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Entre girasoles por Killary

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Notas del capitulo:

Bien puede ser el cap anterior el final de la historia... Pero si te animas a leer lo q sigue... 

Quiero sentirte

Necesito escucharte

Eres la luz que me guía

Al lugar en donde encuentro paz nuevamente

(Everything  - Lifehouse)

 

 

 

12. Entre girasoles

 

 

 

“Es la niña que está sentada bajo el árbol.”  Miro hacía donde me señala y sólo veo a una adolescente sentada en la grama leyendo un libro.

“… ¿Esa adolescente?”

“Sólo tiene 13 años… Es una niña aun… Ven, te la presentaré.”

Nos acercamos. Estoy algo nervioso. Ezio me ha hablado tanto de esta niña. La conoció hace unos años en uno de los viajes. Lo cautivo desde el primer momento. Comenzó a visitar este orfanato periódicamente sin que yo lo supiera. Es uno de los lugares al que hacemos aportes periódicos, así que no me llamó la atención que él acudiera.  Pasó el tiempo, nos casamos y recién me cuenta toda la historia. Entendí el porqué de su nerviosismo al pedirme que hiciéramos un recorrido por Europa. Quería traerme aquí sin que sospechara nada. Y lo había logrado.  

Estamos a su lado, la niña se da cuenta de nuestra presencia y rápidamente se levanta para darle un gran abrazo a Ezio, que le corresponde con una dulce sonrisa.

“Isabella te dije que traería a alguien muy especial… Él es Rodrigo…” Me presenta. Ella me observa atentamente  por un momento con sus ojos avellanas y muy correctamente me tiende la mano.

“Mucho gusto señor, mi nombre es Isabella.” Tiene el cabello castaño y lacio atado en una coleta. Sonrío y le estrecho suavemente la mano.

“El gusto es mío, pequeña”

Ezio conoció a Isabella cuando ella tenía 9 años. Una pequeñita que había sido abandonada en las puertas de un orfanato a los 5. Se ganó su confianza y su cariño de a pocos. Esperaba que alguna de las parejas que siempre llegaban al lugar la adoptase. Pero pasaron los años y eso no ocurrió. La niña perdió toda esperanza de que alguien la acogiera como parte de su hogar cuando cumplió los 12. Se volvió dura,  desconfiada, rebelde… Ezio era el único con el que se abría realmente. A él le confió que sólo esperaba llegar a la mayoría de edad para poder salir y hacer su vida.  Sin embargo en la cabeza de mi bello italiano había empezado a rondar una idea totalmente diferente.

Los 3 meses que pasamos de “luna de miel” estuvimos visitando a la niña. Me fue ganando un poquito cada día. Y pude derribar su muralla tras la que ocultaba un dulce e inocente carácter a base de paciencia.  Cuando Ezio por fin se atrevió a pedirme lo que yo ya imaginaba, no me sorprendí en lo absoluto.

“Rodri… Adoptémosla…”

Hablamos con la pequeña… Ezio se lo propuso… La niña se echó a llorar abrazándonos con fuerza. En ese momento supe que ya era parte de nuestra familia.

Un año después la teníamos en casa. Jair estuvo encantado con la noticia. Cedió su habitación argumentando que él pasaba poco tiempo en el departamento y que no necesitaba un cuarto tan grande. Hicimos los arreglos y se mudó al cuarto pequeño.

Cuando Isabella conoció a Jair fue una sorpresa para ellos. No le habíamos dicho que tendría un hermano.  Y Jair no tenía ni idea que la “niña” ya tenía 14 años.

Comenzamos a vivir un nuevo sueño. Uno renovado. Teníamos una familia. Isabella empezó a llamar papá a Ezio. A pesar de ser una jovencita en algunas cosas era como una pequeña niña. Con el paso de los años, justo el día en que cumplió los 18, me dijo por primera vez papá. Y Ezio pasó a ser su “papi”. 

Vivíamos una hermosa vida llena de felicidad y amor. Jair trabajaba en la empresa, poco a poco le fui delegando todo y se hizo cargo sin problemas. Me llenaba de orgullo. Isabella se empeñó en querer ser parte de la empresa también así que apenas termino el instituto, entró a la universidad decidida a acompañar a su hermano en el manejo de la compañía…

Mis hijos… No… Nuestros hijos…

Nuestra familia…

Soy feliz. Inmensamente feliz.

Sería más feliz si estuvieras  aquí en la cama conmigo y no de viaje…

No me gusta que no estés aquí…

¿Por qué…?

¿Por qué siento…?

¿Por qué…?

 

 

“Rodrigo…”

 

 

Me remuevo perezosamente en la cama sin querer abrir los ojos. Escucho una risita que conozco a la perfección.  Estaba aquí, antes de lo previsto… Seguro que a medio viaje decidió regresar. Ya le había dicho que no era necesario que fuera, pero él terco como siempre quiso ir personalmente a solucionar un problema con uno de nuestros clientes. A pesar de los años no perdía esa costumbre. Yo casi no pisaba la empresa.  Prefería quedarme en el departamento y disfrutar de una vida tranquila. Jair se había graduado y aunque estaba junto a su novio en Sudamérica, ya le había delegado la responsabilidad de velar por todo. Además estaban David y Norman, personas que se habían ganado mi absoluta confianza a pulso. 

 

 

Sonrío mientras me acurruco. Aún es demasiado temprano para levantarme. Creo que ni ha amanecido. No sería la primera vez que mi italiano llega a estas horas y empieza ese tipo de juegos.

 

 

“Despierta, bello durmiente…”

 

 

No le voy a dar gusto. Ronroneo a la par que jalo una almohada y me cubro la cabeza. Vuelvo a escuchar su suave risa. Me lo imagino parado al lado de la cama mirando divertido.  Su aliento sobre mi cuello me sorprende de pronto.

 

 

“Rodrigo…”

 

 

Un beso que casi es una caricia se posa  en esa parte descubierta debajo de mi nuca. Siento claramente una de sus manos recorrer mi espalda. Me rindo. Ya me di cuenta que no tiene intención de dejarme dormir.  Me giro tirando la almohada a un lado y abro los ojos.  Todo está oscuro.

 

— ¿Ezio?

 

Lo busco con la mirada ayudado por la tenue luz que se cuela a través de las cortinas. Nada. El sueño, la pereza y las ganas de jugar se me espantan. Me levanto de un salto.

 

— ¿Ezio? — Vuelvo a llamarlo mientras comienzo a recorrer el departamento. — No me gustan estas bromas… — Busco en el baño, la sala, la cocina, el estudio, el cuarto de Jair, de Isabella… Nada.

 

 

Regreso a la sala y me siento en uno de los sillones. Debo haberlo soñado. Miro la hora, casi dan las 5 de la mañana. Voy por mi móvil a la habitación. Marco su número… “El número que ha marcado está fuera de servicio.” ¿Qué?... Vuelvo a intentarlo varias veces con igual resultado.  Intento nuevamente con un número diferente.

 

—Bonjour…

 

—Etienne… Disculpa, soy Rodrigo…

 

—Hola Rodrigo, que gusto escucharte…

 

—Me preguntaba si sabías dónde está Ezio… No me coge el teléfono… Me dice que está fuera de servicio… — Silencio. Pasan varios minutos… ¿Se habrá cortado la comunicación?... — ¿Bueno?...

 

—Rodrigo…

 

— ¿Sabes algo?... — Lo oí suspirar al otro lado… ¿Qué ocurría?...

 

—Seguro… Debe estar aún en el avión… Quédate en casa, él llegara pronto…

 

—Ah, claro… Lo haré… Gracias…

 

 

Volví a la habitación y me metí en la cama de nuevo. Esperaré a Ezio entre las sábanas... Tengo tantas ganas de verlo… Quizá podamos planear un viaje a Italia para visitar el campo de girasoles… Hace un  par de años que no vamos para allá… Quizá para nuestro aniversario… Cerré los ojos…

 

 

“No quiero que viajes…”

“Vamos Rodri, te prometo que esta será la última vez.”

“No hay necesidad que lo hagas… Pídele a Norman que vea ese problema… Quédate Ezio…”

“Mi príncipe engreído no quiere que lo deje solo un par de días…” Me envuelve en un gran abrazo pegándome a él. “Es mejor que vaya personalmente a solucionar ese problema. El cliente es muy quisquilloso ya lo conoces.” Reparte besos por mi rostro. “Será la última vez, lo juro.”

“Entonces voy contigo.”

“Rodri, sabes que es mejor que te quedes con Isa y Jair.”  Bufo molesto. “Vamos cariño, no te pongas así. Más pierdes tiempo en mortificarte por algo que no vale la pena. En un abrir y cerrar de ojos ya estaré de vuelta.”

Acepté a regañadientes. Lo acompañé al aeropuerto como tantas veces. Sólo que esta vez me sentía inquieto. No quería que se fuera…

“Ezio, quédate…”

“¿Empezamos de nuevo?” Sonríe mientras toma mi mano. “Volveré pronto, lo prometo.”

Lo vi subir al avión a través del ventanal. Esperé que su vuelo despegara y lo seguí con la mirada hasta que desapareció de mi vista.

“No quiero que te vayas…”

“No quiero…”

“No me gusta que no estés aquí…”

¿Por qué…?

¿Por qué siento…?

¿Por qué…?

 

 

 

Abro los ojos. Ya la habitación estaba totalmente iluminada por el sol. Jair estaba sentado al lado de mi cama observándome con cara preocupada.

 

—Hijo… ¿Hace mucho que llegaste? — Pregunté mientras me sentaba. — Discúlpame, últimamente duermo demasiado… Creo que soy un anciano lleno de achaques…

 

—No digas eso papá, no eres un anciano… — Puso sus manos sobre las mías mientras sonreía dulcemente.

 

— ¿Llegó Ezio? — Apretó mis manos entre las suyas mientras que la mirada dulce daba paso a una llena de tristeza.

 

—Papá…

 

—Voy a ducharme y cambiarme para ir a buscarlo… — Me paro de la cama dispuesto a ir al baño. Jair se levanta también tomándome de los brazos impidiéndome que me mueva. — ¿Qué ocurre?

 

—Papá… — Me obliga a sentarme nuevamente en la cama. — Ezio no está… Él no vendrá… — Su voz es suave. Vuelve a cogerme de las manos… — Hemos hablado de esto muchas veces… ¿Recuerdas?... — Lo miro sin entender… Mi hijo se mueve abriendo el cajón del velador sacando una cajita. La abre y me la muestra, dentro está mi aro… Toco instintivamente mi mano y lo siento… Lo tengo puesto… Entonces ese aro… Ese aro es de Ezio… — Papá… — Una punzada me hace cerrar los ojos. Cojo mi cabeza entre mis manos mientras mi respiración se acelera… Recuerdos como puñaladas me asaltan…

 

 

Bajo del vuelo que me trajo a España. El panorama es desolador. Muchas familias ya están aquí esperando noticias de sus seres queridos. Jair me  tiene cogido fuertemente del brazo. Gustavo e Isabella ya están averiguando todo. Mi mente está nublada. Mis ojos rojos y secos. Me muevo por inercia. Me dejo dirigir por mi hijo.

“Tranquilo papá, estamos aquí contigo, no estás solo…” Lo escucho decirme. No le respondo. No encuentro las palabras dentro del caos que reina en mi cabeza.

Un avión… Un accidente… Desesperación… Angustia… Dolor…

No puedo aceptar que Ezio no estará más aquí. No puede ser cierto. Quiero que alguien venga y me diga que él no subió a ese vuelo. Quiero que me digan que todo es un error…

Las horas pasan y se me hacen eternas. Estoy a un lado, mirando a la nada. No sé cuánto tiempo llevamos aquí. Me han obligado a dormir aun sin tener realmente sueño. Isabella me dio algunas pastillas que tragué sin siquiera preguntar que eran. He hablado con gente desconocida… O mejor dicho, he escuchado a gente desconocida hablar de perdidas, de aceptación, de fortaleza, de continuidad, de familia… ¡Sólo quiero que alguien venga y me diga que todo esto es una mentira!... No puede ser cierto…  No puede…

Me llevan de un lugar a otro. Viajamos. No sé realmente cuanto tiempo transcurre… Días, semanas… Las noticias siguen llenándose del accidente.

Paso un tiempo con Etienne mientras que los chicos siguen pendiente de todo… El francés está dolido y lo veo llorar algunas veces cuando cree que estoy distraído. Sin embargo me trata con dulzura y se desvive por hacerme sentir cómodo. Lamentablemente no puedo corresponder a su cordialidad. Casi no articulo palabra y he olvidado cómo sonreír.  La mayor parte del tiempo lo paso sentado junto a la puerta, mirando por la ventana… Esperando… Sigo sin creerlo… No puedo creerlo… No puedo aceptarlo…

Unos días después, llega Jair. Se sienta a mi lado y me habla suavemente. Han encontrado parte de las cosas de Ezio… Me entrega el aro que  llevaba… Nuestra alianza… Lo sujeto con fuerza pegándolo a mi pecho mientras siento como mi vida se desmorona… Ezio no vuelve… Ezio no está… Él no volverá… No…

 

“Volveré pronto, lo prometo.”

 

Libero un grito desgarrador… Y otro… Y todos los que tenía atrapados dentro… Todas las lágrimas que se negaron en salir, escapan desesperadas. De rodillas, retorciéndome de dolor…

No puedes irte… No puedes dejarme… Lo prometiste… Era para siempre… ¡Era para siempre, maldición!... ¿Cómo voy a continuar sin ti?... No puedo… ¡No puedo!… Ezio… Ezio… Ezio…

Jair y Etienne me sostienen. Quiero salir, quiero correr, quiero desaparecer… Quiero estar con él… No me dejan, me tienen apresado entre sus brazos… Pero no son esos brazos los que quiero sentir… No es esa voz…

Más días pasan dentro de una nube gris llena de confusión. La mayor parte del tiempo la paso bajo los efectos de calmantes. Siempre con Jair, Isabella, Etienne o Gustavo al lado. No me dejan ni un minuto a solas.

Asistimos a un funeral. Un ataúd sombrío… Mis hijos evitan que me derrumbe… Y mientras bajan el féretro y lo hunden en aquel agujero en la tierra, siento como mi alma se va con el…

Un ataúd sombrío… Un cuerpo sin alma…

Ezio…

 

 

Hace seis meses… Seis meses… Ezio no está… No vendrá… Hace seis meses…

 

 

El aire se hace pesado. No puedo respirar… Siento nauseas. Vomito. Jair me ayuda, grita un nombre… Son ahora dos personas a mi lado… No puedo ver bien… Todo da vueltas… Luego oscuridad…

 

 

 

Voces…Voces lejanas…

 

 

Abro los ojos. Miro alrededor. Estoy en mi cama, llevo un pijama limpio y noto que las sábanas han sido cambiadas.  Recuerdo lo que pasó… Cierro los ojos un momento tratando de tranquilizarme… Inhalo y exhalo varias veces antes de tomar valor y levantarme de la cama. La puerta de mi habitación está abierta.

 

 

Voces… Susurros, murmullos…

 

 

Camino descalzo, salgo al pasillo y me dejo llevar por el ruido de una conversación. Me detengo al lado de la habitación de Jair.  Su puerta está junta. Apoyo mi espalda en la fría pared mientras escucho lo que dicen.

 

—…vor… Por favor Jair… Dime… No me ignores… Dime… Por favor…

— ¡¿Qué quieres?!

— Cómo… ¿Cómo está papá?

— ¿Ahora te importa?... ¿Dónde estabas? ¿Cómo se te ocurre dejarlo solo?

—Estaba dormido… No pensé que despertaría… Nunca lo hace… Sólo fue un momento…

— ¡Era de madrugada! ¿Dónde fuiste?

 

 

Voces alteradas… Voces…

 

 

—Samuel me llamo y…

— ¡Y nada! Tenías la responsabilidad de quedarte con él, Isabella… Sólo era una noche…

—No pensé que pasaría algo…

—Y no pasó… Porque Etienne me llamó y tuve que volar hasta aquí ya que tú  ¡ni siquiera contestabas tu maldito teléfono!

—Jair, cálmate…

—Lo siento… No debí irme… Lo lamento…

 

 

Voces sollozantes… Suspiros… Voces…

 

 

—Tranquilícense, Rodrigo no debe verlos así…

—Lo siento… Lo lamento Jair… Perdóname…

—Ya, Isa, Jair, calma por favor… Necesitamos hablar… ¿Pensaron en lo que recomendó el Dr. Jensen?

—No vamos a encerrar a papá…

—No lo digas de esa forma… Sabes que esto se nos está escapando de las manos… Rodrigo necesita terapia, medicamentos… necesita un tipo de ayuda que somos incapaces de darle… Se está consumiendo ante nuestros ojos… Debemos hacer algo…

—Gustavo tiene razón, Jair… No duerme si no es gracias a las píldoras, no come si alguien no lo obliga… Y aun así él devuelve todo casi siempre… Aunque sonría y nos diga que todo está bien sabes que no es cierto… Mira lo que ocurrió hoy…

— ¡Eso fue porque lo dejaste solo! ¡Todo por ir tras de tu noviecito!

— ¡Lo siento! ¡Te lo he repetido una y otra vez! ¡Lo siento! ¡Lo siento!...

— ¡Basta los dos! Discutir entre ustedes no soluciona nada… Como sus hijos deben tomar una decisión. Piensen que esta fue la segunda vez que Rodrigo se desconecta de la realidad. Ya el doctor advirtió que si sucedía debíamos considerar seriamente internarlo… Tenerlo en casa con los medicamentos y las terapias no está funcionando…

—No lo haré… No lo abandonaré…

—No será así… Estaremos con él como siempre… A su lado cada día… Lo ayudaremos a salir de todo… No estará solo, amor… Nos tendrá a su lado… Pero debemos aceptar que esto nos está sobrepasando… Él necesita ayuda profesional y nosotros también…

—No Gustavo, no voy a meterlo a una clínica… Él necesita a su familia… Voy a hablar con David y Norman, me ausentaré de la empresa por un tiempo…

—Ya estuviste sin ir desde que pasó lo del accidente… Apenas regresaste hace un mes…

—No fue suficiente… Debo quedarme con él…

—Jair…

 

 

Voces quebradas… Respiraciones… Suspiros…

 

 

Me alejo dando pasos cuidadosos. No quiero seguir espiando. Es muy perturbador escuchar hablar de uno mismo. Más aún si son tus hijos… Sé que están preocupados por mí, los entiendo… Han pasado 6 meses pendientes de mí… Siempre uno de ellos a mi lado, siempre acompañado… Dejando su vida a un lado por mi culpa… ¿Siempre fui tan débil?... Es que simplemente… No puedo avanzar sin él… No puedo… Es algo aterrador sentirse una carga… Ellos no merecen tal peso en sus espaldas…

 

 

Llego a la sala. Miro hacia un lado. Me encuentro con los hermosos ojos color  cielo de mi italiano. Ezio me sonríe desde un estante sobre el sofá principal. Su imagen parece brillar tras el cristal del portarretrato.  Junto a él está un joven rubio, sus ojos verdes irradian felicidad, su sonrisa amplia, tiene un brazo sobre los hombros de  mi Ezio… Un joven que solía ser yo… Detrás de ellos puedo ver el campo de girasoles.

 

 

“¿Te gusta aquí?” Me preguntas colocando un portarretratos, con aquella vieja fotografía que nos tomamos con mi móvil cuando éramos apenas unos jóvenes alocados, sobre un estante en la sala.

“¿No sería mejor tenerla en la habitación?”

“Oh, vamos… En la habitación pondré más… A mí me gusta mucho esta fotografía… ¿Recuerdas el día en que nos la tomamos?”

“Si… Fue el día en que te hice el amor por primera vez…”

 

 

Acaricio el sofá beige que está también frente a mí. Recuerdo cuando por fin aceptaste venir.  Insististe en redecorar el departamento. Y lo hicimos, juntos. Cambiamos todo, desde el color de las paredes hasta cada mueble, cada pequeño detalle. Este departamento está impregnado de tu esencia…

 

 

“Nunca te gustaron los colores oscuros, ¿verdad?”  Ríes mientras te tiendes cuan largo sobre el mueble, desparramando esos hermosos rizos marrones que contrastan bellamente con el beige.  “Mmm es tan suave… Por eso me dejé convencer…” Palmeas el cuero haciéndote a un lado.  “Ven, hazme compañía… Probemos si entramos los dos, acurrucaditos…”

 

 

Es verdad, prefiero los colores claros, siempre. El negro no es uno de mis favoritos. Esa vez tuvimos  una de nuestras pequeñas discusiones. Tú querías los sofás café y yo beige. Al final pude convencerte…  Sonrío tristemente. Todo este lugar está lleno de recuerdos… Me acerco al ventanal corredero que separa el balcón de la sala. Empujo un poco el vidrio y se hace a un lado dejando espacio suficiente para pasar, pero no lo hago. Me quedo observando.

 

 

“¿De aquí me espías mientras estoy en la universidad?”  Observas el paisaje de la ciudad que se presenta ante nosotros. Estás apoyado en la baranda mientras una suave brisa sopla. Acabo de entrar al balcón con un vaso de agua en la mano. Me rio al escuchar tu pregunta.

“No lo hago… Pero si quieres, mañana mismo compro un par de binoculares… no, no… Un telescopio… Eso usan los acosadores, ¿no?”  Me acomodo detrás de ti apoyando mi barbilla en tu hombro.  “¿Qué dices?”  Giras hábilmente quedando frente a frente, me quitas el vaso y te  tomas el contenido de un tiro, dejándolo vacío sobre el macetero que tenemos a un lado.  “¡Hey!”

“¿Por qué no vamos a la habitación, abrimos las ventanas de par en par y damos un gran espectáculo?… Quizá hagamos feliz a algún voyerista acosador…”   Lames mi cuello sensualmente. “Vieni, tesoro mio… vorrei mangiarti di baci…”

 

 

El viento helado me trae de vuelta. Cierro el ventanal.  Camino de regreso a mi habitación. Entro en la cama cubriéndome con las sábanas… Está cama que hasta hace seis meses compartíamos…

 

 

“Que manía de dormir sin ropa en invierno, Ezio… Ponte unos shorts por lo menos…”

“Me gusta sentirte al dormir…”

“Te gusta restregar tu polla en mi culo al dormir”

“Bueno… Eso también…”

 

 

Escucho tu risa, tan vivida que parece como si estuvieras a mi lado.  Me acurruco abrazando la almohada que solías usar.  Cierro los ojos con fuerza… Sé que no estás más a mi lado… Que te fuiste y no volverás… Que hay una lápida con tu nombre… Pero no… No estás muerto… Estás vivo, aquí dentro, aquí en mi corazón, en mis recuerdos… Nunca desaparecerás…

 

 

“Oh mira… ¡Una cana!”  Estás sentado con la espalda apoyada en la cabecera de nuestra cama mientras acaricias mi cabeza que está apoyada en tus muslos.

“Ni se te ocurra arrancarla… Ya dicen que si lo haces aparecerán 10 más…”

“No te la quitaré, además que ni se nota entre tanto pelo rubio…”  Detienes las caricias por un segundo para continuarlas con un suspiro.  “Rodri… ¿Te imaginas cuando seamos unos viejecitos?...”

“Serás un ancianito adorable…”  Busco tu mano libre y la tomo llevándomela a los labios para depositar un beso.

“Adulador… Tú serás un anciano cascarrabias…”  Te carcajeas y mi cuerpo se mueve al compás de tu risa. Muerdo uno de tus dedos en señal de protesta.  “Ouch…”  Me impulso sentándome junto a ti, sin soltar tu mano. Te miro sonriendo.

“Un viejo cascarrabias locamente enamorado de un viejito encantador…”  Tu mirada brilla iluminando todo mi ser. Permanecemos varios minutos sin decir palabra, hasta que tu susurro rompe el silencio.

“Y a medida que envejezca, prometo amarte con cada respiro… Lo juro…”

“Y cuando las luces del universo se apaguen… Estaré contigo y tu estarás conmigo…”

“Siempre…”

“Por siempre…”

 

 

Mi cuerpo adormecido se interna cada vez más en el mundo de los sueños arrullado por los recuerdos… Prefiero mil veces estar dormido y soñar contigo que despierto sin ti…

 

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

 

El cielo me recuerda a tus ojos. Ese color entre azul claro y gris… Me aparto de la ventana y me dirijo a la puerta de mi habitación. Asomo la cabeza fuera.  Todo el departamento está en silencio.  Salgo con cuidado y mis pasos me llevan a la habitación de Isabella. Entro despacio y la contemplo. Está durmiendo. Su rostro tranquilo refleja paz. 

 

 

“Papá…” Se queda quieta al notar la forma en la que acababa de llamarme. Me mira con esos ojitos avellana soñadores y un ligero rubor… Entonces me pregunta. “¿Te molesta si te llamo papá?...”

“Me harías el hombre más feliz de la tierra si lo haces…”

 

 

Me acerco y lentamente acaricio su melena castaña. Deposito un beso con cariño. “Te amo nena” susurro.  Se remueve un poco y me separo alarmado, temeroso de haberla despertado. Pero felizmente sigue dentro de su pacifico sueño. Me acerco a su cómoda y  observo. Varios portarretratos la decoran. Tomo uno que me llama la atención. Un muchacho castaño y de ojos ambarinos abraza a mi pequeña Isa… Samuel Sandoval, su novio… Novio… Si apenas mi niña tiene 22 años… No sé cómo me dejé convencer por Ezio para permitirle eso… Ella es demasiado joven… Aunque están juntos desde que ingresó a la universidad hace casi 3 años… Lo había traído a casa a presentarlo y he de aceptar que me pareció muy buen muchacho… Espero que sepa apreciar y atesorar la dulce chica que tiene al lado… Que sepa cuidar y sostener a mi pequeña niña ahora que necesitará todo el apoyo posible para seguir adelante… Es tan joven y tiene mucho por vivir…  

 

 

Dejo la foto en su lugar y abandono la habitación de mi hija.  Me encamino ahora hacía la habitación de Jair. También tiene la puerta entreabierta y me es fácil escabullirme dentro. Sé que no cierran sus puertas debido a mí. Porque están pendientes de que me ocurra algo. Claro que hoy están todavía profundamente dormidos. Recién está amaneciendo y anoche estuvimos hasta muy tarde disfrutando de una velada en familia maravillosa.  Comimos, bebimos y reímos como hace mucho no lo hacíamos. Ellos me veían maravillados. Supongo que verme así de “feliz” era extraño. Hace un año que no me reía sinceramente. Pero esta noche fue especial. Y quería grabarla en sus memorias. Que tengan el recuerdo de un Rodrigo sonriente y feliz.

 

 

Mi hijo está tendido en la cama abrazado por Gustavo. Verlos así me recuerda mucho mis noches con Ezio. Me siento tranquilo al saber que Jair cuenta con una persona que lo ama profundamente y que cuidará de él.  Alguien que lo protegerá y lo ayudará a continuar.  Tengo la certeza de que no podría dejar a mi hijo en mejores manos.

 

 

Mis dedos se deslizan diestros por el teclado del piano acompañando la melodía que brota de un violín. Miro por un segundo a través del rabillo del ojo a Ezio sentado junto a Jair, Isabella y el jovencito prospecto de novio de mi pequeña. Como siempre luego de una velada, Gustavo y yo terminamos tocando alguna melodía juntos a pedido de mi hijo y de mi travieso italiano.  Vuelvo a cerrar los ojos y me dejo envolver por la suave música.  Respiro pausado, respiro tranquilo… Una casi imperceptible sonrisa se adueña de mis labios.

Los aplausos de nuestra pequeña audiencia me espabilan. Ezio se acerca a mí y deposita un beso en mi mejilla. “Maravilloso como siempre” me susurra. Le doy un suave codazo juguetonamente.

“Deberían grabar algo juntos.” Opina Jair que está ahora sentado junto a Gustavo. Me rio con ganas.

“No, no, soy sólo un amateur.”

“Pues lo haces muy bien para considerarte sólo un aficionado. Sería interesante… Piénsalo.” Apoya Gustavo.

“Gracias, me siento halagado… Pero no podría.”

“Quizá algún día te animes, papá.” Ahora es Isabella. Suspiro ante la insistencia.

“Quizá…”

 

 

Agradezco a la vida que me dio la oportunidad de acercarme a mi hijo y resarcir mis errores. De demostrarle todo lo que lo amo. De darle todo… Aunque nunca será suficiente… Tengo que retener las ganas de acercarme y acariciar la cabeza castaña de aquel hombre que duerme plácidamente junto al ser que ama.  Como un flashback pasan ante mí las imágenes… Sosteniéndolo contra mi pecho, pequeñito e indefenso entre mis brazos… El niño que se convirtió en adolescente mientras lo observaba de lejos furtivamente… El joven que me dio una oportunidad… El adulto que me aceptó como su padre… “Te amo hijo” susurro con una sonrisa.  Antes de abandonar su dormitorio me introduzco sigilosamente a su baño, busco rápidamente y una vez que consigo lo que quiero, salgo.

 

 

Regreso a mi alcoba, entro y cierro con seguro.  Tengo las llaves guardadas en el cajón del velador. Hace un par de meses que las conseguí y oculté sin que nadie lo notara.  Camino hacía el gran closet y busco entre los abrigos una bolsa que colgué hace unos días. La tomo con cuidado sacándola. Extraigo de ella una botella de vodka. Fue lo más difícil de conseguir. Pero pude comprarla en el último viaje  que hice para mi terapia. Distraer a Isabella no fue tarea difícil, sólo tuve que pedirle me comprara algunas revista que deseaba leer y mientras ella solícita se encargaba de eso, yo me escabullí unos minutos a la tienda de al lado y adquirí la bebida.

 

 

Me siento en la cama y saco del bolsillo de mi chaqueta de pijama el frasco blanco que acabo de tomar del cuarto de Jair.  Las píldoras que me recetaron para poder dormir… Una a una las voy tragando, ayudado por el alcohol.  Me arden las entrañas pero no me detengo. Lo he decidido y no daré marcha atrás. Bebo y bebo hasta tragar todo el contenido del envase. Lo hago a un lado igual que la botella… Me tiendo para atrás y mi cuerpo cae sobre el suave lecho…

 

 

Estas heridas no parecen sanar, este dolor es demasiado real, hay tanto que el tiempo no puede borrar…

 

 

¿Podrás perdonarme?... Soy un cobarde… Lo intenté Ezio, juro que lo intenté… Pero es que no puedo… Ya no puedo… No puedo sin ti… Siempre lo fuiste todo para mí… Mi vida… Sé que decepcionaré a nuestros hijos… Los amo, Dios sabe que los amo… Espero que puedan comprenderme… Tengo tantas ganas de estar a tu lado… Te extraño tanto que duele… Y ya no puedo soportarlo… No más…

 

 

Traté de convencerme a mí mismo que te has ido, pero aunque todavía estás conmigo… He estado solo todo este tiempo…

 

 

Tibias lágrimas recorren mis mejillas y  bajan hasta mi cuello perdiéndose… Es liberador… Una calidez que se va instalando en mi pecho… Una paz que me llena de pronto…

 

 

Doy una última mirada a un lado, comprobando que la carta que escribí para nuestros hijos permanece sobre el velador, junto a nuestros aros y la fotografía que tomé del estante de la sala. Sonrío al verla…

 

 

No sé si me espera el infierno o el paraíso… Quiero creer que sea el lugar que sea, tú te encontrarás a mi lado… Necesito creer que así será… Que podremos tener nuestro “para siempre”…

 

 

Y es que tú aun tienes todo de mí…

 

 

Cierro los ojos.  Me voy adormeciendo mientras me siento  ligero… Es como si las gaviotas que llevabas tatuadas en la cadera ahora las tuviera yo tatuadas en el alma… Por fin vuela libre…

 

 

Permíteme llegar a ti…

 

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

 

Hoy se cumple un año más de tu muerte… Un año más en el que decidiste partir, papá… Al comienzo fue muy difícil entender tu decisión… Muchas noches me pregunté por qué nosotros no fuimos suficiente razón para que sigas… Sé que nos amaste y de veras que he tratado de comprenderte… Pero fuiste egoísta… No sabes el vacío inmenso que dejaste… No sabes cuánta falta nos haces… Hasta hoy, tres años después, seguimos extrañándote como el primer día de tu ausencia…  Y me sigue doliendo…

 

 

Isabella fue la que peor lo tomó. No tienes idea  lo difícil que fue para ella aceptar tu partida. Por mucho tiempo se culpó de todo. Y es que fue demasiado. Primero pierde a Ezio y luego al año partes tú, dejándola nuevamente en la orfandad… Tuve que tragarme el dolor para poder ayudarla a salir de la depresión en la que se sumió… Hacerle ver que no estaba sola, que yo era su hermano  y permanecería a su lado… Samuel, si, el mismo muchacho que nos presentó como su novio, aquel que fulminabas con la mirada en cada ocasión que se te presentaba; nos ayudó muchísimo. Fue gracias a él que Isa pudo levantarse nuevamente. Que pudo aceptar tu partida. Que pudo volver a sonreír.

 

 

¿Puedes creer  que está embarazada? Ella y Samuel se casaron hace apenas cuatro  meses algo apresurados porque ya venía un niño en camino… Tiene mucho miedo de que te disgustes con ella por no haber cumplido su promesa de casarse y esperar un tiempo para tener familia… ¿Por qué le hiciste prometer eso? ¿Tenías miedo que Samuel no sea el indicado?... ¿Ahora estás disgustado?...  ¿Y tú, Ezio?... Espero que no… Porque van a ser abuelos… ¡Abuelos!... Y lo más importante es que Isa es feliz…No tenías de que preocuparte, Samuel es un buen hombre y adora a Isa… Y pensar que fui yo quien caminó con ella hasta el altar y quien la entregó al que ahora es su esposo… Debiste ser tú, papá, quien la entregue… Aunque supongo que también  Ezio hubieras dado la pelea… ¿Te imaginas a ustedes dos peleando por ver quien caminaría de su brazo?... No puedo evitar reír… Creo que al final los dos hubieran caminado con Isabella al altar… 

 

 

Discúlpame papá por no haberte venido a visitar en estos seis meses… Primero vino el matrimonio de Isa, todos los tramites de último momento, los preparativos para la ceremonia… ¿Puedes creer que Samuel es sobrino del mejor amigo de Gustavo?  Es increíble… Después de eso, intempestivamente Gustavo tuvo que ser operado de una apendicitis… Fueron momentos terribles...  En el hospital sólo pensaba en que lo perdería… Casi pasé mes y medio entre idas y venidas al sanatorio porque se le complicó la cirugía…  Aunque todo eso sirvió para mudarnos definitivamente aquí… ¿Les molesta que nos instalemos en su departamento?... Creo que no, estoy casi seguro que deben estar conformes con nuestra decisión.  Además no hemos variado nada, sigue tal cual lo dejaste.  Bueno, sólo hemos guardado varias fotos y tus cosas… También encontré las copias de los correos que te envió mi madre junto a mis fotos… ¿Por qué no me lo dijiste? ¿A pesar de todo lo que te hizo intentabas proteger su imagen?... Pero te entiendo… Quizá en esa época me hubiera dolido mucho enterarme que sólo signifique dinero en su cuenta bancaria…

 

 

¿Sabes?  Cuando pensé que perdería a Gustavo sentí tal desesperación, tal desolación, tal tristeza… Y sólo eran pensamientos… Entonces me pregunté… ¿Qué hubiera pasado si realmente lo perdía?... ¿Podría vivir sin él?... Allí empecé a entender un poco tus acciones… Por eso me decidí a hablarte… Creo que tres años de silencio han sido suficientes. Ya estoy listo para perdonar y dejar ir…  Me tomó tiempo ¿eh?... No fue fácil, nada fácil papá… Pero es bueno poder hablar y contarte todo lo que ha pasado en estos años de tu ausencia…

 

 

Acomodo las flores que adornan el lugar. Les he traído un gran ramo de girasoles que he colocado cuidadosamente en los floreros que hay a los lados de las lápidas. Igual que cada vez que vengo. Lo pediste en la carta, ¿recuerdas?  Me contaste lo que aquellas flores amarillas significan para ustedes.

 

 

Papá… ¿Me escuchas?... Es gracioso hacer esa pregunta… O mejor dicho, hacerme esa pregunta… Me siento como un loco hablándole a un par de lápidas… Realmente… ¿Realmente estás aquí?... ¿Están aquí?... Me gusta pensar que si, que están juntos y felices… Que ahora eres realmente feliz… Porque esto es lo que querías, ¿no? Estar junto a Ezio…

 

 

— ¿Jair? — Levanto los ojos limpiándome las lágrimas. Gustavo está parado a un lado mirándome dulcemente. — Creo que es hora de irnos…

 

—Si… ¿Me das un par de minutos para despedirme?...

 

—Sólo no demores… El tráfico se pone pesado más tarde… — Acaricia mis cabellos con cariño. Le sonrío agradecido. — Te espero en el auto. — Lo veo alejarse en dirección al estacionamiento.

 

 

Es hora de irme… Supongo que a partir de ahora conversaremos más seguido… Aún hay muchas cosas más que quisiera decirte… Pero tenemos tiempo… Todo el tiempo del mundo…

 

 

Me levanto sacudiéndome la grama que tengo adherida en los pantalones. Observo una última vez las placas de mármol que se levantan ante mí. De alguna forma se ven hermosas rodeadas de flores.

 

 

Mi vista se detiene en la reciente inscripción que está en medio de las dos. Una pequeña frase. Sonrío al leerla.  

 

 

Espero te guste, papá... Es lo que escribiste tras la fotografía que dejaste en tu velador...

 

 

Giro y busco con la mirada. Gus está apoyado en el auto, con los brazos cruzados, esperándome.  Cojo un girasol del grupo y lo coloco junto a la placa. Con la sonrisa aun en el rostro me alejo caminando hacia el hombre que me espera.

 

 

 

Un "por siempre" entre flores...

Un "para siempre", juntos, entre girasoles 

 

 

Notas finales:

Disculpen la demora... La verdad es q rehice totalmento tooodo el cap porq al comienzo el final no era así... Pero bien dicen q influye mucho las cosas por las q pasas y las q vives a la hora de escribir... Y bueno, luego de borrar incontables veces... Quedo como quedo...  

No todos somos valientes en el mundo. Algunos no soportamos las perdidas y nos rompemos en incontables pedacitos imposibles de volver a unirse. Quise irme por ese lado esta vez. No digo q es lo correcto, no. Sólo digo q aveces sucede. 

Bueno, tampoco nos pongamos serios. Es fantasía. Un mundo donde, apesar de todo y de todos, puedes ser feliz. Y me gusta pensar q más allá de la muerte puedes encontrarte con las personas q amas y vivir felices por la eternidad.  Entonces pensaré q Rodri y Ezio están juntos y sonriendose con cara de bobos enamorados ;)

 

Love You Forever de Ryan Huston en el ultimo recuerdo de la 1era parte y My Inmortal de Evanescence al final de la segunda me acompañaron. Además de Everything de Lifehouse

 

 

Maripositas multicolores llenas de miel para tod@s


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