. — Contesté algo tajante.

 

—Bueno, si cambias de parecer sólo avísame. Mi nombre es Felipe. — Dijo sin dejar la pícara sonrisa.

 

—Bien. — Respondí desviando la mirada sin darle importancia. La verdad que en cualquier otro momento me hubiera sentido halagado y quizá hasta me hubiera parecido adorable los intentos de ligar de este niño. Pero hoy no estaba de humor.

 

 

Dándole un gran sorbo a mi bebida volví a mi inspección de la calle. Viendo a las personas caminar con prisas sosteniéndose los abrigos. Era un mes con mucho viento. Las parejas pasaban abrazadas o tomadas de las manos. Algún día podré caminar con Gustavo así, sin temor al qué dirán ni a las miradas desaprobatorias. Algún día… Mis ojos se detuvieron en una silueta ya familiar parada junto a un árbol, cruzando la calle. El mismo tipo de siempre. No creo que sea coincidencia que lo encuentre demasiado seguido en mi camino. Y siempre observándome. Lo peor es que nunca pude preguntarle que mierda quería conmigo. Cada vez que salía en su búsqueda, el muy cabrón desaparecía. Al comienzo tuve miedo, luego de que pude verle el rostro y supe de quien se trataba deje de prestarle atención y ahora ya casi me daba igual. Total, si me hubiera querido hacer algo, oportunidades no le habían faltado y bastante tiempo había tenido. Ya iban más de  dos años desde la primera vez que lo vi. Me moría por contarle lo que pasaba a Mimi y pedirle  que me dijera de una buena vez quien era él, pero recordaba cómo se puso aquella vez en el teléfono cuando se lo nombré. Tenía la ligera sospecha que no me diría nada. Así que pensaba averiguarlo por mí mismo.

 

 

Me acabé el capuchino, busqué mi cartera y dejé el dinero del café sobre la mesa. Dirigí una rápida mirada hacia afuera mientras me levantaba y tal como suponía ya no había nadie. Di un gran suspiro mientras me dirigía a la puerta.

 

— ¡Espera! — Me tomaron del brazo cuando estaba a punto de salir. — Toma, sólo en caso de que quieras conversar alguna vez… — Era el muchacho… Felipe. Metió un papel doblado en el bolsillo de mi abrigo. Sí que era lanza este niño.

 

—Mira… Felipe, eres muy lindo y me siento halagado pero tengo pareja. Lo siento. — Dije llevando mi mano hacia el bolsillo con la intención de sacar el papel y devolvérselo. Me impidió que lo hiciera.

 

—Guárdalo. Quién sabe… — Me dijo sonriendo traviesamente. Se dio media vuelta y regresó a la barra. Salí de aquella cafetería con una sonrisa pintada en el rostro. Bueno si algo había que agradecer a ese niño era haberme quitado el mal humor.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

—Joder, estoy muerto… — Dije sentándome en un banco de la gran cocina del restaurante mientras estiraba mis brazos.

 

— ¿Vienes esta noche a casa? — Me preguntó Jorge mientras se movía de aquí a allá terminando de preparar un platillo.

 

—No, estoy demasiado cansado. — De un tiempo a esta parte pasaba algunos días en casa de Jorge. No éramos pareja ni nada. Y eso que me lo pidió una y otra vez luego de aquella noche en que tuvimos sexo por primera vez. Pero no podía. Él lo sabía perfectamente. Así que un día, cansado de su insistencia le dije “sexo es todo lo que puedo ofrecerte. Lo tomas o lo dejas”. Y lo tomó. Así que ahora somos amigos con derecho.

 

 

Había terminado mis estudios y ya estaba graduado del instituto. Pensaba seguir con la universidad.  Seguir con mi vida. O con lo que quedaba de ella. Armar los pedazos de mi vacía existencia. 

 

—Vamos, vente. Prometo que no haremos nada, sólo dormir. — Me animaba.

 

—No lo sé… — Mi móvil comenzó a sonar. — Disculpa… — Dije alejándome hacía el pasillo que conducía a los casilleros. — ¿Diga?

 

—Iván, soy Gustavo…

 

— ¿Cómo está mi violinista favorito?

 

—Bien… me preguntaba… ¿No te ha llamado Jair?...

 

— ¿Volvieron a discutir?

 

—No… Bueno si… Un poco.

 

—Ya te he dicho que dejes de discutir con Jair… Él tiene razón.

 

— ¡Pero no quiero ir! ¿Por qué no pueden entender eso?

 

—Eso ni tú te lo crees…

 

— Ya, ya… ¿Te ha llamado?

 

—Hablamos por la mañana solamente… ¿Lo has llamado?

 

—No me coge el teléfono…

 

—Deja que lo intento y te aviso.

 

Gracias. — Terminamos la llamada. Le marqué a Jair. Nada. Intenté una vez más…

 

—Iván… — Se escuchaba agitadísimo, como hubiera corrido una maratón.

 

— ¿Qué sucede Jair? ¿Te encuentras bien?

 

Estoy… estoy bien… No… no puedo… hablar ahora… — Escuche el sonido de la llamada cortándose. ¿Colgó? ¿Es en serio? Me había dejado inquieto. Volví a marcarle. Me mandó al buzón. Joder, había apagado el móvil. ¿Y ahora? Me debatía entre llamar o no a Gustavo. Pero si no lo hacía se iba a poner histérico… Lo llamé.

 

— ¿Hablaste con él?...

 

—Sí, está bien sólo se entretuvo en algunas cosas… Ya va para allá en un rato. Quédate tranquilo.

 

— ¿Demorará?

 

—No sé, un poco… Joder violinista ya deja de discutir con tu novio. Un día de estos se va a aburrir de tu terquedad y te va a mandar a tomar por saco… Luego no vengas a llorar en mi hombro.

 

—Pero…

 

—Pero nada. Ve con él a estudiar al conservatorio y déjate de niñerías. Y déjame trabajar que me están llamando.

 

—Iván… Gracias.

 

—No tienes porqué, pequeño. — Al colgar me sentí algo culpable por haberle mentido de esa forma. Bueno, es que lo conocía bien y sabía que si no lo tranquilizaba era capaz de cometer una locura.

 

 

Entré al baño a lavarme las manos y arreglarme un poco. Sonreí al espejo comprobando que todo estaba bien. Salí y me dirigí a seguir trabajando. Total, aún faltaban dos largas horas para que acabara mi turno.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Cuando salí de la cafetería decidí caminar un poco. Me topé con un parque más adelante y vi que había un espectáculo callejero. Me acerqué curioso al grupo de gente. Y lo vi. Estaba parado justo frente a mí. El tipo de los ojos verdes. Esta vez no se me escaparía. Al notar mi presencia se giró alejándose. Comencé a caminar tras él. Noté que cada vez aceleraba más el paso. Intenté llamándolo “¡Hey, deténgase!” Pero no me hizo caso. Puse mis sentidos en seguirlo. Lo alcanzaría y por fin sabría que cojones quiere conmigo. Comenzó a correr por las calles. Joder parecíamos el gato y el ratón. Partí la carrera tras él. Mi móvil comenzó a sonar. Esa melodía era de Iván… Maldición… Sin dejar de moverme saqué el móvil y le contesté. Quería saber si estaba bien… Seguro Gustavo lo había llamado porque no le cogía el móvil. Le dije que no podía hablarle y le colgué. Ya más tarde me disculparía por eso.

 

 

Apagué el móvil y lo metí nuevamente en el bolsillo interior de mi abrigo. Miré alrededor. No puedo haberlo perdido. No de nuevo. Mierda. Caminé buscándolo con la mirada. Tenía que estar cerca. Y sí. La suerte me sonreía. Lo encontré. Estaba dentro de un auto plata a punto de encenderlo. Corrí lo más rápido que pude y me planté frente a él. Se desconcertó totalmente.

 

—Quiero hablar contigo. — Le dije seguro, con voz fuerte.

 

—Hazte a un lado. — Me respondió dándole al encendido nuevamente.

 

— ¡No! No voy a moverme hasta hablar contigo.

 

—No hay nada que hablar. Hazte a un lado. — Volvió a decirme. Se notaba nervioso… ¿O es mi imaginación?...

 

—Pues a ver si tu auto vuela porque no me quitaré. — Crucé los brazos y lo miré fijamente. Lo vi dudar un momento y luego apagó el motor. Lentamente salió y se puso a un lado.

 

— ¿Qué quieres?

 

—Saber por qué me sigues.

 

—No te sigo, estás loco. — Dijo desviando  la mirada.

 

—No soy idiota. Ya me vas diciendo qué mierda quieres conmigo.

 

—Déjalo Jair… — Al escuchar mi nombre mi sangre hirvió. Tenía que saber qué carajo quería conmigo este tipo.

 

—Pues no lo dejo… ¡Dime! — Exigí.

 

—Sólo soy… Un amigo de tu madre…

 

— ¿Y por eso me sigues? — Me acerqué a él acorralándolo contra el auto. Estaba más que cabreado. Tenía ganas de golpearlo. — ¿Por eso llevas años vigilándome? — Lo empujé dándole un golpe en el pecho con rabia.

 

— ¡Basta! — Dijo tomándome del brazo antes de que vuelva a golpearlo. — Basta…

 

—Enfermo de mierda… ¿Acaso eres de esos tipos que se masturban imaginando cosas… — Una bofetada me aturdió. El maldito se había atrevido a golpearme…

 

—Desgraciado… — Me le fui encima con ganas de asesinarlo.

 

— ¡Tranquilízate! — Me cogió de los brazos e hizo que me volteara. El muy puto sabía pelear y defenderse. Y tenía más fuerza que yo. Ahora me tenía sujeto apoyando mi espalda en su pecho y con mis manos sujetas por delante.

 

— ¡Suéltame maldito degenerado! — Le grité con odio.

 

— ¡Cálmate!… Te diré lo que quieras… Sólo para ya… — Me detuve. Deje de forcejear. Me soltó despacio. Apenas me vi libre, me alejé un paso. — Siento haberte golpeado…

 

—Habla. — Le corté. Suspiró antes de aclararse un poco la garganta.

 

—No creo que sea el lugar ni el momento…

 

—Me dijiste que me contarías… Así que habla de una vez. — Lo vi dudar y moverse inquieto antes de empezar...

 

—Tu madre y yo nos conocimos hace muchos años. Éramos compañeros de trabajo…

 

—Mi madre odia trabajar. — Interrumpí con fastidio.

 

—En esas épocas si lo hacía. Aún Germán no tenía el trabajo que tiene ahora. — ¿Germán? Debe de conocer a mi padre para nombrarlo así tan familiarmente. — Y necesitaban el dinero. Así la conocí. Nos hicimos buenos amigos. — Dudó un poco antes de continuar. — Un día salimos a festejar por que la empresa había logrado un contrato importante… Bebimos demasiado… — Dejó de hablar de pronto.

 

—Sigue. — Dije aunque por dentro algo me decía que mejor me fuera de allí…

 

—Bueno… Maribel y yo… No sabemos cómo…

 

— ¿Estás diciéndome que mi madre y tú... se acostaron? — Dije asqueado. Ya no quería saber nada… — Espera, espera… No me digas nada… No quiero saber… — Me giré con la intención de irme lo más rápido de ese lugar. No pude dar ni un paso cuando me congelé al escuchar sus palabras.

 

—Ella quedó embarazada… — No, no quería seguir oyendo más… Pero mi cuerpo no me obedecía. Se había quedado clavado en media calle. — Nunca le dijimos nada a nadie. Germán pensaba que ese niño era suyo… — Cállate, cállate, cállate — Pero yo no quería esa mentira… Yo quería a mi hijo… — Oh Dios no, no, no — Un día reclamé mi derecho… Las cosas no salieron como hubiera querido… — Muévete Jair… lárgate de aquí… — Tuve que viajar de improviso… Mis padres me necesitaban… No quería dejarlo… No quería… dejarte… — Su mano se posó en mi hombro. Fue como un cortocircuito. De un manotazo arrojé su mano lejos de mí.

 

—No me toques…

 

—Jair…

 

— ¡No digas mi nombre! — Mi cabeza daba vueltas. Las lágrimas comenzaron a salir sin control de mis ojos. — Aléjate de mí…

 

—Por favor…

 

— ¡No! — Me puse de cuclillas escondiendo mi rostro entre mis rodillas mientras sollozaba. — No…

 

—Jair… yo…

 

— ¡Cállate! ¡No lo digas! ¡Cállate! — Por favor no quiero escucharlo, no quiero, no…

 

—Yo… soy tu padre.

 

—No, no, no… No es verdad… Mientes…

 

—Es verdad… Soy tu verdadero padre…

 

 

Mis rodillas tocaron el suelo y mis manos golpearon el duro asfalto. Ya no podía oír nada. Todo se envolvió en un total silencio. Solo las imágenes de mi vida se paseaban en mi mente como en una película. Una película plagada de  mentiras. Desde el inicio.

 

 

Sentía que mi vida entera había sido una mentira.

 

 

 

Notas finales:

Demasiado drama!!!!! xD Pos es q no habia de otra. Sorry ^~^

La frase "yo soy tu padre" es de Star Wars obvio! Era un reto introducirla en este cap xD ... Listo!

 

Maripositas multicolores llenas de miel para tod@s


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).