Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Erase una vez... mi historia por Killary

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

El desenlace de la historia de Iván

He soñado con un lugar para nosotros

Donde nadie sabe quiénes somos

Todo lo que quiero es darte mi vida solo a ti

Lo he soñado por tanto tiempo…

Ya no puedo soñarlo más!

Corramos lejos, te llevaré allí…

Olvida esta vida y ven conmigo

No mires atrás, estás seguro ahora

Abre tu corazón, baja la guardia

No queda nadie que te detenga

(Anywhere  –  Evanescence)

 

 

 

46.  Mi historia

 

 

 

Entré al departamento en silencio. Busqué a Iván por todos lados. No lo encontré. Fui a la habitación y me tendí en la cama suspirando sonoramente. No me gustaba cuando mi rubio se iba sin avisarme.  Y eso ocurría demasiado seguido últimamente. Siempre poniendo de excusa los estudios. Debe estar en la universidad… Cogí el móvil y le marqué. Me mandó al buzón. Lo intenté de nuevo. Nada. Una vez más… Mierda.  ¿Por qué no me contestas?

 

 

Me levanté y comencé a buscar por toda la habitación. A hurgar entre las cosas.  Necesitaba saber que ocurría… Arriba del closet, en un rincón, estaba aquel pequeño baúl. Ese que prometí jamás tocar.  Ese que le pertenecía a Iván… Lo tomé por primera vez y lo coloqué sobre la cama.  Me debatí entré abrirlo o dejarlo en su lugar… Al final no pude más. Cogí la pequeña llave del cajón de la mesita de noche, donde sabía se encontraba. La metí en la cerradura y giré.

 

 

Lo primero que vi fue un grupo de fotografías. Algunas ya las conocía. Otras eran totalmente nuevas para mí.  En una estaba con un hombre de mirada fría que supuse era su padre. Iván debería tener unos 9 o 10 años en ese entonces.  Seguí hurgando y di con otra. En ella ya estaba adolescente y sonreía junto a un muchacho de rizos castaños. Estaban en lo que parecía un parque de diversiones. Había otra en la que se les veía abrazados sacando la lengua a la cámara. Se le veía con piercings  y por los ojos que llevaban parecía que estaban bebidos o drogados. Ese chico debió significar algo  porque tenía varias fotografías donde se les veía muy juntos.  ¿Cuántos años tendría allí? ¿15, 16?  Unas fotos en el antiguo bar donde trabajó y un par en el restaurant, donde salía también el tal Jorge, terminaban el grupo. Y luego… Nada. No había nada más. ¿Esto era lo que con tanto empeño no quería que viera?

 

 

Empujé con fastidio el cofrecito a un lado y este rodó cayendo al suelo. Mierda, espero que no se haya roto. Salté a recogerlo y me quedé mirando. Se había abierto un doble fondo y ahora el suelo estaba lleno de pastillas de colores.  Me agaché a recogerlas. Sabía lo que eran… ¿Hace cuánto?... ¿Es que todo el tiempo me lo ocultó?... Pensé que ya habíamos superado esa etapa… Pensé que confiaba en mí… ¿Por qué no me lo dijo? Si tenía la necesidad, si sentía que perdía la fuerza de voluntad ¿Por qué no se apoyó en mí?

 

 

Recogí y guardé todo dentro. Dejé el cofre sobre la cama. Me sentía… decepcionado. Pensaba que todo estaba bien entre nosotros. Que nuestro amor lo había superado todo… ¿En qué fallé? ¿Qué hice mal? ¿Qué me faltó? ¿No le demuestro día a día lo mucho que lo amo? ¿No se lo digo cada noche? ¿Es que él no me ama igual?... ¿Es eso?... ¿Es…

 

 

¿Qué pasaría si no hubieran más mentiras?...

 

 

De pronto un  dolor en el pecho me quita la respiración… Una lacerante revelación ante mis ojos… Me apoyo en la pared, sosteniéndome… No puede ser… No… Pero… Oh Dios… Es eso, ¿verdad?... Nunca lo ha dicho… Yo pensé que… Pensé… 

 

 

 ¿Qué pasaría si no hubiera ya tiempo?...

 

 

Una bofetada que me hiela el cuerpo. Una verdad a gritos que me negaba a escuchar. ¿Era eso? ¿Todo se resumía a esto?... Quiero negarlo. Encontrar alguna cosa para refutar la desconsolada afirmación que mi mente me mostraba. Pero no encontraba nada. Ni una palabra. Nunca…

 

 

¿Qué tal si estoy equivocado?...

 

 

Todo estaba tan claro ahora. Todo tenía sentido… Nunca había dicho que me ama… Porque no lo siente. ¿Y todo este tiempo? ¿Todos estos años?... Siempre lo di por sentado. Lo di por un hecho. No necesitaba oírlo. Sentía que me lo demostraba… ¿De veras me lo demostraba? ¿No sería solo agradecimiento?

 

 

¿Y si decides que ya no me quieres a tu lado?... 

 

 

La película de mi vida se proyectaba frente a mí. Todos este tiempo juntos… El gran espejo del closet me devuelve la imagen de un hombre abatido. Me acerco y toco mi reflejo… Los hombros hundidos, la espalda encorvada, los ojos sin brillo… ¿Ese soy yo? ¿Realmente? Ya no puedo más. He perdido la fuerza. He perdido las ganas… ¿Qué me queda?

 

— ¿Papá? — Levanto la vista. Mi hija está parada en la puerta de la habitación. Me mira con preocupación. — Papá… ¿Te encuentras bien? — Inhalo buscando en mi interior la poca fuerza que me queda. Esbozo una sonrisa como puedo.

 

—Sí, princesa. Todo está bien. — Me acerco y la abrazo. Mi pequeña. No puedo derrumbarme delante de ella. — ¿Te trajo María de la escuela?

 

—Sí, está en la cocina preparando el almuerzo. — Escapa de mis brazos y me coge de la mano, sacándonos de la habitación. — ¿Y Miki? — El dolor me punza.

 

—En la universidad… — Y me detengo. Una necesidad me agobia. La necesidad de saber… Kiara me mira extrañada. — María — Llamo. La mujer aparece y con una gran sonrisa me saluda. Me agacho para estar a la altura de mi hija. — Princesa, ¿te gustaría quedarte este fin de semana en casa de tus abuelos? — Pregunto. Mi pequeña aplaude sonriendo.

 

— ¡Sí! — Responde ilusionada. Sé que le gusta mucho pasar el día con mis padres. Ellos tienen un gran jardín y crían conejos. A Kiara le encantan.

 

 

Le pido a María que luego de almorzar se lleve a mi princesa a casa de mis padres. Ella acepta gustosa. Me despido de ellas poniendo como pretexto el trabajo.

 

 

Me dirijo al garaje, entro al auto y me quedo inmóvil. ¿Y si Iván no está en la universidad? A estas horas sus clases habían terminado… Pero puede ser que se haya quedado haciendo algún trabajo. No sería la primera vez…

 

 

Las dudas me carcomen. La confianza ha desaparecido. Necesito saber que ocurre. Necesito saber la verdad.

 

 

Arranco el auto y me dirijo hacia allá.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Las clases habían terminado pero me quedé en la cafetería conversando con un grupo de compañeros. Me sentía muy bien en este lugar.  De veras fue una gran idea inscribirme para seguir idiomas. Ocupaba mi tiempo, me entretenía bastante y me sentía útil. 

 

 

Durante el primer ciclo, regresaba a casa apenas terminaban las clases. Ya el segundo empecé a quedarme más tiempo. Haciendo algún trabajo o simplemente conversando. Pero la razón más grande era que en ese entonces había empezado a ir a terapia nuevamente. Me avergüenza decirlo. Sin embargo es cierto. Un día sentí que tocaba fondo. La idea de desaparecer del mundo estaba de nuevo tan presente… Ya no podía más. Llamé  a la única persona en la que podía confiar en esos momentos. Llamé a Gustavo.  Y como esperaba, mi violinista vino inmediatamente. Le conté todo lo que me ocurría. Me desahogué con él. No me juzgó ni me reprochó nada.  Me habló dulcemente y me hizo entender lo equivocado que estaba. Luego me ayudó a entrar a terapia. Todo a espaldas de Freddy. Aun no me sentía preparado para confesarle lo que me ocurría.

 

 

Así que algunos días llegaba a casa al anochecer. Aunque la mayoría de veces no me encontraba con Freddy. Desde que se había convertido en jefe de su servicio en el hospital, pasaba menos tiempo en casa.  Entre  la universidad, las sesiones  y su trabajo, el tiempo que pasábamos juntos se había reducido notablemente.

 

 

Y si a todo eso le sumaba que Dominic se empeñaba en llamarme periódicamente… Las cosas no pintaban nada bien.

 

 

Ya estaba cansado de todo. Debería tener el valor de mandar a Dominic a la mierda. Freddy no se merece que le mienta. Aunque me he repetido miles de veces que es por su bien… Maldición, ya eso ni yo me lo creo. Soy un estúpido. Estoy harto. Debería largarme  y dejarlo en paz. Seguro que sería más feliz así… Pero no puedo. Lo amo. No podría vivir sin él… ¿Estoy siendo egoísta?  Quizá sí. Es algo que no puedo evitar. Lo he intentado, joder que lo he intentado… Simplemente no puedo. ¿Por qué me he vuelto tan dependiente?

 

 

Sabes perfectamente el por qué… La razón es él...

 

 

Mi corazón late desenfrenado con solo pensarlo. Sé lo que siento. Sé lo que significa. Mi deseo de jamás apartarme de su lado está clavado en el pecho. Las ganas de hacerlo completamente feliz… ¿Cómo puedo lograr eso si le estoy mintiendo descaradamente?

 

 

Tienes que decírselo Mika. Se valiente por una vez en tu vida… Necesitas que te escuche...

 

 

Tengo que hablar con Freddy. Tengo que decirle. Tengo que intentarlo. Quizá si imploro su perdón…  Quizá si le suplico una última oportunidad… Si le abro mi alma totalmente por una vez en mi puta vida… Si le digo lo que realmente siento…

 

 

Mi móvil suena, debe ser otra vez Freddy. Ha estado llamándome insistentemente. Lo he evitado… Pero no más. Me levanto presuroso de la mesa y despidiéndome con la mano de mis compañeros, abandono la cafetería mientras contesto la llamada.

 

—Freddy yo…

 

—No soy tu mediquito, mein engel… — Me interrumpe. Mierda, debí ver la pantalla antes de contestar…

 

— ¿Qué quieres?

 

—Estoy esperándote fuera hace una hora.

 

—Pues lárgate, no pienso ir contigo a ningún lado.

 

El viejo se muere… Quiere verte… — Mi padre…

 

—No me interesa…

 

—Vamos Mika, es un pobre viejo arrepentido, no seas rencoroso. — Solté una carcajada.

 

— ¿Arrepentido? ¿No es muy tarde para eso? Por mi puede morirse y pudrirse en el infierno.

 

—Además recuerda que somos sus únicos hijos, sus herederos…

 

—No me interesa su dinero. — Lo escuché suspirar con fastidio.

 

—Vas a ir y punto. Te pararás frente a él, le sonreirás y le dirás que todo está olvidado. Y dejarás que el viejo muera en paz. ¿Entendiste?

 

— ¿Pretendes que a su sólo pedido, abandone mi vida para  volar a sus brazos y decirle “papi te quiero”? — Me reí sin ganas realmente. — Jódete.

 

—No mein engel, el que se joderá serás tú si no haces lo que te digo.

 

—Vete a la mierda Dominic… — Me cogen del brazo y tiran hacia un lado. Levanto la vista, confuso, y me topo con unos ojos ambarinos. Me quedo sin aliento.

 

—Camina tranquilo, sin hacer escándalo. — Susurra Dominic mientras me jala hacia la salida.

 

 

Obedezco. Mi mente gira. Salimos y veo su auto a un lado. Trato de liberar mi brazo. No me deja. Miro alrededor. Felizmente la poca gente que hay no nos nota. Inhalo y me lleno de valor. Aprovechando que se distrae un poco mientras abre el auto, lo empujo y logro soltarme.

 

 

Empiezo a correr como si mi vida dependiera de ello. Intenta seguirme. Escucho que me llama “¡Mika!” varias veces. La voz se hace lejana de a pocos. No me detengo. Luego de dos largas cuadras llego a la avenida y antes de doblar veo atrás. Dominic está arrancando el auto.

 

 

Con el miedo recorriéndome las venas sigo mi desesperada carrera. No dejaré que me atrapé. Si llego a cruzar, quizá pueda perderlo… El fuerte sonido de una bocina me sobresalta. Miro a un lado y me detengo. Veo un auto gris desacelerar un poco. Es Freddy. Freddy… Me hace una seña como diciendo “espérame.” Un camión que venía por el otro carril de pronto me impide la visión. Me giró por  completo, viendo hacia atrás, buscándolo con la mirada…

 

 

Todo pasa tan rápido. Dominic aparece derrapando por la excesiva velocidad.  Salta la berma e invade el carril del camión estrellándose contra el, haciendo que este haga una extraña maniobra. Me hago a un lado, pegándome al gran muro que tengo a mis espaldas, mientras cubro mis ojos con las manos en un acto reflejo. El sonido desesperado de bocinas, las llantas arrastrándose por la pista en un intento inútil de frenar… Un golpe… Un ruido horriblemente sordo. 

 

 

Las alarmas saltan y se  me escarapela la piel. Con temor descubro mis ojos. Miro horrorizado la escena… El auto de Dominic atrapado debajo del conteiner que llevaba el camión… Dejo de respirar… Mi cuerpo tiembla… El auto de Freddy está a un lado, empotrado contra un árbol. No… No…  

 

 

Avanzo hacía él como autómata. A medida que  me acerco, escucho voces. Los ocupantes del camión llaman a la policía, a emergencias, a no sé quién más… Personas curiosas se acercan cuchicheando… Estoy aturdido. Evito mirar en dirección del camión... En dirección a Dominic… Mis pasos me llevan hacia el auto gris. Ese auto que conozco tan bien… Me acerco. Mi mente grita su nombre. Freddy, Freddy, Freddy… Sólo un par de pasos me separan de mi destino. Lo veo. Sus ojos están cerrados.

 

 

No puedo  más. Caigo de rodillas y las lágrimas empiezan a caer incontenibles. La sensación de vacío me ahoga. Mi corazón se oprime dolorosamente. 

 

 

No puedo perderlo. No puedo. No ahora. No podría vivir sin él.  No puede dejarme…

 

 

No puedes dejarme sin antes haberme escuchado…

 

 

No puedes…

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

— ¡Gus!... ¡Gus, ven! — Estaba parado en medio de la habitación viendo la televisión.  Gustavo salió del baño terminando de ponerse la camiseta y se puso a mi lado.

 

— ¿Qué pasa? — Sólo le señalé la pantalla. Él se giró a verla y se quedó tan asombrado como yo. — No puedo creerlo… — Murmuró.

 

 

En las noticias hablaban de la captura de parte de un grupo homofóbico culpable de los ataques a homosexuales en la ciudad en los últimos tiempos. La imagen del primo de Sofía siendo conducido dentro de una delegación, rodeado de policías, me  había sorprendido.

 

—Isaac… — Susurra Gus, viendo la pantalla con los ojos muy abiertos.

 

—Es increíble, ¿no?  Ese rubio idiota primo de Sofi… — Me senté en el sillón que tenía detrás. — Oye Gus… ¿Crees que ellos sean los que atacaron a Iván aquella vez?...

 

— ¿Cómo?...

 

—Que si crees que ese tío haya tenido que ver con el ataque de Iván…

 

—No lo sé… Es probable…

 

 

Estábamos en  la ciudad natal de Gus, aprovechando las vacaciones, para visitar la tumba de Susana. Era algo que hacíamos todos los años. Aunque siempre nos quedábamos en algún hotel. Aun las cosas entre él y su hermano no estaban del todo bien. Creo que todavía no asimilaba que yo era pareja de Gustavo. Las pocas veces que nos habíamos visto fueron momentos tensos y casi desagradables.  Pero traté de ocultarle eso. No quería que tenga problemas con su hermano. Supongo que aún tenía algo de esperanzas de que quizá algún día me acepte…

 

 

Gustavo se había criado dentro de una familia llena de amor. Antes de revelar su sexualidad él y su hermano eran muy unidos. Y sé que aún se quieren. Sólo necesitan un poco más de tiempo. Sé lo que duele perder a tu familia. Sé lo que duele sentirte solo en el mundo. No quiero que Gus sienta eso, jamás.

 

 

Mi móvil suena. Contesto distraídamente.

 

— ¡Jair! ¿Estás viendo las noticias?

 

—Si Santi… ¿Está Sofi contigo?

 

—No, no…

 

 

Conversamos un poco de la noticia. Estaba tan asombrado como nosotros. Me contó que Sofía tuvo que ir a casa de sus padres porque tenía una reunión familiar. Supongo que tenía algo que ver con lo sucedido. Joder, aun no podía procesar eso… Sabía que el rubio idiota era un maldito cabrón pero esto… Esto era demasiado…

 

—Cambia de canal, no quiero ver más de eso… — Me pide Gustavo, levantándose y caminando hacia el pequeño frigobar de la habitación. Saca un par de botellines y me acerca uno, sentándose nuevamente a mi lado.

 

—A esta hora casi todo está lleno de noticias… — Le digo mientras cambio de canales… Me detengo en uno que me llama la atención. Un accidente automovilístico. — Joder, mira como quedó ese auto. Dios, pobre gente…

 

—Es aquí, cerca de la universidad…

 

 

Gus hace la cabeza hacia atrás con fastidio y sé que aún está tenso por la noticia anterior. Cambio de nuevo hasta que por fin encuentro un programa de entretenimiento. No importa cuál sea, con tal de que se distraiga.  Veo como le da una ojeada y al rato ríe un par de veces con las tonteras que dicen. Me pego a él y apoyo mi cabeza en su hombro. Gira el rostro y besa mis cabellos. Esta vez su móvil suena y contesta sin apartarse de mí.

 

— ¿Iván?... — Se queda escuchando y siento como su cuerpo se pone rígido. Me hace a un lado despacio y se levanta sin soltar el móvil. — Cálmate, no te entiendo… Dímelo despacio… — Comienza a caminar de un lado a otro.

 

— ¿Qué pasa? — Susurro levantándome sin dejar de mirarlo. Alza una mano pidiéndome que espere.

 

— ¿Dónde estás? — Agacha la cabeza cerrando los ojos mientras lleva la mano libre a su frente. Se gira dándome la espalda. — No te muevas de allí, ¿me entiendes? Voy para allá… — Mueve la cabeza de un lado a otro. — He dicho que no te muevas de allí, espérame… Tranquilo… No tardo, tranquilo… — Cuelga y guarda el móvil en el bolsillo de sus vaqueros. Se dirige hacia la puerta y coge la chaqueta que está colgada en el perchero.

 

— ¿Gustavo? — Me mira como dándose cuenta recién que estoy allí.

 

—Jair… Lo siento… — Se disculpa al notar que me había ignorado.

 

— ¿Qué sucede?

 

—Era Iván… Freddy tuvo un accidente… Está en el hospital… Yo… — Lo veo nervioso, sin saber que decir ni hacer…

 

—Vamos, qué esperas… — Le digo tomándolo de la mano. — No te dejaré solo. — Me aprieta fuerte  y abandonamos presurosos la habitación.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Ver a Isaac en las noticias me dejó impactado. Escuchar al narrador decir que era uno de los implicados en los ataques a homosexuales perpetrados en los últimos años era más de lo que podía asimilar. A pesar del tiempo transcurrido aun podía recordar perfectamente lo ocurrido en el instituto… Bien dicen que todo se paga en esta vida…

 

 

¿Crees que ese tío haya tenido que ver con el ataque de Iván?  Me había preguntado Jair. Claro que sí, lo estaban diciendo. Joder, pudo haberlo matado… Pudo haberme matado… Ojalá se pudra en la cárcel…

 

 

Jair se puso a hablar por el móvil… Imágenes de noticias pasadas, cuando daban a conocer los ataques, aparecieron en la pantalla; entrevistas con los agraviados que la habían librado con suerte, con los policías… Era un largo reportaje completo. Me comencé a sentir asqueado. No quería saber más de todo eso…

 

 

Cambia de canal, no quiero ver más de eso… Le pido apenas corta la llamada que lo tenía entretenido. Me da gusto y comienza a pasearse por diferentes canales, comentándome algunas cosas a las que no presto atención. Saco un par de botellines del frigobar y le alcanzo uno. Bebo y el alcohol me quema la garganta. Es un ardor agradable. Necesitaba de eso. Se detiene en un canal donde hay un programa concurso o algo así. Lo veo sin muchas ganas. De pronto al escuchar la sarta de tonterías que dicen, me rio. Puedo relajarme algo gracias a eso. Mi castaño se acerca más a mí y apoya su cabeza en mi hombro. La beso con cariño.

 

 

Mi móvil empieza a sonar. Contesto un poco fastidiado al ver interrumpido el momento. Es Iván. Me habla entre hipidos producidos por el llanto. No entiendo que me dice. Algo de un accidente… Le pido que se calme, pero es imposible. Sigue hablándome entre el llanto. Sólo llego a entender que Freddy tuvo un accidente. La preocupación me llena. Jair intenta hablarme. Lo detengo con un ademán. Giro y le doy la espalda. Pido a Iván que me diga dónde está.  Con dificultad entiendo que en el hospital. Le digo que me espere que voy para allá. No me comprende. Me dice que será muy tarde, que el viaje es largo, que no sabe qué hacer… Él piensa que estoy en la capital, no sabe que estoy aquí, a 20 minutos de distancia… Vuelvo a repetirle que me espere, que no se mueva. Uso una voz firme, autoritaria. Sé que si no lo hago, Iván no me hará caso.  Trato de tranquilizarlo un poco cuando me dice que me esperará.

 

 

Cuelgo y me dirijo a la puerta. Me coloco la chaqueta y de pronto la voz de Jair me sacude.  Jair… Había olvidado por un momento que estaba con él… Me siento estúpido. Me pregunta que pasa y fracaso en el intento de responderle con voz segura. Mi cabeza está hecha un lío. Me agarra fuerte de la mano y me dice que está conmigo. Eso me tranquiliza en un segundo. Le devuelvo el gesto y salimos rápido del hotel.

 

 

Tomamos un taxi y llegamos al hospital. Busco a Iván con la mirada y lo veo sentado en un rincón, cabizbajo. Nos acercamos y ni bien nos nota se lanza a mis brazos empezando a llorar de nuevo. Lo abrazo fuerte intentando calmarlo. Jair me dice que irá a preguntar en recepción sobre Freddy. Asiento sin soltar al pequeño rubio que llora desconsolado. Una vez que nos quedamos solos, obligo a Iván a sentarse de nuevo y me coloco a su lado.

 

— ¿Qué ha sucedido? — Le pregunto lo más dulcemente posible.

 

—Es mi culpa… Mi culpa… — Lo oigo susurrar entre sollozos.

 

— ¿Qué pasó?

 

—Dominic…

 

— ¿Tu hermano? — Mis sentidos se ponen en alerta al escuchar ese nombre. Iván me había contado todo sobre él. Si es que ese tipo estaba metido en todo el asunto, nada bueno debe haber pasado.

 

—El otro auto… Él venía en el otro auto… — Su cuerpo tiembla y sus sollozos aumentan. — Freddy…

 

—Cálmate Iván, todo estará bien… — Le susurro tratando de que mi voz lo tranquilice un poco. — Todo estará bien…

 

—Si algo le pasa nunca voy a perdonármelo…  — No entiendo. ¿Habla de Freddy? Me gustaría saber que ha pasado para que Iván diga estas cosas… Pero en el estado en que está dudo mucho que me lo pueda contar. Sólo me queda tener un poco de paciencia y esperar.

 

 

Una hora después Jair regresa a nuestro lado y me informa todo lo que se ha enterado. Freddy sufrió un accidente automovilístico. Se estrelló contra un árbol debido a que un camión le cerró el paso. Otro auto quedó destrozado. Lamentablemente el ocupante de aquel, falleció. El otro auto… Iván dijo que su hermano iba en el otro auto… Lo  miro de reojo y no logro ver su rostro, tiene la cabeza gacha y su cabello me lo impide. Pero como aun lo tengo abrazado puedo sentir las reacciones de su cuerpo. Su estremecimiento, su tensión, sus latidos acelerados.

 

 

Mi castaño sigue hablando. Nos dice que Freddy se encuentra estable, sólo perdió el conocimiento unos momentos pero ya lo había recuperado y lo estaban evaluando. En el momento en que Iván escucha que Freddy está bien, levanta el rostro.

 

— ¿Está bien? ¿No le pasó nada? — Pregunta bajito.

 

—Sí, dicen que gracias a las bolsas de aire del auto pudo salir bien librado. — Le contesta sonriéndole dulcemente.

 

—Oh Dios, gracias, gracias, gracias… — Susurra Iván ocultando su rostro entre sus manos, empezando a llorar nuevamente.

 

—No llores, ya ves que está bien… — Jair lo abraza también y termina apresado entre nosotros dos. Es como un niño pequeño siendo consolado por sus padres.

 

— ¿Iván Sandoval? — Un médico se nos había acercado sin que nosotros lo notáramos. Iván se separa, limpiándose las lágrimas con la manga de su chamarra.

 

—Doctor Ortega... — Le dice como saludándolo. — ¿Vio a Freddy?

 

—Si, por eso estoy aquí. Ven conmigo. — Creo reconocerlo. Es uno de los médicos que atendió a Iván cuando estuvo hospitalizado. Antes de dar la vuelta se dirige a nosotros. Nos saluda presentándose y  estrechándonos las manos. Respondemos con el mismo gesto.

 

—Un gusto. Me disculpan, tengo que llevarme a Iván un momento. Alguien quiere verlo. — Nos dice sonriendo amablemente.

 

—Por favor, ¿podría decirle a Freddy que también estamos aquí? — Le pido.

 

—Claro. Permiso. — Se despide alejándose junto a un tímido Iván que nos mira varias veces mientras se aleja.

 

— ¿Crees que estará bien? ¿Debimos haberlo acompañado? — Pregunta con preocupación Jair viéndolos desaparecer por un pasillo.

 

—Estará bien. — Respondo. — Necesitan hablar. Vamos por un café. — Le digo, cogiéndolo del brazo y dirigiéndome a la cafetería.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Nos detenemos frente a una puerta blanca, como todo lo que hay en este lugar. Me siento nervioso y no puedo articular palabra. El doctor Ortega se gira y me mira largo rato. No puedo sostenerle por mucho tiempo la mirada.

 

— ¿Era tu hermano, verdad? — Me pregunta de pronto. Me congelo con sus palabras. No sé qué decirle. Me obligo a mirarlo. — La persona del otro auto, era tu hermano ¿Cierto?

 

—Si… — Respondo, haciendo acopio de valor.

 

—Lo siento mucho. — Abro los ojos grandemente. No entiendo que me dice. — Siento tu pérdida. — Completa al darse cuenta de mi desconcierto.

 

—Gracias… — Me obligo a decir. No quiero entrar en detalles respecto a mi relación con Dominic. No es necesario que lo sepa.

 

—Pasa, Freddy está dentro. — Dice sonriéndome comprensivo y dándome una palmada en el hombro. Asiento con la cabeza, cojo el pomo de la puerta y lentamente la abro.

 

 

Doy un paso  y lo veo. Está sentado sobre la cama con el rostro hacia un lado. No se da cuenta de que estoy aquí. Mi alma se aligera al comprobar de verdad que se encuentra bien. Cierro la puerta tras de mí lo más silenciosamente posible. Mi corazón late tan rápido que tengo la sensación que en cualquier momento lo escuchará.

 

 

Me quedo largo rato quieto, observándolo. Las lágrimas me traicionan y se escapan lentamente de mis ojos. No puedo evitar un suspiro. Freddy gira y mis ojos se encuentran con los suyos.

 

 

Entonces vi tu rostro y supe que finalmente era tuyo...

 

 

Un largo silencio nos envuelve. Quiero correr a sus brazos. Llenarlo de besos. Abrirme a él… Pero tengo miedo. Miedo al rechazo.

 

—Iván… — Por fin su voz me llega. Sonríe y palmea la cama, invitándome a sentarme a su lado. 

 

 

Me llamaste y fui hacia ti hecho pedazos...

 

 

Camino despacio, acercándome.  Cuando estoy lo suficientemente cerca, estira sus brazos  jalándome a su regazo, fundiéndome en un abrazo. El llanto se desata. No puedo contenerlo más. Me aferro a su espalda con desesperación, escondiendo mi rostro en su pecho. — Shhh, todo está bien… Tranquilo Miki… — Al oírlo nombrarme así, la risa se me escapa. La suya la acompaña.

 

—Lo siento…

 

—No tienes la culpa Iván… No tienes culpa de nada…

 

—Es que tengo que decirte…

 

—Shhh… Hablaremos en casa… Ahora solo déjame sentirte… Necesito sentirte…

 

 

Unes mis piezas como en un rompecabezas. Le das sentido a mi vida...

 

 

Nos quedamos así  interminables minutos. Freddy se negaba a soltarme. Y yo no quería que me suelte.

 

 

Si simplemente nos pudiéramos quedar así para siempre…

 

 

 

Un par de horas habían pasado cuando por fin Gabriel le dio el alta. Gustavo y Jair se ofrecieron a acompañarnos a casa. Estuvieron buen rato conversando con nosotros.

 

 

Así fue que nos enteramos de la captura de la banda que supuestamente había sido la causante de mi ataque hace unos años.  No es algo que me guste recordar. No me siento bien. Me levanto y me voy a la habitación por un momento, inventando alguna excusa.

 

 

Abro la puerta y veo sobre la cama mi cofre. Mi corazón da un vuelco. Me acerco despacio, como temiendo que la pequeña caja de madera me salte encima.  Lo abro y retirando las fotos desprendo el fondo. Allí está esa bolsita de pastillas de la cual no pude deshacerme.  Me maldije por eso. Seguramente Freddy la había encontrado. Debe de pensar lo peor de mí.

 

 

Y todo lo que estuviera pensando sería verdad.

 

 

La cojo con rabia y me dirijo al baño. Rompo la bolsita sobre el retrete y veo como se llena de pequeños puntos de colores. Tiro de la palanca varias veces hasta que no queda vestigio de ninguna. Aprieto con desesperación los resto de aquella pequeña bolsa plástica tan fuerte que mis uñas se clavan en mis palmas.  El dolor que me produzco en la mano me clama un poco. Arrojo los pedazos de plástico al pequeño tacho de basura que se encuentra a un lado.

 

 

Antes de salir me topo con mi imagen reflejada en el espejo.  Ese ser oscuro. Ese ser incapaz de emanar luz. Incapaz de hacer feliz a los demás. De hacerse feliz a sí mismo. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo mostrar mi alma? ¿Por qué no puedo exponer mi corazón? ¿Por qué no puedo ser quien realmente soy?

 

 

Voy de error en error, dañando a la persona que amo, dañándome a mí mismo. Quiero cambiar. Necesito cambiar. No quiero a aquel ser que se refleja en estos momentos. Ese no soy yo.

 

 

Ese no puedo ser yo…

 

 

Sin pensar levanto un puño y lo estrello contra el espejo. Los pedazos caen sonoramente sobre el lavabo y se hace añicos contra las mayólicas del suelo. Gotas de sangre caen. Mi sangre…

 

 

La puerta se abre y Freddy entra presuroso. Mira al espejo, me mira y cuando sus ojos se posan en mi mano, se acerca y la toma.

 

— ¿Qué haces? — Pregunta bajito, con preocupación.

 

—Nada… — Contesto con voz temblorosa.

 

 

Niega con la cabeza mientras me jala a un lado y me obliga a sentarme sobre el retrete. Coge el botiquín que se encuentra tras el espejo roto. Se pone en cuclillas a mi lado y empieza a curarme.  Al terminar sale del cuarto y al minuto vuelve con la escoba y el recogedor. Yo sigo allí sentado sin moverme, sin mirarlo de frente, sin poder decir una palabra.

 

—Tenemos que hablar. — Me dice al terminar, tomándome del brazo y llevándome a la habitación.

 

— ¿Gustavo y Jair?

 

—Ya se fueron, es tarde. Me dijeron que mañana te llamarían.

 

 

Entramos y veo como Freddy frunce un poco el ceño al ver el cofre abierto con las fotos regadas a un lado y la tapa del fondo removida. Se pasa la mano por su corto cabello y sé que está tratando de tranquilizarse.  Lo he visto hacer eso miles de veces.

 

 

Me sienta en la cama y jala el taburete que tenemos al lado de la cómoda, sentándose frente a mí.  Es ahora o nunca. Tengo que decirle. Tengo que contarle. Tengo que arriesgarme…

 

—Freddy, yo…

 

—Iván, escúchame… — Me interrumpe. Toma mi mano herida y la queda viendo dando un suspiro. — He estado pensando… Quiero que me seas sincero, que seas sincero contigo mismo. No tienes que seguir fingiendo… — Abro los ojos sorprendido y lo miro con miedo… ¿Ya lo sabe?... ¿Lo sabe todo?... Vuelve a tomar aire, lo veo nervioso… Será que… — No quiero que te sientas obligado a estar aquí conmigo. — Espera, ¿obligado?... — Eres libre de irte cuando desees… Te amo, pero entiendo si tú no puedes sentir lo mismo…

 

— ¿De qué hablas? — No lo entiendo. No entiendo nada. Libero mi mano de su agarre inconscientemente.  Un gesto de dolor cruza por su rostro.

 

—Que si estás aquí solo por agradecimiento no necesitas…

 

— ¿De qué mierda hablas?

 

—Basta Iván. Sabes de qué hablo. — Intenta volver a tomar mi mano pero no se lo permito. Cierra los ojos ante aquella muestra de rechazo que sale de mí, sin quererlo. — Siempre estaré aquí para ti. Siempre.

 

— ¿Quieres que me vaya? ¿Estás terminando?

 

—Te estoy dando la oportunidad de hacer lo que realmente quieres sin sentirte presionado.

 

— ¿Eres idiota?

 

— ¿Por abrirte la puerta y dejarte libre sin pedirte nada? ¿Por hacer algo que tú pides a gritos sin darte cuenta? — Alza un poco la voz.

 

— ¿Qué yo quiero eso?

 

— ¿Y no es así?

 

— ¡No! — Lo veo pasarse la mano por el cabello por décima vez en lo que llevamos hablando.

 

—No te entiendo… Ya no entiendo nada… — Murmura con amargura. — Creo que te conozco, que está todo bien, de pronto te alejas y empiezas a actuar distante… Me ocultas cosas, me mientes… No sé qué mierda quieres que piense…  — Inhalo profundamente. Creo que ha llegado el momento…

 

—Freddy yo… Sólo escúchame…

 

—No Iván…

 

— ¡Escúchame!... Por favor escúchame... No más mentiras, no más…

 

 

Levanta la vista y me mira. No dice nada y eso me pone aún más nervioso de lo que estoy. Pero no puedo echarme para atrás. No voy a echarme para atrás.  Tengo que hacerlo. Debo hacerlo.

 

 

Me aclaro un poco la garganta y empiezo…

 

 

Por primera vez le cuento mi historia. Mi pasado. Al comienzo mi voz sale temerosa e insegura. Poco a poco la fluidez llega y mis palabras salen sin dificultad. Le hablo de mi madre, del Paradise, de mi padre, de Dominic… No me callo nada. Me duele recordar y por momentos flaqueo, sin embargo no me detengo. Freddy me escucha atento, en silencio. Su rostro serio no refleja ninguna emoción. No puedo saber lo que piensa o lo que siente en estos momentos.  Tengo tanto miedo a que me rechace luego de esto… Pero si lo hace, no lo culparía.

 

 

Lo siento, es todo lo que puedo decir... Significas mucho y me gustaría arreglar todo lo que he hecho... Si pudiera empezar de nuevo...

 

 

Cuando empiezo a hablarle de lo que pasó hace un año cuando volví a ver a Dom… Vi como apretó los puños y cerró los ojos. Debe odiarme. Aun así, seguí hablando. Ya no podía parar.  Le dije todo, completamente todo. No me guardé nada. Si lo estaba haciendo, si me estaba abriendo a él, lo haría de la manera correcta. Totalmente.

 

— ¿Por qué me cuentas todo esto recién ahora? ¿Por qué después de tanto tiempo?

 

—No me sentía preparado… No es fácil para mí hablar de eso…

 

— ¿Por qué no confiaste en mi cuando te buscó de nuevo?

 

—Tuve miedo de que cumpliera sus amenazas… Yo…

 

— ¡Por qué no confiaste en mí! ¡Maldición! — Se levantó de golpe y empezó a pasearse de un lado a otro.

 

—No quería que te hiciese nada… — Una carcajada amarga retumbo en la habitación.

 

— ¿Crees que le tengo miedo? ¿Crees que hubiera podido hacerme algo? Dios Iván, no puedes ser tan ingenuo.

 

—Lo siento… — Bajé la mirada cuando sentí que las lágrimas amenazaban por salir nuevamente. No quería llorar. No quería que sintiera lástima de mí.

 

— ¿Por qué no confiaste en mí? — Susurró cansadamente sentándose de nuevo. — Llevamos años Iván, años juntos… Y todo este tiempo nunca pudiste confiar en mí… ¿Por qué? — Su voz dolida me atravesaba.

 

—Tenía miedo…

 

— ¿Miedo a qué? — Sus ojos tristes buscaron los míos. — ¡¿Miedo a qué?!

 

— ¡A que me dejaras! — Exploté — A que me dejes…

 

— ¿Cómo puedes pensar eso? ¿Es que no te he demostrado lo que siento por ti día a día?

 

— ¿Y ahora? ¿Qué sientes ahora?

 

— ¿Cómo?

 

— ¿Me dirás que me amas después de todo lo que te he contado?

 

— ¿Eres estúpido? — Se acercó a mí y sus brazos me rodearon. — ¿Crees que mis sentimientos son tan débiles que se quebrarían tan fácilmente? — Besó mis cabellos sin soltarme — No sabía realmente por lo que habías pasado, pero tenía una idea… Eso no cambia en nada lo que siento por ti…

 

—Pero lo que hice… ¿No me odias?

 

— ¿Cómo podría? Te amo… Te amo… — Me separó de su agarre despacio mirándome con dolor, — Pero entiendo que no puedas sentir lo mismo…

 

—No digas eso… Yo…

 

—No lo digas por obligación… No es necesario…

 

—Pero yo…

 

—Shhh. Vamos a descansar, estoy agotado. Necesito dormir. — Las palabras mueren en mi garganta. Recuerdo que acaba de salir del hospital, claro que debe sentirse exhausto. Y más aún después de esta conversación. Que tonto soy. Debí haber esperado hasta mañana.

 

 

Nos cambiamos y lo veo entrar en la cama. Me quedo de pie sin saber qué hacer. ¿Debo dormir con él o sería mejor si me voy a la otra habitación?

 

—Ven… — Me llama. Mi corazón da un vuelco al escucharlo. Aun me quiere a su lado. Apago la luz y me acerco despacio. Entro con cuidado y me echo en el borde para no molestarlo. Aunque me haya llamado aún tengo miedo. Apenas llego a posar la cabeza sobre la almohada cuando sus brazos me atrapan y me jalan pegándome a su cuerpo. — No te alejes… — Su voz adormilada es un cálido susurro que calienta mi alma.

 

—No me alejaré… Aquí estoy… — Respondo susurrando de igual forma. Lo veo sonreír y besa mi frente.  Me quedo quieto y siento como se acompasa su respiración. Parece que se ha dormido.

 

 

 Suspiro en el abrazo y siento un ardor agradable en el pecho. Estoy aquí entre sus brazos a pesar de que ya sabe todo de mí. No me rechaza, no me hace a un lado, no me repudia.  Me acepta, me abraza y me ama. A mí. A Mika, a Iván. A los 2 que son uno. Que soy yo.

 

 

Sé que no puedo arreglar los errores pasados pero lo intentaré... Aunque no será fácil...

 

 

La imagen de aquel ser oscuro se difumina de a pocos. Siento que ahora poco a poco la luz me llena. Puedo dejarla pasar. Creo que puedo permitírmelo.

 

 

Por primera vez en mi vida empiezo a sentirme realmente libre.

 

 

Me quedo clavado en su rostro. Recuerdo que pude haberlo perdido. Que pudo haber muerto en ese accidente. Me estremezco ante la idea. No puedo concebir una vida sin él. Ni siquiera puedo imaginármelo.  Levanto con cuidado una mano y suavemente delineo su perfil. Me detengo en sus labios. Suaves, cálidos, míos.

 

 

Sé que aún tengo que ganarme su confianza. Que tengo que demostrarle que mis sentimientos son sinceros. Ahora que puedo ser yo sin secretos para él, sin miedos, voy a entregarme totalmente. Y se lo diré. Le diré lo que mi corazón siente. Empezando hoy.

 

 

Te daré lo mejor de mi...

 

 

Beso su barbilla y exhalando suavemente libero las palabras que todo este tiempo vivieron dentro de mí sin atreverse a salir.

 

—Te amo — Susurro con una sonrisa. — Te amo Freddy Zúñiga.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Estoy sentado sobre una cama de hospital recordando la razón por la que estoy aquí.  El accidente. Iba manejando rumbo a la universidad. Estaba decidido en buscar a Iván y encararlo allí mismo. Necesitaba respuestas. Necesitaba la verdad. Casi al llegar lo vi corriendo por la calle contraria. Le toqué la bocina varias veces hasta llamar su atención. Le hice un ademán  para que me esperara, giraría en la intersección y lo alcanzaría. Un camión me pasó por el carril del lado y de pronto me cerró el paso. Giré hacia un lado para evitar chocar con el pero no pude evitar impactar contra un árbol. Después de eso no recuerdo nada. Según me contó Gabriel, perdí el conocimiento. Hasta que desperté en este lugar, con un fuerte dolor de cabeza. Lo primero que hice al recobrar el sentido fue preguntar por Iván. Gabriel me dijo que estaba bien, en la sala de espera y que pronto lo podría ver. Que primero necesitaba una revisión para asegurar que no había daños internos. Respiré profundo y me llené de paciencia. Felizmente no tenía nada de cuidado. Las bolsas de aire del auto me habían protegido del impacto.

 

 

Mientras Gabriel iba por Iván, todos mis sentimientos, el miedo, la angustia, todo giraba dentro. Había estado tan cerca de la muerte… Ahora todo pasaba a un segundo plano. Todo menos mi niña. Todo menos él… Pensaba en lo que debía decirle. Pero las ganas de encararlo y reprocharle habían desaparecido. Sólo quería abrazarlo. Sólo quería sentirlo. Sólo quería hacerlo mío una vez más. Verlo sonreír. Lo necesitaba. Tanto como al aire que respiraba. Tanto como a la vida misma. Aquella vida que pude haber perdido hace un par de horas.

 

 

Sentí un suspiro a mis espaldas y giré encontrándome con sus  bellos ojos azules llenos de lágrimas. Lo llamé a mi lado y lo acogí entre mis brazos. Por fin lo tenía entre mis brazos. Lo acuné susurrándole palabras dulces tratando de calmar su llanto. Luego de un rato, mi rubio intentó decirme algo, pero no lo dejé. No necesitaba oír nada en este momento. Sólo necesitaba sentirlo.

 

 

Unas horas más y por fin regresamos a casa acompañados de Gustavo y su novio.  Estuvimos conversando un rato con ellos y así me enteré de la captura de los posibles culpables de la agresión de Iván de hace unos años. ¿Sería posible? Mientras seguíamos conversando sobre eso, Iván se excusó y lo vi dirigirse a la habitación. Se le notaba incómodo con ese tema. No lo culpaba, sé que fue un episodio doloroso que prefiere no recordar.

 

 

Era entrada la noche y al ver que  ya se hacía tarde, Gustavo y Jair se despidieron prometiendo llamar al día siguiente. Después que se marcharon,  me dirigí a la habitación. Antes de entrar escuché el ruido de vidrios romperse. Había provenido del baño. Corrí hacia allá. Cuando entré encontré a Iván parado frente al lavabo. El espejo estaba hecho pedazos y su mano derecha sangraba. No hace falta ser un genio para saber que de un golpe lo había roto. “¿Qué paso?” Pregunté. “Nada” Me contestó. Suspiré y sentándolo sobre la tapa de retrete me dediqué a curarlo.

 

 

Al terminar  de curarlo y de limpiar todo me lo llevé a la habitación. Había llegado la hora de hablar. El verlo haciéndose daño posiblemente por su frustración de verse atrapado aquí era más de lo que podía soportar.

 

 

Empecé a decirle lo que tenía en la mente todo el día. Le pedí que sea sincero conmigo. Que no tenía que sentirse obligado, que era libre de irse cuando desee, que sé que no me ama… Lo veo retroceder, apartar su mano que sostenía entre las mías… Ese gesto solo me indica que tengo razón… Me duele. Se ve confundido, me pregunta de qué hablo, parece como si no entendiera mis palabras. Insisto, le doy la oportunidad de decirme lo que yo ya sé… No lo hace, al contrario, se  enoja, me pregunta si es que lo estoy terminando, si es que quiero que se vaya… Su voz es dura, su gesto fiero. Quiero abrazarlo y comérmelo a besos… No lo hago, vuelvo a intentar que entienda lo que le estoy ofreciendo, que lo estoy dejando libre, que le estoy abriendo la puerta, que no tiene que sentirse más preso aquí conmigo… Alza la voz con claro disgusto. Le reprocho de igual forma… ¿Es que no es esto lo que en el fondo desea?... Me confunde, no entiendo nada ya… No sé qué es lo que quiere, no sé qué busca con esto… Me pide que lo escuche y yo ya no quiero… Sé que serán más mentiras, no puedo soportar más farsas. Insiste, como si supiera que pienso lo escucho decirme “no más mentiras”… Me quedo viéndolo en silencio. Quisiera que esas palabras fueran ciertas…

 

 

No me esperaba lo que vino. No me esperaba que Iván me contara su pasado. Por primera vez en todo este tiempo. Sabía algunas cosas, otras las había deducido, algunas imaginado… Pero escucharlo de sus labios… Era demasiado. La rabia y el odio hacia el mal nacido de su hermano se propago en cada parte de mi cuerpo. Me obligué a mantener el rostro sereno para evitar espantar a mi rubio y que deje de abrirse a mí.  Todo mi auto control se fue al tacho cuando empezó a contarme lo del año pasado. No soportaba que ese maldito se haya atrevido a acercarse a él y manipularlo usando sus temores. No soportaba que Iván no haya confiado en mí…

 

“¿Por qué no confiaste en mí?” Esa pregunta se la hice varias veces. Me la hice varias veces. Lo veía rehuir mi mirada tratando de exponer sus razones. Razones que no encontraba válidas. Pero sabía que para él lo eran. Dijo que tenía miedo a que lo dejara… Dios, cómo pudo si quiera pensar eso…

 

“¿Cómo puedes pensar eso? ¿Es que no te he demostrado lo que siento por ti día a día?”

 

“¿Y ahora? ¿Qué sientes ahora?   ¿Me dirás que me amas después de todo lo que te he contado?”

 

Esta vez sí lo abracé y besé sus cabellos. Podía entender su miedo. “¿Crees que mis sentimientos son tan débiles que se quebrarían tan fácilmente? Eso no cambia en nada lo que siento por ti…” Le repetí que lo amaba. Dos palabras que esta vez salían dolorosamente. “Aunque tú no sientas lo mismo.” Dije por fin. Trató de replicarme. No se lo permití. Le pedí que fuéramos a descansar. La verdad estaba agotado.  Había sido un día con demasiadas emociones, si a eso le sumamos el accidente y las medicinas que me habían administrado… No podía casi seguir de pie.

 

 

Me cambie rápidamente y entré en la cama. Al ver que se quedaba de pie en medio de la habitación  lo llamé a mi lado. Vi que entró temeroso, tratando de no rozarme. Lo atrapé entre mis brazos. “No te alejes.” Pedí adormilado. “No me alejaré, aquí estoy.” Le escucho responderme. Me entrego al sueño,  pero contrario a lo que pienso, este no me llega inmediatamente. Sólo me sumo en un estado agradable de letargo. Puedo sentir al rato las suaves caricias de sus dedos sobre mi rostro. Quiero sonreír pero ni eso puedo hacer. Estoy tan exhausto que no puedo mover ni un músculo. Sólo disfruto de la sensación. Cada vez me adentro más en el sopor. Me parece sentir sus suaves labios en mi barbilla. No sé bien. Antes de sumirme definitivamente en la inconsciencia,  me llevo un susurro. “Te amo” me parece escuchar. Creo que ya estoy soñando.

 

 

Si, ya debo estar soñando...

 

 

 

Desperté con el molesto ruido del teléfono. Aún tenía a Iván entre mis brazos. Estaba profundamente dormido. Su rostro hermosamente sereno. Besé suavemente su frente antes de apartarme con cuidado.  Me levanté y fui a contestar.

 

 

Era Gabriel. Quería hablar sobre Dominic. Necesitaba a Iván por ser el único familiar cercano en este momento. Le dije que era imposible. Que hace mucho él se había desconectado de su familia. Sin embargo insistió. Necesitaba que por lo menos lo ayude a contactar con algún otro familiar que se haga cargo del papeleo y retire el cuerpo. Prometí conseguirle un número telefónico para el mediodía. Ya buscaría la manera de que Iván me lo diera.  Sabía que Gabriel estaba tratando de hacer las cosas lo menos públicas posible.  Mientras más rápido logremos solucionar ese asunto, mejor.

 

 

Cuelgo y me dirijo nuevamente a la habitación. Debo decírselo. Mejor salir de todo esto de una buena vez.

 

 

Lo despierto y hablo con él. Le explico. Por su mirada sé que no le agrada en lo absoluto hablar de ellos. Pero no hay otra forma. Logro hacerlo entender. Finalmente obtengo nombres, direcciones y números telefónicos. Claro que no es seguro que vayan a servir. Algunos son de hace mucho. Otros recientes obtenidos obviamente de Dominic.

 

 

Llamo a Gabriel y le entrego la información. Sólo hay una condición: Iván queda fuera de todo esto.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Ahora que le había dicho todo lo que quería saber sobre mi familia a Freddy, muchas dudas asaltaron mi mente. La madre y seguramente la esposa de Dominic viajarían inmediatamente para acá. Y la verdad no quería verlas. Aunque Freddy me había prometido que no me vería envuelto en nada, no podía estar seguro. Además… Ahora que ellas vendrían, el viejo se quedaría solo unos días… Sabía que mi padre estaba muriendo. No le quedaba mucho tiempo. No voy a decir que me sentía triste… La verdad no sé realmente como me siento. Estoy confundido.

 

 

Suponía que algún día tendría que enfrentarlo. Pero no sabía que el destino me presionaría para que sea tan pronto. No tengo ganas de verlo… Pero creo que lo correcto es ir. Aprovechar que no me encontraré con su mujer e ir a verlo.  Sé que si no lo hago, luego me quedaré pensando “y si…” Y eso sería peor. Vamos Iván, tú puedes. Ve a mirarlo a la cara. Ve y supera esa etapa. Ve y demuéstrate que eres capaz. Cierra ese capítulo oscuro y deja entrar un poquito más de luz.

 

 

Por la tarde me siento junto a Freddy y se lo digo. Le cuento lo que deseo hacer. “¿Estás seguro?” Me pregunta serio. “No, pero necesito hacerlo.” Le respondo con sinceridad.

 

 

Consigue pasajes para el día siguiente a primera hora.  Mientras viajamos el miedo comienza a apoderarse de mí. La valentía del día anterior desaparece y todos mis temores entremezclados con los peores recuerdos se arremolinan en mi mente. No sé sí Freddy lo nota. Sólo siento como toma mi mano fuertemente y jala de mí. Del aeropuerto nos dirigimos directamente al hospital en el que está. Mis piernas empiezan a flaquear al entrar a ese lugar.

 

—No quiero hacer esto… No puedo… — Me detengo ante la puerta blanca tras la cual está mi padre.

 

—Estoy aquí contigo. No tienes por qué tener miedo. — Me contesta apretando aún más mi mano. — Necesitas verlo. Necesitas enfrentar esa parte de tu vida. Perdonar y dejarla ir.

 

—No puedo Freddy… — Gimo suplicante. Tengo ganas de salir de allí, tomar el primer vuelo y volver a casa.

 

—Vamos Iván, sé que puedes. — Me implora con la mirada. — Estaré aquí, no me moveré te lo prometo.

 

 

Camino  resignado los pocos pasos que nos separan de aquella habitación. Respiro profundo, abro la puerta y desaparezco  tras ella.

 

 

Mi padre está tendido en una cama, conectado a un sinfín de aparatos, con los ojos cerrados. Su rostro avejentado y su cabello canoso me recuerdan los años de separación que llevamos. Casi no puedo reconocerlo. Se ve tan débil. No hay vestigios del hombre frío, desalmado y poderoso que hizo miserable mi infancia.

 

 

Veo la silla junto a su cama y tomo asiento en ella. No sé qué hago aquí. No tengo idea de lo que puedo decirle. Recuerdo la primera vez que lo vi... Cuando vino por mi después de que mi madre falleció. Cada palabra dura, cada mirada de indiferencia, cada golpe. Y luego sin explicaciones el cambio  que se produjo. Sus sermones, su intento de acercarse. Un intento tardío, para ese entonces mi único pensamiento era el de desaparecer de su vida. Y eso hice…  Aun así, nunca entendí por qué había cambiado de la noche a la mañana. ¿Sería por mis ingresos al hospital? ¿Se sentiría culpable? Me gustaría saberlo, pero creo que es algo que no me podrá contar en su condición.

 

 

Me remuevo inquieto, quiero salir de este lugar. Creo que si soporto 5 minutos más será suficiente. Podré decir que he cumplido. No sería mi culpa el no haber cruzado palabra. Total, él está muy enfermo, debe descansar. Y yo no pienso despertarlo…

 

—Mikael… — Un susurro hace que dirija nuevamente mis ojos al ser que está sobre esa cama. Me encuentro con unos ojos de hielo. Los ojos de mi padre. Me dice algo más pero no lo entiendo. Su voz sale muy bajito y la mascarilla de oxígeno sobre su rostro no ayuda. Veo que estira los dedos de su mano como queriendo alcanzarme.  Me debato un par de minutos entre acercarme o desaparecer.  Al final decido acercarme. Sé que si huyo, que si salgo por esa puerta, decepcionaré a Freddy. Pero hay algo más importante… Me decepcionaré a mí mismo.

 

 

Mi mano se posa sobre la suya. Está frío. Lo escucho susurrar algo. Me acerco un poco más para poder oír mejor.

 

—Vergib mir, bitte… — Me congelo. Nunca quiso que hable en el idioma de mi madre.  Muchas de las palizas que recibí fueron por ese motivo. Y ahora… Ahora me pedía disculpas usándolo.

 

—No digas nada. Descansa. — Le digo tratando de calmarme. Obligándome a mantener mi mano sobre la suya.

 

—Mikael vergib mir, bitte… — Repite una y otra vez cerrando los ojos. No le contesto. No sé qué decir. No sé qué pensar…

 

—Nur Gott vergibt… — Respondo luego de interminables minutos. No soy creyente pero sé que él sí. Retiro mi mano, ya no soporto el contacto. Creo que ya ha sido suficiente tiempo.

 

—Dominic… — Oigo que lo llama de pronto. Me sobresalto. Sé que nadie le ha dicho que ha muerto. ¿Cómo hacerlo? — Dominic… — Vuelve a llamar.

 

—Pronto lo verás, tranquilo. — Digo sereno. Y no estoy mintiendo, ¿verdad?

 

 

Cuando veo que se ha dormido de nuevo, me paro y abandono la habitación. Fuera está Freddy, expectante e intranquilo. A penas me ve se acerca y me abraza. Me relajo al sentirlo.

 

— ¿Estás bien? —  Pregunta con la preocupación en la voz.

 

—Si… ¿Podemos volver a casa? Por favor…

 

 

Esa misma noche tomamos un vuelo de regreso a casa. Al día siguiente recibimos la noticia de que mi padre había muerto.  Un capítulo de mi historia se estaba cerrando. Uno que no pensaba volver a abrir jamás.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Iván no quiso saber nada con la herencia. No quiso ni que se lo nombre. Así que pensando en una solución recordé que Carlos y Alex eran abogados. Los llamé y pedí consejo. Les expliqué la situación. Después de días de conversar e intentar convencer a mi rubio testarudo, logré que acepte que los muchachos se conviertan en sus representantes legales. Les firmó un poder a desgano diciéndoles que podían hacer lo que quisieran con su parte. “Regálenla, véndanla, quémenla, quédensela… Hagan lo que quieran, no me interesa.” Les dijo. Obviamente no le hicieron caso. O no del todo. Conservaron parte de las acciones y abrimos una cuenta a su nombre donde periódicamente depositaban las ganancias. Las propiedades que le tocaron las cedió a Laura, la esposa de su hermano, al enterarse que tenía cuatro sobrinos. La verdad que se quedó muy impresionado con eso. Después de unos días se animó a preguntarnos como eran los niños y le conseguimos fácilmente una foto. Laura,  era una persona muy amable. Preguntó mucho por él. Quería verlo y que conociera a sus sobrinos. Pero fue imposible. Iván se negó rotundamente.  No insistí con eso. Espero que algún día se sienta preparado para ello.

 

 

Después de todo lo ocurrido no habíamos vuelto a hablar sobre nuestros sentimientos. O mejor dicho, yo no había vuelto a hablar sobre lo que sentía. En el fondo tenía miedo de  que realmente se aleje. Sabía que tarde o temprano pasaría, que se alejaría de mí… Así que simplemente me dediqué a disfrutar cada momento como si fuera la última vez.  Cada vez que estamos juntos él intenta decirme algo, pero siempre lo callo, no lo dejo… Sé que me dirá que se va… No puedo dejarlo… Debo pero no puedo… Es tan difícil…

 

 

Por la puerta entreabierta se cuela su melodiosa voz. Iván le canta a Kiara como cada noche. ¿Cuántas veces más podré escucharlo? Se escucha tan dulce, tan en paz…

 

 

Un día le pediré a una estrella

Despertar donde las nubes estén muy lejos detrás de mi

Y los problemas se derritan como gotas de limón

Muy por encima de las chimeneas es donde me encontrarás

 

 

Esa canción se había vuelto un ritual antes de dormir,  los últimos meses. Desde que Iván le contó a mi pequeña que esa melodía se la cantaba su madre. A veces los escuchaba cantar juntos…

 

 

Los recuerdos me asaltan implacables. Su sonrisa, sus ojos, su piel… Sus besos… Hemos pasado tanto juntos… ¿Cómo conseguiré vivir sin él? ¿Cómo podré seguir sin él?...

 

—Ya se durmió. — Levanto la vista, lo tengo parado frente a mí. No sé cuánto tiempo me había quedado sumido en el pasado. — ¿Vendrá María a quedarse? — Claro, hoy le dije que saldríamos. Tenía ganas de que se despejara. Todo el asunto de su familia lo tenía realmente exhausto. 

 

—Sí, no debe tardar en llegar.

 

 

Lo iba a llevar al antiguo bar. Hace mucho tiempo que no salimos… Bueno, nunca habíamos salido de bares o a bailar, siempre eran salidas familiares con Kiara, al parque de diversiones, el cine o de compras.

 

 

Sería nuestra primera vez… Y quizá la última…

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Freddy había insistido en salir por allí a relajarnos. Se me hizo extraño porque jamás me había pedido algo así. Aunque me encantaba.

 

 

No habíamos tenido mucho tiempo de tranquilidad con todo lo que pasó. El accidente, Dominic, mi padre, la herencia, enterarme que tenía sobrinos… Dios, tenía 4 sobrinos, Dom tenía 4 hijos… Aun me costaba procesarlo. ¿Por qué nunca me lo dijo? Bueno, tampoco es que hayamos tenido mucho contacto. Pero oportunidades no le faltaron. Supongo que no lo vio necesario. ¿Quién era yo para él más que el hijo bastardo de su padre?...

 

 

Terminé de arreglarme. Me doy una última mirada en el espejo. Sonrío. Me agrada lo que veo. Cada vez más luz. Cada vez más real.

 

 

Salgo y me encuentro con Freddy que me espera en la sala.  Me abraza, me besa y salimos del departamento. Me siento tan bien hoy.

 

 

Llegamos al antiguo bar. No tenía idea que me traería aquí. Este lugar me trae muchos recuerdos. Todos parte de mi historia. Nico aún sigue de seguridad en la puerta. Entramos y le guiño un ojo cuando lo veo mirarme con asombro. También encuentro a Elías en la barra que conversa animadamente con  Miguel. Les sonrío mientras avanzo guiado por la mano de Freddy. Me sorprendo al encontrar a Gustavo y Jair allí. Los saludo con ganas y me uno a mi violinista en un abrazo. No había tenido tiempo de agradecerle el apoyo que me dio cuando pasó lo del accidente. Lo quiero mucho, es una parte importante de mi vida.

 

 

Nos sentamos a conversar. Entre risas y tragos, observo a Freddy. Se le ve muy animado, feliz y confiado. Creo que hoy será el día. Hoy se lo diré mirándolo a los ojos. Ya bastante he tenido de prácticas susurrándoselo mientras duerme. Suficiente de tomar valor, debo de encarar esto de una vez. Se acomoda los anteojos de esa manera que me pone tanto y creo que voy a explotar. Toca mi mano, acaricia mi brazo y me mira con un brillo especial. Tengo ganas de sentarme en su regazo y besarlo hasta quedar sin aliento. Arrancarle la ropa y pedirle que me folle sin piedad. Me muerdo el labio y me doy cuenta que algo se está despertando  en mi entrepierna. Mejor dejo de pensar guarradas.

 

 

La música suena, hoy es noche de karaoke. Me insisten en que cante pero me niego. No tengo muchas ganas de hacerlo con este pequeño problema que se me presenta entre las piernas.  Jair nos sorprende al levantarse y dirigirse al escenario. Escoge su melodía y empieza a cantar con los primeros acordes.

 

 

 “Te lo estoy diciendo, suavemente  lo susurro… Esta noche eres mi ángel…” 

 

 

Su voz es delicadamente dulce  y agradable. Gus lo mira embelesado. Y claro, Jair le canta solo a él. Parece que están en una burbuja,  puedo jurar que casi veo los corazoncitos rosas revoloteando a su alrededor. Lo llenamos de aplausos al terminar. Camina de vuelta a la mesa y mi violinista lo atrapa entre sus brazos para comenzarlo a besar. Joder, cuanta miel.  No es que me sienta envidioso ni nada… Bueno quizá un poquito. Quisiera poder demostrar así tan abiertamente mis sentimientos. Pero soy un reprimido… que está juntando valor para poder mostrarse.

 

 

Termino de beber mi trago y me quedo mirando el vaso vacío como si fuera la cosa más interesante del mundo. Un toque en la rodilla hace que levante la vista y veo que Freddy me guiña un ojo antes de pararse.  Lo sigo con la mirada y no puedo creer lo que va a hacer. Abro la boca como queriendo llamarlo de regreso a la mesa… ¿Está loco?... Coloca una silla sobre la tarima y le alcanzan una guitarra… Mis ojos abiertos por la sorpresa están clavados en él.  Las notas escapan mientras sus dedos se pasean por las cuerdas. De pronto su voz grave  llega como en un susurro y me deja sin respiración.

 

 

Un día de estos, tendré que abrazarte más fuerte, no vaya a ser que te me vueles igual que la pena en un bar

Un día de estos, tendremos que vernos a oscuras, la piel no conoce otra forma para ir resolviendo las dudas

Yo sé que solo es miedo, fantasmas de la infancia, intentas arrojar tu corazón por la ventana

Luchar contra el deseo en plena madrugada, es como intentar que Dios conteste una llamada… Tu piel me la regalas, el alma continua anestesiada

 

 

El golpeteo incesante en mi pecho es frenético. Freddy no quita los ojos de mí. Cada palabra que canta me llega, me abraza, me aturde, me quema…

 

 

Si quieres yo te cuento las cosas que te pasan cuando abres al amor teniendo la cadena echada

Comprobaras que todas las cosas que no hacemos, después son esas mismas cosas que echaras de menos

Quiero follarte lento mirándote a la cara, leer tu cuerpo en braille con las luces apagadas

Quiero que entiendas esto si ya no entiendes nada, amor es la palabra que resuelve el crucigrama

Un día de estos tendrás que ir bajando la guardia, las cosas que otros te hicieron son cosas que ya no te pasan

 

 

Siento las miradas de todos sobre mí. Me observan...  Me ahogo. No puedo.  Necesito salir de aquí. Necesito aire. Mi mente se nubla. Todo desaparece. Me levanto y doy un paso atrás. Y otro. Y otro más. Giro y me enfoco en la puerta. Corro hacia ella sin escuchar nada más que los latidos de mi corazón que hacen que mi pecho duela.  Alcanzo la calle, el frío me golpea la cara y siento que por fin algo de oxigeno puede llegar a mis pulmones.  Apoyo mis manos en mis rodillas mientras inhalo y exhalo fuertemente tratando de calmarme.

 

—Iván… Lo siento, no quería… — Freddy está frente a mí con la tristeza dibujada en el rostro.  — Te juro que no quería hacerte sentir mal… Yo… Yo me voy yendo, Gustavo puede llevarte a casa luego, si es que quieres regresar… De veras lo siento… — Da vuelta y empieza a caminar rumbo a su auto que está estacionado a un lado del bar. ¿Se va? ¿Me va a dejar así como así? 

 

— ¡Freddy! — Camino tras de él y lo alcanzo, tomándolo del brazo. — No te vayas…

 

—No quiero incomodarte, no te preocupes… Lo entiendo todo…

 

— ¿Qué es lo que entiendes? — Frunce el ceño, cierra los ojos y da un gran suspiro.

 

—Me di cuenta de que no me amas y… — No dejo que siga diciendo esas estupideces. Me lanzo a sus brazos y atrapo su boca con la mía. Lo beso, lo muerdo y gimo en sus labios al sentirme correspondido.

 

—Eres un idiota… — Le susurro sin separarme de él a pesar que trata de alejarme unos centímetros para verme a los ojos.  — Pero eres el idiota al que amo… — Susurro tembloroso. Escondo mi rostro en su pecho inspirando su aroma. Lo he dicho, por fin…

 

— ¿Qué?... — Esta vez usa un poco más de fuerza y logra despegarme de él. Levanto tímidamente la mirada y veo su cara llena de asombro.

 

— ¿La vejez te está dejando sordo? — Digo divertido tratando de quitar peso al asunto. Soy un manojo de nervios y no quiero que lo note.

 

—Iván…

 

—Que te amo… Te he amado siempre… — Sus brazos me rodean tan fuerte que logran despegar mis pies del suelo. — ¡¿Qué haces idiota?! — Gira y gira riendo conmigo pegado al pecho. Me cojo fuerte de su cuello por miedo a caer. Rio con él. Lloro con él. Me quedo abrazado a él. Me fundo en él.

 

—No sabes lo feliz que me haces…  Te amo Iván, te amo, te amo, te amo… — Se detiene y me siento un poco mareado. Me besa y me dejo hacer, quieto, hasta que soy capaz de corresponderle. Es mi primer beso siendo totalmente sincero. El primer beso de muchos.  Acaricio su espalda, me restriego contra él, jadeo, susurro su nombre… El calor se instala en cada parte de mi cuerpo. Lo quiero ahora, lo necesito ahora…  Me entiende perfectamente. Llama a Gus y este aparece por la puerta. Le da las llaves de su auto y le dice que pasará mañana a recogerlo. Se sonríen cómplices y yo me sonrojo como una virgen.  Me siento tan tonto…

 

 

Caminamos unas cuadras y me doy cuenta que estamos frente a mi antiguo edificio. No sabía que  había conservado mi departamento todo este tiempo. Subimos los 8 pisos. No me suelta en ningún momento. Entramos y veo que las pocas cosas que quedan están limpias y en orden. Sonrío. Típico de Freddy siempre tan meticuloso.

 

 

Ni bien cierra la puerta me empuja contra ella y empieza a besarme. Enredo mis manos en su pelo y me las quita de allí inmovilizándolas sobre mi cabeza. Protesto. Se ríe suavemente mientras empieza a besar, lamer y morder mi cuello.

 

 

Me entrego a él. Completamente. Dejo que haga lo que quiera conmigo… Como siempre… No, esta vez no es como siempre… Esta vez por fin puedo decirlo. Y mientras hacemos el amor se lo susurro, se lo jadeo, se lo gimo, se lo grito…

 

 

Te amo, te amo, te amo, te amo…

 

 

 

El amanecer nos sorprende. Duermes a mi lado. Recuerdo todo lo que hicimos anoche y una risita boba me sale. Me siento feliz.

 

 

Elijo ser feliz

 

 

Total, completa y enteramente enamorado hasta la médula. Enamorado de ti.  Puedo decirlo libremente. Sin miedos. Me siento libre. Soy libre.

 

 

Frente a frente, tan vivos

 

 

Me levanto con cuidado para no despertarte. Cojo tu camisa que está tirada a un lado de la cama. Me la pongo cubriendo mi desnudez. Tu aroma me envuelve aún más. Me siento cálido.

 

 

Brillando como un diamante

 

 

Mi mente vuela por unos minutos al pasado. Me doy cuenta que va desapareciendo. Mi padre y Dominic ya no están. Todas las malas experiencias quedaron atrás. No regirán mi vida nunca más. No más mentiras. No más secretos. No más miedos. No más culpas.

 

 

Camino hacia la ventana y hago a un lado la cortina. Miro el cielo. Claro, luminoso y limpio. Como una hoja de papel en blanco. 

 

 

Una hoja en la que comenzaré a escribir un nuevo capítulo de esta historia.

 

 

Mi historia…

 

 

 

Notas finales:

FIN!!!!!!!

Un poco largooooooo y quizá medio rellenudo xD pero bueno, no me aguanté el contar algunas cosas q  se quedaron x alli.

Sobre la muerte de su hermano... Fue algo asi como "o matas a la arpia de Sandra o al maldito de Dominic" y ya ven quien salió en el sorteo. Dedicado a ti <3

Sientanse felices, el rubio se queda con su médico que le hará una revisión completita cada noche 4ever jajajaja

Como dije (y vuelvo a poner a pedido) esta parte de la historia se desarrolla 1 año y algo despues del encuentro con Dominic, Kiara debería tener unos 7 años maso (casi 8) y Gus y Jair aun estudian por lo tanto no viven juntos todavía :)

A ver, la info musical del cap:

Como `puse en la nota anterior la primera parte estuvo Iván con The Reason de Hoobastank y Freddy con What If de Coldplay

La parte del hospital es Pieces de Red

Cuando cuenta su pasado es Best Of Me de Sum 41

La que Iván le canta a Kiara es Over The Rainbow

La que canta Jair es Wherever You Are de One Ok Rock

La de Freddy es Un Día De Estos de Marwan... Canción que me ayudo a terminar el cap. Cuando la escuché dije "esta es LA canción" y tuve q ponerla. Era perfecta :)

Y Diamonds de Sia al final (versión Rihanna)

Mas la Evanescense claro

 

Oh! Lo q le dice el padre es "perdoname por favor" 

Lo q le contesta Mika es "Sólo Dios perdona"... Creo q se entiende algo :)

 

Gracias por acompañarme hasta aqui <3

 

Maripositas multicolores llenas de miel para tod@s!

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).