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Situaciones Encontradas por oliver_espectro

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Capítulo 03Amor con Mula y Furia con Toro. Estaba seguro.No tenía idea de cómo sucedería pero él estaba seguro. Aquel collar ya debía haber ido en busca de Aioria y habría parado en sus manos... o al contrario, él habría venido hasta allá, hasta el Río Ganges. O quien quita ambas cosas hubiesen sucedido... Shaka suspiró y retiró su mirada mojada de la ventana limpiándose las lágrimas.Tenía tentación de quedarse y de esperarlo... ¡era lo que mas deseaba!.Pero no sería bueno para ninguno de los dos, así como no lo había sido nunca. Aioria... siempre tan insistente. Perseverante... tan fuerte y con tanta convicción. Era un Leo a toda representación. ¿Tendría caso huir de él?. Ya el destino le había comprobado una y otra vez que tenía que respetarlo, pues no importaba a donde fuese a parar o que tan rápido se alejase... él siempre lo encontraría. Y estaba escrito desde los inicios de su existencia el que él y Aioria se viesen en ésta vida también... El rubio dio media vuelta observando el cofre semi abierto con todos aquellos objetos. Titubeando una vez mas con qué hacer... Había pensando en irse... ¿pero... para qué?Había pensando en quemarlos pero... le daba dolor...Había pensando en permitirles llegar hasta Aioria, y con eso solo lograría, que su amado eterno compartiese su pena junto a él. Bajó la cabeza.Él no quería amargarle una existencia más. El rubio levantó su brazo y su mano para observar una vez mas el objeto que estuviese mirando hace ya un rato... indeciso entre hacerle lo mismo que al resto del cofre. Uno de los objetos mas particulares que tenía y que solamente había tomado por su particularidad...Un cenicero... Había colocado un incienso sobre él. Mas éste ya casi se había consumido por completo. Shaka tocó aquel objeto y sintió dolor en su estómago y en su corazón... y en un impulso lo arrojó por la ventana de aquel alto piso, uno de los pocos edificios en aquel lugar... El cenicero cayó lentamente mientras aves volaban a su alrededor...Una señora recogía una planta asomada por el balcón en el piso de abajo.Un chico en bicicleta pasaba por la acera mientras otro chico caminaba por ella a pie. Shaka abrió los ojos súbitamente. -         Ya llegó. El sonido del cenicero metálico cayendo sobre la acera resonó y pareció hacer eco en la cabeza de Aioria. Como si el mundo se hubiese detenido. Bajó su mirada encontrando aquel objeto de color oscuro en el suelo... brillando... llamándole... Tomó aquella cosa del suelo curioso de saber que era y a quien se le había caído. Al subir la mirada se quedó impactado al encontrarse con aquel rubio con un tercer ojo llamado Shaka, asomado por la ventana. Sus ojos se abrieron y el mundo pareció volver a la vida de nuevo.Mas vacas... mas sonidos de animales...Olor a tabaco. Observó hacia un lado un hombre con sombrero de paja, camisa blanca y pantalones enrollados pasaba montado sobre un caballo sobre el barro en el piso, tras de él... la sabana. El olor del tabaco lo desconcertó. Y volteó hacia el otro lado donde encontró a un hombre mayor fumando, causando aquel olor...Sus cabellos eran rojizos, su piel era blanca y sus ojos verdosos. Parecía rudo y delicado a la vez. Mas sin embargo sus ojos mostraban sabiduría, era un hombre con una vida muy transcurrida. -         Dentro de dos semanas habrá corrido de toros. Había dicho el hombre rompiendo el silencio nomás. Para que luego éste volviese a dominar en el ambiente, exceptuando por ese infinito quejido del ganado. Pero luego hizo un segundo intento y lo consiguió. -         Me contó tu tío, que querías mujer. Dijo el hombre mayor a su único acompañante, quien le veía embelesado perdido en la visión del lugar, el sonido de las vacas y del caballo pisando el barro y aquel humo que entraba a su nariz proveniente del tabaco del señor...  -         Novia abuelo. Novia... no mujer.-         Usted cállese que yo sé de lo que le estoy hablando. Le reprendió el mayor y el otro simplemente obedeció. Ambos recostados sobre una cerca no muy alta que cubría el terreno donde pastaban las vacas. Todas de colores blancos con manchas negras o marrones... castañas si acaso... El sol pegaba fuerte de lado, habían dejado sus sombreros sobre el pasto. -         Cuando se trata de buscá hembra, siempre es el mismo cuento. Pero usted todavía está muy carajito pa’ la gracia...-         ¡No soy ningún carajito! – Comentó el muchacho. - ¡Yo soy todo un hombre!-         ¡Que no es ningún hombre todavía Carajo! – Le reprendió el abuelo una vez más. Y el chico también de cabellos rojos supo que no debía tentar mas su paciencia y se calló. El abuelo volvió de nuevo la mirada al frente y continuó... – Todavía no es un macho como Dios manda pa’ está teniendo mujer... lo que pasa es que ya le entra la calentura y no haya como quitásela de encima. El muchacho también volteó la mirada hacia otro lado.No era un tema muy agradable de charlar con su abuelo. Además de que... en parte, tenía razón. Ya ni su propia mano podía entregarle satisfacción. El necesitaba más... ¡Mucho mas que eso!. Esa era la razón por la que quería novia... ...Ese abuelo... ¡debía ser un brujo!. El mayor subió la cabeza en un gesto que le indicó al chico que mirase al frente. -         Alberich. Hay algo que puedes hacer. – Dijo fijamente mirado el ganado, donde no solo se encontraban vacas si no que había un desorden de animales regados, desde caballos y mulas, hasta burros y cerdos juntos. El pelirrojo subió la mirada interesado. Parte de su largo cabello cubría uno de sus ojos, parte de la mitad de su rostro. El abuelo no volteó a verlo mientras habló. -         Cuando un muchacho no está todavía crecío... se le manda a que haga eso antes de tené mujer...Allí si volteó a observar a Alberich.-         Mijo... cójase una mula.-         ¡¿Qué, qué?! En verdad que le había sorprendido aquella propuesta. ¡Y mucho mas al ver que pasados unos instantes el rostro serio de su abuelo permanecía!....No le estaba diciendo ninguna broma... El anciano volvió la vista al frente. -         Entonces quédese con su calentura.-         ¡Abuelo es un animal!-         ¡Y con esa animal un gentío ha desahogao candela!. ¡Eso es lo que le queda muchacho guebón!. Una gota de sudor resbaló por la sien de Alberich.Nunca jamás hubiese considerado eso... Volteó su mirada al frente y observó el ganado....La semilla de la duda había sido plantada. Y esa tarde le pareció una espantosa y terrorífica idea...Imaginando y observando con el rabillo del ojo a todos los demás chicos de alrededor, preguntándose quien de todos ellos habría sido capaz de realizar algo como eso.Espantado a la primera.Asqueado en una siguiente consideración... Pero debieron ver como se escabulló por el establo a la media noche, donde sabía se encontraba una mula no tan alta... ni tan fea... Lo lamentaría mucho después y lo sabía, pero las hormonas (de las cuales no conocía de su existencia) le estaban matando por dentro, el sudor lo estaba derritiendo por completo en su cama, no podía dormir y el apretón debajo de sus ropas se hacía doloroso...Al menos debería probar... Al cerrar la puerta con sumo cuidado el lugar quedó a oscuras...Tampoco le gustaría que nadie supiese que se había atrevido a hacerlo, pues la idea de que todo pudiese ser una broma, una mentira que le habían dicho y que solo él se había creído y atrevido a hacer, seguía latente en su mente... mejor pasar desapercibido y hacerlo en secreto. Supo donde se encontraba la mula indicada... abrió una pequeña portilla despertándola y haciéndola salir al pasillo donde no estarían tan apretados. Alberich observó a la mula inocente y quieta....No se creyó capaz de llegar a tanto. Sentía que el deseo interno se le moría gracias a ver a la mula... Bueno... al menos si estaba logrando quitarle las ansias de momento.Pero éstas iban y venían, y sabría que no le dejarían dormir... así que tomó puje y decisión. ¡Si había venido hasta allí era a probar!. ¡Mucha gente habría hecho eso y apagado la “candela” con una mula!. ¡Él también podría probar!. Se desabotonó y quitó la correa apretada de su pantalón ajustado por mucho mas arriba de la cintura y se lo bajó por completo, para luego buscar bajarse la ropa interior. -         ¿Te vas a cojé a la mula? Una voz infinitamente gruesa le hizo temblar de pies a cabeza... <<¡Nada!. Me mató el silbón.>> Fue lo que pensó Alberich asustado, creyendo que se encontraba encerrado con un sujeto de ultratumba de sus leyendas rurales...¡Lo iban a matá!. Volteó la mirada y pudo ver a un hombre gigantesco y con un sombrero de paja que le cubría el rostro cabizbajo por completo, unos brazos largos estirados y en su mano izquierda se veía salir el volátil humo de un cigarrillo encendido, apenas subió un poco el cuello y pudo ver un fugaz brillo en sus ojos. A Alberich ya no le cabía duda de que ese tipo debía ser un alma en pena.Se subió los pantalones asustado. -         El si realmente la gente se coje a las mulas o no seguía siendo un secreto para mí... pero ya veo que si hay gente capaz... – Admitió el hombre al pelirrojo mientras se incorporaba muy bien de pie, dejando ver toda su imponente altura. <<¡Así dicen que es el silbón>> Los cabellos rubios del hombre se mostraban castaños ante la carencia de luz, en ese momento a la media noche. -         ¿Tas asustao muchachito?. No te voy a comer. Soy el guardián encargado del establo. La vida le pasó en un instante frente a los ojos a Alberich...¡Toda, toda completita!.Y así como cada recuerdo pasaba por su mente... todos los colores pasaron por su piel.¡Se puso de un rojo intenso avergonzado!. ¡Avergonzando al máximo sin saber que decir!. Eso tenía sentido.No sabía que su abuelo había contratado un encargado de cuidar el establo, pero así era y ahí estaba. Y lo había visto entrar a media noche, sacar una mula y bajarse el pantalón...Y además de eso... ¡Lo había visto aterrado pensando que era un alma en pena!.Que vergüenza tan grande... -         ... Tú eres el primero que veo con mis propios ojos que lo iba a hacé.-         No le diga nada a mi abuelo. Por favor... – Suplicó Alberich muy bajo sin querer despertar a nadie.-         ¡No hombre!. ¡Que voy a estarle diciendo al patrón de esto!. El Guarda-Establo se quitó el sombrero de paja permitiendo observar sus cabellos amarillentos.-         ¿Cómo te llamas?-         Alberich... – Dijo el muchacho apresurado, pero en seguida agregó lo que siempre agregaba al decir su nombre. – No es un nombre común de acá... es un nombre de... la mitología...-         Vaya... parece que tenemos algo en común. – Admitió el hombre sonriente. – El mío es Radamanthys. ¡Bicho!.El solo nombre asustaba...El lugar cayó en un silencio intenso... y una oscuridad casi completa. La mula despertada contra su voluntad se devolvió cansada a su lugar con el único propósito de dormitar. -         ...Mejor dicho, creo que tenemos dos cosas en común... – Agregó Radamanthys de nuevo rompiendo el silencio y dando unos pasos hacia el pelirrojo. – Ambos tenemos noches insoportables... mas me temo no estoy tan desesperado como tú. El guarda-establo no era de mucha ayuda para controlar la vergüenza que invadía todo el ser de Alberich. Solo ahora y desde cerca, fue que Radamanthys pudo visualizar ese sonrojo en su rostro. Y esos ojos verdes hermosos que se escondían tras una melena colorada... -         De hecho... me encontraba ocupado... atendiéndome... hasta que te oí llegar. ¡Y encima le decía eso!.¡Ese tipo no tenía vergüenza ajena ni propia al parecer!. -         Ehh disculpe señor, pero creo tengo que irme.-         Ah... ¡Discúlpeme usted! – Agregó Radamanthys haciendo una pequeña venia quitándose el su sombrero. – Comprenderá que suelo pasar las noches solo y aburrido, y que suelo buscar charla y apreciar las visitas nocturnas...-         Muy amable lo tomaré en cuenta. – Agregó Alberich a modo de despido y llegó hasta la puerta cuando una idea le hizo detener. Radamanthys sonrió al verlo pausar su caminar. Alberich sintió como todas esas ganas volvían después del susto... como siempre no podía controlarlas. Y parecían jugar con él o incluso hasta mortificarlo.Había venido hasta acá y aún no había cumplido la meta que se había propuesto para poder dormir. -         ¿Ve que le pasa lo mismo que a mí?. Si quiere lo dejo solo pa que tire con la mula...-         ¡No! – Agregó Alberich nuevamente sonrojado. ¡Esa mula sería su cruz de por vida, nunca dejarían de recordarle eso!.-         ¿Entonces que podemos hacer pa quitarnos nuestras ganas...? Supo decirlo... en el momento justo... y de la forma precisa...Alberich se mantenía aún de espaldas, pero casi hasta podía ver y sentir la sonrisa del guarda establo tras de si observándole. No estaba seguro de si esas palabras habían sonado como lo hicieron porque así las hubiese pronunciado... talvez fuese él quien ahora lo oía todo con oídos de fuego... Se volteó y encaró al guardabosque. -         ¿Qué propone? . – Comentó serio manteniendo la compostura.-         No sé... talvez pudiésemos quedarnos hablando un rato, como dos compadres. Hablar de mulas... ganado... mujeres... – Muchos pensamientos fluyeron entonces por la cabeza de Alberich dejándolos pasar.Suspiró algo resignado... (¿resignado?) y se acercó a aquel hombre que una vez más se había apoyado en la pared y ahora se dejaba caer sobre el suelo cubierto de paja, mientras con su dedo hacía caer las cenizas de su cigarrillo encendido en un pequeño cenicero de color negro. Alberich se sentó a su lado y se quedó mirando el frente... y luego arriba, observando algunas estrellas que se asomaban entre orificios y separaciones de las tablas de madera del techo de aquel establo. Un sonido particular le hizo voltear la mirada y se sorprendió cuando observó como el hombre a su lado se bajaba el cierre del pantalón y sacaba su hombría erecta de debajo de su ropa interior.Radamanthys se percató de su asombro y sonrió natural. -         ¿Hay problema de hacer esto mientras echamos cuentos?. Estamos entre hombres, a la final... Talvez su argumento era válido, mas no pudo evitar que Alberich se sintiese algo avergonzado y desviase la mirada de la hombría de aquel hombre y buscase posarla en el frente oscuro del establo. Pudo escuchar... y vio por el rabillo del ojo como aquel hombre se comenzaba a masturbar. -         ...yo no entiendo porque dicen que uno no es suficiente macho cuando está carajito. –Comenzó a hablar el hombre rubio y reflexivo. Alberich permanecía intimidado... incrédulo ante lo que aquel hombre seguía haciendo a medida que hablaba con aquella normalidad...Le estaba contagiando las ganas... y pasando la vergüenza... -         Yo creo que no es cuestión de si uno ya está adulto o si es un macho. Simplemente las mujeres no se dejan cojé por un carajito por eso hay que recurrí a la mula. – Volteó hacia el pelirrojo, cohibido en el silencio.-         ¡Vamos compadre!. ¡No se avergüence!. Alberich sonrió por cortesía a la vez que llevó su mano a su pantalón y con algo de pena también sacó su miembro de debajo de sus ropas. -         Verga... con razón taba vuelto loco. – Comentó Radamanthys viéndole su miembro. Demostrando que Alberich aún no había llegado al límite de su vergüenza, pues lo rebosaba una y otra vez. El hombre continuó. -         Por mi parte yo me cojería lo que fuese... – admitió viendo hacia el cielo. – Uno sabe como son esas ganas de atroces... no te dejan dormí, no te dejan pensá... por eso creo que soy capaz de meterlo en el primer hueco que venga jajaja... Alberich rió por cortesía.La verdad era que aunque estaba acostumbrado a oír conversaciones como ésta, nunca había sido capaz de instaurar ese lenguaje como el suyo propio y coloquial. -         ¿Usted no sería capaz? – Preguntó el hombre viéndole a los ojos.Alberich se rascó la cabeza y esquivó su mirada.-         Si... si lo soy... Radamanthys volvió la mirada al frente.Así se quedaron un buen rato ambos...En silencio... masturbándose. Todos los animales estaban dormidos.El abuelo y la familia de Alberich también lo estaba. El cielo estrellado podía vislumbrarse a medias por aquel techo no muy bien construido. El sitio estaba limpio, Radamanthys se encargaba de asearlo siempre antes de acostarse. La paja a pesar de todo... era mas cómoda que el suelo duro y frío. La mano de Radamanthys se posó en la de Alberich y la hizo dirigirla hasta su propia masculinidad para que ahora fuese el pelirrojo quien le incentivase.-         ¡Señor...!-         Ande compadre... esto no saldrá de acá. Hágame ese favorcito...Pidió el hombre y Alberich tragó en seco.Tenía aquella zona caliente...demasiado caliente. Y la sensación de tener un miembro como ese en su mano fue novedosa y extraña... pero para nada desagradable. No dijo nada...No retiró la mano. Y al cabo de unos instantes, comenzó a masturbarlo él. -         Ohh... eso... – Susurró Radamanthys con una sonrisa en su rostro. Cerrando los ojos y posando sus ambos brazos tras su nuca. Sintiéndose bien. ...Alberich no sabía por qué, pero él... también se sentía bien.Y mas curioso... y ansioso que nunca...Habían impulsos que aún rogaban por salir... pero que el apenado Alberich aún reprimía. No muy seguro de hacer todo lo que pensaba... Pensó en tomarle la mano a él también y hacer que éste también le estimulara...Pensó en preguntarle por qué hacía eso...Pensó en reclamarle que él no tenía por qué hacer eso. Pero hay una gran diferencia entre lo que se piensa y lo que se hace.Y lo que hizo Alberich, no es mas que una evidencia de ello. Soltó el miembro de Radamanthys y usó sus dos manos para terminar de bajarse el pantalón. Y colocando una pierna a cada lado de Radamanthys se sentó sobre su miembro adentrándolo dentro de si... Los ojos de Radamanthys se abrieron sorprendidos ante aquella invasión.Los ojos de Alberich le miraron asustado esperando reacción...Reacción a la cual él también respondería, en caso de que el guardián interpretase “mal” sus acciones y dijese cosas que “no era lo que parecían”. Dispuesto a retarle con sus propias palabras de adentrarse en el primer hoyo que conocía.Dispuesto a armar toda una discusión si era necesario....pero no lo fue... El hombre en silencio pasó ambas manos por debajo de las axilas de Alberich y posó sus manos sobre sus hombros, ayudándolo a bajar. Ayudándose a adentrarse mas dentro de aquel fino, estrecho y caliente cuerpo.Una sensación única. A Alberich le dolió... estaba sintiendo algo de dolor...Pero no importaba... también sentía un interesante cosquilleo y finalmente... un placer inesperado por su mente, pero impulsado por su cuerpo. El establo se llenó de sus gemidos... y de sus jadeos.Sus respiraciones entrecortadas y su carencia de palabras.De sus voces solo se podía interpretar el esfuerzo, algo de dolor y mucho placer... Radamanthys estaba gozando al máximo adentrarse dentro del nieto de su patrón, mientras que el otro ni siquiera pensaba mientras subía y bajaba permitiendo a aquel hombre entrar en él, a la par de que él mismo tocaba su miembro ya suficientemente ansioso. Supo cuando el ansia del guardián había muerto, cuando éste soltó un gemido grave que no salió de su boca cerrada, a la vez que su cintura parecía tener espasmos y sus manos finalmente se aflojaron sobre sus hombros... El pelirrojo aún no había terminado.Y Radamanthys estaba consciente de esto.Igual que en el resto del acto...  no hizo falta intercambiar mas palabras. Ambos se las ingeniaron. El cigarrillo ya abandonado sobre el cenicero botó una última bocanada de aquel humo tóxico antes de apagarse por completo. Alberich se levantó haciendo que Radamanthys ya no estuviese mas adentro de su ser y se puso de pie en esa misma posición en la que se encontraba. Radamanthys sentado en el piso, con la espalda recostada a la pared.Alberich con una pierna a cada lado de las de Radamanthys, ahora de pie, dejando justo la cabeza de Radamanthys al mismo nivel de su hombría.Sabía que él también tenía que atenderlo. Por un momento el pelirrojo pensó que se negaría, pero para su sorpresa, pudo sentir un calor magnífico que nunca antes había sentido cuando aquel hombre pareció DEVORAR su masculinidad. Ahora fue Alberich quien posó sus manos en los fuertes hombros de Radamanthys. Buscando resistencia...¡Queriendo resistir mas tiempo!. ¡Era demasiado pronto!. ¡Era demasiado placer!Pero no pudo......Rápidamente se descargó por completo en la boca de aquel hombre. Sintiendo algo de vergüenza por haberlo hecho en su boca. Mas no hubo palabras después de eso.La boca de Radamanthys se separó de Alberich. Solo pasó el dorso de sus mano quitando algo de aquel líquido de sus labios. Alberich pasó una pierna y regresó al lado derecho de Radamanthys. Donde sin decir más se subió los pantalones y se apretó la correa. El encargado del establo lo vio levantarse y hacer esto. Y siguió con la mirada al pelirrojo cuando se acercó a la puerta del establo y le comentó... -         Buenas noches señor Radamanthys.-         Muy buenas noches... Patrón. – Respondió Radamanthys con voz gruesa y elegante como siempre. Y sin más que decir Alberich se retiró hasta su cuarto.Talvez no había nada que decir ni nada que pensar.Habían cosas que solo se daban como esa se dio.Y ya no había nada mas que pensar al respecto. Pero con haber logrado una vez alcanzar la meta de liberarse de la “calentura” no se libraba de una vez y para siempre de ella. Sino que al contrario... el llamado se hacía aún mas urgente, mas directo y adictivo... El cuerpo de Alberich comenzó a implorarle todas las noches, que volviese a visitar el establo... y él entendió a su cuerpo y lo complació...Saliendo de su cuarto en silencio y sin despertar a nadie. Y escabullirse en el establo a la media noche. Donde aquel guarda establo siempre le esperaba para echar cuentos recostados de la pared...Largos cuentos e historias para conocerse...Y masturbarse mientras lo hacían... hasta que uno de los dos, tomaba la iniciativa, de hacerle el amor al otro.Por mero impulso... Alberich degustó de esa nueva, agradable e inesperada situación en la que le encantaba sentir al guarda-espalda sobre su cuerpo. Poniéndolo de manos y rodillas en el suelo para fincarle todo su cuerpo encima y marcarlo como suyo.De tomar toda su anatomía entre sus manos y motivarlo.De aquella boca a la que alguna que otra vez se animó a robar un beso y fue correspondido por una lengua pasional y hambrienta. Lo cierto era que cada noche se ponían mas románticos.Pero seguían en silencio... Todo terminaba con un “Buenas noches” de ambas partes. Nada más...Eso era lo que ellos eran.Unos compadres con quienes solían echar cuentos de noche. Así lo veían. El abuelo de Alberich pudo notar como la estabilidad temperamental de su nieto había mejorado a simple vista. Y se reía por lo bajo imaginándolo con una mula...Debía ser eso lo que tanto hacía. Pues de unos días para acá había comenzado a visitar el establo hasta en las tardes... ...Si supiera con que “mula” se ponía a descargarse... -         Acuérdate mañana de la corrida de toros.-         Si abuelo... – Solía contestarle Alberich ya sin prestarle atención. Su cabeza y sus pensamientos únicamente dedicados a una sola cosa: El establo. Aquel día ni salió del establo.Estuvo todo el día...echando cuentos... con Radamanthys.Explorando nuevas sensaciones a cada momento.Sintiéndose acorralado y azotado contra la pared...Acostado en la paja...Sentado en sus piernas... cargado en sus brazos... cubierto por su cuerpo... Ya esto se había vuelto adicción...O talvez mas intenso aún... amor... Aquella noche se quedó dormido en el mismo establo. Con Radamanthys aún dentro de si. Abrazándole por la cintura. Acostados sobre el suelo cubierto de paja. Con la puerta lo mas cerrada posible con candados y llaves de todo tipo... Simplemente tranquilos...Profundamente dormidos. Por la mañana, Alberich se sorprendió al encontrarse aún en el establo.Radamanthys se había movido hacia un lado y ahora estaba de espaldas.El pelirrojo se levantó con los ojos explayados...Mejor apurarse no lo fuese a ver su abuelo por allí.Las puertas seguían cerradas y las llaves seguían asomadas por el bolsillo del pantalón de Radamanthys. Eso lo tranquilizó. El ojos verdes se fue al otro lado y observó de frente al hermoso hombre que seguía durmiendo allí. Ya no tenía nada de silbón...O al menos, no ante sus ojos... Alberich sonrió una vez mas... le acarició el rostro y le dejó un suave beso en sus labios. Antes de levantarse y vestirse, para luego tomar las llaves, echar un pequeño tropezón con el cenicero y salir del establo. Dejó abierta la puerta y la llave pegada para que él luego pudiese salir... No iba por la mitad del camino cuando escuchó el sonido de madera resquebrajarse. Por instinto volteó a mirar el establo. No... no había sido allí.Estaba completamente normal. Siguió caminando y 2 segundos después cayó en cuenta, recordando algo más. -         ...Hoy es la corrida de toros... – Volteó a la derecha observando a lo lejos el terreno donde debía estar dándose la actividad. Y observó lo que mas temía. La cerca había sido rota...Y un inmenso toro fúrico y de color negro se dirigía en dirección hacia él. Sus ojos se engrandecieron al máximo y por su propia supervivencia buscó entrar a la casa lo mas pronto que pudiese. ...No podía, estaba muy lejos.El establo también lo estaba... Se sintió frustrado cuando se quedó en el mismo lugar unos instantes sin saber a donde agarrar. A medida que el toro mas se acercaba mayor se volvía su frustración, menor su inteligencia y su prisa incrementaba. Terminó por tomar la decisión mas estúpida...Ni a la casa... ni al establo.Sino a unos cuantos árboles  no tan lejanos. Talvez pudiese subirse a alguno. ...Bueno, ni tan estúpida. Salió corriendo tan rápido como sus dos piernas se lo permitían, pero que jamás lo eran tanto como las cuatro de aquel animal furioso, el cual al verle correr se había empeñado ahora claramente en que él sería su objetivo. Y su venganza para con los jugadores de aquel indeseado corrido para su especie. Acelerado el pelirrojo trató de montarse en algún árbol que tuviese ramas bajas que pudiesen servirle como escalera hacia las mas altas...¡Pero que rayos, no había ninguna!. El mugido del toro muchísimo mas cerca le desesperó aún más, estaba vuelto una fiera, así debían de haberlo puesto después de tanto vacilarlo y molestarlo en aquel juego frustrante. En esos momentos un hombre a medio vestir se asomaba algo somnoliento por la puerta del establo, extrañado ante tanto ruido. Y de repente se sintió petrificado al ver aquella imagen de Alberich y el animal tan cerca... y tan peligroso... El pelirrojo ya desesperado en demasía por subirse en un árbol buscó encaramarse en uno de madera áspera y sin ninguna rama para su soporte, simplemente tratando de subir con las manos desnudas por el tronco.El animal de cuernos largos y color negro embistió contra él y tuvo que darse media vuelta quedando del otro lado del tronco. El animal chocó contra aquel árbol haciéndolo temblar del impacto. -         ¡Auxilio! – Gritó Alberich. A lo lejos había una bulla gigantesca, pero parecía algo inaudito que aún ningún guardia se había acercado. Apenas podían verse como algunos hombres a caballo corrían hacia allá en su ayuda. No llegarían a tiempo. Ellos no...Pero otro jinete sin camisa y de cabellos amarillentos si... Radamanthys cabalgaba sobre un corcel de crin marrón mientras trataba de ensartar una soga en el cuello del toro. Y en efecto, logró rodear su cuello con aquel aro, pero aquel animal estaba demasiado fúrico como para dejarse derrotar y de un solo alón tumbó a Radamanthys del caballo. -         ¡No! – Gritó Alberich bajándose de lo poco que había podido subir al árbol. Tratando de alcanzar al animal que ahora buscaba arremeter contra Radamanthys y llevarlo por sus cuerpos. Radamanthys sacó un largo cuchillo de su pantalón lo más rápido que pudo pero el animal  le dio en el brazo con su cuerno haciéndole soltarlo...El cuchillo salió con fuerza hacia arriba... El animal daba la vuelta después de haber fallado en atropellar a su objetivo. Radamanthys y Alberich miraron con miedo como aquella arma blanca daba vueltas en el aire elevándose, su hoja brillando a la luz del sol ...Mientras que el rubio trataba de moverse acostado en el piso con su brazo sangrando adolorido, y el arma volvía una vez más hacia abajo por fuerza de la gravedad... Alberich se detuvo asustado. El cuchillo cayó enterrado en el pasto justo a un lado de Radamanthys.Tuvo suerte... -         ¡MUUUU!... –El gran toro ésta vez alcanzó su meta haciendo volar algunos metros mas allá a Radamanthys. Y se dispuso a tomar impulso par una nueva azotada cuando una piedra chocó contra su cabeza haciéndole voltear. Alberich lo llamaba a piedrazos. Había tomado una decisión y prefería que le persiguiese a él.El animal cuya paciencia no parecía dejar de ser tentada se abalanzó inmediatamente contra el pelirrojo, quien corrió nuevamente en dirección a aquel árbol, alcanzando a subirse del susto a una rama donde no podría ser alcanzado. La planta comenzó a sacudirse ante las fuertes embestidas del animal. Hojas y frutos caían por montones ante aquellas poderosas abatidas. Alberich no creía posible que hubiese un animal tan fuerte como ese... El ruido de ramas partiéndose le puso una vez mas alerta, y sintió temor de imaginar que las raíces del árbol pudiesen estarse desprendiendo. Sujeto con toda su fuerza a la rama, bajó la mirada para ver como Radamanthys le clavaba por la espalda aquel cuchillo en la espalda al animal, quien soltó un gravísimo quejido y una muy fuerte patada que hizo volar al rubio por los aires una vez más. -         ¡Radamanthys! – Gritó Alberich bajándose del árbol y tomando el cuchillo que una vez más había caído al pasto luego de haberse enterrado y salido del animal. La fiera se movía desesperada creyendo que aún tenía el objeto clavado y dañándole mientras Alberich se volteaba para tenerla de frente con la hojilla en mano.Él no se la clavaría por la espalda.Ahora estaba dispuesto a hacerlo de frente... justo entre sus dos ojos... El animal volvió su mirada y ambos se vieron frente a frente.La pezuña del toro sacudió la tierra enterrándose en ella para de un brinco tomar impulso y lanzarse sobre Alberich quien estiró el brazo y lanzó un sonoro grito mientras aquel punto entre los dos cuernos, entre los dos ojos se acercaba a su arma blanca... Y... el impacto...  El brazo de Alberich se llenó de sangre...El toro detenido en ese pequeño instante frente a él... sus cuernos amenazantes muy cercanos a ambos ojos del pelirrojo, quien apenas estuvo consciente de esto se aparto de golpe del animal... el cual cayó inerte de una vez hacia un lado en el pasto. Alberich dejó caer el cuchillo jadeando cansado...Aún asustado, acelerado.Buscó asustado con la mirada hasta que finalmente pudo ver a Radamanthys levantándose con esfuerzo. Del otro lado los caballos con los jinetes ya venían al auxilio... Tuvo calma por unos instantes. ...Por unos instantes... -         ¡Alberich! – El llamado de Radamanthys lo puso alerta y le hizo voltear, justo a tiempo para ver como aquel poderoso árbol sacudido por el toro se caía justo frente... y sobre él... -         ...!!!!! Aioria tomó aire una vez más viendo a su alrededor.Buscando rastros de un hombre tirado en el suelo. De hombres a caballo viniendo en ayuda. Buscando sangre en sus brazos, el cadáver de un animal o árboles cerca de él pero nada... nada de eso...Había regresado... Subió impulsivamente la mirada, hacia el ventanal pero Shaka ya no estaba allí.Él estaba sudando frío, asustado de muerte... pero aún con todo y eso no lo dejaría escapar. Finalmente lo había encontrado y no lo dejaría ir. Entró corriendo por aquel edificio y se llevó a mas de un hombre, niño y mujer por delante al subir las congestionadas escaleras del hogar. Se resbalo con un escalón algo mojado pero éste no fue mayor obstáculo... Y cuando finalmente llegó al piso en el que reconoció haberlo visto encontró la puerta semi abierta. Tomó de la manilla y la abrió con fuerza... para en efecto encontrarle esperándolo, frente a frente.

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