Riko abrió los ojos y no se sorprendió mucho de verse sola en la cama, Alexa le había avisado la noche anterior que tendría una junta directiva y tendrá que salir temprano.
Se puso de pie, camino al baño y tomo una ducha rápida, en cuanto sujeto su cabello, que ya llegaba a media espalda salió de su habitación y fue a la cocina a preparar un desayuno.
Como eran vacaciones de verano Taiga solía despertar tarde, así que puso manos a la obra y la cocina pronto fue inundada por olores sospechosos y ruidos aún más sospechosos.
Cuando todo estuvo listo camino a la habitación de Taiga, quien fuera su casi hijo adoptivo y entro avisándole que todo estaba listo.
Se sorprendió como nunca en su vida y estuvo por saltar de su piel cuando vio un enorme tigre anaranjado donde debería de estar un adolescente de 15 años profundamente dormido. No era Alex, ella no era tan grande y la reconocería así la pusieran en una manada de 100 tigres con tan solo una mirada.
Cerro la puerta, se tapó la boca, ahogando un grito y respiro profundamente tratando de calmarse.
A los pocos segundos se escucharon pasos en la habitación y Taiga, el joven al que había criado con tanto esfuerzo a lado de su esposa abrió la puerta, estaba denudo pero se estaba cubriendo con una sábana.
-te he dicho que no entres a mi habitación sin avisar…- Taiga estaba sonrojado, mortalmente avergonzado y abochornado… y todos los “ado” que se le asemejaran.
-me dormí desnudo porque hacía mucho calor en la noche… ¿Qué viste?... ¿me viste? No le digas a Alex porque si no me va a golpear… tu…-
El joven guardo silencio cuando le puso mayor atención a su “madre”, Riko no se veía avergonzada, ahora que la miraba bien parecía aterrada y apunto de gritar…
¿Qué vio? ¿Una erección matutina de un joven sano podría causar ese efecto en una mujer casada desde hacía 5 años?
-yo… - Riko carraspeo, miro a todos lados y finalmente recobro la compostura. –prepare el desayuno…-
Fue el turno de Taiga para ponerse pálido, aun recordaba con claridad el primer día en que habían llegado al departamento en el que actualmente vivían, Riko en su infinito amor por su pareja, su nuevo hijo y su nuevo hogar, había preparado un festín para celebrar, el resultado… que a Taiga le diera vómito y diarrea como por dos días… aun recordaba cómo tras dar el primer bocado les había dicho con toda su inocencia infantil “esto sabe a caca”
Riko se había avergonzado y Alexa cegada por el amor le había forzado a comerse todo… él había sido el único mortalmente herido.
-¿es comida con sabor a caca?- jugueteo y Riko le dio un puñetazo en su brazo, Taiga había crecido tanto que le sacaba más de 30 centímetros de altura…
-vístete y ven a la cocina… y a la otra prepara entonces tú las cosas…-
El adolescente sonrió burlón. –yo siempre las preparo… cocino mucho mejor que Alex y tu juntas.
Aquello era verdad.
Riko le mostro la lengua, como si fuera una criaja y camino rumbo al desayunador. Tenía que hablar con Akashi y con Alex… habían pasado tan solo 5 años desde que cegaran a su hijo… ¿Qué estaba pasando?
El ego de Akashi fue mortalmente herido cuando le dijeron que Taiga inconscientemente había liberado a su tigre… eso solo quería decir una cosa y no le agradaba nada.
Kouki entro a la habitación, con su gesto suave y sonriente y camino hacia él, rodeo el escritorio y se acomodó detrás de su silla y comenzó a masajear sus tensos hombros.
-¿paso algo malo?-
¿Tanto se notaba su frustración? Akashi podía ser mortalmente infantil cuando las cosas no salían como él quería.
-al parecer Kagami Taiga comenzó a liberarse de mi compulsión…-
Suspiro, se inclinó hacia atrás y se dejó mimar por su linda pareja.
-¿y eso es bueno o malo?- cuestiono el castaño. En cuanto sus ojos color caramelo se encontraron con la mirada heterocromatica de su esposo supo que aquello era definitivamente malo.
-si es capaz de liberarse de mi compulsión mucho tiempo antes de lo que se tenía previsto quiere decir que es más poderoso que yo… eso es humillante…-
-para mí y para los niños nuca va a ver nadie más fuerte que tu…-
Kouki era tan romántico y tan bello que sintió perfectamente el momento en que su humor se calmó y sus pupilas, ambas se volvieron rojas.
-tienes razón…- giro su silla y sentó a su pequeño chihuahua en sus piernas.
-¿y los niños?- comento juguetón mientras ronroneaba cual minino en el oído de su can.
-jugando… -
-¿entonces podemos tener tiempo de calidad de adultos?- aventuro el pelirrojo mordisqueando el sensible cuello y acariciando el pecho cubierto por una playera blanca de algodón…-
Los suaves gemidos de Kouki provocaron su libido como siempre, su familia había sido lo único que en toda su vida había podido elegir, desde que naciera se había decidido que escuelas cursaría, que carrera, que profesión, que aprendería, que no, con quienes se tenía que juntar, su padre le había prohibido hablarle a muchas personas, cuando tenía 13 años había encontrado a Furihata, en seguida noto que ambos eran pareja destinada y solo por el hizo lo que nunca pensó que haría… se revelo contra su padre, sería el heredero que todo padre quisiera, no habría alumno que le superara en las próximas generaciones, administraría el imperio Akashi de manera formidable sin reproche alguno.
A cambio de permitirle casarse con su pareja. El señor Akashi había aceptado con la única condición de que lo hiciera cuando fuera mayor de edad. Así que para no mantenerlo en la dolorosa espera Akashi había cegado a Kouki por 5 años para que su virtud no corriera peligro, y apenas entrara a la universidad se le había acercado, lo había enamorado con detalles tipo Akashi… enormes adornos florares, joyas, invitaciones a viajes…
Nada había funcionado… Kouki nunca le había pedido nada material, había aceptado salir con el de manera sencilla, austera, fue gracias a Furihata que había aprendido a realmente disfrutar un helado, una lluvia, incluso corretearon en su forma animal en el enorme jardín de la mansión y para deleite de Akashi por primera vez en su vida se había divertido, estaba realmente enamorado de una persona y no solo porque era su pareja, sino porque era una persona maravillosa.
De eso ya eran más de una década…
Kouki gimió suavecito y mordió sus labios cuando Akashi lamio, beso y mordisqueo el sensible cuello, la clavícula y sus pezones sensibles.
-no te contengas… - el castaño mordió el hombro de Akashi al punto del dolor, aquello prendió tanto al pelirrojo que se puso de pie con su amante montado en su cadera y le recostó con delicadeza en el suelo alfombrado.
-aquí no…. Si alguien entra…- Akashi le sello la boca con un beso demandante y le despojo de su ropa con agilidad.
-si alguien entra vera el escritorio haciendo ruidos obscenos… -
Kouki rio nervioso y levanto su cadera, era más fácil atender los deseos de Akashi que tratar de persuadirlo para que abandonara.
-eres tan hermoso…- le susurro Akashi y descendió por todo su cuerpo, besándole y mordisqueándole el pecho, su abdomen marcado aun por la maternidad, la fina ropa de la línea interior.
-Sei… espera… yo…- Akashi ni espero ni escucho, se tragó el sexo medio despierto de su pareja hasta que el vello púbico le pico la nariz, masajeo la carne con la lengua y la succiono hasta que sintió el rico flujo de pre semen bajar por su garganta. Era totalmente adicto a él, su sabor, su aroma, la sensualidad de toda una hembra receptiva que se entregaba a su absolutismo.
-yo… yo… ¡¡ahh!! El fuerte grito de su pareja y sus manos engarfiadas en su cabello rojo le dieron una buena idea de que tan satisfecha estaba su pareja.
Pero él no había acabado…
Giro a su pequeño chihuahua, mordió el cuello, la espalda y sumergió profundamente la lengua en el canal dilatado y húmedo, provocando ruidos tan obscenos que avergonzarían hasta los muebles de la casa…
Cuando nuevamente su pareja estaba excitada se posiciono detrás de él, se inclinó hacia enfrente, sujetándolo e impidiéndole huir y se hundió en la carne suave y caliente que comenzó a exprimirle placenteramente.
-tan apretado….- susurro mordiendo el cuello del chihuahua… tenía que morderlo… tenía que marcarlo como suyo… Kouki era suyo… suyo….
-no tan rápido…- suplico el castaño tratando de jalar tanto aire como su cuerpo febril le permitía.
-¿así está bien?...- cuestiono el pelirrojo sacando casi por completo su pene y deslizándolo profundamente hasta la empuñadura.
-no tan lento…- chillo el castaño y Akashi ronroneo de felicidad por la indecisión de su pareja.
-te amo tanto mi chihuahua…-
La pequeña vaina que envolvía su erección comento a tener más contracciones, jalándolo, masajeándolo con fuerza, bendita naturaleza de los canes que le provocaba el dolor justo para hacerlo terminar, empujo más fuerte, Kouki grito y pego su pecho al suelo abriendo mas su culo, dándole todo el espacio que pudiera para permitirle moverse a complacencia, era tan erótico… tan bello…
Cuando su pareja comenzó a empujarse con fuerza hacia atrás, respondiendo a sus embestidas supo que no duraría mucho… clavo sus colmillos crecidos en la tierna piel del cuello y bebió un poco de sangre, la suficiente para atar con mayor fuerza el nudo de su vida.
Los dos cayeron cual costal de papas en la alfombra… Kouki se resguardo en su pecho reluciente de felicidad post orgásmica.
-me arden las rodillas… - pucheo
-a mí me arde el pene- bromeo Akashi y sonrió divertido por el bonito rubor de su pareja.
En ese momento la cabeza de Akashi comenzó a doler un poco… como no quería espantar a su pareja suprimió el gemido de dolor, se limitó a besar su frente y acariciar su cuerpo desnudo, sus ojos volvieron a su heterocromia, protegiendo su psique por mero instinto de conservación..
Lo había sentido, la compulsión de Taiga se estaba rompiendo.