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El cortesano, el noble y el príncipe. por Maby de Sagitario

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Notas del capitulo:

Primero que nada, mil disculpas si no he contestado sus reviews, tengo unos pequeños asuntillos que resolver y por eso no los he contestado, pero déjeme decirles que sus comentarios me motivan y son muy maravillosos.

Así que no los agobio con mis asuntos y disfruten este capítulo n.n

—dime ¿por qué hiciste como si no me conocieras?
Se detuvo al oír el reproche. Sus ojos azules se ampliaron cuando reconoció la voz, miró a su alrededor para comprobar que no había nadie conocido, por suerte el rubio se encontraba guarecido tras una columna de las tantas que habían en el patio de “Rajish Palace”, cuyas dimensiones eran titánicas, la casa Geminae y la casa Bluegard (propiedad de la familia Acuario), eran pequeñas a lado del palacio real. Tenía más de cinco mil ladrillos esmaltados colocados en forma de L, el techo recubierto de láminas de oro del cual colgaban candelabros de cristal, piso de mármol. A su entrada montaban guardia dos majestuosos leones de bronce cuya mirada intimidante paralizaba a cualquiera que osara entrar sin permiso.
—estaba con Milo, Hyoga—respondió.
—ah, lo olvidaba—dijo con falso tono inocente—estabas con tu Milo.
—Milo no te ha hecho nada, como puedes detestarlo.
—¡ LO ODIO! POR QUE ME ROBÓ TU ATENCIÓN CAMUS— gritó como poseso—PRIMERO FUI YO, QUE ÉL (pareció mujer celosa)
Camus lo observó inexpresivo. A su lado pasaron Afrodita y Ángelo en dirección a sus habitaciones de palacio, el par de amigos eran conocidos como una” revista de chismes palaciega” sabían todo lo que sucedía tanto a dentro como afuera de la corte, quién engaño a quién, quien se consiguió un nuevo amante, cuál de los cortesanos cayó en desgracia, cuantos complots desbarataron en una semana, etc.
— ¡Buenos días, Camus!—dijeron al unísono los dos, Ángelo los observaba con expresión aviesa mientras su cabeza maquinaba el nuevo rumor de que el Conde de Helias y el futuro Conde de Bluegard y Príncipe consorte de Antares hablaban muy íntimamente a expensas de las habladurías de las damas y los caballeros.
— ¡buenos días, señores!—devolvió el saludo.
— ¡buen día, señor Conde!—dijo Afrodita menos Ángelo.
—igualmente, señoresvmasculló el saludo.
Satisfechos se retiraron no sin antes felicitar a Su Alteza por su matrimonio e insinuar con malicia dirigida al rubio que Milo había sido la revelación de la noche y que todos los asistentes a la fiesta coincidieron en que era la encarnación de la belleza innata, pura e inocente.
—sabes qué… mejor hablamos donde siempre nos veíamos, ¿te parece?
—sí, estoy desocupado el martes por la mañanavdijo sin mirarlo
—como deseesvconfirmó sombrío— ¡que pases buen día!—dijo dándole la espalda.
—igual tú— caminó por el largo pasillo hasta perderse en una de las puertas que conducían al salón del trono donde se reuniría con el rey.
                     **********************
— ¡Alteza!— llamó un muchacho de aproximadamente 15 años de cabellos castaños oscuros que irrumpió en la habitación del joven príncipe de ojos turquesas— su suegro solicita su presencia en la sala.
—de acuerdo, ¡gracias Yato!—dijo al muchacho el cual desapareció a la velocidad del rayo.
No necesitaba arreglarse por que él siempre estaba listo para cualquier imprevisto desde que era un niño siempre fue alabado por su exquisita y pródiga personalidad, no tan diferente a la de su hermano mayor Kardia el cual por su explosivo y extravagante carácter aún permanecía soltero. Nadie tenía las agallas suficientes para aguantar tan peculiar personalidad.
Milo Escorpio, a sus 19 años recién cumplidos, era señor y soberano de unas fértiles tierras que serían un premio para cualquier rey, emperador, duque o noble de reinos vecinos o lejanos; cuando era un pequeño niño de siete años, sus padres habían arreglado su enlace con Aspros Cástor, un poderoso e influyente Archiduque que le llevaba casi 18 años de diferencia, más el archiduque se apasionó por su hermano pero sus padres lo desecharon por que Kardia en esos momentos estaba excluido de la sucesión gracias a que la madre de Milo no era la misma de Kardia y esta había influenciado a su marido con oposición de la corte a desheredar al mayor de los Escorpio pues este la detestaba a más no poder.
Claro que él adoraba a su hermano, Kardia era quién lo entendía y fue él quién ayudó a que Camus fuera aceptado. Kardia era el único que sabía lo que quería.
Se encaminó hacia la gran sala de la casa Acuario, sentado en un cómodo y rico sofá estaba Dégel con una taza de té entre sus dedos que apartó de sus labios apenas vió a su joven yerno.
—no tuvimos tiempo de presentarnos, Alteza—comenzó el mayor.
­—lamento mis modales, Su Señoría.
Dégel estaba complacido sin duda alguna, su hijo supo elegir muy bien, le agradó mucho más Milo por que poseía educación y el temple de un príncipe eso sin contar que era la belleza en persona.
—no lo lamentes, para mi es un honor tener un descendiente de un linaje principesco y antiguo, mi familia está complacida por tenerlos como familia.
—yo... no sé que decir, Su Señoría—murmuró completamente ruborizado­—nunca nadie había dicho que se sentía jubiloso por tener lazos con mi familia.
Dégel mandó a llamar a uno de los sirvientes que servían en su palacio, el cual trajo una pequeña caja de madera de cedro primorosamente labrada con broches dorados. Milo no sabía qué contenía en su interior, pero intuía que era algún símbolo de su familia política y que como parte de su tradición le iban a obsequiar para darle la bienvenida.
—puedes retirarte, Gigas—tomó el objeto mientras el mencionado se retiraba con una reverencia_tienes el día libre.
Gigas se fue, dejando solos nuevamente a suegro y yerno.
­—ábrelo cuando te encuentres en la soledad de tu habitación—le dio la caja.
—y-yo no sé qué decir Su Señoría.
—no me digas Su Señoría, me haces sentir viejo.
—como diga Dégel.
                 

                    ***********************

Pasillo de Rajish palace.

—¿ los vistes?
—te refieres a el rubio ofrecido y al D´Acuario—dijo Ángelo sacudiéndose un polvo imaginario.
—ese rubio tiene poder y si le da la gana de un plumazo te saca de aquí.
—no es el único que tiene el favor de Saga, Afro—dijo con suficiencia—también está el de la casa Aria.
—como sea, pero sabes que las paredes hablan—espetó apurando el paso para llegar a su destino.
—si, lo sé_masculló mientras veía a su compañero perderse entre las puertas—pero esto lo sabrán todos.....
                           

                       *********************
­­Rodó los ojos al mirar el pequeño círculo que rodeaba a Saga, las nuevas damas algunas que oscilaban entre los 17 años en adelante, revoloteaban alrededor del Canciller cuyo atractivo físico tenía a sus pies a casi todo el reino, bueno ahora era el esposo de Camus quién tenía de cabeza hasta el mismísimo Asmita ya viudo desde hacía algún tiempo coincidentemente del hermano del archiduque al cual Milo fue prometido, Deuteros Cástor.
Cuando al fin Saga quedó libre, Hyoga pudo acercarse, la expresión del Geminae era grave y por demás tensa. Su verde mirada se posó sobre el rubio que aguardaba lo que tenía que decirle.
—todos se dieron cuenta de tu actitud hacia el esposo de Camus Acuario ¿ dime acaso no te enseñaron a disimular?
Una sonrisa nerviosa fue lo que salió de labios del más joven.
—estaba cansado, es todo.
—supongamos que te creo—se cruzó de brazos—no soy idiota, sé que eres amante del hijo uno de los condes más poderosos de este reino, por lo tanto calma tus tontos celos.
Hyoga agachó la cabeza, la reprimenda de Saga caló profundamente tanto que no prestó atención a las risas burlonas de ciertos nobles que lo detestaban los cuales se hallaban agazapados detrás de unos grandes jarrones adornados por rosas, lirios y orquídeas, era una ocasión perfecta para escribir alguna que otra sátira o chisme que comentar en la próxima reunión en el gran salón del rey Asmita.
—imbéciles—masculló para si.
—espero que esa rabieta no vuelva a pasar—dijo con voz seria que le causó escalofríos al más joven para retirarse por donde había venido.
—¿QUÉ MIRAN?—rugió encolerizado—¿ no tienen nada más que hacer?
Unos cuantos tragaron grueso ante la ira en la voz del joven Señor de Helias, otros cínicamente seguían riendo sin inmutarse, apretó los puños impotente parecía que su éxito y poder estaban cuesta abajo por el recién llegado, hasta su aliado Shura estaba embobado por Milo.
—esto no me puede estar pasando—pasó a lado de sus detractores sin perder la elegancia—estúpido, mil veces estúpido.

Era su reproche al mostrarse vulnerable ante la reprimenda de Saga

 

Notas finales:

Se me cuidan.

Besos y abrazos felinos :)


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