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Sólo una palabra por lady_shizu

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Notas del capitulo:

Si antes no sabía qué hacer con las anteriores palabras, con esta menos. Alv.

#Ventana.

Hoy trabajé en el turno de tarde otra vez T_T

VIII: El chico de la ventana

 

No vivían cerca, ni estudiaban en el mismo colegio, ni compartían amistades. De hecho, dudaba de que aquel supiera siquiera de su existencia, así como él mismo creía imposible que algún día se dirigieran la palabra o siquiera una mirada.

 

Una verdad simple: un extraño se había robado la completa atención de Naruto.

 

Todos los días, desde aquella primera vez en que lo conoció por casualidad y por tomar un camino que nunca acostumbraba, Naruto volvía a su casa por ese mismo sendero. Cierto era que si tomaba el habitual se ahorraría diez minutos de caminata, pero a su forma de ver eran los diez minutos mejor aprovechados del día. El cansancio en sus pies se le olvidaba cuando por fin divisaba aquella construcción de dos pisos y sobrias paredes blancas. Mas Naruto no era fanático de la arquitectura, sino de la persona que siempre veía allí, sirviendo como el mejor ornamento que esta pudiera tener.

 

A simple vista, Naruto notó que aquel sobrepasaba sus escasos diecisiete años, aunque siempre estuviera sentado cuando lo admiraba desde la otra acera. No obstante, lo que había capturado su curiosidad ese primer día fue verlo sentado a lo largo del marco de una de las ventanas del segundo piso que daban hacia la calle, observando el cielo como si en él las nubes hubieran dibujado la obra de arte más admirable de todos los tiempos. Naruto se había detenido sólo para buscar aquello que tan ensimismado tenía a aquel extraño, encontrando, claro, sólo un conjunto de nubes amorfas y aburridas.

 

Al siguiente día, no había podido resistirse a volver por allí sólo para ver si ese joven estaría nuevamente admirando nada. Así fue. Y sin darse cuenta, se vio regresando todos los días posteriores.

 

Ese día no fue diferente. Era el cumpleaños de su padre, y Kushina lo había enviado a la pastelería mientras ella terminaba los arreglos para la fiesta sorpresa que venían planeando desde hace días. Y como ya acostumbraban, sus pies lo condujeron por aquel sendero que, para su fortuna, llevaba a dicho lugar. En la primera oportunidad, aquel no estaba, mas de regreso, su mirada no dudó en desviarse del camino, buscando nuevamente aquella ventana que se había convertido en imán de sus ojos durante los últimos días, otra vez sin éxito. Distraído como estaba, no pudo reaccionar para evitar el golpe que ocasionaría que no sólo él terminara sentado en la acera, sino que sus manos soltaran el importante paquete.

 

—¡Mierda! —murmuró entre la furia y la preocupación de ver el encargo de su madre esparcido en el piso. El pastel de cumpleaños de su padre, arruinado frente a sus ojos—. ¡¿Acaso estás ciego?! Fíjate por dónde vas, idio… ta.

 

Demasiado tiempo admirando los restos de pastel sobre la acera, pensó Naruto perplejo de ver quién era la persona culpable de su futuro regaño, a quien acababa de llamar «idiota» en plena vía pública. Un par de irises oscuros admiraban el espectáculo de crema y relleno que tenía a sus pies, sobresaliendo de la también dañada caja que lo contenía. Luego, lentamente levantaron la atención y la fijaron en los ojos azules de Naruto.

 

Era el chico de la ventana y estaba parado a centímetros de él.

 

Bueno, la suerte ya estaba echada, y aunque secretamente feliz de estar así de cerca de aquel misterioso joven, nada evitaría que encontrara su final al llegar a casa. Si moriría ese día, al menos antes defendería su orgullo.

 

Sudando resolución, Naruto se puso de pie (y para nada se sintió intimidado por la clara diferencia de altura) y con sus ojos retó silenciosamente al causante de su muy próximo deceso. Por supuesto, su boca tampoco podía quedarse atrás si esas iban a formar parte de sus últimas palabras.

 

—Supongo que no tengo de otra —aquel lo interrumpió prematuramente, soltando después un suspiro cargado de aburrimiento. Con gesto cansado, miró a Naruto, ignorando el brillo de claro desafío que el par de irises azules le dedicaban—. Vamos —indicó a continuación, iniciando su camino.

 

Desconcertado, Naruto no pudo más que voltear para no perder de vista al otro, que ya había comenzado a alejarse con pasos tranquilos. ¿Qué demonios había sido eso?

 

Aquel desconocido volteó apenas el rostro para poder verlo, indiscutiblemente enojado por el ceño fruncido y la boca sesgada.

 

—¿Vienes o no? No tengo todo el día.

 

—¿Qué? —cuestionó sin molestarse en ocultar la confusión. Y como respuesta, los irises brunos de aquel bajaron a admirar una vez más el pastel por sólo unos segundos, devolviéndole la mirada después, como si decir a qué se refería fuera una pérdida de tiempo ante la obviedad del asunto.

 

—Primero recoge eso —imperó con seriedad, cruzándose de brazos y girando lo suficiente para darle a entender que iba a esperarlo.

 

No había sido una excelente forma de iniciar, pero al menos ahora el misterioso chico de la ventana sabía de su existencia. Quizá con un poco de suerte, Naruto pudiera sacarle el nombre una vez que le repusieran el pastel de cumpleaños. Claro, eso si no terminaban a los golpes primero.

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Notas finales:

Acabo de regresar del trabajo y tengo un sueño de morir. Mañana revisaré esto a ver si no escribí alguna tontería, y si resulta que lo hice (como sospecho), lo editaré o, en su defecto, escribiré otro(?).

Sí, acabo de escribir esto con los párpados a medio cerrar y las ganas de vivir por el piso, orz.

Por cierto, mañana responderé los reviews <3 No lo hice antes por falta de tiempo :’v

¡Gracias por leer y comentar!

Bis bald!


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