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Mi pequeño cachorro por Reiga

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Notas del capitulo:

Hola chibi-chanes!!  >w<


Bueno primero que nada mis debidas disculpas y justificaciones, (los cuales son dos motivos) este último mes fue horrible para mi, mucho trabajo, llego un pedido inmenso  y prácticamente tuve que sacarlo sola TwT por lo que estuve quedándome horas extras y trabajar los sábados, en si un mes estresante. El segundo motivo fue que hasta donde lo tenía escrito hace unas semanas atrás, se me borro el capi,  peor aun por error mío apreté “no guardar” me quise matar u.u, luego después ya fue frustrante por que llevaba mucho escrito. Como mi tiempo es poco siempre mantengo el docu abierto y voy escribiendo lo que pueda. Pero desde eso ¡nunca más! Ahora lo voy guardando XD.


En fin pequeñas, espero que aun anden por aquí, y que por su puesto sigan leyendo, lo disfruten y les guste. Como se abran dado cuenta cada parejita tiene su propio tinte, espero que a todas les gusten.


Gracias por sus comentarios me alegran mucho!! Ahh los contesto todos, me pregunto si los leen </3, espera que si eh!!


Advertencias! : ¡Primer lemon señoritas!


Bueno nos las molesto más y a leer!! Atentas a las notas finales!! 

 


 


Los días pasaban y el ambiente era diferente en la manada Teiko, siempre se había considerado una manada seria y por demás tranquila. Pero luego de la llegada de los nuevos residentes muchas cosas habían cambiado.


La manada ya se había acostumbrado al despertar con los dos torbellinos. Sus peleas y jugarretas, Eran agradables para los oídos ajenos y solo sonreían en sus casas al escuchar las melodiosas y revoltosas voces de la pareja del alfa con su amigo pelinegro.


Takao se ganó el corazón de toda la manada en si, su carisma y alegría seguida de esa genuina delicadeza que expiraba por cada poro tenía a media manada sonriendo con solo verlo.


Kuroko era el consentido de las madres y sus cachorros, al ser serio pocos se atrevían a hablarle pero en silencio admiraban y esperaban ansiosos poder ver esa sonrisa que dejaba relucir mientras hablaba o consentía a algún pequeño, verlo sonreír era difícil, pero aquel que lo veía sentía que la paz misma se instalaba en todo su ser.


Y de Himuro poco podían decir… había llegado hace poco días y con la llegada luego de Mura, pues… ni la nariz le habían visto al pobre chico fuera de la casona.


 


~*~


 


Kagami había salido de la casa… quería alejarse, respirar aire puro,  Aomine iba a ir con él, pero este le había asegurado que no se alejaría mucho, con resignación había aceptado, no quería presionarlo. Aunque su corazón estuviera rompiéndose por dentro.


Sabía y lo sentía, su pequeño cachorro estaba muy confundido, desde que lo había encontrado con Kise su comportamiento había cambiado, ni siquiera  se molestaba en discutir con él y eso lo tenía triste. Kagami lo estaba aislando  de nuevo sin darse cuenta y no tenía idea de cuánto le dolía.


Suspiro y lo dejo ir, claro que con la sola mirada les indico a Moriyama e Imayoshi que lo vigilaran, pero a una distancia prudente para no incomodarlo.


El pelirrojo se recostó al lado de un árbol suspirando, cerró sus ojos y descansó hasta que sintió a Takao sentarse a su lado, abrió sus ojos y sonrió al ver a Kuroko y Yukio también, ninguno dijo nada solo se dispusieron a disfrutar de la suave briza y ese exquisito aroma del bosque.


 


~*~


 


Aomine había ido por agua a la cocina encontrando a Sakurai un tanto pensativo, sonrió ante lo que creía preocupaba al menor, fue por su vaso y le habló.


—Kagami salió al bosque, los chicos también fueron con él… — le miró de reojo notando al castaño sentarse — ¿Tú no vas?


—No… —contestó con tristeza y media sonrisa.


—Sakurai, se que estás confundido… ¿Tu fidelidad ya no está dirigida a mí, verdad? — el menor levantó su rosto y lo miró con cierto temor al sentirse descubierto — No tienes que sentir miedo por eso.


—Pero yo… realmente pensé que…— Aomine le sonrió.


—Lo entiendo, ¿Recuerdas lo que dijo Takao? Decidía seguir a Kagami por encima de su gratitud hacia él, tú por mi sientes gratitud pero deseas estar con Kagami ¿No es así?


—Sí —agachó la cabeza.


— ¿Crees que a Taiga lo enorgullecería que uno de los miembros de su manada le avergüenza serlo? — el castaño inmediatamente levantó su cabeza bien en alto — Así está mejor, ahora ve con él y lo cuidas — le decía como solo una sugerencia, bebiendo un poco de agua.


Sakurai se levantó sonriendo y sintiéndose de alguna manera libre, “gracias” le dijo antes de retirarse de la cocina y transformarse para llegar más rápido al lugar de donde sentía a los chicos.


Aomine se quedó pensativo en la cocina hasta que un chico grande, desganado y solo en ropa interior apareció.


—Eres un buen alfa — dijo el peli morado dejando un cumplido ante lo presenciado por detrás de la puerta, Aomine solo le sonrió.


—¡Oye! Hay más personas en esta casa así que por ultimo ponte una polera


—Ninguno anda cerca, sino ten por seguro que me cuidaría — le dijo refiriéndose a las parejas, fue por una botella con agua y dos vasos.


—No me sorprende que estén deshidratados, dale un respiro al menos — rió


—No dirías lo mismo estando en mi situación.


—Para mala suerte mía, no— ambos rieron — Aún no puedo creer que ya lo hayas reclamado y siendo el último de nosotros en conocerlo.


—Suerte la mía ¿no? —volvieron a reír, sin duda la situación de Himuro había favorecido bastante al peli morado para que aquello sucediera.


—¿De los chicos aún no se ha sabido nada? — Aomine negó


Con la llegada de Mura se pusieron al tanto de la situación de Shiro y el último lugar en que su manada se había visto asentada y de las atrocidades que habían cometido en otras manadas de bajo estatus, como se les diría, ya que, o eran nuevas o eran conformadas por muy pocos.


Mura había hecho una precisa investigación de manada en manada, pero jamás pensó que el tal Shiro estuviera relacionado con la pareja de su alfa y Midorima y, lo más importante, los hermanos de su pareja.


Días anteriores había ido con Himuro a la manada Seirin para poner sobre aviso a su padre, y durante el trayecto se enteró de los sucesos por los que los menores habían pasado, con Shiro como el causante, su sangre había hervido en cólera. Su temperamento no era el mejor, por no decir que era el peor de todos, así que en su momento agradeció tener la tranquilidad de Himuro para poder calmar su rabia.


Con la información del último asentamiento, se aventuraron a ir a investigar formando un equipo, que lideraba Akashi, seguido de Midorima, Kise y otros centinelas. Teniendo un plazo de hasta hoy para llegar.


 


~*~


 


Murasakibara volvió a su habitación, ya era bastante tarde pero su sexy chico aún no despertaba y al parecer tampoco tenía las intenciones de hacerlo, sonrió al verlo plácidamente dormido en su cama. Su desnudez, mientras esas desordenadas sábanas cubrían sin querer solo sus partes íntimas, le daban una visión digna de escultura griega.


 


Flashback


 


Después de ese primer beso arrebatador, Murasakibara sintió la necesidad en su cuerpo por tomar lo que ansiaba ser tomado por él, tomó al pelinegro entre sus brazos ignorando cualquier protesta, llevándolo a su propia habitación.


Himuro sentía su cuerpo caliente, su amiguito estaba erguido y deseoso de contacto, aún así,  a pesar de sus propios deseos, se negaba a lo que sentía. No quería dejarse llevar por la necesidad.


Pero todo signo de raciocinio se quedó fuera de esa habitación al ingresar el ella, Mura lo arrojó a la cama posicionándose sobre él, besándolo sin darle tregua al respiro y mucho menos a la cordura.


El caliente y hambriento beso más el embriagante olor que ingresaba por sus fosas nasales,  instalándose en cada parte de su cuerpo fue demasiado para lo que podía soportar, abrió sus piernas y atrajo con fuerza al peli morado, sus manos rodeaban su cuello y el mismo devoraba ahora sin dar tregua al de ojos violeta.


Su cuerpo se movía lujurioso debajo, sus caderas las movía con desespero simulando penetraciones con la contraria, la sensación estaba siendo arrolladora para todo el tiempo que llevaba conteniéndose.


Murasakibara agarró sus manos y con fuerza las dejó sobre su cabeza, buscando algo efectivo con lo que amarrarlas y hallando el cinturón para ello.


—Tranquilo cariño, enseguida te liberaré — susurró sensualmente sobre su oído. Himuro jadeó sonoramente, su rostro estaba rojo y miraba deseoso al peli morado, sus ojos lagrimeaban y los suspiros eran incesantes — ¡Por dios! Eres hermoso — rajó su polera exponiendo esa delicada piel, rió con lujuria al ver sus erectas tetillas, con casi burla acarició una y luego lamió la otra, mientras los movimientos de sus caderas era condenadamente lentos.


—¡Maldición, no me hagas esto! — desvió la mirada avergonzado por su desesperación — Ya… ya es suficientemente penoso conocerte en esta situación como para que me tortures.


Mura sonrió separándose un poco quitándose su ropa y despojando lo último del pelinegro.


Su pene estaba erecto y botando líquido pre seminal, flexionó sus piernas y se puso entre medio, Himuro ansiaba ser tocado, quiso levantar su pelvis pero Mura se lo impidió.


—¿Qué quieres? — dijo acariciando sus testículos y esa zona entre medio de su pene y el túnel a la gloria para Mura.


—¡To-tócame! Demonios, haz que me corra —minúsculas lágrimas salían de sus ojos ante la frustración — Atsushi, ngh, ¡Ahh~! — gimió al sentir esa caliente boca rodeando su miembro, Mura sonrió en medio al escuchar su nombre, su boca subía y bajaba ávidamente, lamiendo y chupando obscenamente la punta mientras con una de manos torturaba uno de sus pezones y con la otra acariciaba su pierna, su costado y una de esas blancas paredes.


El cuerpo de Himuro temblaba, sus caderas las movía sin cesar siendo contraladas por las manos del más grande, el gemido ante el sublime orgasmo llegó a los tímpanos del peli morado llegando a su zona baja, provocando que se corriera sin siquiera haberse tocado, sin duda algo que solo tu pareja puede provocar.


Mura se levantó deleitándose con la visión, lamió su labio y se limpió un poco el semen que escurría por ellos, su miembro volvía a despertar ante el cuerpo tembloroso lleno de espasmos debajo de él.


Provocador, indefenso y deseoso de más.


—Ngh~ —gimió Himuro nuevamente al sentir el grande pene de su pareja junto al suyo, abrió sus ojos, y vio muy de cerca los violetas, antes de sentir esos labios sobre los suyos, sus lenguas danzaban mientras su miembros se rozaban frenéticamente contra el contrario, un mar de gemidos se mezclaban dentro de sus bocas, mientras la penetración fingida era cada vez más fuerte a medida que sentían el orgasmo llegar, explotando en ambos vientres.


—E-esto es increíble — decía Mura cegado también por el placer.


Himuro al sentir ese cuerpo nuevamente alejarse, trató de darse vuelta, quería y necesitaba más que eso, sus piernas temblaban producto del orgasmo anterior, sin embargo eso aún no lograba aplacar su sed.


Se dio vuelta afirmándose en sus rodillas exponiendo su trasero e inclinó sus hombros apoyándose en sus codos y miró con súplica al desconcertado peli morado.


—Tómame por favor~ — Murasakibara estaba de una pieza, podía sentir su pene crecer a escalas nunca pensadas, y es que no se esperó aquel acto de sumisión y entrega, en todos sus años jamás había visto algo tan glorioso como lo que sus ojos veían ahora.


—Himuro~ — dudó


—¡Maldición! Apúrate, te he estado esperando yo… yo quiero, Ah~ sí —jadeó al sentir las grandes manos en sus caderas, el mayor las acarició con delicadeza, redondeando ese blanquecino trasero, para luego abrirlo y ver con deleite como su entrada se contraía deseosa —Ahg, Atsushi~ — gimió ante lo que venía al sentir su caliente respiración, seguido de su lengua tanteando terreno desconocido por ahora.


Lamió los alrededores, tratando de meterla en seguidas ocasiones, lubricó bien su entrada para luego llevar un dedo a ella adentrándolo con cierta facilidad, Himuro gemía sin control y  jadeó de incomodidad al sentir un segundo dedo, Mura ahora besaba cada trozo de piel a su alcance, un tercer dedo acompañó a los otros, mientras su otra mano se paseaba por su torso,  apretaba sus tetillas y bajaba a ese erecto miembro deseoso de su toque.


Un cuarto dedo se apresuró en entrar pues el mayor era bien dotado y no quería lastimarlo, Himuro ya no reconocía muy bien lo que pasaba, el placer era tanto que solo se dedicaba a sentir, sentía cierto dolor mezclado con placer, se estaba mordiendo los labios para no gritar por lo primero.


Sus dedos entraban y salían de su cavidad y un gemido de puro placer le hizo saber que estaba listo. Retiró sus dedos y apretó sus caderas con fuerza poniendo la punta de su pene en la entrada de su pelinegro.


—Relájate —dijo al sentirlo tenso ante lo que venía.


Himuro podía sentir algo mucho más grande queriendo abrirse paso, abrió sus ojos ante el dolor y volvió a apretarlos al sentirse lleno de golpe, sus ojos lagrimeaban — Espera… n-no te muevas.­


Mura lo escuchó, pero no estaba muy seguro de poder cumplir por mucho rato, todo su ser le pedía moverse y penetrar con todas su fuerzas.


Sacó su pene lentamente y volvió a meterlo en toda su extensión.


—¡Maldición, te dije que… que esperaras! — le gritó ante el dolor que sentía al sentirse rasgado por dentro, Mura no lo escuchó y volvió a hacerlo lentamente, se apoyó sobre el más pequeño afirmando sus manos en la cama, abarcando con su cuerpo todo el de Himuro. A medida que las embestidas pasaban a ser más fáciles, besaba con avidez su cuello y lamia sus orejas, metiendo su escurridiza lengua en ellas, su mano lo masturbaba mientras con la otra se apoyaba.


Un estremecimiento y gemido le hizo saber que había encontrado su punto de placer, apresurando sus embestidas, su miembro salía y cada vez que volvía a entrar lo hacía con más fuerza.


La habitación se llenó de jadeos, gemidos y aquel sonido lujurioso de su carne entrando y saliendo de la entrada de Himuro, mientras sus pelvis chocaba una y otra vez con sus blancas paredes.


Himuro se sentía venir, estaba seguro de que la eyaculación sería gloriosa, sin embargo algo le faltaba, inclinó su cabeza y la ladeó exponiendo su cuello.


—“Muérdeme”— Mura ante el shock, se detuvo un segundo y volvió a retomar las incesantes embestidas, entre todo el placer algo de razón tenía.


—No — le dijo.


—Atsushi, yo quiero que… — se detuvo al verse silenciado por esos dedos que entraban y penetraban su boca, moviéndose al compás de su lengua.


—Desde ahora eres mío, te marcaré tantas veces, que quedará grabado en tu piel y corazón, pero… te reclamaré cuando estés completamente consiente y así lo quieras — susurraba en su oído, Mura sabía que su peli negro estaba hablando producto de su estado y cegado por el placer, en lo ocurrido estaba reinando más el instinto que el sentimiento.


Himuro logró suavizar un poco la nebulosa de placer que tenía en su mente, y aquella frase le enterneció grabándose en su corazón, como pudo quitó esa mano de su boca, apretándola entremedio de las suyas para entrelazarlas, siendo inmediatamente correspondido su gesto.


Unas cuantas arremetidas más y ambos se vinieron gimiendo el nombre del otro, respiraciones aceleradas, cuerpos sudorosos y temblorosos yacían en esa habitación.


—¿Himuro? — no hubo respuesta, lo miró notando que se había quedado dormido, sonrío besando su mejilla antes de salirse.


 


Fin del flashback  


 


 


Su mirada se había perdido en la nada junto con sus recuerdos hasta que sintió al pelinegro removerse sin despertar, sonrío mientras acariciaba sus cabellos.


Su primer encuentro había sido casi meramente sexual y los que le habían seguido también, hasta que Mura le mencionó, en uno de sus tantos actos, lo que más quería, un asentimiento por parte de su pareja seguido de su sonrisa dio inicio al enlace de por vida para ellos dos, la noche anterior.


Su pecho se sentía inmensamente cálido al recordar la sensación del enlace a la hora de su juramento y el aceptamiento por parte de su pareja, mientras lo embestía y sus colmillos se incrustaban en ese lugar hecho solo para él.


Nuevamente se removió, pero esta vez al punto de despertar, abriendo sus lindos ojitos negros y viendo la sonrisa en su pareja, su sonrojo lo atacó sin miramientos, encogiéndose y tapando su desnudez.


Mura lo miraba con cariño.


—¿Por qué te tapas? No tienes absolutamente nada que no haya visto —Himuro lo ignoró acomodándose en la cama.


—¿Me dejarás salir hoy? — preguntó refregándose sus ojitos, Mura le dio un tierno beso de buenos días.


—No, mañana quizás, ya está por quitarse — refiriéndose al celo de Himuro.


El pelinegro sonrió ante eso, ya habían hablado del tema y llegaron a la conclusión, más bien Mura había decidido, que no saldría hasta que se le pasara, si bien su estado no afectaba a ninguno de sus amigos, ya que estos tenían pareja, para otros había sido un tanto difícil, después de todo eran hombres, bien se había dado cuenta el peli morado al llegar.


Y para Himuro esa sobreprotección y posesividad de su pareja era gratificante.


—Supongo que no me queda de otra — volvió a recostarse en la cama, cerrando su ojos de manera involuntaria.


—¿Estás cansado?


—¿Qué crees tú? —susurró — Jamás pensé que el reclamo fuera tan doloroso, mamá y papá olvidaron mencionar algunas cosas.


Mura rió ante el tierno comentario, besó su frente antes de acostarse a su lado y descansar junto a él.


 


~*~


 


Nuevamente en el bosque, Kagami y los demás abrieron sus ojos al sentir al alguien aproximándose.


—¿Sakurai? —susurraron algunos al divisar al lobo café claro con reflejos blancos en su rostro y patas, el lobo caminó con cautela deteniéndose a una distancia prudente enfrente de Kagami, agachó las orejas e inclino su cabeza, esperando una aprobación de parte del pelirrojo, Kagami sonrió comprendiendo la situación, se levantó y caminó a su lado.


—Así que tú también — se inclinó acariciando su pelaje —Gracias —las orejas de sakurai se levantaron y feliz ante la aceptación, saltó encima de Kagami, lamiéndolo con entusiasmo.


—Ah ¡Hey! — reía  — ¡Auch! — se quejó al sentir una piedrita en su espalda, Sakurai se alejó.


—Ya, será mejor que volvamos, los chicos deberían llegar hoy ¿No? — preguntó mirando a su hermano y a Takao.


—Más le vale, le dije que si no llegaba hoy yo mismo lo saldría a buscarlo —decía entre molesto y contento el peli celeste.


Takao  sonreía  ante el gesto del menor. También esperaba que volvieran pronto, quería verlo, abrazarlo, repetir ese último beso que se había atrevido a darle antes de que se fuera.


En eso sienten a los chicos llegar, apenas Kuroko vio a Akashi salir detrás de uno de los árboles corrió a su encuentro, lanzándose encima, algo similar ocurrió con Midorima, claro que el abrazo de Takao fue con menos efusividad, pero con el mismo sentimiento.


—Vaya, eso sí que es una bienvenida —contestó Kise, fijando su dorada mirada en Kasamatsu, quien lo miraba con una expresión indescifrable para luego desviarla. Se acercó a Kagami y con cariño le acarició el cabello en forma de saludo — ¿Cómo han estado las cosas por acá? 


—Bien, todo tranquilo —respondió Kagami,  Kise iba hacer lo mismo con el cabello de Yukio, pero se detuvo a medio camino, dudoso apretó su mano y la retiró.


—¿Cómo estás?— Kasamatsu no supo porque su corazón dolió ante ese mísero arrepentimiento y sin querer el ligero quiebre en su mirada  no pasó desapercibido ante el pelirrojo.


—Kise ¿Puedo hablar contigo? — dijo Kagami apartándose antes de que Yukio contestara. Kise lo siguió un tanto confuso.


—¿Pasó algo? — se notaba la preocupación en su voz, al pensar que algo malo podía haber sucedido con su pelinegro.


Ya lo suficientemente lejos Kagami se atrevió a hablar.


—Te sugiero que tengas más cuidado, Yuki-chan piensa que estás enamorado de Takao, que te gusto yo, y que a la vez te acuestas con Aomine — Kise a cada palabra abría mas sus ojos no pudiéndole creer,  hasta que una carcajada se le escapó por lo escuchado.


—¿De dónde sacó eso?


—Bueno, lo de Aomine tiene su justificación ¿No crees? — el rubio se puso serio al escucharlo.


—Kagamicchi~ ¿Aún estás enojado por eso? —Taiga suspiró.


—No es enojo Kise es… no lo sé —Kise sonrío, quizá comprendiendo lo que pasaba por su cabecita — Bueno da igual… Yuki ha estado preguntando cómo funcionan las cosas, sobre todo después de lo movida que está la situación con Murasakibara y mi hermano… creo que se siente solo o aislado, no lo sé, pero me aventuraría a decir que le interesas, pero con lo obstinado que es no lo reconocerá, y si tu continúas siendo cariñoso con todos menos con él…— pensó — ¿No crees que eso lo lastimará?


—Tienes razón, lo siento, fue sin querer, hablaré con el hoy, tú también deberías hacer lo mismo. Si hay algo que te molesta deberías decírselo a Daiki ¿No lo crees?


Kagami lo sabía y tenía pensado hacerlo, se sonrojó al verse descubierto y Kise al verlo lo abrazó con cariño y ternura, como quien no puede resistirse cuando ve algo o a alguien tierno.


Kasamatsu a lo lejos vio aquella escena, grabándose en su mente y corazón, sonrío con amargura y se dispuso a ir de vuelta a la casona, encerrarse en su pieza y llorar hasta quedarse dormido, si así se sentía estar enamorado de alguien y no ser correspondido no lo quería.


Los chicos al volver se dieron cuenta de que ya no había nadie, y siguieron su camino. A medida que avanzaban, Kise iba sintiendo con mayor claridad la inquietud de Yukio, hasta que sus propios pies empezaron a correr con desesperación, al encontrarlo lo tomó del brazo y lo volteó bruscamente, notando sus ojos llorosos y sorprendidos por su acción.  


—¿¡Qué es lo que te pasa!? — gritó zafándose del agarre con la misma brusquedad.


—¿Por qué lloras?


—No estoy llorando


Kagami llegó y pasó de largo sin mirarlos. Kise volvió a tomarlo del brazo y lo arrastró de nuevo ingresando al bosque.


—¿Acaso te volviste loco? ¡Suéltame!


—Necesito hablar contigo — ignorando sus arrebatos y los golpes que llegaban a su mano.


—Ya, pero para eso no necesitas arrastrarme… ¡Te digo que me sueltes, idiota!


Cuando llegaron a un lugar suficientemente alejado, Kise lo soltó y se puso enfrente de él, sin embargo Yukio le desviaba la mirada.


—Somos amigos ¿no? Si estás triste o hay algo que te molesta quiero saber qué es — le decía Kise, lastimándolo cada vez más al no elegir bien sus palabras.


Kasamatsu cada vez sentía que la presión en su pecho solo se acrecentaba, “¿Amigos?” .No.  se sentía inexplicablemente atraído hacia él y no tenía idea de qué o por qué, encontraba que era algo totalmente irracional, jamás pensó que la cursilería de un amor a primera vista fuera algo tan fuerte hasta el punto de dolerle y no querer vivir.


De sus ojos volvieron a surgir lágrimas pero esta vez con esa sonrisa amarga que Kise estaba empezando a odiar, lo tomó de los hombros y lo besó como pudo debido a la resistencia del chico. Se separó al recibir un golpe en su estómago.


—¿¡Qué crees que haces!?— preguntaba enojado mientras con el dorso de su mano se limpiaba la boca.


—Lo siento no debí hacer eso… perdóname — decía sin soltarlo del brazo para que no se fuera mientras se agarraba el estómago con la otra—si… que golpeas fuerte.


—Lo siento, pero me sorprendiste, no lo vuelvas hacer — ahora se preocupaba al ver al rubio doblarse — ¿De qué querías hablar? Y suéltame, no me voy a ir.


Kise lo hizo y se levantó mirando esos platinados ojitos — ¿No me dirás qué es lo que te tiene triste? — silencio y Kise suspiró —Al parecer piensas que me gusta media manada y quiero aclararte el mal entendido.


—No te preocupes, no es como si me importara —Kise sonrió y se sentó en el pasto, incitando a que Kasamatsu hiciera lo mismo, y así fue.


—¿De todas maneras me dejarás que te explique? — tomó su silencio  como una afirmación de su parte —A Takao le tengo mucho cariño, pero no siento nada por él, es la pareja de Midorimacchi, sería imposible para mí mirarlo de otra manera, y menos a Kagami, ese pequeño es la pareja de mi alfa, no soy tan masoquista para querer fijarme en él, y es lo mismo con Daiki, a él lo conozco desde que tengo memoria y son más de cuatrocientos años juntos y créeme, jamás he sentido algo por él, de solo pensar algo así me da escalofríos, es como un hermano — rió — Así que por favor, no pienses nada de eso.


El pelinegro vio la sinceridad y algo de arrepentimiento en el rubio “¿De verdad le importaba lo que pensara?” sonrió con sinceridad, esta vez mirando a la nada.


Kise podía sentir a su pequeña pareja ahora notablemente más relajado y eso lo tenía infinitamente contento, con el solo hecho de percibir un poco sus sentimientos le decía que el menor ya sentía algo por él.


 


~*~


 


De vuelta Kagami iba ingresando con una tranquila sonrisa a la casona, solo esperaba que las cosas salieran bien entre ellos dos, tan desconcentrado estaba que no evitó chocar con Aomine.


—Lo siento.


—No importa ¿Estás bien?


—Eh… sí, ¿los chicos llegaron bien?


—Sí, cansados, así que ya mañana hablaremos con calma, al parecer no hallaron nada importante.


—Ah — el ambiente podía cortarse con un cuchillo.


—Kagami…


—¿Vamos a dar una vuelta? — lo interrumpió el pelirrojo, tomándolo de su mano y caminando lentamente, Aomine se sorprendió, pero hizo más fuerte el agarre entrelazando sus dedos y el mismo, ahora guiando al lugar que deseaba ir.


La caminata fue tranquila y silenciosa hasta llegar a un bonito, pequeño y desolado claro, Kagami se sorprendió al ver un lugar así en medio del bosque, soltó la mano del moreno y se aventuró a recorrerlo.


Aomine se apoyó en un árbol para luego deslizarse por el mismo y sentarse cerrando sus ojos, hasta que sintió que la luz le era tapada. Los abrió encontrándose con los directos ojos rubíes.


—¿Estás cansado?


—No, ven aquí — abrió sus piernas y le indicó que se sentara en medio, Kagami lo dudó un momento y luego lo hizo dándole la espalda. — ¿Aún estás molesto?


—No —Aomine rió y Kagami también — Está bien, lo estaba, pero ya no.


—Traté de explicarte, pero ni siquiera me dejaste, preferiste escuchar a Kise antes que a mí— le reclamaba calmadamente.


—Claro… estaba enojado contigo, no con él, entiendo la situación, pero la impresión de verte a ti con él fue demasiado para mi entendimiento — se afirmó en su pecho cerrando sus ojos — Además que después de comprender lo que realmente sentía, hacía que me enojara conmigo mismo.


—¿Y qué es lo que sientes? — preguntó en su oído acariciando su torso por encima de la ropa.


—Me gustas, y eso hizo que sintiera celos, no me avergüenza reconocerlo, pero si me molesté mucho al darme cuenta.


—Obstinado — le dijo reprochándole tiernamente y Kagami rió.


—Además de que... provocas cosas en mí que no he podido con… controlar — titubeó al sentir esa mano colarse por su pecho pero detenerse a medio camino al escucharlo.


—¿Sí? —el moreno, luego de reponerse siguió su camino, llegando con cautela a su pecho entreteniéndose con la primera aureola que encontró.


Kagami cerró sus ojos al sentir esa gran mano en su pecho, la cálida respiración en su oído, y ya no aguantó más las ansias, cambió de posición en un abrir y cerrar de ojos, quedando frente al moreno, vio su rostro asombrado, casi dudoso por su actuar. Sonrió al sentirse un paso más que él y lo besó, tomándolo desprevenido.


El ingreso a esa morena y dulce boca, fue totalmente demandante, Kagami rodeó su cuello sumergiéndose en ese mar de besos que iban y venían, más iban ya que el pelirrojo era el que tenía el total control.


Al separarse, Kagami lamió lentamente los labios del contrario sin vergüenza. Aomine por otro lado, aún seguía en las sensaciones provocadas por su pequeño chico.


—Será mejor que nos vayamos, está haciendo frío — dijo con una sonrisa de suficiencia al notar el estado del alfa, se levantó y con fuerza fue jalado nuevamente hacia el suelo.


—No te quieras pasar de listo conmigo, bebé — Aomine lo tumbó en el pasto ubicándose sobre él, y al ver una sonrisa en el pelirrojo lo comprendió — Te arrepentirás de haberme provocado, cachorro.


Luego de esa amenaza las palabras salieron sobrando para los dos. Kagami ya no negaría lo que el moreno le hacía sentir, no se negaría a sus propios deseos de estar con él el mayor tiempo posible. Terminaron de besarse y el pelirrojo se quedó mirando fijamente los ojos azules.


Estaba feliz… y podía percibir que Aomine también lo estaba, sin embargo no era del todo completo, un sentimiento de nostalgia se alojaba en su pecho, aplastándolo completamente.


—Hey… ¿Qué tienes?— Aomine miró los ojitos aguados de su pareja, mientras su labio le temblaba.


—N-No lo sé — contestó con sinceridad abrazando al más grande, no tenía idea de por qué se sentía así, era como si tuviera miedo, pero no tenía idea de qué.


—Tranquilo — El moreno dio un beso en su frente y lo abrazo con cariño — ¿Hay algo que te preocupe?


—No realmente, lo siento, no sé qué fue eso — rió apenado — Pero… — dudó y desvió la mirada —solo abrázame.


El moreno lo hizo, sentándose nuevamente afirmándose al árbol y acunó al menor en sus brazos entre medio de sus piernas, acarició sus cabellos con delicadeza y sonrió al verlo dormido.


—Te amo — susurró sobre sus cabellos y apegándolo más a su cuerpo.


Lejos de ahí y en la cima de un árbol, la pareja era observada por un par de ojos agudos que estudiaban en detalle la escena. Ya había obtenido lo que buscaba, por lo que desplegó sus alas y se fue sin emitir ningún sonido.


 


~*~


 


En una de las habitaciones un pelirrojo había entrado a la ducha, estaba muy cansado pero no quería preocupar a su pequeña pareja, suspiró mientras el agua se deslizaba por su cuerpo, acariciando su piel y a la vez provocando cierto ardor en sus recientes heridas.


Cortó el agua y salió de la ducha, amarrándose una toalla en la cintura.


—Sei, te traje otra por si la ne… ¿Qué te pasó? — preguntó con alarma y preocupación al ver una herida en su hombro y pecho, la del hombro parecía ser una cortada profunda, no sangraba, estaba junta pero se notaba enrojecida por alrededor.


—Te dije que me esperaras afuera, Kuroko — dijo con una molestia que el menor ignoró.


—¿Qué pasó? — volvió a preguntar entristeciendo su mirada mientras se acercaba y miraba sus heridas. Akashi suspiró.


—No pongas esa cara — acarició su mejilla — No me duele, a diferencia de algunos, puedo aminorar el dolor, pero mi poder regenerativo no es tan rápido — tomó su mano y lo guió de vuelta a la habitación, sentándose en la cama. Inmediatamente Kuroko tomó una pequeña toalla, se ubicó enfrente y comenzó a secarle el cabello.


—¿Qué fue lo que pasó?


—Fuimos a investigar el último asentamiento donde se encontró Shiro hace meses— el pelirrojo notó al pequeño tensarse para luego seguir con lo que hacía — Para ver si encontrábamos algo que nos pudiera indicar su paradero actual, pero al parecer están bien preparados. En los dos lugares que fuimos nos recibió una tanda de trampas — miró a su peli celeste y le sonrió — No te preocupes, estoy bien y de verdad no me duele — una total mentira, pues si dolía, poco, pero dolía.


Kuroko lo evaluó y sin pensarlo más le golpeó el hombro.


—¡¡Con un demonio!! ¡¿Por qué hiciste eso?!— gritó sujetándose el hombro.


—No que no te dolía… ¿Qué tan idiota me crees, Akashi? — Akashi ni siquiera podía contestarle, ¿Cómo se le había ocurrido golpearlo? Pensaba. Su adorado amor era terrible.


Akashi abrió sus ojos y con asombro vio como el menor hizo crecer una garra de su dedo índice y procedió a cortarse la muñeca sin siquiera inmutarse.


—¿Que estás…?


—Bébela, no es tan fuerte como la de Kagami, pero te ayudará — le dijo extendiéndole su mano, donde Akashi veía como la sangre escurría de su muñeca.


—¡¿Acaso te volviste loco?! — se levantó rápidamente tomando la pequeña toalla para vendarlo, pero Kuroko lo evitó.


—No estoy jugando Akashi, tómala o… ¿Quieres de la otra? — le dijo con una macabra sonrisa mientras iba a proceder a hacer lo mismo con su mano derecha.


—¡Ya basta! — lo agarró de la manos mirándolo completamente enojado, su mirada endureció, pero la de Kuroko fue aún más dura — ¿En que estabas pensando?


—Solo quiero ayudarte — relajó su mirada — Sei… — pensó —  Si me hubiera pasado algo mientras tú no estabas ¿Te gustaría que te lo ocultara?


El pelirrojo pareció pensarlo, se volvió a sentar en la cama atrayéndolo hacia él y tomando su muñeca lastimada, la acercó a su cara y aspiró ese delicioso aroma, para luego sacar su lengua y lamer la herida con delicadeza, en repetidas ocasiones hasta que ésta dejó de sangrar.


—No — contestó — ¿Te pasó algo?


—Nada, pero así como tú me pides confianza, yo te pido lo mismo, no me ocultes cosas Akashi.


—Estas bien, nunca más — le sonrió, ahora si tomando la toalla para vendarle la mano — Mira nada más, ¿Qué tan molesto estabas para hacer algo así?.


—Muy molesto — reconoció el peli celeste ahora un poco apenado.


Akashi fue por una venda al baño y volvió a limpiar la herida, luego la vendó.


—Te ves lindo  — pasó su mano por su cabello una vez terminado —  Lo siento, no quería preocuparte  —  ambos intercambiaron miradas y sonrieron  — ¿Me echaste de menos?


—Mucho  —contestó con sinceridad, abrazándolo con cuidado para no pasar a llevar sus heridas.


— Yo también, y aún no recibo mi beso de bienvenida.


Kuroko lo miró, alzó sus manos a las mejillas del pelirrojo, guiándolo a sus propios labios para encontrarse con los contrarios añorados desde hace días.


 


~*~


 


Midorima al salir de su necesitado baño esperaba encontrarse con esos ojitos amados, pero no lo encontró por ninguna parte, se vistió y salió de la habitación buscando a su pelinegro  encontrándolo en la cocina.


Entró silenciosamente, viendo con claridad como cocinaba entusiasmado mientras tarareaba algo desconocido para él, aún así era melodioso y alegre como él mismo, sonrió antes de llegar cautelosamente a su espalda y lo abrazó con cuidado para no asustarlo.


—Estás mejorando —Takao se tensó por esa cercanía, pero no de miedo, sino de todo lo que el peliverde le provocaba, lo había extrañado y no le molestaba el reconocer que demasiado, su calor, su olor, su voz, su sola presencia cerca de él le hacía sentir tranquilo, seguro y…  amado.


—Sí — levantó la voz con alegría, pero tomando el recato al instante — Ya puedo coordinar mis manos, Kagetora-san dice que en unos días más podría intentar cambiar.


—Tú eres el que conoce tu cuerpo — dijo Midorima, apagando la cocina al notar que lo que preparaba Takao estaba listo. Volteó a su halcón para verlo a los ojos — ¿Crees que al hacerlo no te dolerá?


—Si no lo intento no lo sabré — ambos se quedaron mirando, el tiempo se detuvo en una atmósfera creada por ellos, cada uno se estaba perdiendo en la mirada del otro, hasta que Takao sonrió con nerviosismo y se dio vuelta nuevamente — Siéntate, enseguida te sirvo.


—No quiero comer, solo quiero estar contigo… te extrañé — le dijo abrazándolo.


Midorima no decía nada, se aferró delicadamente al cuerpo mas delgado, sintiéndose relajado al sentirlo cerca nuevamente, estar lejos de tu pareja podía ser una completa tortura, y casi todo radicaba en la preocupación de si algo podía pasarle.


Sus brazos alrededor de esa pequeña cintura fueron perdiendo fuerza y Takao lo miró por sobre su hombro, viendo con ternura como ese rostro dormitaba.


— ¡Hey! Ven vamos  a dormir un rato, de seguro estás cansado — le decía a medio regaño, tomó su mano y lo guió de vuelta a la habitación, abriendo la cama para que el peliverde se recostara y como un buen niño obediente lo hizo.


El pelinegro se sentó a su lado e inmediatamente Midorima se abrazó a su piernas, reposando su cabeza en estas, Takao sonrió y su mano la llevó a sus verdes cabellos, acariciándolos con lentitud y con la otra quitó sus lentes dejándolos en el mesita de al lado de la cama.


—Takao…


—Mmm… — contestó, mientras seguían en aquella cálida posición.


—¿Cómo te has sentido aquí?... Quiero decir… ¿Te sientes cómodo? —Takao volvió a sonreír con ternura, acariciando ahora su mejilla.


—Muy cómodo.


De nuevo el silencio, hasta que Kazunari decidió romperlo.


—Que pasa Shin-chan… estoy casi seguro de que quieres preguntarme algo —y era verdad, el peliverde no se dio cuenta, pero suspiraba y su mirada viajaba de un lado a otro como buscando el valor y la palabras adecuadas para hablar. Se levantó sentándose enfrente.


—Perdóname que te lo pregunte, pero necesito saberlo… — silencio — ¿Cómo llegaste con Shiro?


Midorima lo miraba en detalle, no quería tocarle el tema, pues no quería traerle recuerdos dolorosos, pero necesitaba saberlo, conocer más de su parejita, vio como lejos de tensarse o sentir dolor, su pequeño sonrió, pero aquello en definitiva no era de alegría sino más bien de resignación.


—Yo no tuve la suerte de Taiga… — dijo con nostalgia alzando la vista y mirando a la nada.


—¿Qué quieres decir?  Tus… padres — decía, quizá comprendiendo la comparación.


—Así es, mis padres aceptaron el intercambio de Shiro a cambio de que dejara tranquila la manada. 


—No puede ser… ¿Cuánto tiempo llevabas con él? — preguntó con verdadero terror al recordar que el suceso con la manada de Seirin había sucedido hace unos años, el  imaginarse una cantidad para nada favorable con su halcón le hacía  sentir mucho miedo.


—No te preocupes, solo fueron días hasta que logré escapar—Midorima se incorporó viendo como esos ojitos se aguaban poco a poco — Sabes… —


—Déjalo, no hablemos más de ello.


—No, yo quiero contarte Shin-chan — le dijo con una sonrisa. Midorima se acomodó mejor enfrente de él tomando sus manos con las suyas en gesto conciliador. —Mi padre se casó con una halcón que no era su pareja, ella estaba enamorada de él aunque no fueran pareja y pensando que ya no encontraría la suya, la aceptó. En algunos casos puede llegar a funcionar, pero en su caso la situación no se dio así y eso recayó en mí, mi padre nos empezó a  rechazar, y ella por su rechazo se desquitaba conmigo.


Midorima lo escuchaba atento, secando esas pequeñas lágrimas que caían sin reparo por sus ojitos.


—Con el tiempo lo superé y aprendí a vivir con ello, sin embargo con la llegada de Shiro me di cuenta que no del todo estaba bien. Yo mismo me hubiera ofrecido para darle la seguridad a la manada — decía cada vez un poco más alterado y subiendo un poco la voz — Pero… me dolió mucho que ellos aceptaran sin ningún reparo y antes de yo mismo pudiera hablar… ¡Maldición! ¡Después de todo era su hijo! — gritó cerrando sus ojos con impotencia y apretándose el pecho con dolor, mientras era abrazado protectoramente por Midorima, quien con una impotencia aún mayor apretaba sus dientes y cerraba sus ojos con rabia.


 


~*~


 


Kise estaba en su habitación, ya había dejado en la suya a su humano, así que ahora disponía a cambiarse para tomarse una buena ducha,  cuando siente que tocan la puerta. Sorprendido quedó, cuando ve a Kasamatsu parado detrás de ella y con la cabeza gacha.


—¿Pasó algo? —sus ojos se abren como platos ante la reacción de tener a Yukio abrazado a su cuerpo.


—Yo… escuché algo que no debía — susurró en su pecho. Kise miró hacia ambos lados y no vio a nadie, retrocedió unos pasos llevando consigo al pelinegro y cerró la puerta — Yo siempre deseé tener padres, siempre me decían que mi madre me quería, pero de seguro tuvo motivos mayores para no cuidarme, nunca reparé en pensar que habían algunos que no deseaban a su hijos — Ciertamente en el orfanato le pintaban muy bonito de uno y mil motivos comprensibles del porque que sus padres los dejaban, pero ninguno era negativo.


El rubio no comprendía totalmente a que venía eso, pero se vio en la necesidad de abrazarlo.


—¿Por qué le tienen que pasar esas cosas a él? Y aún así estar con una sonrisa sincera luego.


—¿Te refieres a Takao? — el menor asintió, llevando sus manos a su pecho, dolía, no sabía por qué, pero dolía demasiado. Kise ahora lo comprendía, y sonrió con ternura mientras acariciaba sus rebeldes cabellos.


 


Esa noche fue tranquila para las parejas luego de aclarar lo que les molestaba, cada uno descansaba al lado de su ser destinado, no había molestia, extrañez ni incomodidad, simplemente se entregaron al calor, comodidad y seguridad que el otro ser les otorgaba.


 


~*~


 


Otro día y a las afueras, en las canchas, se podía notar a un sonrojado Himuro, y es que la sarta de menores no dejaban de mirarlo de manera rara, según él.


—Miren quien decidió deleitarnos con su presencia —soltó Kagami, riéndose al ver lo colorado que se ponía.


—Al fin lo dejaron salir — decía Kuroko siguiéndole la corriente, hablando como si el susodicho no estuviera.


Kasamatsu miraba a Himuro y se sonrojaba de vergüenza, y es que para nadie había sido un secreto el por qué no lo habían visto por estos días, y cuando se lo explicaron no lo podía creer. En cierta manera daba gracias ser un humano normal.


Takao se acercó al chico que quería convertirse en avestruz y le sonrió chocando sus hombros


—No te preocupes Himuro-chan… yo también pasé por eso, al menos pudiste saciarlo y con tu pareja, que es lo mejor. A mí en esa temporada me encerraban, era bastante torturante,  sobre todo la primera etapa —  decía  Takao como si fuera algo muy normal, y lo era, pero el trío de menores quedaron sin habla, pues no se lo habían esperado de él — ¿Qué?  —rió por sus caras.


—Concuerdo con usted Takao-san, satisfacerse uno mismo en esa situación no es lo mismo, así que creo que Himuro-san no tiene por qué avergonzarse, tuvo mucha suerte.


—Sa-sakurai también — contestó con verdadero asombro el único humano — ¿¡Pues qué edad tienen!?


Himuro, Takao y Sakurai sonrieron contestándole en orden de 55, 150 y 136.


—Wow— dejó salir al escuchar sus edades, cada vez se sorprendía más y más y una preocupación que no había visto venir llego a él… “El tiempo”.


 


Los chicos iban a empezar su partido mañanero cuando cinco chicos de la manada llegan de manera prepotente frente a ellos.


—Vaya, vaya, tan temprano jugando el nuevo favorito de Daiki — escucharon los menores volteándose ante los que ya reconocían como miembros de la manada Teiko, los cuales ya se habían dado cuenta que no los miraban bien, sin embargo no se habían atrevido a hablarles hasta ahora —Daiki debería ponerte correa, como a todos los anteriores que le salieron igual que tú.


Kagami se enojó ante la sola mención del nombre de su pareja en la boca de ese chico y más aún cuando se estaba refiriendo a él como si fuera uno más de quizás una larga lista, y aunque fuera así no se lo aguantaría, no caería en ese jueguito.


—No lo molestes, Jinkai— interfirió enojado el castaño, el mismo que fue a parar al suelo, producto del empujón que le proporcionó el anaranjado chico.


—¡Tú no te metas, traidor! — le gritó.


Inmediatamente Kagami endureció la mirada y dejó crecer sus garras, acercándose aceleradamente al chico seguido de Kasamatsu, quien estaba listo para agárralo por el cuello y darle su merecido golpe siendo detenido por Himuro y Kuroko. Takao fue a ver a Sakurai y lo ayudó a levantarse.


—Si tienes algún problema conmigo dímelo, aquí y ahora, y a él — apuntando al castaño — no lo vuelves a tocar ¡¿Me escuchaste?!


—Perfecto — sonrió al verlo enojado— No estoy de acuerdo en que alguien como tú sea la pareja de Daiki — le dijo mirándolo como si fuera poca cosa, los cuatro chicos detrás de él lo miraban igual —Un mocoso no vale la pena, él se merece a alguien mejor. — dijo triunfante.


Kagami quería agarrar ese cuello y desgarrarlo con sus dientes, iba a dar un paso, pero Takao lo tomó con cautela del brazo.


—¿Alguien como tú?


—Sí, él se merece a alguien fuerte, digno de él, no a un niño débil como tú.


Kagami sonrió con suficiencia, cruzándose de brazos, si hay algo en que confiaba y creía, era en su fuerza y que no era débil, aun así, si encontrara a una persona más fuerte que él, no dudaría a la hora de hacerle frente, no era ningún cobarde.


—Lucha conmigo y te demostraré cuál es tu lugar.


—¿Y ese cuál sería?


—Lejos de Daiki.


Respuesta tajante que terminó por convencer y enojar completamente a Kagami, sus ojos cambiaron a un rojo intenso, seguido de una sonrisa torcida.


Se dio media vuelta —Bien, pero alejémonos de aquí.


Era muy temprano y no daría un espectáculo desagradable para las personas, y menos asustaría de mala manera a todos los niños que habitaban ahí.


Mientras caminaban lentamente para no alarmar a nadie, los chicos que acompañaban  a Jinkai trataban de hacerlo recapacitar, la idea inicial era solo molestarlo, nunca ir al extremo de pelear con él, si el chico resultaba lastimado Aomine jamás se los perdonaría.


Por otro lado, Sakurai trataba de hacer entrar en razón al pelirrojo, si Aomine se enteraba, cosa que sucedería sí o sí, se iba a enojar. Pero se sorprendió al ver que todos lo apoyaban, Himuro estaba enojado, confiaba en su hermano y lo dejaría, nadie dudaba de él. Kuroko estaba igual, el también defendería su posición y sobre todo quería demostrar que nadie mejor que él para estar al lado de su pareja, y Takao estaba alterado, por no decir furioso y con ganas de defender a su alfa.


—No puedo creerlo, que se cree ese imbécil — refunfuñaba Kasamatsu, con sus nudillos apretados. —Kagami le sonrió y le desordenó el cabello —Deja de hacer eso y ¡Más te vale que le ganes! — Kagami rió y se detuvo volteándose.


—Bien, te daré el gusto de pelear conmigo, ustedes más les vale que no se metan, si de verdad no quieren verme enojado — les decía a los amigos de Jinkai, quienes realmente sentían algo de temor ante la seguridad de pelirrojo — Hablo enserio, no se atrevan a meterse sino, mis chicos interferirán y esto terminará mal— decía serio, no eran una gran amenaza para él ni sus hermanos, pero seguían siendo mayoría y pelearían enserio si se atrevían a acercarse a Takao y Kasamatsu.


Kagami se puso en posición, los chicos retrocedieron alerta. Lo mismo ocurrió con los otros.


Jinkai cambió a lobo gruñendo con rabia, Kagami se sorprendió por lo grande que era, mas no con miedo, si no al pensar que se divertiría un rato, quitó su ropa y cambió, poniéndose en frente. Enseguida tuvo al lobo encima de él, queriendo morderlo, centró todas sus fuerza en sus patas y lo empujó, se repuso y corrió sobre él, cada uno intentaba morder con las claras intenciones de lastimar, el lobo anaranjado se alejó y lo empezó a rodear acechándolo, Kagami gruñía, mostraba sus dientes y esperaba alguna acción, Jinkai volvió a atacarlo, Kagami lo esquivó y en un rápido movimiento lo empujó en el aire, yendo a parar a un árbol, el sonido fue un llanto doloroso por parte de Jinkai, pero se repuso sacudiendo su cuerpo.


 


~*~


 


En la casona los chicos ya habían despertado, y para ninguno fue una sorpresa el encontrarse solos, algunos se tomaron su tiempo en lavarse, Kise bajó a tomar agua y con las esperanzas de encontrar a su chico, pero no fue así, salió a la terraza y saludo cortésmente a  algunos miembros.


Moriyama se venía acercando mientras bostezaba perezosamente.


—Buenos días, Kise.


—Buenos días, ¿No has visto a los chicos?


—En la mañana estaban jugando en las canchas ¿Por qué?


—Mmm,  es que no los siento cerca— bajó las escaleras y se dispuso a rodearlas para ir a las canchas, preocupándose un poco al verlas vacías.


—Caray, Aomine me va a matar — dijo el pelinegro agarrándose la cara y Kise rió — No te preocupes, no están lejos, vamos, acompáñame, no siento peligro, pero creo que algo no anda bien…


Continuará…

Notas finales:

¡Uhuu! Díganme qué tal si?, ya saben lo que le guste y disguste con cariño lo recibiré! :3

Que tengan una hermosa semanita!! Ahh si me acorde las preguntas hehe

¿De qué país son? Yo de chilito n.n

Y otra cosita muy importante! Mi mente quiere meter mpreg pero sería solo unas menciones y quizá ya para el extra en dos parejas ya se imaginaran porque.

Díganme que piensan, las tendré muy en cuenta, así que hagan valer su pensamiento/opinión si?

Las quiere!! Bye bye


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