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HIELO por Huitzil

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Notas del capitulo:

Los grandes son como el fuego, al que conviene no acercarse mucho ni alejarse de él.

 


Sigo rapido, sigo sin tiempo, esperando a que les guste este capitulo!

FUEGO.

Mycroft Holmes había estado platicando con los mismos peces insignificantes que rodeaban la pequeña pecera política de personas importantes y sus juicios. No importaba con quien estuviera hablando, estaba acostumbrado a recibir cualquier clase de halagos, amenazas o chismes mal fundados y, a todo eso siempre estaba dispuesto a mostrar su sonrisa más diplomática posible; no fuera  hacer que alguien lo malentendiera y entonces adiós trabajo de toda una vida para conservar la paz.

Sí. Estaba aburrido de estar en este encuentro social, de estar escuchando los comentarios estúpidos de las personas que no tenían nada más importante que hacer que regodearse de su importancia y fama; pero estaba aún más aburrido de estar conversando con esta anciana conservadora y religiosa. Vestida de ropas caras e hipocresía. Bueno, menos mal era la muy querida madre de un buen Senador influyente,  a la que le podía dar unos “consejos” políticos para ayudar al sustento económico del Reino Unido y de la nación en general. Estaba a punto de comentarlos cuando aparecieron repentinamente tres de las personas menos convenientes del mundo. Una adultera empedernida y orgullosa a la que alguien debería bajarla del pedestal de oro y plata al que ella misma se había subido. Una mujer francesa recién llegada del extranjero, adicta al sexo y a los productos de belleza, obsesionada con su juventud y… ¿Un policía? Si… era un policía de Scotland Yard ¿Qué hacia un policía de la Yard en este lugar? Era claro que no encajaba en este lugar, que estaba incomodo, cansado, distraído, fastidiado, adolorido, odiaba a las personas ricas por gastar más en una botella de vino de lo que él ganaría en toda su vida. Acababa de romper una relación de muchos años a la que se sentía muy apegado de ahí el motivo que aun portara el anillo de matrimonio pero que tuviera un ligero y casi invisible golpe en la mejilla, producto de una fuerte bofetada y claro, era  por eso que estaba triste. No tenía ningún motivo de estar en este lugar salvo por… ¡Exacto! Los fondos de caridad de la Yard, por eso estaba del brazo de la mujer, ya que ella era una de las benefactoras.

- ¡señor Mycroft! espero que se acuerde de mi.- Musito la pelirroja adúltera recién divorciada el análisis de las tres personas no le tomo ni treinta segundos vio con extrañeza como el detective dejaba de respirar por milésimas de segundos y a la mujer la volvió a analizar de pies a cabeza por unos instantes antes de llevarse las manos a los bolsillos y torcer una sonrisa de cordialidad al acordarse de que era la esposa mimada del secretario del primer ministro. Vio con desprecio ese corte juvenil en un cuerpo adulto y de ese maldito color rojizo que tanto odiaba.

- Madame Woolf, como olvidar su inconfundible… personalidad, me resulta casi imposible ignorarla.- Había contestado con naturalidad pero noto como el Detective de la Yard se tensaba por completo tensando la mandíbula en señal de nerviosismo.

- Que bueno - musito con orgullo mal disimulado la mujer, haciendo a un lado a la anciana que se encontraba con Mycroft quien molesta se alejó “perfecto, lo que me faltaba, una discusión de intereses políticos” pensó Mycroft y antes de que la mujer pudiera continuar con su muy mal tramado plan ella se dirigió al policía - Este… disculpa cariño, ¿podrías traerme una copa del mini bar? me muero de sed- pidió la mujer al cano quien no había apartado la mirada sorprendido del pelirrojo ¿se conocían? No. Lo recordaría, entonces ¿por qué su mirada de terror? ¡ni siquiera disimulo su alivio y alegría cuando se alejó! La pelirroja continuo hablando con normalidad a un muy curioso e intrigado Mycroft Holmes - quiero presentarle a una amiga.- paso por delante a la mujer rubia haciéndola resaltar pero por alguna razón no podía dejar de mirar de reojo al detective que se encontraba platicando alegremente con la camarera dirigiéndose juntos al mini bar, ahora era su turno de tensar la mandíbula ¿Por qué con la camarera a la que acababa de conocer se mostraba tan cordial? ¿Que tenía esa mujerzuela que él no? Se apeno por sus negativos pensamientos y se dispuso a querer concentrarse en las dos mujeres que tenía enfrente – ella es mi mejor amiga, la señorita Amy Winston, viene de américa es una gran inversionista de bienes raíces y su padre es el director de varios hoteles de Norteamérica.-

- Un placer señor Mycroft.

- Mycroft Holmes, para servirle señorita Winston.-La mujer rubia había estirado el brazo y le presentaba la palma de su mano para brindar un saludo “pues ya que”- pensó haciendo el mismo gesto pero esta vez le causaba asco hacerlo. Las mujeres comenzaron a conversar animosamente y a bombardearlo de preguntas e insinuaciones de toda clase y se hubiera apartado de ellas alegando que tenía algo importante que hacer.- (que no era del todo mentira) pero no… se encontraba esperando a que el policía cano regresara. Estaba seguro que conocía a ese hombre de alguna parte, de algún lugar y que este lo había reconocido también sino ¿Qué motivo tendría para estar asustado de solo escuchar su nombre? aunque su memoria le jugaba una mala broma ya que no podía reconocerlo estaba seguro que solo necesitaba el nombre para darse por enterado de quien se trataba.  

- Al parecer su acompañante ya tardo en regresar…- comento Mycroft elegantemente dirigiéndose a la pelirroja. – Si me permite puedo ir yo mismo a pedirle unas bebidas que degustaran su paladar y traer a su novio de vuelta.- Estaba tentando el terreno y comprobando si esa mujer pelirroja no tenía nada que ver con aquel policía.

- No es mi novio, solo es un intento de inspector cualquiera, común y corriente, bastante ordinario para mi buen gusto  – rio cómicamente la mujer paseando sus dedos por el cabello en señal de que ya había puesto su mirada en otro hombre.

Mycroft  dibujo una placida sonrisa en su rostro satisfecho por la respuesta. Bueno al menos podía suponer que el inspector no tenía y ni tendría esperanzas de tener alguna relación seria con esta arpía a la que no le serraba la boca. No sabía por qué pero valla que se sentía satisfecho con eso.

Mientras tanto…

“Joder…”- Lestrade no podía pensar en otra cosa que no fuera en que el Gobierno Británico Holmes mayor se encontraba aquí, en esta maldita fiesta de caridad ¿Qué no tenía algún país que bombardear o una reina que acortejar? Que dios se apiadara de su alma porque ¡mierda! nada de lo que le había dicho John se comparaba con la realidad.

***minutos antes…..

Estaba mirando la puerta cuando Madame Virgil menciono el nombre de Mycroft, no le había prestado la mayor atención de haber tenido otro nombre pero venga, el nombrecito con el que se cargaba este hombre era de por si raro, y ya lo había escuchado antes de boca de John, es decir… cuantos hombres sobre la faz de la tierra podían tener nombres tan… ¿únicos?, ¿raros?, ¿especiales? El conocía a muchos hombres llamados Gregory, John, Anderson, pero ningún Sherlock y mucho menos un Mycroft. Lo miro “disimuladamente” de pies a cabeza hasta convencerse que definitivamente le recordaba a uno de esos agentes secretos de las películas de 007,  aunque no portaba la sombrilla negra de la que le hablo John y tampoco estaba la mujer que siempre lo acompañaba y era quien iba a recoger a Sherlock, quizá era otro Mycroft vestido como agente secreto.

No fue hasta que escucho ese tono de voz entre educado y sarcástico con un deje de inteligencia en el acento, que todo su cuerpo se crispo, hablaba fluidamente al igual que Sherlock, sonreía de manera obligatoria y no lo creería pero Mycroft tenía los mismos ojos muertos que tenía Sherlock cuando estaban pensando y ese porte de “soy el puto amo del mundo”  Si. Definitivamente era el hermano mayor de Sherlock y para colmo sentía como su mirada fría lo analizaba ¡Trágame tierra! ¿Se daría cuenta que acababa de terminar con su esposa?, ¿de lo incomodo que se sentía al estar en esta fiesta?, ¿de cuánto odiaba a la clase alta?, ¿de lo que había desayunado este día?, ¿de cómo se sentía realmente?, ¿Qué lo había reconocido en cuanto escucho su nombre?

Agradeció al cielo que Madame Virgil le pidiera que fuera por algo de beber, porque había olvidado como respirar y salió casi volando del lugar. No miro atrás, no quería hacer enojar o molestar al hermano de Sherlock y más si se enteraba de todas las veces que lo encarcelo o que fue hacer una inspección judicial al departamento de su hermanito para poder encontrar pruebas de algún caso alegando que era una inspección judicial en busca de narcóticos, o peor aún que abusaba del intelecto del pequeño hermano Holmes en los casos muy difíciles y se llevaba siempre todo el crédito.

Tenía que huir de este lugar, ¡se estaba sofocando con sus propios pensamientos!, tenía que escapar lejos, hacer como que nunca lo había visto y huir, cambiar de nombre, personalidad, buscar un nuevo empleo… No. A Lestrade se le conocía por muchas cosas pero por ser un cobarde jamás; volvió su mirada por encima de su hombro y ahí estaban ese para de ojos fríos como el mismísimo hielo mirándolo escrutadoramente como reclamándole algo sin hablar. Bueno quizá no tenía que exagerar tanto con desaparecer de Londres, solo tenía que irse de esta fiesta y si, en ocasiones sí que optaba por la retirada y la cobardía para poder sobrevivir y si… entre más lejos mejor.

Se topó con la carismática camarera, con su tranquilizante sonrisa, y su cálido mirar con quien se puso a conversar animadamente y por más que trato no pudo dejar de pensar en que se había encontrado con el mismísimo GOBIERNO HOLMES BRITÁNICO, ahora su suerte no podía ir en peor.

Lestrade creía que Mycroft no le apartaba la mirada de su persona “dios y ¿si también me quiere secuestrar?” pensó intranquilo y nervioso, echaría todo por la borda ya no importaba si su pregunta interna tenia respuesta positiva o negativa él no la quería conocer. Su esposa, su jefe,  no se podían comparar con el miedo que le tenía a aquel pelirrojo ya que era el temible hermano mayor de Sherlock Holmes y si el menor era un demonio hecho y derecho entonces el hermano mayor debería tener el título de “Satanás”. Dios debía ser un ente muy malvado si podía permitir que un hombre además de porte, elegancia, fortuna, suerte y demás atributos fuese alguien atractivo, alto y con el ICU más alto de todo el mundo. Definitivamente dios lo odiaba.

Mycroft Holmes estaba aquí….

Se mordió las uñas, un tic que creía que se había quitado hace tiempo, mientras la camarera lo guiaba a la barra para servirle su pedido.

Mycroft Holmes… el hermano mayor de Sherlock Holmes caminando entre mortales lo estaba viendo….

Seguramente estaba planeando secuestrarlo y seguramente él, como todo buen cabezota no le permitiría hacerlo de nuevo, lo arrestaría.

Mycroft Holmes parecía molesto que estuviera hablando con la linda camarera….

Seguramente estaba pensando “él es quien se aprovecha de mi querido hermanito, y lo ha encarcelado y míralo… ahí esta como si nada”

 Mycroft Holmes lo mataría.

– debe sentirse muy angustiado de estar aquí ¿cierto?- murmuro la camarera – la verdad yo tampoco termino de acostumbrarme de trabajar para ellos, los hombres solo quieren meterme a su cama como si solo fuera un objeto sexual, quizá solo sea eso.- el tono de voz de la chica parecía triste y Lestrade sintió de repente estar frente a la hija que nunca tuvo pero que siempre quiso.

– No deberías pensar así. No te conozco pero al verte creo que eres una chica muy inteligente y que vale mucho, no eres ni por cerca un objeto sexual, eres una persona y está bien que te sientas así, a veces solo merecemos un poco de comprensión para sentirnos mejor.-

La chica sonrió ¡sus palabras habían resultado! Bueno por lo menos para algo servía. – Gracias….- dijo ella mientras se le corría el rímel de los ojos por unas recientes lágrimas.

– anímate. El chiste es nunca rendirse no importa todo lo que pase ya que lo importante no es llegar primero a la meta, el chiste de la vida es saber llegar.-

- No sé cómo.- alego ella tallándose los ojos.

- no te preocupes nadie realmente lo sabe pero lo reconocerás cuando lo consigas.-

- tengo miedo ¿y si no lo consigo?-

- Bueno tendrás que seguir intentándolo no siempre tienes que ser la víctima en la vida, debes enfrentarte a tus miedos por muchos que sean.-

- ¿usted lo hace?

La pregunta quedo flotando en el aire. Lestrade era muy bueno dando consejos pero todo un asno para seguirlos y sonrió, bueno, quizá pregonando con la palabra la chica se animase y dejara de llorar.

– soy  un policía… claro que lo tengo que hacer, es más… en este mismo instante debo hablar con personas tan importantes que preferiría estar en un tiroteo con dos balas antes de estar parado con ellos, pero tengo que hacerlo, es mi deber… también tú. Deberías animarte a enfrentar los problemas de la vida todo eso te guiara a lo que te hace feliz.-

La chica asintió y se limpió las lágrimas sonriendo, Greg se despidió de ella dándole un beso en la frente y se fue con las bebidas que le había pedido madame Virgil. Los veía en la lejanía… platicando animadamente. Inhalo aire y lo exhalo. Tenía que tranquilizarse.

Mycroft se topó con la mirada castaña que se acercaba a ellos con angustia, levanto una ceja y no mostro ninguna señal de aprecio o desprecio, simplemente lo ignoro. O eso es lo que parecía a simple vista ya que toda la atención la tenía dirigida a ese policía que se encontraba evidentemente muy nervioso de verlo. Mycroft no lograba entender cómo es que una persona que jamás en toda su vida había visto le temiera tanto ¿le habría hecho algo estando en el gobierno?, ¿un tercero perjudicado que le conociera y supiera realmente de lo que era capaz? Negó toda posibilidad ya que eran muy descabelladas e imposibles.

Lestrade sintió como su corazón se detenía al ver aquella mirada nuevamente sobre suyo ¿Qué tanto le miraba? Tenía tantas ganas de gritarle “¡ya! Esta bien soy un abusivo con tu hermano y lo he metido a la cárcel y lo volvería hacer si volviera a nacer! Mas se mordió la lengua antes de hacer una tontería, el gobierno británico Holmes parecía llevarse muy, muy bien con madame Virgil, parecía que ambos sostenían una interesantísima platica, no quería hacerlos enojar a ninguno de los dos y sintió un gran alivio cuando el otro dejo de verlo. Cerró los ojos respirando hondo.

Quizá sin no estuviera tan nervioso, si no fuera tan distraído no hubiera pasado lo que paso. Tuvo la desgracia de chocar con un hombre a quien le vertió toda las bebidas en su pecho a escasos centímetros de donde estaba el hermano de Sherlock, y como si las cosas realmente no pudieran ir en peor el puro fino que el sujeto fumaba alegremente en el impacto se desprendió de sus dedos y fue a dar al cabello de Madame Virgil.

Se quedo mudo…

El cabello de la dama empezaba a sacar humo…

Vio la sorpresa de Mycroft….

De pronto el cabello de madame Virgil se incendió y los matices rojos se volvieron una danza naranja, azul y amarilla la cual expedía un apestoso aroma y color negruzco por el humo y alguien grito.

- ¡¡¡FUEGO!!!-

Notas finales:

No tengo tiempo, tengo prisa, ¡me voy señores! ¡Me marcho lejos! ¡No volveré! No me extrañen puesto que estaré viviendo en los errores de la letras, grandes y pequeñas que he escrito y, ¡espero vivir en sus corazones por siempre! Voy corriendo, no voy a detenerme pues tengo prisa, aun lado por favor que la reina me corta la cabeza ¿Qué cabeza si ya la perdí? Estoy perdida!

Felices vacaciones de semana santa :3 

gracias por leer y comentarme!


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