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Erase una vez... mi historia por Killary

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El amor puede doler

Amar  puede doler a veces

Pero es lo único que conozco

Cuando se vuelve complicado

Sabes que a veces es complicado

Es lo único que nos hace sentir vivos

Mantenemos este amor en una fotografía

Creamos estos recuerdos para nosotros mismos

Donde nuestros ojos jamás se cierran

Nuestros corazones jamás se rompen

Y el tiempo se congela… Para siempre

(Photograph – Ed Sheeran)

 

 

 

41.  Tan cerca… tan lejos

 

 

 

Cerré los ojos con cansancio. Demasiado tiempo frente al computador. Me habían recomendado que no pase más de dos horas seguidas sentado trabajando. Pero a veces me entusiasmaba y se me pasaba el tiempo. Y pensar que todo empezó como un juego. Freddy un día trajo un libro en alemán y yo por hacerme el importante empecé a leerlo. Sabía el idioma, no por gusto había vivido 10 años de mi vida en Alemania… con mi madre.  Se sorprendió preguntándome cómo es que lo sabía y le conté toda la historia. Desde entonces me trae libros o trabajos de investigación para traducirlos. Me gusta mucho esto. Se me da bien. Freddy me está animando para que estudie idiomas en la universidad. Me dice que si lo hiciera podría trabajar desde casa si quisiera.  No lo sé, lo estoy pensando. Aunque la idea  es muy tentadora.

 

 

De aquella noche en la que me sucedió aquello, tengo recuerdos vagos. La sensación de desesperación que me llena de vez en cuando y las pesadillas que se me presentan ha sido lo más difícil. Sobre todo porque empecé a mezclar el presente con el pasado. Levantarme a mitad de la noche gritando, confundir a Freddy con Dominic… Joder… Aunque nunca le he contado lo que me ocurrió, sé que él debe de imaginárselo. La verdad no creo que algún día pueda contárselo. Lo bueno es que me ha tenido mucha paciencia. Y poco a poco voy superándolo, gracias a sus cuidados.

 

 

Me ha costado mucho estar aquí. No estaba acostumbrado a vivir con otra persona y menos a que estén tan pendientes de mí. Al comienzo sentía que me sofocaba. Muchas veces pensé en huir. Pero cada día, el ver y hablar con Freddy hacía que desechara esa idea. Me prometió que estaría conmigo siempre y lo está cumpliendo. Que se divorciaría y en eso está. Que cuidaría de mí, y es lo que más hace. Con paciencia y cariño va curando cada una de mis heridas, va enseñándome a confiar. Poco a poco estoy permitiendo que mi verdadero “yo” salga. Quizá no sea un caso perdido, quizá tenga una oportunidad en esta vida.

 

 

Ya llevo medio año viviendo con él. Mi vida dio un giro de 180 grados. Obviamente deje mi antiguo trabajo. Casi no salgo de casa. Unas pocas veces vino a visitarme Jorge. Luego dejó de hacerlo. Ahora sólo hablamos por teléfono. Con los chicos que me ayudaron cuando sufrí la agresión, Carlos y Alex, me comunico por e-mail. Desde que los conocí me cayeron muy bien, y siempre les estaré agradecido de que me hayan ayudado y salvado la vida. Sé que están acabando su carrera de derecho y están abocados en movimientos de defensa de los derechos homosexuales. Me contaron que la tuvieron dura cuando decidieron confesarles a sus padres su relación. Pero se mantuvieron fuertes. De veras que los admiro.

 

 

Gustavo me llama seguido. Está en el conservatorio y le va muy bien. Le he prometido que cuando tenga su primera presentación iré a verlo. Creo que será a fin de año. Y Jair entró a una universidad en el extranjero. Me sorprendí mucho cuando me enteré que se habían separado. Aunque ninguno me ha querido contar porque lo han hecho. Espero que su relación supere la distancia. Sé que se quieren mucho. Me daría pena que terminasen.

 

 

Por lo de las pesadillas y para mi tranquilidad, Freddy averiguó sobre mi hermano. Me dio la magnífica noticia que había regresado a Norteamérica. Ojalá y nunca vuelva. Mi padre trató de comunicarse conmigo en un par de ocasiones. No quería saber nada de él. Así que simplemente lo ignoré.

 

—Buenas noches… — Escuché la puerta abrirse y la voz de Freddy. Me paré y salí del despacho yendo a su encuentro para recibirlo.

 

—Por fin lle… — Me callé de pronto cuando lo encontré acompañado de su hija. ¿Qué hacía la niña aquí?  Siempre me decía que aún no era momento de conocerla, que estaban en medio del divorcio y que era algo complicado. Nunca me preocupaba, ya habría oportunidad. Pero hoy la trae sin más… sin avisarme…

 

—Kiara, él es Iván… — Su móvil empezó a sonar. Vio la pantalla e hizo una mueca de disgusto. — Un momento, ya vuelvo. — Dijo pasando a mi lado y revolviendo mis cabellos. Desapareció por el pasillo. La niña me miraba con sus grandes ojos avellanas, sus rizos negros acomodados en dos coletas. Cogía con nerviosismo un conejito de trapo con sus manitas, jalándole una orejita.

 

—Hola Kiara. — La saludé con una sonrisa, poniéndome de cuclillas para estar a su altura.

 

— ¿Te llamas Iván? — Me preguntó bajito.

 

—Sí. — Me miró arrugando su pequeña naricita. — ¿No te gusta mi nombre? — Le pregunté divertido al ver su gesto.

 

—Mmm… No… — Me respondió bajando la vista. Me sorprendí. Así que no le gustaba mi nombre… Empecé a reír divertido.

 

—A mí sí me gusta el tuyo. — Le guiñé un ojo. Se me ocurrió una idea en ese momento. — Pero tengo dos nombres, soy Iván Mikael… — Sus ojitos se abrieron y esbozó una tímida sonrisa.

 

— ¿Miki? — Dijo de pronto… ¿Miki?

 

—Mikael…

 

— ¡Miki! — Enarqué una ceja… — ¡Me gusta Miki! — Exclamó dando saltitos. Joder, mejor no le hubiera dado mi segundo nombre… — Miki, Miki, Miki, Miki… — Comenzó a saltar a mi alrededor sacudiendo su conejito… Agaché y sacudí la cabeza. Menudo lío en el que me había metido.

 

—Veo que ya se conocieron muy bien. — Freddy volvió y empezó a reír al ver la escena.

 

— ¡Papi! ¡Es Miki! — Kiara corrió y se lanzó a sus brazos.

 

—No le gustaba Iván y le di mi segundo nombre, que es Mikael. Mi-Ka-El. — Repetí poniendo de pie y haciendo énfasis en cada sílaba mirando a la pequeña.

 

— ¡Miki!

 

—Miki, ¿dejó hecha la cena la señora Julia? — Freddy más que divertido con Kiara en brazos, preguntó mientras se dirigía a la cocina.

 

—Si… — Mascullé, caminando tras ellos.

 

 

No pude hacer mucho durante la cena. Había sido rebautizado oficialmente por la pequeña Kiara como Miki. Por más que traté de hacerla cambiar de parecer fue inútil. Así que me rendí y lo acepté con resignación.

 

 

Nos pasamos casi toda la cena escuchando a Kiara hablar, preguntando y contándonos mil cosas. Para sus  4 años era una niña muy despierta e inteligente. Tenía la respuesta a todo. A veces nos hacía reír con sus ocurrencias. Freddy la adoraba. Me encantaba verlos juntos. De pronto nos encontramos disfrutando el momento como si nos conociéramos de toda la vida.

 

 

Luego de cenar, Freddy trajo del auto una pequeña maleta. Me pidió que preparara el cuarto de invitados mientras él iba a ayudar a la pequeña a bañarse. ¿Se quedaría a dormir aquí? ¿Y Sandra? No entendía que sucedía.

 

 

Preparé la habitación. Mientras terminaba de  acomodar las cosas, entró la niña con una pijama rosada de ovejitas. Se le veía tan tierna.

 

— ¿Esa es mi cama?

 

— ¿Te gusta? ¿O quieres dormir con tu papi?

 

—Soy grande. Duermo sola. — Me dijo haciendo un  puchero.

 

—Está bien niña grande. — La ayudé a acostarse y la arropé. — Voy a llamar a tu papi para…

 

—Papi no sabe cantar. María me canta siempre para dormir… ¿Miki sabe cantar?

 

—… Bueno... Sí, Miki sabe cantar. ¿Quieres que te cante?

 

— ¡Sí!

 

—Sólo una y me prometes que te dormirás, ¿está bien?

 

— ¡Sí! — El pedido de la pequeña me había tomado por sorpresa. Pero... ¿Cómo negarme? Hace tanto que no cantaba... Me senté al lado de la cama y pensé en alguna canción… Se me vino a la mente una canción  que me gustaba mucho…

 

 

Buenas noches

Duerme acurrucada

No más lágrimas…

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

La voz de Iván me detuvo justo antes de entrar a la habitación. Estaba cantando. ¿Hace cuánto no escuchaba cantar a mi hermoso rubio? Mucho tiempo… Demasiado tiempo.

 

 

Me apoyé en la pared al lado de la puerta disfrutando del momento. Por fin Iván iba volviendo a ser el que era. En algún momento tuve miedo de no poder lograrlo. Fue tan difícil… Las pesadillas fueron la parte más complicada. Cuando las tenía era incontrolable. Gritaba y pateaba haciéndome casi imposible el poder calmarlo. Muchas veces, aun despertando, seguía luchando. Una de esas veces fue cuando me confundió con su hermano. Escuchar que me confundía con aquel malnacido fue casi un shock para mí... No me ha dicho nunca lo que paso entre ellos, pero no hace falta ser un genio para hacerse una idea… Felizmente todo eso iba quedando atrás, y escucharlo cantar era una prueba de ello.

 

 

Si hoy traje a mi pequeña sin previo aviso fue porque no encontré otra salida. Tuve que traer a Kiara conmigo. Sandra se iba fuera del país a una especialización que duraría 3 meses. Y pretendía llevarse a mi niña con ella. Pues claro que no. Hablé con el abogado y movimos cielo y tierra. Al final logré quedarme con mi hija. No le cayó muy bien la noticia. Me llamaba maldiciendo y amenazándome a cada momento. Igual ya no había nada que pudiera hacer.

 

 

Me sentía feliz de que mi hija haya aceptado tan bien a Iván. Tuve temor de que lo rechazara. Pero felizmente fue todo lo contrario. Cuando la encontré riendo y saltando a su alrededor supe que todo saldría bien. Durante la cena verlos conversar tan animadamente me llenó de alegría. Me di cuenta que era así como quería pasar mi vida. Junto a las dos personas más importantes para mí. Que esta era la familia que deseaba tener. Y lucharía porque así fuera.

 

 

Iván salió de la habitación y se sorprendió de verme allí. Lo tomé entre mis brazos y lo besé con cariño.

 

— ¿Qué haces? — Susurró alarmado separándose de mí.

 

—Beso al hombre que amo. — Le respondí sonriendo. Lo vi sonrojarse adorablemente.

 

—Eres estúpido a veces. — Dijo avergonzado. — Acaba de dormirse. — Me informó. Entré despacio y la vi. Un pequeño ángel abrazado a un conejito de felpa. Mi pequeño ángel.  Me acerqué y con cuidado deposité un beso en su frente. Dejé prendida la lamparita de la mesa de noche. A Kiara no le gustaba dormir a oscuras. Luego salí de allí en busca de Iván.

 

Lo encontré en nuestra habitación. Estaba sacando algo de ropa  y metiéndola en una mochila.

 

— ¿Qué haces? — Pregunté al llegar a su lado.

 

—Cogiendo algo de ropa para llevármela al cuarto de servicio.

 

— ¿Al cuarto de servicio? ¿Por qué?

 

— ¿Cómo que por qué? No pretenderás que duerma aquí contigo con la niña al lado, ¿verdad?

 

— ¿Por qué no?

 

—Déjate de idioteces. Iré a dormir a la otra habitación y punto.

 

—Kiara estará aquí por 3 meses…

 

— ¿Qué?...

 

—Sandra viajó a una capacitación… No iba a dejar que se lleve a mi hija con ella…

 

—Por lo menos pudiste avisarme…

 

—Lo iba a hacer. No pensé que todo se daría tan rápido. — Me acerqué a él y lo abracé por la espalda. — No dejaré que te vayas.

 

—Freddy, tu hija…

 

—Te amo Iván. Y amo  Kiara. Son lo más importante en mi vida.

 

—Pero… — No lo dejé hablar más. Lo besé con ganas. Aunque se resistió al comienzo, terminó correspondiéndome. Supe en ese momento que había ganado la batalla.

 

 

Al final, dormimos juntos como siempre. Bueno no como siempre. Generalmente dormíamos abrazados, desnudos y satisfechos luego de hacer el amor. Pero en esta ocasión estábamos con pijama dentro de la cama, con Iván acurrucado en uno de los lados, cubierto con las sábanas hasta la cabeza. No logré siquiera tomarlo de la mano. No lo presionaría. Esta situación era algo nuevo para los dos. Iríamos poco a poco. Me acomodé de lado, cerrando los ojos.  No tardé en quedarme dormido.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Ahora tenía una nueva rutina. Y toda giraba en torno a una pequeña niñita que llegó a alborotar mi vida.

 

 

María, la nana de Kiara, venía a recogerla todas las mañanas para llevarla a la escuela y la traía por las tardes. Al comienzo me sentí muy avergonzado de conocerla, porque sabía que ella estaba enterada de mi clase de relación con Freddy. Pero poco a poco le fui agarrando confianza, al ver que era una buena y comprensiva mujer que quería a Freddy y a Kiara como a sus hijos. Los trataba con tanto amor y se preocupaba por ellos en lo más mínimo. Y un día, así empezó a tratarme a mí también. Preocupándose de que si había comido bien, si había dormido lo suficiente, de que no pase tanto tiempo trabajando frente a la pc… La verdad que pensé que me odiaría cuando Kiara pidió que sea yo quien le canté todas las noches para dormir. Era quitarle un ritual que ella tenía con la pequeña. Pero me equivoqué, María estuvo más que encantada y muchas veces se sentaba a escucharme cantar.

 

 

El dormir con Freddy todas las noches, aunque pensé que sería un terrible error, no resultó como creía. Un día mientras desayunábamos Kiara me preguntó “¿Miki tiene miedo de dormir solo?” Casi me atraganto con el café pero Freddy salió en mi ayuda y le contestó “Si, a Miki no le gusta dormir solo.” Y eso fue todo. No hubieron preguntas de ¿duermes con mi padre?, ¿Por qué dos chicos duermen juntos? O que se yo. Creo que había hecho una tormenta en un vaso de agua. Pero algo si cambió. Después de esa conversación, cada vez que Freddy tenía que ir al hospital por la noche, la pequeña venía a dormir conmigo. La primera vez, me quedé sorprendido viéndola entrar en la habitación con su conejito. “¿Pasa algo?” Le pregunté. La vi dudar un poco y acercarse hasta la cama. “Quiero dormir con Miki.” Me dijo. La quedé mirando desconcertado. “Pero las niñas grandes duermen solas, ¿verdad?” Repliqué. “A Miki no le gusta dormir solo…” Contestó. Y lo entendí. Joder, está niña era un amor… No sé cómo puede tener una madre tan arpía…

 

 

Los días en que Freddy no tenía turno y Kiara estaba en la escuela aprovechábamos para hacer el amor. Teníamos el departamento para nosotros solos. Así que dábamos rienda suelta a nuestra imaginación y como dos adolescentes fogosos íbamos de rincón en rincón disfrutando nuestro tiempo a solas. Todo era tan perfecto… Casi podía decir que sentía la felicidad aquí, tan cerca…

 

 

Tan cerca…

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

— ¿Tienes todo listo ya?

 

—Sí, ya guardé todo. Rodrigo… ¿Sabes que es la décima vez que me preguntas lo mismo?

 

—Lo siento… Estoy algo nervioso…

 

 

Terminaba de empacar mis cosas. Iba de regreso a casa. Miriam se casaba con David, después de tanto tiempo. Felizmente coincidía con mis vacaciones de fin de ciclo. Me negué en ir a la cena de compromiso, primero porque estaba en pleno estudio y segundo y más importante porque no quería ver a mis padres. Pero ahora era la ceremonia y a eso no podía negarme. Era mi hermana. No podía fallarle.

 

 

Rodrigo seguía dando vueltas de aquí para allá por todo el departamento. Sabía que estaba nervioso porque volvería a verlos. No quería que pase por una mala experiencia de nuevo. Sé que en el fondo aún se sentía culpable por todo. Le había dicho hace mucho que el pasado estaba olvidado. Pero él me dijo que no le alcanzaría la vida para tratar de disculparse por no haber estado allí para mí.

 

 

Me acerqué y miré por la ventana. Las luces iluminaban la ciudad, los autos y las personas iban de un lado a otro. ¿Sería diferente si me hubiera quedado en la residencia estudiantil y no hubiera aceptado venirme al departamento de Rodrigo? Aun no me acostumbro a tanto barullo. Hace medio año que estoy viviendo y asistiendo a la universidad aquí. El idioma se me complicó un poco al comienzo, así que me tuve que poner a estudiar duro para poder seguir las clases. Rodrigo y Ezio me ayudaron muchísimo. Creo que si no hubiera sido por ellos, estaría repitiendo el ciclo. Y también fue por ellos que pude sobrellevar a la tristeza de separarme de Gustavo. Demostrarles que podía con todo. Aunque por dentro me sintiera destrozado.

 

 

Acaricié el collar que llevaba, aquel que  me dio un día cuando teníamos 16. Aquel que jamás me sacaba… Fue tan difícil… Aún recuerdo esa noche en que lo encontré con la carta entre sus manos. El dolor en su mirada. La conversación que tuvimos…

 

 

“Creo que debes aceptar, es una fantástica oportunidad. Tengo que dejar de ser egoísta y pensar en ti. Te mereces lo mejor del mundo.” Traté de replicar, le dije que  no era así, que lo mejor para mí era estar junto a él, que podíamos llegar a un acuerdo, que podía posponer mi ingreso quizá un año hasta que él entre y se establezca en el conservatorio… “¿Estás escuchándote? ¿Cómo puedes pensar así? Tienes que preocuparte por ti, dejar de pensar en mí siempre de primero… No te merezco…” Le dije que estaba equivocado, que lograríamos salir de esto juntos… No hubo manera. Me hizo prometerle que aceptaría la ayuda de Rodrigo y me iría a estudiar. Que haría mi mejor esfuerzo. “¿Estás terminando conmigo?” Le pregunté en medio del llanto. Me abrazó tan fuerte, como si nunca quisiera soltarme. Acarició mi rostro delineándolo con sus delgados dedos con delicadeza.  Me miró con esos hermosos ojos negros y dijo “Me convertiré en alguien que realmente te merezca. En alguien del que te sientas orgulloso…” Abrí la boca para protestar pero me impidió hablar colocando un dedo sobre mis labios.

 

 

Esa noche no dejé que se fuera. Nos quedamos dormidos entre lágrimas. Cuando desperté, Gustavo se había ido.

 

 

No hemos vuelto a hablar en todo este tiempo. No tuve el valor de llamarlo. Y él jamás me llamó… Supongo que necesitábamos algo de tiempo... Quiero creer que sólo necesitábamos algo de tiempo... Las cosas que sé son gracias a Iván. Él se había convertido en el nexo que nos unía.

 

—Jair… — Giré el rostro al escuchar que Rodrigo me llamaba. — No me gusta verte llorar… — Llevé una mano a mi rostro encontrándome con mis lágrimas. No me había dado cuenta.

 

—Lo siento, yo… — Se acercó y me envolvió en un abrazo.

 

— ¿De veras no quieres que te acompañe? Ezio podría quedarse a cargo de todo y… — Me erguí tratando de ocultar de nuevo la tristeza. No quería que sintieran pena por mí. Todo este tiempo me aboqué tanto a los estudios que no tenía tiempo para nada más. No me permití pensar en nada más. Pero hoy…

 

—No, no es necesario. — Se separó de mí revolviéndome los cabellos.

 

—Sabes que puedes llamarme en cualquier momento a cualquier hora. Iré por ti si lo necesitas.

 

—Lo sé. — Le respondí sonriendo. —Vamos que ya es ahora de salir para el aeropuerto.

 

 

El viaje se me hizo corto. No estaba muy ilusionado con regresar. Estaba feliz por mi hermana pero… Los recuerdos me estaban ahogando.

 

 

Bajé del avión sin ganas. Casi estaba amaneciendo. Salí de aeropuerto y tomé un taxi. No iba al departamento de Miriam. Había decidido quedarme en un hotel. No quería arriesgarme a ver a mis padres más de lo necesario. Por eso había decidido venir un día antes de la ceremonia. Sólo el tiempo justo.

 

 

Llegué al hotel y entré rápidamente a la habitación que había tomado. Estaba cansado. Quería dormir un rato y olvidarme del mundo. Dejar de pensar. Felizmente Mimi se casaba por la noche, así que me daba tiempo. El sonido de mi móvil interrumpió mis planes.

 

— ¿Diga?

 

— ¿Dónde estás, pecoso?

 

—Mimi… Acabo de llegar…

 

— ¿Y por qué no estás en casa?

 

—No te preocupes que estaré en tu boda.

 

—Jair, deberías estar aquí.

 

—Mimi ya te dije… Estaré en la iglesia…

 

—Joder, se te oye tan emocionado… — Dijo con sarcasmo.

 

—Lo siento, sí estoy emocionado por ti hermana… Sólo que…

 

—Lo dices por nuestros padres, ¿verdad?

 

—Es que no quisiera verlos…

 

—Comprendo. Gracias por haber venido. Sé que lo haces por mí.

 

—Te quiero Mimi.

 

—Lo sé pecoso. También te quiero.

 

—Ya ve a prepararte mujer, que ustedes se toman mil años. Y déjame dormir algo que estoy a punto de desmayarme.

 

—Vale. Nos vemos luego… ¿Jair?

 

— ¿Sí?

 

— ¡Me caso! — Gritó emocionada.

 

—Dios, Mimi me rompes el tímpano…

 

—Vale, vale, te dejo, te quiero, te espero… — Dijo apresurada. El sonido de un clic me hizo saber que había cortado la llamada.  Deje el móvil a un lado y empecé a reír. De verás que mi hermana estaba medio loca.

 

 

Volví a echarme sobre la cama. La risa desapareció. Clavé los ojos al techo. Las memorias de mi vida con Gustavo volvieron de inmediato. No quería recordarlo pero era imposible. Todo el dolor que había guardado durante estos meses se desbordaba. Toda la felicidad que había tenido a su lado ya no existía. Toda me existencia ahora estaba vacía. ¿Por qué? ¿Por qué?...

 

 

¿Es que no lo entiendes? Te necesito... No soy feliz... A pesar de que estoy haciendo lo que prometí, estoy preocupándome por mí, siguiendo mi sueño… Un sueño incompleto… Incompleto porque tú no estás aquí... Estás tan lejos…

 

 

Tan lejos…

 

 

 

Notas finales:

Drama drama everywhere

La canción q canta Iván es Good Night de Evanescense (Amy Lee <3)

El titulo esta inspirado en Faraway, so close de U2

 

Maripositas multicolores llenas de miel para tod@s


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