-Perkele! – grito desde la cofa mayor el vigia.
- Hva er det som foregår? – pregunto Rollo, que, como siempre pisoteaba la cubierta en espera de comida.
-Perkele. – repitió el marinero finlandes, que se negaba a hablar otro idioma u otra palabra en general.
- Sønn av en… - comenzó Rollo
-¡Barco a la vista! – grito uno de dos que estaban pasándolo bomba en la cofa del trinquete.
-Drittsekk! – termino Rollo.
-Cad é sin? – pregunto Burton al oir jaleo.
-Tha suidheagan an sin. – respondio Gwaine ya abriéndose la camisa.
Una marea rubios en cota de malla surgio vociferante de las cubiertas inferiores y se aglutino a babor, rompiendo la barandilla y ladeando el barco.
-¡Remen! – dijo uno entusiasmado.
-Este barco no tiene remos.
-¡Maldita sea! ¡Estan dando la vuelta!
-¡Nademos hacia ellos!
-¡Recuerden que no tenemos sauna a bordo! – les recordó Juha-Pekka, el líder oficioso de la expedición (el oficial era Rollo).
Los suecos se detuvieron. ¿Cómo se iban a bañar a medias?
Los noruegos, turcos, chinos e irlandés orientaron las velas para comenzar la persecusion.
-¿Esto no nos sacara de curso? – pregunto Juha-Pekka a Wilde, el navegante.
-No, el Caribe esta al sur y al oeste.
El dublines no tenia idea de como usar un sextante, no hubiera logrado una triangulación trigonométrica ni por la salvación de su alma y de las estrellas solo sabía que lo inspiraban, pero habia encontrado la corriente de Canarias por casualidad y se dejaba llevar cómodamente por ella.
La presa tenia los vientos pero también al capitan Montgomery. Los vikingos vieron su nave girar como peonza y luego ofrecerles la popa para huir.
-Perkele perkele perkele. – sugirió elocuentemente Perkele desde la cofa del mayor.
-No… - dijeron varios – no hay que usar los cañones. No es tan divertido.
-Con un cañonazo a popa los detendríamos. – hasta Wilde sabia que darle la popa al enemigo era como bajarse los calzones y empinarse.
-¿Qué rayos esta haciendo? – exclamo Rollo.
El barco ingles, de espaldas a ellos, avanzaba para atrás.
-¿Es la técnica del cangrejo?
-¡Quiere que nos lo echemos! – exclamaron los suecos y nadie pudo contener su entusiasmo. Saltaron por donde no habia borda, algunos con cabos para remolcar La furia del norte y nadaron hacia el barco que se hechaba atrás de nalguitas como turra ofrecida.
El capitan Montgomery si ordeno disparar los cañones, pero dado que estos estaban en los costados, los nórdicos solo recibieron la bendición de Thor.
Asi que con el animo aun mas exaltado, los primeros suecos comenzaron a trepar para abordar el barco.
Noruegos y de otras nacionalidades estaban listos también; con el cabello recogido y sin camisa, o sin ropa en absoluto, que estorbara sus movimientos y fuera causa de infección si un balazo les metia un jirón en la herida.
Wilde se anudo un pañuelo en la cabeza cerca de Gwaine, que aguardaba solo en pantalones, cinto, pistola y espada a que las naves se abarloaran, con el brillo en los ojos y los musculos tensos, definidos bajo las caricias del sol que se filtraba entre las sombras de las velas.
Burton encargo la delicatesen del dia a Sandia y salio también, quitándose la camisa y agarrando un cabo como Gwaine, para que Wilde viera el musculo que marcaba, sumiendo la panza.
Monty ordeno una maniobra que tiro una de sus propias crucetas de mesana, tendiéndoles el puente a los vikingos para que no se mojaran.
Un disparito, débil, de un casaca roja tan maricon como Montgomery y luego sonido de rifles que caen, de pasos que huyen y de vikingos que vociferan.
-¡Me rindo, me rindo! – empezó a gritar Montgomery, mientras corria entre las gallinas para ocultarse en el gallinero.
Los vikingos destrozaban la cubierta; hendían madera, metal y unas cuantas cabezas. Manos, brazos y cabos salían disparados y cuando el alcazar quedo como pila de leñador y los vikingos moderadamente divertidos, Rollo pateo el culo de Monty y su dentadura postiza salio despedida, y continuo avanzando por la cubierta, pues al ser de cuerda, no dejaba de moverse hasta que se acababa.
Los vikingos prorrumpieron en vitores y Rollo alzo en alto la dentadura mordisqueante.
-¡Yeah!
Solo por eso, habia valido la pena el asalto.
-Rollo, no hay oro ni monjes, solo balas y marineros. – dijo señalando abajo algo decepcionado Hjelm.
-¿Ni oro ni monjes? ¡¿Qué clase de barco es este!?
-Es una fragata de su Majestad, con despachos urgentes. – dijo una turra cuarentona, la segunda mejor cosa encontrada a bordo.
-¿Despachos? – Rollo rasgo la bolsa, y como no sabia leer ni en rúnico dejo que el viento se llevara los secretos de estado.
-No hay monjes.
-Ni oro. – se quejaban unos con otros.
-Podemos tomar las balas – dijo Juha-Pekka – y la polvora.
-¿Polvora? – los ojos de los suecos brillaron mas que sus armaduras - ¡Hagamos volar la nave!
-¡Si!
-¡No! Nos hemos rendido. Según las convenciones de guerra deben llevarnos al puerto mas cercano.
-No creo que eso sea tan divertido.
-Ademas, ¿no dicen sus convenciones de guerra “quemar, hundir…
-¡Quemar! ¡Hundir!
-… o tomar presa”?
-¡Votamos por quemar y hundir!
-¡Quemar y hundir!
-Pero, pero… - la turra maduribonita casi lo preferia, para que no se conociera la deshonra de la Armada a manos de ese general degradado a capitan (del ejercito) por su imbecilidad en tierra, que se apodero del mando del barco cuando el capitan de verdad fue devorado por un pulpo.
-Oigan – dijo Gwaine – antes de que lo volemos; estos barcos llevan muy buena comida. Sin ofender, Burton – le palmeo la espalda - Galletas, cerdo, cosas asi.
-Galletas… - se relamieron los vikingos.
-¡Y ron! – grito uno, que ya habia ido a buscarlas.
*
Alegrados por el ron para siete meses de viaje, los vikingos se conformaron con llevarse proviciones, turras bonitas y la dentadura del difunto capitan Montgomery, que murió del susto. Explotaron las lanchas y dejaron ir al resto, sin mucha convicción de que se venderian en Madeira y depositarian su importe en casa de un judío de Amsterdam.
Pusieron rumbo a donde Wilde les indicaba y navegaron avante.
***
Papa Brendan decidio que los ruidos, cansancio y comida pedida a la habitación eran una magistral actuación de su amigo y su hijo turra.
Dom estaba avergonzado de verlo, naturalmente, por fingir esas cosas. Y porque Dom, a pesar de haber pasado esa edad, seguía poniendo caras de angustia inexplicables e innecesarias.
Brian estaba menos contento que su papa. Cuando pudo volver a ver a su hermanito, un par de noches después de la boda, se acurruco con el, como si buscara que lo protegiera, y las miradas nerviosas que lanzaba a Pacino le dejaban claro de quien.
-¿Qué te hizo ese viejo cochino? - le pregunto, angustiado por ese cambio en la actitud de Dom, siempre tan protector con el.
-Nada…
Papa se lo habia asegurado, y aunque fueran las mismas cosas no se sentia igual. Se sentia un poco sucio, cansado, por toda la saliva y cosas que Pacino habia hecho con el.
No le habia gustado; es decir, si le habia gustado, sobre todo antes de que fueran tantas veces. Era realmente agotador correrse una y otra vez, adoptar esas poses, hacer lo poco que sabia hacer. Ahora le quedaba patente que Pacino sabia hacer mas que Gwaine, y esto lo desconcertó (una turra mas que un seme) hasta que pensó que era porque Pacino era mas viejo.
Como podía tener tanta resistencia a su edad era algo que lo maravillaba. Habia hecho mucho mas que el y estaba menos cansado, listo a repetirlo a la primera oportunidad, sospechaba.
-¿Cuándo va a irse? – pregunto a Brian, sin dejar de vigilarlo.
Charlaba con papa y bebían café.
-Esta todo listo desde ayer. Va a acompañarnos hasta la casa, donde dejo su barco.
Dom apretó los labios. No quería estar cerca de el, verlo, recordar que era su marido.
-¿Por qué?
-Para que todos en el pueblo lo vean. Papa dice que cuanta mas gente mejor, para que nadie tenga nada que decir cuando tengas el bebe.
Dom asentia lentamente. ¿No habia sido ya bien sonada la boda? Es decir, ¡pan de papa! Debian saberlo hasta en Dublin.
-¿Qué se siente? – le jalo la manga su hermanito y se asusto al creer que le preguntaba de eso.
-No… ¿a que te refieres?
-Al bebe.
-¡Ah, eso! – sonrio por primera vez, alegrando a su hermano – No lo se. No lo siento. Se que mi panza esta mas grande, pero… ¿sere una mala madre, Brian?
Brian abrió mucho los ojos, con un gesto idéntico.
-No lo se. No lo creo.
-Me gustaría que mama me dijera como se sienten los bebes… - dijo, sobándose la panza con la mirada perdida en el lejano horizonte que contemplaría su Gwaine.
***
Mama se lo dijo, y muchas cosas mas, relacionadas con la maternidad. No se atrevio a preguntarle sobre el proceso de hacerlos, y lo que Mary asumiera sobre el matrimonio de su hijo turra con otra turra quedaba oculto detrás de sus azulados ojos.
El barco de Pacino se habia ido y esperaba a que volviera, dando notoriedad a la taberna, renombrada “La novia casada”, para que a nadie le quedara duda del matrimonio de Domhnall.
Volver a casa no hizo feliz a Dom. No tanto como el esperaba que hiciera. Estar en casa, con un marido que no amaba, viendo la imagen de Gwaine en cada lugar donde lo habia visto lo llenaba de angustia, preguntándose que pasaría cuando regresara.
No creía que Gwaine creyera que habia dejado de amarlo, pero tampoco habia creido que desaparecería sin decir nada.
Pacino lo notaba, haciendolo estar mas seguro de su decisión.
Continuara...