– Alloquium –
Suspiró mientras seguía bajando por las Doce Casa. Había dejado Tauro atrás y ahora ya casi estaba afuera. Iría a una misión, la cual le tomaría más de lo acostumbrado y ahora comenzaba a sentirse nervioso. Era la primera vez que iría solo a una misión que le llevarían bastante tiempo. Desde que estaba en el Santuario, las misiones que le confiaban habían sido bajo cierta supervisión, pero ahora consideraban que ya estaba listo para tomar la absoluta responsabilidad. Esto era genial, al final lo reconocían por lo que era, un fuerte caballero de la orden dorada de Athena. Se había emocionado al principio, pero ahora sentía un poco de nervios, esperaba no arruinarlo. El Patriarca le había pedido que sea en extremo cuidadoso. No es que dudara de él, sino que aún era joven y es normal cometer errores, o al menos eso mencionaba Sage.
Se adentró en el templo de Aries aún pensativo, tanto que olvidó anunciarse, pero no hizo falta. El dueño de aquella casa apareció al instante y se detuvo a saludarlo.
—¿Tienes una misión? —Le preguntó su compañero y Dohko asintió.
—El Patriarca me ha pedido que sea metódico y no proceda sin pensarlo antes —contó y, al oírlo de su boca, se sintió un poco más vacilante—. Creo que piensa que puedo llegar a arruinarlo.
—Es que a veces eres un poco… —meditó qué decir bajo la atenta mirada de Dohko— ¿desorientado?
Sorpresivamente, aquello le sacó una pequeña risa a ambos. Era cierto, tenía aquel defecto, además de que era bastante impulsivo y actuaba sin medir consecuencias. Había estado esforzándose para corregir esos detalles y, en su opinión, estaba teniendo un buen progreso. Posiblemente, esta misión en solitario sería el resultado de su esfuerzo o eso quería creer.
—Se preocupa por ti —continuó hablando Shion—. Quiere que regreses ileso.
—¿Sólo él? —preguntó sorprendiendo un poco al otro caballero y también a sí mismo. No supo de dónde salió eso, simplemente lo dijo.
—Todos —contestó después de unos instantes—. Yo también quiero que regreses siempre.
Aquellas palabras le hicieron sacar una sonrisa. En aquel momento, Dohko se encontró con que cualquier nervio o duda habían desaparecido, siendo remplazadas por un sentimiento mucho más cálido. El apoyo que recibía de Shion, sus otros compañeros, el Patriarca y toda la gente del Santuario eran suficientes para no sentir inquietud alguna. Claro que volvería, aún tenía mucho que hacer y charlas que compartir, sobre todo con aquel santo.
—Gracias —mencionó con sinceridad. Desde hace un tiempo había logrado entablar una buena relación con el ariano, tanto que se habían vuelto buenos amigos y las palabras que éste le dedicaba siempre tenían un efecto especial en él.
Estuvo dispuesto a seguir su camino e irse, pero algo lo detuvo. Regresó sus pasos a donde Shion estaba y se acercó a éste. Lo miró con suma atención, como si recién acabara de notar algo que no estaba allí antes. El otro caballero se sintió confundido por aquella inspección repentina, tanto que casi retrocedió un par de pasos.
—¿Qué ocurre? —preguntó, pero el otro no le contestó. Shion vio cómo éste llevaba una mano a su rostro y se quedó perplejo ante aquel acto. ¿Qué intentaba hacer?
—Tu cabello —mencionó finalmente, enredando algunos dedos en las hebras rubias—. ¿Lo estás dejando crecer?
La sorpresa se desplegó en el rostro de Shion. ¿Cómo lo había notado? Siempre había llevado el cabello relativamente corto, pero hacía un tiempo decidió dejarlo crecer. A pesar de que la diferencia que llevaba era mínima, su compañero lo había notado. Inexplicablemente, se encontró un poco avergonzado y sintió que la cara se le calentó. ¿De qué se apenaba? No sabía. Incluso se vio imposibilitado de contestar. Abrió la boca para decir algo, pero nada salió. Se sintió un tonto.
Por su parte, aquella imagen le pareció increíblemente tierna a Dohko. Shion siempre se veía muy sereno y tranquilo, pero era divertido romper con aquella templanza de vez en cuando.
—Me gusta cómo te queda —continuó y se alejó de su compañero.
La conversación acabó ahí. Simple y calmada como siempre, pero con un ligero no-sé-qué el cual no eran capaces de definir. Dohko le había tomado el gusto por charlar con Shion y éste, a partir de esa ocasión, se entusiasmó más por dejar crecer su cabello.