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HIELO por Huitzil

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Notas del capitulo:


Hello my darlings, otro cap que subo, feliz año a todas, estamos a un año mas cerca de la muerte, es como los cumpleaños pero en general, en fin espero que les este gustando el fec. antes que nada olvide mencionar al principio que los personajes que aqui estan no me pertenecen son de Arthur Conan Doyle y de la BBC, gracias por leer los leo abajo besos :*

 

 

 

La timidez es una condición ajena al corazón, una categoría, una dimensión que desemboca en la soledad.

- Esta bien.- murmuro calmando su yo interior, respiro hondo y se acercó a la ventana esperando quizá ver una cabellera castaña con unas cuantas canas salir invicta del edificio, de alguna  manera empezaba a preocuparse por otro ser vivo que no fuera su pequeño demonio menor Sherlock.

 

 

CAPITULO 3.

*

*

*

 

Mycroft no se había movido del salón, incluso cuando escucho a Steven caminar furioso por los pasillos no se movió de su lugar, simplemente dirigió su mirada a la ventana para ver mejor la entrada de la escuela esperando. Como lo único que sabía hacer, esperar a que sus conjeturas fueran las correctas… y con deleite atisbo al chico castaño sonreír intacto en la entrada del edificio junto con sus amigos. Admiro de lejos su piel apiñonada, esas cejas profundas y enmarcadas, esos ojos azabaches, enormes y expresivos. Ese cuerpo joven y atlético. De alguna manera se sintió más tranquilo por verlo andar junto a sus amigos tan animado como seguramente era su costumbre “Qué envidia ser ese chico”.

-¿Te gustaría ir a ver el partido?- La voz de la chica con el celular lo interrumpió de sus pensamientos.

- No.- respondió con franqueza Mycroft viendo cómo se perdía el chico en la lejanía. Se encontraba un poco fastidiado de todo eso del partido y  agradeció de antemano que la chica fuese tan reservada y que hablara menos que los demás ya que conversando con las personas comunes él se consideraba un asco. No había necesidad de hablar si no se pretendía llegar a un fin en común.

- Van a jugar con un equipo muy bueno, tal vez pierdan, deberías ir.-

Mycroft considero y medito en silencio lo que la chica castaña le acababa de decir. Era cierto que interiormente deseaba que el equipo de su secundaria perdiera, quizás así de una vez pararían de bobear; pero ir a ver su inminente derrota, eso significaría caminar hasta las gradas y ver al estúpido de Steven Gerrard perder y seguramente con quien pagaría su mal día seria con nada más y nada menos que con su rechoncho cuerpecito.

- ¿Cómo sabes lo que me gustaría?- pregunto moderadamente sin quitar su mano de su mejilla y sin dejar de ver por la ventana.

- Porque siempre veo cómo te molestan los del equipo de fútbol, quizás no diga nada o lo haga pero no estoy ciega, he querido intervenir muchas veces sin embargo ya vez, solo soy una chica y nada más, me darían una golpiza las porristas. También conozco a tu hermano, al parecer los dos son todo un caso.-

- ah...- soltó con tranquilidad Mycroft. Internamente quedo muy sorprendido por la sinceridad de aquella adolecente, no se esperaba que alguien cuando menos haya querido intervenir por él, pero no creyó necesario agradecer por eso – Haz hecho bien en no entrometerte, fue algo muy inteligente de tu parte aunque bueno, no iré a ver el partido de todas formas.-

- No iras solo. Te acompañare, claro si no te molesta.-

Mycroft se quedó en silencio un momento, reconsiderando la petición de la chica. De la nada su curiosidad casi inexistente afloro en su pecho, era su oportunidad de volver a ver al chico de los baños y averiguar si estaba completamente bien. No es que estuviera preocupado por ese joven, claro que no, solo quería darle las gracias y no dejar cabos sueltos.

Para Mycroft no fue un reto averiguar que ese chico era un jugador de futbol, solo era cuestión de observar su físico y esas fuertes y largas piernas para saberlo. “Less” jugaría, o cuando menos estaría sentado en la banca. Ahora sí que se moría por ir a ver el estúpido y aburrido partido de fútbol.

Resignándose por su curiosidad redescubierta tosió levemente y se aclaró la garganta para empezar a caminar – ¿Vienes?- pregunto sin cambiar su tono de voz, pero se escuchó más a una orden que otra cosa.

Cuando llego se detuvo en la sombra de un árbol. Mycroft no era de los que apreciasen el sol en toda su magnificencia, odiaba cuando los rayos dorados le quemaban su piel, tornándola de un rojo insoportable.

Con solo pararse empezó a observar el rostro de cada uno de los jugadores. Observo con repugnancia la dicha de Steven cuando ambos cruzaron miradas y su arrogancia manifestarse sin contenerse, parecía un perro sin correa. Observo varios rostros más, pero no estaba aquel que buscaba, no estaba el chico con canas por el que había ido a realizar todo ese sacrificio de plantarse en un lugar lleno de personas apestosas y ruidosas. Su esfuerzo se venía abajo de nuevo, en definitiva, su mala suerte lo acompañaría hasta su muerte solo por no ser como los demás. Entonces su corazón dio un vuelco de alegría al mirar a ese chico de cabello castaño y mirada cariñosa aparecer por uno de los costados, seguido de sus compañeros de equipo para dirigirse como era costumbre al centro de la cancha.  Cuando aparecieron los susodichos, varios estudiantes de la secundaria de gobierno y varias mujeres silbaron y vitorearon al chico castaño como si fuera un héroe. Mycroft se sintió más satisfecho al saber que no estaba equivocado y sus sospechas sobre que aquel chico era uno de los jóvenes más atractivos y populares de sus contrincantes, incluso era uno de los jóvenes más guapos que había visto en su vida, con la sonrisa más esplendida que jamás había visto.

El partido empezó muy animadamente, los dos capitanes de los equipos tenían que ver quien tendría la pelota primero. Steven se sorprendió mucho al ver a Less acercarse, por lo visto a Gerrard no le había hecho mucha gracia que el número 19 fuera el mismo que los interrumpiera en los baños y por lo visto también el capitán del otro equipo. Tanto fue su disgusto que casi empieza una pelea enfrente de todos, si no fuese porque el castaño sonrió levantando las manos en son de paz y el árbitro los detuvo, seguramente estarían en el suelo rodando moliéndose a golpes.

Mycroft observo y leyó en voz alta el apellido del número 19, sintiéndose culpable por sentir placer solo por esas insignificantes letras detrás de una playera obscura “Lestrade”

El placer del mayor de los Holmes se intensifico, por una vez en su vida sonreía a causa de un ser humano cual tonto sin cerebro. La dicha estaba en su pecho, no tenía palabras para explicar el remolino de sentimientos que tenía justo ahora y eso le asusto, él no era así, él nunca había sentido nada de esas cosas, ni de esos sentimentalismos, ni cursilerías, ni nada de esas tonterías humanas, de hecho no las entendía en su totalidad y eso era lo que le asustaba más, el no saber exactamente que le pasaba. 

Cuando era niño recordó haber sentido algo “parecido” por Sherlock, su pequeño hermano menor. Tenía no más de 4 años el pequeño demonio personal cuando decidió por cuenta propia introducirse a un estanque para tomar un pato, si no fuera porque Mycroft estuvo presente seguramente ahora no tendría hermano, cosa que por el momento consideraba altamente beneficiosa; sin embargo pocas cosas eran por las que se arrepentía y salvar a Sherlock de morir ahogado no era una de esas cosas. “Cuida de ahora en delante de él Mycroft, es tu sangre es tu hermano” recordó la voz de su padre en el hospital “Promételo hijo mío, dame tu palabra que jamás dejaras que le pase nada a tu hermano. Prometelo” la voz de su madre hizo eco en aquellos recuerdos “lo prometo” ¿Qué podría saber un niño de promesas y de honor? Y aun ahora mantenía su palabra, jamás dejaría que le pasara nada a su demonio personal, por su vida no dejaría que su hermano pasara por algo parecido de nuevo.

- ¡Goool!- Gritaron con énfasis varios, sacándolo de sus pensamientos dio un ligero respingo y dejo de soñar despierto para ver como con Lestrade un compañero había anotado un asombroso gol. Hay que aclarar antes de continuar, Mycroft, odiaba los deportes, o bueno la mayoría de estos y entre los deportes que más odiaba estaba el futbol, lo odiaba, no soportaba ver a un montón de tontos persiguiendo un balón para introducirlo en una portería, se le hacía ridículo, además de estúpido; pero justo ahora se le hacía de alguna manera un deporte interesante. “Bip, bip” escucho claramente sonar su celular, lo saco con rapidez y fastidio una vez que leyó el mensaje.

“Se te acaba el tiempo”

-S.H.-

Mycroft apretó la mandíbula con fuerza y coraje, ahí estaba su pequeño demonio para hacerle saber que la felicidad además de ser monótona era inexistente para un gordo pecoso como él. “Vamos Mycroft, deja de hacerte castillos en el cielo, ya tendrás tiempo para descansar después”

- ¿Adónde vas?-

Le pregunto la chica que no había soltado el celular, apenas levantando levemente la mirada.

- Cualquier lugar es mejor que esto; además ya sabemos de antemano el resultado final de este ridículo juego.-

La chica no se inmuto de su lugar y se quedó ahí sin decir ni una sola palabra más, solo bastaba con asentir con la cabeza para que el chico pelirrojo entendiera que como siempre tenía razón.

Camino sin mucha prisa, alejándose con la gracia de un felino orgulloso al único lugar seguro que conocía, la biblioteca de la escuela. Necesitaba pensar, concentrarse y encontrar cabida a sus pensamientos que en este momento parecían navegar en un velero en mitad de una horrenda tormenta.

Se pasó toda la tarde pensando, tenía que enfrentar a Steven, de una vez y por todas sino quería que su hermano menor se viera involucrado en una terrible cruzada, bufo insatisfecho al ver varios escenarios negativos, mirando los libros a su alrededor

Frente a la mesa de la biblioteca escucho un gran “croa” levanto la cabeza, y busco con la mirada al ser que había hecho ese ruido, ya lo había escuchado antes, en momentos más calmos… ¿En dónde?

“Joder ¡Sherlock!”

Mycroft se puso de pie tan rápido como su pesado cuerpo se lo permitió. Y ahí estaba… la rana de su  hermano croando en pleno pasillo y no es que estuviera perdida... era una de las maneras “estúpidas e impulsivas” de avisarle que el tiempo se había acabado.

-¡Sherlock!- grito eufórico, dirigiéndose a la puerta de la biblioteca temiendo lo peor.

“cerrada” La sacudió un par de veces tratando de abrirla, la golpeo con el pie en un ataque de nervios. La puerta estaba cerrada por fuera.

Mientras tanto el partido había acabado, Steven estaba furioso, les habían dado una paliza en la cancha esos chicos, y aunque habían comprado a la mayoría de los árbitros no les toco tanta suerte como esperaban. Steven golpeo con el puño uno de los casilleros de los vestidores con prepotencia. Su mejor amigo se le acerco dándole una ligera palmada en el hombro y salió de ahí junto a los demás, ya era tarde y todos estaban muy cansados como para quedarse a lamentarse, además eran jóvenes y tenían cosas más importantes.- (o tontas) en las que pensar.

- ¡Maldito hurón! ¡Lo odio!- exclamo llevándose las manos a la cabeza, cuando de la nada sintió como alguien le daba en la cabeza con un balón, cuando se giró alguien le propino un buen golpe en los testículos tirándolo al suelo.

- Esto es por el sobrenombre  – escucho. Por el dolor veía todo borroso y sintió claramente como alguien le estrellaba la cara contra la pared, hasta hacerlo sangrar – escucha bien escoria, esto es por todo lo demás.-

Gerrard se tomó la cara y sin pensárselo dos veces por su instinto animal tomo del tobillo a su atacante y pudo ver a un niño con unos asombrosos rizos negros lo miraba sin inmutarse. Sus ojos azules reflejaban una ira incontrolable y una petulancia parecida a….

- Mycroft…- murmuro en un gruñido Steven, tratando de asimilar a estas dos personas tan diferentes.

- Que bueno que te sabes su nombre.- sonrió el pelinegro zafando su tobillo de aquel débil agarre – y si le vuelves a hacer algo a ese estu….

Sherlock se sorprendió mucho cuando fue jalado del tobillo nuevamente y el jalón lo tiro al suelo golpeándose la cabeza en el impacto. Sherlock no le dio tiempo de reaccionar cuando vio a Steven sobre él cubierto de sangre y sujetándole del cuello. El aire le comenzaba a faltar, trataba de alejarlo pateándole y rasguñándole pero temió que sus cálculos le hubiesen fallado… Gerrard era fuerte, el pelinegro lo había previsto, mas no espero que los reflejos de este fueran más rápidos y que actuara a pesar del dolor.

Sherlock quiso gritar pero su voz se había ido. Empezó a cerrar los ojos quedándose sin aire, su color pálido había cambiado a uno morado por la falta de oxígeno, sus fuerzas flaquearon y quedo inconsciente sin poder hacer nada por ello.

OoOoO

Lestrade estaba muy contento habían ganado, ¡Dios! ¡GANADO! Que si, muchos los abuchearon y si, creyó que todos los árbitros estaban en su contra, incluso llego a pensar que habían sido comprados pero – ¡Genial ganamos! – grito entusiasmado, estaba con todos sus amigos celebrando aquella estúpida victoria, cuando una porrista del otro equipo se le acerco muy alegre junto a un par de amigas más. Lestrade no puso mucho inconveniente en hablar con las lindas señoritas que los felicitaban y no paraban de reír.

“sí que las mujeres son unos lindos ángeles” pensaba Lestrade platicando animadamente.

- ¿Cómo lo hicieron? Fue un milagro que ganaran.- dijo la amiga de la porrista rubia con un poco de petulancia y arrogancia al mismo tiempo.

- Suerte. Un poco de suerte. Hoy me traje mi pulsera de la suerte y por eso ganamos.- bromeo Lestrade gallardamente mostrando una pulsera de plata que le había regalado su padre hacer tres años en su cumpleaños y que siempre portaba orgulloso.

- ¡Es tan linda! ¿Puedo verla?- pregunto la chica quintándosela de la mano y admirándola.

“Pues ya que, ya la tomaste” pensó el castaño viendo su más valiosa posesión en manos de esas niñas ricas.

Lestrade ya no recordaba nada de lo sucedido con Gerrard ni el chico pecoso en los baños y no lo hubiera recordado si no fuese porque sintió un terrible escalofríos por todo su cuerpo al toparse con la mirada del capitán del otro equipo clavársele en su “humilde” persona como queriéndolo matar.

- Parece que te odia- hablo la chica rubia notando la tensión del castaño, lo tomo del brazo con asir y cariño, apegándose a su cuerpo y sonriendo – se llama Steven Gerrard, es muy bueno con el balón pero parece que no tanto como tú, seguramente eres mejor que él en muchas cosas más.-

Lestrade soltó una carcajada – y yo tanto que lo amo, creo que tendré que buscarme a una linda señorita para curar este corazón herido.- le guiño un ojo a la porrista quien se sonrojo y se pegó más a su cuerpo.

- Venga que si te quería romper la cara en los baños.- exclamo uno de los amigos de Lestrade riendo con otra porrista de su mismo equipo, al parecer su novia y varios compañeros más afirmaron esas palabras.

- ¿Apoco ya conocías al capitán del equipo?

- En los baños, ahí fue donde Lestrade conoció al capitán de su equipo, estaba con un chico regordete y pecoso, muy pegados. El muchacho gordo parecía un chanchito me dio lastima de solo verlo ahí todo asustado, es como si hubiera estado a punto de ser violado.-

Todos rieron por semejante afirmación descabellada y exagerada del muchacho.

- Seguramente era Pygcroft, un gordo asqueroso. Su familia no es que digamos muy rica pero están acomodados. Además es un idiota, siempre se quiere creer superior a los demás, me produce nauseas tan solo hablar de él. Odio a ese maldito idiota.-

La porrista hablaba con mucho repudio hacia el pelirrojo, en verdad todos los de la secundaria detestaban al pequeño pecoso.

- Pero esa mirada parecía la de un hombre muy maduro, me produjo escalofríos cuando me miro, es como si hubiese visto a través de mi persona, me sentí “desnudo”- pensó en voz alta Lestrade viendo el edificio de los chicos de secundaria. – Aunque no un idiota, supongo que ese tal Mycroft, podrá ser todo lo que quieran ustedes, menos un idiota.-

Después de ese comentario todos los demás comenzaron a hablar de cosas más vánales e insignificantes pero Lestrade se quedó con la intriga y la preocupación hacia ese pelirrojo, comenzaba a sentir lastima de que fuese tratado tan mal.

Su tarde continuo, las porristas se marcharon, sus compañeros comenzaban a disiparse y él se dio cuenta que la porrista rubia se había llevado su pulsera de la suerte, cuando la fue a buscar ella le dijo que la había dejado en los vestidores de los chicos, que seguramente se le había caído ahí, y que iría a buscarla pero que su chofer ya había venido por ella y debía retirarse. Lestrade se despidió de ella con su habitual sonrisa para decirle que se fuera sin cuidado, que el iría a recogerla.

Esperaba el chico castaño no encontrarse con nadie en los bestidores, basta fue su sorpresa cuando vio como ese tal Steven tenia contra el suelo a un pequeño niño de cabello negro. Por puro instinto se aproximó al capitán del otro equipo y le metió una tremenda patada en el estómago que lo tiro al suelo dejándolo tosiendo sin poderse mover. Se acercó al niño y le tomo los signos vitales para confirmar que aun respiraba.

- Entonces ¿Después de acosar a chicos en los baños te gusta asfixiar niños en los vestidores?, o ¿Solamente es cuando tienes un mal día?- pregunto Lestrade molesto, tomando al niño entre sus brazos y dirigiéndose a la salida. No espero una respuesta y tampoco se quedó en el lugar a buscar su pulsera de la suerte, ya tendría que darla por perdida.

Continuaba casi corriendo apresurado, ya era tarde y no encontraba a ningún profesor o estudiante que lo guiara para llegar a la enfermería; pero para su fortuna se topó con una chica que estaba con el celular sentada en una de las bancas, se le acerco rápidamente.

- Disculpa, ¿Podrías ayudarme a encontrar la enfermería? Necesita ayuda urgentemente.-

La chica apenas había levantado la mirada cuando abrió los ojos de par en par cual platos extendidos al ver al niño pelinegro, como asustada señalo a un edificio y sin decir nada más se echó a correr.

- Si claro, leo las mentes.- aclaro Lestrade a la respuesta muda de la chica que ya se perdía entre los edificios, giro los ojos y fue al edificio que le había señalado con urgencia, gracias a dios encontró a una profesora y esta lo guio a la enfermería.

OoOoO

Mycroft esperaba sentado, alguien tendría que venir a hacer el aseo, cuando menos eso tenía a su favor. Había mandado como cuarenta mensajes a su hermano y tratado de hablare otras diez, pero ese renacuajo astuto había apagado su aparato electrónico. Esperaba a que su hermano se encontrara bien y que su pequeña travesura o venganza hacia Gerrard solo hubiese terminado en un regaño o represalia de algún adulto. Mycroft necesitaba creer en eso para no perder la cordura que poseía en este momento. Se estaba comenzando a desesperar cuando escucho como abrían la puerta, se sorprendió mucho al ver a la chica de la mañana, jadeando y muy cansada, sus ojos reflejaban angustia y miedo.

- ¡Te he estado buscando!-

- Evidentemente notable.- Respondió Mycroft poniéndose de pie, respirando hondo para la noticia que recibiría, rogando a la suerte que no se viera involucrado Sherlock.

- T- tu hermano, los he visto, estaba herido yo...

Mycroft no necesito más para tensarse por completo y echar a correr, ya sabía dónde estaba, en cuál de las tres enfermerías que poseía el campus estaba solo por el cansancio de la chica. Ya le agradecería después, ahora lo que importaba era su hermano.

Llego agitado, a susodicha enfermería, nunca paso por su cabeza que se hubiera equivocado, estaba sudando como un puerco, su corazón latía con frenesí y el aire no le bastaba “Sherlock idiota” pensó parándose frente a la puerta de la enfermería “los he visto” ¿A quiénes?- se preguntó mentalmente. Detalles ya lo sabría después. Abrió la puerta y ahí se topó con un chico que estaba por salir.

- Entonces lo dejo a su cuidado…- escucho esa delatante voz ajena y antes de que lo mirara directamente al rostro murmuro su nombre como si de un hechizo se tratara.

“Lestrade”

Notas finales:

Faltas horrograficas y demas haganmelas saber, ya saben el entusiasmo, por el momento todo esta bien va muy lento y asi seguira de lento por un monton de capitulos mas antes de que vean un beso entre esos dos.

- va a ver besos?

- por supuesto que si.

- porque no ahora?

- porque de amor no se un carajo y no se como hacer que se besen sin hacerlo muy forzado.

- tienes amragado el corazón.-

- Soy la unica que cree que no existe el amor a primera vista  y que no funciona en Mycroft? Bueno espero leerlos en el futuro!!

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