Taiga titubeo un par de minutos en entrar, para ser honesto estaba que se cagaba de nervios. Había algo en el ambiente que le hacía sentirse sexualmente atraído hacia Tetsuya, su caminar, su forma de moverse, la bonita sonrisa que le había dedicado… cuando por fin tuvo el valor para entrar del balcón Tetsuya estaba entrando a la habitación con un pequeño florero en el que había depositado su flor, la veía como si fuera el mejor regalo de su vida y le sonreía a través del espejo del tocador, el destino final del regalo.
Taiga no sabía a ciencia cierta lo que estaba pasando, pero la luz del faro de la calle, la luna, la poca iluminación del lugar hacían que la belleza de Tetsuya fuera etérea.
Se acercó a él viéndose ambos en el reflejo del espejo, enganchando sus miradas hasta que estuvieron tan íntimamente cerca que el calor de uno se transmitía al otro.
Taiga rodeo el delgado cuerpo de Tetsuya con un solo brazo, y con la mano libre acaricio el pecho, descubriendo los rozados pezones, acariciándolos, el maestro se inclinó más hacia él, ofreciendo su carne, gimiendo despacito, permitiendo sumisamente que le comenzara a desvestir, acariciar…
Invitó su cuello delgado y blanco y Taiga no dudo en besarlo y morderlo suavecito, sintiendo el pulso del lugar en sus labios, deleitándose con los sonidos de la boca del ojiazul…
Así como estaban, como un lindo trenecito Taiga camino de reversa y se sentó en la cama, con Tetsuya en su regazo, gruñendo la satisfacción de sentir las redondas nalgas presionándose contra su erección prisionera de la mezclilla… quería hacerle el amor, quería poseerlo en todos los sentidos, hacerlo suyo, hacerlo feliz, deseaba sentirse fundido en la carne caliente…
-¿puedo hacerte el amor?- Taiga quería que todo fuera totalmente consensuado, cuando Tetsuya se puso de pie y de muto proprio se retiró la camisa del pijama y se abalanzo contra el para quedar acostados, como la bonita suavicrema supo que era aceptado.
Acaricio con la yema de sus dedos los costados, la espalda, los brazos, Tetsuya se veía precioso ahí, encima de él, podía sentir cuan excitado estaba, lo atrajo hacia sí y lo beso lenta y profundamente, primero los labios, la fina línea de la mandíbula, el cuello, la clavícula y los bonitos pezones, toda la piel era adicción pura para él, Tetsuya jadeaba fuertemente y juntos comenzaron a quitarse el resto de la ropa.
-eres grande…- Tetsuya le estaba observando con un dejo de temor, no era un halago, no por el momento al menos, Taiga sabía que era grande, le dolería, pero quería hacer todo lo posible para hacerle sentir bien.
-No tengo lubricante… ni condones…- dijo Taiga y Tetsuya noto que sus manos estaban temblando, sentado en su cama, en flor de loto, recargado en la pared con una erección llena y la piel perlada en sudor parecía un dios romano, pero el simple hecho de verlo con las manos de gelatina le dio un poquito de valor, Taiga no lo lastimaría, no a propósito al menos.
-es mi primera vez…- susurro Tetsuya con las mejillas rojas y la voz temblorosa, Taiga sintió que su pecho se henchía de orgullo al saberse el primero de su chico… y se aseguraría de ser el único.
-también la mía…- aquello casi por default descartaba el uso de condones, si ambos estaban limpios podrían hacerlo así…
-Déjame…- Taiga tomo a Tetsuya, lo manipulo con facilidad y puso su rostro cerca del culo del mayor lamiéndole experimentalmente, el sabor exploto en sus papilas y Taiga supo que esto sería una droga para él.
El pequeño can jadeo, gimió y respiro entrecortadamente, se sentía tan bien, su cabeza giraba, su voz estaba incontrolable, su cadera tenia vida propia y se empujaba hacia el rostro del pelirrojo pidiendo más.
Taiga se congratuló por aquella respuesta del adulto, había hablado con Aomine días antes preguntándole como podría complacer a un hombre si se llegara a dar el caso, para sorpresa suya el moreno no había bromeado con el como siempre lo hacía, simplemente había sonreído y le había dado un buen par de consejos que en este momento le estaban ayudando mucho.
“amalo, fíjate en sus respuestas, en lo que le gusta, lo que no, el cuerpo de ambos hablara por ustedes mismos, es instinto puro…”
Y Taiga sabía que estaba haciendo bien su trabajo, la estrella rosada de su amante comenzaba a relajarse lentamente y a latir, como si deseara más, como si supiera que pronto seria desflorada.
La vista era lo más erótico que hubiera visto en toda su vida, acaricio el suave perineo, la puntita goteante, las suaves esferas… todo en Tetsuya era hermoso, adictivo y extrañamente familiar.
Una mano tanteo en sus piernas y despues subió hasta su ingle, para capturar su verga dura, al parecer Tetsuya no era el único que quería sentir placer y había comenzado a masturbarle, torpemente, los dos continuaron así hasta que Tetsuya se acostumbró a la invasión de 3 dedos en su culo.
Taiga quería hacerlo bien, Aomine y un artículo de alguna revista le habían informado que la manera en que el que recibe sentía más placer (independientemente del sexo) era estar arriba, así que tomo su posición inicial, sentado en flor de loto y permitió que el ojiazul se sentara en él, rodeando su cadera con su piernas blancas y lampiñas.
-no entra…- pucheo Tetsuya y Taiga opto por quedarse quieto, si lastimaba a su chico jamás en la vida se lo perdonaría.
-estoy nervioso…- confeso el adulto y perfilo nuevamente la punta de la erección en su propia entrada.
-despacio… no hay prisa…-
Taiga estaba de morir por gangrena testicular por aguantar tanto tiempo con una erección, pero era más su temor de lastimar a su pequeño amante, así que opto por continuar quietecito.
Cuando la punta de su pene entro en el pequeño cuerpo, venciendo la resistencia de los músculos sintió que subía al cielo. Tetsuya se veía precioso, más precioso con el rostro rojo y la mirada confusa, como si le doliera pero le gustara, era inevitable que eyaculara ante semejante situación.
Lo bueno de ser joven es que no había perdido su erección y estaba listo para continuar segundos despues.
El peliazul bajo y bajo hasta que sus nalgas chocaron con la pelvis de Taiga y se dio cuenta cuán grande era realmente Taiga. Su interior se sentía lleno, escurriendo, caliente y por primera vez en su vida supo que todo estaba bien, algo muy íntimo de su ser embono y se sintió satisfecho como nunca.
-¿me….?- Taiga respiraba entrecortadamente y el sudor corría por sus mejillas.
-¿me puedo mover?- casi suplico… Tetsuya se enamoró otro poquito de él, subió un poco su cadera y volvió a bajarla, la fricción fue mágica, su entrada se había adaptado al tamaño y su pequeña nuez sobre estimulada era tocada con cada subida y bajada que daba.
Los dos se aferraron al otro, se besaban con hambre y jadeaban incontrolablemente, Taiga quería morder, quería girarse y taladrar a Tetsuya contra el colchón, pero tenía tanto miedo de lastimarlo… era tan pequeñito, tan delgado.
-hazlo…- como si Tetsuya leyera sus pensamientos le incentivo a cumplir su deseo. Tetsuya se separó de él, se acostó en su cama, abrió sus piernas y brazos dándole nuevamente la bienvenida y Taiga gustoso fue a su encuentro.
Taiga dejo la mayor parte de su peso en sus brazos y piernas, quedando sus pechos separados y dificultando un poco la oportunidad de besarse, al parecer a Tetsuya aquello no le gusto pues abrió más sus piernas, rodeando la cadera de Taiga y con los brazos se enredó en su cuello, todo el peso del pelirrojo era soportado por Tetsuya, aun así Taiga seguía moviéndose con temor a lastimarlo, Tetsuya le agradecería despues que le tratara como fina porcelana, pero ahora quería más, quería todo de Taiga, quería que se dejara domar por sus más bajos instintos, que no se contuviera…
-más fuerte… hazlo…-
La duda en el rostro de Taiga le dio a entender lo que estaba pasando por su mente.
-aguantare… soy fuerte… déjate ir, hazlo… soy fuerte…-
-ya no lo soporto más… perdón.-
Taiga podía ser caballeroso y tímido pero la pasión le estaba ganando… Tetsuya continúo exhortándolo y finalmente cedió.
La hipnotizante voz libero los temores de Taiga, quien dejo de reprimirse y se dejó caer en el cuerpo del ojiazul embistiéndole con fuerza, entrando y saliendo de su cuerpo con la energía de un joven, los ruidos obscenos y el rechinido de la cama le sobre estimulaban a seguir más y más duro, cuando Tetsuya tenso todo su cuerpo con un grito orgásmico Taiga sintió que tenía que hacer suyo a esa bella criatura, sus dientes picaban, así que la única respuesta normal para él fue morder con fuerza la tierna carne del cuello que inconscientemente Tetsuya le estaba ofreciendo.
El orgasmo de Taiga duro y duro hasta el grado de dolor, no había nada a su alrededor excepto Tetsuya, quien se había aferrado a él y había tenido un segundo orgasmo al sentir los dientes clavarse en su suave carne.
De pronto Taiga sintió que algo lo alcanzaba, un tigre, en su mente un tigre adulto se unía a él y una serie de recuerdos llegaron a su memoria… soltó el cuello de Tetsuya, lamio la herida y con temor busco los ojos de su pareja.
El ojiazul estaba llorando, sonriendo, llorando, limpiándose las lágrimas y sollozando con un torrente de emociones encontradas.
-me encontraste… y me enamoraste de nuevo…- susurro y acaricio el rostro de Taiga limpiando lagrimas que el tigre no sabía que tenía ahí.
-Tetsu- onii chan…- susurro Taiga, besando a su pareja y permitiendo que el nudo que se había formado en la intimidad de ambos les mantuviera juntitos.
-te extrañe tanto …- confeso Tetsuya abrazado fuertemente a Taiga, soportando todo el peso, deleitándose con el simple hecho de saber que su pareja estaba nuevamente con él, que habían re hecho su enlace, que ahora nadie podría separarlos.
-sigues siendo la persona más bonita que he conocido…- susurro Taiga, mimándole con besos por todo el rostro, bañándole el rostro con sus propias lágrimas de felicidad. Si dependiera de el quisiera que el nudo jamás fuera desecho.
-creciste muy guapo…- dijo Tetsuya, delineando todas las facciones, había tenido razón, Taiga se había vuelto un chico alto, guapo y rompecorazones…
-comí todas mis frutas y verduras…- bromeo Taiga y se sintió un poco triste cuando su erección suave fue liberada del cuerpo de Tetsuya.
-buen chico… ahora ya podremos estar juntos –
-para siempre…- concluyo Taiga y se acostó como un par de cucharitas bien embonadas.
Taiga no podía creer que por fin estaba todo bien… el destino le había dado una pareja de niño y se la había regresado de adulto, así fuera una o mil veces elegiría a Tetsuya… su Tetsuya.