Los motivos por los cuales Naruto actuó de aquella manera eran sencillos, estaba muy limitado, debido a los somníferos sus sentidos no estaban del todo alerta por lo que un error habría terminado muy mal, sabía que Eiji tenía aquel lunar detrás de la oreja pero para su desgracia no se había fijado si Sasuke también, porque Sasuke siempre había llevado el cabello largo y notar esos detalles no era tan sencillo, si en vez de Eiji hubiera sido Sasuke y Naruto hubiera pronunciado el nombre de Eiji en pleno sexo, los sentidos de Sasuke se bloquearían y sin tomar nada para cubrir siquiera su desnudez cogería un arma y en un ataque de celos podría matar a Eiji, era una amenaza muy real, por ello aquella noche solo pudo dejarse llevar temiendo por lo peor, cuando despertó y vio a Sasuke a su lado, solo en bóxer, mientras el tenia de nuevo la pijama, la alerta en su cerebro se disparó, después de tener sexo ellos nunca se vestían, se limitaban a abrazarse totalmente desnudos hasta la mañana siguiente, pero aún así, sacar conclusiones y actuar precipitadamente no llevaría a nada bueno, por ello su manera de proceder había sido la mejor.
Naruto miró a su lado, Sasuke dormía en el asiento del jet privado, se dirigían a Japón, no perdieron tiempo, los orbes cielo de Naruto observaron a su marido con cariño, Sasuke dormía con la espalda y el cuello recto, sus fuertes brazos cruzados estaban sobre su pecho, no parecía dormido, parecía estar sentado, solo meditando de temas posiblemente complicados, pues su ceño permanecía fruncido.
Siendo cargado por la sirvienta que solía ayudar a Naruto, el pequeño Takumi dormía inmóvil, parecía casi un muñeco de lo bonito que era, siendo arrullado en brazos de aquella sirvienta, por ahora no era bueno que el estuviera con el pequeño Takumi, encima porque Sasuke podría ponerse celoso de que el bebé robara la atención, un Sasuke celoso era terriblemente peligroso…
…
Ahí estaba el, el gran y maravilloso Eiji Uchiha ahogando las penas en alcohol siguiendo aquel cliché del adulto despechado, la diferencia, es que él no estaba en un bar de mala muerte, si no en una reunión de alta alcurnia, aún así eso no evitaba que llenara su estómago de toda bebida alcohólica que se le pasara por delante, su semblante se mantenía tranquilo, serio e imponente, a pesar del montón de alcohol que llevaba encima aquel hecho no era notable para quiénes lo miraban, desde fuera, Eiji Uchiha se veía completamente sobrio y alerta.
las luces de la sala de fiesta del hotel eran tenues, creaban un ambiente romántico, se escuchaban a lo lejos las conversaciones de los presentes casi como murmullos, Eiji estaba rodeado de gente de alta alcurnia que le adulaban mientras él no les hacia el más mínimo caso, cerró los ojos, el aire estaba a rebosar del olor a flores y perfumes caros, los abrió casi al instante observando el panorama, debido a su estado veía las cosas difuminadas, a sus ojos, el lugar parecía una pintura, el ambiente mágico, los tonos cálidos y las luces tenues, la gente vestida de formas elegantes, las mujeres con peinados delicados, pero a el aquello no podía importarle menos, se sentía ajeno a todo, inclusive ajeno a las palabras que le estaban dirigiendo con intención de ganarse su favor.
– Eiji-kun – Eiji giró viendo a la persona que se dirigía a él con aquella voz dulce y aquel tono tímido, tuvo que bajar la vista, aquella persona era algo baja, lo observó con detenimiento, era un doncel de baja estatura que rehuía de su vista jugando con sus manos, el doncel tenía los ojos azules y el cabello blanco, sus mofletes estaban coloreados en un tono carmín, se veía inquieto y nervioso.
– ¿qué? – respondió Eiji mirándolo con fastidio, el doncel se sobresaltó mirándolo nervioso y para este punto Eiji lo reconoció…
…aquel doncel era Tai Huang, el hijo doncel del jefe de la mafia china que estaba al cuidado de Sasuke Uchiha, Tai nació con una enorme belleza y debido a ello desde joven sufrió de acosos, bastante exagerados, animales muertos en su puerta, rosas marchitas, partes humanas con poemas sádicos, el jefe de la mafia china, padre de Tai, pidió a Sasuke Uchiha que acogiera a su hijo doncel bajo su cuidado, el hombre estaba preocupado por la seguridad de su hijo y Sasuke aceptó en pro de hacer una alianza con la mafia china, Tai viajó a Moscú a vivir bajo el cuidado del jefe de akatsuki, esto pasó cuando el joven Tai tenia aproximadamente quince años, actualmente tenia veintiuno, un año menos que Eiji Uchiha, al llegar a Moscú, Tai en aquel entonces se instaló en el mismo edificio de apartamentos donde vivía el equipo táctico de Akatsuki, ningún idiota se atrevería a entrar a ese lugar por lo que era perfecto, pero aún así los acosos parecían querer continuar, pues pocos días después Tai recibió un mensaje anónimo que decía “¿crees que akatsuki podrá salvarte?”, Sasuke al leer el mensaje enojado se lo tomó como una ofensa hacia su persona, como un reto o un osado insulto, con ayuda de Karin, Sasuke rastreó la computadora de donde provenía el mensaje, aquel acosador era hábil ocultándose pero Karin era mucho más hábil, al saber su ubicación Sasuke se limitó a enviarle un regalito, nada más ni nada menos que un misil guiado que hizo volar en mil pedazos dicho edificio, nunca supieron quien de las 72 personas calcinadas era él acosador pero a no podía importar menos, y como cualquiera esperaría, los acosos cesaron, pero Tai decidió quedarse en Moscú…
– quería hablar contigo a solas… – pidió Tai en voz baja recibiendo miradas de reproche por parte de quienes acompañaban a Eiji, en ese momento, Eiji ya tenía planes de irse por lo que accedió, el joven albino sonrió alegre y empezó a caminar afuera de la sala de fiestas siendo seguido por un callado Eiji – ¡tú me gustas! – declaró con la voz temblorosa el doncel del cabello blanco una vez estuvieron solos, sin decir nada antes, se dejó llevar por los nervios, en su mente Tai había ensayado tantas veces ese momento, decidido a primero contarle las razones para luego declararse, pero lo había echado a perder, sus nervios jugaron en su contra y ahora Eiji le rechazaría, agachó la cabeza con miedo de ver la expresión que Eiji tenía en ese momento, Eiji solamente sonrió, tomó a Tai de la mano y sin decir mayor cosa ambos se encerraron en una de las habitaciones del hotel hasta la mañana siguiente….
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