Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MÁS ALLÁ DE LA LUNA por Gaia

[Reviews - 38]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Como que ya me gustó dejar links de vídeos aquí

Face to face: 

https://www.youtube.com/watch?v=xtrJ1D1u7bE

Ahora no me basé en la canción para la creación del capítulo, pero me agradó para usar el nombre como título.

Por otro lado, esto se alarga y se alarga y yo me pregunto ¿cuándo llegaremos a la parte del asesino serial?

Espero que pronto. 

 

 

Capitulo 10. Face to Face

—No puedes evitarlos para siempre —ese día Heath-san había decidido hablar de aquello que yo tanto huía. Pero quizá era inevitable.

Nos encontrábamos en la terraza de una bonita cafetería cerca de mi casa, por invitación mía. Si había algo que últimamente disfrutaba, era verlo comer.

Aquél era el primer día del verano.

—Lo sé y no pienso hacerlo, sé que debo hablar con ellos…

—Creo que al menos así no tendrías el miedo de encontrarlos en cualquier momento. Sería un descanso para ti, más de lo que pudiera beneficiarlos a ellos.

—Aún trato de reunir el valor necesario para verlos. No puedo imaginar lo que haré, podría simplemente echarme a llorar o quizá… matarlos.

—Si gustas… —de pronto sus mejillas enrojecieron.

—¿Sí?

—Bueno… podrías pensar que soy un entrometido pero… si tú quieres, puedo estar ahí.

—Así evitarás que me convierta en asesino —vi a Heath reír por mi comentario y yo también lo hice.

—Te ves mucho más animado, Ryuichi. Me gusta verte bromear.

 —No puedo llorar toda la vida. Pero si estoy así ahora es gracias a ti. —Tomé la mano que tenía sobre una de sus piernas y la apreté un poco.

De pronto vino a mi mente aquel beso que Heath-san me había dado, desde aquella noche no habíamos hablado de eso; como si no hubiera pasado, como si hubiera sido sólo un sueño. Tal vez sólo lo había hecho para que yo dejara de llorar… quizá le había dado lastima ver a un ser humano sumergido en tal miseria… lastima era lo único que podía causar ahora. Por alguna razón aquel pensamiento me molestó y no pude sostener más su mano. La solté suavemente.

—Hoy tengo mucho trabajo, pero por la noche… si estás libre… ¿me podrías acompañar a verlos…? —sentía que abusaba de Heath-san, pero no me sentía capaz de enfrentar aquello yo solo.

—Claro que sí. Si quieres que yo esté ahí, lo haré.

—Tienes razón. No puedo vivir más con el temor de encontrarlos, mirando a todas partes para ver si aparecen en cualquier esquina. Ya no puedo ocultarme tras la puerta de mi casa.

Tomé una servilleta y limpié de su rostro un poco de chocolate que tenía sobre la comisura de sus labios. Su capacidad para comer dulces era extraordinaria. Sus mejillas volvieron a ponerse rojas, quizá le apenaba que un hombre hiciera eso con él. Seguramente él prefería que lo hiciera una mujer.

—Ryuichi… yo… —dijo para después quedar en silencio varios segundos— ¿Llamarás a J e Inoran para acordar un lugar dónde verse? —concluyó al fin. Pero tuve la impresión de que no era lo que deseaba decir.

—No… prefiero averiguar su dirección.

—Yo la tengo pero, ¿irás sin avisar?

—¿Tú sabes dónde viven?

—El otro día me encontré con Inoran y me lo dijo.

—Ya veo… Entonces, esta noche… sí. Iremos sin avisar. ¿No tienes inconveniente?

—Ninguno.  —Me dirigió su sonrisa amable.

No tenía idea de qué podía decirles, no sabía cómo mirar sus rostros sin romper en llanto; y como aún dentro de mí había dignidad, debía reconocer que mi orgullo no me permitía mostrarme nuevamente de esa forma. Pero si Heth-san estaba conmigo, quizá podría tener un poco más de fuerza.

A la hora que acordábamos, él pasó por mí en su motocicleta y emprendimos el viaje. Yo podía escuchar y sentir retumbar mi corazón, incluso sentía que traspasaba mi pecho y se estrellaba contra la espalda de Heath-san.

Dejamos la motocicleta en un estacionamiento cercano y después caminamos el poco trayecto que quedaba. Jun e Inoran vivían en un edificio que seguramente no tenía mucho tiempo de haberse construido. Era de color blanco y se veía que el mobiliario de decoración era  nuevo. El hogar de mis dos ex compañeros de tantas cosas, se encontraba en el quinto piso. Pasamos en silencio el escaso tiempo que estuvimos en el elevador. Yo deseaba que aquel tiempo se alargara. Me gustaría que hubieran elegido su departamento en el piso diez, pero ni siquiera pudieron hacer eso por mí.

Mi corazón comenzó a latir de forma pausada y muy intensa, la cabeza me iba a estallar y los dedos de mis manos y pies bajaron su temperatura. Llegamos y nos detuvimos frente a la puerta, pero por alguna razón no me podía mover, era consciente de que debía levantar la mano para llamar, pero por alguna extraña razón, no podía.

—Ryuichi, si no deseas hacer esto podemos irnos. —Giré la vista hacia Heath-san, sus ojos me miraban profundamente. Su mirada era muy cálida y muy dulce.

No estaba yo ahí solo, él estaba, quizá injustamente, ahí a mi lado. No quería que se involucrada en esos asuntos. Cómo deseaba poder salir con él y no tener que conversar de problemas, y no tener que mostrarle este lado tan penoso de mí. Deseaba con todas mis fuerzas poder estar así a su lado, pero en un lugar y en una circunstancia completamente distinta. Estaba consciente de que yo era el único que podía hacer realidad aquello.

—El camino fue muy largo como para volver. —Le sonreí y entonces llamé a la puerta.

Quería terminar aquella situación ya…

No tuvimos que esperar mucho para que la puerta se abriera y Jun apareciera tras ella. Al fondo podía ver a Inoran sentado en un sofá, con una cerveza en las manos. Durante un largo tiempo nadie se movió. El intenso ruido que producían los latidos de mi corazón me mantenían aturdido,  hasta que una voz rompió el silencio:

— ¿Podemos pasar? —quién habló debí ser yo, pero había sido Heath-san. ¿Por qué me ayudaba de aquella manera?

—Cl-claro, pasen. —Jun se hizo a un lado para que pudiéramos entrar.

Heath-san colocó una mano, discretamente, sobre mi espalda, como alentándome a entrar primero y así lo hice; después pasó él. Al vernos Inoran soltó su cerveza y ésta se derramó por el piso, él rápidamente se puso de pie y fue a buscar algo con qué limpiar.

De alguna habitación salió el pequeño Wanko, un perrito color blanco que había comprado hace tiempo y que obsequié a Jun; cuando me vio tuvo una reacción muy distinta a Inoran. El perrito se acercó a mí, movió su colita y luego comenzó a dar saltitos alrededor de mí. Yo lo cargué y dejé que lamiera una de mis mejillas.

—Disculpen que esté todo tan desordenado. ¿Gustan sentarse? —Jun parecía no poder creer que nos encontrábamos ahí, y no lo culpaba, yo tampoco podía creerlo.

Inoran no tardó mucho en limpiar, yo lo miré atentamente mientras cargaba al perro. Se veía como el mismo Inoran de siempre, pero no se sentía como el mismo. Me dolió el hecho de pensar que a la persona quien yo conocía, no era de verdad; me había ocultado algo tan profundo, que definía una parte muy importante de él. Necesitaba confirmar que todo el tiempo no había interactuado con un espejismo.

—Jun… ¿te molestaría si vas a tomar un café con Heath-san? Quisiera… charlar con Inoran un momento.

La pareja se miró unos instantes y después ambos me miraron a mí. Entre ese pequeño grupo de personas de las que yo había formado parte alguna vez, con quienes compartí la vida y un sueño; ahora me había convertido en el ente extraño que amenazaba su existencia. Era la fiera al acecho de sus vidas.

—Claro que sí Ryu. Como tú lo prefieras. —Aceptó Jun.

—Vamos J. Te invito lo que tú quieras. Una cerveza.

—Estás hablando mi idioma —ambos bajistas caminaron a la salida y pronto estuvieron fuera.

El silencio volvió a inundar todo el lugar, era un silencio que sentía como una pesada carga que me aplastaba.

—Ryu… siéntate por favor… —era la voz del Inoran que yo conocía, esa voz que vacilaba cuando estaba nervioso, como en aquel momento.

—Prefiero quedarme de pie —dejé al perro suavemente en el piso.

—Está bien… Ryu… me gustaría poder explicarte… cualquier cosa que pudieras imaginar…

—¿Qué pudiera imaginar? No tuve que imaginar nada Inoran, porque yo los vi. En mi imaginación nunca hubiera cabido algo así.

—Sé que actué como el peor amigo del mundo.

—Ni siquiera deberías llamarte amigo.

—Aunque tú no lo creas… nunca fue mi intención…

— ¿¡Que no fue tu intención!? ¿Entonces qué fue Inoran? Explícamelo, porque yo no tengo idea de qué sucedió. ¿Todo este tiempo ustedes se burlaron de mí?

—¡No! Lo nuestro fue después… después de que LUNA SEA se separó…

—¿Después de que LUNA SEA se separó? —Me reí sin poder creerlo aún— Eso quiere decir que Jun me dejó para estar contigo… cuando él y yo estábamos juntos, ustedes ya se amaban…

Inoran no contestó, sólo bajó la cabeza, esa simple seña me lo confirmó todo. Quería salir de ahí en aquel instante. ¡Era un estúpido! ¡Un completo idiota! ¿Cómo no pude enterarme de aquello que pasaba alrededor mío?

— ¿Desde hace cuanto tiempo amas a Jun? —Tenía que saberlo. No sabía para qué, pero debía hacerlo.

Inoran permaneció en silencio unos instantes pero al fin se decidió a hablar:

—Lo he amado siempre… casi desde que lo conozco. Cuando bautizamos a Lunacy yo ya lo amaba…

¿Alguien en la tierra podría escuchar cómo es que me destruía desde las entrañas?

—Ya veo… ¿y él… lo supo siempre?

—Él lo supo unos meses antes de que ustedes se separaran…

—¿Por qué no se lo dijiste antes?

—Porque… toda la vida lo vi con mujeres. El primer hombre con el que estuvo fuiste tú… ¿Y entonces cómo podría decírselo? Si a quien amaba era a ti.

—Pero a final de cuentas se lo dijiste…

—¡Lo hice porque mis fuerzas llegaron a su límite! No lo hice con la intención de estar a su lado, lo hice para despedirme de él para siempre.

—¡Pero ahora están juntos!

—¿Qué quieres Ryuichi? Que J siga a tu lado si ya no siente lo que sentía antes. ¿Estarías feliz con una mentira?

—Ya viví demasiadas mentiras. Todo el tiempo que ustedes…

—¡Ya te dije que nunca nos burlamos de ti!

—¡Pero me engañaron, me mintieron. ¡Huyeron de mí como si fuera una plaga, algo detestable y podrido! —en este punto hacía tiempo que ambos estábamos gritando. Él uno frente al otro, mirándonos al rostro sin ningún temor.

—¡No queríamos lastimarte!

—¡Aún así lo hicieron! ¡Era inevitable! En lugar de dar la cara eligieron la mentira, prefirieron esconderse.

—¡Sí! ¡Tienes razón! Pero quizá tú elegiste mantenerte ignorante a todo. ¡Porque me cuesta creer que todo estuviera ocurriendo frente a ti y tú no te dieras cuenta! ¡Tú elegiste no saber porque era lo que te convenía! Eso era lo más cómodo para ti.

Cuando me di cuenta mi puño ya se había estrellado en el rostro de Inoran, haciéndolo caer al piso, aunque no demoró mucho en incorporarse. Le había hecho sangrar la nariz. Pude ver la incredulidad en su rostro y también el coraje. Sin pensarlo dos veces él me regresó el golpe. Yo di un paso hacia atrás y logré no caer. Entonces cerré los puños e Inoran y yo comenzamos a intercambiar golpes.

Yo practicaba boxeo, por lo que pude haber tenido una ventaja táctica respecto a Inoran. Pero no la usé, en ese momento mi mente se sumergía en el completo caos y así golpearon mis puños. Hubo un momento en que ambos caímos al piso y continuamos ahí nuestra contienda. Apenas dimos tiempo para ponernos de rodillas. Yo golpeaba a Inoran tan fuerte que las manos me dolían y algunos golpes suyos me hacían aturdir. Mientras peleábamos, podía escuchar al perro ladrando a nuestro alrededor. Aquello era la única señal del exterior que llegaba a mi cabeza.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero fue hasta que quedamos completamente agotados. No fui consciente del momento en que nos separamos, pero después ambos nos sentamos en el amplio sillón de su sala de estar. Nada en la habitación estaba en su lugar, así como nosotros.

—Todo este tiempo… tú lo amaste… —¿esa era mi voz? Hablar me costaba trabajo, sentía mis labios arder.

—Así como tú…

—No. Mucho antes. Y yo te convertí en mi confidente… no le hablaba a nadie más de Jun y yo. Sólo a ti… ¿¡Cuánto te hacía sufrir con mis palabras!? Nunca podré saberlo…

—Quizá no tanto como yo te he hecho sufrir con esto.

Giré la cabeza para verlo. Yo le había roto el labio y su nariz se veía lastimada. Tenía un ojo morado. También había desgarrado la camisa que llevaba puesta. Podía ver sobre su pecho golpes que se convertirían en moretones. Él estiró una mano y tomó la mía, yo no rechacé aquel contacto, por el contrario, estreché la suya suavemente. El rostro y todo el cuerpo me ardían.

Después de un rato regresaron Jun y Heath-san. Giraron la vista por la habitación de arriba abajo, pasmados, y después se dirigieron a nosotros.

—Veo que arreglaron sus diferencias como hombres. —El primero en hablar fue Jun.

—¿De verdad pudieron arreglarlas? —Heath-san se sentó a mi lado y me miró atentamente, lo que me hizo temer que pudiera verme demasiado horrible por los golpes de Inoran. Me sentí avergonzado.

—Sí, las arreglamos.  —Le sonreí. Quería que dejara de mirarme.

—Traeré el botiquín. —Jun salió un momento de la habitación y regresó con una caja pequeña.

Los dos bajistas se encargaron de curar nuestras heridas, Heath-san se encargó de las mías y Jun de las de Inoran. Después de aquello yo estaba listo para volver a casa. Ahora conocía la verdad, lo que todo aquel tiempo había guardado Inoran, ahora lo podía ver de nuevo como a quien yo conocía, los enigmas habían desaparecido.

—Quiero que sepan que los amo —comencé a hablar cuando ya estaba junto a la puerta—…y que lo voy a amar siempre. He decidido que mi amor por ustedes es más fuerte que el coraje y la indignación. Necesito tiempo… pero quiero que sepan que en este mundo, yo no he desaparecido para ustedes. Estoy aquí… y espero que ustedes lo estén para mí.

—Lo estaremos Ryuichi. Porque tú eres y siempre serás la persona más maravillosa que conozco, la más buena. Siempre has brillado más que todos nosotros. —Miré a Inoran, quien me había dirigido aquellas palabras. Me alegraba saber que no lo hubiera perdido.

Aunque… ahora no quería verlos más, deseaba que pasara tanto tiempo, para  casi olvidar sus presencias y entonces un día recordar… para entonces acudir a ellos. Pero ahora quería olvidarlos… jugar a que no existían. Aunque de eso, no mencioné nada. No quería verlos, pero quería que ellos estuvieran ahí cuando quisiera hacerlo… Me estaba comportando como un tramposo.

Jun nos acompañó en el elevador. Nuevamente el trayecto lo hicimos en silencio. Cuando salimos del edificio, Heath-san me dejó a solas con  él, pues fue a buscar su motocicleta al lugar donde la habíamos dejado.

—Hice un desastre en tu casa. Disculpa. —no se me ocurrió una forma mejor de iniciar nuestra conversación. Él era siempre tan callado ante los problemas… ¡cómo deseaba que me dijera algo!

—No te preocupes. Casi siempre está así.

—Vi que sigues cuidando muy bien de Wanko. Gracias.

—Lo voy a cuidar siempre. Tanto como no he podido cuidarte a ti.

—Jun… ¿alguna vez me amaste… cómo yo a ti?

—Claro que sí. Nunca te mentí. Y aún te amo Ryuichi. Quizá parezcan palabras vacías, pero toda la vida cargaré con la culpa de haberte lastimado. A ti, justamente a ti. Ryuichi.

Yo lo miré y le sonreí. Entendí lo que quería decir. Me amaba… pero sólo lo suficiente para hacerlo sentir culpable. Me amaba pero ya no era Rayla y nunca más volvería a serlo…, ahora era Ryuichi, como lo era para el resto del mundo.

Él se acercó y besó mi frente. Yo hubiera querido golpearlo también a él, pero había gastado todas mis fuerzas físicas en la pelea anterior.

Justo después de aquello volvió Heath-san. Me acomodé despacio en la motocicleta y me coloqué el casco. Me sentí aliviado de poder volver a casa, al fin.

Cuando aún no terminaba nuestro trayecto comenzó a llover. Era una lluvia de gotas gruesas y con amplio espacio entre ella. Por un momento pensé, que como en algún momento lo había dicho Heath-san, yo atraía la lluvia, pero luego llegué a la conclusión de que era más probable que aquella lluvia fuera la primera del verano.

Cuando llegamos a casa, al entrar, justo como si se encendiera un interruptor en mí. Rompí en llanto… una vez más. ¿Por qué? Y de nuevo me encontraba llorando frente a Heath-san… ¿Por qué siempre debía ver él esto de mí? ¿Por qué no podía ser un poco más fuerte? ¡Sentía tanta impotencia de que él siempre tuviera que ver este lado tan frágil…! ¿Por qué frente a Jun e Inoran había podido aparentar pero frente a él me era imposible? ¿Por qué era tan fácil llorar a su lado?

De pronto me rodeo por la espalda con sus brazos. Al sentir la firmeza de su cuerpo, pude darme cuenta de que mis manos, mis pies; que todo de mí se encontraba tembloroso, aunque quizá se debía a que estaba mojado por la lluvia.

Sentía que me precipitaba sobre el vacio y ese abrazo era mi única salvación, mi única posibilidad de seguir viviendo, así que me giré y me aferré con fuerza a él. Su aroma era una nube suave que me regresaba a este mundo. Él me abrazó durante mucho tiempo. No tuve el valor ni el deseo de apartarme de su lado. Sentí deseos de permanecer en ese abrazo para siempre. Ahí estaba a salvo…

—Ésta será la última vez que llore por él. Lo prometo… —lo prometía porque necesitaba pensar que lo hacía por algo que fuera más allá de mí, mucho más poderoso que yo; deseaba sentir que lo hacía por Heath-san.

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).