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Mi Profesor Favorito [Ryuga x Kyoya] por Midori-Hikari1312

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Notas del capitulo:

He vuelto~

Siento la tardanza :'v

Pero realmente estaba bloqueada :'v

Peeeero, ya no importa, porque volví (?)

Espero disfruten el cap de hoy~

 

Perdón por los errores u.u

-Kyoya-

 

Después de aquella conversación con tu secuestrador, Emma ahora te estaba llevando de vuelta a la habitación, y si, “la” habitación, pues nunca la llamaría tu habitación, por mucho que eso hombre diga que te pertenece.

 

El ambiente era tenso, seguías a Emma pasillo por pasillo, puerta tras puerta. El dolor de cabeza no había bajado, por lo que se te dificultaba abrir bien los ojos, pues conseguías una clase de alivio al mantenerlos cerrarlos.

 

Al llegar, Emma encendido la luz y tú te acostaste en la cama con cuidado para no empeorar tu estado, sentías que la cabeza estaba a punto de explotarte. Pasaste un brazo por sobre tus ojos para evitar que la luz atravesará tus párpados y te quedaste quieto unos segundos.

 

-Señor- la castaña interrumpió tu momento de relajación, pero al menos fue para algo bueno. Te extendió un par de pastillas y un vaso de agua que llevaba en una pequeña bandeja.

 

-Gracias...Pero ¿De dónde sacaste esto tan rápido?- preguntaste mientras tomabas las cosas que ella te ofrecía. Te tomaste las pastillas casi con desespero, era muy irritante el dolor que estabas sintiendo y querías que se fuera.

 

-Hay muchas cosas aquí para mantenerlo satisfecho en todo momento- dijo ella señalando con su mano a una pequeña mesa de noche donde estaba una gaveta abierta de donde saco las pastillas, y al lado había un refrigerador.

 

-No sé cómo no vi eso…- volviste a tumbarte en la cama con el antebrazo sobre tus ojos.

 

-¿Se encuentra bien, señor?- sentiste como se hundía la cama ligeramente, se había sentado ella.

 

-Estaré bien, se me pasará en un rato…- suspiraste pesadamente, de verdad todo eso era realmente confuso. El extraño secuestro de una persona aparentemente desconocida, el estar encerrado en una casa tan inmensa sin tener la menor idea de donde quedaba, la supuesta boda, tus amigos...Ryuga.

 

-Emma…- llamaste con voz ligera.

 

-¿Si?- respondió de inmediato la castaña.

 

-Mientras estemos solos, no me llames “Señor” Es muy raro- te quejaste levantándote un poco para quedar sentado a su lado.

 

-Trataré de no hacerlo- rió ligeramente. Se quedaron callados unos segundos, ella veía el suelo y tú la mirabas detenidamente, sus ojos estaban muy cansados, bostezó ligeramente después de unos segundos y parpadeaba constantemente. Sentiste lástima por ella, cuánto la habrá hecho trabajar ese enfermo durante tanto tiempo para tenerla tan cansada.

 

-Emma…¿Cómo terminaste aquí, con ese hombre?- al escuchar la pregunta ella pareció tensarse un poco, abrazó sus brazos, o más específicamente el lugar donde anteriormente había visto un pequeño moretón.

 

-Bueno...Soy la típica chica sirvienta que necesita el trabajo para mantener a su madre enferma, así que, no hay mucho que contar- ella soltó una pequeña risa apagada, no estaba para nada contenta con su vida actual, y sinceramente tu querías ayudarla a salir de ahí, pero si no podías ayudarte a ti mismo ¿Qué caso tenía?- El amo...Es un hombre muy estricto. Cada pequeño error lo castiga. Es fuerte, perfeccionista y muy brusco. No titubea al castigar a cualquier de sus empleados. No quisiera sonar egoísta, pero la verdad agradezco mucho que esté usted aquí Kyoya-san, antes le servía a él, pero como ahora seré su servidora, estoy segura de que no podrá ser tan duro conmigo- bajó la mirada entre apenada y entristecida. Tu colocaste tu mano en su hombro y le sonreíste ligeramente.

 

-Lo siento… Ahora siento que yo estoy caminando por un campo de flores al imaginarme todo lo que has tenido que pasar- suspiraste mirando también hacia el suelo.

 

-No, no, no, está bien. De verdad tu estas peor que yo. Yo estoy aquí por mi propia cuenta, y porque lo necesito, mientras que usted ni siquiera sabe con quién estará conviviendo durante este tiempo- ella te regaló una ligera sonrisa dejando ver un par de pequeños hoyuelos en sus mejillas. Esa chica de verdad era maravilla, linda, atenta, amable. No entendías cómo era que había terminado ahí y porque no se buscaba otro trabajo, pero agradecías que fuera de ese modo, o si no de verdad te hubieras vuelto loco sin poder hablar con nadie que no sea ese enfermo- Y dígame Kyoya-san ¿Hay alguien allá afuera que le preocupe? Quiero decir ¿Tiene a alguien especial esperándolo?- preguntó tratando de evadir el incómodo silencio después de ese tema tan personal.

 

-Bueno…- una ligera sonrisa se te dibujó en el rostro- Él...Es realmente fastidioso, egoísta, celoso, es un niño mimado, un rebelde sin remedio y un busca pleitos….A veces es muy cursi, atento y sabe escuchar de vez en cuando- miraste a Emma un segundo quien te miraba otra vez con una sonrisa, lo que hice que te sonrojaras ligeramente al hablar tanto de Ryuga- Pero, lo sé, lo conozco, sé que él es muy fuerte, pero realmente me preocupa...Suele alterarse muy fácilmente, y ahora debe estar a punto de darle un infarto, no literalmente, pero... Quisiera sólo...Hablarle, calmarlo, decirle que estoy bien, escuchar su voz y…- tomaste con fuerza el zafiro en tu cuello, acariciándolo con tus dedos y apretaste tus labios- Dios, sólo espero que haga una locura…- susurraste para ti mismo.

 

-Parece una persona muy buena- opinó aún con una ligera sonrisa que le devolviste.

 

-Si, lo es- seguías con una pequeña sonrisa- Supongo que todo esto que nos está pasando se debe a esa supuesta “maldición” de el día de mi cumpleaños...- suspiraste enojado.

 

-¿Supuesta maldición?- preguntó curiosa la chica con la mirada fija en ti.

 

-Bueno, la mayor parte de las peores cosas que me han pasado en la vida, sucede el día de mi cumpleaños…- comenzaste a narrar- La muerte de mi madre al darme a luz era el mismo día de su cumpleaños, las cicatrices de mi rostro, la muerte de mi padre a mis 19 años, y ahora esto...Cosas como esas son algo que nunca se olvidan, y sinceramente el que todas hayan sido el mismo día no es sólo coincidencia…- terminaste de decir en dejar de jugar con el collar en tu mano. Emma se quedó callado durante unos segundos, tal vez demasiado sorprendida de lo que acababas de contarle.

 

-Lo siento mucho, Kyoya-san- dijo al fin la castaña para luego sonreír sinceramente - Pero, creo que a partir de ahora, las cosas cambiarán, te darás cuenta de que las cosas más maravillosas, se darán el mismo día de tu cumpleaños y podrás celebrarlo al fin como es debido - sentenció la chica con sinceridad y seguridad, haciéndote sonreir de nuevo.

 

-Ojalá tengas razón...Cambiando de tema. Emma, no hay alguna posibilidad de que tu puedas darme el nombre de…- ella te interrumpió.

 

-Kyoya-san...- se acercó un poco mas a ti- Usted sabe que hay cámaras en este cuarto, por toda la casa en realidad, pero no estamos seguros de sí también hay micrófonos…- susurró mirándote con cierta preocupación. Después de eso, se alejó un poco- Así que manténgase…-apartó la cara para bostezar ligeramente mientras tapaba su boca, luego volteó a verte muy avergonzada- ¡Lo siento!- se disculpó enseguida bajando un poco la cabeza.

 

-No te preocupes - dijiste de inmediato entre pequeñas risas -Pareces muy cansada-.

 

-El amo me tiene trabajando día y noche desde antes de su llegada. Él quería que todo estuviera más que listo para poder demostrarle que está bien si usted decide quedarse aquí - explicó antes de volver a bostezar y nuevamente volver a disculparse.

 

-¿Por qué no duermes un poco?- ofreciste palpando un par de veces la cama.

 

-No, no podría- negó con la cabeza moviendo sus manos de igual forma- Es su cama, además creo que aún tengo mucho trabajo y…- la interrumpiste.

 

-Insisto, por favor descansa aquí- ella no se movió de su sitió mientras bajaba la mirada y apretaba los labios.

 

-Tengo mi propia cama…- se excusó aún sin levantar la mirada.

 

-Emma, es una orden- dijiste con voz “exigente” pues la verdad no podías ser duro con el. Ella encogió un poco más sus hombros y dió un pesado suspiro al ver que no tenía más opción. Se quitó sus zapatos negros lustrados con tranquilidad, sus ojos de verdad se veían cansados mientras lo hacía. Los acomodó a un costado de la cama y se quitó el ligero delantal blanco que llevaba para poder acomodarlo en una esquina de la cama e irse acomodando cuidadosamente sobre las almohadas.

 

Fue impresionante ver cómo, casi al haber tocar la cama con su espalda, ella cayó profundamente dormida sobre ella.

 

-Pobre...De verdad esta muy cansada- suspiraste al verla dormir mientras que la tapabas con una sábana. La chica no parecía tener más de 16 años de edad, aún te preguntas cómo fue que terminó ahí ¿No había más lugares para trabajar? ¿O será que ese hombre tiene tan buena paga como para soportar tanto?

 

Volteaste casi como un búho al escuchar la puerta reclinar ligeramente al abrirse dejando ver al mismo hombre con máscara de lobo.

 

-¿Qué está pasando aquí?- preguntó e inmediatamente el hombre, su tono de voz demostraba que no estaba muy feliz- ¿Qué acaso no tiene otra cosa más que hacer aparte de irrumpir en una cama que no es suya?- preguntó para ella, sin embargo estaba muy dormida para responder.

 

-Ella sólo está cansada- respondiste cortante- Ha saber que clase de cosas la pusiste a hacer, así que le dije que durmiera aquí- espetaste sin mirarlo.

 

-Mgh- bufó divertido- Eres realmente blando, Kyoya- se burló el hombre, aunque a ti la verdad no te importó- Veo que te sientes mejor... ¿Qué te parece si vamos a otro lugar a hablar un rato?...Para conocernos mejor- una amplia sonrisa se formó en sus labios haciendo que te corriera un escalofrío por la columna.

 

-¿Y si me negara?- preguntaste mirándolo extrañado.

 

-Negarse no es una opción- su voz grave y autoritaria retumbó en tu cabeza. Miraste una última vez a Emma, tan ajena a lo que estaba pasando, totalmente dormida y en plena tranquilidad. Te levantarse mirando fijamente al enmascarado, que ensanchó su sonrisa y se echó a un lado de la puerta para dejarte salir primero.

 

Nuevamente, un par de pasillos más tarde, llegaron a lo que parecía ser una clase de oficina muy grande, él se sentó en una gran silla detrás de una mesa, extendió su mano para que te sentirás en la silla del otro lado de la mesa, lo hiciste lentamente y sin quitarle la vista de encima.

 

-A mi parecer comenzamos con el pie izquierdo...- dijo observándote a través de los agujeros de la máscara, sus manos las usaba como un soporte para colocar su barbilla y está con la mirada fija en ti.

 

-*Espera…¿Qué?*- dijiste para tus adentros. Te quedaste pensativo al notar que esa forma de hablar se te hacía demasiado familiar.

 

“A mi parecer comenzamos con el pie izquierdo...Mi nombre es Ryuga”

 

-¿Sucede algo?- el hombre frente a ti se quedó extrañado ante tu repentino comportamiento. Te le quedaste viendo unos segundos fijamente con los ojos entrecerrados, analizándolo.

 

-Nada en realidad…-negaste con la cabeza sin quitar tu mirada de él.

 

-Bien. ¿Y dime, ya te decidiste?- preguntó dejándote desconcertado.

 

-¿De...cidir?- repetiste confundido.

 

-Si. Si vas a elegir vestido o traje para nuestra boda- dijo con total naturalidad, un escalofrío volvió a cruzar tu espalda al imaginarte usando un pomposo y extravagante vestido de novia.

 

-Escucha, ¿Sabes que esto es muy raro, verdad? Es decir, aparentemente no se quien eres, y obligarme a casarme contigo no ayudará con tu “plan para conquistar a Kyoya”- hiciste un par de comillas con tus dedos en la última frase.

 

-No, sólo acelerará el proceso de que te enamores de mí- dijo con simpleza encogiéndose un poco de hombros con una sonrisa aún plasmada en sus labios.

 

Te estabas desesperado, ese hombre era obstinado y realmente molesto, engreído al creer que por el hecho de hacerte casar con él a la fuerza va a enamorarte... Y, extrañamente, ese comportamiento se te hacía demasiado conocido, pero el no poder ver gran parte de su rostro y la gruesa voz que no logras reconocer lo hacía todo muy difícil.

 

-No usaré ninguno porque no me casaré - te cruzaste de brazos y afilaste la mirada contra él.

 

-A veces eres tan adorable, Kyoya…- dijo antes de reír ligeramente.

 

A veces eres tan adorable…Ya vamos, tengo hambre”

 

La voz de Ryuga seguía retumbando en tu cabeza, fuerte y clara, como si estuviera frente ti al mismo tiempo que se mezclaba con tus recuerdos. Ya te debías de estar volviendo loco por permanecer encerrado en esa casa, o tal vez tantos pasillos habían comenzado a marearte, pero aún seguía esa pequeña molestia de que eso era demasiada coincidencia. Pero tenías que sacarte eso de la cabeza y centrarte en encontrar más información de ese hombre “lobo”.

 

-¿Que edad tiene Emma?- preguntarse sin pensar.

 

-¿Quién?- parecía realmente no saberlo.

 

-La chica castaña, la que ahora es mi...ayudante- describiste extrañado.

 

-¿Esa chica mal agradecida que duerme en tu cama? Tiene unos 16 o 17 años, realmente no lo sé- le restó importancia a la respuesta, haciéndote molestar ligeramente, pues era una chica muy amable y respetuosa, para que alguien como él la trate como una cualquiera. Te quedaste unos segundos callado, sin saber realmente qué decir, pero después de todo tenías que llevar a cabo un plan para tratar de salir de ahí lo antes posible.

 

-¿Puedo preguntar algo personal?- tu voz era firme y tú mirada era fría, además de que seguías con tus brazos cruzados.

 

-Dime- indicó volviendo a su posición inicial, usando sus manos como soporte para su barbilla mirándote fijamente, o eso debía hacer, pues no veías sus ojos.

 

-¿Tiene hijos?- tu voz salió cortante nuevamente, pues querías parecer lo menos interesando posible para no levantar sospechas de que buscabas indicios de saber quién es. Él se lo pensó un poco, pero respondió al cabo de unos 30 segundos.

 

-Si, tengo uno- habló tranquilo acostándose esta vez en el espaldar de la silla cruzando los brazos, tal como tu.

 

-¿Algun nombre que puedas darme?- insististe, sin embargo él se quedó callado - ¿Me pregunto que pensará tu hijo de que su padre secuestró a otro hombre para casarse con él?- trataste de ¿amenazarlo tal vez? La verdad no sabías, sólo quería que te dijera algo, cualquier cosa.

 

-Él nombre es algo que realmente no necesitas saber, y él...No se tiene por qué enterarse de esto- una sonrisa torcida apareció en su rostro al decir eso. Tragaste duro al ver esa amplia sonrisa, era escalofriante.

 

-”Alguien...Ayuda”-

.

.

.

.



~Ryuga~

 

-¡Han pasado casi una maldita semana! ¡¿Cómo mierdas logra desaparecer de la faz de la tierra?!- gritaste más que enfurecido, hecho una fiera, apunto de atacarte el cabello. Te sentaste bruscamente en la orilla de tu cama cubriendo tus ojos con tus manos y pasándolas por tu rostro para tratar de relajarte.

 

Seis días. Seis días desde la desaparición de Kyoya, nadie lo ha visto, nada sabido de él, nada ni siquiera ha escuchado de él. Te sentías pedido, no quieras hacer nada, sólo querías a Kyoya, saber que estaba bien. No había ido al Instituto, no habías salido de tu habitación, no habías habla con nadie que no fuera Tsubasa, Gingka o algún policía para tratar de tener algún indicio o pista para encontrarlo. Era realmente desesperante, quería llorar de la rabia, y tal vez ya lo hayas hecho cuando te encuentrabas totalmente solo, gritando, rompiendo todo lo que había en tu habitación.

 

-Realmente no entiendo como desaparece así…- lamentó Tsubasa frente a ti, observando como las empleadas entraban a recoger el desastre que habías hecho con anterioridad, otra vez-¿Qué hay de tu padre? ¿Está tan preocupado como tú?- preguntó sentándose a tu lado y poniendo una mano en tu hombro.

 

-Está al pendiente y hace lo que puede para ayudar, pero...sinceramente lo veo muy distante con todo esto, sabiendo que él trata de quedarme a Kyoya… Es muy raro- seguías sin mirarlo, con mil ideas en tu cabeza y un millón de pensamiento mezclados entre sí, al no poder hallar la respuesta de nada en realidad.

 

-Es muy raro ¿no?- mencionó Tsubasa pensativo.

 

-¿Qué quieres decir?- preguntarse algo ido, pero con un ligero grado de atención hacia tu amigo de cabello largo.

 

-Tu padre...Si estuvieran tan enamorado como dices, él estaría casi o Igual de preocupado que tu- colocó una mano en su barbilla pensativo. Tu alzaste la cabeza y lo observaste, en cierta forma tenía razón, pero no odiabas tanto a tu padre como para demandarlo por robarte a tu novio, mucho menos sin tener prueba alguna aparte de…

 

-Voy a buscarlo…- susurraste más para ti mismo mientras te levantabas de la cama dejando a Tsubasa confundido.

 

-¿Ahora?- preguntó extrañado por tu repentino cambio de parecer levantándose contigo, pues hace un segundo no querías ver a nadie, mucho menos salir, y ahora vas a salir precisamente para ver a alguien.

 

-El día que Kyoya despareció, lo vi muy tranquilo en la mañana, casi diría feliz. Y desde entonces, las sirvientas me dicen, o que no llega a casa, o que se va muy temprano de casa…- sin ver directamente a Tsubasa, sólo te concentrabas en ver el suelo, imaginandote cada escena o recordándolas, y analizando tus pensamientos, tratando de convencerte de que lo que estabas deduciendo estaba podría estar en lo cierto.

 

-Te acompaño…- lo interrumpiste.

 

-No. Iré sólo. Si encuentro algo preocupándote te llamaré - sin más, saliste de la habitación yendo directo hacia la entrada de la casa, saliendo por la mismo y sin pensarlo dos veces te montaste en tu moto.

 

Al encenderla, te quedaste unos segundos viendo el casco extra que llevabas contigo, lo sostuviste unos segundos entre tus manos viendo con detenimiento cada detalle que formaba la pintura, asemejándose a la melena de ese animal que majestuoso, valió la pena insistir tanto para ver esas hermosa expresión en la cara de Kyoya cuando se la entregaste.

 

-No te preocupes...Cada vez estoy más cerca- guardaste el casco en el pequeño compartimento detrás de tu asiento y te colocaste el tuyo arrancando en dirección al trabajo de tu padre.

 

Unos treinta minutos después ya estaba frente a un gran edición que se encontraba sobre una colina, era de un color blanco tan puro que dejaba ciego a cualquier que lo mirara fijamente durante el día, sin embargo, la lente ahumada de tu casco lograba contrarrestar eso para no quedarte ciego.

 

Entraste con total naturaleza, después de todo tu padre era el dueño y tú el único heredero de toda esa fortuna y responsabilidad...De sólo imaginarlo se te erizaba la piel, tanta responsabilidad y destinado a una vida de aburrida, esa era como tu peor pesadilla, después de la que estás viviendo ahora.

 

Sin mirar a nadie te encaminaste hasta uno de los ascensores, de un color dorado, apretando el único botón del tablero relacionado con los pisos del edificio, ascendiendo directamente al último piso del mismo. Al bajar, lo primero que viste fue a la secretaría de tu padre, quien te miró extrañada al verte llegar sin avisar, pero de igual forma se levantó para hacer una pequeña reverencia frente a ti. La ignoraste y seguiste de largo, pero justo antes de tocar la gran puerta de color caoba ella te interrumpió.

 

-Joven Ryuga, lamento informarle que su padre no se encuentra en estos momentos- habló ella con respeto.

 

-¿Y dónde está?- preguntarse desganado.

 

-Este es uno de sus días de descanso- habló con simpleza y al ver tu cara de asombro ella siguió- Pensé que lo sabía, esta semana tiene como tres días seguidos que no asist…- la interrumpiste.

 

-¿Días de descanso?- preguntaste con sarcasmo- ¡Pero si él es un adicto al trabajo!- caminaste de nuevo hacia ella- Explicarme entonces…- golpeaste el escritorio frente a la chica con ambas de tus palmas con demasiada fuerza- ¿Cómo es que llega tan tarde a casa todos los días como si se matara trabajando en esta pocilga?- preguntaste rabioso.

 

-É-Él tiene varios días de trabajo, pero algunos simplemente no llega, y como es el jefe, n-no podemos decirle nada acerca de eso...- la chica se encogió un poco en su asiento y bajó la mirada ante tu fuerte actitud- Ustedes tiene otra casa ¿no? Si no llega a casa como usted dice, posiblemente sea porque esté ella queriendo estar solo…- terminó de decir sin alzar la mirada aún temblando un poco, a pesar de ser mayor que tú, esa chica era demasiado asustadiza.

 

-“¿Otra...Qué?”- te quedaste demasiado sorprendido al escuchar esas palabras salir de su boca- “¿Otra casa? ¿Desde cuando? ¿Cómo nunca lo supe? ¿Para qué quiere otra maldita casa si no es para…?”- te preguntabas internamente mirando al suelo, tu cabeza iba a explotar por tal información, era extraño, más por el hecho de que no te hayas enterado hasta ahora, en un momento donde él es sospechoso de la desaparición de Kyoya, que el por qué el no te había dicho nada anteriormente- Si...Claro, tenemos otra casa, que está en…- usaste un tono exagerado mirando a la chica insinuante, para ver si era lo suficientemente lista para decirte dónde estaba esa “supuesta casa suya”.

 

-No lo sé, se supone que usted sabe...- ella alzó un poco la mirada pero la bajó de inmediato al ver tu cara enojada seguramente- S-Sólo sé...Que está en un bosque a las afueras...Sólo eso- dijo la mujer sin dejar de temblar. Soltaste un pequeño gruñido antes de dar media vuelta y entrar de nuevo al ascensor, te quedaste unos segundos callado mirando al suelo, antes de chasquear la lengua muy enojado.

 

-Así que si fuiste tú, Hijo de perra…- gruñiste pateando una de las paredes del ascensor, respiraste un par de veces para tratar de calmarte y luego te miraste en el gran espejo que abarcaba toda una pared- Voy a matarlo…- volviste a gruñir tan enojado que casi te veías a ti mismo con ojos de un color diferente, además de que tus cejas estaban tan juntas que casi hacia una. La puerta del elevador se abrió y saliste casi trotando de ahí logrando tener la mayorías de las miradas de los trabajadores sobre ti, además de que, los que estaban en tu camino, escapaban de ti, y todo seguramente por la mirada tan asesina que tenías en ese momento. Te montaste en tu moto sin colocaste el casco y arrancaste, sólo querías salir de ahí ya.

 

-Tsubasa...- dijiste con voz casi de ultratumba al tener el teléfono contra tu oreja sin despegar la vista del camino.

 

-¿Estás bien? ¿Qué pasó?-dijo en la otra línea extrañado por tu tono de voz.

 

-Alguna vez te dije que tenía otra casa- dijiste con sarcasmo sin quitar esa voz horripilante.

 

-¿Otra casa? ¿De qué demonios estas hablando?-

 

-Nada, no preguntes y llama a la policía, está más que confirmado que mi padre tiene a Kyoya…- gruñiste de nuevo acelerando inconsciente.

 

-¿Cómo lo sabes? ¿Sucedió algo?- siguió insistiendo esta vez preocupado.

 

-¡Te lo contaré después cuando llegue a la casa, ahora has lo que te digo!- te desesperaste y sin dejar que responderle siquiera, simplemente cortaste la llamada y guardaste tu celular y apretando aún más el manubrio de tu moto con toda tu fuerza sin dejar de acelerar- Voy a matarlo…- comenzaste a susurrar ya demasiado consumido por el odio y la ira- Voy a matarlo...Voy a matarlo…- tus dientes rechinaban por la furia-¡VOY A MATARLO!-

.

.

.

Notas finales:

La lara lala~ :D

Qué tal? 

Estoy mal? Estoy bien?

Pues a mi me gustó xD

Bueno, de nuevo lamento la tardanza y espero les haya gustado tanto como a mi.

Comentarios me ayudarían a escribir más rápido (confirmado por mi última creación Gitano) (Okno xD)

Por cierto, llegamos a los 3000 leídos! *-*

Los amo <3

Nos vemos >wo

Besos <3


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