CORAZÓN.
Llevaba semanas sintiendo esa desconfianza dentro de sí mismo. No era natural que el hombre más inteligente del mundo se sintiera de esa manera, tan… ¿cómo podría definirlo sin sentirse un asco? Bueno cualquier término podría servir.
Se encamino al pasillo entrando por la gran puerta de caoba que había en su habitación solo para verlo dormir. Su propio detective, su propio pez de colores descansaba sobre el sofá después de haber tenido unas semanas largas y agotadoras.
La estancia donde convivían era grande, con un par de ventanas adornadas por unas largas y finas cortinas claras. Había no muy lejos del sofá donde se encontraba Gregory una discreta chimenea con un par de diplomas en la parte superior y una foto de la extraña familia Holmes cuando los dos hermanos aun estudiaban en la universidad; foto que por cierto Gregory había rogado para que la pusieran ahí. El suelo era de madera y estaba revestido en el centro de la habitación con un fino tapete chino que le habían regalado al pelirrojo en una firma de tratados con aquel país. Una cama y una cómoda eran los más banales de los muebles que se habían integrado a la llegada de Lestrade quien, por cierto parecía que siempre prefería ese incomodo sofá en lugar de un fino colchón donde dormir.
Tomo una silla y se sentó frente al hombre durmiente que incluso parecía roncar quedamente sin darse cuenta que lo estaba mirando dormir. Mycroft se conformó solo con admirar ese rostro cansado relajarse, con aquella chaqueta negra que por el frio se había puesto, con la mano recargada en el pecho y la otra tras su cabeza. Sonrió sorprendido de la excelente pieza de arte seria Lestrade si solo posara para que lo esculpieran.
- Sigues siendo perfecto Gregory, desde antes y hasta ahora…– Murmuro como si realmente Lestrade pudiera escucharlo. – Recuerdo, que la primera vez que te vi simplemente te me hiciste atractivo y aunque vestías como cualquier otra persona, a mis ojos seguías siendo distinto. También recuerdo lo del callejón, oh dios… como si lo hubiera podido olvidar – Lestrade se removió en el sofá como estirando sus músculos involuntariamente engarrotados para girarse levemente mientras un hilo de saliva salía de su boca; Mycroft sonrió por lo infantil que se veía aquel hombre y con un pañuelo impecable que saco de su traje le limpio la saliva y le tomo de la mejilla. – siempre te me has hecho un hombre infinitamente imposible de alcanzar. Siempre estás un paso delante de mí Gregory.
Cuando me besaste en esa callejuela… me hiciste sentir que valía algo para las personas, que era importante y me di cuenta que yo quería ser como tú. Ser el valiente hombre que salvara a los demás y estar rodeado de buenas personas. Hice dieta, me metí a varios debates de oralidad, leí infinidades de libros inservibles para ser sociable, para encajar con las personas, para tener amigos por si nos volvíamos a encontrar pudiera mirarte como un igual. Tú ya sabes cómo somos Gregory… los Holmes somos competitivos. Yo… simplemente quería que cuando nos volviéramos a ver, las personas te contaran cosas buenas de mí. Quería que te sintieras orgulloso de tenerme cuando menos como amigo, que no te avergonzaras por mi peso, o mi forma vestir, que te pudiera devolver la mitad de la felicidad que me diste; pero mira como fui a terminar, olvide como fue que empecé a querer encajar, me trate de olvidar de ti, de tu sonrisa, de tu mirar, de tu aroma y solo porque tenía miedo de… - Mycroft se quedó un momento callado sosteniendo la mano de Lestrade y en acto la soltó, se inclinó un poco delante de donde estaba y se llevó las manos al rostro – tengo miedo Gregory… Miedo de que cuando recuerdes que yo era ese niño gordo y feo que nadie quería te rías de mí y me dejes. Que no aceptes que te haya mentido, que te repudie estar con un ser tan asqueroso y ruin como yo. Tan despreciable, tan sucio, tan inútil, tan falso…- Mycroft creyó que estaba al borde de las lágrimas y trato de controlar su agitado respirar.
- tan perfecto.-
La voz seria de Lestrade lo interrumpió y le tomo de las manos con cariño. No sabía desde cuando estaba despierto o cuanto aquel detective había escuchado de su patética charla, pero sí que sabía por esa mirada comprensiva que le dedicaba que era lo suficiente como para tener una charla sobre la honestidad, que realmente el mayor de los Holmes pagaría lo que fuera por no tener.
. – Mycroft… ¿Por qué crees todas esas tonterías? – El detective se dignó a preguntar escuchando el crispar de los troncos de la chimenea. No recibió respuesta, solo un silencio incomodo – sabes perfectamente que te amo. Mycroft te amo. Amo tu mirada azul fría congelante, amo como te vez con tus trajes incomodos, tu cabello rojizo, amo cada peca que surca tu piel te amo tal y como eres.-
-Oh, dios Gregory… sería perfecto sino fuera porque estoy temblando ¡Me aterra que lo eche a perder todo como siempre! Soy un Holmes ¡Un Holmes!- remarco confundido el pelirrojo sin dejar de sentir esa calidad en sus manos.
- ¿Y eso que tiene que ver? Yo soy un Lestrade y que yo sepa eso significa fracaso y no por eso voy a salir huyendo de esto. Voy a luchar, quiero luchar por ti hasta el final.-
- N-No quiero que me dejes…
- No quiero dejarte tonto.-
- Pero…
Lestrade se acercó al pelirrojo sin dejar de tomarle de las manos, le dio un beso casto en los labios antes de separarse.
- pero nada… ¿recuerda el grandioso Mycroft Holmes que fue lo que me dijo en la estación de policía la primera vez que nos besamos?-
Mycroft pareció pensárselo antes de responder – Dije muchas cosas que podría repetir.-
- Y me encantaría que lo hicieras pero solo quiero que recuerdes la más importante… ¿me amas?
- ¡Por la reina que sí! con todo y pelo de gato que siempre llevas en la ropa que no sé de donde diablos sacas a pesar de no tener animales en casa y lo mucho que me molesta por que me arruinas los trajes confeccionados que tanto me gustan.-
-¡oye!
- Te amo Gregory Lestrade. Te amo. Te amo. Te amo. Te amo tanto que podría hacer lo que quieras por ti.-
El pelirrojo logro abrazar a Lestrade sumergiéndose en esa calidad, en ese aroma, en esa piel y se quedó así hasta que el cano como siempre atrevido lo separo pero solo para comenzar a besarse desesperadamente en los labios. Lentamente fueron perdiendo la incómoda ropa. Lestrade aun sintiendo sus mejillas arder y la sangre hervir entre besos y besos logro preguntar.
-¿harías todo por mí?
- Por supuesto.- respondió en un gruñido el pelirrojo sin dejar de besar al cano fervientemente en los labios, sostenía con pasión aquella bien formada espalda, acariciaba esa textura de la ancha espalda del contrario. Dibujaba con sus manos aquellos fuertes músculos y esos omoplatos que tenían algo de ala de ángel mancillado y lentamente descendía a la cintura para estrujar las caderas deseando poder deshacerse de esa piel y besar de lleno el alma.
- ¿seguro?- Ronroneo Lestrade suspirando quedamente con las caricias del contrario dejándose llevar por el momento sin importarle lo cansado que estaba, sin importarle como aquel pelirrojo metía sus manos tras su ropa para acariciar con las manos frías todas esas cicatrices que años en el cuerpo de policía le habían regalado como un premio por sus logros; pero aún más importante, Mycroft acariciaba con afán y cariño con besos aquellas cicatrices invisibles que se encontraban en el corazón del inspector que años y años de dolor le habían otorgado sin compasión.
- Te amo…- jadeo quedamente Lestrade recostándose en la alfombra del suelo, envolviendo entre sus manos los cabellos rojizos de Holmes para después comenzar a desvestirlo con desespero.
Mycroft se recargo en sus codos para besar de nuevo a Lestrade en la boca. Lentamente y aprendiendo a ser paciente fue quitándole a Greg los pantalones, los calcetines, hasta que le dejo completamente desnudo con las mejillas pintadas de carmín y esa sonrisa cómplice que siempre le dedicaba como si estuvieran haciendo una travesura juntos.
- Te amo Mycroft…
Volvió a ronronea Lestrade depositando un beso casto en los labios ajenos y frotándose desesperadamente sus cuerpos con necesidad.
- Oh, Gregory no creo poder contenerme ni un poco más…- gruño de nueva cuenta el pelirrojo respirando el delicioso aroma que expedía el inspector. Con el pre-semen que salida del pene de Gregory lubrico sus dedos y dirigió sus manos a la entrada del inspector sin esperar una respuesta positiva del otro. Como siempre Lestrade era el único que podía descontrolarlo de esa manera tan animal que ni en mil vidas Mycroft Holmes podía haber soñado.
- Mycroft… ¡Hump! Rayos s-se sigue sintiendo ¡ah! T-tan incómodo…. Ah… dios… Myck…-
El pelirrojo sonrió cuando vio el desespero de Lestrade que yacía aferrándose a la alfombra, y eso que solo había ocupado dos de sus dedos, comenzó a moverlos en tijerillas sin pasar ese estremecimiento que el cano le brindaba. La entrada estaba ya dilatada, incluso el líquido que empezaba a escurrir por aquellos muslos de piel canela se le hizo una invitación que no estaba dispuesto a desistir.
Beso aquel fuerte mentón, sosteniendo ambas piernas a los costados, recibió un largo suspiro como recompensa tratando de reincorporarse y lentamente como era su costumbre para deleite de ambos se abrió paso a esa pequeña entrada. Sintió bajo su cuerpo el contrario tensarse por completo.
Greg contenía el aliento mordiéndose el labio inferior derramando unas pequeñas y brillantes lágrimas por el dolor. El rostro sonrojado del inspector; un hombre fuerte, hábil, rudo, haciendo contraste con aquella debilidad, y docilidad que tanto le mostraba al pelirrojo en sus momentos más íntimos era una prueba de esa confianza que Lestrade le devolvía con cariño y que Mycroft sabia valorar.
-ah…. Dios… Humm…- gemía por lo bajo Greg moviéndose ligeramente para auto penetrarse lentamente y con cuidado.
- Eres tan… dios…. Perfecto Gregory- Mycroft comenzó a embestir al detective y este comenzó a gemir, a soltar sonidos húmedos tanto por la boca como por la parte trasera. Sus brazos se aferraron a la espalda del pelirrojo con fuerzas sintiendo toda aquella intensidad enterrarse en sus riñones. Las uñas rasgaban la espalda contraria tratando de resistir el dolor y el placer recibidos en la misma magnificencia.
- ¡Ah!, ¡Ah!, ¡Ah!, ¡Ah!-
Como de costumbre aquel pelirrojo no se contenía en absoluto para embestir a Lestrade, dejando pequeñas mordidas en esa piel que le pertenecía, un recordatorio para todo aquel que lo mirara que ese hombre, esa persona que se encontraba gimiendo en sus manos, compartiendo aliento con aliento, combinando saliva con saliva y juntando sus cuerpos en uno solo como su fueran parte de un complicado rompecabezas. Trataba de marcar un ritmo en aquel detective que no paraba de repetir su nombre en largos suspiros.
De alguna manera rodaron por la alfombra y Lestrade término arriba de Mycroft; pero no parecían querer parar, el cano empezó a auto penetrarse, moviendo las caderas sin descanso recargando sus manos en los brazos del hombre de hielo para tener un mejor soporte.
- ¡Myck! ¡Myck! ¡Myck! Mas, más rápido… más… ¡hump!
Y el pelirrojo le dedico una sonrisa al verlo tan concentrado no pudo contener un gemido cuando sentía las nalgas aperladas de Lestrade Chocar con su cuerpo. Se sentía inactivo y con una fuerza el mayor de los Holmes desconocía tomo el peso de su detective para dejarlo nuevamente recostado en la alfombra. Le levanto una pierna al aire acomodándola cerca de su hombro y dejando la otra en el suelo solo para sentir el estremecimiento del contrario al sentirse aún más invadido al percatarse de la velocidad de aquellas penetraciones.
-¡Ah!, ¡Ahggg!
- eres mío Gregory Lestrade, mío… - Greg asintió con la cabeza completamente sonrojado por aquella declaración tan posesiva que el pelirrojo le dedicaba que lejos de molestarlo lo excitaba a un más.
- Sí… di-os… ¡Sí!, ¡Sí!, ¡Sí! ¡Ah! ¡Myck!
- Te amo…
- ¡Ah! ¡Ahmmm!- Lestrade se remojo los labios y se mordió los nudillos de su mano para tratar de no correrse pero parecía incontenible estaba por venirse. – v-voy ¡Ah! a venirme ¡Ah!, ¡Ah!-
Como única respuesta recibió un beso en los labios demandante, exigiéndole todo lo que tenía y el gustoso se lo daría a Mycroft si este se lo pedía. Su cuerpo se arqueo ante una corriente eléctrica que recorrió todo su cuerpo aturdiendo sus sentidos, su entrada se apretujo apresando el miembro del pelirrojo y eyaculando sobre sus pechos. Mycroft también estaba sonrojado de las mejillas y continuo embistiendo a Lestrade hasta que fue su turno de venirse dentro del detective. Muy contrario al otro este no le aviso ya que no quería sacar su miembro de esa entrada, quería llenarlo de su masculinidad por completo y el sabor salado de la piel contraria siempre le daba el valor para hacerlo.
Ambos tumbados en la alfombrando escuchando el crispar de la madera a su lado abrazados el uno del otro en esa calidad de la habitación, recuperando el aliento perdido cuando Lestrade estallo en carcajadas cuando el pelirrojo se estaba quedando dormido.
- Ya… ¿Cuál es la gracia Gregory de lo que acabamos de hacer?
- Estaba pensando en que Sherlock y tú se veían más tiernos de pequeños…
Los ojos castaños miraron divertidos los azules que se abrieron de par en par al escuchar esa afirmación.
- ¿Qué?-
- Que ahora tengo menos de ti que amar. - Mycroft pareció que perdió el color de su piel en ese momento mientras Lestrade lo abrazaba dejando reposar la cabeza en el pecho de su amante. – imagine como sería tener sexo contigo cuando aún eras una bolita de cariño, amor y timidez, y eso se me hizo realmente caliente.
- ¿Cu-Cuando recordaste que yo era gordo?- pregunto el pelirrojo tratando de reincorporarse mientras que Lestrade levanto levemente la cabeza para desviar los ojos al techo tratando de recordar.
- Hummm… fue cuando vine a la mansión por primera vez y que te encontré dormido.-
-¿Por qué no dijiste nada?-
- Bueno… creí que como eres Mycroft Holmes ya lo sabias y que por eso actuabas como que me odiabas porque te había robado tu primer beso. Ya sabes una persona normal no va por el mundo diciendo “hola soy el chico vándalo que te beso en un callejón ¿quieres ir por un café?”.-
- ¿Qué? ¡No! Oh, dios Gregory… - Mycroft lo abrazo con cariño giraron nuevamente hasta que el pelirrojo quedo de nuevo arriba del cano.- Gregory, Gregory, mi Gregory…- y Mycroft lo comenzaba a besar en el rostro, en los ojos, en las mejillas en la frente – Te amo…
- No entiendo porque te dicen que eres el hombre de hielo si eres un maldito romántico Mycroft.-
- Si soy el hombre de hielo Gregory, creo que eres tu quien se ha acostumbrado a mi temible esencia.-
Lestrade rio por lo bajo y se acercó para besar el lóbulo de Mycroft con ternura envolviéndolo en un cálido abrazo.
- quizá si eres de hielo…y tu corazón es un dulce helado.-
- odio el helado.-
- para ser el gobierno británico eres un pésimo actor.-
- No es verdad… odio el helado porque no puedo comerlo; además, no confundas mi corazón de hielo con un helado.-
- tu corazón es dulce Mycroft. Tu corazón me da felicidad. Las personas mal entienden un corazón amargado y frio con un corazón herido, temeroso y triste. Mi corazón es tuyo, y no espero que me des el tuyo puesto que no tengo el derecho de pedirte algo tan valioso cuando te estoy dando fragmentos de un amor roto.-
- Gregory… Mi corazón, mi cuerpo, mi alma. Todo, absolutamente todo es tuyo por inercia y por las eternidades que hagan falta. Con tu amor roto estoy perfectamente, con tu corazón, con tu alma, con tu cuerpo. Solo dime que me amas y aleja este miedo que siempre me abraza Gregory porque siempre tengo miedo de perderte de alguna u otra manera.- el pelirrojo se ocultó en los brazos del cano quien sorprendido con esa honestidad solo atino por refugiarlo en su piel.
- Te amo “Mycroft pelirrojo siniestro Holmes”
- ¿Qué?
- Amo tu necedad “Necio pelirrojo Holmes”, amo tus estúpidas dietas, amo tu perfume caro pero amo más el olor que expides cuando despiertas, amo cada una de tus pecas aunque las odies – Lestrade comenzó a besar a Mycroft – amo esa sonrisa siniestra que a veces le dedicas a las personas, y esa sonrisa tímida que me regalas. Amo cuando te enojas, amo cuando hablas por teléfono, amo como te sonrojas, amo tu voz, amo cada centímetro de tu piel.-
Mycroft respondió esos besos con cariño, con pasión ¿Cómo le hacia Lestrade para enamorarlo más? Debían ser esos dulces besos que siempre le daba, o esas caricias que le regalaba, sus pláticas intrascendentes que tanto disfrutaba.
- También te amo Gregory… te amo tanto que considero que realmente es una violación a la constitución de nuestra nación.-
- ¿De corazón?
- De corazón Gregory…
Fin ahora si XD