-¿ya puedo abrirlos?- cuestiono juguetón Tetsuya mientras tentaba en el aire en busca de algún apoyo, esa mañana Taiga había llegado por el a su casa, le había puesto una mascada en los ojos y le había llevado en auto hasta no sabía dónde.
-ok. Puedes abrirlos.
Tetsuya parpadeo un par de veces deslumbrado por la luz, estaba parado en medio de una gran sala, sin muebles, habían varios pasillos que a saber dónde llegaban, una chimenea apagada y una gran cancel de vidrio que daba a un jardín trasero, era una bella casa.
-¿es tu próximo proyecto?-
Tetsuya sabía que Taiga siempre buscaba lugares que pudieran ser más bonitos, para él esa casa era perfecta.
-si… creo que será el mejor proyecto de mi vida.
Cuando Taiga se hinco frente a él y saco la caja negra con un anillo Tetsuya sintió un gran nudo en su estómago, habían pasado dos meses desde que ya le había dado el sí, después de eso ninguno había dicho nada más, tampoco le habían dicho a nadie, en ocasiones se quedaban en la casa de Tetsu, en otras en la de Taiga, los dos se amaban, pero no habían dado el siguiente paso, muchos les dirían “estúpidos” al haber dado un si tan rápido, pero Tetsuya estaba seguro, Taiga era la otra parte de su alma, el latido de su corazón, el buen funcionamiento de su hipotálamo, ya no veía su vida sin él.
-Tetsuya… ¿aceptas ser mi esposo?- el ojiazul sonrió con nerviosismo, esto era infinitamente más emocionante y bonito que cuando se lo había dicho en la cama.
Estiro la mano, reprendiéndose internamente por el ligero temblor que había en ella.
-ya te había dicho que si…- pucheo y después alzo su mano para ver el bonito anillo que descansaba en su dedo.
-pues bien, esta será nuestra casa…- dijo Taiga como quien comenta el clima. Al ver que Tetsuya iba a reprocharle algo continúo:
-ya investigue algunas cosas, mi casa actual cubre casi en su totalidad el costo de esta, un par de proyectos más y estará totalmente pagada, estamos a quince minutos del kínder Garden, me gustaría hacer una ceremonia pequeña, no tengo familia, Atsushi y su pareja, las hermanas de Tatsuya, unos pocos amigos del colegio, al parecer tu estas en la misma situación, pero en cuanto nos casemos vamos a hacer una muy grande familia.
Taiga movió sus cejas seductoramente y sonrió. Tetsuya camino coqueto por la gran sala y comenzó a recorrer lentamente el primer pasillo.
Su casa. Sonrió bobamente. La casa que compartiría con Taiga.
Una cocina, un estudio, dio un giro y encontró lo que sin lugar a dudas sería una recamara, el baño, todo sin muebles pero diseñado de manera tal que era muy fácil saber que era qué.
Cuando abrió otra de las puertas se encontró en otra recamara, una gran cama pegada a la pared, con una colcha roja y un enorme ramo de flores en medio. Taiga era un romántico sin remedio, una caja de sorpresas, lo amaba tanto.
Escucho los pasos de Taiga acercándose al pasillo, buscándole, dándole tiempo a reconocer su futuro hogar y encontrar su última sorpresa del día. Tetsuya no se podía quedar atrás, Taiga definitivamente se merecía un premio, la cama, las flores, el ambiente le estaban dando una muy buena idea de que hacer.
Se despojó de su ropa rápidamente, o al menos tan rápido como podía, cuando se inclinó para recoger toda su ropa y poderla dejar en cualquier lugar menos en el suelo sintió un fuerte escalofrió recorrer su espalda.
Taiga le estaba viendo, con hambre, con amor, lujuria, como si fuera un tigre a punto de lanzarse a la presa, Tetsuya giro su mirada, sus ojos se encontraron y le dio una bonita sonrisa.
-caminas muy rápido, me quería meter a la cama y dejar que desenvolvieras tu regalo lentamente.-
Taiga camino como depredador hacia él, las pupilas tremendamente dilatadas, transpirando masculinidad y sexualidad a cada paso.
-nunca me han gustado las envolturas en los regalos…-
Estúpidamente Tetsuya dejo caer la ropa, levanto sus brazos e invito a Taiga a ellos.
El tigre no rechazo la invitación, se inclinó y levanto al ojiazul siendo rodeado por los delgados brazos y las blancas piernas.
Camino con su pequeño regalo directo a la cama, se sentó con él en la orilla de esta, permitiéndole a su amante acariciarle, restregarse en su cadera aun vestida, arrancar los botones de su camisa para ser fieramente besado y acariciado, Tetsuya podría tener carita de palo la mayor parte del tiempo, pero en la intimidad de su cuarto era un pequeño diablillo al que le gustaba hacer las cosas a su gusto… y el no podía ser más feliz.
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Akashi se sorprendió cuando el guapo rubio abrió la puerta del hogar al que habían sido invitados como cada mes desde hace ya algunos meses. Tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no reírse, encima de la ropa el rubio usaba un delantal rosa como si fuera toda una señora de su casa, su ancho abdomen le daba una apariencia estresante, como si estuviera a punto de reventar, el rubio caminaba como pato y para sorpresa de todos seguía tan activo como si la panza no le estorbara.
-¡Murasakibaracchi… Akashichi! ¡Pasen! Estamos a punto de poner la mesa, Takaocchi y Midorimacchi no me deja hacer nada, cree que estoy invalido, no embarazado, Kurokocchi y Kagamicchi ya llegaron también.-
La pareja entro y de manera inmediata Takao y Ryota rodearon a Murasakibara, quien cargaba la pequeña porta bebé con una bonita bebe profundamente dormida.
-es tan linda…- susurraron con temor a despertarla. Akashi sintió que su corazón se henchía de orgullo al ver que su hija era capaz de robar el corazón de la gente, a sus dos meses era una bebe muy despierta y por extraño que sonara muy extrovertida. Le sonreía a todos y balbuceaba como si realmente se estuviera involucrando con las pláticas de adultos.
Lo más lindo de su hija sin lugar a dudas es que había enternecido tanto a Atsushi y le había hecho un padre tan responsable que Akashi no podía ser más feliz.
Todos entraron a la sala. Ocasionalmente hacían reuniones, tan solo la semana pasada había sido el baby shower del rubio, en esta ocasión estaban festejando que Tetsuya y Taiga habían emprendido la maravillosa ruta del embarazo. El pequeño ojiazul tenía apenas dos meses y todos, en serio todos lo cuidaban cual muñeca de porcelana.
-Kise-kun se emocionó de más, no era necesario una fiesta, tiene que descansar, está por dar a luz y sigue trabajando como loco…- el ojiazul pucheo cuando todos se acercaban a él para abrazarlo y felicitarlo por su estado. ¿Y cómo era posible que no lo hicieran? Ya casi eran dos años desde que la falla cardiaca de su amigo casi les separaba. Y ahora no solo tenían a su pequeño amigo, si no que tenían el placer de convivir con su esposo y en un futuro no muy lejano con su bebe.
-tu déjate querer… ya verás que más adelante la victima de tanto amor va a ser tu bebe y no tu…- canturreo Takao mientras pellizcaba con amor la mejilla blanca.
A Tetsuya le dieron ganas de golpear al moreno, en broma pero realmente lo quería hacer.
Daiki bajo de la recamara, pese a que acababa de llegar de una guardia nocturna y se veía como una verdadera mierda había insistido en estar ahí. Tetsuya sintió un nudo de nostalgia en su garganta y tontamente sus ojos se anegaron en lágrimas.
Que tonto, las hormonas arrasaban sus sentimientos de manera catastrófica. Taiga le abrazo y besos sus lágrimas, sonriéndole, entendiéndole.
-ve con él, no lo has visto en la semana y pese a que vez a Ryota aquí en el trabajo sé que extrañas a tu “papá”-
El pelirrojo comento con humor mientras Tetsuya se ponía de pie, caminaba hacia el moreno que saludaba estúpidamente la panzota del rubio y toco su hombro para llamar su atención.
-hola Aomine-kun-
El moreno se incorporó, sonrió con emoción a su pequeño amigo y lo envolvió en un fuerte abrazo. Todo había cambiado. Desde que había conocido a Taiga todo había girado para bien.
Se había casado hacia 8 meses, los mismos que Ryota tenía de embarazo, se había mudado a la casa que Taiga había comprado para ellos y Taiga había hecho unas muy bellas remodelaciones a los departamentos en lo que había vivido para formar una casa de ensueño para Ryota y Daiki, se había reinaugurado el kínder Garden en el que tanto había trabajado su abuela y era feliz, muy feliz… tan feliz que cuando vio al moreno comenzó a llorar con su carita de palo.
Daiki brinco con alarma y sujeto sus hombros
-hey Tetsu ¿paso algo? ¿Te sientes mal? ¿¡Ese imbécil te hizo algo!?-
El pequeño ojiazul se limpió con la manga de la camisa los ojos y estos se pusieron más rojos.
-quería verte…-
Susurro el ojiceleste mientras se encogía en su lugar, como un niño pequeño que temiera algo.
-oh Tetsu… nos vimos la semana pasada… no tienes que llorar… ven acá chillón-
No eran de extrañar que Tetsuya estuviera sensible o que Aomine fuera más tierno con las personas, los dos se abrazaron en la sala del hogar y después rieron como un par de adolescentes.
Taiga tomo a su pequeña pareja y le abrazo aún más cariñosamente, como un gatote marcando su territorio. Tetsu no pudo hacer otra cosa más que reír, era feliz, amaba a su esposo, a su bebe, su vida, sus amigos, su trabajo. Todo era perfecto. Y tenía el presentimiento que duraría por mucho, mucho tiempo.