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Drutz por Daena Blackfyre

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Notas del capitulo:

Hola. Bueno, días complicados como le pasan a todos, pero aquí estamos. Gracias a todos por leer.

Saint Seiya, Saint Seiya The Lost Canvas y en todas sus formas, pertenecen a Masami, Teshirogi, Toei, etc.

– Instrucción –

Dohko tragó grueso cuando ese par de personas lo miraron fijamente y, otra vez, volvió a considerar que había sido un error ir hasta ahí.

La realidad es que no supo a quién más recurrir y ahora se estaba arrepintiendo. ¿En qué había pensado cuando se le ocurrió que era buena idea saciar sus dudas a través de Kardia de Escorpio? ¡Justamente aquel santo! Sí, así fue. Quizá cualquier otra opción hubiera sido mejor, incluso hablar con el Patriarca le sonaba más factible, pero le apenaba imaginarse en una situación así con cualquiera de sus compañeros. Y, mal que mal, con el escorpiano tenía buen diálogo y, de todos, creyó que sería el que le hiciera el asunto más llevadero.

En el momento, en serio le pareció lo mejor realmente, pero luego de que llegó al octavo templo fue que comenzó a dudar. Kardia lo saludó, diciéndole que era extraño verlo ahí y qué quería. Lo pensó, aspiró mucho aire y lo hizo. Costó. Costó muchísimo, pero en el momento en que Dohko le pidió hablar sobre ese tema, más específicamente sexo, Kardia se quedó de piedra. Jamás lo había visto callado tanto tiempo y hasta creyó que se estaba poniendo más pálido, como si estuviera viendo un fantasma. Ahí fue que empezó a considerar que era algo indebido lo que hacía, pero, antes de pensar en irse, Kardia lo arrastró hacia alguna parte de su templo, lo arrojó en una silla y le pidió –ordenó más bien– que se quedara ahí. Dohko no entendió esto, pero cuando vio volver al escorpiano con el dueño de la cuarta casa lo comprendió a la perfección.

—¡Al fin, chinito! —vociferó Manigoldo entrando en la habitación—. Cuando el bicho rastrero me lo dijo no le creí, pero aquí estás.

—Así que quieres hacerte hombre —Kardia suspiró a su lado con exagerada nostalgia—. Qué rápido crecen. En cualquier momento nos llevamos a Regulus de juerga.

—Eso si Mamá Sísifo no te corta las bolas antes.

Aquel comentario sacó una risa de ambos, pero Dohko mantuvo el silencio. Kardia y Manigoldo se sentaron frente a él, con una mesa que los separaba. ¿Eso sería como una cocina? ¿Kardia en serio tenía este tipo de artículos en su templo? Qué sorpresa, pero no dejaba de parecerle extraño. Todo en aquel instante era extraño.

Se trataba de la escena más incomprensible que se hubiera imaginado jamás. Se sintió como un hijo a punto de escuchar un desagradable sermón de sus padres. Más o menos sería así, pero la ventaja era que esos santos no eran sus padres y contaba con la idea de que harían la situación más llevadera por la forma de ser de ambos. Al menos eso quería pensar para relajarse.

—Cuéntanos, Dohko —comenzó Kardia, cruzando las manos bajo el mentón con una sonrisa bastante socarrona—. ¿Qué te trae por aquí?

—Deja de decir estupideces y vamos al grano —lo cortó Manigoldo—. ¿Cuándo quieres que sea?

—¿Eh? —Dohko no estaba entiendo nada.

—Que cuándo quieres que sea —reiteró, pero pareció no ser suficiente. Chasqueó la lengua con hastío—. ¿Cuándo te la traemos? Rubia, pelirroja, morena, pechugona; tú di cómo te gustan y la conseguimos.

—Asiática seguro —bromeó Kardia y el italiano rió con él.

Por su parte, Dohko quedó perplejo y sin habla. ¿Llevarlo, a él con una mujer o que se la trajeran? No, eso no era lo que quería. Al parecer se estaban confundiendo. Esto no estaba saliendo como esperaba.

—Debemos buscar un día para salir del Santuario e ir, acá no podemos meter a nadie —siguió planificado Cáncer.

—La última vez que nos escapamos para tomar unos tragos Dégel casi me convierte en un iceberg —recordó un poco de ese momento, había sido difícil, aunque también muy gracioso— y Albafica ni se diga. ¿Aún tienes verga o ya la enterró en su jardín?

—¡Cállate, estúpido de mierda! —Le dio un golpe en la cabeza. Sus problemas con el dueño del último templo no eran el tema de discusión—. Esto es por una causa mayor —recordó y señaló a Dohko—. Tenemos que ayudarlo a dejar de ser virgen antes de que un espectro lo mate y se coja su cadáver.

Kardia apoyó esa moción y Dohko se sintió levemente horrorizado por aquella imagen. Debía parar esta sarta de delirios de una vez.

—¿Y bien, chino? —reiteró Manigoldo mirándolo— ¿Cuándo vamos por las putas?

—¿Por las...? ¿Qué? No, no. No me entendieron —intentó explicarse aunque supo que sería difícil—. Yo no quiero nada de eso.

—¿Qué no? —Ahora su mirada cayó en Kardia con cierto reproche—. Eres un mentiroso bicho rastrero.

—Oye, yo no mentí —se defendió—. Tú me dijiste que querías unos consejos sobre sexo —recordó y la cara de Dohko se calentó lentamente—. Eso es porque quieres hacer tu gran debut, ¿o no?

—Bueno... sí, pero no de esa forma.

—¿Qué forma entonces? —siguió indagando el escorpiano y vio al otro tragar saliva.

—Hay alguien con quien yo quisiera... Pero no estaba muy seguro de cómo y por eso... —¡¿Por qué era tan difícil decirlo?! No sabía. La vergüenza se había apoderado de él y sus ojos fueron a parar a la mesa mientras hablaba.

Para su sorpresa, Kardia y Manigoldo se levantaron de sus lugares para estirar los brazos, tomar su cabeza y darle algunos coscorrones amistosos.

—¡Ahh, nuestro chino tiene una novia!

—Te la tenías bien guardada, desgraciado.

Cuando al fin lo dejaron y volvieron a acomodarse fue que el nuevo interrogatorio dio inicio.

—Anda cuéntanos —exigió Escorpio—. Cómo es, dónde la tienes oculta, qué tan buena ésta. No creíamos que tuvieras novia.

—No tengo en realidad —aclaró y no supo cómo seguir. Venía una parte bastante difícil ahora, que no estaba seguro si podría admitir.

—¿Una aventura? —sugirió Manigoldo— ¿Está casada? ¿Tiene dos cabezas? ¡Ya dilo, hombre!

Esas exigencias sólo lograron ponerlo más nervioso. Respiró hondo e intentó prepararse para lo siguiente.

—No es precisamente... una mujer.

Silencio. Eso fue lo que hubo en aquel instante, el cual casi le pareció eterno. Las caras sorprendidas frente a él no duraron tanto como esperó, pero eso no hizo que bajara la guardia.

—Así que te quieres comer a un tipo —comentó Manigoldo cruzándose de brazos—. No es para hacer un escándalo, tampoco es muy distinto.

—No le mientas tan descaradamente.

—Si no lo es —dijo y luego se lo pensó un momento—. Bueno, depende de quién haga de quién.

—¿Qué cosa? —intervino Dohko, más que nada sorprendido por la naturalidad con la que sus compañeros se tomaban el tema. En parte eso lo aliviada.

—Ya sabes —Manigoldo sonrió con la mitad de la boca—. El que da y el que la recibe.

—El que la pone y el que lo presta —acotó Kardia.

—El que pone el culo y el que mete la verga.

—El que muerde la almohada y el que sopla la nuca.

—¡Ya entendí! —cortó aquel interminable mar de redundancia, pero al instante los otros esperaban que conteste. ¿Qué esperaban que dijera? Si todavía no hay hecho nada. Intentó razonar un poco al respecto—. No lo sé —admitió—. Supongo que soy el que... ¿da?

—Depende —articuló Manigoldo—. Si se la quieres dar a Hasgard dudo que siquiera puedas intentarlo.

—O a Aspros —agregó Kardia.

—Ni con nosotros dos podrías.

Los miró molesto por aquellos comentarios, pero en realidad le eran indiferentes. Él no quería estar con ninguna de esas personas. Quería a alguien más.

—Eso me lleva a pensar —El escorpiano llamó su atención en aquel instante y la sonrisa que éste tenía no le gustó para nada. Kardia podía un poco despistado a veces, pero para estas cosas tenía un olfato inigualable—. ¿Conocemos a tu pequeña presa?

Esa pregunta le dejó estático y hasta sintió que las manos le sudaban. ¿Cómo debía contestar eso?

—No es una presa —aclaró y Kardia rió entre dientes.

—Oh, también le quieres —comentó y al instante miró a Manigoldo, quien estaban igual de divertido que él. El silencio de Dohko sólo le había confirmado su pregunta—. Además de que le conocemos y por lo tanto vive en el Santuario, debe ser algún santo y quién dice que no es un dorado.

Aquellas conclusiones dejaron a los otros dos presentes perplejos. ¿Kardia en serio podía pensar tan rápido y sacar respuestas con esa energía? Quizá no era tan bestia como la mayoría pensaba, o como Acuario pensaba.

—Estos son los momentos donde en serio creo que tienes cerebro en lugar de puré de manzana dentro del cráneo —Lo decía de verdad, Manigoldo estaba bastante sorprendido todavía.

—Hazme el favor de decírselo al señor don tranquilidad la próxima vez que lo veas, a ver si a ti te cree.

Dejando la broma de lado. Si antes Dohko estaba nervioso ahora sudaba frío. No había pensado en contar sobre su interés en Shion, tampoco era su plan hacerlo, pero sus compañeros no se veían para nada preocupados ante la idea de que tuviera algo con otro miembro de la congregación. Por lo tanto, quizá no hubiera nada de malo en comentarlo.

—Shion —dijo de repente, llamando la atención de los otros dos. Las risas pararon y ambos lo miraron con los ojos bien abiertos. Tal vez sí hubiera algún problema.

—¿Qué dijiste? —Kardia, en su asombro, apenas articuló las palabras.

—Que es Shion con el que quiero estar —reiteró, formulando una frase completa.

No podía echarse para atrás ahora, así que confesó. Por lo visto, no fue algo que los otros santos esperaban.

—¡No jodas! —Manigoldo pegó un alarido y golpeó la mesa, espantando un poco al otro— ¿En serio quieres comerte a la frígida de Shion?

Aquel comentario le hizo arquear una ceja. ¿Frígida? ¿Que Shion era frígido? Ese no era el concepto que tenía de él, incluso diría que era lo contrario.

—Yo siempre creí que los muvianos no tenían sexo —argumentó el escorpiano.

—Y yo que Shion sólo se excitaba por las armaduras.

Luego de salir de la impresión. Le dieron unos cuántos consejos útiles, más bien reforzaron la información que él ya tenía. Fue bastante productiva la charla, ya que tanto Cáncer como Escorpio ignoraron hacer preguntas tales como: ¿Desde cuándo están así? ¿Cómo pasó? ¿Estás seguro? Ellos simplemente se limitaron a decirle lo que sabían. Un par de voces que le hablaban de la experiencia, o al menos eso sintió Dohko, le ayudaron bastante.

Aunque admitía que en algunos momentos la conversación se tornaba turbia y estaba tentado a querer terminarla. Eran explicaciones muy explicitas y hasta gráfica, porque los otros dos santos hacían señas con las manos para que entendiera mejor mientras hablaban. Que mejor hazlo así, no lo hagas tan rápido o le vas a romper todo, esta posición es más cómoda, de esta forma no duele tanto, tienes que usar esto porque la saliva es una mierda y no sirve, enseguida se seca; además de muchas otras cosas. Incluso le dieron un… ¿Cómo se supone que se llamaba eso? Bueno, no era importante. Agradeció la ayuda y la tomaría muy en cuenta. Se alejó del templo de Escorpio mientras le gritaban algo como "No olvides contarnos los detalles escabrosos", no planeaba hacerlo de hecho y menos para tener otra conversación como la que acababa de vivir.

Notas finales:

Ya habrán notado que no fue un estado ni nada de eso. Esto iba a ser el principio de último capítulo, incluso ni siquiera iba a ser una escena, tan sólo una mención de que Dohko fue a hablar con Kardia, pero se me hacía tan divertido imaginarlo que lo tuve que escribir. El último capítulo es muy largo, por lo que me parecía un poco desubicado tener capítulos de menos de 2k y de repente el último tenga 6k. Así creo que se equipara un poco y los hago sufrir un rato más.

Nos vemos en unos días con el último capítulo. Muchos besos!


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