Las clases habían pasado, Yami y yo estabámos de salida. La clase estuvo algo... tensa por el profesor y Yami lanzándose miradas de odio.
- Bien Yugi, ya que eres el nuevo ¿quieres que te muestre el campus? - Me preguntó Yami viéndome.
- Oh si, me encantaría no conozco el lugar y podría perderme... - Respondí encogiéndome de hombros timida.
- ¡Pues en marcha!
Dijo Yami con mucho entusiasmo mientras salíamos del aula, pero una moto se interpuso en nuestro camino.
- ¡Hey Yami! quedamos en que íbamos a ir al club de futbol americano. - Dijo un chico alto de cabello castaño.
Cuando miro a Yami su sonrisa era radiante, pero al verme a mi su rostro se torno serio y frío. ¿Qué le pasa?
- Cierto... - Miré a Yami quien cambiaba su rostro al de una mueca.- Yugi, perdón no podré acompañarte ¿para la próxima?
- Sí.. sí esta bien tranquilo. - Sonreí más a fuerzas que de ganas.
Yami se subió a la motocicleta sosteniéndose de los hombros del chico arranco y se fue, no sin antes salpicarme toda con el charco que estaba ahí.
- ¡FÍJATE POR DONDE CONDUCES IMBÉCIL! - Grité con euforia, pero al ver que no me hacía caso hice un berrinche. Pare al darme cuenta que todo el mundo me miraba.- ¿Y ustedes que miran?
De pronto las risas se hicieron presentes por todo el campo, frustrada recogí mis cosas para irme lejos de allí tapé mi pecho para que no se viera nada de mis... cositas de mujer. Mi cabello estaba empapado y poco a poco se iba bajando. Genial. Y no sé donde queda mi dormitorio. Maldecí para mis adentros.
No sé por cuanto tiempo anduve caminando por todo el campus que encontré mi dormitorio un rato después de andar merodeando por toda la escuela.
- ¡Por fin! - Entré cerrando la puerta y tirando mis cosas al suelo para entrar a mi recamara dejando la puerta cerrada, de todas formas Yami no vendrá esta en lo del futbol americano.- ¿Oh si?
Miré mi aspecto en el espejo que estaba ahí. - Vaya, realmente luzco un asco. Toda mojada de pies a cabeza... pero el imbécil del castaño me las paga. Aunque sea una niña sé defenderme bien.
Y no es por presumir, pero cuando era niña me metí a artes marciales de cualquier tipo, desde karate hasta akido. Y gané varios premios nacionales.
- Bien, hora de cambiarse. - Coloqué mi celular en la cama y puse la canción de "My inmortal" esa canción solía relajarme.
Me fui quitando el uniforme mojado hasta quedar sólo con la venda que cubría mis senos. Era algo cansado estar con esta venda pero tenía que aguantar. Que bueno que traje un sostén extra por casos como este, de todas formas es sólo un rato. Saqué la venda para luego colocarme el sostén. - Esto es mucho mejor que usar esa estúpida venda.-Suspire cansada.
Un ruido interrumpió mis pensamientos.
- Así que Yugi Muto resulto ser una chica. - Murmuraron.
Oh no, no, no no. Esto no puede pasarme a mi.
Esa voz era de Yami, cerré mis ojos con fuerza negándome a voltear y que me viera así.
Todos mis esfuerzos se han ido a la basura.
- ¿Qué pasa muñeca? ¿el ratón te comió la lengua? - Dijo soltando una leve risa.
Pero yo no respondí.
- Te sugiero que te pongas la camisa, si no algo atrevido pasará por aquí.. - Me advirtió añadiendo un toque de coqueto.
Mierda mierda, me puse rápido la camisa ocultando todo. - ¿Viste algo? - Susurré ocultando mis ojos con mi fleco al voltearlo a ver.
- No mucho, nada más cuando te ponías el sostén. - Sonrío mordiéndose el labio.
- ¡Eres un..! - Intenté golpearlo pero el me inmovilizo tomando mi mano y tirándome al suelo colocándose encima mío.- ¡Quítate de encima! ¿Cómo has podido entrar así a mi recamara? ¡¿Que no sabes que se toca!?
- ¡Perdón señorita me creo macho para entrar a este instituto! Pero no es mi culpa que hayas dejado la puerta entreabierta. - Enarcó una ceja sin quitar esa sonrisa burlona.
- ¡Yo no..! - Fui callada por la mano de Yami.- Baja la voz o pensará que hay una chica en la habitación.- Quitó su mano de encima.
- ¡Que importa! ya me descubriste, seguramente iras con el chisme por todo el campus ¿No es así? - Dije retirando mi mirada de la suya, esta posición esta resultando ser incomoda.
- Puede ser que si, puede que no. Depende..
Ay no.. - ¿Depende de que? ¡No me acostaré contigo!
- No quiero eso tonta. - Rodo sus ojos.- Aunque no estaría mal... - Sus labios fueron acercándose a los míos, pero con un hábil movimiento aparte su cuerpo del mío.
- Ni lo pienses, dime lo que quieres de una vez.
Suspiro divertido poniéndose de pie y mirándome directamente a los ojos seriamente.
- El porque entraste a este instituto, dudó mucho que entrarás sólo por los hombres.
Bufé cruzándome de brazos mirando hacia otro lado.- Eso no te concierne.
- Oh vamos, juro no decirle nada a nadie. ¿No era que somos amigos?
Somos amigos, pero no sé si pueda confiar en el ¿y si me traiciona? ¿y si va con el chisme con su padre y con el campus? mi vida estaría arruinada.
- Te lo diré.. pero después, todavía no estoy preparada para decirlo. - Murmuré mirando al suelo.- Sólo no digas nada a nadie... por favor, este secreto depende de mi educación.
Oí como caminaba hacia a mi, yo por instinto retrocedí chocando contra la pared. Me tenía acorralada. Me miró por unos momentos a los ojos, como si estuviera examinándome de arriba a abajo. Primero mis ojos, luego mis labios. Lo cual al mirarlos se relamió los suyos provocativamente, yo sentí derretirme. El color de mis mejillas aumentaba. Su cuerpo se acerco más al mío quedando pegados uno con uno. Tomó ambas manos y las sostuvo colocándolas a lado de mi cabeza.
- ¿Q-que haces..?
Su mirada estaba fija en mi, no quitaba sus ojos de mi hasta que se fue acercando poco a poco a mis labios, me va a besar, dios mío si lo hace... sería mi primer beso que me dan en mi vida. Sus labios apenas y rozaron con los míos, pero luego fueron subiendo por mis mejillas hasta parar en mi oído.
- No diré nada, preciosa. - Sonrío encima de mi oreja soltándome de repente y saliendo de ahí.
Caí literalmente al suelo, mi corazón latía con fuerza por lo que acababa de suceder. Razoné todo lo que había hecho... ¿¡Sólo para decirme que no dirá nada y salir así como si nada y dejarme con las ganas!? todavía estaba totalmente roja, y eso me molesta demasiado porque ningún hombre había tenido ese efecto en mi.
- ¡¡Yami eres un imbécil!! - Grité lo suficientemente fuerte para que escuchara.
- ¡¡También te quiero Yugi!!
- Idiota... - Murmuré apretando mis puños con fuerza.
Nunca me había sentido así con alguien, ¿Qué hubiera pasado si llegamos a más? ¿lo habríamos hecho? ¿me vio cuando... estaba desnuda de arriba? dios, cada vez que lo pienso me pongo nerviosa. Pero por alguna razón quería que me besara... ¡No, controla esas hormonas Yugi!