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Sólo una palabra por lady_shizu

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Notas del capitulo:

Trabajar turnos dobles es como un enorme grano en el…

Como que esto de los 30 días pierde sentido si no subo drabbles todos los días. :’v

#Eternidad.

Escribir esto me recordó a TNB, y que aún no lo he actualizado xD

XXI: Noche carmesí

 

A pesar de los años transcurridos, Naruto no podía terminar de acostumbrarse a su nueva naturaleza.

 

Ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Él era sólo un soldado más. La Guerra se encontraba en su punto cúspide cuando lo dieron por muerto; junto a miles, caído en batalla, reconocido por su valentía con un reconocimiento que a los muertos de nada les servía, pero al mismo tiempo, mientras abrían la puerta a la muerte, los llenaba de orgullo.

 

Naruto no había sido diferente, ni sus pensamientos respecto al dar la vida por su nación fueron disímiles a los de otros cientos de miles de soldados. La anormalidad residía en que él, ese día, había muerto dos veces. La primera fue dada por una granada, a la que se arrojó sin dudar para salvar a sus compañeros. La segunda, cuando despertó en medio del campo de batalla entonces desierto, con las extremidades y heridas repuestas, rodeado por un par de fríos y suaves brazos.

 

Desde ese día, estar envuelto por la esencia de esa persona era lo único que calmaba las pesadillas. Las explosiones, gritos, amigos y compañeros caídos, todo desaparecía de su mente al sentirse nuevamente rodeado por los brazos de Sasuke.

 

Durante los primeros años, Naruto se había acostumbrado a muchos cambios en su vida, desde el más radical y que le había devuelto la «vida», hasta el más banal en comparación, desde su perspectiva: abandonar su nombre (Uzumaki Naruto) y tener que adquirir otra identidad. Así es como había nacido Uchiha Menma, a la par que el dorado de sus cabellos era reemplazado por tinte oscuro.

 

El azul de sus irises había dejado de existir, tiñéndose de un intenso arrebol, desde que abrió los ojos y dio el nuevo aliento de vida por segunda vez.

 

Sin embargo, todavía existía algo que, sin importar qué, no podía acabar de asimilar. Y Sasuke lo sabía porque lo conocía como nadie antes pudo.

 

En pleno siglo XXI, los escrúpulos persistían como grilletes en las extremidades del nuevamente nombrado Namikaze Naruto (adoptando esta vez el apellido de su padre junto al rasgo hereditario de su cabello). Sin importar qué, Sasuke no conseguía liberarlo de las ataduras humanas que surgían cuando el ritual para sobrevivir se llevaba a cabo. Y esa noche no sería diferente. Lo supo cuando, sentado en el marco de la ventana, vio a Naruto llegar cuando más próximas a marcar las cuatro las agujas se encontraban. Él siempre escogía esa hora para alimentarse, y Sasuke no dormía casi nunca, por lo que no le molestaba esperarlo; ninguno lo necesitaba, en realidad.

 

Al ingresar a la habitación, Naruto no lo miraba. Sasuke tampoco. Era un ritual entre ellos, consolidado por los años en que ninguno hizo nada por reemplazarlo. Naruto caminaba hacia el sofá de doble cuerpo tapizado en carmesí y se dejaba caer en él, con el brazo diestro cubriéndose los ojos. Observando la luna y su faceta ocasional, Sasuke dejaba los minutos pasar. Finalmente, era Naruto quien rompía el silencio. Siempre.

 

—Era una joven —susurraba, consciente de que los oídos de su eterno compañero de vida lo escuchaban—. La vi y la deseé. Y la tomé. —Largos segundos transcurrieron en silencio—. Sentí su vida diluirse entre mis manos.

 

A cambio, él había ganado más tiempo para sí. Sasuke no lo dijo, y Naruto no lo necesitaba, pues era completamente consciente de las condiciones inherentes a la vida que había elegido seguir. A su nueva naturaleza.

 

La primera vez, Sasuke le había hecho una pregunta que a ambos los había sacudido más de lo que hubieran querido.

 

«¿Me odias?»

 

Y la respuesta de Naruto no tardó mucho en llegar, transmutando con el tiempo hasta que, al final, tuvo la verdad asomándose de sus labios. Era un vampiro y, a pesar de todo, no se arrepentía de haber escogido caminar junto a quien le había ofrecido una nueva oportunidad.

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Notas finales:

En Japón, el suicidio era considerado el último acto de voluntad y de resistencia, por lo que era considerado honorable morir en batalla o dar la vida en actos suicidas con tal de vencer (seguro han escuchado de los Kamikazes), mientras que huir era la peor vergüenza.

¡Gracias por leer y comentar!

Bis bald!


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