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MÁS ALLÁ DE LA LUNA por Gaia

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Notas del capitulo:

¿Alguna vez pasará algo interesante en este fanfic?

No perdamos la esperanza. Aquí está el capítulo cinco y quizá pase algo... o quizá no. xD

5. Luna frente a luna

Me encontraba en mi auto camino al trabajo. En mi reproductor se escuchaba la voz de Jun a volumen alto, pues contrario a lo que pudiera ser lógico, escucharlo no me causaba dolor sino que por el contrario; mi gran consuelo era que aunque ya no podríamos amarnos, al menos los dos amaríamos por siempre a la música y continuaríamos en ese mismo camino sin importar nada más; eso era algo que ambos compartiríamos siempre, aunque él, ya nunca más sintiera amor por mí.

Me dirigía a grabar un programa de radio en un centro comercial. Se trataba de aquellos programas en los que te encuentras dentro de una cabina de cristal junto a los locutores; y alrededor de ti, una oleada de fanáticas. Todas ansiosas por tenerte tan cerca, atentas a cada uno de tus movimientos, a cada una de tus palabras. A veces sentía que aquellos cristales podrían romperse en cualquier momento, y entonces todas aquellas chicas irían a “capturarme”. Era una sensación escalofriante y adrenalínica, que a veces, cuando abandonaba los pensamientos lógicos, me encontraba deseando.

Acababa de llegar a mi destino y apenas me había reunido con mi manager, cuando escuché el timbre de mi celular.

—Ryuichi —Heath-san era quien pronunciaba mi nombre. Al escucharlo vino a mi mente el recuerdo de su frente pegada a la mía mientras sus palabras de aquella ocasión llegaban hasta mí “Todo estará bien”. Era un recuerdo cálido y suave.

— ¡Heath-san, me alegra mucho escucharte! —sonreí de forma sincera, aunque él no pudiera verme.

—Sabes… hoy estoy libre…y como quedamos en volver a vernos… pues pensé que éste podría ser el día. —Su voz era pausada, nerviosa. Me pareció la voz de un niño pequeño que está a punto de pedir la autorización a sus padres.

—Heath-san. Me encantaría, sólo que ahora mismo voy a grabar un programa de radio… aunque…después de eso estaré libre. —La verdad era que había pensado en volver al estudio a aventajar un poco el trabajo después de aquello, pero iba bien en tiempos y seguramente el manager me dejaría tomar la tarde libre.

— ¿De verdad? ¿Te parece bien que nos veamos entonces…?

—Claro que sí. Terminaré mi compromiso alrededor de las dos. Pero iré a casa a tomar un baño y cambiar mi ropa.

— Entonces podríamos vernos a las cinco en algún bar. ¿Conoces el bar futari?

—Claro que sí… lo conozco muy bien… No está muy lejos de mi casa. Te veo ahí a las cinco.

Hacer radio era una de mis actividades favoritas, que como cantante debía hacer y que no implicaba cantar. Desde que era niño, escuchar radio fue un placer para mí. Todos mis amigos me veían de forma extraña, creían que yo era extraño, pues lo novedoso en aquel momento era la televisión. Los animes basados en magas de Osamu Tezuka eran lo mejor de esos tiempos; jugar a Mazinger Z era lo que todos hacían tras salir del colegio. Pero yo,  el extraño Ryuichi Takano, me dedicaba a escuchar a través de la radio programas musicales y me imaginaba que mi voz podría ser escuchada a través de ellos también.

Probablemente era el niño más aburrido del mundo…

El tiempo del espectáculo radiofónico transcurrió con cierta rapidez. La conversación con los conductores fue amena, pero mucho más seria de lo que puede ser una, en un programa de televisión. Casi al finalizar, un miembro del staff estuvo entre las fanáticas con un micrófono para que algunas pudieran formular sus preguntas. Todas me parecieron encantadoras, con sus voces vacilantes y sus amplias sonrisas.

 

Algunas horas más tarde, me encontraba en el estacionamiento de futari donde habíamos acordado reunirnos. Futari era un bar que se componía de dos establecimientos conectados entre sí por un pasillo a manera de túnel. Uno de los edificios era un bar estilo occidental, donde vendían solo bebidas importadas, el otro se dedicaba a las bebidas nacionales. Al mirar la parte occidental suspiré. Conocía perfectamente aquel bar porque era el favorito de Jun. En ese lugar, pasábamos nuestro tiempo bebiendo cervezas mexicanas.  

De pronto, mis pensamientos fueron abruptamente interrumpidos pues vi llegar a Heath-san. A pesar de que él también había tomado precauciones para no ser reconocido yo pude identificarlo. Su delgada figura era inconfundible.

— ¡Ryuichi! ¿Tienes mucho tiempo esperando aquí? —dijo cuando al fin estuvimos reunidos.

—No. Claro que  no. Heath-san, me alegra mucho que al fin podamos vernos.

— ¿De verdad? Espero no ser una molestia. Estás usando tu poco tiempo libre conmigo.

—Es todo lo contrario, yo te agradezco todo lo que hiciste por mí y que a pesar de ello aún desees mi compañía.

Hice una reverencia de agradecimiento y después lo miré y le dediqué una amplia sonrisa. Vi cómo su rostro enrojecía apenado de la forma más dulce que hubiera visto. Era fácil y agradable estar con Heath-san porque sus emociones eran transparentes, no había sorpresas, no había sombras, no había peligros…

— ¿A cuál de los bares te gustaría ir? El occidental no hace mucho que fue remodelado, dicen que…

—Si no te molesta me gustaría ir al oriental. Hace mucho que no bebo sake tradicional y pensé que podríamos… —bajo ninguna circunstancia deseaba estar en aquel lugar donde había estado con Jun.

—Claro. Al que tú prefieras. El sake está bien para mí también. —tomó mi mano y me jaló hacia el lugar seleccionado. Eran tan espontáneos sus gestos… me preguntaba cómo podía yo responderlos con tanta facilidad… dejarme llevar por ellos así…

El futari oriental era un edificio ligeramente más pequeño que el occidental y mucho más antiguo, pues se trataba de una autentica casa japonesa de aproximadamente cien años de antigüedad. Para entrar debías quitarte los zapatos, pues el piso en las salas individuales y comunes, se encontraba cubierto por tatami[1]; mientras que los pasillos eran de madera perfectamente pulida.

Nos instalamos en una pequeña sala individual. Si el cliente lo deseaba podía pedir que hubiera ahí una chica vestida con kimono para servir las bebidas, pero nosotros no solicitamos este servicio. Lo que menos deseábamos era ser reconocidos.  Las mesas por supuesto que eran kotatsu,[2] y no había sillas. El bar disponía también de un menú de alimentos muy variados de la comida típica de Japón.

Nos sentamos con las piernas cruzadas y en menos de quince minutos nuestras bebidas ya estaban en nuestra mesa. No sé porqué comencé a sentirme nervioso en ese momento, nunca había estado solo de esa forma con Heath-san, el aroma de su perfume llegaba a mí como si fuera un soplo delicado. Miré atentamente sus movimientos mientras él se encargaba de servir las bebidas. Contemplé los detalles de su ropa entallada al cuerpo, completamente negra; las cadenas de adorno; las pequeñas calaveras; su figura perfectamente delineada… me pareció de pronto que me encontraba frente a una pintura. Él resaltaba tanto del marco que lo rodeaba, que parecía casi irreal, parecía un sueño.

Él levantó la cabeza y me miró, yo me sentí completamente apenado porque me descubriera viéndolo tan atentamente, sin embargo, él simplemente me dedicó su sonrisa y me ofreció una de las bebidas.

—Heath-san… me doy cuenta que he sido muy egoísta contigo.

— ¿Egoísta? ¿Por qué dices eso? —bebió de un sorbo todo su sake.

—Las veces que nos hemos encontrado no hemos hablado de ti. Siempre soy yo el tema de conversación.

—Porque tú eres más interesante que yo —rió mientras se servía más.

—Claro que no. Quisiera saber qué ha sido de ti. Además de tu nueva banda. ¿Tienes… novia?

—No deberías preguntar esas cosas tristes.

— ¡Perdón! ¿He sido indiscreto? —me preocupaba hacerlo sentir incomodo de alguna manera.

—Sólo bromeó. La verdad es que no tengo novia.

—Pero… ¿hay alguien que te interese? —desvié la miraba hacia el sake dentro de mi vaso. Por alguna razón me apenaba sostener la mirada sobre él ante aquella pregunta.

—Sinceramente sí. Hay alguien que me interesa… pero por ahora parece ser una posibilidad muy lejana… si es que hay alguna.

—No me imagino que pudiera existir alguien capaz de resistirse a ser tu novia.

—Apelo a eso. Pero quizá esa persona ya tiene alguien a quien no ha podido resistirse —me miró fijamente, profundamente, tanto que incluso me sentí intimidado.

—Te… te deseo mucha suerte Heath-san.

— ¿Y tú Ryuichi, tienes una novia? He visto en la televisión que eres muy popular.
—Claro que no. Y no… en este momento no tengo… pareja…

— ¿Es eso lo que te mantiene así?

— ¿Así…?

—Tan triste…

Yo no supe qué contestar, sus palabras me habían tomado por sorpresa. ¿Tan obvio era? ¿Acaso iba por el mundo causando lastima, pena, risa…?

—Discúlpame… yo sí que fui indiscreto.

—N-no… no te preocupes…

De pronto, él se acercó y dejó un beso sobre mi frente. ¡Fue tan inesperado! Me sorprendí tanto que me quedé inmóvil, me sentía apenado pero también… hasta cierto punto… no era una sensación desagradable.

—Discúlpame. Ahora iniciaré una nueva conversación sobre el nuevo video juego de Mario Bros y tendrás que escucharme aunque no entiendas nada.

— ¿Te gustan los video juegos?  —agradecí aquel cambio de conversación.

—Es mi pasatiempo. Cuando quieras puedo invitarte a jugar.

—Será un placer. Aunque apenas he jugado un par de veces.

— ¡¿Un par de veces?! ¡Eso no puedo permitirlo! Tendré que someterte a una dura práctica sobre video juegos.

-Prometo ser un excelente alumno —dije tras una suave risa.

En ese momento me pareció que Heath-san era una persona capaz de hacer magia… cambiaba mi ánimo de un momento a otro y el ambiente se volvía más ligero. Respirar se convertía en una tarea sencilla y casi placentera.

 

Fue hasta muy entrada la madrugada que salimos del bar con bastantes copas sobre nosotros. Caminábamos a través del estacionamiento, pero no para ir a nuestros vehículos, sino para pedir un taxi. Ambos nos encontrábamos demasiado ebrios para conducir.

Apenas íbamos a mitad del camino cuando me tropecé con una pequeña saliente en el asfalto. Heath-san logró sostenerme a duras penas. El piso borroso quedó frente a mis ojos y yo parpadeé tratando de enfocar mi vista; cuando de pronto sacadas de otro universo, dos voces que conocía perfectamente llegaron a mis oídos.

-No puedes evitar lo que deseas de esta manera…

-Puedo y lo haré… ahora no molestes…

Levanté la vista y me di cuenta, pese a mi deficiente visibilidad, que las figuras correspondían con las voces que había escuchado. Venían en dirección del futari occidental hacia el estacionamiento en condiciones muy similares a las nuestras; aun así venían jugueteando, empujándose mutuamente, sus risas entraban por mis oídos y llenaban mi cabeza.

La figura más alta jaló con fuerza a la más pequeña… cerca… muy cerca de sí…

—No puedes escapar más… —y entonces sus labios perdieron el lindero de la individualidad y se unieron, ajenos a todo su alrededor.

Ajenos al mundo que frente a ellos se derrumbaba…

 


[1] El tatami es un tapete cuadrado que cubre las casas japonesas. Los japoneses se quitan los zapatos a la entrada para no maltratarlos. En la actualidad aunque no haya tatami en la casa ellos se quitan los zapatos.

[2] Kotatsu es la pabla que va sobre esas mesas chaparritas donde los japos se sientan a comer. 


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