X: Siempre hay una primera vez para todo
Esa noche sería especial, la más importante de todas. Naruto lo sabía y por eso no podía dejar de sonreír ni dejar el nerviosismo de lado. Había perdido la cuenta de las veces que se restregó las manos en las perneras para secarse el sudor. O de cuántas veces volteó hacia el reloj colgado en la pared lateral derecha al televisor en la sala. Mas no era su culpa tener el estado anímico tan alborotado.
Esa noche, Sasuke y él por fin lo harían.
Debido a sus investigaciones, Sasuke casi nunca estaba en la aldea. Y Naruto entendía que él era el único capaz de realizar tal misión, que el destino del mundo estaba en sus manos, pero a veces sentía que el precio que ambos pagaban comenzaba a ser demasiado alto.
Si desear pasar juntos más que los insuficientes dos días que Sasuke permanecía en la aldea lo volvía egoísta, a Naruto no le importaría que lo encasillaran como el más egoísta del mundo.
Estaba a un paso de convertirse en Hokage y cumplir su sueño. Fue reconocido por todos en la aldea incluso antes de eso, era llamado héroe y tomado como un ejemplo a seguir por muchos más. No obstante, no era suficiente, porque la persona que más anhelaba a su lado ahora lo honraba con su presencia sólo dos días cada muchos meses de dolorosa ausencia. Lo único que lo reconfortaba era saber que, al menos, ahora sí volvía y él no tendría que salir a perseguirlo como en años atrás.
Sonrió nuevamente, ansioso porque ya estuviera allí a su lado.
Desde que la tecnología había ido ganando cada vez más terreno en la sociedad, Naruto notó que el humor de Sasuke empeoraba. El exceso de ruido, de luz, todo lo que antes le proveía de paz ahora era asesinado por aquello que tan feliz hacía al resto de la población, incluyendo a veces a Naruto. Una de esas cosas que Sasuke tanto odiaba era ver la televisión; ese infernal aparato rectangular que convertía en zombis a las personas. No era de extrañar que encontrara demasiado atractivo convivir rodeado de árboles, en medio de bosques durante sus viajes.
Siempre imposible de contactar a menos que él así lo deseara.
Sin embargo, esa noche por fin regresaría a Konoha y había prometido cumplir el capricho que Naruto venía pidiéndole desde hacía mucho tiempo. Por fin lo harían.
Naruto no se extrañó cuando la puerta de su departamento cedió sin esfuerzo, dando paso a la alta figura de Uchiha Sasuke. Y ensanchó aún más la sonrisa, correspondiendo el gesto que le era dedicado, aunque éste tuviera el leve matiz de la resignación pintada en él.
—¡Sasuke! —lo llamó entusiasmado, dejando el sillón de un salto para poder sentirlo con las manos y el cuerpo. Estar por completo seguro de que realmente estaba allí.
—Estoy en casa —respondió sin dejar de sonreír derrotado, como siempre, por Naruto. Entregándose a uno de sus efusivos modos de darle la bienvenida.
Esa noche, por fin Sasuke vería una película con él. Y si tenía suerte, la interrumpirían antes de que llegara a la mitad para dedicar esa noche a algo mucho más agradable.
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