QUINTA ILUSIÓN
“El Loco”
“La mañana previa al show parecía distinta a cualquier otro día. Cuando mi padre dijo que se iba al trabajo vio que yo no quería que se fuera. Así que me dio su reloj y me dijo que contara los segundos hasta su regreso. Desde entonces, nunca dejé que el reloj se detenga”- Dylan
- Volveré…- me asegura viéndome fijamente a los ojos, su confianza está en su mirar, quiere que yo también la tenga pero tengo más miedo de perderle que del vivir entre burlas y humillaciones. Cada acto de magia que hace se vuelve más peligroso, cada vez más mortal e indebido tanto que me congela la sangre. No me parece correcto lo que hará, no quiero que lo intente, y ni siquiera quiero pensar en las consecuencias. Tranquilamente me brinda un cálido abrazo transmitiéndome enseguida aquella confianza de la que carezco y me da su reloj para que lo guarde hasta su regreso.
Mis manos no dejan de temblar y lo sostengo con asir, dibujo una sonrisa en mi rostro y mi corazón da un escandaloso vuelco de preocupación dentro de mí. Tengo que confiar ¡voy a confiar!- me repito a mí mismo, mientras tomo asiento en primera fila que es el césped.
La caja fuerte donde yace mi padre cae a lo lejos…
- 1, 2, 3…..- comienzo a contar pacientemente y con mucho entusiasmo al mismo tiempo, espero escuchar en menos de cuatro minutos todos los aplausos del público recibiendo a mi padre y yo también lo recibiré con su reloj puesto. No dejo de contar – 298, 299 y 300 – no sale – 301, 302, 303 – sigue sin aparecer, aún conservo la fe pero me lleno de miedo. No sale, las personas se aglomeran alrededor del agua y el puente – 309, 310, 312, 313 – dejo de contar rápidamente - ¡Papá! – lo invoco a punto de entrar al agua sin importarme el frio de la noche ni lo que me pueda pasar, no me importa. Pero alguien me detiene justo a tiempo antes de saltar. Gritó frustrado, pido ayuda desesperado, a lo lejos veo a Thaddeus se gira a verme.
No descifro lo que quiere decirme su mirada y me vale un carajo lo que piense yo solo quiero que mi padre regrese a mí lado. Siento que un nudo se anida en mi garganta, mi sangre hierve y algo más poderoso que el miedo me domina y ese es el coraje que siento ante ese hombre, el odio impúdico y bárbaro que me domina y me arranca un estrepitoso grito de la garganta como un gruñido salvaje sin control.
Me revuelco en los brazos del hombre que me sostiene mientras varios rescatistas están ahí para tratar de sacar a mi padre, me giro a ver quién me detiene con esas húmedas y heladas manos que traspasan mi cuerpo como un rayo y me topo con un rostro pálido, un mirar vidrioso y gris sin vida, me estremezco ante esa visión. Me sonríe mientras pronuncia mi nombre roncamente pidiéndome que me despierte, mis ojos se llenan de terror. Es mi padre muerto quien con sus manos hinchadas por el agua me sostiene…
Me levante rápidamente, el sudor bañaba mi frente y las sabanas se pegaban a mi cuerpo tembloriento, mi respiración salía frustrada de mis fosas nasales y mi pecho subía y bajaba sin detenerse. Alma se despertó casi al mismo tiempo que yo. Me miro preocupada con su cabello rubio ceniza cayéndole por los hombros.
- Dylan- susurró por lo bajo abrazándome con cariño y ternura; la desnudez de su cuerpo suave se pegó al mío - ¿otra pesadilla?- pregunto; asentí ligeramente con la cabeza, llevándome las manos al rostro cansado tratando de sonreír pero sin poder conseguirlo. Ella lo entendió y empezó a arrullarme tratando de consolarme con su voz, mientras ocultaba mi rostro en sus tiernos senos.
Su dulce aroma empezó a calmarme y deje de temblar. Ya pasaría, siempre pasaba aunque no terminaba de acostumbrarme de los nuevos detalles u originales anexos que mi subconsciente incorporaba - Gracias – susurre agradeciendo sus caricias y su compañía.
París. 06:14:51 antes meridiano. Lunes 3 de Febrero del 2012.
Alma lucia preciosa con su uniforme, con el cabello rubio agarrado y esa hermosa mirada que viajaba lejos a la inmensa ciudad desde el apartamento que compartíamos en esta gran ciudad. Yo estaba recargado en el marco de la puerta con una taza de café en las manos, íbamos tarde al trabajo pero no me importaba ella brillaba de beldad cuando estaba distraída y eso me encantaba. Se giró a verme cuando suspire melancólicamente pensando que hubiese sido de mí de haberla encontrado antes ¿habría olvidado mi venganza contra Thaddeus y Tressler? ¿Habría olvidado el dolor de mi madre? Seguramente ¿Tendría una familia? ¿Existirían siquiera los jinetes? ¿Sería feliz?
- Me tienes esperándote y estas ahí esperando a que te vea – sonrió y le devolví la sonrisa no era difícil hacerlo - ¿sucede algo? ¿Te sientes mal Dylan?- pregunto preocupada acercándose a mi lado, me acaricio la mejilla. Su sonrisa se había borrado y la cambio por una de total consternación. Pude ver más de cerca aquellas ojeras que se le empezaban a formar a causa de los desvelos provocados por mis pesadillas diarias. Aquel brillo de animosidad en su claro mirar empezaba a opacarse por la preocupación y aquella hermosa sonrisa empezaba a decaer... – Te amo – susurro con ternura
Me odiara.
Pensé mientras le tomaba aquella suave mano y la llenaba de lentos besos. Yo me odiaría si la corrompía con mis monstruos internos y malos ratos, ella no se merecía que la matara en vida solo para poder estar juntos y mientras le sonreía y le tomaba de la mano negué con la cabeza desanimado.
- No soy tonta Dylan… - siguió susurrando – te has abierto hacia mí, brindando tu confianza y la gradezco, he disfrutado como nunca cada momento y segundo que me brindas –
- Alma yo…
- Déjame terminar.- me interrumpió autoritariamente como solo ella sabía hacer - Tú me quieres, de eso no hay duda pero no me amas. Sigues atrapado en tu pasado, temeroso, asustado, enojado. Cumpliste con tu venganza y te quedaste vacío, sin saber que hacer porque todo lo que sabias hacer lo has dejado. – parecía aún más seria. Era una excelente mujer - Yo quiero estar a tu lado lo sabes; pero no me quedare si tu no quieres. Es ahora Dylan… dime que me quede y lo hare, y si no dices nada lo entenderé de igual manera. Eres libre, ve y disfruta de tu libertad, si te quedas en mi apartamento lo tomare como que quieres que juntos enfrentemos tus miedos y sabré que me amas pero si te vas… solo te pediré que sierres la puerta con llave.- ella volvió a sonreír, tranquilamente me soltó, rápidamente extrañe ese tierno agarre levante la mirada viéndola fijamente, la vi confiada y cansada antes de que yo dijese algo más paso a un lado de mi dejándome inerte en el marco de la puerta. Fue mejor callar y seguramente ella lo sabía porque la despedida iba a doler más con palabras.
Norteamérica. New York 14:18:12 pasado meridiano. Miércoles Marzo del 2013.
Ha pasado casi un año desde que no veo a Alma, desde el día en que empaque mis cosas y me marche de su lado. Ella sabía mucho antes que yo que no podría amarla de la misma manera en la que ella lo hacía por el siempre hecho de que estaba completamente muerto por dentro y aun así mantenía de vez en cuando el contacto conmigo en pequeños mensajes alentadores.
Lula al parecer era una amiga muy cercana a Alma, ya me había comentado de ella cuando le dije que Henley quería dejar el equipo y no se me hizo una mala idea tenerla en consideración y aparecía casi por arte de magia un día frente a mi trabajo con un escandaloso truco de magia que gracias a dios nadie de mis compañeros o por lo menos mis superiores vieron.
Se presentó con un elegante “quiero ser el quinto jinete”- y mi sangre bajo inmediatamente a mis pies junto con mi corazón. “ah y Alma te manda saludos”- gire mis ojos hacia arriba tratando de hacer una plegaria pero había olvidado como hacerlas después de tanto tiempo sin siquiera recordarlas. A partir de entonces tome a Lula como aprendiz, no quería ilusionarla y se lo dije. Le dije que la pondría a prueba y la sometería a duras pruebas antes de aceptarla. Ella accedió fácilmente, creí que dejaría de intentarlo si la presionaba demasiado pero no lo hizo y me sorprendió su dedicación, su entusiasmo y su ingenio ante las adversidades que le presentaba y las innumerables veces en que pudo dejarlo por algo mas tentador y no lo hizo.
Era seguramente con la que más convivía después de mi oficina, no me sentía amarrado a una obligación con ella y ninguno de los dos sentía atracción mutua; además tenía que aceptarlo, ella era una buena compañía, muy simpática, tal vez por esa razón Alma me la envió porque ella era todo lo contrario a mí y era lo que necesitaba para no sumergirme en la depresión.
Centro de la ciudad. 7:38:38 Pasado Meridiano, viernes 23 de octubre del 2013.
- Ya enserio Lula ¿Por qué quieres unírtenos? –
- ¿Está es una entrevista de trabajo? Porque quiero decirte que ya es un poco tarde para hacérmela. No es que no pueda contestarla, si puedo pero es un poco rara la manera en la que trabajas ¿haces lo mismo en el FBI? ¿Todo el FBI trabaja así? Así que dime Dylan ¿Qué es lo que esperas de mí?- Junto sus manos dejando el frapuccino a un lado y haciéndome una pregunta, alce una ceja incierto y ella utilizo un tono de voz más amenazador - ¿Qué es lo que esperas de mí? –
- Espero que me hables con verdad.-
Ella dio un trago a su café volteando sus ojos al techo como meditando la respuesta- así será – respondió y sonrió animadamente para volver a tomar de su café dulce. Torcí la boca para después devolver la sonrisa.
- así que “Jack” es un buen chico, un poco tímido con las mujeres pero buen chico –
Ella escupió su café sobre mi rostro antes de que terminara de hablar, y cierta cantidad de su bebida dulce aterrizo en mi boca, tuve que cerrar los ojos momentáneamente y aguantar la respiración antes de sacar el líquido por la boca.
- Upsi…- dijo en voz baja – bueno, je,je,je… creo que me descubriste –
- y te probé…- respondí un poco molesto pero divertido al mismo tiempo.
Oficinas del FBI. 19:09:59 pasado meridiano. Miércoles Diciembre del 2014. Cinco horas para navidad.
Ese día iba a trabajar hasta tarde y realmente no me importaba hasta que una paloma fue a dar a mi ventana con una nota en la pata. Por lo regular cuando estaba ocupado era la manera más eficaz y discreta para comunicarme con los chicos. Tome la pequeña nota enrollada en su pata izquierda y la leí tomando asiento en esa cómoda y vieja silla del despacho.
La nota decía:
Para: Dylan Rodhes.
Usted está cordialmente invitado (de nueva cuenta) a la fiesta de navidad que se celebrara este mismo día para respetar la memoria de nuestros ancestros.
¡Te esperamos!
Atentamente: los 4 Jinetes.
¡Ven pronto! ¡Jack y yo cocinamos la cena! – Henley ♥
¡¡Te esperaremos!! :3 no te hagas ya el difícil conmigo he puesto muérdagos en todas partes especialmente para ti, no me hagas besar a Henley o peor aún!!! Al idiota de Daniel D: besos :* - McKinney
No te esfuerces mucho – Jack
“Idiotas”- dije para mí mismo al terminarla de leer, por ultimo todos habían escrito algo a excepción de Daniel quien últimamente se sentía ofendido por mi falta de atención o integración al equipo; pero no podían culparme, el ojo no me daba instrucciones y yo no podía moverme a diestra y siniestra sin un plan así que la invitación la tire a la basura sin atinarle. Me levante de mi lugar con pereza para levantar el papel del suelo, lo estruje entre mis manos y lo empecé a romper en pequeños jirones y después lo convertí en trozos ilegibles, por ultimo con la cerilla con la que encendí el cigarrillo les prendí fuego para dejarlos caer por la ventana, cuando llegaran al suelo no serían más que cenizas, como mi propia independencia hacia estas festividades. Me quede viendo la inmensa ciudad desde mi lugar. Había pasado tanto tiempo desde que no celebraba la navidad o el año nuevo que ahora me parecía una pérdida de tiempo practicarlas y aun así, estas personas que en su momento lo perdieron todo me invitaban a formar parte de su familia, mas no me sentía listo. Ellos eran un equipo, ellos eran los jinetes, no yo… Yo solo era esa carta del maso que nadie ocupa y que no sirve para nada, el comodín, el tonto o como muchos le llamaban “el loco” así era yo un maldito loco.
Los jinetes me habían invitado a una fiesta de navidad, realmente me cruzo por la mente de que estaban dementes, ellos de entre todos no deberían celebrar esas fiestas y en estos dos años no había podido asistir a ninguna celebridad de navidad o de ninguna festividad parecida; pero Merrit siempre insistía en que había que mantener con vida las tradiciones paganas del solsticio o cosas por el estilo. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, de entre todos los jinetes Merrit era quien adoptaba más tradiciones incluso extranjeras por mera diversión para no aburrirse y me pareció bien elegirle de su hermano quien, a pesar de ser mejor, más listo y con más capacidad que el mismísimo Merrit era una persona deshonesta, tirana y con algún retorcido trauma de superioridad, quien se vendía al mejor postor. No… el ojo no necesitaba ese tipo de personas… Jack aún era muy joven, pero la vida en las calles le había enseñado como cuesta ganarse el pan y de alguna manera había aprendido por sí mismo a tener conciencia propia y hacer distinción entre el bien, el mal y la crueldad o injusticia, el chico no hacia siempre lo correcto o lo más moral pero sí que se encargaba de mantener el balance de las cosas. Henley de entre todos era la que posiblemente más sufría, encantadora, lista, cariñosa, y eso no la preparaba para Daniel. El sujeto no era malo, pero no era de pertenecer a una sola persona y nunca le gustaba estar por debajo de nada ni nadie.
Daniel…
El último nombre que pensé había sido al primero que elegí entre todos ¿Por qué? ¿Por qué lo elegí a el de entre todos? Bueno era sencillo, a pesar de ser conocido por ser egoísta, vanidoso, presuntuoso, orgulloso, engreído, pedante y petulante. Cuando él creía en algo que le gustaba nunca lo dejaba ir. Era una suerte de que estuviera de nuestro lado, del lado de la magia ya que si hubiera tomado el camino de Thaddeus hubiera sido otra cosa.
- Valla Dylan – la voz de una persona me apresó haciendo que soltara un pequeño respingo – seguí viendo por la ventana sin girarme, ya sabía quién era y no tenía ganas de verle, era el Agente Fuller - me preguntaba si ibas a seguir haciéndote el tonto con los jinetes o al fin admitirías que tuviste algo que ver con ellos –
- No te interesa lo que haga, déjame en paz – respondí recargando mi brazo en el marco metálico de la ventana.
- Dylan me he dado cuenta que siempre, todo el tiempo fue demasiado fácil. Hable con Thaddeus y él dice que no eres lo que pareces, que le tendiste una trampa y que tú eres uno de ellos, uno de esos magos… - rodé los ojos hacia el techo como si acabara de decirme lo más tonto e ilógico del planeta.
- Claro, Thaddeus ¡qué bien! – Me gire a enfrentarlo – sí. ¿Qué te parece que en lugar de estar perdiendo nuestro tiempo vas y lo subes al estrado y que me dicten sentencia? Vamos, y que no se te pase elegir a un jurado de payasos para que lo dejen libre y a ti con mi puesto – el alzo una ceja y frunció el ceño.
- te va a fallar un día de estos esa actuación Dylan. No puedes fingir por siempre ser otra persona, no puedes ser dos personas –
- es mi gemelo malvado entonces…-
- No trates de jugar conmigo, Dylan – mi nombre lo había soltado con repulsión y con lentitud como si escupiera con desprecio las letras – Se cómo actúan los cerdos como tú, me he topado con muchas ratas idénticas a ti toda mi vida y cuando descubra qué clase de ser despreciable eres, se lo diré a todo el mundo –
- Bueno no será muy difícil solo tiene que googlear mi nombre en internet y ¡BUM! Apareceré por arte de magia. -
El dio media vuelta sobre sus zapatos y se fue dirigiéndome la mirada más mortal que en toda mi vida jamás vi y aun así levante mis hombros restándole importancia. No me importaba ¿Por qué? Y volví a ver por la ventana del gran edificio un poco nostálgico. De la nada me habían dado ganas de ir a compartir este día con los jinetes pero tenía miedo de abandonar esta soledad que me había abrazado por tanto tiempo solo por una falsa familia que posiblemente también me dejaría.
Mire mi reloj con tristeza.
“Tic, Tac”
Las manecillas siguen avanzando, no se detendrán.
“Tic, Tac”
Continúan dando su caminata sin prisas, sin ganas, sin mucho de todo pero sin dejar de andar.
“Tic, Tac”
El uno le sigue al dos, después al tres, al cuatro y así sucesivamente, solo basta una mirada a enfrente y volver abajarla para darte cuenta que el segundero ya está en el cuarenta, que le sigue el cincuenta y por último el sesenta y cuando ya te das cuenta la manecilla mayor se mueve perezosa marcando que ya paso un minuto más, un minuto que no regresara.
“Tic, Tac”
Tan elegantes y mortales las malditas manecillas, ni un momento se detienen, no lo hacen y jamás lo harán y yo continuaría contando, esperando a que la felicidad que se hundió con mi padre en aquella caja fuerte regresara.